«Perfect Love: Rituales» Fic de MizukyChan
Capítulo 9: Transformación (Parte 1)
Bill observaba preocupado a su esposo una noche después de volver de una reunión en el ayuntamiento. El sheriff se había negado rotundamente a aceptar la propuesta de Tom de atacar en forma personal y en su forma lobuna, a uno de los grupos agresores, cosa que seguía dejando solo dos frentes protegidos, uno formado por el batallón policial y el otro por el grupo de reserva. Bill sentía la tensión de su esposo y para empeorar las cosas, había recibido una nota de Rolf, a través de su águila negra, cosa que debía informar justamente ahora.
—Mi amor —llamó con suavidad el pelinegro—. ¿Quieres que te prepare un baño?
El lobo alzó la vista a su pareja y sonrió débilmente—. Te lo agradecería mucho.
Bill se levantó y ayudado por Amanda, procedió a calentar el agua y preparar la gran tina de porcelana blanca. Le puso unas sales aromáticas, regalos de las indias de la reserva, y sonrió complacido por su trabajo.
Amanda fue en busca del trenzado y Bill lo recibió en el baño, con el torso desnudo, dispuesto a lavarlo y borrar todo rastro tanto de suciedad y sudor, como también de cualquier tensión acumulada en estos últimos meses de invierno.
Tom se excitó ante la imagen de su amado, exponiendo su pálida piel, que brillaba ante el vapor del agua. Se quitó la ropa con rapidez y tras robarle un piquito al pelinegro, se metió a la bañera. El agua tibia tranquilizó de inmediato sus rígidos músculos y se permitió cerrar los ojos un momento, disfrutando de la calma de su hogar.
—¿Estás bien? —preguntó con cautela su pareja.
—Solo un poco cansado.
—Creo que es algo más. —Insistió el pelinegro, mojando un paño con jabón, para proceder a frotar los musculosos brazos de su lobo.
Tom soltó un gemido de placer al sentir el contacto y sonrió—. No es nada por lo que debas preocuparte, cielo.
—¿Por qué no me cuentas? Quizás pueda ayudarte.
—La mejor forma que tienes de ayudarme es justamente lo que haces ahora, cielo —respondió el trenzado.
Bill continuó lavando a Tom, mientras relataba las travesuras de sus hijos en la cena, notando como la tensión abandonaba lentamente el cuerpo de su amado. Cuando el baño concluyó, ayudó a secar la tonificada espalda y a poner la ropa blanca, que usaban para dormir.
—Tengo que contarte algo —dijo finalmente Bill, cuando los brazos de Tom rodearon su cintura y lo pegaban a su pecho.
—¿Qué cosa?
—Se trata del ritual.
—Será la próxima semana —comentó el trenzado, quitándole importancia. Venían haciendo esto por bastante tiempo y ya no significaba una pesada carga para ellos—. ¿Pasó algo malo?
—No iremos. —Anunció de pronto el pelinegro. Tom se puso rígido y Bill se giró en el abrazo para verlo a los ojos—. He recibido una nota de Rolf, esta tarde.
—Jodido lobo. —Gruñó el mayor—. ¿Qué decía la nota?
—Que nosotros debíamos quedarnos aquí —respondió el otro—, que recibiremos instrucciones para efectuar el ritual por nuestra cuenta.
—¿Qué?
—Yo estoy igual de impactado que tú. No sé qué es lo que tengo que hacer.
Al notar la desesperación en la voz del pelinegro, Tom se comió su mal humor contra el druida y decidió calmar a su pequeño.
—Tranquilo. Ya nos arreglaremos. —La voz suave del lobo, calmó de inmediato a Bill, quien cerró los ojos y suspiró.
—La nota decía algo más…
—Dime.
—Decía que era tiempo de despertar. —Bill abrió los ojos y fijó su mirada en Tom—. Es necesario, lo sé. Debo convertirme en un verdadero vidente para ayudar a Berlín con el ataque. Debo ayudarte de alguna manera, lo sé.
—Tranquilo, amor mío. Berlín tiene a la policía, al batallón de reserva y además, tiene al gran lobo guardián. —Sonrió coquetamente, logrando sacar una sonrisa a su pelinegro—. Yo te protegeré a ti y a los niños.
—Gracias, Tomi.
&
Una semana después, Bill repasaba la nota que sostenía en su mano, en la que se detallaban las instrucciones para que realizara el ritual en el patio de su propia casa. Tom le había ayudado con la gran fogata. Gustav había analizado las hierbas utilizadas, descubriendo un alucinógeno inofensivo, que al parecer le ayudaría a entrar en su estado de éxtasis. Georg y Sonja patrullarían los alrededores de la mansión, para evitar visitas sorpresas. Y su mismo hijo Adam, se encargaría de hacer sonar los metales, ayudado por Amanda, ellos estarían dentro de la casa, pues Pepe aún era inestable y no podían exponerlos a una mordedura del pequeño lobo oscuro.
Lo que a Bill le pareció más extraño, fue que le pidieron explícitamente la presencia de los tres lobos de su casa, obviamente todos estarían transformados, pues al pequeño Thomas le gustaba disfrutar de las noches de luna, Pepe no podía controlar los cambios y Tom debía estar ahí con toda su fuerza, listo para contener al hijo de la gran luna, en caso de que se volviera agresivo con Bill.
La hora había llegado y Bill se despidió con un beso en la frente de su hijo Adam y salió a la fría noche. Las luces del fuego se podían ver desde la ventana de la cocina, donde Amanda y su nieto estaban, listos para comenzar con su monótona tarea de hacer sonar el constante “ding” de los metales.
Tom abrazó a su amado y con una señal de su cabeza, permitió que Thomas cambiara de forma. El lobezno más pequeño corrió rápidamente hasta sus padres y olisqueó sus pies, pidiendo cariños detrás de sus orejas, cosa que Bill complació con gusto.
Se quedaron allí sentados junto al fuego, esperando a que la luna mostrara su poder y forzara el cambio en Pepe, quien ahora jugaba con las patitas de Thomas. Bill arrojó las hierbas al fuego, mientras el suave aroma a eucaliptus camuflaba el poder de las plantas ocultas. Giró hacia la ventana y con una señal de su mano, su hijo sonrió y comenzó a tocar los metales.
—Aahh. —Gimió Pepe y Tom se levantó del piso, para proceder a transformarse.
Era impresionante ver la forma loba de Tom, su pelaje gris brillaba con los potentes rayos lunares. Su fortaleza era notable y su fuerza, imponente. Bill disfrutaba cada vez que veía a su amado de esa forma, para él, era un símbolo de protección.
Pepe no pudo evitar cambiar también, pero a diferencia de su padre, su pelaje era oscuro como una noche sin luna y sus ojos eran tan rojos como la sangre. Cualquiera que lo viera sin saber quién era, juraría que era una criatura del inframundo, un enviado de Satanás. Pero para los Kaulitz, era un hijo más.
Tal vez, el humo de las hierbas intoxicó el cuerpo del lobo oscuro, porque en lugar de gruñir y salir corriendo, Pepe se echó frente a la hoguera y cerró los ojos. Thomas, pareció tener el mismo efecto que su hermano, pues se acercó hasta Bill y se acomodó allí, para cerrar los ojos y emitir un pequeño gruñido de gusto.
Bill miró a sus pequeños y giró el rostro, sonriendo al ver a su dulce Adam, concentrado en tocar los metales y de esa forma, continuar con el incesante “ding”. Tom llegó a su lado y le dio un lametón en la cara, sacando una pequeña risita en el pelinegro.
—Supongo que ya es hora —dijo en voz alta y Tom asintió.
Entonces, una ráfaga de viento cruzó la estancia. Tom se erizó cual felino y mostró los dientes. Era la presencia de Rolf.
«Es tiempo, Bill. Debes aceptar que ellos te necesitan. Todos necesitamos que despiertes. Los dioses te han enviado una señal y debes abrir los ojos para verla. Si no lo haces, muchos morirán»
La voz en el viento logró hacer que el vello de la nuca de Bill se erizara. Cerró los ojos y trató de concentrarse. Pensó en el agua, su elemento protector y de pronto, las ideas comenzaron a fluir.
«Yo soy agua, Pepe es luna, Rolf es viento, Tom es fuego, Thomas es tierra, estamos todos. Ya es hora… acepto el don, ayúdenme a ver» Suplicó en su mente.
De pronto el crepitar del fuego cesó, Bill abrió los ojos y estaba en el aire, muy, muy alto. Podía ver cosas a los lejos, quiso bajar, pero en esos instantes estaba en lo alto por una razón y debía grabar en su memoria lo que estaba viendo.
—¿Bill? —Oyó la voz más dulce que conocía—. ¿Bill, estás bien?
—¿Tomi? —susurró suavemente y sonrió.
—Abre los ojos, cielo. —El trenzado, ahora en su forma humana, también sonrió. Bill parecía estar ebrio, quizás se les había pasado la mano con las hierbas y nada había dado resultado, pero por lo menos lo habían intentado y con eso se sentía satisfecho.
—¡Tom! —Exclamó de pronto el pelinegro, abriendo los ojos de golpe y notando que la luz de la mañana estaba aclarando todo a su paso—. ¿Qué rayos?
—Creo que te dormiste, al igual que los niños.
—No. Fue todo lo contrario. —Se levantó de un salto y cogió un trozo de madera del fuego, tenía la punta quemada y le sirvió como el carbón para hacer un dibujo.
Tom observó sin entender mucho, para él solo eran líneas en un principio, hasta que de pronto, las cosas comenzaron a tomar forma.
—Hey. Conozco ese lugar. —Señaló uno de los rincones del dibujo, que Bill marcaba afanosamente sobre la tierra—. Llamaré a Geo. —Informó y salió corriendo de allí.
Amanda, quien había ayudado a acostar a los niños, unos momentos antes, salió al patio con una taza humeante de chocolate y se la ofreció al pelinegro.
—En un segundo, Amanda —dijo Bill, sin apartar la vista de su trabajo.
—Esto se parece a Berlín —comentó la mujer, señalando otro rincón del intricado dibujo que Bill hacía.
—¿De verdad lo crees? —preguntó Bill con una sonrisa, mientras continuaba trazando líneas y curvas.
—Sí, joven. Esa es la entrada principal por el oeste. Lo reconozco por este puente de aquí.
Bill no tenía idea si había dibujado puentes o no, pero si las demás personas podían comprender el dibujo, entonces el haberlo visto no fue en vano. Había un propósito para ello.
—¿Dónde está? —preguntó el sheriff acercándose al pelinegro.
Amanda se hizo a un lado y dejó que los hombres descifraran el trazado. Sonja llegó unos segundos después y asomó la cabeza para mirar. Tras meditarlo unos segundos, la mujer afirmó—. Es un mapa.
—¿Estás segura? —cuestionó Georg—. ¿De dónde?
—Ahí está la entrada oeste de Berlín —dijo Amanda, mostrando el mismo sitio—. Allí está el puente grande, antes de llegar a la puerta principal.
—Amanda tiene razón —contestó Sonja—. Pero miren esto… —Apuntó con la mano a unos puntos específicos.
—Es donde tenemos los puestos de observación —respondió Tom, pues él mismo había escogido esos lugares altos, para ver todos los valles aledaños al pueblo.
Cuando Bill dejó de dibujar, sonrió al ver como todos observaban el trazado con miradas interrogantes. Luego carraspeó y tomó tres rocas de debajo de un árbol y las ubicó en tres lugares diferentes dentro del mapa.
—¿Qué es eso? —preguntó Georg, dándose una idea de lo que diría.
—Estos son los puntos por donde entrarán los asaltantes —dijo con seguridad, pero de pronto su visión se tornó borrosa y sus piernas fallaron.
—¡Bill! —Alcanzó a escuchar el grito de su lobo y todo se puso negro.
&
Gustav arrugó el ceño y pasó la tela húmeda por la frente ardiente de su colega.
—¿Estás seguro que solo es cansancio y no alguna enfermedad?
—Sí, Tom, tranquilízate —respondió el rubio, sonriendo ante el nerviosismo de su amigo.
—¿Y por qué tiene fiebre?
—Seguro su cuerpo se cansó demasiado durante el ritual de la noche, es todo. No presenta ningún tipo de infección, si es eso lo que crees.
—Está bien, tú eres el médico —dijo el trenzado, tomando la mano de su pareja.
—Le llevaré los mapas a Geo y a la oficial Tappe.
—¿Qué mapas? —preguntó el lobo, un tanto desorientado.
—Cuando me mandaron a llamar, insistieron en que trajera unos mapas conmigo —contestó el rubio, alzando los hombros, la verdad él tampoco comprendía nada, excepto las ideas que tuvo cuando Tom le relató el desmayo de Bill.
—Oh.
—Te dejaré aquí. No te preocupes, de seguro Bill dormirá un par de horas. Yo regresaré al pueblo y tomaré su turno en el hospital.
—Gracias, Gustav.
El chico de gafas salió de la habitación y Tom volvió a humedecer la tela en agua fría, para limpiar el sudor de la frente de su amado.
Pasó una hora completa y el pelinegro arrugó el ceño—. ¿Tomi? —llamó con los ojos cerrados.
—Aquí estoy, mi amor.
—¿Lo viste? ¿El mapa? —preguntó aún con los ojos cerrados.
—Sshh, no pienses en nada ahora, cielo. Solo descansa. No has dormido nada, pese a lo que creí antes. Parece que estuviste en trance toda la noche y por eso tuviste la visión —relató el trenzado y sonrió—. Fue una visión asombrosa, Bill. Ahora podremos crear una estrategia casi perfecta. Salvaremos a Berlín.
—¿Casi perfecta? —Bill arrugó el ceño y abrió los ojos—. ¿Por qué no será perfecta? Dime, ¿en qué más puedo ayudar?
—Por ahora, solo me ayudarás si vuelves a dormir. —El lobo se acercó y besó delicadamente sus labios.
—Debo ayudar, Tomi.
—Lo harás, pero más tarde, ¿está bien? —Acarició su mejilla—. Ahora duerme o te haré el amor hasta que quedes agotado y duermas una semana completa. —Bromeó.
Bill sonrió y se lamió los labios—. ¿Es una amenaza o una invitación? —Cerró los ojos y bostezó—. Dormiré, cuida a mis bebés, por favor.
—Ellos están durmiendo ahora. Cuando despierten, vendremos a buscarte para comer. —Asintiendo, el pelinegro se resignó a caer en el mundo de los sueños.
&
Más tarde ese mismo día, un par de manitos jalaron el anillo de plata del dedo de Bill. El mayor sonrió, sabía que el pequeño Thomas siempre tironeaba su joya brillante, sin poder moverla de su mano.
—¿Qué haces, cielo?
—Papi, ven comer —respondió Thomas, tratando de subir a la gran cama para abrazar a su padre.
—¿Dónde está Kami, bebé?
—Aquí estoy, joven Bill —contestó la jovencita, cuando Thomas la señalaba con la manito—. Le traje ropa limpia. ¿Quiere seguir descasando o quiere bajar a comer?
—Ven comer, papi. —Pidió Thomas, sacando otra sonrisa del pelinegro.
—Bajaré a comer con los demás, gracias Kami —dijo, sentándose en la cama, para quitarse los restos de sueño—. ¿Me esperas, cielo? —preguntó directamente a su hijo menor, quien asintió.
—Shiiii.
—Me retiro —dijo la doncella y dejó la habitación.
Thomas la siguió con la mirada, hasta que la puerta se cerró y sonrió feliz de la vida.
—¿Te gusta Kami, verdad? —indagó el mayor.
—Shiii, guta mucho —respondió con toda la inocencia de un niño.
—Tienes que proteger a Kami.
—Shiii. —Rió el pequeño y abrazó a su papi como un koala.
Después de cambiarse, bajó a la cocina con su pequeño en brazos. Pese a que la mansión Kaulitz contaba con un comedor gigantesco, la familia siempre comía en la cocina, pues era un sector más cálido por la gran estufa a leña que siempre estaba encendida.
—Bienvenido, amor. —Saludó Tom, acercándose a robar un casto beso en los labios de su pareja—. ¿Dormiste bien?
—Como un oso —respondió con una sonrisa.
—Perfecto, porque ahora comerás como un oso. Amanda cocinó tu plato favorito.
—Gracias querida Amada —dijo el pelinegro, dando un beso en la mejilla de la anciana.
—Se preocupó mucho por tu desmayo de la mañana —murmuró el trenzado y una vez más, Bill se acercó a la mujer.
—Solo estaba fatigado, ya estoy mucho mejor.
—Yo me quedaré tranquila si te comes todo lo que preparé para ti. —Pidió la mujer.
—Lo haré.
Comieron como siempre, entre las risas de los niños, los chismes del pueblo que Amada repetía de los mercaderes y las miradas coquetas de los jefes de familia.
Una vez terminaron y ayudaron a la más vieja con la vajilla, Tom invitó a Bill al jardín, a sentarse bajo la hermosa vid. Se acurrucaron, pues el clima todavía era frío, aunque las lluvias habían cesado y se tomaron de las manos.
—¿Cómo te sientes, Bill? —preguntó el lobo y de inmediato agregó—. Sabes que a mí no puedes mentirme.
El aludido sonrió y respondió—. Estoy bien. Tenías razón, solo estaba agotado, pero ya estoy como nuevo. ¿Por qué? —Levantó la vista y besó los labios del otro—. ¿Vas a cumplir tu amenaza-promesa de esta mañana?
—Mmh, lo pensaré —respondió el lobo y agregó—. Me encantaría hacerte el amor, pero debo pedirte algo. —Al ver como Tom cambiaba su semblante tranquilo a uno de preocupación, Bill hizo lo mismo, adoptó una postura a la defensiva.
—¿Qué pasa, Tom?
—Es acerca del mapa y del ataque —contestó, quizás demasiado rápido, poniendo más nervioso al pelinegro.
—¿Qué hay con ello?
—Mañana por la tarde, Georg, Sonja, John y su hijo vendrán.
—¿A qué?
—Quieren que les cuentes todos los detalles que viste durante el ritual —dijo el trenzado, pero Bill sabía que había algo más.
—Creo que todos los detalles están en el dibujo —respondió el pelinegro y arrugó el ceño—. ¿Por qué mejor no me explicas lo que te preocupa, Tomi?
—Primero, quiero que sepas que toda la información que nos has dado ha sido extremadamente valiosa, Bill —relató el lobo—, pero a la vez, los últimos datos me han puesto en alerta, porque podemos tener un fallo en nuestro plan de defensa.
El menor arrugó el ceño—. Explícate.
—Desde que me contaste que ellos atacarían en tres grupos, no he podido estar tranquilo.
—¿Por qué? Creí que nuestra defensa era muy fuerte —comentó Bill.
—Y lo es, pero si lo analizas bien, solo somos dos frentes defensivos, Bill, el grupo de la policía, liderado por Georg y el batallón de reserva que yo entreno.
—Queda un punto indefenso… —susurró el pelinegro y comprendió el malestar de su amado.
—Exacto.
—Dios mío, cada grupo es muy numeroso, lo sé por la cantidad de caballos que vi y si uno de esos grupos entra a cualquier parte del poblado, mientras los hombres no están, habrá…
—Una mortandad. —Tom finalizó la idea del otro y empuñó una mano—. Lo sé.
—No podemos permitirlo, Kami está aquí.
—Lo sé… Los niños se han fortalecido, pero Pepe no puede cambiar a voluntad y tampoco se puede confiar en su reacción en una situación de estrés, podría atacarlos a ustedes, sin darse cuenta. Y Thomas, aún es un cachorro de lobo, no podemos arriesgarnos.
—Tienes razón, Pepe se ve amenazador en su forma de lobo, pero no podemos confiar en él, todavía. Aun así, no sería suficiente.
—Había pensado enfrentar a un grupo yo solo, como lobo, pero Georg no lo aceptó.
—No, no podemos delatar tu presencia. Si uno de ellos se escapa, vendrían cazadores, estoy seguro de ello.
—Lo sé, por eso desechamos esa idea.
—¿Qué podemos hacer, Tomi? Dime… ¿en qué te puedo ayudar?
—Si tan solo pudiéramos saber si van a atacar todos a la vez, sería una gran ayuda… Seguramente eso es lo mismo que te pedirán los demás, que trates de ver qué punto atacarán primero, para detenerlos y reubicar las tropas en el siguiente sector, para tener refuerzos y así enfrentar a los tres grupos y derrotarlos.
—Lo haré —dijo con resolución—. Esta noche repetiré el ritual y buscaré más detalles. Haré lo que haga falta para que salgamos triunfantes.
—Bill… —Tom se sentó de frente y sujetó a su pareja por ambos hombros—. No quiero que te exijas demasiado, ¿está bien?
—No lo haré.
—No mientas. —Advirtió—. Con el ritual de anoche quedaste agotado, hasta el punto de desmayarte. No quiero que pase lo mismo.
Bill se mordió el labio, él tampoco sabía que estar efectivamente en trance lo agotaría tanto, pero mantuvo su postura—. Haré lo posible, es lo único que puedo ofrecer. Todavía no sé cómo controlar este don, así que ni siquiera sé si resultará esta noche. Pero te haré caso, no arriesgaré mi salud, pero daré mi mejor esfuerzo.
Una ráfaga de aire pasó por su lado y Tom sintió la presencia del sacerdote druida, quien susurró en sus oídos—. Todo estará bien. Yo los ayudaré.
&
Bill repitió el ritual esa noche y al día siguiente se relajó, durmiendo en la gran cama, abrazado de su amado lobo.
Por la tarde, llegaron John y su hijo, seguidos del sheriff y la oficial Tappe. Amanda les sirvió té caliente y todos se sentaron en torno a los dos mapas que Sonja había puesto en la mesa de centro.
Los hombres hablaban de la estrategia que querían utilizar, con un combate frontal, pero Tom se mantuvo en silencio y luego alzó la voz.
—Creo que lo mejor será emboscarlos. —Todos levantaron la vista al lobo, quien se tocaba la barbilla, meditando una vez más en su idea original—. Ahora que ya sabemos que serán estos tres puntos los focos del ataque. —Señaló con el dedo los lugares marcados originalmente por Bill—. Creo que debemos mantener la vigilancia y apenas recibamos la señal de los vigías, apostamos los hombres en este punto. —Marcó unas elevaciones rocosas—. Y cuando se acerquen, caemos sobre ellos. Estaremos en altura y el sol los dejará momentáneamente ciegos, por tanto, tendremos la ventaja, si el efecto sorpresa nos ayuda, podremos terminar la batalla en un solo día y evitar bajas y fugas.
—Es un plan ideal, salvo por un pequeño detalle —comentó el castaño—, podríamos utilizar tu estratagema, solo en dos lugares a la vez. Nos falta gente para formar un tercer grupo.
—Es cierto. —Agregó Sonja, con el ceño apretado.
—Aquí —dijo el pelinegro, quien se había mantenido en silencio durante toda la explicación. Tomó su taza de té y la puso sobre uno de los puntos anteriores—. Aquí será el primer ataque. Este grupo, no es tan numeroso, pero es el primero, estoy seguro.
Tom sonrió, Bill lo había logrado. Con ese pequeño dato, les estaba dando la certeza de que podrían ganar la batalla.
Continuaron hablado de estrategia, mientras el pelinegro les daba uno que otro dato interesante, como por ejemplo, que ellos tenían hambre, pues venían cabalgando desde lejos.
Finalmente, cuando todos estaban exhaustos, el hijo de John preguntó—. ¿Por qué mejor no pides ayuda a una estación policial vecina, sheriff Listing?
—¿Y qué les digo?
—Que seremos atacados por tres grupos poderosos de bandidos. Es la verdad —respondió el joven, mientras los demás arrugaban el ceño.
La oficial con más calma se acercó al chico y dijo—. Ellos no saben que contamos con la ayuda de Bill. Si supieran sobre sus visiones, con todo el alboroto de la inquisición, ¿te imaginas lo que pasaría?
—¡Dios nos libre! —Exclamó su padre.
—Lo quemarían en la hoguera —respondió bajando la mirada, avergonzado de sus palabras—. Lo siento, no fue mi intensión proponer algo tan descabellado.
—Tranquilo, no pasa nada. —Las palabras de Bill, llenas de calma, lograron tranquilizar a todos los presentes, y otra vez Tom notó que con la simple influencia de su amado, todos respondían a sus peticiones.
—Ganaremos. —Afirmó el trenzado—. Estoy seguro que sí.
Todos asintieron. Bill sintió que su pecho se llenaba de orgullo, estaba ayudando, por fin había aceptado el don y este había dejado de convertirse en una carga, en una maldición, para volverse un poderoso aliado contra las fuerzas del mal y se preguntó si sería “aquella”, la batalla tan terrible que le tocaría vivir. Pero al pestañar, la imagen en su mente de un par de ojos rojos le hizo estremecer. ¿Qué rayos significaba eso? Era algo que averiguaría muy pronto.
& Continuará &
Bien, Bill ya es todo un vidente, ha podido buscar las señales y las ha utilizado para salvar a su pueblo completo de esa banda de bandidos. ¿Pero qué es esa nueva visión que lo atormentó? ¿Será algo bueno, algo malo? Pronto lo sabremos. Solo queda un capítulo para el final del intermedio. Espero les guste. Besitos y gracias por venir.