2: Un niño

Este capítulo nos muestra algo del pasado. Cómo es que Bill y Tom tuvieron un hijo, sin ser un fic M-preg. En mi opinión es interesante.

Bajo la Cama” Fic de MizukyChan

Capítulo 2: Un niño

Bill y Tom eran una pareja joven. Se conocieron en el liceo, se enamoraron y se cazaron apenas cumplieron la mayoría de edad. Tuvieron que abandonar el pueblo, porque sus padres nunca aceptaron que fueran homosexuales, pero lejos de amargarse por ello, la pareja se unió más entre sí y lucharon con uñas y dientes por mantenerse juntos. Lamentablemente, en ninguna parte les otorgaban la posibilidad de adoptar un hijo, dada su preferencia sexual, pero especialmente porque ninguno de los dos tenía una profesión con altos ingresos, Tom trabajaba en construcción y Bill era repostero.

Con la creencia de que un hijo era la piedra angular de un matrimonio, Bill cayó en depresión. Tom hizo lo que estuvo en sus manos para poder aliviar el malestar emocional de su pareja, así que recurrió al mercado negro. Sabía que era arriesgado y, sin duda, peligroso, pero él deseaba un hijo tanto como el mismo Bill, así que apenas tuvo la posibilidad, la tomó.

En una de las noches en que le tocó hacer guardia en la construcción, un colega suyo mencionó la “deep web”, alegando que era un sitio fantástico y que había mucha basura útil allí. Descartando la pornografía, la venta de armamento, las conspiraciones, los extraterrestres y cientos de cosas más, Tom descubrió que había un mercado negro de personas, principalmente trata de blancas, más conocidas como esclavas sexuales, pero también existía un apartado para comprar niños. Tom no podía creer que niños, bebés verdaderos, estuvieran a la venta, como si se tratar de una venta de garaje. Arrugó el ceño, pero decidió que no perdía nada con probar suerte. Anotó un número y cerró la página que estuvo visitando, borrando el historial y todos los indicios de que él manipuló ese ordenador.

Tenía el papel en las manos, lo miró cientos de veces mientras estuvo esa semana en el trabajo y cuando regresó a casa, se lo mostró a Bill.

—¿Qué es esto? —Preguntó el pelinegro, pasando el dedo por los números anotados a la rápida.

—Podría ser la solución a nuestros problemas —dijo Tom, sentándose en la cama junto a su esposo—. O el inicio de todos ellos.

Bill arrugó el ceño, sin comprender—. ¿A qué te refieres?

Tom explicó todo lo que supo por su amigo y todo lo que averiguó por sí mismo, al entrar en esos sitios. Le explicó a Bill que jamás podrían optar a una adopción normal, pero que esto podría ser lo que necesitaban. Los contrabandistas les entregarían papeles, para legalizar al bebé y hacerlo pasar por suyo.

—Sólo piénsalo, ¿okey? —Pidió Tom y retiró el papel de las manos de Bill, guardándolo en un sitio seguro.

No volvieron a hablar sobre el tema ese día, ni al siguiente. De hecho, pasó todo un mes antes que Bill finalmente rompiera a llorar y se abrazara fuertemente a su esposo, para pedirle que lo hiciera. Robarían el bebé de alguna madre para poder criarlo ellos mismos, como si fuera suyo.

Seguramente lo tomarán de una mujer pobre que ni siquiera podrá cuidarlo adecuadamente. Esa era la excusa que ponían en su cabeza, cada vez que la culpa los carcomía.

Finalmente, llegó el día en que Tom tomó un camino alternativo, entrando al pueblo vecino y se metió a una cabina telefónica cerrada. No debía dejar ningún rastro de su verdadera identidad, lo sabía por todas las películas que había visto. Marcó el número del papel y esperó.

Una voz ronca le contestó—. ¿Qué desea?

—Un niño —respondió Tom. Estaba nervioso, muy nervioso, pero su voz sonó firme.

—Espere —respondió la voz.

Tom sentía que las manos le sudaban. Movió el pie, como si marcara el ritmo de una canción, sólo para no ponerse a gritar como loco. Al cabo de un minuto, alguien tomó el auricular al otro lado de la línea.

—¿Hola?

—Sigo aquí —respondió Tom, con el ceño apretado.

—Un niño. ¿Varón o hembra? —Preguntó la voz.

—Varón —contestó Tom. No habían pensado en ello todavía. Sólo querían un hijo, no importaba realmente el sexo, pero si tenían un varoncito, al menos podrían atenderlo mejor que a una nenita.

—¿Tiene el dinero? —Preguntó la voz.

—Listo para ser transferido —dijo Tom. No era mucho en relación a lo que habían pensado. Era el equivalente a los ahorros que habían logrado reunir para una casa más grande, pero era lo de menos, lo importante era que tendrían un bebé.

—No puede dar aviso a la policía.

—¿Cree que soy estúpido? —Tom apretó las manos—. ¿Tiene los papeles?

La conversación prosiguió por una eternidad, según Tom, pero la verdad es que no habían sido más de diez minutos. Tiempo que la organización utilizó para rastrear a Tom y asegurarse que no era un policía encubierto. Habían utilizado las mismas cámaras para controlar los vehículos en las calles.

—Tom Trumper —dijo de pronto la voz—. Te he visto.

Tom palideció. No era posible. Colgó la llamada y huyó del lugar. Regresó a casa aterrado.

Bill no hizo preguntas. Sabía lo que había hecho y la actitud taciturna de su esposo, le daba a entender que algo no había salido como esperaba, pero no quería presionarlo, no todavía.

Al día siguiente por la noche, mientras la pareja cenaba en silencio, sonó el timbre de la puerta.

—Yo iré —dijo Tom, levantándose.

Cuando abrió, arrugó el ceño. Era un hombre de baja estatura, 1,50 como máximo, con la piel muy arrugada y de un color rojizo—. Buenas noches —saludó—. ¿En qué puedo ayudarlo?

—De hecho, yo voy a ayudarlo a usted —dijo el anciano. Tom se congeló, era la misma voz que había escuchado por el teléfono el día anterior.

—¿Quién es, cariño? —Preguntó Bill, asomándose a la entrada.

—Usted debe ser, Bill Kaulitz, su esposo —habló el hombre.

Bill supo de inmediato lo que ocurría y abrió más la puerta—. Pase, por favor.

El hombrecito entró a la casa de la pareja y se sentó cómodamente en el sofá. Explicó que necesitaba un lapso de nueve meses para tener al bebé y que tomaría una muestra genética de cada uno.

—No le daré una gota de sangre, si es lo que está pidiendo —dijo Bill, totalmente desconfiado.

—No es necesario, señor Kaulitz —respondió el hombre—, con un cabello bastará.

—Creí que se trataba de tráfico de niños —dijo Tom, en voz baja, como si sólo mencionar el crimen fuera un atrocidad.

—No somos delincuentes, señor Trumper —respondió, sin verse alterado—. Somos una institución benéfica.

—Benéfica, mis pelotas —gruñó Tom, con los puños apretados.

—Somos científicos, señor Trumper, pero la ciencia no nos permite trabajar abiertamente con el ADN del genoma humano. Ya sabe, por esas boberías de los Derechos Humanos.

Entraron en una ola de preguntas y respuestas. Donde Bill y Tom alegaban que sería imposible crear un bebé en base a la muestra de ADN de un cabello de ellos. Pero cuando el hombrecito finalmente se las arregló para convencerlos, surgió nuevamente el temor de que el niño fuera a tener algún tipo de malformación o alguna enfermedad neuronal que lo hiciera “especial”, diferente a los niños normales.

—No tomaremos el dinero hasta que estén plenamente convencidos de que el niño es su hijo y que es absolutamente normal —explicó el hombre—. No es dinero lo que necesitamos.

Bill y Tom no podían creer lo que escuchaban, pero fue el pelinegro quien vocalizó sus dudas—. ¿Y entonces, qué es?

—Es la posibilidad de crear vida, lo que nos motiva. Queremos ser dioses, incluso… superar a Dios —respondió el hombre.

Después de horas de plática, el hombre misterioso salió de la casa, llevando consigo una muestra de cabello de los dos y dejando allí, una nueva esperanza.

Nueve meses más tarde, Bill y Tom fueron llamados a un lugar desolado, donde recibieron a un bebito varón, con documentación que decía que su nombre era Brad Trumper Kaulitz. El pequeño tenía los ojos color chocolate y el cabello rubio oscuro, su piel era blanca y tenía un lunar en la mejilla derecha. Era la viva imagen de ellos. Era su hijo.

& Continuará &

Wow, así que todo era ciencia. Y ¿qué les ha parecido? Sin embargo, ¿qué fue esa cosa con ojos brillantes que Tom vio bajo la cama cuando desapareció Brad? Chan, chan, chan, mejor corran al siguiente capítulo, pero no sin antes dejar su opinión aquí.

Escritora del fandom

4 Comments

  1. Bueno, al menos de esta manera no se sentirán culpables el resto de sus vidas por robarle a una pobre madre su bebé. Además tendrá la belleza de los chicos! Jajaja

    • Creo que nunca tendrían paz mental si supieran que le han robado el bebé a alguien más

  2. Iba a decir lo mismo que tú, era ciencia 😱, pero entonces, qué era la cosa que se llevó al niño? 😵

    • Como dicen por ahí: «nada es gratis en la vida» había un precio que pagar y la cosa de «ojos brillantes» saldrá otra vez en el siguiente capítulo.

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