Travesuras en el Laboratorio 11

Sé que quieren un capítulo hot como el anterior, pero debemos centrarnos en la parte principal de este Especial, así que los invito a leer este capi con un toque más emotivo. Besos a todos y gracias por sus visitas y comentarios.

Travesuras en el Laboratorio” Fic Twc de MizukyChan

Capítulo 11: Trabajo Concluido

&   Día cuatro   &

CereBrill abrió los ojos lentamente, sintiendo la mano de Tomi alrededor de su cintura y una punzada agradable en el trasero. Sonrió sin poder evitar recordar la noche que había pasado con su hermano. A lo lejos, pudo divisar la bella planta morada y hubiera jurado que la escuchó reír.

«Parece que en verdad me estoy volviendo loco»  Pensó y arrugó el ceño.

«Como una cabra»

Brill abrió los ojos de golpe. Sabía que no estaba loco, que eso de oír voces no era lo suyo. Algo había de raro con esa planta. Y tendría que descubrirlo.

¿CereBrill?   —La voz somnolienta de Tom, le hizo cosquillas en la base del cuello.

¿Ya despertaste?   —preguntó el menor.

Mhm, sí. —Tomi se acercó y dejó un suave beso en el hombro desnudo de su gemelo—. ¿Estás bien?  —cuestionó, porque sus ojos vieron directamente un dildo con el que estuvieron jugando la noche previa y era mucho más grande que su polla.

Sí, perfectamente   —contestó de prisa el rubio menor.

¿Y aquí?  —Insistió, llevando la mano al redondo y pequeño trasero de Brill—. ¿No te duele?

Al notar la preocupación en el tono de Tomi, Brill giró y abrazó por completo al chico, mostrándole una sonrisa tierna y sin rastro de arruga entre sus cejas. Ese era el CereBrill que solo Tomi conocía, el que no gruñía, a no ser que fuera por puro placer y lujuria.

Estoy bien. Anoche lo que hicimos, fue maravilloso.

¿En serio?

Nunca te mentiría, Tomi, no con algo como esto. —Juntó sus rostros y compartieron un beso largo y húmedo—. Será mejor que vamos a darnos una ducha. Estoy muy pegajoso.

Tomi asintió y juntos salieron hacia el cuarto de baño, encontrando a los G’s, incómodamente acostados en la bañera vacía.

¡DESPIERTEN!  —Gritó CereBrill, con un tono de muy mala leche. Los científicos casi perdieron la vida por el susto.

Queremos darnos una ducha. —Anunció Tomi, dejando sus antenas en el mueble, ya que era lo único que traía puesto. Él y su hermano, estaban totalmente desnudos.

Gustav se puso completamente colorado y cogió sus gafas—. Yo prepararé café. —Se puso de pie y acomodó la ropa que tenía puesta.

Por su parte, Georg continuaba cubierto solo con una toalla en la cintura y no quería abrir los ojos; uno, por vergüenza y dos, porque tenía un dolor en el cuello de los mil demonios.

¿Y bien?   —CereBrill alzó una ceja, intentando presionar al castaño.

Ya voy. ¿Me das una mano?  —Pidió, tratando de levantarse. Tomi corrió hasta el borde del jacuzzi y le ofreció la suya.

Vete preparando, papi Geo. Hoy debemos concluir el trabajo. —Informó el rubio menor, sin rastro de broma en sus facciones. El castaño, solo atinó a asentir y se retiró del lugar.

No seas tan brusco con ellos, CereBrill —dijo Tom, rodeando al rubio por la cintura, juntando sus frentes—.   Los asustas.

Esos humanos tienen mucho potencial, Tomi, pero son como niños y si no los presionamos un poco, no terminaremos nunca con la ayuda para Robert. Nos estamos distrayendo con mucha facilidad. No entiendo la razón.

Quizás sean los dones de Ger   —comentó inocentemente el rubio mayor.

¿Quién es Ger?  —cuestionó una vez más Brill, pero esta vez ya conocía la respuesta, pero necesitaba este pequeño aliciente, para que su gemelo le contara todo sobre esa condenada planta.

Ger es la planta del tío Gus, tiene otro nombre, pero es muy difícil de decir.

¿Y tú sabes qué dones tiene la planta del tío?

Sí, a ella le gusta que todos nosotros nos pongamos a entrenar.  —Brill arrugó el ceño—.   Ya sabes, como lo que hicimos anoche.

Una silenciosa “o” se dibujó en la cara de Brill, quien siguió escuchando atentamente, todos los detalles que Tomi le contó sobre los afrodisiacos dones que tenía Gertrudis.

&

Cerca de las nueve de la mañana, los G’s llamaban a todos a comer el desayuno, consistente en más pizza con queso extra. Debían cambiar esa dieta o terminarían todos con sobrepeso. A menos que Ger, los hiciera ejercitar el doble y así quemar las calorías.

