10: Nosotros

Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan

Capítulo 10: Nosotros

I’d like to shine. I’ll shine for you

(Me gustaría brillar. Brillaré por ti “Make it shine”)

Tom estaba que se arrancaba las rastas cuando terminó la escuela. Gabriel le dio un fuerte abrazo y le deseó buena suerte. Caminó lentamente hacia el auto de Andreas que le esperaba en el aparcamiento.

¿Estás listo? —preguntó el rubio cuando Tom se sentó junto a él.

No.

Comprendo. Bill es muy… bueno es Bill.

Lo sé.

No, en realidad no lo sabes. Sólo has estado con él, ¿cuánto, un par de semanas? —dijo irritado el rubio—. Mira Tom, no tengo nada contra ti, pero Bill es como mi hermano pequeño y desde que ha estado contigo él… ha cambiado.

¿De qué hablas?

Tú lo vuelves vulnerable, Tom —dijo el rubio apretando el volante—. Bill solía defenderse de todos, es orgulloso y nada se interponía en sus planes.

¿Y?

Ahora… eres su guardaespaldas, por Dios.

Él tiene sus razones para necesitarme como guardaespaldas —dijo el de rastas, molesto al recordar el rostro temeroso del pelinegro cuando le habló sobre Bushido.

Lo que quiero decir es que… si vas a estar con él, apóyalo —giró el rostro rápidamente para verle a los ojos—, pero si no, te pido que te alejes y lo dejes volver a ser lo que es, mi pequeña “diva” —sonrió y por un minuto Tom se sintió celoso.

El resto del trayecto lo pasaron en silencio. Tom sentía que su corazón latía cada vez más rápido mientras se acercaban a la enorme casa de los Kaulitz.

&

Por trabajo, los padres de Bill no estaban en casa y fueron recibidos por una empleada que los hizo pasar a la sala.

Por favor, dígale a Bill que Andreas está aquí —pidió el rubio—, pero no le diga que estoy acompañado —le guiñó el ojo y la chica subió.

Se escucharon los pasos de la empleada regresando y les sonrió.

El joven Bill dice que suba a su habitación joven Andreas.

Gracias Amelia, pero me quedaré contigo un rato. Mi amigo Tom necesita hablar con Bill a solas —el rubio le dio una palmada en el hombro al rastudo y le indicó que subiera.

& Flashback &

El rubio había llegado rápidamente la tarde anterior, preocupado por el bienestar de su amigo pelinegro, pero cuando entró en su habitación y le halló leyendo comics, frunció el ceño.

Me tenías preocupado —gruñó sentándose a su lado, quitándole la revista de las manos, y pegándole con ella en su melena morena.

Uy, dolió —se quejó el pequeño.

¿Por qué me mentiste? —pidió saber el rubio.

Lo siento, Andi, no quise asustarte, es sólo que… Tomi… es un tonto —gruñó el menor, arrugando el ceño.

Creo que el que está actuando como un tonto eres tú, Bill —el otro le miró aun con el ceño fruncido—, el Bill que yo conozco se porta justo como lo hiciste ayer, si tanto te molestó la rubia, le arrojas el café y la ensalada y listo, pero ¿huir como un niñito temeroso? Ese no es mi amigo, ese no es “la diva” que todos admiramos.

Pero yo…

No, Bill, tú eres todo un león.

Leona.

¿Eh?

La leona es más Salvaje jijiji. (>///<)

Bueno, Bill, eras toda una leona y ahora —le apuntó con el índice—, te portas como un gatito delante de Trumper.

No es cierto —hizo un puchero.

Sí lo es… nunca te enfadas con él y ahora, que deberías golpearlo hasta que pida disculpas, ¿qué haces? No asistes a la escuela, temeroso de enfrentarlo —se llevó la mano a la barbilla—. A propósito, ¿no estás molesto con él, cierto? Estás celoso, es más, estás celosísimo.

No es cierto —se sonrojó hasta las orejas.

El rubor en tus mejillas te delata, Bill, pero aquí vengo a darte malas noticias —el pelinegro volvió a bajar la mirada—. Tom no parece ser gay.

Lo sé.

¿Y qué harás?

Nada.

Bill —el menor le miró—. Pase lo que pase, yo siempre estaré aquí, ¿lo sabes?

