24: “Caso 69”

Bueno, desde aquí toda la escuela está envuelta en el caso 69, así que no habrá más especiales. Disfruten su lectura.

Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan

Capítulo 24: “Caso 69”

You’re a fire and desire. When I kiss your lips, you know, you take me higher. You’re addiction, my conviction, You’re my passion, my relief, my crucifixion.

(Tú eres fuego y deseo. Cuando beso tus labios, tú sabes que me elevas. Eres mi adicción, mi convicción, tú eres mi pasión, mi alivio y mi crucifixión “Number one”)

(Domingo, un día después de la reconciliación)

El pelinegro abrió los ojos con lentitud, había tenido un sueño maravilloso. Soñó que se había reconciliado con Tom y que le había pedido ser su novio formal, se habían besado bastante y habían tenido una cita, donde finalmente terminaron en la cama.

Mmm —escuchó la masculina voz del rastudo, quejarse en el sueño.

Bill terminó de escudriñar las paredes descoloridas y sonrió, no había sido un sueño, fue realidad y el calor del brazo de Tom rodeándole la cintura, lo confirmaba. Se llevó una mano empuñada a la boca y la mordió para no gritar de la emoción.

«¡Kiiiiaaa! Estoy en la cama con mi Tomi», pensó apretando los ojos, ahora comprendía a Gabriel cuando se ponía en modo “crazy-fan-girl”. Era justamente lo que sentía. Tom era lo máximo, su ídolo, la perfección hecha hombre. Quiso girar para poder verle el rostro, pero temía que si se movía, aunque fuera levemente, podría despertar a su adorado rastudo, y el pobre se levantaba siempre tan temprano, que se merecía dormir un poco más el domingo por la mañana.

Sin embargo, los fuertes brazos del mayor se aferraron a él posesivamente, haciéndole saber que ya había despertado.

Buenos días, mi vida —dijo suavemente, besando su mejilla.

Es el mejor despertar que te he tenido en años —afirmó el pelinegro, girando y viendo con alegría el rostro mañanero del rastudo—. Dame un segundo —salió de la cama y corrió hacia el baño para cepillar sus dientes. No quería arruinar las cosas con el típico aliento del despertar, no que le incomodara, pero era mejor evitar.

Hey, ven aquí —le gritó Tom desde la cama.

Ya regresé —dijo sonriente Bill con un fresco aroma a pasta dental.

No es justo —dijo Tom robándose un piquito—. Un segundo —también corrió al baño y copió la acción del menor. Regresando sonriente a los brazos de su pequeño.

Te quiero, Tomi.

Lo sé, porque yo te quiero igual —ahora, sin temor, se fundieron en un tierno beso. Para Bill, cualquier pensamiento negativo provocado por la conversación telefónica que oyó entre sus padres, estaba completamente olvidado.

Lentamente se separaron y se quedaron mirando con sublime adoración. Ambos se sentían plenos y por fin, los temores e inseguridades parecían haberse disipado como volutas de humo. Una pequeña sonrisa traviesa se formó en los labios del menor.

¿Qué? —preguntó Tom al sentirse de pronto desnudo ante el menor.

Tu mirada es… no sé…

Estoy absolutamente loco por ti —sonrió y se apoderó de los labios del pelinegro, mordiéndole levemente, para ganarse una entrada a aquella boca que tanto había deseado y extrañado el mes anterior.

Aaahh —gimió el cantante dentro del beso.

El cuerpo de Bill se aferró más al mayor, pegándose a él, temeroso de perder aquel anhelado contacto. El abrazo fue claramente correspondido, y sin dudarlo, ambos cuerpos rodaron por la cama, quedando el menor sobre el de rastas y sentándose sobre él, friccionó ambos miembros.

Te amo Tomi —dijo aun sentado sobre el mayor—. No te atrevas a dejarme nuevamente o te arrepentirás —le amenazó juguetonamente, sin percatarse que el mayor se estaba excitando con aquellas caricias tan cercanas a su hombría.

Claro que no me atreveré… —sonrió el mayor, y atacó con cosquillas al pelinegro, para sacárselo de encima de una manera menos obvia.

Jajaja —reía descontrolado el cantante, bajo el cuerpo de Tom.

Estás en mi poder —rió el de rastas, sin dejar de hacer cosquillas en la blanquecina piel de Bill, quien se deshacía en risas y se movía bajo el cuerpo del mayor, provocando más roces entre sus miembros. Hasta que un jadeo sonoro de Bill, alertó al mayor, quien dejó de mover sus manos, para atrapar una vez más los labios del pelinegro.

Las manos de Tom, temerosas en un principio, bajaron hasta las nalgas del cantante, cubiertas por la suave tela de los bóxer negros, que aun los mantenía separados. Sus respiraciones se agitaban cada vez más, y sus miembros dolían, buscando atención para liberarse.

Sin embargo, el temor que albergaba el rastudo en su mente, apareció otra vez, haciéndole detener sus avances y sólo dedicarse a besar castamente los, ahora hinchados labios del menor.

Te amo, pequeño —susurró, abrazándolo y besando su frente.

¿Estás bien? —Preguntó Bill, un poco sorprendido de que los avances se acabaran tan abruptamente.

Claro, bebé —se levantó, apoyado en un codo y miró la sonrojada piel del rostro de su adorado cantante—. Te amo, sólo quiero que sepas eso.

Lo sé —sonrió el pelinegro y sintió que amaba más que nunca a su Tomi, quien seguramente estaba teniendo aquellas típicas dudas de “hétero”—. ¿Tienes miedo?

Estoy aterrado, pero ahora, no es como antes —confesó el mayor—. Te amo, eso está absolutamente claro ahora. Jamás volveré a dudar de mi amor por ti.

¿A qué le temes, entonces?

No quiero hacerte daño —le dio un prolongado piquito—. Quiero que esta vez, sea muy especial para ti. Quiero que me recuerdes para siempre.

Te amo, Tomi.

Te amo también.

Durante el resto del día, Bill regresó a su casa a petición de su madre. Mientras Tom, preparaba sus cuadernos para las clases de esa semana. Gustav le había llamado y confirmado que posiblemente habría reunión del grupo, pues la policía entregaría nueva información sobre el “caso 69”, que concernía especialmente a la escuela.

(Lunes, dos días después de la reconciliación)

Saki fue quien condujo a Bill hasta la escuela, pese a todas las pataletas del pelinegro. Su padre había dado la orden expresa al guardaespaldas de que desde ese lunes en adelante, el cantante no iría a ningún lugar solo.

Apenas llegó a los terrenos de la escuela, Bill tomó su bolso de marca y salió disparado a la cafetería, en busca de Gabriel y un contundente desayuno para su corredor estrella, olvidando por completo el desagrado de estar acompañado por un guardaespaldas que no fuera su Tomi.

Hey Bill —le llamó el castaño señalando una mesa cerca de las ventanas.

En un segundo —le contestó el cantante, poniendo algunos dulces adicionales en la bandeja y luego sentándose al lado de Gabriel—. Llegaste temprano.

Lo sé, hoy habrá una reunión para todos los estudiantes —contó el otro chico—. Es algo súper grave sobre el “caso 69”.

¿Otra vez? —se quejó el pelinegro, llevándose a la boca unas galletas azucaradas.

Creo que esta vez es muy serio, Bill.

Supongo que tienes razón, incluso mi padre ha insistido en que Saki me traiga en el auto familiar —dijo el chico, engullendo el resto de la galleta—. ¿Y Tomi?

Aquí estoy, bebé —dijo el rastudo, sentándose a su lado, y besando su mejilla, haciéndole sonrojar.

Aaawww, esto es tan lindo —bromeó Gabriel, llevándose las manos al corazón, como si presenciara una escena conmovedora—. Cuando Tom me llamó ayer para contarme, no podía creerle, me alegra tanto haberme equivocado —agregó poniendo ojos de corazón, Bill rodó los ojos, pero dentro de sí, quería gritar que “por fin” estaban juntos.

Te lo dijo, amigo. Esta vez no lo dejaré escapar —aseguró el rastudo.

Más te vale —le amenazó el castaño.

Hueles muy bien —dijo Bill cambiando de tema «tan masculino, tan mío», quiso agregar, pero prefirió callar.

Me duché muy deprisa. Sabía que te vería esta mañana y lo único que deseaba era llegar —le besó castamente los labios y luego le dio un sorbo a la leche que Bill siempre le compraba.

Ustedes derrochan miel. Si fuera diabético, me habría muerto de sólo verlos —bromeó el otro chico, tomándoles una foto en su celular.

—“Tienes un mensaje, tienes un mensaje” —sonó de pronto el teléfono del rastudo.

¿Qué clase de aviso es ese? —Preguntó entre divertido y horrorizado el cantante.

Oh… eso… —Tom se sonrojó furiosamente y trató de ocultar su rostro, girándolo, pero Bill lo volvió a mover con su mano.

¿Eh?

Ya te dije que no me manejo bien con los aparatos tecnológicos —dijo bajito y Gabriel estalló en risas—. Hey, se supone que eres mi amigo.

Jajaja —reía apretándose el estómago.

Me quedé sin carga inesperadamente y cuando lo encendí, todos los sonidos se habían reconfigurado —admitió el de rastas, entregándole el aparato al pelinegro, quien lo vio y procedió a examinar el sonido que tenía su nombre.

—“Sexy, naughty, bitchy Bill” —leyó el menor y Tom se sonrojó aun más.

Tom, estás morado —siguió riendo Gabriel al verle.

Esa es la canción que bailaste el viernes pasado, cuando molestaste a las porristas —admitió Tom—. Te veías tan increíblemente sexy que te puse así en el contacto.

Veo que sí pudiste cambiar el ring tone de mi nombre —dijo sonriente y orgulloso el cantante—. Mira Tomi, no es tan complicado —explicó el chico, mostrando como cambiar los diferentes sonidos y alarmas de mensajes.

Ya entendí —dijo el de rastas.

¿Quién es Gus? —Preguntó el cantante, al ver el nombre del último mensaje recibido.

Un amigo, te lo presentaré hoy —dijo el mayor, leyendo el mensaje—. De hecho, ya debemos ir caminando.

Pero aún no es la hora —reclamó Gabriel, limpiándose las lágrimas por tanto reírse.

Lo sé, pero le prometí a Gus, ayudarle con la presentación.

Ok, vamos todos —terminó el pelinegro poniéndose de pie y tomando firmemente la mano del rastudo. Había llegado el momento de mostrarse ante toda la escuela como una pareja.

&

Por los corredores, los alumnos veían a la “diva” feliz y sonriente al lado de su guapo guardaespaldas.

—“Seguro ahora son pareja, mira sus manos”. “Mira, con razón Bill estaba tan molesto antes”. “Ahora ya no podremos ni mirar a Bill, Trumper me da miedo” —se oían los murmullos alrededor. Gabriel era el más feliz de escuchar esas frases.

—“Mira, ¿no son guapísimos los dos?”. “No me importaría si me invitaran a formar un trío”. “Son adorables”. “Por fin Bill tiene a alguien tan guapo como él” —se continuaban escuchando los murmullos.

Tom también escuchaba las palabras que se decían a sus espaldas, y sólo sonreía a su adorado cantante, ya no había nada qué temer. Ahora era el tiempo para mostrar a todo el mundo que la “diva” estaba domada y que él era el afortunado.

&

Tal y como los rumores auguraban, al sonar la campana que anunciaba la entrada a clases, todos fueron convocados al auditórium de la escuela. Allí, profesores y alumnos se dispusieron en orden para oír la noticia que el director tanto había temido.

Luis se unió a los chicos, para sentarse junto a Gabriel y tomar su mano. Tom los miró y les dio una sonrisa. A pesar de que su amigo ya le había presentado a Luis como su novio, había algo en el otro chico, que no terminaba de agradar al rastudo. Finalmente ignoró ese presentimiento al sentir como sus propias manos eran acariciadas por los delgados dedos del cantante.

¿Estás bien? —le preguntó al oído.

Sólo nervioso por esta reunión.

¿Hay que estarlo? —preguntó Bill un poco incómodo, siempre evitaba escuchar cualquier tipo de noticia en cuanto a este caso de drogas.

La verdad sí, Bill. Yo he estado trabajado en la vigilancia de la escuela, para mantenerte a salvo, precioso —dijo guiñándole un ojo.

¿Eh? Pensé que había gente para eso. ¿Qué hacías tú?

Siempre estuve vigilándote, pequeño. No quería que nada te fuera a ocurrir a ti.

Pero la escuela está protegida. Hay muchísimos seguros involucrados —dijo Bill sintiéndose un poco asustado.

Ha habido varios ataques, cielo. Hasta yo fui víctima de uno, mira —se levantó el jersey y mostró la tenue cicatriz del corte que recibió protegiendo a Chantelle.

¡Oh, Dios mío! —esta vez el pelinegro sí estaba aterrado—. ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo más?

Calma, bebé. No pasó nada más que eso. Seguramente el director lo contará todo. Pero si no es así —se acercó al oído del pequeño para contarle algo, pero le dio un lametón—, seguiré siendo tu guardaespaldas —Las vibraciones hicieron estremecer al menor.

Tomi… —suspiró el cantante, sintiéndose repentinamente muy excitado.

Las luces bajaron de intensidad y los parlantes se activaron, dejando oír la voz del director de la escuela.

Estimados alumnos y profesores, me temo que esta no es una buena mañana —comenzó el hombre, dando un suspiro—. Hemos recibido muy malas noticias y debo anunciar que nuestra escuela no es segura en estos momentos y tendremos que cerrar las puertas de ella, porque se llevará a efecto una investigación policial por toda esta semana.

Se dejó oír una ola de murmullos a lo largo de la sala, tanto adolescentes como adultos se preguntaban qué asunto tan grave obligaba a cerrar la escuela.

A continuación, el agente Zullen de la policía, explicará a grandes rasgos qué ha ocurrido y cuáles serán las medidas que deberán tomar ustedes como miembros de esta comunidad estudiantil, para proteger su integridad física y la de sus familias.

Otra vez los murmullos se dejaron oír, mientras el policía tomaba su lugar en el estrado y comenzaba su propia explicación.

Los jóvenes que trabajaban de voluntarios en la vigilancia de la escuela, conocían al señor Zullen, un agente de color que llevaba el “caso 69” a un nivel más privado, a petición de las familias adineradas de la ciudad.

Gustav le presentó a Tom tras el ataque a Chantelle, en el que resultó herido, aludiendo que era un joven responsable y además tenía conocimientos de peleas. Zullen lo había mirado con mala cara, ya que sus ropas de estilo “gánster”, le habían hecho pensar que Tom era el típico niño rico, que gustaba pelearse con chicos con menos recursos económicos. Tras una breve investigación en los archivos de la escuela, el policía descubrió el verdadero origen del rastudo y recibió su apoyo sin volver a ponerlo en duda.

Alumnos, profesores —saludó sin mencionar un “buenos días”, ya que al parecer NO eran buenos para nadie—. Soy el agente Zullen, colaboro en la investigación del “caso 69”, y estoy asignado al resguardo de este sector de la ciudad, en especial a este centro educacional —explicó el hombre—. Algunos de ustedes conocen la información que se comenta en la televisión. Otras escuelas han sido atacadas con una nueva modalidad, en la cual los traficantes inyectan dosis elevadas de droga en el cuerpo de jóvenes como ustedes, con el fin de volverlos adictos, y por lo tanto, consumidores de sus productos ilegales. Nuestras fuerzas han descubierto qué escuelas eran fuentes de posibles ataques, por portales electrónicos en los que se ofrecía la droga.

Los alumnos no sabían esa información y los murmullos nuevamente se dejaron oír. El hombre dejó de hablar por unos momentos y luego prosiguió.

Su escuela también tiene un portal ofreciendo la droga.

—“No es posible”, “¿quién haría algo así?”, “¿cómo pudieron crear esa página sin que los profesores lo notaran?”, “¿estamos en peligro?” —varias preguntas similares se dejaron oír.

Esto nos lleva a pensar que cualquiera de ustedes es posible blanco para recibir un ataque de los traficantes. Es más, creemos que ustedes son el blanco que ellos buscan, pues sus familias son adineradas y tendrán la forma de pagar grandes sumas de dinero por las drogas, una vez se vuelvan adictos a ellas.

¿Qué pasará con las clases? —Preguntó un profesor poniéndose de pie—. No podemos suspenderlas por tanto tiempo —explicó y volvió a su lugar, recibiendo el asentimiento de sus colegas de profesión.

Lamentablemente tiene razón, profesor —dijo el policía y se llevó los dedos a las sienes—. Sin embargo, esta semana que tomaremos es por un asunto mucho peor. La semana pasada recibimos la petición de Tobi, para investigar al profesor Guzmán de Historia del Arte, quien no se había presentado a sus clases en los horarios que le correspondían, y tampoco había notificado de su ausencia. Lamentablemente, hemos encontrado rastros de asalto en su casa y aun no hemos hallado su paradero, si es que aun se encuentra con vida.

Los murmullos aumentaron en intensidad y algunas chicas del club de arte rompieron a llorar, pues del señor Guzmán era un anciano muy sensible y dispuesto a ayudar a los alumnos, siempre que lo necesitaran.

Esto es peor de lo que creíamos —susurró Gabriel a su amigo.

Gus me dijo que hay otro profesor desaparecido —susurró Tom de regreso, pero Bill alcanzó a escucharlo.

¿Crees que estén muertos? —Preguntó Bill, apretando la mano del rastudo.

Lo más probable es que sí. Si hubo un asalto en su casa hay dos posibilidades, uno: que todo sea fingido y el profesor sea parte del grupo de traficantes, cosa que dudo, o dos: lo atacaron por saber algo —contestó Tom. Sus amigos le miraron con cara de “¿Cómo lo sabes?” y él alzando los hombros les dijo—. Es que leía mucho a Agatha Christie —Gabriel le pegó en un hombro.

De pronto un policía entró corriendo al auditórium gritando a su jefe.

Señor Zullen, otro atentado. Hicieron explotar el auto de un alumno.

¿Qué? —Preguntó sorprendido, dejando el lugar y corriendo hacia la salida—. Director, mantenga a todos aquí hasta que le digamos lo contrario —gritó mientras salía de allí.

Ya oyeron, manténganse en sus posiciones —dijo el director con la voz claramente tensa por lo que acaba de ocurrir.

&

Fuera del edificio, Tobi con un extintor, trataba de apagar el vehículo, antes de que éste volviera a explotar. Otros dos policías corrían con otros aparatos para ayudarle.

Vean la matrícula —pidió Zullen acercándose.

No hace falta —gruñó Tobi—. Es de Andreas.

¿Cómo lo sabes?

Apenas alcanzó a salir del auto cuando estalló —respondió el agente.

¿Dónde está?

Allí —Tobi señaló al rubio, que estaba sentado con las manos en la cabeza, completamente aterrado por lo ocurrido—. La ambulancia viene en camino y los bomberos también.

Buen trabajo.

&

Cuando pudieron extinguir el fuego, los alumnos fueron evacuados de la escuela. Mientras los profesores enviaron un mail a todos los padres y tutores explicando la situación y que la suspensión de clases duraría una semana, de lo contrario se les informaría por correo electrónico.

Saki estaba allí, ya que Tobi le había explicado por la mañana acerca de la suspensión, pero nadie sospechaba que habría más atentados de este índole, pensando que lo que ocurrió con el auto de Chantelle Page, era una excepción por tratarse de una venganza.

Bill temblaba en los brazos de Tom al ver los restos humeantes del vehículo en el aparcamiento de la escuela. Pero enloqueció cuando pudo reconocer el modelo.

Oh no… ¡Andi! —Gritó, pensando lo peor—. Andi ¿Dónde estás? —gritó más fuerte y el resto de los estudiantes comprendió que Bill había reconocido el auto de su amigo y comenzaron a mirar en todas direcciones para tratar de ubicar al rubio amigo del cantante.

Allí, Bill —le gritó una chica, señalando la ambulancia a lo lejos.

Sin dudarlo, el pelinegro salió corriendo y Tom de inmediato lo siguió, pensando que si atacaban a Andreas, nada les impediría hacerlo contra su Bill.

¿Andi, estás bien? —preguntó de inmediato, tratando de tomar la mano de su amigo, quien todavía estaba en trance.

Está en shock —fue la fría respuesta de la mujer a cargo.

Andi, Andi —le llamaba el cantante, mientras el rastudo miraba en todas direcciones en busca de algún rostro desconocido, tal como le había instruido Gustav hace un tiempo. «Siempre que pase algo extraño, debes buscar a los desconocidos, ellos son los culpables», fue lo que le dijo el rubio y esas palabras estaban cobrando sentido ahora.

¡Hey tú! —Gritó Tom a un joven, que cualquiera diría era un alumno más, pero no lo era—. ¡Tobi! —Gritó, llamando la atención del agente.

El joven emprendió la fuga, seguido por Tom, Tobi y Saki. Al verle correr, el pelinegro se puso histérico, en tan sólo unas horas toda la crueldad del “caso 69” había saltado en sus narices y estaba aterrado.

Tomi… —susurró y cayó de rodillas.

Había estado a punto de perder a su mejor amigo en una explosión horrible y ahora su novio corría tras un criminal que podría matarlo.

¡Bum! —se oyó el sonido frío de un disparo y todo el mundo se congeló.

¡Noooo! —Gritó el pelinegro.

& Continuará &

¿Quién recibió el disparo?, no sería justo que ahora que son novios, Bill pierda a Tomi, ¿no puedo ser tan mala o sí? No se pierdan la continuación.

Escritora del fandom

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *