Sirena
«La verdad acerca del Hechizo de la Sirena»
Los antiguos mitos, contaban que el canto de las sirenas, embrujaba la mente de los hombres, para guiarlos al mar y con eso… a sus muertes. Decían que incluso los hombres más valientes se rendían, para seguir a estas hermosas y maravillosas criaturas a los rincones más profundos del océano.
Sin embargo, eso era sólo “parte” de la verdadera historia, porque hay algo que sucede antes de sus muertes, algo terrible e inimaginable. Y yo voy a decirte que era “eso”. Te contaré una historia real.
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Bill y Tom, los maravillosos gemelos de la familia Kaulitz, se habían graduado de la Universidad ese año. Los hermanos eran inseparables, así que decidieron estudiar la misma carrera: periodismo. Y finalmente, después de muchos problemas y dificultades, obtuvieron sus títulos. Los orgullosos padres, tomaron cientos de fotografías de sus amados hijos, durante la ceremonia.
Cuando toda la parafernalia terminó, la familia se reunió para celebrar en forma privada, con una cena especial.
—Felicidades mis niños —dijo su madre, por centésima vez ese día.
—Han hecho un trabajo increíble, chicos —agregó su padre, dando pequeños golpecitos de cariño, en las cabezas de sus hijos—. Y merecen un premio por este logro.
—No necesitan darnos nada —comentó Tom, sirviendo más soda en el vaso de su hermano.
—Por supuesto que tenemos —rebatió Simone—. Hay cientos de jóvenes que entran en la Universidad y se cambian de carrera o qué se yo, y finalmente, nunca obtienen un título. Ustedes dos, han hecho un trabajo estupendo y queremos mostrarles nuestra alegría con esto.
—Y aquí está —Gordon le entregó a Bill un sobre blanco—. Vamos, ábrelo —Le invitó.
El pelinegro lo hizo, y su boca se abrió y cerró, como un pez fuera del agua. Parpadeó un par de veces, aún sin poder decir nada. Y luego volvió a mirar el sobre, y de ahí a su gemelo y de vuelta a sus padres.
—¿Qué? —preguntó divertido su trenzado hermano. Así que le quitó el sobre y lo vio por él mismo—. Oh my God! —Casi gritó.
—¡Un crucero! —Los gemelos gritaron al unísono.
La familia Kaulitz no era pobre, pero los padres estuvieron ahorrando ese dinero por bastante tiempo, especialmente para ese momento. Ellos sabían que sus hijos querían y deseaban visitar el Mar Mediterráneo, pero el dinero que obtenían en sus trabajos, estaba destinado a pagar sus estudios universitarios. Así que Gordon pensó, que el mejor premio para los gemelos, sería ese.
—¡Gracias! —dijeron otra vez los jóvenes, al mismo tiempo.
Gordon y Simone, estaban acostumbrados a estos momentos “extraños”, en los que sus hijos decían todo al mismo tiempo, totalmente sincronizados. “Es cosa de gemelos”, solían decir.
—Les sugiero que vayan a su cuarto a empacar. Porque, si no lo han notado, el crucero comienza mañana —comentó el padre, con una sonrisa.
—¡Oh, Dios mío! —chilló Bill. Se levantó y corrió a la habitación, que aún compartía con su hermano.
—Gracias de nuevo —repitió el trenzado y corrió tras su gemelo.
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Los Kaulitz eran las personas más felices del crucero, o al menos era lo que ellos dejaban ver. Actuaban como niños, jugando por los corredores y tomando cientos de fotografías, para guardar cada momento como un tesoro.
Tom estaba a cargo de la cámara, porque era un experto en fotografía, mientras Bill actuaba como modelo, posando y sonriendo brillantemente para él.
Estaban disfrutando del mejor momento de sus vidas hasta la tercera noche de su viaje. Como acostumbraban, subieron a la cubierta, para respirar el fresco aire marino. Caminaron hasta un punto oscuro y solitario, y encendieron un cigarrillo.
—Tengo que confesar… —susurró el más delgado—, que esto es increíble. Quiero decir, soñamos tantas veces con esto.
—Lo sé —Tom terminó la oración y abrazó al más pequeño—. Sólo… disfrútalo.
Bill comenzó a tararear una suave melodía, mientras su hermano lo miraba con ojos de adoración.
—¿Qué estás cantando? —preguntó el trenzado, porque no pudo reconocer la canción.
—No tengo idea. Es sólo que… está flotando en mi mente —respondió el pelinegro y luego continuó tarareando. Moviéndose lentamente, de un pie al otro, en una danza solitaria.
Tom se quedó mirando fijamente el océano negro y escuchando la hermosa voz de su gemelo, por largos minutos.
Se quedaron allí por horas, sin decir una palabra, sólo con el sonido de las olas debajo de ellos y de la canción que Bill no dejaba de entonar.
Un escalofrío recorrió la espalda de Tom, que le hizo parpadear varias veces, regresándolo al presente.
—Está helando Bill —dijo a su hermano—. ¿Estás bien?
—¿Eh?
—Luces extraño.
—¿Extraño? ¿A qué te refieres?
—Supongo que a nada. Es sólo que, tengo sueño —Tom movió las manos, tratando de apartar la extraña visión que había tenido, sólo segundos atrás—. Regresemos a nuestro cuarto.
—Sí —El pelinegro, le cogió la mano.
Tom lo miró otra vez. Ellos no se tomaban de las manos desde que eran niños, incluso siendo tan unidos el uno con el otro, nunca tenían contacto físico, excepto cuando necesitaban consuelo y compartían un abrazo. Así que este movimiento repentino, le volvió a estremecer.
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Cuando llegaron a su habitación, se dieron cuenta que pronto amanecería. Tom arrugó el ceño, eso era otra cosa extraña que ocurrió en sólo una noche.
—¿Puedo dormir contigo? —preguntó el pelinegro, completamente de la nada.
—¿Ah?
—¿Puedo dormir…?
—Ya te oí. Pero… ¿Por qué? —Tom no podía creer lo que estaba escuchando. Bill tenía el sueño muy ligero y siempre se quejaba si tenía que compartir la cama, incluso cuando era con él.
—Yo sólo… No lo sé Tom, me siento diferente. Tal vez sólo tengo frío.
—Definitivamente, estás raro esta noche —aseguró el mayor, pero aun así aceptó la petición de su hermanito pequeño.
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Los sueños del trenzado estuvieron cargados de imágenes perturbadoras de él y su gemelo besándose apasionadamente. Trató de forzarse a despertar, de decirle a su cerebro que esos sueños eran incorrectos, pero fue inútil. Esas imágenes, sólo se volvieron más y más candentes, hasta convertirse en una escena de sexo duro.
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El día siguiente fue incluso más extraño que la noche previa. Bill estaba más afectuoso que nunca, pero Tom no podía ni quería alejarse de estas muestras de cariño. Sin embargo, las imágenes de sus sueños, aún estaban vívidas en su retina y simplemente, no podía dejar de abrazar y tocar a su hermanito. Era inusual, impuro y pecaminoso, pero de un modo extraño, también era “correcto”.
—Estás entonando la misma melodía de ayer por la noche —comentó Tom, mirando el océano con interés, mientras la mano de Bill acariciaba sus trenzas.
—Simplemente, no puedo sacarla de mi cabeza —respondió el pelinegro, besando dulcemente su mejilla.
—Bueno, no te detengas… es hermosa —Se giró para mirar a Bill a los ojos—. Tan hermosa como tú.
—Tomi… —susurró el más pequeño, cerrando las distancias entre ellos, besando a su hermano en los labios.
Tom aprisionó al pelinegro con posesión y profundizó el beso, invadiendo la boca del más joven, con su ansiosa lengua, mientras Bill gemía de gusto.
Se besaron una y otra vez, olvidaron las fotografías y todo lo demás. Lo único que realmente importaba en esos momentos, era que estaban juntos.
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Unos ojos turquesas, miraban con interés a los gemelos, desde el agua del mar. La Sirena conjuraba una canción mágica, llena de oscuros y sucios poderes, para capturar a su próxima víctima. Sus favoritos: hermanos.
Los antiguos mitos, contaban que el canto de las sirenas, embrujaba la mente de los hombres, para guiarlos al mar y con eso… a sus muertes. Pero lo que la gente no sabía, era que las Sirenas eran criaturas malignas, que disfrutaban al ver a sus víctimas sufriendo, pero no de un dolor físico, sino de algo mucho más profundo.
Las Sirenas forzaban a sus presas a hacer cosas horribles, a través de la magia. Cosas inimaginables, que les provocaban un remordimiento tan terrible, que les obligaba a terminar con sus vidas, cometiendo suicidio.
Sus víctimas preferidas eran los hermanos, pues los embrujaba para que tuvieran sexo entre ellos, sexo incestuoso. La acción más perversa, que una persona normal pudiera imaginar.
Y ahora, la criatura estaba maravillada, mirando el cumplimiento de su magia. Los adorables gemelos Kaulitz, estaban a punto de romper su lazo. Estaban a punto de rendirse a este poder satánico. Estaban a punto de “Hacer el amor”.
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Una semana después, el crucero había terminado, al igual que el hechizo de la Sirena. Pero las memorias estaban allí, intactas y acosándolos. Tan pronto como los gemelos bajaron del barco, dejaron de hablarse el uno al otro. No podían ni siquiera mirarse a los ojos. Se sentían avergonzados y sucios.
El primero en quebrarse, fue Bill. El segundo día en casa, se cortó las muñecas, desangrándose hasta la muerte, dejando a sus padres, totalmente en shock por esta radical acción.
Tom estaba desesperado, él amaba a su hermano pequeño. Él, secretamente, había disfrutado hacerle el amor y se sintió fuertemente perturbado, al darse cuenta de que Bill no sentía lo mismo.
Ninguno de ellos comprendió por qué actuaron así en el Crucero, pero una cosa era segura, Tom no lo lamentó, y sufrió mucho cuando su gemelo, su amante, lo dejó solo.
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Ahora, seis meses después de la muerte de Bill, estoy aquí escribiendo su historia, mientras su hermano Tom está sentado a mi lado, en un manicomio. Soy su doctor y no puedo dejarlo abandonar este lugar, porque el único deseo que él tiene en mente, es suicidarse y regresar a los brazos de su hermano.
Tom dice que la Sirena, aún no está satisfecha. Que ella aún lo llama, utilizando la suave y delicada voz de su gemelo. Yo le creo, porque también he escuchado la voz de Bill, como una canción de cuna para los niños. Por eso estoy escribiendo estas líneas, como una prueba fehaciente, en caso de que mi propia cordura se vaya con ese hechizo.
Sólo espero que los gemelos se reúnan al final. Sea en el cielo o en el infierno. Siendo hermanos o siendo amantes. Merecen estar juntos otra vez.
Pero como su doctor, no puedo ayudar a Tom a reunirse con Bill tan pronto, y realmente lo siento mucho, pues lo veo sufrir cada día. Espero que los dioses puedan ayudarlo y le permitan regresar a su adorado gemelo.
& FIN &
¿Qué les pareció? Esta historia la publiqué en inglés y me dijeron que podría expandirla, para profundizar la idea. ¿Qué creen ustedes? Yo pienso que está bien así, porque si la alargo, vendría inevitablemente la muerte de Tom, ¿no creen? En fin, muchas gracias por leer y los invito a dejar un comentario.