Claro que sí —se abrazaron y el rubio acarició la espalda de su pequeño amigo, rogando que no fuera a sufrir por este nuevo personaje que aparecía en su vida.

& End of Flashback &

Las manos le sudaban a Tom con cada peldaño que subía. Miró las puertas del segundo piso y reconoció la del pelinegro por una estrella que colgaba en ella. Se acercó con cuidado y golpeó.

Pasa Andi —dijo el menor desde adentro.

Lentamente, abrió la puerta y entró. Bill estaba mirando hacia la ventana, de espaldas a él.

Hola… —saludó y tembló al ver como los puños del pelinegro se apretaban.

¿Qué haces aquí? —preguntó fríamente.

Me tenías muy preocupado.

No tienes que preocuparte por mí.

Claro que sí.

¿Por qué? No eres nadie —eso le dolió al de rastas, pero comprendió que las palabras del menor estaban llenas de amargura, seguramente ni él mismo las creía.

Te equivocas. Soy tu guardaespaldas, estoy encargado de protegerte, de verte bien y como soy un poco tonto algunas veces, justamente no hice lo que debía, así que estoy aquí para pedir disculpas.

Tomi… —susurró el menor, incapaz de estar molesto con el rastudo.

Ven aquí —sin esfuerzo, el mayor giró a Bill y lo abrazó—. Lo siento mucho.

No… no te disculpes.

Fue mi culpa, no debí irme, debía estar allí, cuidándote, no follando por ahí —Tom se escuchaba realmente abatido y el menor no pudo menos que sonreír.

Apuesto que fue por culpa de Georg. Él siempre está instando a todos a ir a follar con las tías de tetas grandes —dijo el menor, aún en los brazos del de rastas.

La verdad es que sí, pero yo no soy un crío, debí ser más responsable.

Ya, Tomi, no te culpes tanto.

¿Estamos bien? —preguntó separándose para verle a los ojos—. No quiero que estés molesto conmigo, no me gusta.

Ni a mí. De hecho —bajó la mirada sonrojado—, te extrañé.

Yo también —dijo el rastudo, sintiendo como su cara ardía— y Gabriel.

&

Bill decidió acompañar a Tom a su trabajo en la biblioteca y repasar las clases que se había perdido. No podía evitar estar sorprendido, porque sus notas habían subido bastante y los profesores le elogiaban por ello. No es que antes tuviera malas calificaciones, pero la verdad es que nunca se había tomado los estudios en serio, y todo había cambiado desde que Tom estaba con él, estudiar ya no era una tarea, sino una excusa para pasar el tiempo junto a su sexy guardaespaldas.

&

Un fin de semana, Bill decidió quedarse en la casa de Tom, ver unas películas, reír y pasar el rato. El verano estaba acabando, pero el clima aun era muy agradable, así que los chicos estaban descalzos frente al televisor viendo “Alguien tiene que ceder”, ambos reían a carcajadas con las locuras de Jack Nicolson.

Creo que es un ridículo —bromeó el de rastas—. Míralo es un viejo follando a lolitas.

Por eso necesita viagra —decía el pelinegro, doblándose de la risa.

No creo que el sexo sea tan importante —dijo de pronto tomando seriedad.

¿Eh? —Bill lo miró sospechoso—. ¿A qué viene esto?

Bill, ¿eres virgen? —preguntó el mayor, extremadamente serio. Bill lo miró con calma y luego volvió a reír desesperado.

Yo, virgen ja, ja, ja —se limpiaba las lágrimas que brotaban de tanto reír—. Creo que mi mandíbula necesitará una cirugía.

Hablo en serio, Bill. He oído comentarios sobre ti, pero… así como me contaste que lo de Bushido es falso, tal vez todo eso sea falso también —dijo el mayor, tomando la mano del menor, para darle seriedad a la conversación.

Tomi… —bajó la mirada avergonzado, sabía que tenía una maldita reputación que mantener, pero él era Tomi, podría contarle la verdad, ¿cierto?

¿Por qué te pones así?

¿Puedo confiar en ti, Tomi?

Sabes que sí.

¿No dirás nada de lo que yo te cuente? —el rastudo negó con la cabeza—. Pero… —se rascó la frente—, ¿me juzgarás?

No lo haría, no podría —afirmó el mayor.

Bill se sentó a lo indio y se apoyó en el sofá, estaba en el piso, le gustaba sentarse allí, se sentía cómodo y ya no temía a ratones mutantes, porque su Tomi era extremadamente limpio.

Veras… toda mi vida me han enseñado a aparentar —comenzó el menor, mirando el techo—, ha sido duro, pero creo que ha sido lo mejor. Yo soy un romántico empedernido, Tom, siempre leyendo novelas de amor, siempre viendo comedias románticas, siempre escribiendo canciones de un amor verdadero, siempre pensando que el amor a primera vista sí existe —suspiró y sintió la mano de Tom en la suya—. Por eso a los quince años perdí mi virginidad con Sophie, era una chica encantadora, yo estaba perdidamente enamorado.

Pero…, porque siempre hay un pero.

Ella no me amaba. De hecho, ella no era virgen y la muy zorra se había acostado conmigo sólo para vengarse de su verdadero novio, un chico mayor —el menor suspiró—, esa fue mi primera decepción amorosa.

Lo siento.

Luego, la banda me trajo mucha fama y en la escuela todos querían estar conmigo por esa fama. Eso complicó las cosas —volvió a suspirar—, pero yo no perdía las esperanzas.

Eso es lo último que se pierde —le animó el mayor.

Salí con muchas personas, dejé que las chicas me hicieran felaciones, pero siempre era lo mismo, al día siguiente toda la escuela sabía de la “desenfrenada vida sexual de Bill Kaulitz”, aunque no hubiese sido más que eso, ellas describían las más extrañas orgías y las daban por ciertas.

Y tú nunca las negaste —afirmó el rastudo.

¿Para qué? De todos modos eso le servía a mi fama de “perra” y “diva”, todos me temían y todos me deseaban —dijo con orgullo.

Qué estupidez.

Sí, al final es una estupidez —asumió el menor—, y lo peor fue…

¿Qué?

No sé si deba contarte esto.

Tranquilo, Bill. Puedes confiar en mí.

Pero no me veas, me da vergüenza.

Bueno, ven aquí —le sentó en el sofá y le abrazó, así ambos miraban a la pantalla que ahora estaba en azul.

El año pasado, en mi fiesta de cumpleaños bebí mucho —sus manos se hicieron puños y Tom comenzó a acariciar sus brazos para darle apoyo—. Había un chico que siempre estaba hablando de mí, diciendo que yo le gustaba y eso.

¿Un chico?

Oscar Manzur.

Lo recuerdo, estuvo en nuestra clase.

Él, siempre me decía cosas lindas y finalmente mi mente romántica comenzó a idealizar todo lo que él me decía. Yo sabía que varios chicos decían esas cosas sobre mí, porque uso maquillaje y por mi estilo de ropa, pero jamás me había considerado gay.

Comprendo —dijo el mayor, aunque en su mente esto no le estaba gustando nada.

Ese día, dejé que Oscar me besara —las manos de Tom se detuvieron—, pensé que debía probar. El problema es que estaba bebido y las cosas se salieron de control.

Dios mío.

Eso mismo dije yo a la mañana siguiente. Cuando llegué a la escuela todos me miraban con una especie de no sé: asco y admiración. Fue horrible. Le conté a mi padre y él movió sus contactos y la familia Mazur se fue de la ciudad.

Vaya.

Estuve tan mal —instintivamente se llevó la mano a la muñequera que traía y Tom la tomó, viendo la cicatriz que había allí.

Dios mío, Bill, no tenía idea.

Nadie lo sabe, sólo Andreas. Inventamos unas vacaciones, cuando en realidad estaba en un hospital atado a la cama para no intentar hacerlo nuevamente —los brazos de Tom volvieron a abrazar al pequeño—, pero mi corazón quedó destruido. Así que ciertamente no soy virgen, Tom, pero tampoco soy un promiscuo de mierda.

Siento mucho haber sacado este tema.

Bien, ahora es tu turno —dijo el menor, moviéndose y acomodándose en el pecho del rastudo, jugueteando con su playera.

Es una tontería.

Lo sé, pero ya sabes mi vida y ahora quiero saber sobre ti. Es lo justo, ¿no crees?

Sí, es lo justo.

Bien, adelante Tomi.

No soy virgen.

Lo descubrí en el club —dijo el pelinegro, dándole un golpe en el pecho al mayor.

Déjame continuar —el menor asintió—. Fue a los catorce, con mi vecina Xaviera, ella tenía diecisiete y era muy experimentada.

Perra —gruñó el pelinegro.

No en realidad —la defendió el mayor—, cuando estuvo conmigo, me fue fiel. Pero me enseñó de todo.

¿La amabas? —preguntó el menor con un tono de melancolía.

No lo creo, yo a diferencia tuya, soy muy despistado, las cosas son más prácticas para mí, así que espero que si algún día estoy con alguien y ella me ama, me lo diga claramente, o nos pasaremos la vida entera de novios —rió divertido, pero Bill tensó la mandíbula al escuchar el “ella”.

¿Y has estado enamorado alguna vez?

No, Bill. Estuve con Xaviera por un año, tras el accidente de mis padres, me mudé con mis tíos y nunca más nos volvimos a ver. Desde entonces he estado preocupado de trabajar, estudiar y hacer deportes.

Oh, así que estamos iguales.

No lo creo —rió el mayor—, yo sé hacer muchísimas cosas, Xaviera me decía “Sex God” —bromeó y movió el cabello del más pequeño.

Tienes razón, seguramente soy un desastre en la cama —dijo el pelinegro, pero se ganó un abrazo del mayor.

Lo bueno es que tú siempre lo haces por amor, eso es mucho más especial que la práctica o la experiencia —le besó la frente y Bill giró para verle a los ojos.

Gracias, Tomi, siempre dices cosas que me hacen sentir bien.

&

La semana previa a la fiesta, todos estaban atareados en las comisiones para que este evento fuera espectacular. Los “pretty people” sonreían más a menudo, y ya no le gastaban tantas bromas a los menos agraciados.

El día miércoles por la tarde, Tom cargaba sus libros como siempre y se disponía a buscar a Bill para que fueran a la biblioteca a estudiar como era su rutina y se sorprendió al verlo pasearse de un lugar a otro con el celular, con los puños apretados y asintiendo con la cabeza. Fuera lo que fuera, no era agradable para el menor.

Al verle colgar la llamada, el rastudo cerró la distancia y le saludó, pero fue ignorado por el pelinegro.

Tengo que irme.

¿Qué ocurre?

David nos ha conseguido una entrevista en la televisora en vivo y será esta tarde.

¿No te avisaron antes? —preguntó el mayor al ver lo irritado que estaba el pelinegro.

No, porque no quería que me negara, ahora que ya todo está listo, debo ir.

¿Y por qué estás tan molesto? Tú amas la banda y la farándula.

Es Bushido —Tom apretó los dientes, odiaba a ese hombre—. Él estará allí.

Pero estarán tus guardaespaldas —dijo de pronto sintiéndose ansioso y preocupado por el bienestar del pequeño—, ¿cierto?

Sí, pero ellos estarán con la banda. David quiere que me vaya con Bushido para aumentar lo del “romance”.

Di que no y se acabó —dijo molesto el mayor.

No es tan simple.

Estarán en vivo, Bill, niégalo todo delante de las cámaras, no te expongas —Bill se mordía el labio y apretaba las manos.

Tú no entiendes.

Claro que no entiendo. ¿De qué sirve que todos crean que eres la perra de Bushido? —Tom estaba molesto y no filtraba las palabras que salían de su boca—. ¿O quieres que ese mal nacido realmente te folle?

Eres un idiota. No sabes nada —dijo furioso, pero con los ojos llenos de lágrimas.

No, no sé nada —gritaba Tom siguiendo al pelinegro—. No entiendo cómo quieres seguir con eso, esa fama no es buena para ti. Ese hombre tiene malas intenciones, ¿qué quieres? ¿Qué realmente te haga su puta?

¿Y qué es bueno para mí, Tom? ¿Tú?

Por lo menos yo no trato de meterme en tus pantalones por fama

¡Plash! —Una sonora bofetada se dejó oír por todo el lugar, tras los pasos presurosos del moreno alejándose a toda velocidad.

& Continuará &

Gracias por la visita

Escritora del fandom

2 Comments

  1. Se calento esto 😱😱Tomy como te digo estas que ardes de celos 🔥🥰🥰

    • Wiiiii, me alegro tanto ver estos comentarios, es como verte leer el fic (saca más palomitas)

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