Hola gente bella, Bill a pesar de todo quiere a su padre, pero sus hormonas del embarazo le juegan en contra en este capi. A leer. Bill tiene 7 meses y medio en este capi.
“Regalo Especial” Fic Twc de MizukyChan
Capítulo 26: Llamada
—¿Esteban, podrías quedarte un momento en la oficina? Necesito preguntarte algo —dijo Jorg, dirigiéndose a su hijo.
—¿Pasó algo? —preguntó preocupado el otro.
—No es nada grave —respondió para tranquilizarlo.
Esteban asintió y se dirigió al cuarto que el reverendo usaba como oficina. En una Iglesia pobre como la suya, no podían permitirse gastos en nada. Pero Jorg decidió que sí se permitiría abusar de su poder, pues le pediría a su hijo mayor que le hablara sobre Bill, que le dijera dónde vivía, cuál era su número nuevo de teléfono, dónde trabajaba, qué doctor lo atendía en su embarazo. Toda la información que pudiera extraer, la tomaría.
Sus hijos, así como Adriana, estaban reacios a entregarle información sobre Bill, y obviamente, tenían sus motivos justificados. Jorg se había portado como un bruto en un principio, pero el Señor acepta el arrepentimiento de su pueblo y el hombre esperaba que aceptara el suyo.
«No quiero quedarme sin conocer a mi nieto» Pensó y continuó con sus deberes.
Terminó de despachar a las familias que quedaban y, al verse solo, regresó a la oficina, que estaba helada, pese a que ya venía la primavera.
—Jorg, ¿debo llamarte “padre” o “reverendo” en esta entrevista? —preguntó su hijo, dándole una sonrisa.
—Siempre fuiste el más bromista, soy tu padre siempre.
—Entonces padre, dime, ¿qué quieres preguntarme?
—Quiero saber de Bill. —Fue directo al grano, con total seriedad.
—Lo echaste, papá, tú mismo lo corriste y él hizo su vida fuera de la tuya, como querías.
—Usas palabras duras contra mí. —Dio un rodeo y se sentó, tras el viejo escritorio.
—Es la verdad, ¿sabías que Bill estuvo a punto de suicidarse? Si no fuera por Tom, no tendríamos a nuestro hermano menor. Debería estar muy molesto contigo, padre. —Gruñó el joven, apretando los puños. Esteban realmente entendía el dolor al pensar en perder a un hijo, pues él mismo era padre, por eso tenía rabia acumulada contra su progenitor por lo que ocasionó a Bill.
Jorg bajó la cabeza—. Esteban, yo he cometido muchos errores en la vida. Pero Dios nos ha otorgado el don del arrepentimiento.
—Es verdad y como reverendo sabes que Dios perdona, pero para el hombre común es muy difícil perdonar. Además, ¿a qué viene eso ahora?
—Sé lo de su embarazo —respondió sereno— y sé que me necesita.
—Él está bien con Tom, papá.
—Cuando tú fuiste padre, lloraste como un niño y yo estuve allí para apoyarte.
—Lo recuerdo —dijo emocionado.
—Y quiero… necesito estar con Bill. Su caso es mucho más delicado, no quiero ni pensar en que algo malo le pase a él o al bebé durante la operación.
—Te entiendo. No estoy del todo de acuerdo con esto. Y hasta que pruebes lo contrario, sólo te daré parte de la información.
—Ya veo.
—Es por Tom, él ya presentó cargos contra ti una vez en la policía y no dudará en volver a hacerlo si te ve merodeando cerca de Bill.
—Gracias Esteban.
—Por el momento toma esto. —Le extendió un papel con unas frases raras.
—¿Qué es esto?
—Es la dirección y contraseña del Facebook familiar. Hay muchas fotos de Bill y su pancita. Oh Dios, papá, está enorme y el crío se mueve mucho, es más revoltoso que los dos míos, pero así era Bill de pequeño, ¿lo recuerdas?
—Claro que sí. Dime… ¿sabes dónde trabaja?
—Sí, pero ahí no puedes ir. Es una Academia de música y van muchas chicas y niñas, si te ven por ahí, pensarán que eres un acosador, será peligroso. Además todos adoran a Bill y si él grita, te lincharán y quemarán como a las brujas. Ja, ja, ja, ja.
—Ja, ja, ja, ja me alegra que lo quieran tanto. —«Soy un idiota. Todos saben lo especial que es, y yo que soy su padre, lo menosprecié» Pensó el reverendo.
—Creo que podrías llamarlo, pero no estoy seguro de que te hable si le dices que eres tú, pero vale la pena intentarlo. Aquí está el número.
—Muchas gracias, Esteban.
—Eso es todo, no puedo hacer más y no puedo intervenir en la resolución de Bill, él ya es todo un hombre y tomará las mejores decisiones, ya verás.
—Una vez más, gracias hijo.
—Adiós papá.
—Adiós.
&
El embarazo tenía muy sensible al pelinegro. Ya le había gritado tres veces a Tom sólo por una estúpida película romántica, que él mismo había escogido. Se sentía un monstruo con Tom y para tratar de arreglar las cosas, se pegó más a él y le rodeó con su brazo.
—Lo siento, Tomi.
—No sientas nada.
—Pero…
—Estás embarazado. —Y con eso le puso fin a las disculpas, sabiendo que él lo seguía aceptando tal como era en estos estúpidos momentos.
—¿Escuchas algo? —preguntó Bill y su esposo bajó el volumen con el control remoto.
—Creo que viene de la pieza.
—Mi celular. —El pequeño se levantó de prisa y resbaló.
—¡Dios, Bill, no corras! ¡Si te vuelves a caer, David Jost me matará! —Bill lo tomó como broma, pero el trenzado se quedó petrificado en el sofá.
—Sorry —dijo rápido y siguió su camino. Cogió el aparato y vio que era un número desconocido. «Tal vez se equivocaron» Pensó, pero de todas formas contestó— ¿Hola?
—Hola, ¿está, Bill? —Esa voz era muy conocida.
—¿Papá?
—¿Bill, eres tú?
—¿Cómo conseguiste mi número?
—¿Cómo estás?
—¡¿Por qué me llamas?!
—Bill, cálmate. Solo quiero saber si estás bien.
—Hace ocho meses no pensabas lo mismo. —El chico tenía mucha ira acumulada. Además, las hormonas del día lo tenían convertido en un volcán a punto de hacer erupción.
—Lo siento, Bill.
—¿Crees que con sólo un “lo siento” todo se va a arreglar mágicamente? Estás equivocado. —Alzó el tono de voz.
—¿Bill, podríamos conversar cara a cara?
—¿Para qué, para que me vuelvas a llamar engendro? ¿Para que me vuelvas a lastimar? No reverendo, no dejaré que me vuelva a poner una mano encima.
—No es por eso, Bill. Sé lo de tu embarazo.
—Entonces lo haces por eso. —Afirmó con ironía—. ¿Quieres ver por ti mismo al freak de tu hijo, al marica que más encima tendrá un hijo, no es cierto?
—Deja de hablar así.
—¡¿Y cómo quieres que hable?! —Gritó—. Así es como siempre me has llamado tú, padre. ¡Un maldito marica! ¿No te acuerdas? —Tom entró en la habitación, preocupado por escuchar gritos.
—Dame eso. —Le quitó el celular—. ¿Quién es? —preguntó serio.
—Soy el padre de Bill.
—Ya le dije si vuelve a acosar a mi esposo lo meto en la cárcel. ¡Déjelo en paz! Ya lo corrió de su vida una vez, ahora déjelo vivir la suya. —Y sin miramientos, colgó.
—Tomiiiiii —El pelinegro lloró desconsolado.
—Ven, pequeño. —Su esposo lo abrazó y lo dejó llorar en su hombro, mientras lo apretaba con fuerzas.
—¿Por qué me hace esto? ¿Por qué ahora? ¿Por qué simplemente no me olvidó como decía que haría? ¿Por qué de repente quiere hablarme?
—Porque es tu padre y un padre jamás olvida a un hijo, lo sé ahora que también lo soy. —Sorprendido, Bill se separó para mirarlo.
—¿Por qué eres tan sabio, Tom? Eres mucho más joven que muchos y siempre tus palabras son tan reconfortantes. —Sus ojos seguían derramando lágrimas, pero ya no estaba la opresión en su pecho.
—Dime, ¿qué quería? —preguntó el trenzado, secando las lágrimas con sus pulgares.
—Dijo que sabe de nuestro pequeño.
—¿Crees que tu madre le contó? —indagó acariciando su pelo negro.
—Creo que fue el reverendo Lewis. Tomi… ¿qué debo hacer?
—Lo que diga tu corazón, Bill. Tú extrañas a tu familia.
—Pero ahora tú eres mi familia.
—Lo sé, Billy, pero sabes a qué me refiero. Sería espectacular que tu padre te aceptara. Pero no puedo negar que me da pánico que cuando te vea con esta pancita enorme se vuelva loco y trate de hacerte daño. Yo no podría soportarlo, si le hace algo malo al bebé o a ti, soy capaz de agredirlo, ya lo sabes.
—Y yo también temo eso, que sólo desee verme para burlarse de mi estado. Y ahora, me pasa lo mismo que a ti, Tom, ahora que voy a ser padre quiero defender a mi bebé y no quiero que nadie, en especial mi padre, diga algo malo de él. —Los ojos de Tom se opacaron—. Yo lo defenderé como el Rey León a su pequeño Zimba, te lo juro.
—Entonces… ¿qué harás?
—Creo que nada por el momento. Será mejor dejar las cosas así.
—Tal vez vuelva a llamar, Bill —dijo sosteniendo la mano de su marido.
—Si lo hace, espero no descontrolarme como hoy y lograr conversar con él.
—Ese es mi chico. Pero si llegas a juntarte con él, me avisas, yo voy a tener todo controlado.
—Perfecto.
&
Tom regresó a la sala, mientras Bill se daba un baño de tina para relajarse. El joven de trenzas se sentía atormentado por la frase de su esposo “quiero defender a mi bebé y no quiero que nadie diga algo malo de él”. Le apenaba saber que por mucho que el mundo hubiera evolucionado en cuando a los niños especiales, sabía que había gente ignorante que se burlaba de ellos. Tom temía tanto por las burlas, como por la reacción de su pelinegro.
Bill era un gran ser humano, pero a pesar de todo, no podrían tener al pequeño Kenshin encerrado toda su vida. Tom temía pensar que otros niños de su edad se rieran de él y que su pequeño bebé le llegara a preguntar: “¿papá, por qué soy diferente?”
«Dios mío, dame fuerzas» Imploró en silencio, pasando ambas manos por sus trenzas.
Hacía tiempo no sentía sus emociones tan revueltas, debía ser por culpa de esa maldita llamada telefónica. Si fuera por él, sacaba al padre de Bill de sus vidas para siempre. Pero también debía estar consciente de las necesidades de su amado y por mucho que él se esforzara por darle todo, Bill aún era un niño, sólo tenía 19 años y necesitaba a su familia… a toda su familia.
Escuchó que lo llamaba y fue al baño con él.
—Dime, cielo. —Se sentó en el inodoro, mirándolo con una sonrisa.
—¿Me puedes masajear la espalda? —preguntó con esa adorable cara de cachorrito.
—Claro, bebé.
—¿Pero aquí adentro? —Pidió con un tono más sensual.
—¿Estás seguro? Recuerda que el médico nos dijo que tal vez no sea recomendable tener sexo ahora que está tan avanzado el embarazo.
—Vamos, Tomi, no seas aburrido, seremos cuidadosos.
—Lo que mandes, pequeño.
El mayor se quitó la ropa, bajo la atenta mirada del moreno, quien se saboreaba los labios. Pese a la espuma de la bañera, Tom podía ver su notable erección.
—¿Me das espacio?
—Claro. —Se puso de pie y luego, ambos se sentaron, acomodándose en el reducido espacio—. Tomiiii —Ronroneó como gatito y lo besó con pasión—. No estoy arrepentido de ser gay. —Tom se sorprendió por esa frase y se separó lo suficiente para verlo a la cara.
—¿Y a qué viene eso? —preguntó confundido.
—El reverendo le pidió a Andi que dejara de ver a John cuando los descubrieron.
—¿Y?
—Y si me dice que me perdonará si vuelvo a casa y te dejo, pues no lo haré. Prefiero vivir en pecado, como dice él, que dejar de amarte. —El mayor sonrió y lo besó.
—Yo, Bill, nunca he visto el amor como un pecado, me enamoré de ti, simplemente porque eras tú, si hubieses sido mujer también me habría enamorado de ti, porque tu esencia es lo que me importa. Y te amo así con este cuerpo varonil, con esto. —Tocó su miembro duro—. Porque me encanta, te amo por completo.
—Y yo a ti, Tomi, por eso te digo que no me arrepiento de ser gay contigo.
—¿Ya no te vas a lanzar de un edificio? —Bromeó.
—Claro que no ja, ja, ja, ja. —Se volvieron a besar, esta vez con más ansias.
Bill tenía sus piernas a ambos costados de la cintura de Tom.
—¿No estás incómodo?
—Para nada mmm. —Gimió cuando sus miembros se rozaron—. Ñiiaa, Tomi, estoy muy cachondo, siento ser así.
—No lo sientas, que a mí me encanta.
Hicieron el amor, salpicando agua en todas direcciones, estuvieron ahí hasta que el agua se enfrió. Y luego, se arreglaron y fueron a comer.
—La cena estuvo deliciosa. Tomi, cada vez cocinas mejor.
—Gracias, cielo. Amor, debo ir al supermercado por algunas cosas, ¿quieres ir conmigo?
—No, estoy muy cansado, sólo quiero dormir como un oso.
—Bien osito delicioso, ve a la cama y espérame allí. Trataré de no tardarme. Cualquier cosa…
—Te aviso, ya sé.
—Adiós
&
Cuando Tom salió, Bill se retiró a la habitación y se puso su pijama regalón. Se metió en la cama y miró el celular, pensando en hablar con su papá. Sí Jorg realmente quería hablar él, entonces lo escucharía, como cuando era niño.
«Recuerdo que siempre que me daba una paliza, llegaba a mi cuarto a pedirme disculpas y explicarme que era por mi bien. Nunca me golpeó sin pedirme disculpas, excepto ese día en que supo que era gay»
Tomó el celular con decisión y marcó.
—¿Bill, eres tú? —Se oyó su voz ansiosa.
—Sí.
—Qué bueno que me llamaras. Entiendo que puedas estar absolutamente molesto conmigo, pero necesitamos hablar, para aclarar las cosas, hijo.
—Está bien —dijo un poco asustado.
—¿En serio? Dios mío, gracias. ¿Cuándo?
—En dos semanas te vuelvo a llamar y arreglamos la cita —respondió y cortó sin escuchar nada más de lo que pudiera decir.
¿Por qué en dos semanas? Porque le harían una ecografía y se la llevaría. «Qué iluso soy» Se dijo con una sonrisa y negó con la cabeza. Por el momento no le diría nada a Tom, pero cuando estuviera decidido, lo haría sin duda.
—Dios, por favor, que esté haciendo lo correcto. —Suplicó muy bajito, soltando un suspiro.
& Continuará &
¿Qué pasará en esa cita? ¿El reverendo arreglará las cosas o se asustará al ver a Bill embarazado y echará todo a perder? ¿Y Bill aceptará o finalmente se arrepentirá y no irá a ninguna cita? ¿Tom se enterará de esta llamada telefónica? Para saber qué pasará, los invito a continuar con la lectura. Besitos y gracias por la visita.