2: Imaginación

Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan

Capítulo 2: Imaginación

All you need is your own imagination, so use it that’s what is for

(Todo lo que necesitas es tu propia imaginación, así que úsala, para eso es. “Vogue”)

Tom

Con sólo 17 años, Tom Trumper se las ha arreglado para salir adelante en la vida. Perdió a sus padres a la tierna edad de 15 y vivió con sus tíos paternos hasta los 16, consiguió un empleo de medio tiempo en una biblioteca y estudia gracias a una beca deportiva en una de las escuelas más prestigiosas de la ciudad. Gracias a ello, optó por liberar de la “molestia” a sus familiares y rentó un departamento pequeño cerca de la escuela.

Ingenuo por naturaleza, se considera de “pocos amigos”, justamente porque en la mayoría de los casos, se acercaban a él por interés o sólo para jugarle bromas.

Por un problema de miopía, debía usar gafas todo el tiempo y para ahorrar dinero, compró unos marcos de segunda mano, bastante gruesos y que le dan un “look” de nerd de grandes magnitudes.

En la biblioteca en la que trabaja, no tiene mucho que hacer y utiliza el tiempo para estudiar y hacer sus deberes, además aprovecha la simpatía del dueño, quien le presta los volúmenes más antiguos y más pesados de allí, para que Tom pueda cargarlos a todas partes y así fortalecer y tonificar los músculos de sus brazos.

El inicio de clases sólo significaba para él, la oportunidad de obtener mejores notas y mejores marcas en los deportes y así asegurar su entrada a la universidad, ya que si no lo lograba de esta manera, tendría que trabajar en algún empleo mediocre toda su vida. Este era el año de su graduación y esperaba que pasara sin pena ni gloria, siendo invisible como siempre, qué equivocado estaba.

&

Mientras guardaba sus cuadernos en el casillero del pasillo, vio como una jovencita se acercaba a la “diva” de la escuela, el famoso y socarrón Bill Kaulitz, le pedía un autógrafo y éste salía disparado de allí como si la chica tuviera la peste.

—“No one ugly allowed” —le oyó susurrar cuando él y su grupo pasaron por su lado. Instintivamente bajó la cabeza, no quería ser molestado por aquellos que se hacían llamar “pretty people”.

Tom sabía suficiente inglés para entender de qué iba la frasecita y sintió pena por aquellos chicos que no tenían idea de la vida, porque tenían el éxito garantizado por el dinero de sus familias.

Ignorando sus risas, tomó su mochila, sus muchos libros y se encaminó a la cafetería, moría de hambre, ya que había entrenado especialmente duro aquella hora libre que tenía antes del almuerzo.

Gabriel, su mejor amigo, le alcanzaría pronto, así que se sentó en una mesa alejada para no molestar a nadie con la cantidad enorme de libros que usaba para entrenar. No se quitó la chaqueta gigante que tenía, porque no quería mostrar su polera desteñida, quería ir de compras, pero aún quedaban algunos días para terminar el mes y no podía gastar el poco dinero que le quedaba en esas boberías, debía comer.

Su mente divagaba en la fiesta de bienvenida que tendría lugar a fin de mes y pensaba si iría con Gabriel o se quedarían en casa viendo alguna película tonta, probablemente su amigo le invitaría a pasar la noche en su casa y comer de las exquisiteces que preparaba su mamá. Él aun recordaba que su madre era una magnifica cocinera y pensar en buena comida le hacía extrañarla aún más.

Sus pensamientos tristes fueron rápidamente desvanecidos por las risas huecas de la “pretty people”, sin siquiera voltear a ver qué les causaba tal alegría, siguió pensando en sus padres, su tenedor se movía casi por si solo en el plato, sus ojos se hallaban empañados, no sintió los pasos a su lado, sólo sintió que la silla al frente suyo era ocupada y pensando que era su amigo, se quitó los lentes para limpiar sus pequeñas lágrimas, no quería preocuparlo por sus sentimentalismos.

Hola… —escuchó una voz muy suave, que no era de Gabriel.

¿Ah? —rápidamente se puso los lentes, para ver quién le hablaba y casi se cae de la silla al encontrarse con el ser más despampanante de la escuela.

Hola… —repitió el pelinegro, aclarando su garganta.

Hola —contestó Tom, y sintiendo como la sangre se le iba de inmediato a las mejillas. Bajó la mirada, convencido de que si volteaba en cualquier dirección, toda la gente de la cafetería estaría viéndole a él, o más bien a… Bill.

Hola, Soy… soy Bill Kaulitz —el pelinegro titubeó.

