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“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 29: Together again
‘Cause when you look at me with those sad brown eyes. It stops me cold and I realize. You’re all I need tonight . We’re halfway to heaven, lyin’ beside you on a night so still. We’re halfway to heaven. I ask you if you’ll stay and baby. Say you will
(Porque cuando me miras con esos tristes ojos cafés. Me congelo y me doy cuenta que eres todo lo que necesito esta noche. Estamos a mitad de camino del cielo, acostado a tu lado en una noche tan tranquila. Estamos a mitad de camino del cielo. Te pregunto si te quedarás. Dime que lo harás. “Halfway to heaven”. Europe)
(Jueves, cuarto día desde la suspensión de clases)
Por causa de la fuga desde su propia casa, los sueños del pelinegro estuvieron plagados de pesadillas, en las que su padre se convertía en un monstruo con un rayo luminoso como arma y le gritaba que jamás volvería a ver al rastudo. Su cuerpo temblaba cuando aquellas fatídicas palabras resonaban cual truenos en una tormenta.
—¡Nooo! —gritó fuertemente cuando un luminoso relámpago atravesaba el corazón de su amado Tomi.
—Billa, despierta —susurró el mayor a su lado, moviéndolo levemente para poder despertarlo de aquel tormentoso sueño.
—No, no, no, no —gemía el más delgado, sin poder abrir los ojos.
—Billa, amor… —le llamaba Tomi un poco más fuerte.
—Tomi no, Tomi no me dejes —gimió con gran tristeza y unas gruesas lágrimas se escaparon de sus ojos aún cerrados.
El rastudo se conmovió ante ello, y simplemente besó los labios de su pequeño, borrando los malos recuerdos, y moviéndose sobre ellos delicadamente, hasta que el otro cuerpo comenzó a reaccionar y corresponder su beso.
Al separarse, Tom le sonrió al menor, quien le veía con adoración y temor.
—Tuve un sueño horrible —confesó, sin apartar la vista, temiendo que este bello despertar, fuera sólo otro sueño.
—Lo sé… ¿quieres hablar de ello?
—No…
—¿Qué tal entonces, otro beso? —dijo en forma sensual, y sin esperar una respuesta, se apoderó de aquellos carnosos y levemente hinchados labios, mordiendo con suavidad, buscando acceso, que le fue concedido de inmediato.
Los brazos del mayor se aferraron al cuerpo más delicado, abrazándolo con posesión, temiendo que, en tan sólo unas pocas horas, volvería a perder a aquel ser que le había devuelto a la vida, al pequeño que le había hecho tener sentimientos tan fuertes, la seguridad de ser parte de alguien, cosa que no sentía desde que sus padres fallecieron.
—Te amo tanto, Billa —murmuró cerca del oído del pequeño.
—Y yo a ti, Tomi.
—Debemos levantarnos, pronto debo llevarte de regreso.
—No quiero —dijo el pelinegro, haciendo un puchero adorable y cruzándose de brazos cual niño con rabieta.
—Se lo prometí a Saki, mi amor.
—No quiero —repitió, con el encanto de un niño y la fortaleza de la “diva”.
—Billa, tu padre tenía una reunión y cuando regrese deberás estar en casa, para no levantar sospechas —explicó el de rastas—. Además te podré llamar con el celular que nos entregó Saki. Siempre estaremos en contacto.
—¿Lo prometes? —preguntó, poniendo los ojitos de gatito con botas.
—Por supuesto. Sabes que jamás te miento —aseguró el mayor, abrazándolo con fuerzas otra vez. Le encantaba sentir el aroma de Bill recién levantado, tan natural, tan suyo, tan único.
—¿Me llevarás?
—No tenemos tiempo de caminar. Tomaremos un taxi y bajaremos una cuadra antes, para que las cámaras no me vean —dijo el mayor, repitiendo el consejo que le dio el guardaespaldas la noche anterior.
—Está bien… pero tengo hambre.
—Dúchate, mientras te cocino algo saludable, mi vida.
—Gracias Tomi.
&
Dentro de la mansión Kaulitz, Gordon terminaba la video conferencia que había tenido con los ejecutivos de su empresa. La verdad era que debía asistir a la reunión, pero el saber que su hijo había abandonado la casa, le tenía aún muy preocupado.
Saki le confesó que había llevado a Bill a casa de su novio y que se había asegurado de que el perímetro estuviera a salvo. También le pidió que se calmara porque al día siguiente, Trumper llevaría de regreso a su hijo a las once de la mañana.
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—“Con mucho respeto, señor Kaulitz, le diré algo antes de presentar mi renuncia. Sé que lo que acabo de hacer, no tiene justificación y que es anti-ético en mi profesión. Pero creo que usted ha hecho las cosas de mal en peor. Trumper es un buen joven, además está ayudando a la policía, así que su hijo está mejor protegido con él que con cualquiera de nosotros. Y creo que el tener al joven Bill encerrado, sólo ayudará a ponerlo en mayor peligro. Ya vio lo que hizo esta noche. ¿Qué pasaría si lo volviera a hacer, pero esta vez hubiera alguien de la banda esperándolo?”
&
Las palabras de Saki resonaban en su mente. A pesar del poco tiempo que el agente llevaba trabajando para ellos, conocía a la perfección la forma de actuar de su hijo, y todas sus palabras era valederas.
“La diva Kaulitz” no permitía ninguna clase de ataduras ni castigos y aunque siempre se salía con la suya poniendo una cara angelical, esta vez su modo de actuar fue extremo, no pensó en ninguna posible catástrofe, su mente sólo le llevó a correr de regreso a Tom Trumper, debía hacer algo al respecto, tal vez sobornar al chico, ofrecerle dinero, pagarle la universidad, algo así, para exigirle que se alejara de Bill, antes de que mostrara su verdadera naturaleza y terminara dañando emocionalmente a su hijo.
—Señor, señor —le llamó uno de los agentes de seguridad—. Señor Kaulitz —le llamó más fuerte, para sacarlo de sus pensamientos.
—¿Qué pasa? ¿Ya llegó Bill?
—No señor, pero tenemos un vehículo no identificado cerca de la casa, lleva allí horas, señor. Es sospechoso. Queremos ir a revisar, solicito autorización para ir con Saki.
—¿Se ve alguien dentro del auto?
—Tiene vidrios polarizados, lo que le hace aún más sospechoso. No sabemos si hay alguien dentro o no.
—¿Buscaron la patente?
—La revisamos por las cámaras, y no pertenece a ningún vecino del sector.
—¿Qué hora es? —preguntó Gordon, recordando que pronto llegaría su hijo.
—Cerca de las once.
—Bien, háganlo rápido. Iré a revisar las cámaras mientras lo hacen. No hagan nada estúpido, si hay alguien hostil llamaremos a la policía, ¿de acuerdo?
—Sí señor.
&
Ya bordeando las once de la mañana, los chicos caminaban acercándose a la mansión Kaulitz, tomados de las manos y dándose sonrisas de apoyo. Tanto Bill como Tom estaban nerviosos, desde que se había conocido ese año habían estado juntos, aquel mes de separación que tuvieron por causa de las inseguridades del rastudo, fue lo suficientemente duro como para desear jamás volver a estar lejos el uno del otro.
Eso sumado al estrés que sentía Tom al saber que el nombre de su pequeño estaba en la lista de los criminales, sólo le hacía sentirse más ansioso y temeroso de no tener a su moreno frente a sus ojos para poder salvarlo en caso de necesitarlo.
De pronto, el pelinegro se detuvo en seco y todo rastro de color de su rostro se escapó.
—Billa… ¿qué…? —no alcanzó a terminar la pregunta, cuando su pequeño estiró la mano, señalando al vehículo aparcado frente a ellos.
—Bu… Bushido —susurró, cuando la puerta del auto se abrió.
El rapero salió del carro con una actitud que irradiaba odio y venganza. El delgado cuerpo del menor tembló, pues aquella aura le era muy conocida, la había sentido cuando el adulto intentó aprovecharse de él, cuando le tocó indecorosamente. Tenía miedo, mucho miedo. Apretó la mano de su Tomi, quien estaba completamente helado.
La mente del rastudo se puso a trabajar a mil, al ver el arma que el otro cantante sostenía firmemente en sus manos. Él nunca había sido asaltado ni nada, pero había leído suficientes novelas sobre detectives, como para darse cuenta que Bushido no cargaba el revólver sólo para amenazar, lo usaría… Sin dudarlo un solo momento se puso como escudo ante su pequeño, sin escuchar los gritos que se oían desde lejos.
—¡Me las pagarás, pequeña perra! —Gritó Bushido, levantando el arma y buscando apuntar al menor.
—¡Déjalo! —Gritó enfurecido el rastudo—. Tienes orden de alejamiento, vendrá la policía y te arrestará. Será mejor que te vayas.
—¡Y una mierda! —Exclamó de vuelta, mostrando claramente señales de droga en su sistema—. Mataré a la perra esa.
—¡Detente! —se escuchó un grito desde atrás.
En cosa de un segundo, el rapero disparó su arma, el sonido retumbó por todo el lugar, hasta que un cuerpo cayó a tierra.
—¡Nooo! —el pelinegro, se arrodilló junto a su ensangrentado novio—. ¡TOM!
Los otros dos agentes, se encargaron de desarmar al agresor y golpearlo hasta dejarlo en la inconsciencia.
Saki corrió hasta los jóvenes y buscó cual era la fuente de la herida, debía asegurarse de que no fuera mortal y tratar de detener cualquier clase de hemorragia. Primero suspiró al ver que era el rastudo el caído y no su protegido. Y no era una cuestión de salvar su propio pellejo, sino más bien de sentido común. Tom era deportista y por lo tanto su cuerpo estaba en forma y podría soportar un ataque como ese. Bill por otro lado, era muy delgado y sin duda cualquier ataque de bala sería terrible para su sistema.
Tomó su celular y pidió una ambulancia, y comenzó a cortar el jersey del chico, para verificar dónde había recibido el impacto.
—Billa ¿estás bien? —preguntó el rastudo con la voz temblorosa, él era valiente, pero le dolía como un demonio.
—Tomi wwaaa —lloraba aterrado el menor, tomando sólo una mano, pues Saki estaba tratando de ayudar a su amado.
—¿Estás bien? —insistió el de rastas, tratando de mantener sus ojos abiertos, el dolor le hacía caer poco a poco en el abismo de la negrura.
—No estoy herido —confirmó el menor, cuando unos fuertes brazos lo sacaban de allí—. ¡Noo! ¡Déjenme! —Gritó y pataleó con fuerzas.
—Calma Bill, deja que ayuden a Trumper —era su padre, quien también quería asegurarse de que su hijo estuviera a salvo.
Los ojos del rastudo se cerraron, causándole pánico al cantante quien le miraba al borde del colapso.
—¡No! ¡No te mueras Tomi! ¡No! —gritó desgarradoramente con todo su ser y su padre lo abrazó, sintiendo todo el peso del cuerpo de su hijo que había colapsado.
&
En la clínica, Bill fue hospitalizado bajo el diagnóstico de crisis nerviosa, y puesto a dormir con calmantes, en una habitación exclusiva. Entre tanto, Gordon aguardaba las noticias de la operación que le estaban realizando al rastudo, pues estaba seguro que su hijo volvería a quebrarse si algo malo le ocurría al otro chico.
La policía había llegado de inmediato al hospital, pues con todo lo acontecido con el “caso 69”, los funcionarios del servicio médico debían entregar toda la información de posibles víctimas relacionadas con la investigación. Y una herida de bala, era más que suficiente prueba para que algún agente se presentara.
—Señor Kaulitz —le habló Zullen al hombre que parecía sumido en sus pensamientos—. Señor Kaulitz —repitió, ganándose la atención del otro—. Lamento molestarlo en estos momentos tan tristes, pero necesito tomarle la declaración.
—Sí, comprendo… lo siento, es que esto es tan…
—Lo sé, un hijo es demasiado valioso.
—Ese hombre, creí que ya nos había dejado en paz —gruñó Gordon apretando las manos, el agente al oírle arrugó el ceño.
—¿Conocía al agresor?
—Sí, es un cantante, su nombre es Bushido, lo habíamos denunciado hace un mes o más, por acosar a mi hijo. Tenía una orden de alejamiento, pero no le importó nada y llegó a vengarse con un arma, quería matar a mi Bill —decía el hombre rápidamente, como si al decir todo rápido, terminaría más pronto con el sufrimiento—. Si Trumper no hubiese estado con él, si no lo hubiese cubierto con su cuerpo, mi hijo, mi pequeño estaría…
—Cálmese señor… —le acercó un vaso de agua y luego suspiró—. Entonces este agresor no tiene relación con el “caso 69”.
—No lo creo, Bushido perdió mucha fama y dinero por el escándalo que provocó el video que subieron a YouTube, creo que fue sólo una tontería de su parte.
—¿Qué hará al respecto?
—Mis abogados están organizando todo, de ser posible, lo pudriré en la cárcel —gruñó Gordon con un tono bastante amenazante.
—¿Sabe algo sobre el estado de Tom? —preguntó el policía.
—Aún lo están operando. Según Saki, la bala le dio en el brazo, cerca del hombro, no estaba en peligro de muerte, pero le están operando para que no vaya a tener ningún tipo de complicación con su cuerpo… él es deportista, y eso le podría quitar la beca… —el hombre sonaba realmente culpable, justo cuando pensó pagarle la carrera al chico para que dejara a su hijo, éste viene y le salva de un disparo que seguramente le habría llegado al pecho de Bill y acabado con su vida.
—¿Se encuentra bien señor?
—Es sólo que… Tom… si algo malo le ocurre, Bill, mi hijo, sufrirá mucho.
—Lo sé… ya los he visto juntos, sé lo mucho que se quieren, he visto todo lo que ha hecho Tom para protegerlo, aun cuando estuvieron enojados —comentó el oficial, haciendo que Gordon arrugara más el ceño, ¿cómo era posible que estuviera tan equivocado?
—Oh… parece que todos lo sabían menos yo —asumió y bajó la mirada, sintiendo que la culpa lo abrumaba.
—Señor Kaulitz, si hay algo que pueda hacer por usted, sólo dígalo —se ofreció Zullen, mostrando su apoyo.
—Gracias, oficial, por el momento todo está bien.
&
Al cabo de dos horas, Tom salió del quirófano y puesto en la misma habitación de Bill, a petición explícita de Gordon Kaulitz, que se paseaba de un lado a otro, nervioso y culpable. Su mujer le miraba con angustia, mas no decía nada.
—To… Tomi… —se oyó el susurró del pelinegro.
—¿Bill? —En un rápido movimiento, la madre del joven se puso a su lado, tomándole la mano y acariciando la frente sudorosa de su pequeño—. Está soñando.
—Tiene una pesadilla —rectificó su padre.
—¿Cuándo despertará? —preguntó ella, buscando la mirada de su marido—. ¿Y Tom?
—Bill dormirá unas horas más, hasta que se calme.
—No parece calmarse ni en sus sueños —dijo ella limpiando las pequeñas lágrimas que se escapaban a su bebé.
—Tranquila, cuando despierte y vea que Trumper está bien, entonces se relajará.
—¿Cuándo despertará Tom? —insistió ella.
—La operación acaba de terminar, dormirá el resto de la tarde. Al menos está vivo.
—¿A qué te refieres? —preguntó ella al ver el malestar en el rostro de su esposo.
—Tiene daño en su hombro derecho, aunque la operación fue un éxito, no sabrán nada hasta que comience con la rehabilitación, sólo entonces sabrán si todos los nervios y tendones quedaron bien —explicó Gordon.
—¿Y podrá seguir con sus deportes? —Simone sabía lo de la beca deportiva del chico y de cuanto él adoraba hacer ejercicios y practicar la guitarra con su hijo.
—Aún no se sabe. No perderá la movilidad del brazo, pero tal vez la motricidad fina y coordinación se vean afectados.
—Oh no, Bill se sentirá culpable de esto Gordon, tendremos que mantenerlo vigilado, ¿te imaginas si hace alguna tontería? —dijo ella, aterrada antes los recuerdos de su intento de suicidio.
—Lo sé. Estoy contando con que Tom pueda detenerlo —suspiró y se llevó las manos a la cabeza—. Estoy tan arrepentido Simone, si no hubiera sido tan duro con ellos, esto no habría pasado, Bill habría estado a salvo en casa —se paseó por el cuarto reviviendo en su mente todo lo que vio por las cámaras, esa mañana—. Hubieras visto Simone… Bushido estaba completamente loco, apuntó directamente a Bill y Tom lo abrazó, se puso de escudo desde que vio el arma, en ningún momento pensó en él, sino en proteger a Bill. Yo… estaba tan equivocado.
(Jueves por la noche, cuarto día desde la suspensión de clases)
Bill giró en la cama y abrió los ojos. Todo estaba oscuro y podía oír el ruido de las máquinas del hospital.
«Yo estoy bien, no pueden estar conectadas a mí» Se dijo mentalmente y comenzó a forzar la vista hasta dar con lo que tanto buscada y temía.
Frente a su cama, estaba el cuerpo de su amado Tomi, parecía dormir, se veía sereno, pudo ver los cables, estaban atados a su cuerpo y entonces con un flash de imágenes dolorosas, todos los recuerdos volvieron a su mente.
—Tomi… —gimió y las lágrimas brotaron. Se puso de pie, sujetándose pues el efecto de los calmantes, le mareaban y nublaban la visión.
—Mmm —escuchó que el mayor se quejaba.
—Tomi, soy yo… —le habló con cariño.
—Billa —la voz ronca se oyó y con mucho esfuerzo, abrió los ojos.
—Tomi… tenía tanto miedo —le dijo tratando de abrazarle y alejándose al escucharle quejarse del dolor—. Lo siento. Es… es tu hombro.
—Me hirieron —dijo el rastudo, recordando—. ¿Estás bien? —preguntó de inmediato, abriendo los ojos grandemente pensando algo terrible.
—Estoy bien, Tomi, tú me protegiste.
—Que bueno… yo… muero de sueño…
—Descansa, mi amor, yo estaré aquí cuando despiertes.
—Te amo, Billa.
Bill se acurrucó al lado de Tom y se durmió abrazado a su cuerpo, escuchando a través de la máquina, los suaves latidos de su corazón.
—Estamos a mitad de camino del cielo, Tomi —susurró el menor—, cuando por fin hagamos el amor, llegaremos al paraíso.
Tom estaba completamente dopado por los medicamentos, sin embargo, oyó las palabras de su amado y sonrió. Ahora que estuvo a punto de morir, o peor aun, de ver morir a su pequeño, había decidido no perder más tiempo y hacerle el amor a su adorado cantante, lenta y deliciosamente. Sí, eso haría… pronto, muy pronto, pero ahora, sólo necesitaba dormir, oliendo la deliciosa esencia de su Billa.
(Viernes, quinto día desde la suspensión de clases)
Por la mañana, tanto Simone como su marido se presentaron a primera hora en la clínica para enterarse del estado de salud de su hijo. Hablaron con el médico de turno, quien les indicó que ambos chicos estaban en perfectas condiciones.
Con rapidez entraron en la habitación, quedándose de piedra en la entrada. La imagen del pelinegro besando suavemente los labios de su novio le quedó grabada en la retina a ambos.
—Cof, cof —tosió Gordon para llamar su atención.
—Papá, mamá —saludó el menor sin alejarse demasiado de su Tomi.
—¿Cómo estás hoy, hijo? —preguntó ella, acercándose para besar la frente de su bebé y de paso saludar al rastudo.
—Estoy bien, porque Tomi está bien —dijo él con una radiante sonrisa.
—¿Cómo te sientes, Tom? —volvió a preguntar ella sonriente.
—Un poco adolorido, pero bien, gracias señora Kaulitz.
—Que bien —dijo ella sonriente. Hizo un ademán a su marido para que cerrara la puerta y se acercara a los chicos.
—Bill, ven acá —le llamó y le dio un abrazo—. Lo siento mucho, hijo —dijo con un tono de culpa—. Lo siento, Tom —agregó de inmediato—. Siento haber malinterpretado tanto las cosas.
—Comprendo, señor Kaulitz. Sólo quería proteger a Bill, yo habría hecho lo mismo.
—No —gruñó el pelinegro—. No es tan fácil, ¿sabes? —regañó a su padre, sacando todos sus aires de “diva”—. Primero, quiero que me devuelvas mi celular y mis cosas, ¿cómo se te ocurre aislarme? Tom es mi guardaespaldas, debo estar siempre en contacto con él.
—Billa —Tom rió ante esos desplantes, ya estaba habituado a ellos, y ahora lejos de molestarle, sólo le causaban risa.
—Segundo, estarás en peligro si despides a Saki, porque me fugaré de la casa y no volverás a tener noticias mías, ¿está claro? —siguió diciendo, agitando su dedo índice, culpabilizando a su padre, quien le miraba con la misma cara de diversión que Tom—. Sólo él se puso de mi lado cuando todas estas extrañas ideas tuyas salieron a flote.
—Billa, calma —le volvió a decir el rastudo, llamándolo con la mano sana.
—Y tercero y más importante… debes aceptar a mi Tomi, ¿comprendes?
—Comprendo, hijo —aseguró el adulto—. Los dejaré ser novios, pero te mantendré vigilado, Tom Trumper, si le haces cualquier cosa mala a mi pequeño, me las pagarás —le amenazó.
—Jamás dañaría a mi pequeña “diva”, sería como lastimarme a mí mismo —sonrió el rastudo, acariciando los mechones negros de su novio—. Al contrario, daría hasta mi vida por cuidarlo.
—Ya no me cabe duda de ello, chico.
&
Cuando los señores Kaulitz se aseguraron de que tanto Bill como Tom estaban bien se retiraron para reunirse con sus abogados y ver la situación legal de Bushido. La demanda inicial era por “intento de homicidio”, a las que se añadirían las agresiones a Tom y los intentos de abuso contra Bill.
&
—Tomi, estoy aburrido —se quejó el pelinegro, peinando su largo cabello azabache.
—Ven acá —le llamó el mayor.
Bill no se hizo de rogar y se acercó a su novio, metiéndose a su cama, donde el de rastas le hacía espacio. Se abrazó a él fuertemente y suspiró. Nuevamente los sentimientos le embargaban.
—Tenía tanto miedo, Tomi, cuando te vi cerrar los ojos, y veía toda la sangre en tus ropas yo…
—Sshh —le calmó el otro—. Todo está bien ahora.
—Pero no está bien, siempre terminas herido.
—Serán mis cicatrices de guerra —bromeó el mayor, provocando que el pelinegro temblara en sus brazos.
—No digas eso, por favor, las marcas, las cicatrices sólo te hacen recordar cosas malas y yo no quiero eso para nosotros. Esa bala era para mí.
—Entonces es una marca que luciré con orgullo —suspiró—. “la marca que no alcanzó a robar el corazón de mi Billa” —bromeó con su frase—. Porque el corazón de mi querida “diva”, es sólo mío.
—Aaww Tomi, eres tan cursi a veces.
—Hey, ya te dije que eso no es ser cursi —le regañó y buscó su mirada—. Soy romántico, no lo olvides.
Se fundieron en un suave beso, cuando la puerta se abrió de golpe, dejando a un aterrado Gustav frente a ellos.
—¡Tom! —le llamó fuerte—. Qué bueno que estás vivo.
—Qué esperabas. Soy un hueso duro de roer.
—Bill, ¿tú cómo estás? —preguntó al verle usar las ropas de la clínica—. ¿Estás herido?
—No lo estoy, Tomi me salvó.
—Sí. Eso escuché.
—Te ves raro, Gus, ¿ocurrió algo más? —preguntó preocupado el de rastas, tratando de sentarse en la cama.
—La verdad es que sí. Es sobre la información que me pediste. Sobre el novio de tu amigo. Luis Peterson. Encontré algo terrible y por eso pensé que te habían atacado.
& Continuará &
¿Qué encontró Gus que es tan grave? ¿Es acaso un problema con Luis? ¿Es el novio de Gabriel parte de los malos? ¿Volverán a atacar a Tom por esa información? No se pierdan la continuación.