16: demoníacas identidades

Notas: Hola gente bella, en este capítulo no hay banda sonora, pero sí una verdad impresionante. Espero les guste. Besitos.

Maldición II: Cazadores de Demonios” Fic Twc / Toll de MizukyChan

Capítulo 16: demoníacas identidades

Anteriormente

—Soy el arcángel Miguel, líder de las tropas angélicas del cielo —respondió el chico pelinegro.

—Noooooooo —Gritó el de trenzas.

—No, Bill, eres Bill, MI Bill, por favor reacciona.   —Insistió el de trenzas.

—Déjalo, Tom, él es el comandante, ahora podremos ganar la guerra —dijo feliz el rubio.

—¿De qué hablas, Vasariah? —Inquirió el moreno, aún con el resplandor a su alrededor.

—Ahora, mi señor, podremos comenzar el fin del mundo y traer el paraíso a la Tierra, su sueño, señor  —respondió servilmente el rubio.

—Te equivocas, Vasariah, yo solo recibo órdenes de mi Padre y él no me ha informado de ninguna guerra —agregó con altanería.

—Es que había estado dormido, mi señor, en el cuerpo de Bill. —Siguió el rubio, tratando de cambiar el parecer del pelinegro.

—¿Dormido?   —Preguntó dudoso el moreno.

—Tu alter ego estuvo oculto y has vivido con los humanos, Señor. —El moreno pareció reflexionar un momento.

—Déjame ver en tus recuerdos, Vasariah.   —Ordenó el arcángel.

—Señor, no creo que sea prudente. —De pronto hubo un destello de luz y un hombre muy guapo apareció.

—Gabriel  —dijo el pelinegro y este al verlo en toda su gloria, se arrodilló de inmediato.

—Comandante, no sabía que había vuelto. —El de trenzas veía todo con amargura, como su amado y tierno pelinegro actuaba de aquella manera tan fría y ni siquiera volteaba a verle.

—¿A qué has venido, Gabriel?  —Preguntó el arcángel.

—Buscando a Vasariah, ha robado tu espada.   —Ambos la vieron con admiración.

—¿Es eso cierto, Vasariah? —Cuestionó incrédulo el comandante.

—Sí, señor, tu cuerpo estaba incompleto y si seguías gastando energía podrías morir, por eso la traje señor.  —Se defendió vanamente el rubio.

—¿Sabes que robar armas angélicas es un delito penado con la muerte?

—Lo sé, Señor, pero su vida es muy importante para la causa.

—¿Gabriel, tú sabes algo de una rebelión? Quieren que comience el apocalipsis sin la autorización del Padre.   —Se giró el pelinegro hacia el bello ángel de ojos claros.

—Sí, Comandante, el cielo está dividido y el Padre no está presente para poner orden. Su presencia sería ideal para impartir el orden y el respeto en el cielo —comentó Gabriel con un tono reverente.

—Tienes razón, iré con ustedes, pero antes, Vasariah veré tus recuerdos. —Insistió el pelinegro.

—No señor, por favor.   —El rubio estaba atemorizado.

—No te preocupes, yo te sanaré, a no ser que ocultes algo.  —Inquirió el moreno.

—Podría quedar ciego, comandante.   —Interrumpió Gabriel.

—No, si lo hago con cuidado. —El pelinegro se acercó al rubio que retrocedía con temor, más que a quedar ciego, a ser descubierto. El moreno puso su mano sobre los ojos del rubio y una luz salió de ahí. El semblante inmutable del pelinegro iba cambiando con cada segundo, hasta que se alejó de él—. ¡Eres un maldito traidor, Vasariah!  —Exclamó furioso.

—Perdóname, señor, me obligaron a hacerlo.   —Trató de defenderse el rubio.

—¿Quiénes? ¿Los demonios o  Zacarías? Cielos, Vasariah, yo te amaba y me engañaste de la peor de las maneras, por tu culpa mi alma quedó dividida, por tu culpa. Debería matarte aquí mismo, pero como líder te mandaré al cielo para que se te juzgue como es debido.

—Señor… mis ojos.   —Suplicó el rubio.

—Gabriel, encárgate de él, cúralo y enciérralo y por favor, que no tenga contacto con Zacarías, maldito traidor, lo cazaré yo mismo. —Se limpió las manos como si se hubiera contagiado de algo.

—¡No!  —Gritó el de trenzas—.  No puedes dejarme, Bill.   —Suplicó el de trenzas.

—No soy Bill, ya no más, joven, soy Miguel.  —respondió con calma el pelinegro.

—No, eso no es posible, me lo prometiste, que siempre estarías conmigo, por favor, ve en mis ojos, no puedes irte, si lo haces ¿por quién lucharé? Mi vida no tendría sentido. —El moreno lo veía con una ceja alzada, sin entender claramente por qué ese muchacho reclamaba su presencia.

—Comandante, creo que el humano tiene razón.  —El arcángel se giró bruscamente.

—¿Por qué lo dices, Gabriel?   —Preguntó curioso.

—Porque te arrancaste las alas tú mismo para poder estar con él, y porque lo has esperado 150 años.   —Soltó de repente el otro ángel. Él amaba a Bill, lo había amado desde el inicio de los tiempos, pero conocía las verdades sobre el amor y la verdad más grande, era que debía dejar libre al ser que estaba frente a sus ojos, porque él también conocía el amor y aunque no fuera correspondido, le ayudaría a ser feliz.

—¿Yo hice eso? —Se sintió conmocionado.

—Bill lo hizo   —respondió Gabriel.

—Me estoy cansando del tal Bill, parecía ser mi lado vulnerable —dijo apretando los labios.

—Solo inténtelo, señor. —Sugirió el ángel.

—Hey, chico, ¿sabes que te puedo dejar ciego? —Preguntó el pelinegro.

—No me importaría si puedo retenerte a mi lado —contestó seguro, el hombre de la melena se acercó y puso su mano sobre los ojos del otro, apareció la luz y nuevamente el rostro del pelinegro cambió, sonreía, y hasta derramó lágrimas. Al sacar la mano abrazó a Tom con mucho cariño y besó su mejilla— ¿Recordaste, Bill?

—Sí, Tomi. —Lo soltó y se dirigió a Gabriel y le entregó su espada, el brillo que lo rodeaba desapareció y su pelo volvió a estar liso—. Gabriel, encárgate de Vasariah por favor y llévate la espada. Llegará el momento en que me toque cazar a Zacarías y entonces, la necesitaré, entre tanto seguiré cazando demonios aquí.

—Entiendo Bill.   —Lo abrazó—.   Cuídate y sé feliz, te lo mereces.

—Señor, sáname por favor.   —Rogó Vasariah con la voz rota.

—Gabriel se encargará de ti, Vasariah. Ya váyanse. —Ambos desaparecieron en un haz de luz.

—Bill, mhm no veo nada   —dijo sin alterarse el de trenzas.

—No abras los ojos, cariño. —Se acercó con cuidado y puso sus manos en los ojos de Tom y proyectó su energía sanadora. Al terminar los besó y le pidió—. Ábrelos ahora —El otro obedeció y tras ver un poco borroso, su visión se aclaró.

—Eres la visión más hermosa que he podido tener —dijo apoderándose de sus labios.

—Te amo, Tomi, fuiste tan valiente —comentó, besando la comisura de sus labios.

—¿Valiente? Al contrario estaba aterrado de que te fueras al cielo —contestó apenado el de trenzas.

—Tomi, muchas veces las personas, incluso los ángeles quedan ciegos por mostrar sus recuerdos.  —Explicó, dándole suma importancia al hecho.

—¿De qué me habría servido ver, si al despertar no te hubiese visto a ti a mi lado?

—Aaww,  eres muy cursi a veces.

—Pero te encanta, ¿cierto?   —dijo guiñándole un ojo.

—Sí, cielo y te amo por eso. —Se besaron y a los pocos segundos el beso aumentó la fogosidad de ambos, se separaron para respirar—. Llévame a la habitación Tom Kaulitz.

—Será un placer, Bill Kaulitz.  —Se levantó y tomó al pelinegro en sus brazos.

—¿Qué?  ¿Parezco una novia, Tomi? —Preguntó inflando las mejillas.

—Eres mi novio, Bill. ¿Cuál es el problema? —Dijo subiendo por las escaleras—. Que bueno que estamos solos, cielo.  —Lo depositó sobre la cama y lo besó con pasión.

—Mhm, muy bueno.

—Gime para mí, bebé.   —Le quitó la playera y atacó su cuello.