«Es idea mía o el mundo está de cabezas», pensó Tom, «¿qué hace este chico aquí?, ¿por qué habla conmigo?»

¿Cómo te llamas? —insistió el pelinegro, al ver que no conseguía ninguna reacción de parte del otro chico.

Mmm —carraspeó—, soy Tom… Tom Trumper.

Hola Tom, es un placer conocerte —dijo el pelinegro con su encantadora sonrisa de anuncio de dentífrico. Tom se sonrojó aún más.

¿Es esto… alguna clase de broma? —preguntó el chico temeroso, recordando las risas previas a su inesperada visita.

¡Santa Cachucha! —Se oyó un grito a su lado—. Tom…

Gabriel, que bueno que llegaste, ya nos vamos —dijo el chico, levantándose para salir a toda velocidad de ahí y evitar cualquier bochorno que Bill pudiera hacerle.

¿Qué? No Tom, por favor, no te vayas —pidió el pelinegro, observando que la masa gigante de ropa era sólo eso… ropa, que Tom no era para nada obeso, es más… se veía… en forma.

No Tom, no nos vamos —agregó Gabriel, observando embobado al pelinegro y casi obligó a su amigo a sentarse.

Gabriel… —Tom casi apretó los dientes, quería huir de allí y evitar un daño mayor tanto para él como para su amigo. Sabía que las humillaciones de la “pretty people” eran recordadas a lo largo de todo el año escolar.

Hola Gabriel, soy Bill…

Bill Kaulitz —terminó el amigo—, amo “The beautiful people”, cantas genial —suspiró como toda una crazy fan girl.

Aaghh —gruñó el otro chico, y al moverse sus rastas quedaron libres, causando que el pelinegro abriera los ojos de manera increíble.

Dios mío, tienes rastas —dijo casi sin aliento. En otra oportunidad habría saltado dos metros hacia atrás pensando en no contagiarse de pediculosis por aquellas sucias rastas, pero ahora… debía fingir y ser… amable.

Sí, las tiene desde los seis años, no es adorable —dijo Gabriel, tocando una de ellas casi con adoración.

Impresionante —asumió el pelinegro, él cambiaba de estilo casi cada mes. No comprendía cómo alguien podía llevar el mismo look por tanto tiempo.

A mi mamá le gustaban, con ellas puedo recordarla —dijo el rastudo bajando la mirada.

¿Ah? —Bill no entendió el por qué del tiempo pasado.

Ella murió —explicó su amigo.

Oh lo siento Tom —agregó el chico, sin realmente sentirlo.

No creo que lo sientas Bill, de hecho… —era la primera vez que el rastudo se enfrentaba a alguien y seguramente nunca lo volvería a hacer, pero el recordar a la chica del pasillo le dio el coraje necesario—. “No one ugly allowed”, yo caigo en ese grupo.

¿Ah? —el pelinegro sintió sus mejillas arder, ¿acaso Tom sería igual de difícil que Gustav Schafer y él sería la burla de las porristas?

No sé qué haces aquí Bill —insistió Tom, aun indignado.

Tom… calma —pidió su amigo.

Quiero contratarte —dijo el pelinegro lo primero que se le vino a la mente—, sé que eres buen estudiante y necesito tu ayuda con mis notas.

¿Ah? —preguntaron Gabriel y Tom a la vez.

Eso… ¿me ayudas? —dijo el moreno con ojos de gatito con botas.

Anda ayúdalo Tom —pidió Gabriel deshaciéndose en la silla ante los hermosos ojos del pelinegro.

No entiendo nada —dijo el rastudo aun desconfiando de Bill.

Sin embargo tengo un problema Tom —dijo de pronto el chico delgado, los ojos de los amigos se fijaron de inmediato en él.

¿Qué?

Mis padres me castigaron, por mis malas notas del año pasado —aclaró para aumentar la mentira—, y no te podré pagar en dinero.

Acepta Tom, acepta —casi gritó Gabriel al imaginarse un pago de tipo “carnal”.

¿Y cómo me pagarás? —el rastudo le miró inocentemente y los ojos de Bill brillaron.

En ropa, comida, no sé… lentes —dijo el cantante, ganándose una enorme sonrisa de parte de los amigos.

Acepto —dijo sonriente el chico. Con eso más su sueldo en la biblioteca, podría cubrir mejor los gastos del mes, estaba salvado.

Eres un maldito afortunado —susurró Gabriel en su oído.

No, yo soy el afortunado —aclaró el pelinegro, ya saboreando la victoria de la apuesta, le tomaría mucho menos de un año, convertir a “nerd Tom”, en “pretty Tom”.

¿Cuándo empezamos? —preguntó el de rastas sintiéndose extremadamente feliz.

Hoy, al finalizar las clases. Nos encontramos en la entrada —terminó Bill como cerrando un negocio de las empresas Kaulitz.

¿Puedo ir también? —preguntó Gabriel.

No quiero interrupciones, pero… —Bill analizó la situación, Tom parecía reacio a entregar información personal, así que usaría a su amigo para saber más sobre él—, dame tu celular.

Casi saltando de alegría el otro chico le dio su número.

&

Ya eran las cuatro de la tarde, las clases habían acabado hacía treinta minutos y el pelinegro caminaba de un lugar a otro en la entrada de la escuela, furioso, a punto de hacer un agujero en el piso. Marcó rápidamente su teléfono  y esperó.

Hallo Gabriel ¿dónde demonios está Tom? —casi gritó por el celular.

My, my… seguro olvidó decirte que tiene una hora de entrenamiento extra cada día —habló el chico al otro lado.

¿Estás con él? —preguntó igual de irritado el pelilargo.

No, ya me fui, como quedaron de irse juntos… pero puedes encontrarlo en la pista de carreras —le explicó el chico, y sin siquiera despedirse, Bill cortó la llamada.

Dio grandes zancadas hasta que llegó a las instalaciones deportivas y justamente había un grupo de jóvenes practicando diferentes cosas, pero sólo había una persona corriendo.

Bill se sentó en las gradas y aguzó la vista, era Tom, llevaba las rastas sujetas en una coleta alta, para que no se movieran al correr. Pero no fue eso lo que llamó la atención del pelinegro… fue el espectacular cuerpazo del chico. Su piel tenía un tono bronceado, seguramente por correr a pleno sol, que era realmente envidiable, seguramente lucía mucho mejor que Chantelle y todas sus horas de solárium.

Los brazos de Tom eran otra cosa esplendorosa de ver. Lucían fuertes y tonificados, y pese a no ser demasiado musculosos, te llamaban a tocarlos y probar su fortaleza. Bill sacudió la cabeza, no podía darse el lujo de admirar a un “chico común”, aunque… pronto sería uno de ellos.

Sin embargo, algo lo retornó a la realidad de golpe, justamente cuando Tom se acercaba hacia él.

Hola Bill… —le saludó, y el pelinegro quiso vomitar.

Tom llevaba unos lentes que usas cuando vas a nadar, seguramente para que no se movieran de su lugar cuando estuviera entrenando, pero eran realmente espantosos y hacía que todo el cuerpo escultural de Tom quedara de lado al verle con esa cosa horrorosa en la cara.

Oh Tom… hola… —luego sin poder evitarlo arrugó el ceño—, ¿qué es eso que tienes puesto? —le apuntó con la mano, el de rastas sonrió.

Son mis lentes de entrenamiento —respondió tranquilamente, divertido por la expresión de fastidio que tenía el chico bonito.

¿No puedes quitártelos? —preguntó, casi poniéndose de pie, para hacerlo por él mismo, ya no soportaba un minuto más ver esas cosas “feas” al frente suyo.

No puedo, sin ellos no veo… —siguió hablando el rastudo.

Oh… eso me da una idea. ¿Nos vamos ya?

Me daré una ducha primero —pidió Tom, un poco avergonzado, no le gustaba la mirada inquisitiva que le estaba dando el pelinegro, y el verle arrugar la nariz, le hacía sentirse sucio y mal oliente.

Está bien.

Pero lejos de encontrarle mal olor, Bill arrugaba la nariz al recordar lo hermoso que eran los ojos de Tom y cómo los tenía ocultos tras esas gafas horripilantes. Pensó en cuando se encontró con él durante el almuerzo y vio esas orbes color avellana, bañadas en ¿lágrimas?… un momento ¿estaba llorando? Y volvió a arrugar la nariz.

Él no lloraba desde que era un bebé, siempre tuvo todo lo que quiso con sólo pedirlo, y cuando alguien se ponía difícil, simplemente fingía o ponía sus ojos de gatito con botas, o ponía su “puchero adorable” y todos caían rendidos a sus pies. ¿Por qué llora la gente? Se preguntó y caminó tras Tom con lentitud. 

&    Continuará    &

¿Cuál será la idea de Bill?, ¿le gustará a Tom?, ¿la aceptará?, ¿comprenderá Tom que todo es una apuesta y no un contrato como inventó Bill? No se pierda la continuación

Escritora del fandom

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