10 Pumba hace travesuras

Notas de MizukyChan: Las pics del capi no tienen relación cronológica, pero las uní así, para que comprendan la historia. Besos y que lo disfruten.

Pumba y sus amigos” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan

Pumba hace travesuras

Los canes ladraron para cerrar su pacto y se dispusieron a hacer planes para arruinarles el día a los humanos que molestaban la paz de la familia Kaulitz. Estaban tan concentrados pensando qué hacer, que ninguno de ellos se percató de que eran observados por un par de ojitos traviesos y brillantes, hasta que unas finas pisadas se oyeron muy cerca.

—Yo tengo algunas ideas —dijo una voz perruna, mucho más aguda que la de todos los demás.

Las cuatro cabezas voltearon en dirección al sonido y los ojos de los bebés Kaulitz brillaron de emoción.

—¡Buddy!  —Gritó Pumba, dando un saltito que era muy similar a los que daba su padre cuando estaba feliz.

—¿Cuándo llegaste? —preguntó Durkas, acercándose, para dar una gran lamida a la pequeña cabecita del perrito negro.

—Llegué con mi padre, pero venía dormido, ni siquiera sentí cuando llegamos —respondió honestamente, sacando una sonrisa a sus amigos.

—Tienes tanta suerte —dijo Pumba, poniendo una patita sobre su hocico—. A mí me dan ganas de vomitar cuando entro al estómago de la bestia de metal.

—Es un auto, no una bestia —comentó el moteado, soltando una risotada.

Oliver, muy educadamente, carraspeó, para hacer notar su presencia en el lugar. Durkas giró el rostro y sonrió—. Perdona mis modales —dijo, tratando de imitar la elegancia del perrito blanco—. Él es Buddy, nuestro súper amigo, más bien primo, diría yo. Es hijo del tío Georg.

—Es un placer conocerlo, señor Buddy, mi nombre es Oliver August y él es mi primo Rafael Jamal, ambos somos hijos del humano Alex.

—Vaya, hasta ustedes le dicen el “humano Alex” —dijo con sarcasmo el pequeño.

—Nunca nos falta alimento, ni abrigo, señor, pero debemos admitir que nuestro padre, es un busca problemas —respondió el perrito blanco.

Rafael bajó la cabeza, odiaba admitirlo, pero era cierto, en más de una ocasión le tocó ver llorar a su madre por causa de Alex, eso le sacaba de quicio y saber que ahora hacía lo mismo con personas tan buenas como los Kaulitz, le hacía desear tener otros padres.

—Volvamos al punto señores. —Anunció Rafael—. Yo quiero ayudar a molestar a los humanos malos, pero también deben comprender que Alex es nuestro padre y si hacemos algo contra él, podría ser perjudicial para nosotros. —Advirtió con la voz sombría.

Durkas arrugó su ceño perruno, eso no podía ser bueno, un padre jamás castigaba a su hijo por travesuras, temió por la integridad física de sus colegas y dijo—. Rafael tiene razón. Pumba, Buddy y yo, podemos molestar al humano Alex. Mientras Oliver y su primo, se pueden encargar de molestar a la chillona sin memoria.

El perrito blanco estalló en risotadas, pues todavía tenían en su sistema, demasiadas patitas de pollo, en otras palabras, estaban borrachos de comer tanto.

—¿La chillona sin memoria?  —Repitió en una pregunta.

Esta vez fue Buddy quien arrugó el ceño—. Es mujer es una idiota, ahora comprendo las palabas de tío Gus, cuando se refiere a ella como la “cabeza hueca”, solo sabe sonreír y nunca se acuerda de nuestro nombre.

—¿Tampoco se sabe el tuyo? —preguntó Pumba, casi en un gruñido. El pequeñito negó—. A mí siempre me dice “perrito, perrito”, ni que de la noche a la mañana me fuera a convertir en gato.

Los dos primos siguieron riendo, hasta que Rafael dijo—. Tengo una buena idea para molestar a una mujer así.

Los perritos se acercaron, mientras murmuraba en forma secreta el plan. Todos asintieron y en más de una ocasión, se oyó una risotada perruna y un ladrido de apoyo.

—¿Estamos todos listos?  —preguntó Pumba, como en los programas de televisión que había visto.

—Sí  —respondieron los otros a la vez.

—¡Vamos!  —Y casi corriendo, todos entraron a la casa, por la puerta de cristal de la cocina.

—Hola mis bebés. —Saludó Bill, quien estaba en ese lugar, llenando unos vasos con refrescos.

—GUAU. —Saludó Pumba, acercándose hasta las largas piernas de su padre y sobarse en ellas, haciéndole notar que estaba ahí y comprendía su malestar por la mujer chillona.

—Te adoro, precioso —dijo con gusto su padre y luego se alejó de allí.

—No te preocupes papi, yo te vengaré y a papi Tom también. —Salió disparado hacia la entrada de la casa, donde estaban los zapatos de todos los invitados. Los miró a todos, uno por uno, hasta que halló el par que buscaba.

—Sí, este es, por lo feo que huele, no me cabe ninguna duda.

Entre tanto en la sala, Bill llegó con los refrescos y fue sirviendo a sus amigos los G’s, a su Tomi y a las visitas indeseadas. Cuando Alex cogió su vaso, Durkas pasó junto a él y por su porte elevado, golpeó el codo del humano, haciéndole derramar su bebida en plena camiseta.

—Ji, ji, ji, ji. —Rió el favorito, al ser acariciado en las orejas por su papi, quien sonreía y le felicitaba mentalmente por el desastre que acaba de hacer.

—¡Mierda!  —Gruñó el humano Alex, poniéndose de pie—. Voy a ocupar tu baño —dijo, señalando su ropa mojada.

Bill que no quería más problemas con su Tomi, simplemente asintió y no se molestó en acompañarlo o en pasarle otra playera, porque siendo sinceros, nada suyo le caería a ese gigante.

Notando el ambiente cargado de tensión, los G’s comenzaron a alabar a los perritos, primero a Buddy, quien rodaba en el suelo, luego a Rafael, quien corría de un lado a otro distrayéndolos… hasta que…

—¡Ahhh!  —Gritó Ría, tratando de levantarse inútilmente del sillón—. ¿Qué le pasa a este PERRO?

El resto de los canes la miró y rodó los ojos. Es idiota, todos saben que es un perro.

—Parece que le gustas, Ría  —dijo Tom, tratando de ocultar su sonrisa—. ¿No ves como se enamoró de tu pierna?

—Le gustas tanto que te quiere follar  —comentó muy bajito el castaño, pero Tom estaba junto a él y no aguantó las risotadas.

—Oliver conoció a su especie en seguida —susurró Gustav—. Jodida perra. —Nadie más que Georg y Buddy lo escucharon.

—¡Que alguien haga algo!  —Reclamó la mujer, aterrada por la violación a su pantalón ultra ajustado.

—¡Dios mío, Oliver!  —Gruñó Alex entrando a la sala.

El humano iba con la cara furiosa a levantar a su mascota, pero Pumba casi lo derriba, cruzándose entre sus pies, para llegar junto al perrito blanco antes que él.

—¡Amigo!  —Gritó el cachorro, dando lamidas a la cara de su compañero de travesuras.

—Oh, mírales, se quieren tanto y solo se han conocido hoy —dijo Bill feliz de la vida, mientras Rafael gruñía su orgasmo, manchando el pantalón de la mujer chillona y sin memoria.

—Es cierto —agregó Tom—, creo que hoy debemos tener pijamada para los cachorros. Todos los bebés se quedarán con nosotros para que se diviertan. Buddy incluido.

Se dejaron oír varios ladridos y sus movimientos felices de colitas, señalaron que todos estaban de acuerdo.

—¡Qué asco!  —Exclamó exasperada la mujer—. Mi pantalón está arruinado. Y yo que quería dar un paseo con Tom.

—Pero ya escuchaste, hoy es día de mascotas —contestó Bill, con el ceño apretado, rogando que se fuera de una vez por todas.

—Bill tiene razón, y como es día de mascotas, nosotros los humanos, estamos sobrando —comentó Gustav, refiriéndose más que nada a los otros—. Así que será mejor que nos vamos.

—Yo voy contigo compadre —dijo el castaño, dando unas caricias a su bebé—. Pórtate bien, pequeño. No me dejes en vergüenza con mis mejores amigos.

—No lo haré, papi  —respondió el perrito negro, dando un lametón a la mano de su amo.

—Yo también me voy, porque tengo la ropa mojada. —Anunció Alex, comprendiendo la indirecta, bastante directa, de los G’s—. ¿Estás seguro que mis bebés se pueden quedar aquí?  —preguntó en forma melosa a Bill.

—Por supuesto, tenemos suficiente comida para todos y de todos los sabores —respondió, mirando a los pequeños que se reunían y caminaban lentamente hacia la salida, como despidiendo a los humanos.

«¿Qué estarán tramando estos traviesos?»  Se preguntó mentalmente.

—Bill y yo cuidaremos a los bebés. —Afirmó Tom, poniéndose junto al humano Alex, con una mano en su espalda, para impulsarlo a salir.

Todos caminaron hacia la puerta y cuando se pusieron los zapatos, de pronto saltó líquido de uno de ellos—. ¡Mierda!  —Gruñó Alex.

—¡Lo lograste Pumba!  —Lo elogió Buddy, dándole un lametón en la mejilla—. ¿Cómo supiste qué zapato era?

—El que olía más feo  —respondió con sencillez.

Tras oír las risas de todos los humanos, por el “accidente” del zapato, las visitas se retiraron y los gemelos entraron hasta la sala, con todos los perritos entre sus piernas.

—Así que estuvieron haciendo travesuras, ¿eh?  —dijo Bill con una sonrisa.

Los perritos lo miraron y bajaron un poco la cabeza, como pidiendo disculpas.

—Pues, se merecen un premio. —Anunció Tom y sonrió.

Esa sería una noche interesante.

&   Continuará   & 

¿Qué les parecieron las travesuras? ¿Les gustó que Buddy entrara en la pandilla? ¿Qué creen que harán en una pijamada perruna? Gracias por su visita y espero sigan disfrutando del fic.

Escritora del fandom

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *