“Polvo de estrellas”
Drabble 12: Añoranza
Aquella noche en que las mariposas bailaron en su estómago, Tom sintió esperanza, sabía que algo bueno le había ocurrido a su amado alienígena. Sin embargo, eso también le llenó de dudas.
¿Qué le ocasionó esa felicidad? Se preguntó mentalmente. Tontamente, sintió celos y sacudió la cabeza en forma negativa.
—Él no me engañaría —susurró bajito a su almohada, habían pasado unos días desde su cumpleaños y su maravilloso encuentro en el bosque con Bill.
—Ahhh —Suspiró sonoramente—. Bill… tu nombre es tan hermoso como tu perfecto rostro —Sonrió al recordar los labios de su amado y el sabor que dejaron impregnados en los suyos.
Su madre, estaba detrás de la puerta, sonriendo al pensar en lo feliz que se veía su hijo, y aunque fue muy duro verle llorar tan amargamente el día de su cumpleaños, comprendía que el amor no se acaba sólo porque un poco de distancia separe a la pareja.
Simone amaba a su hijo y aceptaba su sexualidad sin cuestionarla, como madre era su deber estar ahí para apoyarlo… siempre. Se retiró en silencio, le dejaría descansar, era sábado y podría disfrutar de sus recuerdos todo el fin de semana.
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“La tristeza es ese sentimiento que te deja el amor… después de haberlo perdido”
Fue la frase que le llamó la atención de aquel libro horrible que estaban estudiando en su clase de literatura. Se quedó pegado en ella, la releía una y otra vez.
«¿Estoy triste?» Se preguntó, pero desechó la idea de inmediato. No lo estaba, sólo estaba melancólico, extrañaba a Bill, pero no lo había perdido, por lo tanto no era tristeza lo que albergaba su pecho.
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Un mes completo había transcurrido desde su cumpleaños y su mente nuevamente viajó a ese instante en que su estómago se llenó de mariposas.
—¿Qué te puso contento Bill? —preguntó al aire recostado en el prado del bosque, no pudo evitar regresar ahí, tenía una corazonada y temió por ello.
—Por favor no hagas nada estúpido Bill, no soportaría una vida sin ti.
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A miles de años luz del planeta azul, la presencia luminosa de Bill sintió la desesperación de su gemelo en el centro de su ser y tembló al recordar su primera experiencia física en la tierra.
—Oh Tomi —exclamó en las penumbras de su habitación—, sólo aguarda un poco más bebé, y pronto estaré contigo.
Haciendo algo que jamás había intentado, concentró toda su energía en aquel ser amado que le esperaba en lo más recóndito de la galaxia. Su cuerpo brilló intensamente y sólo transmitió sus más puros sentimientos de amor y esperanza para tranquilizar el atribulado corazón del chico de rastas.
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—Dios mío… —susurró Tom al sentir el tremendo poder que emanaba de la nada y que se concentraba en su pecho. Suspiró hondamente y sonrió—. Mi querido Bill…
Su cuerpo se relajó y se dejó envolver por aquella fuerza misteriosa, cálida y llena de ternura. Recordó sus primeros encuentros con Bill en el bosque, cuando no era más que un pequeño y como le envolvía en un abrazo mediante la brisa.
—Te amo tanto… y te extraño como no tienes idea.
Pequeñas lágrimas escaparon de sus ojos, no eran de tristeza, sino de alegría y añoranza, de anhelo por volver a ver a su amado, por volver a estrecharlo en sus brazos, por besar sus maravillosos labios y por decirle una y otra vez cuanto le amaba. Deseaba con todo el corazón decirle que le pertenecía y que se iría con él al fin del mundo con tal de no volver a separarse jamás… pero…
—No quiero que corras riesgos innecesarios… —susurró a la quietud de la noche.
Continuará…
Bueno, sabemos que Bill no le hizo caso, debe hacer algo o morirá de todas formas, en el siguiente capítulo sabremos cómo va la evolución del plan de los G’s.
Gracias por seguir leyendo y apoyándome.