—Quítate esa ropa tan grande, mi amor. —Pidió y Tom obviamente obedeció. Se desnudaron, se miraron y se echaron a reír.

—¿Hey, de qué te ríes? —Dijo el de trenzas, poniendo sus manos a ambos lados de la cabeza de Bill.

—Que si me hubiera ido al cielo no estaría haciendo cositas ricas je, je, je —El de trenzas lo besó nuevamente y el pelinegro se animó a acariciarle la espalda con sus manos, apretó sus nalgas, lo que ocasionó un gemido del mayor— Tooooommmm—Le dijo al sentir sus erecciones rozarse.

—Quiero hacerte mío. —Confesó el de trenzas, con la voz ronca de deseo.

—Ya soy tuyo, todo tuyo. Y me entrego a ti por completo. —Tom entró en él con cuidado y ambos gimieron alto, con un ritmo suave comenzaron las embestidas, ambos mirándose y mostrándose con los ojos cuanto se amaban. Pero la pasión los llevó a moverse más rápido.

—Grrrrrrr, voy, ya voy. —Tomó en miembro de Bill y lo masajeó al ritmo de las embestidas, hasta que ambos alcanzaron el clímax.

—Ohhhh Tommm   —Trató de recobrar la respiración.

—Y más te vale que no te vuelvas a ir, Bill Kaulitz, porque te perderás esto y mucho más —dijo el trenzado en tono juguetón.

—¿Mucho más?   —Le sonrió pícaro alzando una ceja.

—Oh sí —Se abrazaron ambos riendo, felices, porque habían estado a punto de separarse y de nuevo se habían reunido.

Tom no podía dejar de sonreír cada vez que miraba a Bill, parecían dos adolecentes recién enamorados, se sentía flotar, su novio se había quedado en la Tierra… por él. Bill era todo un semi Dios allá en el cielo, incuso el tal Gabriel se inclinó ante él, era demasiado poderoso, y sin embargo estaba allí, a su lado. Lo amaba… tanto como él. Aunque en verdad no podía negar que casi murió de susto cuando lo vio cambiar de apariencia, y no fue solo lo físico, su personalidad, ya no era el adorado y tímido amante, era todo un comandante, un guerrero… otro ser. Y Tom temió, tuvo miedo de que Bill partiera a arreglar el desastre que había en el cielo y lo dejara solo. Sabía que era muy egoísta, pero qué sería de él sin Bill, sin su sonrisa, sin sus ojitos pintados, sin sus caricias, sin su amor. Le importaba una mierda si el cielo volvía a ser un lugar de eterna paz, si él no estaba con Bill, para él todo lugar sería como estar en el infierno. Lo amaba visceralmente, egoístamente, pasionalmente, locamente, con todos los “mente” que pudiera formar, su amor por Bill era absolutamente completo.

—¿En qué piensas, cielo? —Preguntó con una sonrisa tímida.

—En todo lo que te amo, Bill   —respondió orgulloso.

—¿Sabes? He estado reflexionando en algo que me tiene preocupado —dijo arrugando un poco el ceño.

—¿En qué, cariño? —Indagó Tom, tomándole ambas manos y besando sus palmas.

—El cielo en un desastre, Tom, por eso la Tierra está como está —contestó, besando la comisura de sus labios—. Y en parte…  es culpa mía.   —Bajó la mirada.

—Esto no tiene nada que ver contigo, Bill.

—Pero soy el líder de las huestes celestiales, debo mantener el orden.

—Para eso está Dios. Tú eres un ángel, MI ANGEL —dijo igual de serio.

—¿Crees que el Padre se enoje conmigo por quedarme en la Tierra? —Su voz sonaba débil, tenía miedo.

—Bill, si Dios quisiera castigarte, ya lo habría hecho, pero llevas 150 años aquí, El te deja ser. Supongo que como padre quiere que seas feliz. —Lo besó suavemente.

—Pero yo, ni siquiera amo a una mujer, que debería ser lo normal. —De nuevo arrugó el ceño.

—Es cierto, pero él es Dios, el entiende de amor a otro nivel, no con los parámetros limitados de los hombre. Nuestro amor, aunque seamos hombres, es totalmente puro, ¿no lo crees así?  —Tom lo volvió a besar.

—Claro que lo es. —Se besaron y Bill subió al regazo de su trenzado—. Te amo hasta cortarme las alas por estar contigo.

—Mutilaste tu cuerpo y luego mutilaste tu alma por mí, si tuviera que dar mi vida… la daría gustoso por ti, es en serio  —dijo Tom, sabiendo lo que contestaría.

—Tomi, no hables en negativo, recuerda que nosotros lucharemos por estar vivos y vivir nuestro amor.   —Sonó un celular—.   Contesta amor.   —Pidió con un beso.

—Aló, padre Biagioni.

—Hola Tom.  ¿Algo nuevo por allá?

«Aparte de la transformación de Bill en el arcángel Miguel» Pensó, pero solo dijo—. Nada demasiado importante.   —Bill se reía por la ironía—.  ¿Y ustedes, por allá?

—Volvemos esta noche, Tom, espérennos despiertos, porque hay mucho que hablar.

—Comprendo.

—Nos vemos esta noche. Adiós.

—Adiós Padre —Colgó la llamada—. Era el Padre Biagioni, quiere que los esperemos despiertos, porque ya vienen en camino. —Informó, sosteniéndole la mano.

—Seguro traen malas noticias   —dijo serio el pequeño.

—¿Qué te parece si comemos algo?  —Ofreció para alegrarlo.

—Sí, me dejaste exhausto, necesito reponer energías. —Tom se levantó y se fue a la cocina.

Entre los dos prepararon una lasaña y comieron, mientras escuchaban algo de música, un lujo que hacía mucho tiempo no se podían dar.

Cerca de la media noche, estaban en la sala con un café caliente en las manos, cuando se abrió la puerta.

—Hola chicos.   —Saludaron los curas, venían solos.

—¿Y Chantelle? —Preguntó el pelinegro. Tom pudo ver en su semblante, que volvieron todos los remordimientos por Jonathan.

—Se ha quedado con su familia, allá la necesitan más   —contestó el padre Jost.

—¿Les traigo café? —Ofreció el trenzado, ellos asintieron.

Mientras se acomodaban después de tan largo viaje, llegó el chico con dos tazas de café caliente.

—¿Y qué hay de nuevo, Padres?  —Preguntó el moreno.

—Hemos descubierto la identidad del demonio principal de Europa —dijo seriamente Biagioni.

—¿Y quién es? —Preguntó Tom con curiosidad.

—Aym, duque del infierno que gobierna 26 legiones de demonios —respondió con un tono monocorde el padre Jost.

—¿Y eso qué significa? —Continuó Bill.

—Que los cinco demonios que soltó el “gemelo maldito” están identificados y una vez que matemos a sus huestes, podremos destruirlos a ellos y así detener el maldito apocalipsis —dijo Biagioni con mucha seriedad.

—¿Por qué hablas del apocalipsis? —Preguntó Tom, hasta ahora, solo por Vasariah habían escuchado hablar sobre del fin del mundo.

—La verdad es que ni nosotros estábamos al tanto de esto. Nuestra misión era detener a los demonios liberados, pero al parecer, si los cinco demonios escogidos lograban su objetivo, entonces se desataría el apocalipsis, pues lograrían liberar a Baal   —Explicó Biagioni,  igual de impresionado que los más jóvenes.

—¿Y quién es Baal? —Preguntó el trenzado, a pesar del entrenamiento sería casi imposible memorizar el nombre de todos los demonios, se sintió inculto y fue el moreno quien le dio la respuesta.

—Es el Comandante General de los Ejércitos infernales, es con quien YO me debo enfrentar —contestó seriamente.

—¿Por qué tú te tienes que enfrentar a él?   —Preguntó preocupado el Padre Jost.

—Porque no soy un ángel ordinario —comentó, tratando de evitar decir toda la verdad.

—Según las sagradas escrituras, el único que se puede enfrentar a Baal es el arcángel Miguel. —Sentenció Biagioni—. ¿Eres… Miguel? —Preguntó con sus manos temblando.

—Sí, lo soy. —Un inmenso silencio llenó la habitación. Todos los ojos estaban fijos en Bill.

&   Continuará   &

¿Qué plan elaborarán para atrapar a los demonios mayores? ¿Podrán evitar que aparezca Baal? ¿O tendrá Bill que enfrentarse a él? ¿Y qué hará Tom si ello ocurre? Waaa, muchas cosas raras, pero los invito a continuar con la lectura y así a averiguar la verdad. Gracias por su visita.

Escritora del fandom

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *