Polvo de Estrellas 28

Polvo de estrellas”

Drabble 28: ¡Descubiertos!

Habían pasado ya tres semanas, desde que los G’s evacuaron a los gemelos desde la Tierra al espacio. La misión de búsqueda de su raza comenzó presurosamente y todo el planeta azul se hallaba bajo observación, en busca del terrible criminal Bill.

Los G’s siguieron en sus asignaciones, lo más normalmente posible, siempre tratando de obtener la más mínima información del caso de su amigo y dejando de lado su búsqueda personal por sus propios gemelos.

Estamos en problemas amigo —llamó Gus a su compañero.

¿Qué sucede? —preguntó el otro completamente intrigado y preocupado. Desde la fuga de Bill, sus vidas se habían convertido en una espiral de noticias que los podían llevar de estar felices por su amigo, a temer por sus propias vidas.

Han traído al experto…, al rastreador.

Dios mío, ¿”la máquina”? —Quiso saber Georg, para asegurarse y el movimiento de cabeza de Gus confirmó sus temores—. Estamos muertos.

Lo sé. Debemos irnos.

¿Dónde?

Al planeta Tierra ¿dónde más? —respondió Gustav encogiendo su energía—, debemos proteger a nuestros gemelos.

Pero ellos no saben nada de nosotros.

Lo sé y eso no importa. Sólo debemos asegurarnos de que no los maten a ellos por nuestra culpa —Afirmó completamente decidido.

Sí —Miró a su amigo con perspicacia y preguntó—. ¿Haremos “eso”?

Claro que sí. ¿Estás listo, Georg?

Siempre. ¿Cuándo nos vamos?

Lo antes posible. Sólo desde nuestra nave de escape podremos alertar a Bill —Continuó Gustav.

Si encuentran su rastro ellos…

Estarán perdidos, lo sé. No hay manera en que puedan escapar de “La máquina” en esa pequeña nave.

Bien y… ¿qué haremos al respecto?

Te lo diré cuando estemos en la Tierra.

&

Con el conocimiento en los cristales akásicos, Gustav pudo robar una nave sin problemas y Georg ajustó el rumbo de vuelo sin que nadie pudiera siquiera notar que ellos faltaban.

En cosa de horas estaban ya en la Tierra, justo en el bosque en que habían dejado a Bill hace algún tiempo atrás.

Dios terrestre, como hubiera deseado que los chicos hubiesen disfrutado más tiempo, juntos —dijo Georg con su energía bastante baja y mirando al cielo, como si efectivamente el Dios de los humanos pudiera oírle.

Lo sé Geo, lo siento por ellos.

¿Qué hacemos ahora?

Debemos llamarlos e informarles de la situación en que se encuentran. ¿Lo haces tú o lo hago yo? —Ambos dudaron. Ser el portador de tan malas noticias no era algo agradable.

&

La mala suerte volvió a recaer en Gustav, quien sostenía con mano temblorosa el comunicador, rogando al Dios terrestre que Bill contestara esa comunicación que no pertenecía a su nave.

Dios Bill, contesta —decía lentamente el rubio, en su forma física.

¿Gustav? —Se oyó la voz titubeante al otro lado de la línea.

Bill —Una lágrima salió de los ojos del rubio.

¿Gustav, sí eres tú? —dijo la voz feliz de volver a oír a su amigo.

Bill, sí soy yo. Georg y yo estamos en la Tierra —dijo de golpe, cosa que hizo un cambio drástico en la conversación.

¿Qué ha pasado? —dijo el rastudo seriamente al otro lado, seguramente le quitó el intercomunicador al pelinegro.

Tom, tuvimos que escapar de nuestra nave. Nos han descubierto a todos —dijo monótonamente el rubio.

¿Están bien? —preguntó preocupado el de rastas, sabiendo de antemano el peligro inminente que ellos corrían.

Por el momento estamos bien —Volvió a decir. Las manos le sudaban y de pronto todo el estrés y el nerviosismo le pasó la cuenta a su cuerpo humano, sintió las rodillas temblar y se desplomó.

¡Gus! —gritó atemorizado el castaño a su lado, ayudándolo.

¿Qué pasa? —gritó Tom desde el otro lado de la línea. Preocupado por los gritos.

No es nada —Volvió a hablar Gustav—. No me acostumbro a este cuerpo involucionado, es todo —agregó, calmando a todos.

Ya se adaptarán —dijo el pelinegro con una ligera sonrisa, que luego se borró al susurrar—, si tienen tiempo de hacerlo.

El ambiente era realmente tétrico, Bill sabía que su vida tenía precio, pero estando en el espacio podrían sobrevivir, sin embargo, si detectaban a los G’s en la Tierra, en ese estado frágil, serían un blanco seguro.

