“Lazo de Sangre” Fic Twc de MizukyChan
Capítulo 14: Hambre
En completo silencio, cavilando en sus pensamientos, los gemelos retornaron a su habitación, la 483. Tom sin poder evitarlo, se puso frente al espejo y contempló su reflejo allí. Miró sus rastas firmemente amarradas en una liga, tocó su rostro suave y pensó que esa imagen lo acompañaría por toda la eternidad, tal como había visto a Jorg y a su esposa.
—Parezco sólo un crio —susurró y su gemelo, levantándose de la cama, se paró tras él, poniendo su rostro justo sobre su hombro, admirando las similitudes entre ambos.
—Lo somos Tomi —Le aseguró el menor.
—Siempre pensé que a los dieciocho sería todo un hombre, pero mírame… —Achinó sus ojos y se ganó un beso en la mejilla.
—Hoy fuiste todo un hombre Tomi. Venciste a uno de los “vampires” más antiguos y poderosos del monasterio —dijo el pelinegro, poniéndose entre su hermano y el espejo, buscando mirar de frente a sus ojos.
—Eso no cuenta Bill, tú lo dijiste antes. Lo vencí, sólo porque tú estabas ayudándome, no habría logrado vencerlo por mí mismo —Su voz sonó derrotada.
—Eso no es cierto Tomi —Bill acarició la mejilla del mayor con ternura y continuó—. Lo que realmente venció a Jorg, fue tu lado humano Tomi, cuando sentiste pena por ellos, cuando sufriste por ellos…
—Pero…
—Eso fue su caída.
—Pero fue en ese momento, en que él me expulsó de su mente.
—Porque estaba aterrorizado de tu poder Tomi, porque la mayoría de los seres de las sombras, pierden su humanidad apenas su corazón deja de latir —explicó el pelilargo, con suavidad—. Ellos nos temen por eso, porque somos lo mejor de ambas razas, más fuertes que los humanos, más vivos que los “vampires”. Somos…
—Los elegidos —Culminó el mayor leyendo su mente y asintiendo—. ¿Bill? —Le miró preocupado al ver que sus hermosos ojos avellana cambiaban lentamente de color.
—¿Qué?
—Tus ojos —Le vio con detenimiento—. Están cambiando y no a nuestro color… es… rojizo.
—Hambre… —susurró el menor, sonrojándose furiosamente.
—¿Qué?
—Tengo hambre, he estado hambriento desde el entrenamiento —asumió el pelinegro, sentándose en la cama, evitando la mirada acusadora de su hermano.
—¿Por qué no me dijiste? —Le reclamó el de rastas.
—Estábamos demasiado ocupados con lo de Jorg —Agitó la mano, restándole importancia—. Además fue después del ataque Tomi, seguramente me quedé drenado de energía es todo.
—Porque me la estabas dando a mí… ¿fue eso? ¿Me has estado protegiendo desde que nos encontramos con Jorg? —preguntó el mayor, un poco molesto, sintiéndose apartado de su papel de guardián.
—Lo siento Tomi, tenía que asegurarme de que estuvieras bien —dijo el menor, bajando la mirada.
—¿Bill? —Su gemelo se acercó a él y le levantó la barbilla, encontrándose con los ojos casi completamente teñidos de rojo—. Vamos… bebe de mí —pidió con la voz cansada, más molesto que nada.
—No —Bill se negó por completo.
—¿Qué?, ¿por qué? Lo necesitas.
—Estás molesto y no me gusta hacerlo así de rudo… no es como si fueras una torta o un pedazo de carne Tomi, algo así como una oferta de último minuto en el supermercado —El pelinegro sacudió la cabeza.
—Es normal que esté molesto cielo —El rastudo le acarició la mejilla, cambiando rápidamente su semblante a uno de ternura—. Mira cómo has quedado, se supone que yo soy tu protector, todo esto es por mi culpa.
—No es tu culpa Tomi, fue mi decisión, nadie me obligó, nadie me enseñó a hacerlo, fui yo y sólo yo —El menor aún evitaba mirar a su hermano.
—Entonces, déjame reparar mi error, al no darme cuenta de tus intensiones —Su voz sonó muy sensual y aún sin mirarle, Bill esbozó una sonrisa, sentía que su lazo estaba excitado, y eso era lo que él quería… alimentarse de él cuando estuvieran en la cúspide del placer.
—¿Tomi?
—¿Mmm?
—¿Me dejarás comerte? —dijo sonando completamente inocente, aun sabiendo como encendía eso a Tom.
—Claro que no Bill… yo te comeré.
Sin mayor explicación, el mayor se apoderó de los labios de su gemelo y lo apoyó de espalda en la cama, tomando rápidamente el control de la situación. Bill de inmediato abrió las piernas, garantizándole el acceso sin dificultad y gimiendo descontroladamente en el agitado beso que estaban compartiendo.
Con la rapidez que les daba la lujuria, Tom deshizo el nudo que sujetaba la especie de kimono japonés que ambos vestían, dejando ambos torsos desnudos y calientes al sentir el contacto piel a piel.
Las manos de Bill, lejos de portarse tímidamente, arañaban la espalda de su gemelo con ternura y pasión, arrancándole gruñidos a Tom, que lejos de ser de molestia, eran de puro deleite.
El rastudo embestía con fuerza contra el miembro del menor, quien levantaba las caderas para recibir a su hermano, gimiendo y emitiendo palabras ininteligibles de puro placer y excitación.
Lentamente Tom bajó el pantalón del menor, quien sintió su piel erizarse a causa de la anticipación. Con torpeza, él también despojó a su gemelo de su pantalón, por fin quedando ambos completamente desnudos y calientes.
Bill abrió los ojos buscando la mirada de su hermano, sus ojos ya estaban negros de puro placer y eso le gustaba. Lamió la mejilla de Tom para llamar su atención.
—Ponme en cuatro —Le mandó, seguro de lo que quería. Tom dudó, pero su orden era imperiosa—. Hazlo.
El mayor, con una fuerza que él sólo usaba cuando era necesario, tomó a Bill con agilidad y lo volteó en la cama, dejándolo sobre sus extremidades.
—Entra en mí —Volvió a mandar el pelinegro.
Esta vez el rastudo no hizo caso, le gustaba el sexo duro con Bill, pero no para dañarlo. Sin previo aviso, bajó su cabeza y besó ambas nalgas del menor, provocándole un ligero estremecimiento. Las abrió con lentitud y hundió su cara entre ellas, pasando su lengua por la rosada entrada de su hermano, una y otra y otra vez, sintiendo como el menor se hacía gelatina ante sus ministraciones.
—Aahhgg —Bill gimió fuertemente.
El mayor sintió una corriente eléctrica en su propio miembro, pues cada vez que la pareja hacía el amor, sus cuerpos se conectaban aún más, sintiendo el placer del otro, dentro de sí mismos. Así que si Bill estaba así de excitado, Tom lo estaba de la misma manera, sino más por ser él, el proveedor de tan intensos deseos.
—Ya Tomi, por favor —Jadeó el pelilargo, agitando su cabeza—. Si no entras en mí ahora, te juro que explotaré sin que me toques.
El mayor dejó su lugar y le dio un manotazo en la nalga derecha a Bill, con una sonrisa de suficiencia. Acarició su rígido miembro y entró sin ninguna delicadeza pues ya había suficiente lubricación. Entró hasta el fondo, ahogando en su garganta un grito de placer y dolor ante la estrechez del lugar.
—Ah… —Fue lo que se oyó de ambos hombres.
Tom se movió lentamente al principio, saliendo casi por completo, para entrar nuevamente hasta el fondo. Como amaba esa sensación de plenitud que le causaba estar dentro de su hermano y sentir que por fin estaban unidos como siempre había deseado. Le importaba una mierda saber que estaban en esta nueva condición física, para él, lejos de ser una maldición, era la única forma de ser uno con Bill.
—Más Tomi… más —pidió el menor con la voz entrecortada por el placer que estaba sintiendo al verse lleno, del único ser que amaba en la vida.
Como le fue dicho, Tom comenzó a moverse más rápida e intensamente contra el cuerpo de su gemelo, logrando tocar aquel lugar que causaba que Bill, fuera pudín en sus extremidades.
—Aahgg ññiiiaaa —Le sentía maullar bajo su cuerpo.
—Quiero verte.
Sin previo aviso salió del calor del cuerpo del pelinegro y con esa extraña nueva habilidad, volvió a girar a Bill, dejándolo sobre su espalda y entró nuevamente en él, con un sonido propio de la unión de dos cuerpos húmedos por el sexo.
—Te amo —murmuró el menor con los ojos entrecerrados por placer, pero sin dejar de ver a Tomi. Si él quería verle, entonces le vería.
—Te amo —Correspondió el rastudo, sintiendo como las corrientes eléctricas se arremolinaban en su bajo vientre—. Ahora —dijo y acercó su cuello a los tentadores labios del menor.
Completamente conectados, los incisivos del menor salieron filosos al encuentro de aquella carne tan deseada y se enterraron sin piedad, sacándole un gemido a Tom, que lejos de ser de dolor, parece que sólo añadía al placer que ambos estaban sintiendo.
El sabor metálico, mezclado con la esencia propia de Tom se dejaron sentir en la boca de Bill, como el más exquisito de los manjares jamás probados por ser alguno. Sólo bastaron un par de tragos, para que su hambre quedara totalmente saciada y su placer fuera completamente magnificado por sus nuevos sentidos vampirescos.
—Bill… —Gritó Tom al derramarse por completo dentro del cuerpo de su gemelo.
La semilla del menor, mojó cálidamente sus vientres, mientras su boca terminaba de lamer las heridas del cuello de Tom, para que sanara rápidamente. Su respiración fuertemente agitada por tan intensa experiencia, sólo era igualada por los latidos irrefrenables de su corazón.
Sintió los brazos de Tom rodearlo por completo y se permitió un segundo de paz. Con calma, su aliento volvió a retomar su ritmo y sonrió.
—Te amo Tomi —susurró en el cuello de su gemelo.
—Y yo a ti —El mayor se giró para que ambos quedaran de frente—. Pero, no quiero que vuelvas a pasar hambre nunca más.
—Yo… —Las mejillas del menor se sonrojaron. En realidad lo que había hecho era una estupidez, incluso pudo haberlos metido en problemas.
—Nunca más Bill, me encanta alimentarte de esta manera —Le dio un lametón a su oreja—. Y lo sabes.
—Lo sé Tomi —Las mejillas del pelinegro seguían teñidas de rojo.
—Descansa un momento. Quiero que salgamos a investigar un poco.
—Está bien.
&
En otra parte del monasterio, otra pareja de “vampires” culminaba su acto sexual con una larga mordida en el cuello del otro.
—Ah Seth… —Gimió un hombre rubio y corpulento al sentir la lengua del otro sellar la herida recién abierta.
—James… —Fue la única respuesta del moreno bajo su cuerpo.
Se separaron presas del cansancio por el esfuerzo recientemente realizado, y en un abrazo cómplice, ambos sonrieron contentos y tranquilos, completamente saciados del hambre y la necesidad de sentirse el uno al otro.
—¿Cuándo volverás a mi cama Seth? —preguntó el rubio, mordiendo suavemente la oreja del otro.
—Aún no es seguro James. Debo quedarme con Alexa hasta que su Eminencia diga lo contrario —Fue la respuesta del moreno—. Ya sabes que los elegidos sospechan de él.
—Es normal que sospechen de su Eminencia, con toda la mierda que tiene oculta aquí, hasta yo sospecho de él —comentó el rubio apretando sin querer el agarre en el cuerpo de su pareja.
—James, cálmate —Se giró y besó los labios del rubio—. No podemos hacer nada aún.
—Y no haremos nada Seth. Los Kaulitz son los que tienen que destruir a Lilith ¿Qué pintamos nosotros en esto? —preguntó molesto el hombre—. No quiero ponerte en peligro, eres muy joven para eso.
—Ja —Rió el moreno—. Tengo un siglo de edad, por si no lo recuerdas James.
—Aun así es muy poco, no quiero exponerte a una lucha en pleno día, sabiendo que eso podría matarte —Replicó el rubio.
—No haremos nada aún James.
—Y nunca Seth.
—¿Y si los Kaulitz se descontrolan? —preguntó llamando su atención— ¿Qué opción tendríamos?
—Dejaríamos que la iglesia se encargue, siempre lo hacen.
—Pero su Eminencia y los demás han depositado su confianza en nosotros James —Le regañó el moreno, alejándose un poco para mirar el techo.
—Ellos nos han mentido a nosotros también Seth y lo sabes ¿Arriesgarás tu vida por ellos, sabiendo que ellos en realidad no se interesan por nuestro bienestar? —James estaba completamente serio.
—No lo sé James —Dio un suspiro—. Esos chicos…
—Los elegidos.
—Son nobles… no puedo ver maldad en sus corazones —Volvió a suspirar—. Sólo quieren estar juntos y felices.
—Como nosotros Seth, como todos los “vampires”.
—Pero si algo malo le ocurre a alguno de ellos… se perderán por completo. Habrá tal destrucción, que ni siquiera Lilith nos haría tanto daño como ellos —Divulgó el moreno.
—Entiendo.
—Es entonces que nosotros…
—Tendremos que matarlos —Finalizó el rubio, comprendiendo la gravedad del asunto.
—Así es.
—¿Pero por qué habrían de hacer algo tan estúpido como lastimar a uno de ellos? —preguntó el rubio, bastante molesto.
—Es por la profecía, tal vez ellos no lo han notado, pero en la profecía del querubín mencionaba que ellos matarían a la reina de los condenados, gritando “Venganza”. Y pensamos que es por un ataque a uno de los gemelos —explicó el moreno—. Pensamos que los elegidos no tienen ninguna intensión de pelear con Lilith y que sólo eso gatillaría que los Kaulitz realmente la atacarán, pero tras matarla, el que quede vivo, destruirá todo a su paso… todo. Será como un agujero negro.
—Dios nos guarde.
—Exacto —dio un largo suspiro—. Debo irme.
—No —Se quejó el rubio, abrazándose más al cuerpo de su lazo—. No tan pronto.
—Todavía es de día James. Los elegidos podrían estar vagando por los corredores.
—Dijiste que estarían con Jorg.
—Pero eso fue hace un par de horas.
—No me gusta esto —Se quejó el rubio, arrugando el ceño.
—A mí tampoco, pero sólo será por un tiempo.
—Insisto en que hay que hablar con la verdad. Hay que explicarle a los Kaulitz qué sucede. Que su Eminencia puede parecer un mentiroso de mierda —Suspiró—. Bueno… “ES” un mentiroso de mierda, pero si les contamos la razón, entonces cooperarán con nosotros.
—No podemos arriesgarnos James, lo siento. Órdenes, son órdenes.
Se vistió rápidamente ante la mirada pensativa de su lazo y tras un beso corto en los labios, abandonó la habitación.
—Tal vez yo deba hablar con los elegidos… —susurró a la nada—, tal vez…
& Continuará &
¿Creen que James les cuente la verdad a los chicos? Partiendo con contarles que él es el verdadero lazo de Seth y no la humana Alexa como les mostró su Eminencia… Muchos enredos. Podría haber una rebelión entre los vampiros que ya habitan el monasterio, sigan leyendo para ver qué sucede. Gracias.