Saludos, gente bella, hoy sabremos lo que vive Gustav durante la parálisis del sueño. Hay algunas de ustedes que lo saben, otras no, por eso este capítulo relata la experiencia. Espero les guste… o mejor no.
«Parálisis» Fic de MizukyChan
Capítulo 2: Desear morir
Los G’s llegaron al aeropuerto de Los Angeles y fueron recibidos por los gemelos, encubiertos por sus gafas de sol y gorros que cubrían sus cabellos llamativos.
Tom condujo hasta su casa, oculta de la multitud y mientras los G’s se acomodaban en sus habitaciones, los gemelos prepararon algo de comer.
La velada fue corta, porque los G’s estaban exhaustos, así que pronto todos se retiraron a descansar. Por insistencia de Bill, Pumba durmió en la puerta de Gustav. El rubio lejos de sentirse protegido, sentía que no podía pegar los ojos, por los fuertes ronquidos del can. Sin embargo, el cansancio extremo, junto al jet lag, hicieron mella en el chico robusto y sin remedio, se quedó dormido.
Gustav abrió los ojos de golpe, todavía estaba oscuro, parpadeó para tratar de adaptar la mirada en medio de la oscuridad, pero no le gustó lo que vio. Allí, a los pies de su cama, había una criatura extraña, que lo observaba casi como esperando a que abriera los ojos.
El rubio quiso gritar ¿Quién demonios eres tú? Pero ningún ruido salía de sus labios. Quiso moverse, pero no podía. Estaba completamente pegado a la cama.
Escuchó un ruido al lado izquierdo de su habitación, como ratas que corrían a toda velocidad para no ser descubiertas. El mismo sonido se repitió al costado derecho. Gustav no pudo identificar si efectivamente eran roedores o no, porque no podía mover la cabeza. Sólo podía mover los ojos, sin embargo, no quería dejar de mirar a la criatura, en caso de que se moviera o intentara atacarlo.
El ser sobre la cama se movió. Gustav notó que podía ser del tamaño de un hombre, pero no podía estar seguro, porque la oscuridad distorsionaba su visión.
La criatura se puso a horcajadas sobre él y el pulso de Gustav se disparó. Sintió miedo, su respiración se aceleró también y se podía apreciar a través de la dilatación de las aletas de su nariz.
¡Oh, Dios mío!
El rostro de Gustav se perló de sudor y la criatura parecía disfrutar del espectáculo, porque su mandíbula dibujó una enorme sonrisa. Pero no estaba satisfecha, porque continuó subiendo por el cuerpo de Gustav, situándose en el pecho del rubio, ya no a horcajadas, sino subiéndose por completo sobre su pecho, presionando sus rodillas allí, dificultándole al rubio, el simple acto de respirar.
Voy a morir. Pensó con amargura. Al menos mátame rápidamente. Suplicó en su mente, pero las cosas nunca resultaban como uno las deseaba.
La criatura alzó las manos y aplaudió un par de veces, y los sonidos de ratas corriendo se intensificaron. Gustav creyó descubrir la razón, al oír un gruñido horroroso justo debajo de su cama. Algo arañaba allí, justo debajo de él, primero el piso y luego debajo del colchón. El rubio podía sentir las garras casi tocando su espalda. Quería gritar, quería levantarse y huir de lo que fuera que arañaba su cuerpo. Quería correr, quería ocultarse, quería morir para no seguir sintiendo esto.
¡Dios mío, sácame de aquí! Rogaba en su mente, pero nadie atendía sus súplicas.
Un aullido lastimero fuera de su habitación, le hizo pensar en Pumba y trató con todas sus fuerzas llamarlo. Pero entonces, la mano de la criatura que estaba frente a él, se acercó peligrosamente a su rostro.
¡Oh, no! Pensó el rubio y cerró los ojos. Estaba seguro que si alguien lo miraba desde fuera sólo se vería como un joven dormido, pero por dentro, tenía los ojos tan fuertemente apretados, que cualquiera diría que estaba sufriendo de un dolor intenso.
Su cuerpo se tensó a niveles insospechados, su pecho dolía, sus brazos dolían, todo su cuerpo dolía.
Voy a sufrir un infarto y nadie sabrá que fue lo que realmente me mató. Pensó con amargura.
El dolor se hacía cada vez más fuerte. El aire no llegaba a sus pulmones, su pecho ardía, sentía que iba a estallar desde adentro hacia afuera.
Dios, que termine de una vez. Mátame de una vez.
&
—Mierda, Gustav, te ves fatal —dijo Georg en la cocina, levantándose para servir un café a su amigo baterista.
—Es exactamente como me siento —respondió el rubio.
Los gemelos se unieron a ellos en el desayuno y miraban preocupados al rubio, quien tenía unas ojeras oscuras y lucía una piel amarillenta, cual enfermo de hepatitis.
—¿Estás seguro que no quieres quedarte a dormir un rato más? —Preguntó Bill—. ¿Podría ensayar sólo con las pistas que tiene Tom?
—No, no te preocupes. Viajamos desde el otro lado del planeta para ensayar, así que eso es lo que haremos —respondió el chico.
—¿Dónde están los bebés? —Preguntó Tom, extrañado de que los perritos no estuvieran a sus pies, pidiendo comida.
—En el jardín —respondió el castaño—. Esta mañana morían por salir, así que les abrí la puerta de atrás.
—Gracias, Geo —dijo Tom, saliendo para llenar de agua fresca los bebederos de los cachorros.
—Te ayudo, Tomi —agregó Bill, levantándose de la mesa también.
Salieron al patio y se preocuparon de ver a sus bebés dormidos profundamente. Los llamaron y acariciaron, pero no hubo forma de despertarlos, ambos roncaban sonoramente.
—Tal vez se contagiaron del cansancio de Gus —mencionó Tom, restándole importancia.
&
El día fue muy duro, los cuatro llegaron agotados después de la extensa sesión de práctica que tuvieron en el estudio de grabación. Tras ducharse y comer todos juntos, se separaron a sus habitaciones para disfrutar de un merecido descanso.
Pero Gustav no estaba muy ansioso de tenderse en la cama, no al recordar lo que había experimentado la noche anterior. Creyó que moriría y, sin embargo, despertó por la mañana, exhausto, pero vivo.
—¿Habrá sido sólo mi imaginación? —Susurró a la nada.
Se quitó la ropa y se metió bajo las sábanas de seda. Respiró profundamente y se dejó arrastrar por el sueño.
Abrió los ojos asustado, podía escuchar los pasos de las ratas corriendo a su alrededor, así como también sentía los arañazos en el suelo, bajo su lecho. Eso significaba que la criatura estaba al borde de su cama… otra vez.
Quería despertar de esa maldita pesadilla, quería gritar y llamar a alguien para que lo sacara de ese tormento en el que su mente lo sumía, pero lo único que podía hacer era mirar al ser que lentamente subía en su pecho, cortándole la respiración, acelerando su pulso, aterrándolo al extremo de creer morir.
¡Dios mío, otra vez no! Gimió en su mente.
La criatura se acercó hasta él y puso las manos en su cuello, apretando y sonriendo. Disfrutando de la tortura a la que lo sometía.
—Ya… no… falta… mucho…
dijo la entidad con una voz tan rasposa, que Gustav apenas pudo percibir sus palabras. Las fuerzas lo abandonaban y nuevamente se dejaba arrastrar por la oscuridad.
Dios, si muero, protege a mi familia.
&
—Ok, creo que es suficiente —dijo Georg cuando tanto los gemelos como Gustav estuvieron sentados a la mesa, en el desayuno—. Gustav ya no puede seguir bajo esta presión. Hoy regresaremos a Alemania.
Bill quiso alegar que todavía no tenían ni la mitad del álbum terminado, pero cuando vio la expresión de su colega y amigo, se calló.
—¿Por qué no dejas que te vea nuestro médico? —Preguntó Tom—. Tal vez te contagiaste de algún virus y no lo sabes.
—Es buena idea —secundó Georg.
—No es ningún virus —rebatió el rubio, soltando un suspiro.
—Si no es una enfermedad, ¿entonces qué es? —Preguntó Bill, extendiéndole una lata de Red Bull.
—Es el demonio… —dijo en un susurro.
La mujer del aseo, que sacaba la colada en esos momentos, se detuvo frente a ellos dijo con acento mexicano—. Se le echó el muerto.
Bill y Tom la miraron y estallaron en carcajadas.
—No, Lupita, no es eso —respondió Tom, recordando que esa expresión tenía un significado sexual—. Gusti no es como nosotros.
La mujer no sonrió, pero hizo el signo de la cruz antes de tomar la colada y salir de la cocina.
—Sólo estoy cansado —mintió Gustav. Esas risas le hacían comprobar que nadie iba a creer su historia, sería mejor guardar las apariencias y seguir adelante.
—Llamaré a la agencia para reservar los pasajes —dijo Georg, dando el tema por finalizado.
& Continuará &
¿Podrán los G’s realmente regresar a Alemania? ¿Por qué la criatura dijo esa frase? ¿Qué opinan ustedes?