Bill —habló Georg tomando el comunicador—, hay algo más…

¿Puede haber algo más? —dijo irónicamente le pelinegro.

Han traído a “La máquina”, te rastrearán, será cuestión de días para que te encuentren —dijo con la voz ronca, sin duda el nudo en la garganta era algo nuevo para él.

Santo Dios terrestre —dijo en un jadeo.

¿Qué es eso? —preguntó Tom—. ¿Qué es la máquina?

Es una máquina especial, diseñada por una generación futurista, creada especialmente para seguir rastros de naves perdidas, o en este caso, fugadas y…, destruirlas si hay órdenes para ello —Explicó el castaño—. Lo siento chicos.

Lo sientes ¿por qué? —Volvió a preguntar el rastudo, sin entender la gravedad del asunto.

No podrán huir en esa pequeña nave, los encontrarán y luego… serán ejecutados —Finalizó el rubio casi en un susurro.

Chicos… —habló Tom con la voz firme y segura—, quiero agradecerles por todo lo que han hecho por nosotros. Por haber traído a Bill a mi vida, por habernos ayudado a escapar por segunda vez…

Pero… —Se quejó el rubio. Para él no había sido suficiente.

Calma. —Suspiró el de rastas—. Bill y yo somos uno. Nos amamos y nuestro amor trascenderá —dijo con solemnidad—. Dicen que la materia no se destruye, sólo se transforma, nosotros nos convertiremos en polvo de estrellas y nos reuniremos nuevamente, cambiaremos de forma, pero siempre estaremos juntos, porque somos uno.

Oh Tomi —Se oyó el sollozo del pelinegro de fondo.

Gracias Tom —susurró el castaño, abrazando a Gustav que lloraba en su hombro.

¿Qué harán ahora chicos? —preguntó Bill, preocupado por el destino inminente de sus amigos—, la máquina los descubrirá a ustedes también.

No exactamente Bill, tenemos un plan —dijo el castaño con un deje de orgullo en su voz—, es algo que hemos estado planificando desde hace un tiempo con Gus y que por fin pondremos en práctica.

¿Qué harán? —Insistió el pelinegro., la curiosidad lo mataba.

Dejaremos la nave en el bosque, de todos modos llegarían aquí —Comenzó a explicar—. En nuestras formas humanas Gus y yo nos mudaremos cerca de nuestros gemelos, sólo para estar seguros de que no les harán nada malo.

¿Cómo harán eso? —preguntó impresionado el rastudo.

Hemos creado dinero, somos mejores que el banco —dijo riéndose—, ni siquiera es una falsificación, es dinero real. Gustav lo creó, es un genio.

No seas tonto —Se defendió el rubio—. Fueron sólo un par de movimientos en sus bancas electrónicas.

Es cierto Gus, eres un genio —Apoyó Bill.

El asunto es que tenemos claro dónde arrendar y qué comer.

¿Cómo? —Insistió Tom.

En nuestro tiempo libre, nos infiltrábamos en su “internet” y google, nos dio todo lo que necesitábamos saber —Volvió a reír el castaño—. Hasta arrendamos la casa mediante una transferencia de dinero de una chequera electrónica.

Es increíble todo lo que puedes hacer sin estar físicamente presente —dijo Gustav tomando el comunicador.

Espero que su plan funcione chicos —dijo seriamente el de rastas—, no me gustaría que por nuestra culpa ustedes…

Calla Tom, ustedes son nuestros amigos y los amigos siempre se cuidan las espaldas —respondió el castaño con tranquilidad.

Hablas involucionadamente —Rió Bill al otro lado.

Lo sé, nos estamos acostumbrando —Rieron también los G’s.

Bueno chicos —dijo Gus, sintiendo nuevamente el escozor en su garganta—, que tengan suerte.

Al tener amigos como ustedes, tenemos toda la suerte que necesitamos —dijo Tom.

Los quiero mucho —susurró Bill llorando.

No llores, tranquilo —Le calmó Tom.

Te queremos Bill, cuídate y sé feliz —Terminó Georg y cortó la comunicación.

Los G’s se miraron y sin contenerse, se abrazaron. Era la despedida, sus amigos morirían pronto y no había nada que pudieran hacer para evitarlo, no esta vez.

Vamos Gus, vamos por nuestros gemelos.

Continuará…

OMG el fin se acerca. No pensé que este momento llegaría, los gemelos morirán, no quiero, ¿qué dicen ustedes? Les dije que habría un final inesperado, pero ¿de qué se trata?, ¿habrá vida o muerte? Sigan leyendo para averiguarlo.

Escritora del fandom

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