Reverse 28

«Reverse I» Fic de Alter Saber

Capítulo 28: Resolución

«Ni la muerte será impedimento para apartarme de ti»

De momento, me sentía tranquilo por la reacción que Bill había tenido; por lo menos, él era un poco más sensato y comprensivo que Tom; me alegro tanto que me llamara «Papá»; mi pequeño, mi hijo menor, por primera vez en estos 19 años, hizo, justo lo que esperaba desde hace tanto tiempo.

Al parecer, Simone no exageraba cuando me decía, que Bill era una persona muy madura para su edad; siempre entendiendo la situación de su madre y nunca recriminándole nada; de cierta forma, su personalidad es más similar a la mía; muy tranquilo, introvertido, sabio y noble; mientras que Tom, era casi que ver a Simone en versión masculina; con ese genio descolocado, la agresividad, lo impulsivo; mejor dicho, es la viva imagen de ella.

De cierta manera, pienso que el haber tenido a Tom conmigo, fue la decisión indicada; al ser tan opuestos, nos es más sencillo adaptarnos y tratarnos; si Bill hubiese estado conmigo, las cosas habrían sido un tanto más complicadas; él, al igual que yo, no es para nada expresivo, y nuestra relación seria muy complicada.

Bueno, y si Tom hubiese vivido con Simone; supongo que se la pasarían peleando por todo; chocarían muchísimo, habría sido una odisea la crianza de ese pequeño bajo el abrigo de su madre.

Sin embargo, si las cosas fueran distintas; y nosotros viviéramos juntos; todo se habría dispuesto en un equilibrio total; Bill siendo el limitante de Tom; y yo, reteniendo a Simone; un balance tan armónico; quizás, si ellos crecían juntos, su enamoramiento no se daría y ambos tendrían un lazo fraternal muy fuerte; pero, a veces, nada sale como uno lo planea; y ya que los eventos se dieron de esta manera; no hay otra cosa más que hacerle frente.

Simone; sé que me ves desde allá; espero que no me condenes por esto, ojalá me perdones, si es que lo que está sucediendo no es del todo de tu agrado; pero, son nuestros hijos; no tenemos más opción que apoyarlos con el alma ¿Verdad?

Divagaba en mis pensamientos; cuando vi que Clarise entraba, se dirigió hasta mí y me pregunto:

– Hola Cariño, ¿Cómo te encuentras? ¿Te sientes bien?

– Oh, si Clarise; no tienes por qué preocuparte.

– Dime algo, ¿Por qué te exaltaste tanto?

– ¿De qué hablas?

– Jörg; tu gozas de una excelente salud, eres un hombre muy tranquilo, manejas muy bien el estrés y tu alimentación es balanceada; entonces, ¿Cómo es que sufriste un infarto?

Olvidaba el pequeño detalle de que mi esposa aun desconocía la situación de Simone…

Bien, esto iba a ser un tanto complicado; Clarise conoció a Simone sólo por fotos y una que otra ocasión trataron por el teléfono; aun así, mi esposa le guarda un profundo respeto, pero sobre todo, un amor muy genuino; porque gracias a ella; Clarise pudo tener un hijo y ahora, con Bill, serían dos.

– Veras Clarise, lo que estoy por contarte es sumamente delicado; quiero que me prometas que por más difícil que te parezca; tú vas a tratar de tomarlo de la manera más tranquila posible.

– ¿Le sucedió algo a Simone, verdad?

También perdí de vista la agudeza de mi esposa para estos casos…

– Si.

– ¿Ella está bien?

– ¿Recuerdas el día en que Tom y Bill regresaron?

– Si.

– Te dije que iba a llamar a Simone para preguntarle porque no nos había avisado que Bill venia…

– Si, lo recuerdo.

– Ese día, marque en dos ocasiones; la primera vez no obtuve ninguna respuesta; pero, en la segunda oportunidad; me contesto un chico muy grosero.

– ¿Qué hacia ese chico en la casa de Simone?

– Clarise, vamos por partes ¿Si?

– Si, lo siento; continua.

– El chico este no me dijo ni como se llamaba; mucho menos me informo el por qué se encontraba en la casa de Simone; sólo me dijo que ella ya no estaba.

– ¿Cómo?

– Al parecer, Simone se suicidó.

Mi esposa palideció de inmediato, sus ojos se llenaron de lágrimas y para evitar que sus gritos de lamentación salieran por su boca; se llevó una mano hasta ese lugar; como pude, la acogí en mis brazos y trate de reconfortarla…

– Lo sé Clarise; pero, ella lo decidió.

– P-pero, Simone no dejaría a Bill, ella no haría algo como eso Jörg; lo amaba demasiado.

Ese era un punto indispensable a considerar; la verdad era que la noticia me había impactado tanto que no había reparado en ese detalle; Simone sería incapaz de abandonar a Bill; yo sabía que la depresión la estaba acabando, pero, ella continuaba diciendo que siempre que tuviese a nuestro pequeño; ganaría esa batalla…

Entonces, ¿Cuál fue el motivo para hacer eso?

¿Acaso alguien la obligo?

Si lo que Bill me contó es cierto, quizás ella…

Si, tiene que ser eso.

¡Dios Simone! Tú como siempre, sacrificando todo…

– Tienes razón; Simone no haría algo como eso.

– ¿Y Bill? ¿Él lo sabe?

– No sólo es conocedor de la situación; él fue testigo de esa escena.

– Oh, Por Dios; no, no, no Jörg; Bill…

– Lo sé y el no quiso hablar al respecto; pero, una de las razones por las que partió de Sacramento fue por la muerte de su madre.

– Dios, el pequeño ha sufrido mucho Jörg; y ahora, con lo de Tom; ¿Qué ira a suceder?

– Clarise, quiero preguntarte algo.

– Dime.

– ¿Si mis hijos decidieran permanecer como una pareja y hacer a un lado sus lazos fraternales, tú les aceptarías?

Mi esposa abrió sus ojos y se dio cuenta de que mi cuestionamiento era serio; Clarise nunca ha sido una mujer que critique o exilie al prójimo; pero, el incesto es un tema muy delicado y por más que la ame; sí ella no está de acuerdo con la decisión de ellos; yo no voy a permitir que ella o alguien los separe; a fin de cuentas, su conexión va más allá de lo natural.

Ella limpio los rastros restantes de lágrimas y me dijo:

– Jörg, tú sabes que yo soy devota a Dios; no estoy a favor de las cosas que pueden desagradarle…

– ¿Pero?

– No obstante, estas circunstancias son demasiado particulares y pienso que nadie puede criticarlos; ellos no tenían conocimiento de la situación; nosotros somos responsables en cierta medida de lo que sucedió.

– Cierto.

– Y sí ellos deciden enfrentarse a todo, basándose en la premisa de que el lazo que los une, es más fuerte que cualquier otra cosa en el mundo; yo, no tengo más opción que no sea apoyarles. Simone me dio el regalo más hermoso que una mujer como yo podría tener; y ahora que no tengo uno, sino dos hijos; ¿Por qué habría de rechazarlos? Sabes muy bien, que a pesar de que no conocía a Bill, para mí, él también era mi pequeño; y como pudimos relacionarnos, deseo darle algo de cariño maternal, si él me lo permite.

Y allí reside la razón de mi enamoramiento por esta mujer; a pesar de que Clarise nació en cuna de oro y es una persona sumamente adinerada; su personalidad es muy sencilla, nunca ha sido exigente con nada; aprecia todos los detalles que la vida tiene por ofrecerle…

¿Cómo no amar a una mujer que acoge a mis hijos como si fueran suyos?

Le debo la crianza de Tom; mientras yo trabajaba, ella estaba pendiente de todos los aspectos relacionados con la formación y educación de él; puede que no lo parezca; pero, Tom adora a Clarise; de pequeño era un poco rebelde; la dulzura de mi esposa, logró que el suavizara un tanto su temperamento y se comportara como un hijo ejemplar.

Cuando hacia travesuras, lo regañaba y luego, le decía que la razón por la que tenía que corregirlo, era porque temía que algo malo le sucediera; entonces, Tom se reconciliaba con ella de inmediato.

Ahora que esto sucede y las verdades están siendo develadas; ella aún sigue aquí a mi lado, no me ha abandonado y decidió enfrentar junto a mí, la decisión de nuestros hijos.

– Clarise, jamás tendré las palabras adecuadas para agradecerte todo lo que has hecho por mí y por Tom; gracias por apoyarlos y acogerlos como tuyos.

– No puedo afirmar que son míos, porque Simone me mataría, pero, si les quiero como si lo fueran.

– Jajaja, bueno, Simone era muy celosa; pero, estoy seguro de que te agradece por todo.

– Eso espero cielo.

– Aunque hay algo de lo que tengo que encargarme.

– Y, ¿De qué se trata?

– Bill me comento que en Sacramento, había un chico llamado «Blake Straw»; él cual, lo acosaba todo el tiempo y parece que estuvo a punto de abusar de él.

– ¡DIOS! No, no, no, pero, ¿Por qué le suceden todas estas cosas a Bill, ah?

– No lo sé; pero, él está aquí y mientras sea así; nada malo va a suceder.

– Si, tienes razón.

– Contrataré a un investigador; quiero que se cerciore sobre la muerte de Simone y que me informe los pasos de ese chico.

– Es lo mejor que se puede hacer; tenemos que estar seguros de que Bill este fuera del alcance de ese hombre.

– Si.

Nos quedamos callados por un momento; cuando escuchamos que alguien llamaba a la puerta:

– ¿Si?

– Sr. Jörg, lamento importunarlo en estos instantes, pero, el Joven Andreas está aquí y parece muy alterado.

– Hazlo pasar Sam.

Minutos después, Andy ingreso a la habitación; saludo a Clarise y me felicito por mi regreso a casa; para luego, informarnos la situación…

– Jörg, Clare; lamento de sobre manera lo que estoy por decirles, pero, me voy a enloquecer si no hago algo.

– ¿Qué sucede?

– Verán; siendo muy breve al respecto; yo, tengo pleno conocimiento de la relación que Tom y Bill tienen; de antemano les informo que apoyo el 100% de sus decisiones; sobre todo porque valoro muchísimo la amistad de Tom y Bill me parece un gran chico.

– Andy, Cielo, muchas gracias por ello.

– Andreas, de verdad que Tom es muy afortunado de tenerte.

– Gracias; pero, en estos momentos eso es lo de menos; Tom fue a mi casa un tanto alterado, estuvimos hablando y luego se marchó no sé a dónde; Bill también llego y le dije que siguiera a Tom; y ya pasaron 2 horas de eso; ninguno de los dos me contesta el celular; estuve rondando las fronteras de la ciudad, pero, no los encuentro.

Bill me había dicho que iba a hablar con Tom; de seguro, se encuentran conversando en estos momentos; él dijo que me informaría, pero, aun no se reporta…

– Bien, vamos a hacer lo siguiente; si de aquí a las 10:00 pm, no tenemos noticias de ellos; llamaré a la policía e iniciaremos la búsqueda.

– Jörg, de verdad, no sabes cuánto lamento tener que traerte estas noticias, sabiendo que estas recién egresado del Hospital, pero…

– No pasa nada Andy; sé que tu preocupación es sincera.

– Si me permiten decirles algo…

– ¿Si?

– Cuando sus hijos aparezcan voy a matarlos a ambos.

No pudimos evitar reírnos; Andreas parecía la madre de Tom; siempre se preocupaba mucho por él y cuando lo encontraba; lo regañaba incluso más que nosotros…

En una ocasión se enojó tanto que dejo de hablarle por un mes a Tom; y nuestro hijo no tuvo más opción que suplicarle que lo perdona y prometerle que jamás volvería a cometer una estupidez…

La verdad era que Andy no se enojaba por las travesuras de Tom; lo que le enfurecía era que no le avisara nada al respecto; él siempre decía: «Si te quieres tirarte del puente, pues hazlo Tom, pero por lo menos avísame, para yo saltar contigo»

En un inicio, creí que Andy sentía algo más por Tom; es decir, en un sentido romántico; pero, con el tiempo, me di cuenta de que; el amor de Andreas es enteramente fraternal y para él; Tom representa ese hermano que nunca tuvo; por eso lo valora tanto y esta dispuesto a sacrificar todo.

En conclusión; mi hijo encontró un tesoro adimensional en la amistad de Andy.

– Claro Andy, te dejamos a ti el regaño.

– Oh, por supuesto que sí. Incluso regañaré a Bill; porque el muy desgraciado sabe mi número.

– ¿Y Tom sabe que tienes el número de Bill?

– Emmm…

– ¿No?

– No, y no tiene por qué enterarse ¿Cierto?

– Jajaja, no diremos nada.

– Gracias a Dios, porque los celos de su hijo, me asustan.

– ¿Tanto así?

– Ya ni se cuántas amenazas de muerte tengo de su parte, cuando he intentado acercarme a Bill; es una cosa loca.

– Y, ¿Cómo te enteraste de esto? ¿Tom te lo contó?

– No, a decir verdad, fue por el historial clínico de Bill.

– ¿Si?

– Fui a revisar que estuviese bien luego de la extracción de sangre, mire su expediente y allí estaba el examen que demostraba la consanguinidad que ustedes tenían; lo de ser gemelos, fue algo que teorice.

– Ummm.

– ¿Y cómo te fue en la conversación de Bill?

– Bien, de hecho, él lo toma todo muy tranquilo; fue sumamente considerado.

– Así que, el problema va a ser Tom.

– Pues eso pienso, ¿De que hablaron ustedes?

– La verdad no intimamos mucho; le explique la forma en la que había descubierto la relación que tenían y el sólo se resignó; creo que de alguna manera, se siente culpable por la situación; a fin de cuentas, es el quien está detrás de Bill.

– ¿Te parece? Yo lo veo desde otra perspectiva.

– ¿Cuál?

– Creo que es Bill quien cede ante Tom; sí él se negara, ya lo habría hecho a un lado.

– Quizás sea así; no le conozco lo suficiente como para estar seguro de eso.

– Bueno, pues eso es lo que pienso.

– Esperemos que estén bien y luego, a asesinarlos por estúpidos.

– Jajaja, deberías calmarte.

– Está bien, está bien.

Andreas se sentó en la silla que se encontraba cerca de mi cama y le conté la historia de Simone; de cómo nos conocimos y de las razones por las que tuvimos que separarnos…

Él escuchaba con atención y en cierto momento, sus ojos se humedecieron un poco; se notaba que le afectaba muchísimo la historia, pero, de cierta forma, trataba de contenerse…

Ahora sólo restaba, esperar por su regreso…

&

Descendía; sentía que mi cuerpo estaba pesado, como si se resistiera a morir; seguía cayendo y conforme bajaba; mis lamentos desaparecían, los cuestionamientos estaban en blanco; era libre…

El impacto con el agua fue fuerte, tanto así, que me noqueo de inmediato; no me movía; a pesar de que no podía abrir los ojos, mi conciencia estaba más alerta que nunca; era algo que me impedía desaparecer por completo…

Como si se tratara de un clamor que intervenía para interrumpir mi elección de irme de esa realidad que tan sofocante me parecía…

De repente; comencé a sentir una molestia en mi pecho…

¿Algo o alguien me estaba golpeando?

No podía escuchar nada, pero, las sensaciones que me provocaba ese tacto, me hacían sentir en calma; por eso, no reaccione; quizás, estaba transitando al más allá…

Sin embargo, pude palpar el cabello de alguien; era tan suave al tacto, se parecía mucho al de Bill…

Abrí mis ojos y unas fuertes ganas de toser me accedieron; al parecer no estaba muerto y al caer, había tragado algo de agua que me impedía la respiración…

Una mano empezó a golpear mi espalda y dirigí mi mirada hacia esa persona; en un inicio creí que mi mente era muy cabrona; me estaba jugando una muy mala pasada…

¿Cómo iba a estar Bill en ese lugar?

Aun así, tente a mi suerte y dije:

– ¿B-Bill? ¿Q-qué? Tú…

– ¿Eres idiota o te haces?

El espectro hablaba, o sea que, ¿Si era Bill?

Pero, eso no tenía ningún sentido…

Antes de caer había escuchado su llamado, pero, lo acredite a un producto de mi imaginación…

¿Eso sucedió en verdad?

Me levanté del suelo y de repente, aquella ilusión, me dio una cachetada en la mejilla; lleve mi mano hasta mi rostro y sentí el dolor de aquel golpe…

¡MIERDA! Era real; Bill estaba ahí…

¿Me había pegado?

Dios Santo, algo me dice que desate su furia…

– ¿Bill?

– Claro que soy Bill, idiota.

– ¿Qué haces aquí?

– La pregunta es: ¿Qué haces tú aquí?

– Ammm…

– Creí que tenías más cerebro Tom.

– ¿Cómo?

– Eres un maldito infeliz que no piensa en otra cosa que no sea en él; ¿Cómo pudiste?

Sospecha confirmada.

Bill estaba furioso; no necesitaba que me lo dijera; la esencia y el aura que lo rodeaba era sumamente oscura…

Así que el ángel también puede convertirse en un demonio por amor…

– ¿Disculpa? ¿Quién te crees para venir a reprocharme algo, ah?

– Soy tú novio, sólo eso, ¿Qué pasa te golpeaste tan duro que se te olvido o qué?

¿Dijo novio?

Bill aun pensaba eso…

– ¿Novio? Pero…tú y yo…

– ¿Qué? Hasta donde yo tengo entendido, no hemos terminado ¿O sí? ¿Me estas siendo infiel?

– ¿QUÉ? No, no, no, por supuesto que no; espera un segundo, ¿Perdiste la cabeza?

¿QUÉ?

No se supone que mi despedida había sido clara…

¿No habíamos terminado?

No, no, no, peor aún…

¿Acaso le está fallando la cabeza? Mi papá le dijo que éramos hermanos; ¿No entendía el significado de esa palabra o qué?

– No me cambies el tema rastafari asqueroso.

Está bien que este enojado, pero, se le estaba yendo la mano en la forma en la que me hablaba.

– Mucho cuidado con la forma en la que me estás hablando.

– Yo veré como te hablo, ese es mi maldito problema.

– Oye, pero, ¿Qué demonios pasa contigo? ¿Por qué me hablas así?

– Mi novio intento suicidarse, eso me pasa. ¿No te parece estúpido? Ni siquiera me diste la maldita oportunidad de decir algo, no lo hablaste conmigo, no me preguntaste como me sentía al respecto; saliste corriendo como un cobarde y me abandonaste a la suerte.

¡Maldición!

Con lo que odio perder…

Ésta es la segunda vez en la que el ángel me gana…

Bill tenía razón; actué como un cobarde, me pudo la realidad, cedí ante la presión y preferí dejarlo que enfrentar junto a él.

– Yo…

– Tú nada Tom; es inaudito lo que hiciste, imperdonable.

– Bill…

– Bill nada; ¿Sabes una cosa? Mátate, ve, tírate otra vez del acantilado y ahógate en ese puto mar; pero, por lo menos, no lo hagas en frente de mis ojos…

– Yo no sabía que tu…

– Pero me escuchaste ¿O no? Tuviste tiempo de reaccionar, abrir tus ojos y salir del mar…

– Ummm…

– ¿Ves? Querías morir.

– Bill, yo…

– No hay excusas para esto; ¿Tan repudiable soy para ti que prefieres morir antes que regresar a mi lado?

– ¡No! Bill, no es eso.

– ¿Entonces qué es? Dímelo, porque no entiendo una puta mierda Tom.

No sabía cómo decirle que tenía miedo de que él me rechazara…

Sí él me decía que lo nuestro no podía continuar; yo, iba a morir en vida, eso era más que seguro.

Mi mente retorcida me facilito adaptarme a esa noticia, es decir, en sí, no me perturbo descubrir que fuéramos hermanos; lo que me atemorizo, fue imaginar que Bill se retractara de lo nuestro; yo no quería eso, por nada del mundo.

Preferiría irme, desaparecer y no soportar un dolor tan fuerte como el que me produciría su ausencia…

Mientras divagaba en mis reflexiones; Bill seguía alegando, movía sus manos con mucha rapidez, sus ojos estaban sincronizados con las palabras que salían de su boca…

Se veía condenadamente gracioso…

Al parecer, había descubierto otra faceta que me encantaba de Bill…

Y no lo pude evitar, se lo hice saber de inmediato.

– ¿Se puede saber de qué carajos te ríes?

– Jajajajajajajajaja, me muero…

Bill era una maravilla cuando se enojaba; ver a un ser tan celestial como él, con una actitud tan mundana como esa; era una mezcla que me resultaba atractiva y sobre todo, divertida.

– ¡TOOOOM!

– Te ves muy gracioso cuando te enojas ¿Sabes?

Aunque no lo vi venir…

Bill corrió hacia mí y se tiro encima; quedo sentado en mi abdomen y aunque era jodidamente delgado; ese saco de huesos, pesaba…

– ¡Au! Bill, no seas bestia.

– Tú eres la bestia.

– Oye, ¿Siempre que te enojas mueves tus manos muy rápido y empiezas a decir groserías cada dos segundos?

– Tuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.

– Jajajajaja, encantador.

– Muérete, eres un imbécil.

– Lo sé.

– ¿Lo sabes? Y entonces, ¿Por qué lo hiciste?

– Si me dejas sentar, te puedo explicar.

– No te lo estoy impidiendo.

Aquí venia; Bill me estaba tentando; yo no podía apartar mi deseo, pero, no quería forzarlo a nada…

– Si no te levantas y yo me siento; tú quedaras justo sobre mi pelvis y pues, no creo que sea conveniente en estos momentos.

– ¿Por qué no?

– Sabes el por qué…

– Eres un bebé.

– ¿QUÉ?

– Lo que oíste, ¿No puedes afrontar la realidad cuando se pone un poco dura, verdad? ¡Qué consentido!

– Oye, espera un maldito momento; a mí no me insultes…

Despegué mi espalda del suelo y me senté; de manera que, nuestros rostros quedaron a escasos centímetros de distancia; tenerlo así de cerca, me estaba colocando muy mal; no pensaba en otra cosa que no fuera en tomarlo ahí mismo y a base de salvajismo, hacerle entender que no quería apartarme de él…

Mi intención no era provocarlo; empecé a mover mi lengua de manera involuntaria; era una reacción normal, estaba demasiado ansioso…

Pero, no el único que se encontraba así…

– Eres un ansioso; deja de ver mis labios…

– A ver Tom, ¿Ni siquiera luego de un suicidio fallido vas a dejar de creerte un puto dios?

Bill y su orgullo…

Que se le iba a hacer; él no podía aceptar las cosas tan fácil…

Era más que obvio que su temperatura interna se estaba elevando gracias a mí, pero, él tenía que guardar las apariencias y hacerse el digno.

– No, sigo siendo irresistible.

– Como sea, me vas a explicar las cosas ¿O no?

– Si, si, lo voy a hacer.

– Te escucho.

– Bill, ¿Acaso no te jode esto?

– Yo pregunté primero, así que quiero saber tus motivos y lo que sientes…

– Ummm.

– Sigo esperando Tom.

– Está bien; me frustré; yo, me sentí miserable. No me puedo perdonar el haberte llevado a esto; yo fui quien insistió desde un principio.

– Ok, pero, ¿Tu sabias que éramos hermanos?

– No, claro que no.

– ¿Entonces? ¿Por qué la culpa?

– Porque aunque escuché de nuestros lazos fraternales; nada cambio.

– ¿Nada?

– No, nada.

Esa era la verdad; lo dije en un principio; mi temor era el rechazo de Bill a causa de nuestra fraternidad…

– ¿No sientes asco de mí?

¡DIOS!

Pero es que este tipo no se cansaba de repetir lo mismo…

Era imposible sentir algo como eso…

– Por enésima vez, ¡NO! Bill, ¿Cómo podría sentir algo así? Tú deberías pensar eso de mí; a fin de cuentas, yo te arrastre a esto.

– Pero, yo decidí seguirte ¿No? Tú no me obligaste, de cierta forma, me diste opciones; fui yo quien se rindió ante ti.

Estaba en shock.

¿Él se había doblegado?

A veces, era condenadamente orgulloso y en otras ocasiones, se abandonaba así mismo; ¡Me iba a enloquecer!

– ¿No me odias?

Me trastornaba un poco su respuesta, es decir, yo entendería por completo si el me reprochara algo; pero, para mi suerte, no fue así.

– Claro que no Tom, ni tú ni yo somos responsables por esto; sólo sucedió.

– ¿Y qué haremos? Nadie lo va a aceptar.

– Mientras tú te fuiste, yo hable con tú padre…

– Y el tuyo.

– Ummm si, y quedamos en que íbamos a charlar los cuatro; dijo que, lo que decidiéramos, estaba bien, a fin de cuentas, sólo nosotros cargaremos las consecuencias.

– ¿Y tú quieres seguir?

– ¿No es obvio? Veras, yo tampoco te veo como un hermano; lo nuestro va más allá de algo fraternal.

– Yo pienso lo mismo.

– ¿Entonces?

– A la mierda todo; yo quiero estar contigo.

Abracé a Bill con fuerza, escondí mi rostro en su cuello; aspire el aroma tan agradable que sólo él podría desprender…

Él coloco su mano en mi cabeza y empezó a acariciarme con mucha suavidad…

Pero, ¡Que deleite estar así!

– Yo también Tom.

– Si algo sucede, prometo que te protegeré; no dejare que nadie te dañe.

– Lo sé, no necesitas decírmelo; sé que lo harás.

– Estaba muy preocupado.

– ¿Por qué?

– Después de tener sexo contigo; iba a ser muy difícil conseguir a alguien que me excitara como tú.

El sexo era lo que menos me preocupaba; ya me había resignado a la idea de que jamás volvería a sentir algo como lo que desencadenaba mis encuentros pasionales con Bill.

Sólo quería, provocarlo un poco.

– ¿En serio? ¿De verdad Tom?

– Claro, ¿Quién dejaría que lo domine a mi gusto?

– Eres un infeliz.

– No, no ahora; ya no; te tengo conmigo y siempre será así.

Mis contraataques siempre estaban presentes; primero lo molestaba y luego lo seducía; no quería ser predecible; tenía que alternar mis estrategias para mantener su interés en mí…

– Oye Tom, no malinterpretes esto, pero, ¿No deberías quitarte esa ropa toda mojada? Puedes resfriarte.

– Bill, no es necesario que recurras a un pretexto como ese; di que me quieres ver desnudo y ya; te hago un baile privado y todo, si quieres.

Y la reacción a mi comentario, fue la esperada:

Bill se sonrojo por completo.

– Púdrete, bestia asquerosa.

Vi como él se giraba y empezaba a alejarse del lugar donde estábamos; me rehusaba a irme sin antes haberle dado un bocado…

– ¡BILL!

– ¿Qué quieres?

– Juguemos.

– ¿Qué?

– Ven, nademos un rato ¿Si?

– No, nos vamos ya para la casa.

– ¿Por qué? Eres un aburrido, casi me muero ¿Y es así como me tratas?

– Tú casi te matas; y no es mi culpa que me hayas hecho enojar.

– ¿Sigues molesto?

– Pues obvio, idiota.

– ¿Qué quieres que haga?

– ¿Cómo?

– ¿Qué tengo que hacer para que ya no estés enojado conmigo?

Era el momento; debía aparentar sentirme frustrado por su supuesto «Enojo» y así, el me daría vía libre para tocarlo sin tener que pedírselo yo…

Agaché mi cabeza e hice un puchero; sabía que me veía jodidamente tierno; siempre había sido un maestro usando las facciones de mi rostro para seducir chicas…

Y Bill no era la excepción a eso; él también se derretía por mí.

– No lo sé, convénceme.

– Pero, ¿Y cómo?

– Usa tu imaginación, casanova.

¡BINGO!

Esa era la señal que necesitaba para devorarlo.

Me quite las prendas de vestir, a excepción de mis boxers; solté mis rastas y empecé a caminar hacia él; ni por un instante, le quite la mirada de encima; lo tenía por completo bajo mi control.

Lo tomé por la cintura, lo acerque a mí y le di pequeños besos sobre esos labios que tan deseables me parecían…

– ¿Me perdonas?

– No.

– ¿No?

– Aún no.

Él solito era el responsable de lo que estaba por suceder…

Me estaba pidiendo más, y yo, no me iba a negar a esa petición ¿O sí?

Hice que mi lengua se adentrara con total confianza en su boca; recorrí cada parte de ella y sentía como el cuerpo de él empezaba a temblar por el aumento de la excitación; llevé mis manos hasta su trasero y lo estruje con fuerza; me encantaba rozar mi pelvis con la suya; así, él sería testigo de lo mucho que añoraba tenerlo…

Sin previo aviso, hice que mi lengua empezara a entrar y salir en su boca, como si se tratara de una penetración; no solía hacer eso, pero, tenía que provocar al máximo a Bill; y de hecho, lo conseguí…

– ¿Es suficiente con eso? O ¿Quieres más?

No me respondió; pero, se abalanzó sobre mí de nuevo; no le deje besarme; por el contrario; le quite su ropa, lo tome de la mano y lo lleve hasta el mar…

– Ven aquí.

– No quiero.

– No seas terco; ven.

– No, no voy a meterme hasta la parte profunda.

– Yo estoy contigo, no te va a pasar nada.

– Cárgame.

– ¿Qué?

– Si me cargas, no me dará miedo.

¡Qué consentido!

Dios, se estaba comportando como un niño.

– Bill, mides casi dos metros; el agua te llegara hasta la cintura.

– Me da miedo igual, llévame ¿Si?

– Dios, pero, que cajita de sorpresas eres ¿No?

– Así me amas.

– Si.

– ¿CÓMOOOOOOOOOOOOOOOO?

Un ligero despiste…

– Nada.

– Repítelo, tienes que decirlo.

– ¿Decir qué?

– Dijiste que me amabas.

– ¿Qué? Yo no dije eso.

– Pero lo afirmaste.

– No lo hice, déjate de niñadas.

– Lo hiciste, Jajaja, ¿Así que me amas?

Bill se veía eufórico; sólo le faltaba ponerse a saltar por todos lados; su rostro tenía una hermosa sonrisa pintada; él parecía estar muy feliz por ello; pero, yo, no quería ceder tan fácil…

Lo agarré de la muñeca y lo sumergí en el agua; era mejor si jugábamos primero…

– Eres un estúpido.

– Te ves lindo así con tu cabello todo mojado.

– Si, lo que digas.

Viéndolo así; completamente mojado; podía ver como esas gotas recorrían todo su cuerpo; ese aspecto, lo hacía jodidamente irresistible.

Me acerqué y lo cargué en mis brazos; ya no atendía a razones…

Lo quería de inmediato.

– ¿Hay algún problema si te hago el amor aquí mismo?

Sentía que me iba a quemar por dentro; tenía un calor tremendo, estaba ardiendo de ganas por él…

No espere a que me respondiera y comencé a estimularlo; mordí y succione esos pezones que tan apetecibles me parecían; Bill tomo mi cabeza e hizo que profundizara mis movimientos; él estaba más que dispuesto a hacerlo…

Llegué a su cuello que me sabía a gloria y repartí besos hasta llegar a su oreja; la mordí con fuerza…

– Tom…

– Te quiero ya mismo.

– Pero aun…

– No hay tiempo; voy a explotar Bill.

¡No podía esperar más!

Bajé a Bill y le quite los boxers; volví a cargarlo y no me detuve a pensar en nada; lleve mi más que despierta erección hasta su entrada, y de una forma muy despaciosa, comencé a penetrarle.

– Shhh, tranquilo nene; no voy a lastimarte, iré despacio ¿Si?

– Si.

– Dime si te duele.

– Ok.

Sentía su interior rozando toda mi longitud; era una sensación diferente; la lentitud del ingreso, me permitía disfrutar de cada rincón de su cavidad…

– ¿Tom?

– ¿Te duele?

– Un poco.

– Me moveré hasta cuando tú te sientas listo.

– ¿Lo harás?

– Si, por ti.

Lo esperé; no quería forzarlo, ni mucho menos lastimarlo; aunque estaba a punto de perder la cordura por el placer de tenerlo así; yo, no quería hacerlo sentir incómodo.

– Hazlo.

– ¿Seguro?

– Si.

– Iré lento.

– Confió en ti.

Me hizo sumamente feliz escucharle decir eso; él se estaba entregando por completo y sólo por hoy, no iba a traicionar esa confianza; lo bese y empecé a moverme de una manera muy despaciosa; las embestidas eran suaves y dulces, pero, me estaban encendiendo como nunca…

– Bill…

La sensación de placer sólo incrementaba; yo no podía evitar gemir en respuesta a ese movimiento tan exquisito; lleve mis manos hasta su trasero y lo apreté; necesitaba que entendiera lo bien que me estaba haciendo sentir…

– Dios Tom…

– Bill.

– ¿Ummm?

– Quiero que saltes.

– Nos vamos a caer.

– Yo te sostengo; no pasa nada.

– Pero…

– Quiero que te muevas sobre mi nene; hazlo.

De sólo imaginar esas caderas moviéndose encima de mí; era más que suficiente para morir de lujuria ahí mismo.

Bill comenzó a alzarse sobre mí y yo no pude sentirme más complacido por eso; la profundidad de la penetración me estaba tentando al morbo absoluto; mi fibra sensible se había activado…

¡Dios!

Lo tomé de las caderas y no permití que se separa de mi miembro…

– Muévete así.

– ¿Estás loco? No puedo.

– Si puedes, vamos, sabes que estoy a punto de enloquecer; hazlo ya.

Él empezó a moverse adelante y atrás; y yo iba a perder el conocimiento; era jodidamente delicioso…

Se movía con una destreza aterradora…

– Maldición; de ahora en adelante, lo haremos así.

No sabía por qué demonios no lo habíamos hecho de esta manera; superaba todo lo que había probado hasta el momento; comencé a morderlo y besarlo por todas partes…

Gemía muy fuerte y el gritaba en respuesta…

Quería más de él…

– Vamos nene, sé que puedes moverte más rápido, vamos.

El ritmo era brutal; estábamos cediendo por completo a nuestros deseos carnales…

– Tom…

– Si amor, ya, hazlo ya.

Bill dio un impulso más y lo sentí tan a fondo que creí que lo había roto…

Le veía; ese cielo que sólo nosotros podíamos observar…

Esas nubes nos acogían en sus brazos…

Bill me abrazo; empecé a salir de él y lo baje; tome su rostro en mis manos y le dije:

– Pequeño, ¿Estas bien?

– Si, ¿Y tú?

– De maravilla.

Nos tomamos de la mano, recogimos la ropa, y fuimos hasta el lugar donde estaba mi auto; cuando llegamos, me di cuenta de que otro vehículo residía allí…

– Así que manejas…

– Si, ¿Por qué?

– Por nada; sólo que no lo sabía.

– Ummm.

– Bien, algo más que anotar a la lista.

– ¿Lista?

– Si, de las cosas que te gustan y de las que no.

– ¿Por qué tienes algo como eso?

– Porque quiero complacerte siempre.

– Eres un charlatán.

– Lo sé, me funciona un 99% de las veces.

– Yo diría que un 100%.

– No quería ser tan prepotente, pero, ya que tú lo dices.

– Bien, vámonos ya.

– ¿Por qué debemos ir separados?

– Porque tenemos dos autos imbécil.

– Dejemos uno aquí.

– No, eso sí que no; tú padre me lo presto, debo regresarlo.

– Mi padre y el tuyo.

– Ammm, sí.

– Está bien; iremos separados, pero cuando lleguemos a casa, dormiremos juntos ¿Si?

– Pero, ¿Qué te pasa?

– Nada, sólo quiero estar contigo Bill.

– Ummm, ya no sé si creerte, ¿Estas tramando algo?

– ¿Yo? Nunca, jamás, sería incapaz.

– No te creo.

– No lo hagas; igual, es la verdad.

– Como sea, entra ya en el auto y vámonos.

– Sí, sí, sí. Como órdenes, primor.

– No me digas así.

– ¿Por qué no? Es tierno.

– No me gusta.

– Bien, entonces, Bill.

– Mejor.

– Bill.

– Dime.

– TE AMO.

Bill enmudeció por completo; estaba estático, no reaccionaba a nada; me aproximé a él y susurre en su oído:

– ¿Me escuchaste? Te amo pequeño.

Su cuerpo empezó a temblar, sus brazos me atraparon y su rostro se escondió en mi cuello; él se quedó ahí por unos minutos y luego, alzo su mirada y me dijo:

– ¿Estas jugando conmigo?

– ¿Qué? No, lo digo en serio.

– ¿Cómo sé que no es una más de tus estrategias?

Él no se percataba de nada…

Mis manos estaban muy calientes; el ritmo de mi corazón estaba desenfrenado, sentía tanta vergüenza de haber dicho eso; y el, no se daba cuenta…

– Eres un insolente.

– ¿Por qué?

– Dudas de mi amor por ti.

– Pero, no es mi culpa. Tú has sido muy mujeriego

– Si, ¿Y? Dime una cosa, ¿Con cuántos hombres he estado?

– No lo sé.

– ¿QUÉ?

– Pues sí, quizás tengas un secreto oscuro por ahí guardado…

¿El infeliz me estaba diciendo gay reprimido?

– ¿Ah sí? ¿Eso crees?

– Si.

– Bien, entonces, será la última vez que me escuches decir eso.

– Ay Tom, ¿Por qué todo te lo tomas tan a pecho?

– A la mierda, te jodes ¿Me entendiste?

– Pero…

– Nada Bill; súbete al auto y larguémonos de aquí.

– Yo te amo más.

El condenado también sabía jugar…

– Me vale.

– No te hagas el digno; eso me queda bien a mí.

¿En qué momento se cambiaron las tornas?

– Lo que digas Bill, mejor vámonos.

– Está bien.

Subimos a nuestros vehículos y comenzamos el trayecto de regreso a casa; estábamos por entrar a la residencia, cuando de repente, vi un auto que me parecía familiar…

Andy estaba en casa y de seguro, iba a matarme.

Llegamos, aparcamos los autos, y entramos a casa…

La escena era algo particular; nuestros padres hablaban por sus celulares y Andreas caminaba por todo el pasillo…

Creo que nos íbamos a ganar un regaño inmenso…

Cuando Andy nos vio, corrió hasta nosotros y se lanzó encima; otra vez.

¿Es que este rubio cree que no pesa nada o qué?

– Andreas, quítate, pesas como un demonio; maldición.

– Y yo que creí que sólo Tom era así de idiota, pero no, resulta que hasta en eso se parecen los desgraciados estos; a ver Bill, tan difícil era informarme que habías encontrado al tarado de tu novio ¿O qué? Me vale una mierda que tuvieran una reconciliación amorosa; ¿Por qué carajos no invierten un minuto de su estúpida burbuja fantasiosa y llaman para decir que se encuentran bien, ah? ¿Qué pasa? ¿Tanto quieren que los queme en una hoguera o que putas? Tú rastafari asqueroso y tu muñeco infeliz; los odio.

Bien, apaciguar la ira de Andy era casi imposible en estos momentos; pero, a Bill no le molestaba…

Comenzó a reírse y le dijo:

– Lo siento Andy, te juro que se me paso.

– Me vale madres, imbécil.

– ¿Puedes perdonarme?

– No, púdrete en el infierno junto al Lucifer que tienes al lado.

– ¿Por favor?

– A la mierda, te odio.

– No seas así, te prometo que no vuelve a suceder.

Bien, esa suplica me estaba sacando de quicio, ¿Por qué demonios le importaba tanto que Andreas lo perdonara, ah?

Yo debía ser su única prioridad.

– Bueno, ¿Y tú que te traes? ¿Por qué le estas rogando a Andreas, ah? ¿Te preocupa mucho o qué demonios?

– Tom, es tú amigo ¿No?

– Sí, ¿Y que con eso?

– Bueno, no quiero llevármela mal con él.

– No lo necesitas, para eso me tienes a mí.

– ¿Qué no me necesita?

– No, no te necesita Andreas.

– ¡JA! Yo soy su único pasaje a la libertad.

– ¿Disculpa?

– Lo que oíste alfa torcido.

– Dilo una vez más y te vas a enterar.

– ¿De qué? ¿Me quieres golpear? Hazlo cabronazo, no me importa. Estoy que te mato Tom; eres un estúpido, a mí no me vuelvas a pedir cosas tan absurdas como: «Se grande rubio o Enorgulléceme»; tú tienes que estar ahí para verme triunfar pedazo de infeliz.

Ok, él estaba más cabreado que yo…

Y tratar a Andy en modo «Dios del Inframundo», era una pérdida de tiempo.

– Está bien Andy, lo siento ¿Si?

– No voy a disculparte.

– Andreas, no te comportes como un niño.

– Soy un niño ¿Algún problema?

Jodidamente imposible…

Andreas se volvía muy pesado al respecto…

Conseguir su perdón me iba a costar.

– Bien, te propongo algo.

– No voy a aceptar nada de un idiota como tú.

– ¿Ni siquiera la Gibson que tengo?

Los ojos de Andreas se iluminaron por completo…

Tenía una guitarra Gibson que era adorada por Andy; y él siempre la había querido, me decía que era una serie «Custom» y que era demasiado jodido conseguirla…

Me encantaba esa guitarra, pero, tenía que solucionarlo de alguna forma; así fuera sobornándolo.

– ¡Tom! Mi amigo del alma, como te quiero.

– Eres un vendido.

– Vete a la mierda, sabes que amo esa Gibson.

– Entonces, ¿Paz?

– Ummm.

– ¿Si?

– Ummm.

– ¡ANDREAS!

– Jajaja, si, si, si, te perdono y a ti también Bill; te disculpo por no llamarme.

Esperen un maldito segundo…

¿Llamarlo?

¿Cómo demonios Bill iba a hacer eso?

Tenía su número…

Me levante del suelo, al igual que Bill y Andy; los mire a los ojos y les sentencie:

– Tienen dos putos segundos para que me expliquen, ¿Cómo demonios es que intercambiaron números?

Ambos abrieron sus ojos, se vieron el uno al otro y volvieron a dirigir su mirada a mí; pude percibir, como ellos empezaban a retroceder, hasta que Andreas dijo:

– Veras Tom, es una historia de lo más divertida.

– Andreaaaaaaaas.

– Robé el número de celular de Bill de tu móvil.

– Yo de ti, saldría corriendo.

Y así lo hizo; Andreas salió de la casa y empezó a correr por toda la entrada; gritaba que no fuera a golpearlo que él no tenía malas intenciones; pero, me valía una mierda sus motivos; él no tenía permitido hacer algo como eso.

¡Dios!

Ni yo había hablado con Bill por celular; sólo nos habíamos enviado algunos mensajes.

Sonaba jodidamente ridículo, pero, yo tenía que ser el primero en todo y el rubio de porquería este, me había ganado…

– Tom, ya, ¿Si? Perdón, lo lamento, lo hice sin pensar mucho.

– Estas muerto rubio.

– Estoy empezando a cansarme de correr.

– Pues detente.

– ¿Vas a matarme?

– ¿Tú que crees?

Andreas seguía corriendo y de repente, vi como tropezó contra una mesa y cayo directo a la piscina; me detuve en seco y disfrute de la vista…

– Jajaja, eso te pasa por ladrón.

Andreas saco su cabeza y empezó a acercarse a la salida; me estiro su mano para que lo ayudara a salir; pero, él de seguro quería morirse…

Me empujó hacia él y caí dentro de la maldita piscina.

– ¡Tú!

– Tom, el karma es poderoso, deberías saberlo.

– ¿Sabes qué? No mereces ni mi tiempo.

Sentí como un chapuzón me cayó directo a la cara; del otro lado estaba Andy riéndose por mi reacción y sin preámbulos; empezamos a jugar como estúpidos…

Cuando logramos calmarnos; ambos nos sentamos en los bordes de la piscina y charlamos un poco…

– ¿Te lanzaste de un acantilado?

– Si.

– Pero que idiota.

– Jajaja, lo sé.

– O sea que, ¿Bill te saco?

– Si.

– Dios Santo; yo de él, te habría dejado ahogar por imbécil.

– Jajaja, eso no te lo crees ni tú.

– Y ¿Ya se decidieron?

– Si, continuaremos así.

– ¿Están súper seguros?

– Claro.

– Ok, entonces, no se diga más.

– ¿Contamos contigo?

– Siempre Tom, siempre.

– Gracias Andy.

– Por cierto, lamento mucho lo de tu madre.

– ¿Lo de mi madre?

– Si, bueno, lo de Simone.

– ¿Simone?

– Si, así se llama su madre biológica ¿No?

– Oh.

Tenía que consultar muchas cosas; ¿Por qué Bill había venido aquí sin mamá?

¿Cómo estaría ella?

¿Se molestara si quiero conocerla?

Por la foto, pude ver que es una mujer encantadora…

Me gustaría hablarle..

– Espera, ¿Por qué dijiste que lo lamentabas?

– Ummm, pues por lo que hizo.

– ¿Qué hizo?

Ella se suicidó ¿No?

Continúa…

Gracias por la visita. Te invitamos a continuar con la lectura.

Publico y rescato para el fandom TH

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