“Travesuras en el Laboratorio” Fic Twc de MizukyChan
Capítulo 13: Cirugía
& Día cinco &
El doctor Tom Kaulitz guió a Georg hasta la habitación de Robert y le dejó entrar solo, para que tuviera algo de intimidad con su hermano, ya que, por negativo que pareciera, esa podía ser la última vez que le viera con vida.
—Hola, pequeño. —Saludó apenas en un susurro—. Te ves bien. —Mintió. Quiso acariciar la pálida frente del menor, pero su mano temblaba demasiado por el sentimiento de impotencia que le producía ver a su hermanito conectado a todas esas máquinas—. Mamá llegará durante el día, así que debes ponerte bien para saludarla.
Se quedó allí unos minutos, hablando cosas sin sentido, sin saber a ciencia cierta si Robert le oía o no. Él no era médico, pero los doctores siempre alentaban a conversar con los pacientes en estado de coma.
Cuando por fin se animó a sujetarle la mano, sus temblores desaparecieron. Con una gran sonrisa, comentó—. Si sales de esta, hermanito, tendremos que salir a tomar un helado de fresa con Tomi y Brill. ¿Te acuerdas de ellos? Son los ratoncitos que me regalaste. Oh, además tendremos que llevar a Kazimir, el gatito negro, él es muy celoso de mis ratoncitos, por eso tendremos que invitarlo al paseo.
Georg creyó que Robert estaba feliz con sus palabras, así que le contó a grandes rasgos, que el experimento de ADN, había hecho un milagro con los animalitos y que querían conocerlo en persona. Obviamente, omitió los detalles pornográficos de la historia, pero estaba conforme de haberle contado que sus mascotas, ahora eran parte de la familia.
—Señor. —Una voz se oyó, junto con el movimiento de la puerta—. Es hora de preparar al paciente.
El castaño asintió y un nudo muy grande se instaló en su garganta. Salió de la habitación y fue abrazado por Kazy. Tom miró la escena y apretó los puños. Una de las razones por las que estudió medicina, fue por las constantes enfermedades que su querida hermana sufrió cuando era pequeña. Él adoraba ayudar a los niños, pero odiaba tener que afrontar ese tipo de reuniones con los padres y familiares de los pequeños, en momentos tan decisivos como una operación.
En cosa de minutos, una camilla salió del cuarto de Robert, llevándolo con el vestuario necesario para su estadía en el quirófano.
—¿Y ahora qué? —preguntó Georg.
—Ahora iremos a la sala que Jost preparó. Es un quirófano especial, utilizado solo cuando hay operaciones en conjunto. Estaremos por sobre ellos, viendo toda la operación, de ese modo ellos podrán hacernos las preguntas necesarias si surge algún fallo con los nano-robots. Y también podré intervenir yo, si pasa alguna emergencia, cosa muy improbable.
—Nada malo sucederá con los nano-robots, solo hay que instalarlos en los lugares específicos y cuando toda la operación esté terminada, Gustav los activará.
—Lo sé, por eso te digo, todo estará bien. Esta operación está destinada al éxito. —Aseguró el trenzado, con una sonrisa.
Emprendieron la marcha y al llegar al ascensor, se encontraron con Gustav y los gemelos. El rubio de gafas tenía una expresión de tristeza en el rostro y su colega castaño lo abrazó.
—Me alegra que estés bien.
—Lo siento, no quise ser otra carga para ti.
—Estabas tan o más tenso que yo, olvidemos todo y vamos por Robert, ¿sí?
—Claro.
Al llegar al lugar, Georg se puso verde. Miró por los cristales y notó que la mesa de operaciones estaba justo en el centro y que seguramente, ellos verían todo, eso incluía sangre, bisturíes, y otros objetos cortantes que no le gustaban para nada.
—Oh, por Dios —susurró y a tientas retrocedió hasta chocar con una butaca y se sentó.
Gustav procedió a abrir su portátil y revisó una vez más la locación que debían tener cada uno de los nano-robots que insertarían en los pulmones del niño.
Los gemelos estaban nerviosos, al igual que Kazimir, su instinto les llevaba a desconfiar de esos olores a desinfectante. La cola del felino comenzaba a erizarse y hacerse más esponjosa bajo el abrigo del pelinegro.
—¿Estás bien? —preguntó el pediatra al notar que el extraño efecto.
El moreno no contestó, solo bajó la mirada y apretó los puños.
—Creo que no es buena idea que ustedes estén aquí —dijo, haciendo alusión a la pareja de rubios, que estaba sentada en un rincón, mirando el piso—. Se están estresando.
Georg giró el rostro para ver a sus hijos, si él siendo humano estaba terriblemente nervioso, sus pobres animales debían estar en estado de pánico, en ese lugar.
—¿Por qué no los llevas a comer algo, Kazy? —Sugirió Tom Kaulitz y procedió a sacar su billetera—. Ellos no tienen idea de cómo funciona el mundo, pero al parecer tú conoces más de él. —Le guiñó el ojo y le extendió unos cuantos billetes—. Compra algo en la cafetería, haz que coman y sácalos a dar una vuelta por el jardín. No dejes que hablen con extraños y si alguien dice que son muy parecidos o “clones” —dijo realzando la palabra, con comillas imaginarias—, diles que son primos y nada más, ¿ok? Toma esto, es mi celular.
—Sé lo que es. —Gruñó Kazy, cogiendo el moderno aparato.
—Te llamaremos cuando todo termine.
Los rubios miraban como conversaban, ignorándolos por completo y eso molestó al menor de los gemelos, quien se puso de pie y caminó hasta el trenzado y le dio un leve empujón en el hombro.
—¿Quién te crees? Vine a apoyar a mi padre, tú no me vas a sacar de aquí.
Tomi no entendía nada, pero se puso junto a su maquillado hermano y agregó—. Nos quedamos con papi, Geo.
Una vez más, el castaño se sintió conmovido por el amor y la lealtad de sus pequeñas mascotas, pero también comprendía el punto del pediatra, así que actuó como padre responsable y se acercó a sus hijos.
—Tom tiene razón, niños. —Los rubios giraron y lo miraron con cara de duda—. Es mejor que estén afuera, mi madre llegará en cualquier momento y estará perdida, tienen que encontrarla y decirle dónde estamos, ¿está bien? —No era del todo una mentira, su madre llegaría al hospital, pero no hasta la tarde, sin embargo, esa era una forma de hacer que sus mascotas no se sintieran excluidas de todo el proceso. Era por su bien—. Te enviaré una foto. —Sacó su propio móvil y envió una fotografía de su madre al celular de Tom, que vibró en manos de Kazy, revelando la imagen de una mujer de cabello castaño y vivaces ojos verdes, iguales de los de Georg.
—Nos haremos cargo. —Anunció Kazimir y tomando la mano de Tomi, lo sacó de la sala. Brill los siguió de cerca, con el ceño fruncido y sintiéndose muy mal, por no haber aguantado la presión de estar allí.
CereBrill decidió que cuando conquistara el mundo, la gente no sufriría, y las operaciones no serían terribles. Sí, era una buena idea, haría una nota mental para cuando lograra su cometido principal, cuando el mundo le perteneciera, los hospitales serían lugares cómodos y no olerían tan mal.
Caminaron de regreso al ascensor y, siguiendo las instrucciones de Tom Kaulitz, el felino presionó el botón de la primera planta, donde se hallaba la cafetería.
Kazy cogió el brazo de Tomi y caminó con tranquilidad hasta el estante que tenía una no muy variada cantidad de comida—. ¿Qué quieres comer, Tomi?
Al ex roedor le brillaron los ojitos y Brill no pudo menos que sonreír. Kazimir notó la mirada perdida del menor de los rubios y se acercó hasta su oído para susurrar—. Deberías comer algo también.
De inmediato, Brill arrugó el ceño y enfrentó al pelinegro—. ¿Por qué haces esto?
—Me gusta mucho la psicología, y sé que si no comes algo, con el estrés que tienes encima, terminarás vomitando bilis y preocuparás a Georg. El pobre no necesita más tensiones, ¿no crees?
—Es cierto. —Brill recordó el episodio que vivió el tío Gus, hacía un rato y tampoco quería provocar más problemas. Él ya había hecho su parte al ayudar con los nano-robots, ahora todo estaba en manos de los médicos.
—Eso tiene buena pinta —dijo Tomi, señalando un pastel con cubierta oscura.
—Mmm, chocolate. —Agregó Kazy, saboreándose los labios—. Yo pediré uno de los mismos. ¿Y tú, CereBrill?
Brill recordó lo bien que sabía el chocolate, o más bien el lubricante de chocolate, en la polla de Tomi y se ruborizó por completo.
—Yo… yo también quiero más chocolate —balbuceó y Kazy le dio un leve empujón.
—¡Deja de pensar cosas guarras!
—¿Qué, cómo?
—Estás rojo como tomate, es obvio.
Tras pedir sus órdenes, Kazy sacó los billetes necesarios y pagó. Se retiraron con sus bandejas a una de las mesas cercanas a la ventana y entonces, el menor de los gemelos preguntó.
—¿Cómo es que sabes tanto de los humanos?
—Soy mayor que tú, CereBrill.
—Pero también eras un animal, Kazimirrrr —dijo el nombre felino, arrastrando las letras, para probar su punto.
—Sí, pero a diferencia de ustedes “ratas de laboratorio”, yo vivía fuera. —Sus ojos se tornaron brillantes—. A mí me gusta explorar, vivir la vida y ver…
Brill notó el tinte sexual que el gato usó con la última palabra y soltó—. Eres un voyerista.
—Sí —respondió sincero y sin ninguna vergüenza.
—¿Qué es eso? ¿Qué es voyerista?
—Olvídalo, Tomi, come tu pastel —comentó su hermano.
—Ya me lo comí.
Los dos chicos idénticos, abrieron grandemente los ojos y voltearon hacia Tomi, quien efectivamente, había acabado con su trozo de pastel y tenía rastros oscuros en la comisura de sus labios.
—Dios mío —susurró el moreno y luego se largó a reír.
—Tomi… —Brill acunó la mejilla del ratón y sonrió—. Te ves tan lindo así. Toma, cómete el mío. —Le acercó su trozo de torta y observó con una sonrisa, como el rubio devoraba su porción también.
—Y el mío también. —Kazy también movió su plato al chico.
Después de un rato, Brill y Kazy, bebían una soda, mientras que Tomi se había quedado demasiado callado en su lugar.
—Ay… —La voz de Tomi salió como de ultratumba y los otros dos se giraron.
—¿Estás bien? Estás sudando. —Kazy tocó la frente del chico y la notó fría—. No es fiebre.
—Me duele.
Los ojos de Brill se abrieron y su expresión se alteró. Estaba desesperado—. ¿Qué te duele, Tomi?
—Aquí. —Tenía ambas manos en su vientre, haciendo presión.
Entonces, el felino se puso a reír, enojando al ratón menor—. ¡¿Qué demonios te pasa?! No ves que está sufriendo.
—Solo tiene indigestión, CereBrill.
—Oh… —Brill respiró más aliviado—. Tomi, es porque comiste mucho pastel. Solo debemos llevarte a un baño y eliminar el problema.
—Mira, Tomi. —Kazy señaló un rincón de la cafetería que tenía la señal de “Servicios Higiénicos”—. Debes ir hasta allá y hacer tus cosas. Nosotros te esperaremos aquí.
—Si necesitas ayuda, grita muy fuerte, Tomi. —Pidió Brill, quien quería ir con su gemelo, pero la fuerte mano del gato lo sostenía, impidiéndole moverse.
—Está bien. —Tomi se levantó lentamente y caminó, un poco encorvado hasta los baños.
—¿Por qué no me dejaste ir? —Gruñó el roedor.
—Porque en este mundo, CereBrill, la gente no va acompañada a los baños, a no ser que seas mujer —comentó alzando una ceja—. Recuerda que no debemos llamar la atención, ya es suficiente que todos nos parezcamos, ¿no crees?
—Tienes razón.
&
Cuando Tomi terminó de hacer sus cosas, salió del cubículo y se lavó las manos. Había un gran espejo y se quedó viendo su imagen allí. Generalmente no se miraba mucho en los espejos, les tenía algo de miedo después de haber visto una película que los G’s miraban en el laboratorio, siendo él un ratoncito.
De pronto otro de los cubículos se abrió y Tomi vio su reflejo distorsionarse, su cabello rubio se había oscurecido un poco y no lo tenía corto, había crecido y parecían serpientes.
—Te andaba buscando. Ven acá, precioso. —Su reflejo le estaba hablando y no solo eso, caminaba hasta él—. Te he extrañado. No sabes lo mucho que te he necesitado estos días.
El reflejo se puso justo detrás de él y pegó su polla en su trasero. Un frío intenso se apoderó de él. Tenía miedo, mucho miedo y simplemente gritó.
—¡CEREBRILL!
& Continuará &
Se supone que este era el final y queda el epílogo, pero no parece fin, ¿cierto? Jajajaja Bueno, los invito a leer el final, de esta parte en el próximo capítulo. Y no olviden comentar, sé que escribo “por amor al arte”, pero cuando no veo reviews me digo, ¿para qué entonces lo publico? Bueno, besos para todos.
Este cap es algo tencionante y quién será la persona que Tomi vio *_*
Mejor lo ves por ti misma en el siguiente capi.
Besos y gracias por leer