Hola gente bella, el capítulo de hoy tiene una banda sonora para la escena final, donde aparece un nuevo demonio, es un tanto estridente y te pone los pelos de punta. La puedes buscar con este nombre: 05. Black Rainbows – DRAG ME TO HELL
“Maldición II: Cazadores de Demonios” Fic Twc / Toll de MizukyChan
Capítulo 13: Poderes secretos
El de trenzas se paseaba de un lado a otro completamente alterado por la escena que se desplazó ante sus ojos. Miraba a Bill quien le dijo que tenía un plan.
—Tranquilo, Tom —dijo poniéndose a su lado, sujetando su brazo.
—No te preocupes, sexy, si el carita de ángel te cambió por otro ángel, aquí estoy yo para llenar ese vacío, cielo. —Agregó Chantelle, contorneando sus caderas. El pelinegro frunció el ceño, estaba celoso, tan celoso como su pareja.
—Cállate, Tom es mío. —Aseguró ante la irónica mirada de la rubia.
—¿Y tú, Bill? —Preguntó dudoso el de trenzas.
—Soy tu novio. ¿Por qué lo dudas? —Agregó con el ceño apretado.
—Porque le acabas de dar calabazas para irte a “entrenar” con el rubito. —Presionó la otra cazadora.
—Chantelle, no te metas en esto. —Sentenció el padre Jost, entrando a la sala.
—Vamos, Tom, hablemos arriba. —Pidió Bill y le tomó la mano a su novio, quien le siguió.
Una vez en la habitación que compartían, el mayor habló.
—Bill, cielo. —Le acunó el rostro con ambas manos—. Te estás exponiendo. Ese Vasariah te tiene ganas, no hay que ser ciego para verlo.
—Pero es un ángel.
—Lo echaron del cielo, amor, no estamos seguro del porqué, pero ciertamente no fue por algo bueno.
—Él dijo que fue por ayudarme a encontrar este cuerpo.
—Pero lo que viste en tu sueño, si ha robado armas angélicas, puede ser peligroso y además, ustedes estarán… estarán solos. —Tom bajó la mirada y se cruzó de brazos.
—Tomi, cielo, no soy tan débil.
—Lo sé, se que le podrías dar una paliza, después de todo también eres uno de ellos, pero él puede engatusarte, podría engañarte y hacer que… que te alejes de mí. —Lo miró con los ojos llenos de angustia.
—Nadie podrá hacerme cambiar lo que siento por ti.
—¿Aunque seamos hermanos? ¿Aunque seas un ángel? Físicamente somos hermanos, o al menos eso creo. —Volvió a dudar.
—Eso es lo que menos me importa, Tomi. Sé que es un pecado, pero yo te amaba antes de saber lo que éramos. Y cuando era ángel vi nuestro futuro y nos amábamos. Yo te amo, Tomi.
—¿Entonces, por qué haces esto? No ves que me pone mal.
—Lo hago por nuestro bien. Te arrebataron de mí una vez y fue horrible. No puedo permitirme una debilidad.
—¿Cuál debilidad?
—Mi falta de memoria. Debo hacer lo posible por traerla de vuelta y si eso significa engañar a Vasariah, lo haré.
—Al oírte hablar así, me haces sentir orgulloso.
—¿Ya no estás enojado?
—Puede que mañana, cuando lo vea, le parta la cara, pero son celos tontos, nosotros siempre estaremos juntos.
—¿Y Tomi?
—¿Qué, cielo?
—No dejes que la suelta de Chantelle te coquetee.
—No puedo prometerte nada, ella y Jonathan son iguales. Ahora ven aquí, pequeño —Lo tomó y lo sentó en su regazo.
—Mhmm que rico —dijo el moreno al sentir el rostro de su amado en su cuello, besando y dando pequeñas mordidas—. Te amo.
—Pruébalo.
—Aaaaa ¿Cómo?
—Hagamos el amor.
—Hecho. —El de trenzas lo recostó en la cama y besó al pelinegro con pasión.
Al día siguiente, la pareja despertó abrazada, estaban completamente desnudos, cubiertos solo por la sábana blanca.
—Buenos días, Billy, bombón. —Gritó el rubio apareciendo en la habitación de los chicos. Ambos se sobresaltaron.
—¡Sal de aquí, estúpido! —Le gritó furioso el de trenzas.
—Vete Vasariah, deja que nos vistamos. —Secundó el pelinegro. Por primera vez, el ángel utilizó la puerta y salió del cuarto.
«Tú serás mío, precioso Bill» Pensó el rubio, topándose con los Sacerdotes que bajaban a desayunar.
—Buenos días, Vasariah. —Le saludaron ambos.
—Buenos días.
—¿Bebes café? —Preguntó curioso Biagioni.
—Claro, un placer de esta Tierra que no me gustaría perder —contestó y los tres bajaron a la cocina.
Al cabo de un rato, la pareja llegó al primer piso y, como siempre, Tom se puso a cocinar hot cakes para su novio, quien solo se limitaba a sonreír.
—¿A dónde iremos, Vasariah? —Preguntó el pelinegro con la boca llena.
—A Roma. —Los presentes casi se ahogaron con sus cafés.
—¿Roma? ¿Cómo? —Cuestionó el moreno.
—Tele-transportación —respondió como si fuera lo más natural del mundo.
—Pero yo no sé usarla.
—Yo te llevaré y te traeré, no puedes usar poderes muy desgastadores, porque aún no estás completo, yo te ayudaré a reponer energías cuando practiques.
—Bien —dijo Tom—. Quiero saber de él cada dos horas. —Lo miró amenazante.
—¿Por qué? —Preguntó el rubio como si no fuera obvio.
—Porque no te conozco y no puedo dejarte con Bill así de simple.
—Bill podría matarme si quisiera. —Recalcó el rubio—. Tiene un grado angelical más alto que el mío.
—Pero no sabe usarlo. Y si no aceptas, entonces no van y punto —Afirmó cruzándose de brazos.
—¿Bill, estás de acuerdo?
—Me parece justo.
—Entonces, está bien Tom, traeré a Bill cada dos horas para que compruebes que no he secuestrado a tu novio, como tú me lo quitaste a mí.
—Eso no es verdad. —Se defendió el de trenzas—. Ni siquiera te conocí y además no recuerdo nada de mi vida pasada. Por si no lo recuerdas, han pasado 150 años —dijo irónico.
—Basta de peleas. —Pidió Bill comiendo su último bocado—. Estoy listo, nos vamos —El rubio se puso de pie y sujetó a Bill del brazo y luego desaparecieron.
El rubio y el pelinegro aparecieron en la costa de Roma, junto a una Iglesia abandonada.
—Ya llegamos —dijo Vasariah sonriendo.
—Vaya —comentó el pelinegro, observando con admiración el paisaje—. Esto es increíble.
—¿No te has mareado? —El otro negó con la cabeza—. A algunos les sucede, en especial a los humanos.
—¿Qué vas a enseñarme, Vasariah?
—A ser invisible.
—Genial y ¿qué tengo que hacer?
—Primero te enseñaré a sentirte invisible, mientras no lo sientas, no estarás preparado.
—¿Cómo es eso? ¿Ser invisible y sentirse invisible?
—Verás, los ángeles y demonios pueden reconocerse, así que este truco no sirve con ellos, a no ser que tengan un cargo muy inferior.
—¿Entonces, con quién lo puedo usar? —Preguntó el pelinegro.
—Con los humanos. Ellos son las criaturas más inferiores de la cadena.
—No hables así de ellos, por favor Vasariah.
—Es verdad que tú eres el abogado de esos seres. ¿Acaso no te has dado cuenta de cómo son en realidad?
—¿Por qué hablas con tanto rencor en contra de ellos? —Preguntó molesto el de cabello largo.
—Porque llevo mucho tiempo viviendo entre ellos y conozco su naturaleza corrupta, son seres inferiores, no puedes confiar en ellos.
—¡Ya basta! Eso no es verdad, mis amigos son diferentes.
—Hablas por Tom, pero él no cuenta.
—¿Por qué dices eso? —Se enojó el pelinegro.
—Porque ya he oído el rumor de que él es en realidad un demonio, un hijo del demonio.
—Mientras Tom no asuma esa personalidad, no permitiré que hables así de él, Vasariah.
—La asumirá, está escrito. Tú mismo lo viste en el pasado.
—¿Cómo lo iba a ver? —Tenía lágrimas en los ojos ante la dureza de las palabras de Vasariah.
—Bill, tú tienes un don. A veces tú puedes ver el futuro. Y cuando tú eras un ángel completo, tú viste a Tom demonio, lo viste y por eso te quedaste, para impedir que eso sucediera, lo hiciste porque lo amabas.
—Lo amaba y aún lo amo, Vasariah y voy a impedir que él se vuelva demonio, a como dé lugar, aun a costa de mi propia vida.
—¡No! No lo permitiré, no dejaré que pase de nuevo, Bill. —Le tomó las manos—. Yo te amo y no quiero que se repita, no quiero que te traten mal.
—¿Quién?
—Zacarías. Él es muy poderoso. No quiero que te encuentre, menos ahora que estás al descubierto y sin tus poderes. Aunque… —susurró—, hay una forma de que vuelvas a estar completo…
—¿Cuál es?
—Debes tener tu arma. La espada del arcángel.
—¿Un arma?
—Ella te devolverá tus poderes y tu grado en el ejército celestial.
—Pero yo no quiero ir al ejército, Vasariah.
—Lo sé, pero llegará el momento en que lo necesites, cuando tu energía se agote. —Elevó la mirada al cielo—. Por eso debo prepararte bien, debo darte todo lo que esté en mis manos.
—Está bien, entonces empecemos.
El rubio le enseñó técnicas para poder desaparecer su esencia. Estuvieron practicando por casi dos horas, hasta que le ángel se detuvo.
—Bien, Bill, veremos si lo has logrado.
—¿Cómo?
—Volveremos. —Le sujetó el brazo y aparecieron en la casa provisional, donde Tom estaba tomando un café y los Sacerdotes hablaban de una nueva misión.
—Hey, sexy, ¿estás extrañando a tu cara de bebé? —Preguntó Chantelle en tono sensual.
—Ya han pasado las dos horas, deberían dar señales —contestó molesto el de trenzas.
Bill al escucharlo se fue en silencio hacia a la sala y nadie lo vio, excepto su novio.
—Bill, cielo, que bueno que volviste.
Todos los demás recorrieron la estancia con la mirada sin ver ni rastros del pelinegro.
—Creo que estás soñando, Tom —dijo Biagioni.
—Pero Bill… —El pelinegro se llevó un dedo a los labios para pedirle silencio y otra vez caminó por la sala, pero esta vez les tocó el hombro a todos los presentes.
—¿Qué? —Decían todos mirando al aire.
—Les dije que era él. —Se defendió el de trenzas y su novio se echó a reír. Todos se asustaron al oír la risa.
—Bill, esto no es gracioso —dijo el Padre Jost y solo entonces ambos ángeles se hicieron visibles.
—¿Les gusta mi nuevo truco? —Preguntó el pelinegro abrazando a su Tom.
—Te haces invisible. —Afirmó Biagioni—. Nos puede ser bastante útil.
—Pero solo funciona con humanos. —Esclareció Vasariah.
—¿Por qué Tom te puede ver? —Preguntó Jonathan.
—Porque me ama demasiado —contestó Bill y le lanzó una mirada de advertencia al rubio.
—Han pasado dos horas y ya lo ha aprendido, creo que debemos dejarlo hasta aquí por hoy. —Concluyó el rubio a lo que los otros asintieron y, sin más palabras, desapareció.
—¿Cielo, estás cansado? —Indagó el de trenzas acariciando su espalda.
—No, al regresar me recargó de energía. Pero sí muero de hambre.
—Perfecto. Hoy yo cocino. —Anunció Tom a todos los demás.
Pasaron dos horas y todos ayudaron a limpiar la cocina, luego de lo cual volvieron a sentarse alrededor de los Sacerdotes, quienes traían malas noticias.
—Tenemos un nuevo demonio —comenzó Biagioni—. Su nombre es Chernobog, o al menos eso creemos.
—¿Por qué, Padre? —Preguntó el de trenzas.
—Ha habido avistamientos de una criatura mitad hombre, mitad pájaro.
—¿Y víctimas? —Indagó el castaño.
—Seis, hasta el momento —respondió el padre Jost—, todos ellos con una particularidad.
—¿Qué es? —Fue la rubia.
—Les arrancan los ojos a picotazos.
—¿Están muertos? —Preguntó el pelinegro.
—Lamentablemente sí, el demonio no los deja hasta que se desangran y mueren —Completó Biagioni—. No se ha podido hacer nada. El párroco de la comuna me ha contactado esta mañana y me mandó la información a mi mail, está desesperado, porque las víctimas, resultan ser personas muy dedicadas a la iglesia y ahora los feligreses tiene miedo de asistir a misa, por temor a ser asesinados por el demonio.
—Están muertos de miedo y con razón —dijo el pelinegro—, deben pensar que Dios ya no los protege.
—Debemos hacer algo. —Recalcó David Jost—. Debemos hacer que esa gente vuelva a tener esperanza.
—Bien, partiremos esta tarde. Vayan a empacar.
—Bien —respondieron todos y se retiraron a sus habitaciones.
Mientras iban subiendo, Jonathan tomó la mano del pelinegro y lo encaró.
—¿Qué otro truquito te enseñó el rubio ese? —Estaba molesto.
—¿Y a ti qué mosca te picó? —Tom ya estaba en la habitación, se asomó y se puso en el medio.
—No te metas con Bill, ya suficiente tengo con el ángel, para que tú me toques las narices.
—Solo hablábamos —dijo el otro, entrando a su cuarto.
—Ven, Bill. —Le tendió la mano y entraron a empacar—. No me gusta la actitud de Jonathan.
—Ni a mí, pero son cazadores y estamos escasos de personal.
—Lo sé. Ven aquí, mi amor. —Lo abrazó—. ¿Lo pasaste bien esta mañana?
—Lejos de ti todo es aburrido.
—¿Bill, por qué hoy, cuando regresaste del entrenamiento, solo pude verte yo? —El moreno se dio vuelta y lo miró serio.
—Porque este truco no funciona con otros ángeles… ni con demonios.
—O sea que es verdad… yo soy un demonio.
—Mientras no asumas esa personalidad, para mí seguirás siendo mi Tomi.
—¡Rayos! ¿Cómo voy a protegerte si me transformo?
—Eso no pasará, a menos que tú lo desees.
—Por supuesto que no lo deseo.
—Bien. —Le besó los labios—. Para mí eso es suficiente. Cerremos el caso.
—Está bien.
(Dar play)
En las afueras de un pequeño poblado, se erguía una antigua capilla muy visitada en aquella época del año, en la que se conmemoraba la pascua de resurrección. Aquella noche en especial de “viernes santo”, se había realizado una misa de media noche para honrar al Hijo de Dios. A pesar del frío, muchos fieles asistieron. Al terminar la misa, los feligreses saludaron al párroco y se retiraron presurosos a sus casas.
Una muchacha de unos 17 años, se acomodó el abrigo y enrumbó hacia su casa lo más rápido posible, para así aliviar un poco el frío. La chica no se percató que al caminar las escasas luces proyectaban otra sombra, además de la suya. Escuchó un graznido y pensó que era un pájaro raro, tal vez que se había perdido de su bandada. Sin embargo lo oyó de nuevo y el vello de la piel se le erizó, tuvo un mal presentimiento. De pronto se vio en la parte oscura del parque a pocos pasos de su casa y escuchó pisadas. Muy asustada, se giró y gritó.
—¿Hay alguien ahí? —Pero no veía a nadie—. No llevo dinero. —Gritó esperando que no fueran ladrones. Los pasos se sentían más cerca y ella miró a todos lados sin poder ver su procedencia.
—Serás mía. —Se oyó una voz como un graznido que le hizo salir corriendo aterrada. Sintió una corriente de aire frío horrible y el vaho salir de su boca. Era tanto el frío que sus pies se tambalearon y cayó de bruces al suelo.
—Por favor no me haga daño, por favor.
—Calla muchacha —dijo aquel ser.
De la cintura para abajo era completamente humano y su piel era café, como de piel quemada. Hacia arriba sus brazos estaban adornados con plumas y no eran brazos, más bien parecían alas, pero al sentir como la presionaba se dio cuenta que tenía la misma fuerza de un hombre, quizás más. Su rostro estaba completamente desfigurado, no tenía ojos, sus cuencas estaban vacías y en vez de boca, tenía una protuberancia similar a un pico de ave.
—Déjeme, por favor. —Suplicó presa del terror.
—¡Dije que te callaras! —Repitió con un graznido—. Quiero que reces para mí.
—Yo solo le rezo a Dios —contestó valiente la chica—. No soy idólatra.
—¿Sabes qué soy yo? —Preguntó sentándose sobre el pecho de la chica, quitándole el poco aire que tenía en los pulmones.
—Creo que es un demonio —dijo tímida y adolorida por el peso sobre su cuerpo.
—Exacto. Y rezarás para mí. ¡Hazlo! —Le ordenó con furia—. O mataré a tu familia.
—No, por favor.
—Reza para mí.
—Padre nuestro… —Entonces el monstruo le dio un picotazo y le hizo sangrar un ojo— ¡Aaahhh! —Gritó la chica despavorida.
—Te dije que rezarás. ¡Hazlo! —Volvió a gritar el ser alado.
—Que estás en el cielo… —Un nuevo picotazo y sacó el ojo de la cuenca, ahora colgaba, por los nervios— ¡Aaahhh!
—Sigue chiquilla o toda tu familia morirá. —Y así la chica continuó rezando entre grito y grito, mientras el horrible ser le arrancaba los ojos y los devoraba en frente de ella misma. A penas terminó sus rezos la chica estaba hecha un mar de lágrimas.
—Por favor señor, déjeme ir ahora.
—No pequeña, debes quedarte conmigo para llevarme tu alma.
—¡No! Yo quiero ir al cielo —Suplicaba la chica en su agonía.
—No pequeña, te irás al infierno conmigo. —Y así la retuvo, en agonía mientras se desangraba, pudieron oír a la familia salir a buscarla, pero estaban ocultos por los poderes malignos de aquel ser. La chica agonizó por horas y finalmente expiró en los brazos del demonio.
& Continuará &
¿Qué demonio más maligno, no creen? Los chicos se cambiarán de casa, ¿creen que Bill siga con los entrenamientos? ¿Darán resultado? ¿Podrá el grupo enfrentar al demonio? Todo esto y más en el próximo capítulo.