Hola gente bella, después del susto del capi anterior, con la caída de Bill, tenemos hoy, el paseo a la playa, donde Tom conocerá al resto de los hermanos del pelinegro. Quiero dedicar este capítulo a mi querida amiga Liximar (Sirena) especialmente la escena de la fogata en la playa, ella entenderá. Espero les guste. Besitos.
“Regalo Especial” Fic Twc de MizukyChan
Capítulo 21: Parientes
& Flashback &
—Eva, necesito tu ayuda urgente —habló el de trenzas un poco dramático.
—¿Le pasó algo al bombón? —respondió con otra pregunta, un tanto asustada.
—No y sí. Verás, en la mañana cuando Bill estuvo en el hospital, invité a su familia a pasar el fin de semana a la playa a nuestra nueva casa.
—Pero eso es malo. De hecho, por su padre Bill cayó al hospital —agregó ella un poco hostil.
—Ni me menciones a ese hombre, porque me enfurezco.
—Ay, qué miedo —dijo la mujer jugando.
—Ya, en serio. Él no va por supuesto.
—¿Y qué necesitas? —preguntó yendo al grano.
—Son muchas personas y necesito ayuda con las compras y con atender y con la limpieza. Quería contratar a alguien por el fin de semana y por eso te llamaba.
—Claro, llamaré a una chica que trabaja para mí por eventualidades como esa, de medio tiempo. Le diré que es por sólo el fin de semana. Se llama María.
—Pagaré lo que sea. —Agregó el joven.
—No te preocupes ella es genial.
& Fin Flashback &
& Sábado &
El pelinegro amaneció muy hiperactivo esa mañana. Estaba ansioso de regresar a la playa y mucho más de volver a ver a sus hermanos. De todos modos, había algo de angustia al pensar que alguno de ellos lo pudiera rechazar como hacía su padre, pero su madre le había asegurado que eso no pasaría.
Se duchó y se puso una capa suave de maquillaje. Su esposo estaba cargando las maletas y a la vez preparando algo ligero de comer para Bill.
—¿Billy, estás listo? —Llamó el mayor desde la puerta.
—Sí, cielo. —Tomó su bolso de mano y salió cuando su estómago crujió—. Vaya no pensé que tenía hambre —dijo sincero.
—Es por los nervios, pero no te preocupes en el auto te daré algo de comer.
—Vamos, entonces.
—Simone y Gordon nos esperarán en Viña del Mar.
—Qué bueno que podrán ir, me sentiré más seguro si ellos están ahí. ¿Tomi…?
—¿Qué?
—Me cuesta decir esto, pero… nosotros…
—¿Nosotros… qué? —preguntó divertido el de trenzas.
—Debemos tener cuidado…
—¿Con qué?
—Me refiero a que irán los niños y no quiero que nosotros les demos un “mal ejemplo”.
Esta vez el de trenzas se puso serio—. Amor, vamos a tener un bebé, qué le diremos a él, que nuestro amor es malo, perdóname pero esas son ideas de tu papá.
—Tomi, no lo veas de ese modo, no quiero que te enojes. —Entonces el otro sonrió.
—Entiendo, no te preocupes, sólo te sostendré de la mano, no te besaré, ni haré nada sospechoso delante de tu familia, para no espantarlos, pero… —Levantó una ceja.
—Pero… —dijo Bill un poco tímido.
—En la noche me tendrás que compensar.
—Aaahh, Tomi, qué dices. —Se cohibió, cosa que hizo reír a su esposo.
—Ya vamos a llegar, compórtate Bill. —Le dijo como un padre, el menor estalló en carcajadas. Se percataron de que había varios vehículos estacionados.
—¡AH! Llegaron todos.
Bill bajó del auto y comenzó a saludar a sus familiares, arrastrando a Tom con él y presentándolo delante de todos como su amado esposo. Los hombres sonreían y las esposas de ellos estaban embobadas por la belleza del de trenzas.
—Con razón se enamoró de ti, eres guapísimo —dijo una de las señoras.
—Y Bill también lo es, por eso me enamoré de él, de lo contrario seguiría siendo un mujeriego. —Rió el muchacho.
—No Tomi, ya no te portabas mal cuando te conocí. —Todos se sentían cómodos, lo que hizo relajar al más pequeño.
—Es casi una hora de viaje, ¿les parece que nos vamos? —Invitó el de trenzas al grupo.
—Sí, Tom, tú ve adelante y nosotros te seguimos —respondió Raúl.
—¿Dónde es exactamente? —preguntó Esteban.
—En “Viña del Mar” —dijo Bill como si nada. Sus hermanos dieron un silbido— ¿Qué? ¿Me perdí de algo? —preguntó inocente el pelinegro.
—Es un lugar privado de la alta sociedad. —Agregó dramático Esteban.
—Es sólo una playa —dijo Tom con una sonrisa—. Vámonos.
Todos se subieron a los vehículos. Bill tomó su bolsita de bocadillos y se puso a comer. Tom manejaba siempre pendiente de que todos lo siguieran. Cuando por fin llegaron. Comenzaron a acomodar los autos para estacionarlos todos. Parecía que no podían creer que su pequeño hermanito Bill tuviera semejante mansión en una playa privada, sin embargo al ver a la joven pareja que no alardeaba, ni se jactaba, sino que todo era normal, todas las familias se sintieron cómodas y bienvenidas.
—María. —Llamó el trenzado corriendo a la cocina y tomándole las manos a la mujer morena—. Gracias María, por venir a ayudarnos.
—No se preocupe don Tom, la señora Eva me contó todo —respondió con sencillez.
—¿Ya viste lo de la carne?
—Sí, ya compré todo y algunas cosas extras que serán útiles, espero no se moleste.
—Oh, claro que no, las mujeres conocen todo lo que se necesita en la cocina —dijo mientras unos brazos delgados lo sostenían por la cintura.
—¿Puedo ayudar? —Ofreció el pelinegro.
—No, don Bill, vayan a desempacar. Yo tengo lista el agua por si alguien quiere chocolate, café o té.
—Gracias, María.
—María acompáñeme, por favor. —La llevó a la sala donde estaban entrando los familiares—. Queridos invitados, les presento a doña María, ella nos ayudará en la cocina, si necesitan algo sólo pídanselo a ella. Y pueden ir acomodándose en las habitaciones.
—Gracias —respondieron los presentes.
Al cabo de una hora, estaban ya todos completamente instalados y con tazas en las manos. Excepto los niños que estaban en la salida al mar, jugando con arena y los más grandes caminando cerca de la orilla.
La interacción era espléndida, todos se daban cuenta de lo atento que era Tom con Bill, y lo mimado que lo tenía, sin embargo entre ellos se cuchicheaban que Bill no habría encontrado mejor esposo que el de trenzas. Pronto él era considerado parte de la familia. Y al contrario de lo que Bill pensaba, sus hermanos pese a haber sido educados con el reverendo, no veían con malos ojos la homosexualidad de ellos, al contrario, sabían de todos los sufrimientos que tuvo que pasar Bill, pues ellos mismos los habían sufrido.
Al pasar la mañana, los hombres comenzaron a preparar el fuego para asar la carne. Las mujeres ayudaban a doña María con las ensaladas y llevando jugos y cervezas a los hombres. Las mamás con niños más pequeños prepararon la comida de ellos y Bill se integraba a ellas, ilusionándose con su futuro bebé.
Cuando Bill estuvo lejos del patio, los cuñados comenzaron a bombardear a Tom con preguntas.
—Vamos Tom, cuéntanos la verdad. ¿Cómo conociste al pequeño Bill?
—La verdad, no es una linda historia.
—De todos modos queremos oírla. —Pidió Raúl.
—Bueno, la verdad es que para nosotros fue por obra divina. Por lo menos así nos referimos a nuestro primer encuentro. —Los hombres asintieron—. Verán, un día iba en mi auto y se puso a llover, de pronto el coche comenzó a hacer ruidos extraños, para no tener un accidente decidí guardarlo en una gasolinera y me fui caminando. Tomé un atajo y la luz de un poste empezó a parpadear, la miré hacia lo alto y vi la silueta de alguien en el tejado, pensando que se iba a suicidar, subí corriendo y rescaté al chico, que resultó ser mi querido Bill.
—Dios mío, era verdad —dijo Roberto, otro de los hermanos.
—Y fue porque mi padre lo echó de la casa por ser gay. —Agregó Hernan.
—La verdad —comentó el de trenzas—, es que Bill le confesó al reverendo que sólo pensaba que era gay. Como no tenía ninguna experiencia en ese ámbito, tampoco podía estar seguro de serlo o de querer serlo.
—Claro, sólo salía con chicas —dijo Raúl—. ¿Y cómo fue que ustedes empezaron a salir?
—Bueno, al ver que Bill tenía problemas en su casa, lo invité a vivir conmigo y pues una cosa llevó a la otra. Pero para mí, fue amor a primera vista, apenas lo vi, me flechó Cupido.
—Eres un romántico, por eso le gustaste a Bill —afirmó Esteban—. Y a mí, me caes muy bien. Y creo que hablo en nombre de todos al decirte, gracias por haber salvado al pequeño Billy. —Todos asintieron y el de trenzas se sonrojó.
—Él es el amor de mi vida, yo no sería nada sin él.
El asado estuvo listo y todos los adultos comían, conversaban y compartían animadamente. La joven pareja estaba muy complacida por este encuentro. Y así pasaron la tarde, cuando el sol se estaba ocultando, todos se abrigaron y formaron un círculo en la playa. Hicieron una fogata y Tom sacó su guitarra. Entonaron canciones populares y alabaron los dotes de canto de Bill y la habilidad de Tom con la guitarra.
—¿Bill? ¿Qué tal si cantamos nuestra canción? —Sugirió el de trenzas.
—¿Tienen una canción? ¡Qué romántico! —Exclamó una sobrina de Bill, de 14 años— Yo quiero oírla.
—La escribió Bill, es muy hermosa.
—Sí, oigámosla. —Pidieron todos. El de trenzas comenzó a marcar una suave melodía.
En mi interior empieza a hacer frio
¿Cuánto tiempo podremos estar aquí juntos?
Quédate aquí
Las sombras quieren cogerme
Si nos vamos
Vamos sólo los dos
Tú eres todo lo que soy
Y todo lo que fluye por mis venas
Siempre nos apoyaremos el uno al otro
No importa donde vayamos
No importa la profundidad
No quiero estar aquí solo
Quedémonos juntos
En la noche
Algún día llegara el momento
Quedémonos juntos
En la noche
Tom dejó de tocar y todos aplaudieron, Bill se veía un poco sonrojado y uno de los chicos habló.
—¿Por qué es Tom todo lo que corre por tus venas?
—Es por mi bebé —contestó rápidamente—. Tom siempre fue uno conmigo, dándome todo lo que necesitaba, me dio ánimo, me dio un hogar, me dio amor y ahora me dio un bebé, él está dentro de mí.
—Tienes razón. —Siguieron cantando hasta que les dio sueño y todos subieron a descansar. La joven pareja se retiró a su pieza, Bill se cambió y se metió a la cama, pero el de trenzas se dio un baño antes, al secarse se acordó de que no echó su loción corporal, así que pensó que no sería malo ponerse la de Bill, o sea, su nueva crema de coco. Se puso su bóxer y se metió en la cama. La maraña de pelo negro se aferró a él y comenzó a olisquearlo.
—Hueles muy rico —dijo el pelinegro.
—No traje mi crema, así que me puse la tuya, espero no te moleste —susurró, acariciándole el cabello y besando su frente.
—Pero cariño, tú sabes lo que me provoca el olor a coco estos días —dijo sensual.
—No sé, ¿qué te provoca? —preguntó, moviendo lascivamente el piercing de su labio.
—Me dan ganas de comerte —respondió, besando el metal.
—Pues cómeme, no te lo voy a impedir. —Y así los chicos se besaron apasionadamente y se acariciaron en la oscuridad de la noche, haciendo el amor y proveyéndose del cariño que ambos se tenían.
&
El día siguiente amaneció lloviendo. Los niños se instalaron frente al plasma gigantesco a ver dibujos animados. Los adultos se acomodaron en la enorme sala con tazas de chocolate caliente y pensando en el tema más complicado que se venía encima.
—¿Qué pasará con mamá? —preguntó Esteban.
—Yo le pedí que se quedara conmigo. Tom y yo podemos cuidarla —respondió el pequeño pelinegro.
—No hablen de mí como si no estuviera presente. —Agregó severa Adriana.
—Mamá, es por tu bien, no queremos que a papá se le vuelva a pasar la mano contigo —dijo Raúl apretando los puños—. Ahora mismo debe estar furioso.
—Chicos. —Comenzó a hablar pausadamente la mujer—. Sé que están preocupados, pero yo conozco a su papá y a esta edad, no me gustaría que terminara solo en un asilo. —Los hombres asintieron.
—Su madre tiene razón —comentó Simone, quien había oído todo desde atrás—. Además, yo como mamá, la entiendo, no queremos dejar nuestra casa por problemas de matrimonio.
—¿Y Bill? —Fue el turno de Roberto.
—Yo trataré de hacerle ver que está equivocado en cuanto a tu hermano, pero si lo dejamos solo, lo culpará de todo a él, y no queremos que termine odiándolo.
—Claro que no. —Afirmó el de trenzas—. Pero para evitar cualquier problema, mantendré a Bill fuera de la vista del reverendo, espero no se molesten por eso.
—No lo haremos, estás cuidando a tu familia, es lógico que lo apartes de las amenazas —dijo Esteban tranquilamente—. En fin, para evitar algo malo, yo mismo me encargaré de llevar a mamá a casa y hablar con papá, le advertiré que si le vuelve a poner una mano encima, me la llevaré y nunca más la podrá ver.
—Me parece justo —dijo Bill dando un sorbo a su chocolate.
&
Doña María y las mujeres prepararon el almuerzo, luego de lo cual jugaron a las imitaciones, siendo Bill y Tom la parea ganadora sin lugar a dudas. Cuando les preguntaron cómo lo hacían, ambos comentaban que tenían una conexión especial, que los hacía saber qué pensaba el otro. Todos estaban maravillados y felices al ver el amor que derrochaban.
Más avanzada la tarde comenzaron a retirarse. La última pareja en partir fue Simone y Gordon. Luego de irse, el de trenzas se escabulló en la cocina y susurró.
—¿Doña María, tiene lo que le pedí? —preguntó hablando bajito.
—Sí, lo tengo bien escondido, como me pidió.
—Bien, me lo llevo ahora. —La mujer le pasó en una charola, un vaso hermosamente adornado, del cual emanaba un aroma delicioso. El joven caminó con él hasta la habitación y entró.
—¿Tomi? —preguntó el pelinegro desde el baño.
—Soy yo, te traje algo rico, antes de que nos vamos.
—¿Qué cosa? —Salió curioso.
—Toma. —Le tendió el vaso.
—Mmm huele a… ¿coco?
—Pruébalo. —Lo tentó el de trenzas. El más pequeño lo hizo poniendo cara de felicidad.
—Está delicioso… es piña colada.
—Como tienes obsesión con el coco, pensé que te gustaría.
—Prueba tú también. —Le tendió el vaso.
—Mhmm, rico.
—Ya sé por qué me diste esto —dijo alzando una ceja—, pero no era necesario.
—¿A qué te refieres? —susurró el de trenzas fingiendo inocencia.
—Me quieres de postre, por eso me estás dando afrodisíacos.
—¡Bill! ¡Qué cosas dices! —Fingió hacerse el ofendido— ¿Y… dio resultado?
—Claro que sí, ven aquí bomboncito.
La joven pareja aprovechó sus últimos momentos en la playa, para amarse y entregarse el uno al otro, pensando que nada podía ser más perfecto que estar en compañía del otro.
& Continuará &
Espero que les haya gustado este capítulo. Siempre es muy complejo ser presentado ante la familia de tu pareja, es vergonzoso y pasan muchas situaciones extrañas. En este caso, los familiares de Bill aceptaron a Tom con los brazos abiertos.
Pero ¿qué pasará con el reverendo? Recuerden que pasó una noche en prisión y que al salir, su casa estaba vacía, porque su esposa se había ido de paseo y tampoco pudo contactar al resto de sus hijos, porque estaban en el mismo paseo. ¿Se pondrá en plan maligno contra Bill? ¿o la conversación con el otro de sus hijos, lo hará entrar en razón? Para averiguarlo, los invito a continuar con la lectura. Besitos.