“Pumba y sus amigos” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Pumba en el país de los sueños
Pumba despertó al escuchar los sonoros ronquidos de su invitado, el pequeño Buddy.
—¿Quién diría que alguien tan chiquito pudiera roncar tan fuerte? —dijo muy bajito y se giró, tratando de volver a dormir, pero fue imposible.
Finalmente decidió dar un paseo por la casa, buscando recuperar el sueño perdido. Sin darse cuenta, llegó al lugar donde todos ellos se habían estado escondiendo para comer las patitas de pollo y con gran asombro descubrió que una de las cajitas, todavía contenía una maravillosa presa. El aroma seguía siendo absolutamente atrayente, pero se sentía un poco fría en su hocico.
«No importa, te comeré igual» Se dijo a sí mismo y procedió a enterrar sus colmillitos en la patita de pollo.
La voz de Oliver retumbó en su mente, advirtiéndole no comer tan suculento manjar en frío, pero el sabor continuaba siendo el mismo, así que el cachorro masticó y masticó hasta que no quedó nada.
Como si el mundo lo bendijera, el sueño bajó hasta sus párpados, después de terminar de devorar su presa y sobre la misma alfombra, se echó a dormir.
Arrugó el hociquito al sentir un aroma extraño, parecía humo, cosa muy rara porque sus papis solo fumaban cuando estaban en el jardín, nunca dentro de la casa. “El cigarrillo es malo para nuestros hijos” Escuchó varias veces a su papi Tom, gruñendo al humano Alex cuando venía de visita inesperada, en realidad, parece que nunca era esperado.
Abrió los ojos ante la incomodidad del humo en su nariz y miró a su alrededor. Se sorprendió al ver al chiquito Buddy sobre un estante muy alto de toallas.
—Hey, ¿cómo llegaste hasta allá? —Preguntó, llamando la atención de su primo canino.
La bolita peluda oscura bajó la mirada y soltó el humo de su hocico—. ¿Te conozco? —Preguntó, confundiendo a Pumba, quien abrió mucho más sus ojos al ver que el perro tenía un cigarro en la pata.
—¡¿Qué demonios estás haciendo allá arriba y quién te pasó ese cigarro?! ¡Es peligroso!
Una nueva bocanada de humo salió por la boca del perrito negro, quien le ofreció una sonrisa perruna al cachorro y soltó un gran suspiro—. Vine a ver al lindo gatito. —Sus ojos tenían un brillo de total adoración.
—¿Qué? —Pumba negó con la cabeza. Parecía que su primo no estaba fumando un cigarrillo cualquiera, sino uno de esos alucinógenos—. No tenemos gatitos aquí, Buddy.
—Todavía no tenemos la confianza suficiente como para que me digas buddy (que significa compadre en inglés) —El perrito alzó una ceja y volvió a dar una calada a su cigarro—. El lindo gatito es mi adoración. Sobre todo cuando baja desnudo y juega con sus madejas de lana y se enreda y yo… Ah… —Gimió de gusto.
Pumba se sonrojó furiosamente, había cosas sobre el sexo perruno que no conocía, porque todavía era muy pequeño, y pese a todo lo que había aprendido en el Discovery cannel, nunca creyó posible que a un perro le gustara un gato y que fantaseara con él.
Carraspeó un poco incómodo—. Disculpa, ¿cómo dijiste que se llamaba tu gatito?
—Mi lindo gatito tiene un nombre angelical, se llama Bill.
—¡¿Qué?! —Pumba negó con la cabeza. Esto no podía ser posible, si primo estaba fantaseando con su propio padre y más encima, lo idealizaba como gato. Casi podía verlo él mismo y sus mejillas se tiñeron de rojo.
«Esto es mi culpa» Se regañó mentalmente, al decirles a todos que sus padres eran unos adorables felinos. Corrió desesperado hasta la sala en busca de su hermano mayor.
—Durkas sabrá qué hacer —susurró muy bajito, mientras sus patitas cortas lo guiaban por la casa, hasta la habitación que buscaba. Sin embargo, antes de llegar, oyó ruidos en la cocina y dio un giro para llegar ahí.
—¡Oliver, tienes que ayudarme! —Casi gritó al ver a su colega elegantemente sentado en una de las sillas de la cocina.
—Mi estimado y bello espécimen perruno, ¿cuál es el motivo que aflige tu joven corazón? —Preguntó con su tono meloso de siempre. Pero antes de que Pumba pudiera contestar, se dio cuenta que su invitado hacía muecas con la cara.
—¿Qué haces?
—Estoy practicando —respondió con sencillez.
—¿Qué cosa practicas?
—Las facciones que le quedan mejor al hermoso y elegante felino de ojos acaramelados.
Pumba ladeó la cabecita, como tratando de entender de qué estaba hablando su elegante compañero perruno y de pronto, su mente se aclaró y comprendió de qué se trataba.
—¿Sonrisa o decepción? —Repetía Oliver, moviendo su rostro perruno de tal forma, que parecía que se reía o se ponía triste.
Nuevamente, Pumba negó con la cabeza, todos se estaban volviendo locos, comparando a su querido papi con un gatito. Incluso él era capaz de ver lo que estaban imaginando sus hermanos de raza.
«Esto es mi culpa» Se volvió a repetir y cuando estuvo a punto de dejar la cocina, un sonido de platos le hizo voltear el rostro. Era el perrito negro.
—¿Rafael, qué haces?
—Busco chocolates para el lindo gatito.
Pumba bajó la cabeza y se puso una patita sobre el hociquito, tratando de calmarse—. ¿Tú también enloqueciste?
El perrito oscuro lo ignoró y continuó en su labor de búsqueda. Hasta que soltó un chillido de gusto—. ¡Lo encontré! —En el hocico sostenía triunfalmente una barra grande de chocolate—. Se verá hermoso y tierno con su premio.
Lamentablemente, Pumba también se imaginó la escena y no pudo menos que estar de acuerdo. Sin embargo, una chispa en su interior se encendió y gritó—. ¡No! ¡No le darás eso a mi papi, Bill!
—No es para él —respondió Oliver, soltando el caramelo—. Es para el bello gatito.
—¡No! ¡Primero me lo como yo!
Después de formular la amenaza, Pumba mordió la barra de chocolate y la masticó, hasta que la hubo devorado por completo. En lo personal, no le gustaban las cosas dulces, prefería las patitas de pollo, pero debía salvar a su padre de ser acosado por los perros, solo porque lo imaginaban como un “lindo gatito”.
—¡No quiero más! —Gruñó.
—¡Pumba! —La voz preocupada de Durkas se oyó a sus espaldas—. ¿Qué has hecho?
—He salvado a mi papi.
—Pequeño… —El moteado pasó su enorme pata por el lomo de su hermanito—. Los perros no comen chocolate, te dolerá la panza.
—Aaayyy —Se quejó el cachorro.
De pronto una suave mano le acarició con mucho cuidado—. ¿Qué pasa, bebé?
Era su adorado padre, abrió los ojos, temiendo hallar orejas de gato en su cabeza—. Guauuuu —Su aullido entristeció al rubio, quien lo cogió en sus brazos.
—¡Tomi! —Gritó fuertemente. En cosa de un par de segundos, su otro padre llegó a su lado.
—¿Qué ocurre?
—Nuestro bebé está enfermo.
Tom se volteó y dio una rápida mirada por toda la habitación, descubriendo las cajitas de comida rápida que en algún momento albergaron las deliciosas y suculentas patitas de pollo.
—Jodidos G’s. Les dieron comida chatarra.
—No fue eso, fue el chocolate —dijo Pumba en su idioma, que solo sonó como un quejido doloroso.
—Hay que llevarlo al veterinario.
—Bien —dijo papi Tom, tomando su celular—. Llamaré a David.
Al sentir el estruendo y agitación de los adultos, Durkas llegó a la cocina y alzó la cabeza, notando la expresión adolorida de su hermanito.
—¿Qué pasa, Pumba?
—Me llevarán a un veto porque comí chocolate.
—¿Veto? —El moteado se mostró confundido, hasta que recibió una caricia en la cabeza.
—No te preocupes, precioso, Pumba se pondrá bien, solo lo llevaremos al veterinario. —Explicó el rubio, dándole una mirada de comprensión a su mascota más grande.
—Así que eso era el veto.
—¡Veterinario! —Exclamó aterrado Rafael Jamal, quedándose pegado en el umbral de la cocina—. ¿Te vas a morir, compadre?
—No se va a morir, tonto. —Gruñó Durkas, tratando de calmar al cachorro que puso cara de horror ante aquel comentario—. No te preocupes, Pumba, yo te acompañaré y verás que nada malo pasará. Los papis y tu hermano mayor, te cuidaremos.
—Sí —susurró el perrito, soltando un chillido de dolor.
& Continuará &
Espero que les guste este fic y que no se hayan olvidado de este perrito adorable.