Rituales 6: Regreso a Casa

Notas de MizukyChan: He usado nuevamente una imagen de Fucker Berrow en este capítulo. Todavía conserva su marca de agua. Y a la vez, quiero dar gracias a Jessica Lopez, porque ella me obsequió esta imagen y fue la que motivó todo este intermedio de los rituales, así que linda, toda este mini fic, es para ti.

«Perfect Love: Rituales» Fic de MizukyChan

Capítulo 6: Regreso a Casa

Tom estaba furioso y todos lo sabían. Galopaba hacia adelante en una carrera veloz, pero para no separarse del grupo, regresaba a la misma velocidad, sin mirar a nadie, porque cualquier simple atisbo de sonrisa, lo haría estallar de ira.

Sin embargo, pese a la tensión que había entre los miembros de la caravana, nadie podía evitar pensar que la situación era entrañable. Tom estaba celoso y aunque todos sabían que si el gran lobo guardián de Berlín se enfurecía, cualquier desastre podría ocurrir, no podían sino suspirar ante el enorme amor entre esta pareja.

Georg había sido testigo de la escena que gatilló la gran molestia del trenzado, ocurrió justo cuando habían terminado de recoger el campamento y se disponían a regresar a casa, desde aquellas desoladas montañas.

& Flashback &

El castaño caminaba entre los árboles, después de haberse separado para orinar en privado. Al acercarse al claro, notó las voces de los Kaulitz, así que se dirigió hasta allí. Se detuvo antes de hablar, porque vio que Tom estaba con las manos hechas puños de rabia. Agudizó el oído para entender de qué hablaban.

—No dejes que este burro desgarre otro de tus lindos atuendos —dijo Rolf, con una sonrisa coqueta. Bill le sonrió de vuelta, habiendo comprendido a qué se refería, ocasionando el desconcierto del castaño, quien prefirió permanecer oculto.

—¿De qué demonios estás hablando? —Gruñó el lobo, dando un paso al frente.

—Será mejor que no te pongas mucho al sol, no queremos que dañes esa hermosa y suave piel de bebé.

Y eso fue todo, Tom dio un paso al frente, dispuesto a asesinar al canalla que insinuaba haber tocado la suave piel de SU Bill.

Georg saltó de entre los árboles, dispuesto a ayudar a su trenzado amigo, pero Rolf les dio una mirada burlona, pues había logrado su cometido y los había enojado a todos, así que agitó su misteriosa capa gris y de la nada, desapareció.

& Fin del flashback &

Y ahora, que ya estaban a punto de entrar al territorio de Berlín, Georg no pudo evitar más las ganas de reír, así que detuvo al grupo, si se iba a reír de Tom, era mejor hacerlo bien lejos de él.

—Bien, hasta aquí llegamos. ¿Crees poder arreglártelas hasta la mansión, Tom? —preguntó directamente al lobo, sabiendo que para ello tendría que bajar de su propio caballo oscuro y tomar las riendas de la carreta que transportaba las provisiones y a su hijo Pepe.

—Sí, yo me haré cargo. —Afirmó y desmontó, para posteriormente, subir a la carreta.

—Mis hombres y yo, iremos a la estación y luego nos tomaremos el día, a no ser que pase algo más complejo. Me gustaría que compartieran lo que aprendieron de los indios con nosotros. —Señaló a Gustav, quien asintió.

—Sí, estoy de acuerdo. Podrían venir a cenar con nosotros esta noche. —Invitó el pelinegro y agregó—. ¿Pueden avisarle a Sonja para que también nos acompañe? —Pidió, a lo que el castaño asintió con una sonrisa.

—Bien. Adiós.

&

Tras cruzar las rejas de la casona, Tom entró a la casa, alegando tomar un baño. Amanda lo quedó mirando con expresión divertida, mientas que Bill se acercó hasta ella y susurró en su oído que él se bañaría después y que saldría al campo detrás de Tom, que se asegurara de que no hubiera ningún trabajador en los alrededores. Ella le guiñó un ojo y accedió sin mayores explicaciones.

El trenzado se dio un baño rápido y salió a los sembradíos, necesitaba calmarse para no terminar peleando con su pelinegro, porque sabía que quien terminaría mal en esa situación sería él mismo, solo le bastaba recordar todo el caos que causó Ixchel en su relación de pareja, para evitar regañar a Bill, por algo que él no había provocado. Pero es que pensar en ese lobo del demonio, con su jodida capa sucia, en realidad era gris y no significaba que estuviera sucia, pero el tema es que le tocaba los huevos que intentara coquetear con SU Bill, sabiendo que estaba con él.

—Aaghrrr. —Gruñó y pateó fuertemente el piso por donde caminaba.

Por su parte, Bill sabía perfectamente lo que debía hacer para recuperar la tranquilidad de su amado lobo, así que con mucha calma, entró al cuarto de baño y procedió y sacar su set de navajas para afeitar el escaso vello que asomaba en su rostro.

Una vez terminada la primera parte de la operación, vio su reflejo en el espejo y acarició la piel de sus pálidas mejillas, con una sonrisa picarona. Bajó la mirada a sus brazos y procedió a extender el jabón blanco, por todo el largo de ellos, para quitar todo el vello que se extendía por su extremidad.

—Tom sabrá que esta piel de bebé, solo le pertenece a él. —Se auto guiñó un ojo y se centró en la tarea.

Repitió la acción con sus piernas kilométricas y al verse totalmente desnudo, procedió a pasar la navaja, por aquella zona que solo Tom conocía. Apretó el ceño, en completa concentración, pues no sería gracioso que por un descuido, su sorpresa terminara arruinada con algún corte indeseado.

Finalmente, entró en la tina de agua tibia y pasó el jabón y la bolsita de esencias por todo su cuerpo, sintiendo la tersura plenamente, ahora que no había nada que impidiera el contacto con los aromas y su piel. Respiró hondamente, sintiendo la excitación formarse lentamente en su bajo vientre, al pensar en Tom y la cara que pondría cuando descubriera que efectivamente tenía “piel de bebé”.

Al salir del agua, Bill se secó lentamente, dejando un leve rastro de humedad y procedió a humectarse con una crema deliciosa que las mujeres indias gentilmente le obsequiaron al dejar la reserva. Estaba complacido por el conjunto de aromas que se cernía en torno a su figura, sabía que a Tom le gustaba sentirlo, pues sus fosas nasales se agudizaban al momento de tener sexo. Al verse y sentirse listo, cogió el atuendo preparado y se lo puso. Se aplicó una leve sombra en los párpados y salió dispuesto a seducir a su lobo.

Al bajar a la primera planta, Amada le dio una mirada aprobatoria y le dejó partir. Caminó a paso firme y se dirigió hacia la arboleda y llamó con voz fuerte.

—¡Tom!

El trenzado sintió la urgencia en la voz de su pareja y giró el rostro rápidamente, solo para quedarse aturdido por la imagen. Su adorado pelinegro estaba vestido como un sexy ejemplar de indio. La camisa, coloridamente decorada, le llegaba hasta debajo de los pálidos muslos. Se sorprendió de que su amado llevara las piernas descubiertas, él era delgado por naturaleza, sin embargo, se avergonzaba de sus huesudas rodillas y, aunque sus pantalones eran muy ajustados, siempre usaba uno para evitar mostrar sus extremidades expuestas.

—¿Bill?

—Te estaba buscando, Tomi —dijo acercándose por completo a su pareja—. Necesito saber algo y para ello… debía preguntarte exclusivamente a ti, porque tú… eres el único que puede saberlo. —Su voz era baja y extremadamente sensual. Tom se estaba endureciendo con solo oírlo y ver como su camiseta se mecía con el viento. Al parecer los atuendos indios se habían convertido en un fetiche para él.

—¿A… a qué te refieres? —balbuceó, temblando al sentir que Bill pasaba una de sus manos por su pecho.

—Hablo de Rolf, Tomi —dijo directamente y lo miró fijamente a los ojos—. Hablo de que te enfureciste porque él mencionó la “piel de bebé”.

El lobo quiso gruñir, pero la verdad es que ya estaba excitado y sus sentidos estaban concentrados en la parte sur de su cuerpo, así que sus celos solo lo instaron a arrugar el ceño.

—¡Ese maldito! ¿Cómo se atreve?

—Él lo dijo para hacerte enojar, Tomi —respondió el pelinegro, suavizando sus rasgos y acariciando la mejilla de su trenzado—. Sin embargo, así como tú te quedaste con el enojo, yo me quedé con una duda.

—¿Una duda? —Tom no quitó el ceño apretado—. ¿Qué duda?

—“Piel de bebé”

—¿Eh?

—Quise saber si en realidad tengo “piel de bebé” y el único que ha tocado mi piel para saberlo… eres tú. —Se lamió los labios de forma sexy y tomando la mano de su lobo, la guió cuidadosamente hasta sus brazos—. ¿La sientes, Tomi?

—Ajá… —Jadeó, su respiración rápidamente se volvía una serie de suspiros.

—¿Está suave, Tomi? ¿Tan suave como la de un bebé?

—Yo… —Tragó pesado.

—No estás convencido, ¿verdad? —Arqueó una ceja.

—Quizás debería tocar más piel. —Sugirió el trenzado.

—Tienes razón, Tomi. —Cuidadosamente el pelinegro le dio la espalda a su lobo y se pegó al pecho de este, tomando su mano y guiándola hasta su vientre, para luego deslizarla hacia abajo, por sobre la tela del traje indio, el cual comenzó a subir. Finalmente dejó que la mano del lobo se posara sobre su miembro semi empalmado y luego la guió por todo el rededor.

Los ojos de Tom se cerraron en el momento en que el moreno se pegó a su cuerpo y solo se dejó excitar por la sensación de tocar a su amado, pero cuando su mano tocó la cálida piel del pene de Bill, sus ojos se abrieron de golpe y su boca se llenó de saliva. Tragó duro y trató de pensar…

—Te… ra, rasuraste.

—¿Crees que tengo “piel de bebé”? —Volvió a cuestionar el chico, añadiendo un gemido a final de la pregunta.

—Definitivamente. Tú, eres mi bebé.

En un movimiento firme, pero cariñoso, Tom giró a Bill y tomó sus labios en un beso caliente y húmedo. Bajó sus manos, para levantar la camiseta india y dejar expuesta las redondas y pálidas nalgas de su amado, las estrujó entre sus manos y lentamente las separó, buscando aquel pequeño lugar que solo él conocía.

—Tengo… aquí… —balbuceó entre besos Bill, tironeando del morralito tejido que colgaba a un costado de sus hombros—. Aceites…

Abriendo los ojos, pero sin dejar de besar a su amado, Tom metió la mano para coger el aceite y con dedos torpes, abrió el objeto y se untó con él. La preparación fue estresante, porque ambos estaban muy calientes y lo único que deseaban era fundirse en uno. Sin embargo, Bill sabía que su adorado lobo podía ser demasiado apasionado en esas fechas lunares, así que mientras dilataba su entrada, él había metido sus manos dentro del pantalón del trenzado, para bombear su palpitante carne.

—Tomi, te necesito —murmuró el pelinegro, separándose del mayor—. Tómame ahora.

—No podemos echarnos aquí, el terreno es muy escabroso, te dañaré la hermosa “piel de bebé” y… —Soltó un suspiro—. Me encanta ese atuendo.

Bill sonrió complacido y separándose del todo de Tom, le dio la espalda y alzó su camisa, justo sobre sus caderas—. Ven por mí.

El lobo soltó un jadeo por la hermosa visión de sus nalgas blancas y sin dudarlo se acercó hasta él. Mientras Bill ocupaba sus manos sosteniendo la ropa, él separó las pompas y empujó su miembro en el botón rosado que palpitaba, esperándolo. Entró más rápido de lo que intentaba, pero el pelinegro no se quejó, solo gimió de gusto al sentirse totalmente lleno.

—Te amo, Bill —dijo el lobo y rodeó su cintura con sus manos, pegándose por completo a su cuerpo, dejando que todo su miembro se perdiera en Bill.

—¿Quién es el único que me ha tocado?

—Yo, cariño.

—¿Quién es el único que me tocará?

—Yo, amor.

—Bien… me gustó haber tenido esta charla. Ahora… fóllame bien rico.

—Oh, sí.

Y eso hizo. Bill sentía que sus rodillas temblaban y que terminaría cayendo, cuando su semilla blanquecina bañó la mano de su amado lobo, pero no pudo evitar sonreír cuando sintió que la calidez de Tom lo inundó por dentro casi al mismo tiempo. Finalmente, el lobo lo cargó de vuelta a la mansión, lo recostó sobre la cama y limpió sus partes nobles con mucho cariño, mientras su moreno cerraba los ojos, agotado y satisfecho.

—Gracias… —susurró y sucumbió al sueño.

&

Llamas, gritos, dolor, angustia y mucho temor…

Bill sudaba, mientras su frente se arrugaba en una mueca agónica y silenciosa.

La cruz en lo alto de una iglesia, ardía presa de las llamas. Se oían gritos por doquier.

El pelinegro empuñó las manos, ansioso de ayudar a quienes pedían ayuda.

Hombres encapuchados, sostenían en sus manos antorchas ardiendo, prestas a encender más hogueras, con personas sobre ellas.

—¡NOOOO! —Gritó lo más alto que pudo.

Tom se sentó a su lado, mirando en todas direcciones al posible atacante de su amado, al ver la habitación vacía, sus atenciones cambiaron de inmediato a su pareja, a quien abrazó y trató de calmar, repartiendo pequeños besos sobre su negro cabello.

—Calma, cielo. Fue solo un sueño.

—No, no, no… —Continuó balbuceando el pequeño, temblando en los brazos de su lobo. Llorando a medida que la conmoción del sueño pasaba y se daba cuenta que estaba en su propia casa, a salvo y con su familia, lágrimas de alivio y temor por el sueño que acaba de tener. ¿Sería eso, solo un sueño? ¿O sería parte de su tan temido don?

&

Por la noche, cuando el pelinegro se hubo tranquilizado, se encargó de ayudar a Amanda y Kami con la preparación de la cena para sus amigos, quienes vendrían exclusivamente a hablar del ritual fallido del que fue partícipe con los indios.

Cuando estuvieron a la mesa, los adultos comieron y hablaron de temas varios, pues los niños estaban también allí, acompañándolos. Sin embargo, la oficial Tappe mencionó algo que dejó al pelinegro con la piel de gallina.

—Probablemente tendremos que poner una escolta a la iglesia aquí también.

Bill no había prestado realmente mucha atención, pero cuando mencionaron la iglesia, agudizó sus oídos—. ¿Por qué harían algo así?

—En algunos pueblos cercanos ha habido ataques a las iglesias —respondió la mujer, tratando de quitarle importancia.

Amanda hizo el signo de la cruz y tras besar su pulgar, dijo—. Lamentablemente es cierto.

—Mucha gente no está de acuerdo con los métodos que está empleando la inquisición. —Agregó Gustav, muy serio—. Yo tampoco lo estoy. Eso es un asesinato con todas sus letras.

—Hablas como hombre de ciencia, Gustav —dijo el doctor Hans, tratando de contener a su esposa de decir alguna barbaridad, pues ella era una persona muy devota a la iglesia.

“Inquisición”, los Kaulitz habían oído esa palabra y sabían lo que significaba, pero nunca le brindaron demasiada atención, pues era un tema principalmente tratado por los españoles y los países cercanos. Sin embargo, Tom había oído que lentamente la iglesia católica estaba cobrando más víctimas con su famosa guerra cristiana: “Las cruzadas” y que estaban pidiendo voluntarios para unirse a las filas de sus ejércitos. Él había enviado una plegaria silenciosa, para que tales barbaries nunca llegaran al extremo norte donde ellos habitaban, pues no quería que su amada familia fuera tocada por la guerra, ya que esta, religiosa o mundana, siempre terminaba en tragedia para todos.

Al oír como la conversación fluía, Bill recordó vívidamente el sueño que había tenido y tuvo un enorme temor de que se volviera real. Finalmente negó con la cabeza y dijo.

—Creo, Sonja, que están exagerando. En este pueblo todos aman al padre Tannen, el viejo ha preferido pasar hambre él, para poder ayudar a las personas que necesitan de él. —Todos asintieron—. Hasta nosotros con Tom, hemos tenido que obligarlo a dejar el albergue en invierno, para que descanse.

—Bill tiene razón. Puede que el odio contra la iglesia esté creciendo tanto como el miedo hacia ella, pero mientras el padre Tannen siga aquí, nadie va a osar dañarlo. —Apoyó el trenzado, cogiendo la mano de su amado.

Una vez terminada la cena, todos pasaron a la sala y Amanda se retiró con Kami y los niños, para dejar que los demás hablaran de temas profundos, con calma.

Los Kaulitz explicaron sobre el fallido intento del ritual y que tendrían que seguir asistiendo a ellos, cada dos lunas. Además, Tom mencionó el entrenamiento que tendría con su hijo Pepe. John estuvo de acuerdo en dejarlo llegar antes a la herrería, para que volviera a su casa temprano y tuviera el tiempo suficiente para entrenar a su pequeño lobo.

La conversación se prolongó hasta la media noche y cuando todos se hubieron retirado, la oficial Tappe se acercó hasta el pelinegro y lo llevó hasta un lado, para entregarle un pequeño sobre cerrado.

—Léelo solo o con Tom, pero cuando estés tranquilo.

—¿Qué es?

—Es algo que encontré en los libros que he leído sobre los druidas. Espero te sea de utilidad.

—Gracias.

&

Ya desnudos en la cama, con la respiración agitada, después de hacer el amor, Tom cerró los ojos dispuesto a dormir.

—Oh, lo había olvidado.

—¿Mhm? —preguntó el lobo, sentándose en la cama, al ver que su pequeño se levantaba con rapidez—. ¿Qué pasa?

Bill encendió una vela y tras buscar el sobre, se acercó de nuevo a la cama.

—Sonja me dio esto, antes de irse. Dijo que podría ayudarme.

—Ábrelo. —Instó el mayor y sostuvo la vela. El pelinegro rasgó el sobre y sacó el papel.

—Dice: “Toda bendición no aceptada, se convierte en maldición. Si no se recibe el don de todo corazón, no podrás ver las cosas buenas de él. Solo el temor y el miedo te arrastrarán al abismo”

—¿Qué quiere decir?

—Lo mismo me pregunto, Tomi…

Pero para el pelinegro estaba bastante claro, él no aceptaba el don y solo estaba viendo lo malo, despedidas, sufrimientos y dolor… Apagó la vela y rogó no volver a soñar…

& Continuará &

Escritora del fandom

1 Comment

  1. Waaa, Bill ha tenido otra visión. ¿Tendrá relación con ellos? ¿O será parte del don/maldición? Recordemos que los videntes no pueden escoger las visiones que tienen.
    Besos para todos y gracias por la visita.
    PD: Querida Ady, la posición sexual de pie, se llama “las dos torres” jijijiji

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *