«Reverse I» Fic de Alter Saber
Capítulo 24: Confirmación
«La sospecha es el indicio de una verdad que no puede ser revelada»
Era la quinta vez que suspiraba mientras observaba esos resultados que aún no me atrevía a ver; no importaba lo mucho que demorara el proceso, algo muy dentro de mí, me decía que aun sin ver los exámenes; la respuesta iba a ser exactamente la misma.
Sin más preámbulos, destape el sobre y procedí a leer:
– Tipo de Sangre: A+
– Compatibilidad: 99,9%
– Parentesco: Consanguinidad
Bien, esto lo confirmaba; era más que cierto que Bill era hijo de Jörg, por lo tanto, es hermano de Tom; lo único que queda por aseverar es sí Clarise es la verdadera madre de Tom; y de no serlo, entonces, la mamá de Bill sería la candidata idónea; necesito ver una foto, eso es suficiente para patentar mi teoría.
Porque si en verdad son gemelos, muchas cosas cobrarían sentido; como aquella vez en la que Tom me dijo que «Algo» le decía que Bill se encontraba en el Bosque, o esa forma tan posesiva de tratarlo, esa conexión que los une trasciende lo fraternal, sobre todo cuando ninguno de los dos sabe a ciencia cierta los lazos de consanguinidad que comparten.
Y si lo observo desde otro punto de vista, ambos son un complemento; Tom es la parte agresiva – dominante y Bill es el lado débil – vulnerable; justo como esa teoría que especifica que los gemelos se reparten hasta las conductas o formas de comportamiento.
De cierta manera, me encontraba entusiasmado por el caso que tenía frente a mis narices, es decir, no todos los días se encuentra un par de gemelos semi – idénticos; lo único que jodía por completo la situación, era que estos dos estaban enamorados.
El lazo que une a los gemelos se desarrolla desde los primeros días de gestación; motivo por el cual, su afecto o cariño es dedicado a esa otra parte con la que experimentan por primera vez el tacto; durante 9 meses, lo que sus sentidos pueden percibir es que hay «Alguien» más quien los acompaña dentro del vientre, haciéndoles creer que nunca estarán solos, porque desde que fueron concebidos, han permanecido uno al lado del otro.
Podríamos decir que el «amor» o las emociones románticas son casi que un proceso natural en los gemelos dado a la convivencia tan íntima que han tenido desde que se formaron; pero, quienes se encargan de evitar que esos sentimientos se desarrollen; son los padres o los dogmas de la Sociedad; los cuales aborrecen el incesto.
Sin embargo, cuando estos individuos son separados y desconocen la existencia de su otra mitad; el reencuentro puede aflorar esas emociones con facilidad, pues desde el primer contacto, identifican que la otra persona es especial; se sienten ligados a ella; de allí que Tom y Bill hayan terminado de esa manera; no los culpo en absoluto, a nivel científico, su reacción es natural, nada del otro mundo; pero, a una escala religiosa y moral, lo que ellos tienen es un pecado mortal.
En estos instantes, me preocupa el estado mental de Bill, es decir, está cargando con una responsabilidad enorme; no sólo debe fingir que nada sucede, sino que la culpabilidad de conocer una verdad a medias y caer en la tentación de ceder ante esos deseos de estar con su hermano; puede provocarle una depresión severa; además, si considero la personalidad vulnerable de él, la situación empeora aún más.
Mientras divagaba entre las posibles opciones de salir sin efectos catastróficos de este escenario; mi celular empezó a sonar.
– ¿Bueno?
– Andy, soy Tom.
Mierda, mierda, mierda.
¿Será que Bill no lo aguanto más y le contó la verdad?
– Ah, sí. ¿Cómo estás?
– Bien, oye, necesito un favor.
– Dime.
– Quiero que vayas a mi casa y esperes a que llegue.
– Ok, espera, ¿Qué paso?
– Bill se desmayó y necesito que lo revises, voy de camino, nos vemos ahora Andy, voy manejando, Bye.
Al parecer, las cosas van a ir de mal en peor…
Sin más remedio, decidí llevar mi equipo médico y dirigirme hasta la casa de Tom para revisar a la palomita inocente…
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Bill estaba muy pálido; trataba de manejar con prudencia, pero, me preocupaba mucho la temperatura tan fría de su cuerpo y el color morado de sus labios…
Parecía un muerto…
Tom, cálmate, Bill está bien.
Andy lo revisara y todo saldrá bien.
Llegamos a casa, aparqué el auto y cargué a Bill en brazos; en la entrada me esperaban Sam y Andreas.
– ¿Joven Tom? ¿Qué sucedió?
– Sam, en otro momento ¿Si? Andy, vamos.
– Si, si, si, llévalo a su cuarto.
Subimos las escaleras a paso apresurado, entramos a su habitación y lo coloque en la cama; Andy procedió a hacer la revisión; y yo, me sentía impotente por no poder hacer nada que no fuera esperar; hasta que Andreas dijo:
– Pues Tom, yo lo veo bien; no encuentro señales de alguna eventualidad que pueda considerarse grave.
– ¿Entonces? ¿Por qué se desmayó?
– Bueno, no lo sé; le dije a Bill que debía reposar y no hacer ningún tipo de esfuerzo brusco porque aún se encontraba débil; sufrió un episodio de anemia por la extracción de la sangre.
¿Se puede considerar el sexo como un esfuerzo brusco?
Bueno, si fue como la sesión que tuvimos, no era brusco sino bestial.
Maldición, se me paso ese pequeñísimo detalle; de saberlo, ni siquiera lo habría atado o algo así…
– ¿En qué piensas Tom? No me digas que ustedes…
– Emmm, en mi defensa puedo decir que Bill me provoco.
– Por Dios Santo, ¿No piensas con otra cosa que no sea tu amiguito?
– Amigote Andy, A-M-I-G-O-T-E. No uses diminutivos para referirte a mi herramienta, por favor.
– Mira Tom, tienes que prometerme algo.
– ¿Qué?
– Vas a abstenerte de tener sexo con Bill.
– Jajaja, si como no, ¿Por qué haría algo tan estúpido como eso?
– Porque si lo fuerzas va a tener una recaída que lo puede llevar a permanecer semanas en una camilla del hospital.
Ok, eso sí me llamo la atención; ¿Tan grave era la condición de Bill? Es decir, ¿Así de débil se encontraba?
– Oye, ¿No crees que exageras?
– No idiota primate con cerebro subdesarrollado, no estoy exagerando. Revise la historia clínica de Bill para asegurarme de que no tenía alergia a algún medicamento y me di cuenta que sus defensas están por los suelos; por eso, algo tan simple como la extracción de sangre, le supone un esfuerzo enorme.
– Ummm.
– Por eso, necesito que se recupere bien; que mejore su alimentación y empiece a tomar vitaminas para fortalecer su Sistema Inmunológico.
– Ummm.
– ¿Podrías dejar de responder así?
– Ummm.
– ¡TOM!
– Jajaja, ya, ya, Cálmate rubio. Está bien, lo prometo. No quiero que Bill se enferme por mi culpa.
– Eso espero, porque si no lo haces y Bill termina en el Hospital; voy a destrozarte.
– Espera un minuto, ¿Por qué te exaltas tanto, ah? ¿Qué pasa? ¿Te preocupa mucho Bill?
– Si.
– ¿Ah, sí?
– Pues sí, es tu pareja ¿No? ¿Cómo podría no importarme?
– Ten mucho cuidado Andreas; porque si descubro una ínfima intención tuya de acercarte a Bill que no sea en un tono amistoso; te mato.
– Ya lo sé, esta es la 84756092384 vez que me lo dices; lo tengo claro, deja esos celos tan enfermizos.
– Jum.
– Por cierto, ¿Cuándo hablaras con Jake y Rick al respecto?
– Mejor, hablemos a fuera; no quiero que Bill se despierte.
– Ok.
Salimos de la habitación, cerré con cuidado la puerta y fuimos hasta uno de los Halls de la tercera planta para continuar con la conversación:
– Pues Andy, la verdad es que ya se lo dije a Rick.
– ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué?
– ¿Te calmas?
– Ah, sí. Lo siento, continua.
– Mientras tú ibas a revisar a Bill; Rick se acercó y empezó a bombardearme con preguntas.
– ¿Cómo cuáles?
– Cosas sin sentido; que porque no les había contado, que si Bill era importante para mí, que parecía homosexual a su lado…
– Espero, ¿Te dijo homosexual y no te lo cargaste?
– Lo sé, soy un ser compasivo.
– ¿Estabas drogado o qué?
– ¡Andreas!
– Jajaja, si, si, tuviste auto-control y entonces, ¿Qué sucedió?
– Pues explote; le dije que Bill iba primero y que no iba a tolerar que nadie lo hiciera sentir mal porque él era importante para mí.
– Oh, y ¿Qué dijo?
– Nada, sólo se fue.
– ¿Se fue?
– Si, dijo que iba a ver porque demorabas tanto.
– ¿CÓMO?
– Andy, no grites. Pues eso dijo, ¿Por qué? ¿No te viste con él?
– No…
– Ummm, que raro; pero ¿Sabes? Cuando Rick regreso, se veía muy mal, como si le hubiesen contado algo terrible; estaba pálido y muy nervioso.
– Ay Dios…
– ¿Qué pasa?
– Nos atraparon.
– ¿A quiénes? ¿De qué hablas Andy?
– De nada, no me prestes atención.
– Ummm.
– Cómo sea, tengo que irme.
– ¿Ya? Pero, si no hemos terminado de hablar…
– Recordé que debo hacer algo.
– Oh, ya veo.
– Si.
– Pero antes de que te vayas, quiero mostrarte algo.
– ¿Es marihuana? Yo no le voy a eso.
– A ver pedazo de animal, ¿Te comportas?
– Jajaja, está bien; ¿Qué quieres mostrarme?
– Quiero que veas una foto y me digas que opinas de la mujer que aparece allí.
– Emmm ok.
– Espérame aquí.
Fui hasta la habitación de Bill; entre con cuidado y me acerqué a él; busque en su pantalón y di con el móvil; la razón por la que quería que Andy la viera, es porque su percepción es increíble; casi nunca se equivoca y de pronto, el me dé una explicación razonable al parecido que tengo con ella…
Salí del cuarto y me dirigí hasta el Hall; una vez allí, le pase el móvil a Andy y espere por su respuesta; pero, él no se movía, se encontraba estático, observaba con mucho detenimiento la foto y me preocupe:
– Andy, ¿Todo bien?
– Tom, ¿Ella es la mamá de Bill?
– Si, ¿Por qué lo dices?
– Se parecen muchísimo.
– Sí, pero, ¿Puedo decirte algo súper loco?
– ¿Piensas que te pareces a ella?
Su interrogante me sorprendió; Andy tenía un sentido muy agudo para este tipo de cosas, pero, esta vez logro sacudirme un poco; pude sentir como un escalofrió recorría todo mi cuerpo; ¿Acaso era eso posible?
¿Cómo podía parecerme a una mujer que nunca en la vida había visto?
Ni siquiera somos familia como para tener rasgos semejantes.
Esto está tomando un rumbo muy desconcertante…
– Sí, eso es justo lo que opino.
– ¿Por qué piensas eso?
– Bueno, cuando vi su foto, algo en ella se me hacía familiar, como si la conociera de antes; pero, verla allí al lado de Bill, me provoco una paz tremenda, estuve a punto de llorar por lo conmovido que me encontraba.
– Ummm.
– ¿Por qué Andy?
– Pues no lo sé, no tengo explicación lógica a esto; es raro, de hecho, si la veo con mucho detenimiento, me puedo dar cuenta que si hay rasgos que comparten…
– Si, muy extraño. Le preguntaré a Bill por eso, cuando despierte.
– ¡NO! No lo hagas.
– ¿Qué? ¿Por qué no?
– Ammm pues, porque él debe descansar, y quizás eso lo altere un poco, uno nunca sabe.
– Está bien, si tú lo dices.
– Si, hazme caso.
– Ok.
– Bueno, ya que hice lo que querías, me voy.
– Bien, gracias por todo Andy y cuídate.
– Sí, claro y espero que un carro me pase por encima.
– Jajaja, déjate de bobadas.
– Prefiero eso.
– Ay ya, el drama no te va Andy.
– Ummm, bien, como sea, me voy. Saludos a Bill.
– ¿Por qué debería decirle eso?
– Dios, entonces no lo hagas, puto maníaco.
– Jajaja, no lo haré.
– Bien.
Andy salió del Hall, bajo las escaleras y se fue de inmediato; parecía un poco apresurado; lo extraño, es que Andy no es una persona descuidada, de hecho, tiene control de todo; algo lo estaba distrayendo, eso era seguro…
¿Podría ser una chica?
Nah, ya me lo habría dicho…
En fin, se lo preguntare después.
Procedí a tomar una ducha, me coloque una ropa más cómoda y fui hasta el cuarto de Bill; me acerque a la cama y con sumo cuidado, le quite la ropa para que pudiera descansar mejor; besé sus labios con suavidad y me acomode a su lado…
Mañana seria otro día más al lado de mi ángel personal.
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No había nada más que probar; mi teoría era más que coherente, sabía que una foto me bastaría para saberlo…
¡Dios Santo! Esos dos son la viva imagen de su madre…
Con ese detalle, era más que lógico hablar de gemelos semi – idénticos; compartían el 100% de los genes de su madre y sólo el 50% de su padre; Tom heredo el grupo sanguíneo de su mamá y Bill el de Jörg; no había marcha atrás; esa era la realidad.
Ahora bien, ¿Cómo demonios voy a explicarles eso?
Me atemoriza de sobre manera la reacción de Tom; él va a considerar esto una traición y me odiara más por involucrar a Bill; sin embargo, lo que me aterra en verdad, es la manera en la que va a tratar a su pequeño luego de revelarle los hechos…
¿Y si abandonaba a Bill?
¿Y si lo echaba de su casa?
Dios, Dios, Dios, ¿Qué demonios voy a hacer?
Esto es mucho material para manejarlo por mí mismo; y aun cuando es sumamente delicado, prefiero mil veces, ser el único conocedor de la situación; pero, por lo que Tom había dicho, ya éramos dos.
Tenía que llamar a Rick; debía hablar con él y saber que tanto había escuchado de la conversación…
Marque su número y espere a que contestara…
– ¿Andy? ¿Paso algo? Son las 11:30 pm.
– Si Rick, lamento molestarte, pero, necesito que hablemos.
– ¿Te refieres a lo de Bill?
Ya valí madres…
Rick lo sabía; y no había forma de contradecirlo; ahora la cuestión, era que no fuera a revelar esa información…
– Ummm, ¿Podemos discutirlo?
– Si, veámonos en «Clares»; salgo ya mismo para allá.
– Ok, te veo allá.
– Bien.
Esto podría resultar de dos formas:
1. Rick asimila la situación igual que yo y me ayuda a buscar una solución.
2. Rick sucumbe a sus sentimientos y se aprovecha del caos para acercarse a Tom.
Y de momento, la segunda opción era la más probable; quizás Rick piensa que yo aún no me he dado cuenta de su tendencia sexual; pero, me bastaron minutos a su lado, para determinar que era homosexual y que tiene un amor no correspondido, que es Tom.
Por ende, digamos que el contexto actual era muy favorable para Rick; sí Tom se enteraba de esto, creería que tanto Bill como yo lo engañamos; no confiara en nadie, pero, reconocerá que el único que le fue leal hasta el final fue Rick; motivo por el cual, acudirá a él y de allí podría salir un resultado excepcional.
Llegue a «Clares»; estacione el auto, entre y me dirigí a una mesa escondida que quedaba justo en un rincón que daba la privacidad que necesitábamos; me senté, pedí dos cervezas y espere por Rick; el cual no tardó mucho en llegar.
Alce mi mano para indicarle mi posición y él se encamino de inmediato:
– Hey Rick, ¿Cómo vas?
– Andreas, al grano; no estoy para rodeos estúpidos.
– Uyyy, ya, cálmate. Bien, antes que nada, quiero saber tu opinión y posición al respecto.
– ¿Opinión? ¿Posición? ¿Acaso hay algo que rescatar de eso? ¿No pensaría todo el mundo lo mismo? Es una aberración, Andreas.
– ¿Qué cosa?
– No te hagas el idiota conmigo; Tom me dejo muy claro que tiene sentimientos románticos hacia Bill y si Jörg es el padre de ambos, pues lo que sea que tengan se llama: Incesto.
– ¿Tom te dijo algo?
– Pues no textualmente, pero, no soy imbécil. Me basto verlos juntos para saber que se desviven el uno por el otro.
– Aja, y dime, Rick, ¿Sentiste celos?
– ¿QUÉ? Por supuesto que no, más bien repulsión.
– ¿Repulsión? Ah, ya veo. O sea, ¿Eso te pareció asqueroso?
– Si.
– ¿Y no te parece que lo que tú has hecho durante más de 9 años se podría tachar de repugnante?
– ¿Disculpa?
– Justo eso Rick; si tú no eres idiota, yo soy el dios de la revelación; desde que te conocí supe que eras gay y que el dueño de tus fantasías sexuales es Tom y no ganas nada con negarlo; sé que es así.
Rick enmudeció; se puso muy rojo, ya lo sabía; mi comentario lo había sacado de sus casillas…
– ¿Y qué piensas hacer? ¿Chantajearme?
– No, por supuesto que no. Tú decides que hacer, pero, equilibra todo en la balanza.
– ¿Equilibrar?
– Sí, no pienses sólo en los beneficios que tú tendrás si Tom se entera.
– ¡Ja! ¿Cuáles beneficios?
– Rick me estas empezando a impacientar; yo sé que lo primero que sentiste cuando te enteraste de la situación fue: Alivio; dijiste, «Si son hermanos, no pueden estar juntos»¸ o ¿Me equivoco?
– Ummm.
– ¿Ves? De nada te sirve mentirme; si ya sabes la verdad, yo no puedo hacer nada para contradecirlo, esos son los hechos; pero, sí quiero que pienses bien en el paso que estas por dar. Mira, Bill es todo para Tom; ni siquiera Bella logró atravesar todas las murallas de él; ese chico robó toda su atención y ¿Sabes? A mí no me afecta eso, es más, me siento feliz por ello.
– ¿Feliz de que? ¿De qué nos haga a un lado por un desconocido?
– Feliz porque el encontró su tranquilidad; Tom volvió a tener un poco de humanidad, esa sensibilidad de la que tú y yo fuimos testigos; él nos salvó a ambos y ese sentido de justicia, esas ganas de vivir, ese brillo característico en él, regreso y todo, se lo debemos a Bill; para mí, eso es suficiente.
– Espera Andy, ¿Tú estás de acuerdo con esto?
– Si.
– Pero, ¿Has perdido la cabeza?
– Quizás, o solo, lo veo desde una perspectiva distinta a la tuya.
– Aquí no hay puntos de vista; el hecho es uno solo; lo que ellos hacen es pecado.
– ¿Por qué es pecado? ¿Por qué la religión así lo cree? ¿Por qué la sociedad lo considera anti-natural? O ¿Por qué tú lo quieres ver así?
– Andreas, sabes que eso no está bien.
– Por eso te digo, tenemos diferentes perspectivas. Rick, ellos no tienen la culpa de haberse enamorado; no saben que son hermanos y la conexión que comparten, los hizo sentirse completos.
– Bill si lo sabe.
Bien Andreas, prepárate para dar el Show de tu vida, porque debes sacar a Bill en limpio, si no quieres que Rick suelte la sopa…
– Eso no es verdad, es decir, no del todo. Yo le dije a Bill que no era cierto y el cree que es así.
– ¿Por qué lo negaste?
– Porque necesitaba corroborarlo; tenía que practicar unos nuevos exámenes para cerciorarme de eso y luego de estar 100% seguro, se los diría.
– ¿Y? ¿Ya lo comprobaste?
– Si.
– Los resultados…
– No cambiaron; Jörg es el padre de Bill.
– Ummm, ¿Qué esperas que haga Andy?
– Nada, no te voy a pedir que me apoyes; pero, no creo que te corresponda decirle eso; Yo pienso que el infarto de Jörg está relacionado de algún modo con esto.
– ¿Cómo?
– Piénsalo; Jörg goza de buena salud, entonces, ¿Cómo pudo de un momento a otro tener un paro cardíaco? Sólo algo sumamente delicado pudo haberle ocasionado esa reacción.
– Aja.
– Entonces, yo creo que Jörg debe informarles.
– ¿Piensas hablar con él?
– Si, necesito que él me lo confirme.
– ¿Crees que Tom va a perdonar que no se lo dijeras?
– Estoy dispuesto a asumir las consecuencias de ello, si con eso, Tom puede ser feliz por un tiempo; lo haré.
Esa era la verdad; había gastado mucho tiempo analizando y pensando la mejor opción para que los implicados no resultaran afectados, y por más que lo estudie a fondo; no obtuve respuesta.
Entonces decidí, que si ellos se separaban, al menos les conseguiría algo más de tiempo para que compartieran juntos…
Tenía que aplazar esa catástrofe todo lo que pudiera; de hecho, había pensado en sugerirle a Tom que hiciera un viaje con Bill; para que así, disfrutaran de su compañía, sin críticas, ni juicios; sólo ellos dos.
Aun cuando eso representaba la posibilidad de perder la amistad de Tom; yo, era consciente que ni en mil años, podría darle lo que Bill le había ofrecido.
Así de adimensional era mi cariño por ese estúpido rastafari.
Valoraba su amistad al punto de perderla por su felicidad.
Él lo valía, al menos para mí.
– Bien Andreas, no diré nada. Pero, quiero saber todo lo que hables con Jörg; necesito estar enterado.
– Gracias Rick, y cuenta con eso. Por cierto, ¿Le dijiste algo a Jake?
– No, para nada.
– Y que se mantenga así.
– Claro.
– Bien, entonces, nos vemos luego.
– Si, hasta pronto.
Bueno, por lo menos había controlado la contingencia; si Rick no decía nada, al menos tendría tiempo para hablar con Jörg y juntos decidir qué hacer; mientras tanto, Tom disfrutaría con Bill y luego; pues nada, enfrentar lo que se venga.
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Dormía plácidamente junto a mi pequeño y sentí como algo se removió con fuerza en la cama; abrí mis ojos y me di cuenta de que Bill se había despertado un tanto alterado, quizás no recordaba nada de lo sucedido…
– Pequeño… ¿Estás bien? ¿Te sientes mareado o algo?
– ¿Q-q-qué paso?
– Te desmayaste en el barco; entonces, te saqué de allí, te traje hasta aquí y Andy vino a revisarte.
– ¿A-andy? Y ¿Te dijo algo? Es decir, ¿Qué dijo?
– Qué tu aun estabas débil por la extracción de sangre y que tus defensas estaban por los suelos; por eso, me dijo que debías reposar y me hizo jurarle algo.
– ¿Qué cosa?
– Que por nada del mundo tuviera sexo contigo.
– ¿Por qué no?
– Porque necesitas recuperarte y todo lo que te supone un esfuerzo, pues, impide que mejores pronto.
– ¿Y vas a hacerlo?
La verdad era que no me entusiasmaba mucho la idea, pero, no quería causarle problemas de salud a Bill y menos con lo que Andy me había comentado.
– Claro que sí, aunque deba entrar en un acto de abstinencia; lo haré.
– ¿Seguro podrás?
– Tú salud esta primero que mi frustración sexual.
– Jajaja, ya veo.
– ¿Bill?
– Ummm.
– ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer o beber algo?
– ¿Qué horas son?
– Ammm, como las 2 am.
– Nah, mejor, esperemos unas horas.
– ¿Seguro?
– Si.
– Pequeño…
– Dime.
– Quiero que de ahora en adelante me digas: «Amor» o «Cielo»
Era la petición más ridícula que le había hecho a alguien; me daba igual como me llamaran las chicas, siempre y cuando, disfrutara del sexo con ellas; no me importaba nada; pero, añoraba que Bill me tratara de una forma diferente, deseaba que esas palabras salieran de su boca en todo momento, para así, recordarle y recordarme lo real que era esto.
– Tom, ¿Tú estás bien?
– ¿Qué? Si, si, ¿Por qué lo dices?
– No es propio de ti pedir ese tipo de cosas…
– Ah, eso. Ummm…
– ¿Qué pasa?
– Es que, pues…si eres mi novio es normal que me trates de una forma más afectuosa ¿No?
La reacción de Bill me desconcertaba un poco; ¿Por qué se extrañaba tanto por ello? ¿Acaso no era más que claro que él no se comparaba a nadie?
– ¿Estás seguro que no te golpeaste la cabeza?
– Jajaja, no seas tonto; te lo digo en serio Bill.
– ¿Eres Tom, verdad?
– Muérete.
Enfurecí, pero, ¿Qué demonios? ¿Tan anormal era mi petición? Le había dicho a Bill en repetidas ocasiones que él era diferente, es decir, me valió madres tener sexo con un hombre, o sea, si eso no es muestra suficiente, entonces, no sé qué tengo que hacer…
– Oye, pero, tienes que entenderme, es casi imposible que te comportes de esa manera; tú no eres así.
– ¿Disculpa? No soy así con los demás, pero, se supone que tú tienes muy claro que eres la excepción a eso.
– Pero…
– ¿Qué pasa? ¿Hay algún problema si quiero que seas meloso conmigo o qué?
– No…no, no hay problema.
– ¿Entonces Bill?
– Nada, es sólo que me tomas por sorpresa.
– Pues acostúmbrate, porque mis demandas, irán en ascenso.
– Está bien, amor.
¡ERROR! ¡ALERTA! ¡PELIGRO!
No, no lo iba a soportar…
Mi cuerpo entero se estremeció; me puse nervioso de inmediato, mi pulso de acelero y mi mente se nublo; sentía como una burbuja llena de euforia explotaba en todo mi ser.
Sí el me llamaba así, yo no lo iba a aguantar…
Era demasiada felicidad como para contenerla…
Sentí vergüenza de esa muestra de afecto tan pequeña.
– Mejor no lo hagas.
– ¿El qué?
– Llamarme de una forma tan afectuosa…
– Pero, ¿Quién te entiende? ¿Por qué lo dices?
– No lo soportaré…
– ¿No?
– No, siento que me voy a morir aquí mismo por lo feliz que estoy; así que, por mi salud emocional, no lo hagas.
Bill se giró y sus ojos se encontraron con los míos; fui testigo de cómo su boca se acercaba a mí; el beso era delicado y suave; sus manos contorneaban mi torso desnudo; esos roces tan sutiles me estaban colocando los vellos de punta…
– No.
– ¿No?
– Paremos aquí ¿Si?
– Definitivamente, Tú no eres Tom.
– Bill, prometí que no te haría nada; no quiero que tú salud empeore, me sentiré como un miserable, si tú te enfermas.
– Está bien, entonces, mejor, descansemos un rato ¿Si?
– Si.
Y antes de que nos diéramos cuenta; dormíamos abrazados como si no existiera nadie más en el mundo…
Sentí como unos finos dedos comenzaban a tocar mi rostro; abrí mis ojos y lo vi a mi lado; sonreí, era un amanecer idóneo.
– Buenos días, mi pequeño.
– Buenos días, mi cielo.
Ok, eso no me lo esperaba.
La sorpresa fue tanta que perdí el equilibro y me caí de la cama…
Mierda, Bill había encontrado una debilidad que estaba seguro que utilizaría cada vez que pudiera.
– Au.
– ¿Estás bien?
– Te dije que no me llamaras así, me pone mal ¿Sabes?
– Ok, ok, no lo haré.
– ¿Lo prometes?
– Emmm sí.
– Eso no sonó muy convincente.
– Ya, ya, lo prometo.
– Ok.
Sabía que no cumpliría esa promesa; su mirada me lo advertía, pero, al menos, tendría un argumento que refutarle. Nos levantamos, procedimos a alistarnos para ir a la Universidad; de hecho, solo hasta la tarde sabríamos algo de papá; por eso, no perderíamos clases.
Salimos de nuestras habitaciones, bajamos las escaleras y nos acercamos hasta el comedor, donde nos esperaba Sam.
– Buenos días Joven Tom, Joven Bill.
– Hola Sammy.
– Hola Sam.
– El desayuno para el día de hoy es milanesa de pollo, acompañado de una ensalada verde, junto a una porción de frutos rojos, jugo de naranja y té.
– Bien Sammy, sírvenos de todo a ambos.
– ¿Qué? No, no, Sam, por favor, a mi dame solo la fruta.
– Bill, no es una pregunta, es una orden y te lo vas a comer todo.
– Pero, ¿Dónde quieres que me meta esa comida?
– En el estómago, genio. Sammy, trae lo que te dije.
– Como ordene, Joven Tom.
Bill tenía que mejorar su alimentación; Andy me lo había dicho, por eso, estaría pendiente de él. Sonreí victorioso, él sabía que no podía contrariarme…
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El ruido de la alarma me despertó, me levanté un poco cansado; anoche fue un poco estresante, llegué a casa a eso de las 12:30 am; me sentía agotadísimo; tomé mi celular de la mesa y vi que tenía un mensaje…
Era Rick.
– Andy lo siento, pero, luego de pensarlo, creo que es mejor que Tom lo sepa. Iré a las 8 am a su casa y terminare con esto de una vez.
Mire mi reloj:
– 7:28 am
MIERDA, MIERDA, MIERDA.
Salté de la cama, corrí al baño y me aliste a una velocidad supersónica. Tomé mi celular, las llaves del auto y Salí de mi casa volando…
– Maldición Rick, ¿Por qué me haces esto?
¿Cómo demonios voy a manejar esto?
Dios Santo, que le caiga un rayo al auto de Rick (Pero que no lo mate) y evita que llegue a esa casa.
Por favor, por favor, por favor…
De lo contrario, no sé qué pueda suceder.
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Esperábamos a Sam, y de repente, escuche unos ruidos provenientes de la entrada…
– ¡TOM! ¡TOOOOM! ¿DÓNDE ESTÁS? NECESITO QUE HABLEMOS AHORA.
– Dios Rick, cállate. Vas a levantar a media familia.
– Me importa una mierda Andreas… ¡TOOOOOOOOOM!
– Rick, por favor, ya, vámonos.
– De aquí no me muevo hasta hablar con Tom…
Giré y me di cuenta que Rick venia en compañía de Andy; pero, ¿Qué hace este par de idiotas en mi casa?
Me levante de inmediato, Bill me siguió y los confronté:
– ¿Rick? ¿Andy? ¿Qué pasa? ¿Por qué los gritos?
– Oh, ahí estas; necesito que hablemos.
– ¿Ya? Por Dios, son las 8:00 am, ¿No puedes esperar?
– No Tom, esto es muy grave.
Rick se veía furioso, estaba muy enojado por algo; mientras que Andy estaba tan blanco que parecía que iba a desmayarse en cualquier momento; la situación no podía ser más extraña.
– Ok, ya me estas asustando, ¿Qué sucede?
– Quiero que sea en privado.
– ¿Qué?
– Lo que oíste.
– Pues lamento mucho informarte que si no lo dices aquí mismo, no tendrás otra oportunidad.
– Ok, tú lo pediste así. Luego no te quejes.
– Ja, suelta la sopa de una vez.
– Bill te está engañando.
¿Cómo? ¿Había escuchado bien?
¿Engañándome?
– ¿DE QUÉ PUTAS ESTAS HABLANDO?
– Mira Tom, lo que te voy a decir no es nada fácil, pero, es mejor que te enteres de una buena vez.
– Rick, por favor no lo hagas.
¿Andy le estaba suplicando a Rick? Dios, ¿El mundo se estaba enloqueciendo? Andreas sólo me pedía cosas así a mí; era muy orgulloso como para agachar la cabeza…
¡MALDICIÓN! Esto iba en serio.
– ¿A qué te refieres Rick?
– Andy y Bill te han estado ocultando algo.
Mire a Andy y luego a Bill; ambos habían adoptado la misma postura; su cabeza estaba agachada, sus manos se movían inquietas, su rostro estaba pálido y mi mente comenzó a maquinar cosas sin sentido.
¿Bill me había sido infiel?
¿Andy me había traicionado, mi mejor amigo?
Lo veía venir, la ira en su estado más puro…
– Andreas y Rick; largo ahora mismo de aquí.
– ¿Qué? Pero, aun no te he dicho nada.
– ¡QUÉ SE LARGUEN!
– Tom…
– Como no los vea fuera de esta maldita casa en los próximos 5 segundos; me los voy a cargar; sé los juro que lo voy a hacer.
– Yo…
– 5, 4, 3…
Ambos salieron corriendo del lugar; y de cierta manera, daba gracias a Dios que lo hicieran, porque de lo contrario, los habría acribillado.
Bill seguía estático, se estaba muriendo de los nervios; pero, no me importo. Lo agarré de la muñeca con una fuerza abismal y lo arrastre a la tercera planta, donde lo lleve hasta mi cuarto.
Lo que estaba a punto de suceder; iba a tener repercusiones estratosféricas, pero, en esos momentos, donde me sentía lastimado, humillado, burlado y pisoteado; no me interesaba nada que no fuera, acabar con él.
Cerré la puerta con seguro y procedí:
– Así que Andreas…
Bill no articulaba palabra, su postura era la misma; sabía que había tocado una fibra sensible en mí y que él iba a sufrir las consecuencias de ello.
– ¿No dices nada? ¿Qué pasa? ¿Andy no está para defenderte?
El seguía sin reaccionar y yo comenzaba a desesperarme; mi cordura se iba a poder y yo regresaría a ser el animal salvaje que sobrevivió a las pútridas calles de esa ciudad del infierno…
– Yo te puse un precio muy alto porque creí que eras serio al respecto; te di inmunidad, pero, al parecer no la quieres…
– ¿D-d-de qué estás hablando?
– Veras Bill, hay algo que tú no sabes y de hecho, nadie tiene conocimiento de ello; no voy a entrar en detalles, pero, digamos que hubo un tiempo en el que de verdad era la encarnación del mismísimo Lucifer.
– ¿Y-y-y? ¿E-e-eso que tiene que ver conmigo?
– Tú lo has hecho renacer el día de hoy; tienes en frente a un ser sin alma; soy un cadáver que sobrevive a base de los débiles y para tu sorpresa; hoy tú serás mi festín.
– ¿T-t-tom? Me estas asustando, por favor, no me mires así…
– Bueno, eso debiste pensarlo antes de involucrarte con mi Mejor amigo.
– ¿Qué? No Tom, es un malentendido…
– Mira Bill, ya no me importa.
– Pero…
– Vas a pagarme con creces esta ofensa.
En esos instantes, era un animal salvaje.
La bestia que hizo temblar a medio Stuttgart había regresado; y yo, no tenía forma de detenerla…
Una vez fuera, no había manera de retraerla.
Lo iba a devorar justo como lo haría un monstruo sin sentimientos…
Podía verlo retroceder, su espalda golpeo contra la pared y sus ojos se humedecían; pero, ni siquiera ese aspecto que una vez me pareció encantador, fue suficiente para contenerla.
– ¿Ya no tienes a dónde ir?
– Tom, por favor, te lo suplico.
– Oye niño, ¿Qué parte no entiendes de que no me importa una mierda lo que tengas por decir? Nada de lo que me expliques ahora, va a ser suficiente…
– ¿Q-q-que vas a hacer?
– Me voy a divertir contigo.
– No, tú dijiste que no me harías daño.
– Se lo dije al hombre que creí que me amaba; no a ti, maldito farsante.
– Tom, te equivocas.
– ¡YA CÁLLATE! POR UNA MIERDA, CÁLLATE BIIL.
Él se veía tan vulnerable; era la presa perfecta para mi bestial esencia…
Me quite la gorra, saque mi camiseta, tire mis zapatos; desabroché mi cinturón y comencé a jugar con la correa; la golpeaba una y otra vez contra la palma de mi mano…
– En Stuttgart, cuando alguien comete traición, lo paga con la muerte.
– No, por favor no.
– Pero, yo no pienso hacerlo; es más, preferirás mil veces morir que soportar el dolor que estoy por causarte.
Continúa…
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