Brill se encargó de preparar un jugo de naranjas para su Tomi, en lugar de darle café, ya que todos en el laboratorio habían experimentado en carne propia, los estados de euforia que le daban a causa de la cafeína, ya fuera por gritos ensordecedores en pleno oído o por abrazos rompe-huesos. En resumen, era mejor prevenir que curar.

Al terminar con la comida, se sentaron todos en semi-círculo y se miraron a la cara.

Debemos terminar con el trabajo hoy mismo.   —Mandó Gustav.

Es cierto —agregó Brill, asintiendo—. Tenemos todo listo, solo nos queda afinar los detalles y hoy podremos decir que hemos concluido la tarea. —Arrugó el ceño, meditando y agregó—.   Pero para ello, debemos concentrarnos.

Sí, enfoque, enfoque, enfoque —Geo, repitió tres veces, como hacían él y Gus cuando aun estaban en la universidad.

Debemos deshacernos de los estorbos, para centrarnos en nuestra labor. —Brill achinó los ojos y su tono de voz sonó tan molesto, que los G’s y Kazy se tensaron.

«¿Acaso hablará de mí?»  Se preguntó cada uno de ellos, olvidando por un momento que cada uno tenía un papel sumamente importante que desempeñar en el proyecto. Y es que la mirada llena de enojo y la voz de CereBrill, hacía temblar a cualquiera.

Pero lejos de acusar a sus colegas, Brill pensaba directamente en la planta de lavanda. Debía deshacerse de ella, si no querían acabar a medio día follando como conejos, dejando el trabajo en el olvido. 

Tomi, toma esto.  —El rubio menor cogió las antenitas de abeja y las puso en la cabeza de su hermano—.   Toma a Gertrudis y ve con ella al patio, a polinizar.

¡Sí, CereBrill!  —Tomi se puso muy contento y corrió al rincón del laboratorio a tomar en sus brazos, la maceta de la bella plantita morada.

Ger necesita hacer fotosíntesis y el sol del jardín será perfecto para sus hojas. —Terminó el ex roedor, cogiendo también una pequeña jardinera—. Con esto podrás regar sus hojitas, Tomi, huméctala bien.

¡Sí!  ¡Esto será como un día en el parque, Ger!  —Exclamó fascinado el rubio, quien había retomado su actitud de abeja.

 

Cuando el chico terminó de salir del salón central del laboratorio, Kazy agarró las ropas de CereBrill y por poco lo alzó del suelo—. ¡¿Qué demonios te pasa?!  —Lo regañó y estuvo a punto de golpearlo, de no ser por la intervención de Georg.

Calma, Kazy.  —Alejó al rubio del felino y luego se puso frente a él y gruñó—. ¡¿Qué demonios te pasa?!

Suelten a CereBrill, él tiene un punto para lo que ha hecho —comentó Gustav, quitando al rubio, de manos de su colega—.  ¿No es así, CereBrill? ¿Por qué tú no crees que Tomi sea un estorbo, verdad?  —La última pregunta la dijo con los dientes y los puños apretados y Brill abrió los ojos como platos.

¡¿Qué?!  —El rubio miró a todos los presentes—. ¡¿De qué rayos me están acusando?!

Kazy dio un paso al frente y achinó los ojos, desafiándolo—. Fuiste tú mismo quien dijo que había que deshacerse de los estorbos, para terminar el trabajo. ¿Fue por eso, que mandaste a Tomi a polinizar al jardín?

¡¿Qué?!  —Brill empuñó las manos—. ¡Están absolutamente locos! Tomi jamás sería un estorbo para mí, es mi gemelo, joder, es parte de mí, somos igualitos. —Utilizó la misma frase de Tomi y sus ojos brillaron. Kazy y los G’s lo notaron y relajaron sus expresiones de odio.

¿Entonces, a qué te referías?  —indagó su padre.

¿A quién querías sacar de en medio?    —Agregó Kazy.

¿Quién es el estorbo?  —Terminó Gus.

La jodida planta   —respondió el rubio, sorprendiendo a todos los presentes.

¿La, la plan…?    —Georg tartamudeó, porque Gustav estaba en total shock.

¿Gertrudis? ¿Mi Gertrudis?  —El rubio de gafas, tenía una mano en el pecho—. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?

Todo empezó… —Y fue así, como CereBrill relató a los presente, todo lo que su Tomi le había contado sobre la lavanda, y sus dones afrodisiacos intensificados mediante el invento de los G’s.

Cuando su charla acabó, todos estaban con los ojos muy abiertos, las mejillas encendidas y una cara de espanto, dignas de fotografía.

¡Esa jodida planta!    —Gruñó el ex gato—.   Le voy a sacar todas las flores.

¡NO!   —Gritaron Gus y Brill a la vez.

¿Qué?  ¿Por qué la defienden?  —preguntó Geo, sorprendido, sobre todo por la actitud de su hijo.

Si le hacen algo a la lavanda, Tomi sufrirá, ¿no has visto que se lleva a las mil maravillas con Ger?  —contestó el rubio con seriedad.

CereBrill tiene razón. —Admitió el de gafas—. Además, me encanta el aroma que tiene.

Claro que te gusta, es una droga, estúpido. —Gruñó el felino, dándole la espalda a los chicos—.   ¿Y ahora qué?  La planta ya está en el jardín.

Pongámonos a trabajar.   —Mandó CereBrill, a lo que todos asintieron.

Georg se puso a buscar entre unos cajones, hasta que dio con un envase de colores y se dispuso a salir.

¿A dónde vas?  —preguntó Gustav.

Le pondré bloqueador solar a Tomi, no queremos que se queje por la noche de las quemaduras. —Sonrió como un padre preocupado—. Además, quiero decirle que no hable con nadie. Nunca se sabe si habrá algún pedófilo por las calles.

No es un niño   —comentó el de gafas.

Pero actúa como uno.   —Al decir eso, Gus asintió, dejándole salir al patio.

&

Por la tarde, con grandes suspiros, los ex animales terminaban con la última prueba del simulacro.

Está listo   —dijo CereBrill, dando por finalizado el experimento.

No puedo creerlo.  —Anunció Georg, quien había estado pegado a la pantalla, siguiendo el trabajo del rubio—.   Salvaremos a mi hermano.

Salvaremos a Robert. —Brill afirmó y por primera vez en toda la semana, sonrió ante ellos.

Voy por Tomi   —dijo Kazy y salió del salón.

Y yo llamaré a David para agendar la operación.

El castaño, vio como todos siguieron moviéndose y sus ojos se llenaron de lágrimas. No podía creer que podría hacer algo para ayudar a su hermanito pequeño. Cuando había caído en coma, no tenía ni la más mínima idea de qué hacer para despertarlo y eso le destruyó el alma. Sin embargo ahora, sus colegas y sus mascotas le había prestado sus mentes brillantes, para ayudar con este invento que le daría una nueva oportunidad a Robert, la oportunidad de seguir respirando. Y quién sabe, tal vez un día, podría despertar de ese sueño en el que se encontraba.

No te desanimes, papi Geo —susurró CereBrill dándole un ligero apretón a su hombro—.   Todo saldrá bien.

La verdad es que CereBrill también estaba consciente de que el experimento teóricamente funcionaría, pero en una situación real, cualquier cosa podría salir mal y la fatalidad podría terminar llevándose la joven vida de Robert. Y aunque por fuera no lo demostrara, Brill estaba muy asustado. Temía no poder cumplir la promesa que le hizo a Tomi de salvar a Robert.

&

David Jost pasó cerca de las nueve de la noche por el laboratorio, para recoger los nano-robots y proceder con la esterilización, ya que al día siguiente a las ocho de la mañana, se realizaría la operación del pequeño Robert.

Tom Kaulitz estaría allí para explicar a los familiares y amigos, paso por paso, lo que se realizaba dentro del quirófano. El pediatra se ofreció para realizar la cirugía él mismo, ya que estaba familiarizado con el experimento y sin alardear, era uno de los mejores en su campo. Pero por políticas del hospital, el médico de cabecera de los Listing seguiría con el procedimiento.

Optaron por quedarse todos en la planta superior y tratar de dormir un poco, alejados de los “dones” de Gertrudis. Sin embargo, la tensión tenía al grupo completamente despierto.

Tomi se abrazó a la espalda de su gemelo y susurró—. ¿CereBrill?  —Lo movió—. ¿Estás dormido?

No, Tomi, no estoy dormido.

Esta tarde, Ger me enseñó algo que nos puede ayudar.

El resto de los presentes se tensó al oír el nombre de Ger y creyeron que Tomi saldría con alguna sugerencia de tipo sexual.

Ella me dijo que juntara las manos así. Mírame, CereBrill. —Lo obligó a voltearse y ver como unía las palmas de sus manos y luego cerraba los ojos.

¿Qué haces?

Se llama “oración”. Escúchame. Ángel de la guarda dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. Y tampoco desampares a Robert, porque aun tenemos que salir con él a comer un helado de fresas, cuando salga del hospital. Amén.

Gustav apretó la mano de su amigo, bajo las mantas y sonrió al ver como una lágrima salía de los hermosos ojos de su amigo, porque sabía que esa lágrima no era de tristeza, era de esperanza y amor, algo que sus mascotas le habían enseñado estos últimos días.

&   Continuará   &

¿Cómo saldrá la operación? ¿Qué hará el resto de la gente al ver tantos “Tom Kaulitz” en el hospital? ¿Volverán a ir todos disfrazados? ¿Podrán estar tranquilos durante la operación o harán alguna locura? No se lo pueden perder. Son los últimos capítulos de este especial. Besos y si quieren hacerme feliz, vayan a comentar.

Escritora del fandom

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