“Polvo de estrellas”
Drabble 30 final: Polvo de estrellas
Exactamente cuatro días después del llamado de los G’s, Bill tuvo un plan. Su mente estaba absorta en cada una de las posibilidades que tendría que sortear para tratar de salvar la vida de su gemelo, después de todo, Tom habría vivido una vida larga, de no ser por su intervención egoísta.
Tom notó la inquietud de su pareja y sin decirle nada, lo abrazó fuertemente, besándolo con igual pasión, dejándolo sin aliento y con una sonrisa boba pintada en la cara.
—Te amo Bill —susurró contento de ver las mejillas sonrojadas de su alien.
—Y yo a ti —dijo con un deje de remordimiento en su voz.
—No me arrepiento de haber entrado al bosque cuando tenía once años y haberte encontrado allí —comentó como entendiendo el pesar en la mente del otro—. Tampoco me arrepiento de haber ido allí cada año a encontrarte —Besó la punta de su nariz—. Y menos aun me arrepiento de haberte pedido que cambiaras de forma, porque así pude besar tus deliciosos labios y pude decirte lo mucho que te amaba.
—Tomi… —Su voz se desvaneció en un sollozo, pero fue silenciado por otro beso apasionado.
—Te amo, te amo, te amo, jamás me cansaré de decirlo.
Con ternura cargó al pelinegro en sus brazos y lo llevó a la habitación, donde lo llenó de caricias y se fundieron en una sola esencia, para ser… uno.
&
Al despertar de un ligero sueño después de haber hecho el amor, Bill se encontró con el hermoso rostro de su gemelo, viéndole con calma y serenidad.
—Te amo pequeño —susurró, besando suavemente sus labios.
—Tomi… tengo una idea —dijo igual de bajito—, es algo arriesgada, pero…
—Cuéntame.
—“La máquina” nos encontrará tarde o temprano, pero si abandonamos la nave, nos salvaremos —Bill contuvo el aliento y al ver que Tom no decía nada, prosiguió—. Ellos sólo pueden seguir el rastro de la nave, no de sus ocupantes.
—¿Cómo dejaremos la nave Bill?, sabes que no puedo respirar fuera de ella —Asumió el de rastas con total tranquilidad, pensando que el estrés estaba pasándole la cuenta a su amado pelinegro.
—Ya te lo dije Tomi… tengo un plan.
—¿No quieres simplemente esperar y disfrutar nuestros últimos días juntos? —preguntó sin perder la calma.
—No quiero rendirme Tomi, menos si se trata de ti. Quiero luchar hasta el final. Quiero salvarte, porque… porque te amo demasiado —Se defendió el alien y se sentó en la cama, dándole la espalda al humano.
—Está bien cielo. Lo haremos. Lo que sea que estás pensando… lo haremos. Lucharemos —susurró en el oído del otro al sentarse a su lado.
—Gracias Tomi —Sonrió el moreno.
—Te amo.
—Y yo a ti.
&
Los días pasaron rápidamente para Tom, ayudando en todo lo que podía a su adorado alien, pero aún sin entender por completo su plan. Lo único que comprendía era que había alterado el rumbo propuesto por Georg la primera vez y ahora iban en dirección a Marte.
—Espero que alcancemos a lograrlo —susurró Bill un día antes de dormirse en los brazos de su amado.
—Lo lograremos, te lo aseguro —murmuró el de rastas en su oído, cayendo en un profundo sueño.
Ambos cuerpos entrelazados, amoldados perfectamente el uno contra el otro, despedían una energía especial que los rodeaba y los envolvía, el humano no podría ni siquiera imaginarse lo que ocurría, pero todo era parte del plan de Bill y al parecer, estaba dando resultado.
&
Al noveno día del aviso de peligro de los G’s, los sensores de alerta de la nave se activaron. Luces rojas en toda la cabina anunciaban la inminente colisión con la enorme nave que venía directamente a su encuentro.
—¡Bill! —gritó Tom entrando al lugar, asustado por tanto ruido.
—Nave desconocida en posición de ataque —habló la voz autómata del tablero de control.
—Han llegado Tom, nos encontraron —dijo señalando el tablero a la enorme marca que simbolizaba la nave de la raza del pelinegro.
—Es hora —dijo y respirando lo más calmadamente posible, tomó la mano de su gemelo.
—Ven Tom —El alien, lo guió hasta el cuarto y lo recostó allí.
—Te amo Bill —Fue lo único que dijo el de rastas, sin entender qué haría ahora.
Se supone que dejarían la nave, lo cual era la muerte instantánea para él como humano, sin embargo, si Bill deseaba eso a recibir una ejecución de parte de los de su raza, él aceptaría.
—¿Estás listo? —preguntó el pelinegro cerca de sus labios.
—Siempre, si estás a mi lado —Fue la sencilla respuesta.
—Seremos polvo de estrellas Tomi.
—Lo sé.
En cosa de segundos, Bill se convirtió en su ser cósmico, energía pura y brillante. Admirado por su gemelo, quien cerró los ojos y se concentró, como habían ensayado en las noches previas. Pensó en Bill, en sus hermosos ojos avellana, en sus delicados labios, en su piel suave y tersa, en lo brillante y hermosos de su otra forma y en lo mucho que le gustaría fundirse con él en esa forma intergaláctica.
Y sin sentir ningún tipo de cambio, su propio cuerpo comenzó a vibrar en una frecuencia diferente, desprendiendo energía hacia el exterior, la cual era recibida y contenida por el cuerpo etéreo del pelinegro, hasta que con un poco de ayuda de Bill, Tom también era una masa brillante y vibrante de luz.
«Lo hemos logrado» Dijo mentalmente el pelinegro a su gemelo.
« ¿Qué cosa?» Él aún no estaba consciente de lo que ocurría.
«Has cambiado amor mío. Ahora eres como yo… has… evolucionado» Comentó el alien, sonriente.
«Debemos irnos Bill» Le apremió el humano, al escuchar que había más ruido en la cabina, seguramente la otra nave estaría muy próxima a ellos y esta no era la ocasión de asombrarse de este nuevo cambio.
«Vamos…»
A pesar de sus planes, Bill no estaba seguro de si esto funcionaría o no, más bien confiaba en el “destino” del que tanto se hablaba en la Tierra, y pensaba que un amor tan grande como el de ellos, no podría acabarse por causas externas.
Aferrándose a la energía cósmica que emitía el rastudo, Bill lo guió hasta fuera de la nave, rogando por lo mejor.
&
Como cada día desde que llegaron a la Tierra, los G’s estaban frente al televisor de su casa mirando las noticias de CNN científico, en busca de alguna señal que les indicara algo sobre sus amigos.
—Hemos confirmado los rumores que circulan en la red, sobre una enorme explosión bastante cerca de nuestro planeta —habló la comentarista—. Al parecer se trata del choque de un fragmento de un meteorito con uno de nuestros satélites.
—¿Escuchaste Geo? —preguntó el rubio, subiéndole el volumen al aparato.
—Sí.
—La explosión se descubrió hace aproximadamente cinco horas —Continuó la mujer—. Fue muy cerca de nuestro vecino planeta, Marte.
—¿Serán ellos? —preguntó el castaño un poco choqueado.
—Lo confirmaré —Se apresuró el rubio en busca de su laptop.
—Espera, ¿qué harás? —preguntó Geo un poco preocupado.
—Intervendré los registros akásicos —Anunció con total seguridad.
—¡No Gus! —Se puso de pie y le cerró el laptop de golpe—. Nos pueden descubrir a nosotros también.
—No lo harán.
—Gus… no seas así.
—Debo estar seguro —Bajó la mirada, sintiendo como el nudo en su garganta no lo dejaba respirar—. Sólo…, déjame… necesito estar seguro.
—Bien —respondió el castaño, al ver que su amigo estaba mucho más sensible ahora que habitaban este planeta.
Tras teclear infinitamente rápido, el rubio suspiró y cerró su portátil. Miró a su amigo y dijo.
—Los descubrieron, “la máquina” hizo el reporte y procedió a disparar —relató Gus.
—Pero ¿qué hacían en Marte? —preguntó el castaño aún sorprendido por la noticia.
—Lo mismo me pregunto —Meditó el rubio—. Vamos con Simone.
—¿Le contarás?
—No, pero necesito saber, no… necesito sentir a Bill cerca.
—Hablas de los bebés.
—Sí. Vamos con ella.
&
Tras la larga carrera en el taxi, los G’s llegaron a la hermosa casa de Simone y la hallaron en el umbral, sentada sonriente.
—Hola Simone —Le saludaron cordiales.
—Hola mis niños —respondió ella con una cálida sonrisa.
—¿Cómo te has sentido hoy? —preguntó el rubio, acariciando su plano vientre por sobre el delantal que ella siempre usaba.
—Muy feliz, hoy en especial —dijo ella—, ¿hay algo que deban decirme?
—No —Se apresuró el castaño.
—Nada malo —Le aseguró el rubio.
—Que bueno —Ella suspiró—. Hoy he pensado mucho en Tom y en Bill, casi les podría decir que me hablaron —dijo ella sonrojándose, ante lo loco que aquello sonaba.
—¿Ah sí? —Indagó el rubio—. ¿Y qué te contaron?
—No lo sé, no fueron palabras, sólo sentimientos —Aclaró ella.
—¿Qué sentiste? —Insistió el castaño.
—Bienestar… —susurró ella, acariciando su estómago.
—Mmm
—Gus… ¿qué quiere decir “polvo de estrellas”? —preguntó ella de pronto. Los G’s se tensaron.
—Es algo bueno —comentó el castaño, sin saber realmente qué decir.
—Es volver a ser uno con el universo Simone, es volver a la madre de todo —respondió el rubio, ajustándose las gafas, sin duda Simone era espectacular, aún a cientos de años luz pudo despedirse de sus hijos.
—Ellos han vuelto a casa —dijo y sonrió a su barriga—. Ahora sé que están bien.
Continuará…
Bueno, ya dije yo que tendría un final inesperado, pero queda el epílogo. Me encantó como Simone aceptó el concepto de polvo de estrellas, y ustedes ¿qué opinan?, ¿murieron?, ¿son polvo de estrellas? O por alguna especie de milagro de la autora están vivos por ahí, en alguna estrella o galaxia lejana.