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“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 31: ¿Fantasías?
You’re so sexy, I need your love, I need no hesitation. You’re so sexy. Feel me now and stop the conversation. No, don’t stop the desire. No, higher baby higher. I, I’ve been waiting so long, sitting here by the phone and I really don’t wanna be alone at home. I just don’t know what to do. I’m in the mood to make love to you. And I’m dreaming all your body is build for two.
(Eres tan sexy. Necesito tu amor, necesito que no dudes. Eres tan sexy. Siénteme ahora y para la conversación. No, no detengas el deseo. No, más alto bebé, más alto. He, he esperado tanto, sentado aquí junto al teléfono. Y ya no quiero estar solo en casa. Yo, ya no sé qué hacer, tengo ganas de hacerte el amor. Y sueño que tu todo cuerpo fue construido para “dos”)
(Lunes, una semana desde el atentado de Andreas. Regreso a clases)
—Nuestra escuela es muy prestigiosa y costosa, por lo tanto posee lo mejor de lo mejor. Podrás trabajar con la psicóloga de la escuela, la señorita Nataly, y como eres alumno, no te costará ni un centavo.
Las palabras que le dijera Gabriel resonaban una y otra vez en la mente del rastudo. Giraba en la cama, cubriéndose y quitándose las mantas. Miró el despertador, las 4:30 AM. Gruñó y volvió a cubrirse, por causa del atentado explosivo, habían cerrado las instalaciones deportivas y tendría que abstenerse de sus entrenamientos matutinos, al menos hasta que la escuela volviera a ser un lugar seguro.
—Maldición, ¿qué pasa conmigo? —gruñó más fuerte y de pronto sintió que su celular sonaba con el tono sensual de “Sexy, naughty, bitchy”—. Bill —susurró al ver el nombre en la pantalla. Se tensó, y contestó de inmediato—. ¿Billa, estás bien?
—Soy yo quien debería preguntarte eso, Tomi —respondió al otro lado de la línea con la voz cargada de sueño.
—¿Eh? —murmuró sin entender la frase de su pequeño cantante.
—No sé por qué, pero cuando estás inquieto… te siento y me asusto. ¿Ha pasado algo? ¿Por qué estás despierto? —preguntó preocupado el menor.
—Oh… lo siento, mi vida —El rastudo dio un gran suspiro. Por un momento pensó que su precioso cantante había sido atacado o algo por el estilo—. No puedo dormir, es todo.
—Pero estás inquieto, lo puedo sentir.
—Lánzame un besito y se me pasará —bromeó el mayor, causando que el cantante riera por el teléfono—. Pero no te rías así que me provocas —Siguió molestándole.
—¿Te provoco? Mmmm —gimió el pelinegro, cosa que de inmediato despertó los sentidos del rastudo—. Mmmm Tomi…
—Billa, ¿qué haces? —preguntó, notando que su voz sonaba ronca y rasposa. En simples palabras: estaba totalmente excitado.
—El sólo escuchar tu voz me pone tan cachondo, que no puedo evitar endurecerme por completo, Tomi —dijo el moreno, sin ningún tipo de vergüenza.
—Oh Dios, Billa, no hables así que yo…
—¿Tú qué, Tomi? —Le tentó el menor—. ¿Vas a tocarte también? —Instintivamente la mano libre del rastudo se posó sobre su miembro cubierto, haciéndole jadear—. Mmmm Tomi… Aaahhh ppprrrr meowww. Sé cuánto te gusta oírme ronronear.
—Billa… —La voz de Tom, temblaba a causa del deseo.
—Meowww, aahh, Tomi… puedo imaginar tus manos tocándome, Tomi… quiero… quiero… aahhh
—Oh Dios, Billa, ¿qué quieres? —a estas alturas, las manos del rastudo estaban bajo la tela del bóxer, bombeando su miembro con agilidad.
—Quiero que me des muy duro, Tomi…
Esas palabras fueron la muerte del rastudo. Abrió los ojos y se sentó de golpe en la cama. Miró en todas direcciones y vio el despertador. Las 4:30 AM.
—Fue un sueño… —susurró y se volvió a recostar. Estaba sudado y su bóxer estaba húmedo—. Fuck! No me había pasado esto desde… Dios, Billa —Tomó una gran bocanada de aire—. Necesito ayuda. Urgente.
(Lunes, 7:30 AM)
Tom caminaba por la entrada de la escuela, cuando un grito le despertó. Giró de inmediato en torno al sonido y luego se relajó. Sólo era una chica que gritaba asustada cuando uno de los gorilas de los “pretty people” le molestaba con alguna clase de insecto.
—Tontos —susurró y siguió su camino. Pero no alcanzó a dar dos pasos, cuando una mano firme le sostuvo del brazo.
—Hey man, ¿estás bien? —Al voltear, Tom sonrió al ver a Georg Listing saludándole.
—Hola Geo —le ofreció una sonrisa como respuesta.
—Te ves bien. Aunque nuestro agente de seguridad nos contó sobre el disparo —El rostro del castaño, de inmediato se contrajo de temor.
—Sí, fue Bushido —explicó el rastudo, cosa que relajó al otro chico.
—Por un momento creí que… eran ellos —dijo Geo, mostrando claras señales de nerviosismo y temor, pensando en los criminales del “caso 69”.
—Cálmate, Geo, nada malo nos ocurrirá —Trató de alentarle el de rastas.
—Pero estamos en la fucking lista, Tom, somos los siguientes —Se defendió, y apretó los puños por la impotencia.
—Geo, deja de acosar a mi novio —Le cortó el pelinegro, quien se unió a ellos, abrazando a Tom por la cintura—. Hola, mi amor.
—Hola Billa —Le dio un piquito y sonrió como enamorado—. Te ves guapísimo hoy.
—Lo sé —dijo con su tono de “diva”.
—Creo que ustedes están muy relajados —gruñó el castaño.
—¡Georg! —Se oyó un chillido y todos voltearon.
—¿Romina? —susurró el castaño, al ver a su adorada porrista que venía corriendo hacia él y se colgaba en su cuello.
—Geo, estaba tan preocupada —habló ella, dándole besos de mariposa en todo el rostro. La pareja a su lado sonreía y Bill levantó una ceja y le comentó a su amigo.
—¿Ves, Geo? Todo tiene su lado bueno —El castaño le guiñó un ojo en respuesta a su comentario y tomando a la chica por la cintura se alejó de ellos.
—Ahora ya no luce tan temeroso —bromeó el rastudo—. ¿Cómo estás, bebé? —preguntó sólo para asegurarse.
—Bien. Ahora ven conmigo. Tengo que buscar a Andi —cogió la mano de su novio y lo guió hacia la banqueta de los “pretty people”, donde una cabeza platinada sobresalía.
El rastudo siguió a su novio con los dientes apretados, era cierto que hasta él mismo estaba preocupado por la salud de Andreas, justamente porque el ataque contra su carro no fue lo único, sino que además el chico había sido intoxicado con las nuevas drogas sintéticas, pero eso no lo libraba de los celos que surgían cada vez que su adorado cantante mostraba “atención” por el rubio.
—¡Andi! —gritó el moreno, lanzándose en un abrazo contra su amigo—. Pensé que no vendrías hoy.
—Tonto, hablamos ayer por teléfono y te aseguré que aquí estaría —respondió el chico, correspondiendo el abrazo, y buscando con la mirada al rastudo, sonriéndole con malevolencia.
—Pero tu madre habló con la mía y se pusieron de acuerdo para dejarnos encerrados por otra semana más —contó el cantante, cosa que preocupó aún más al rastudo.
Era cierto que se sentiría bien sabiendo que su novio no corría peligro, pero si no lo veía en la escuela, todo dejaría de tener sentido para él. Se sentiría completamente solo. Era egoísta de su parte pensar en eso, pero prefería cien veces, tener a Bill cerca, en caso de que le necesitara.
—Ya sabes que mamá es muy exagerada, Bill —dijo el rubio, tratando de revolverle el cabello a Bill, quien le miró con cara de “si lo intentas, estás muerto”.
—¡Tom! —se oyó un nuevo grito, esta vez todos vieron que se trataba de Gabriel y con una sonrisa, el rastudo se alejó del grupo para ir por su amigo.
—Hey, ¿cómo estás? —Le saludó sonriente.
—Yo, bien ¿y tú? ¿Ya pediste la hora? —preguntó silenciosamente, pero yendo directo al grano.
—Acabo de llegar, Gabriel. Ni siquiera sé dónde está la oficina de la psicóloga —agregó el chico, sintiendo que sus mejillas se calentaban. Miró en todas direcciones, para asegurarse de que nadie les oía.
—Ven, yo te llevo, es mejor que lo hagamos ahora que Bill está distraído —dijo el castaño, tomando del brazo a su amigo, guiándolo rápidamente hacia el interior del edificio.
Caminaron por el sector de las oficinas. Lugar que Tom sólo visitaba cuando debía inscribir sus asignaturas. Siguió a su amigo en silencio, hasta que éste se detuvo en una pequeña puerta que rezaba “Nataly Berg, Psicóloga”, sin dudarlo, el castaño tocó y una suave voz respondió.
—Adelante.
Gabriel, golpeó amistosamente el hombro de Tom y abrió la puerta, dejándolo expuesto a la rubia mujer, que revisaba unos documentos.
—Hola —Le saludó la adulta con cordialidad—. ¿Quieres pasar?
Tom, dudó unos segundos y luego volvió a mirar a su amigo, quien le brindó una cálida sonrisa y moduló sin palabras “Es por Bill”.
—Hola —saludó de vuelta el joven, entrando por completo en la pequeña sala y cerrando la puerta tras sí—. Necesito ayuda —dijo con sinceridad, sin poder evitar que las mejillas se tiñeran furiosamente de rojo.
—Ya veo —Ella le miró con cautela y luego al reloj—. Pero las clases están por comenzar. ¿Quieres pedir una cita? —El rastudo asintió y bajó la mirada.
—Es… urgente… —susurró sin levantar la cabeza.
—¿Qué tal esta tarde? —Ella sonrió—. Con los atentados, todos mis pacientes han suspendido sus citas, así que tienes suerte.
—Gra… gracias —tartamudeó, aún estaba muy nervioso con todo este tema.
—Bien, ¿cuál es tu nombre? —preguntó ella, para poder anotar su cita.
—Tom Trumper —dijo bajito y ella volvió a sonreír. Lo conocía.
—Bien Tom, esta tarde, apenas terminen las clases. Nos vemos.
—Gracias —volvió a repetir, saliendo de allí enseguida.
(Lunes, 10.30 primer receso)
No menos asustado, Georg aprovechó el primer receso para fugarse con Romina hacia el sector del estadio, el cual estaría desierto por causa de la restricción impuesta por la escuela.
—¿Estás segura que estará vacío? —preguntó él, situándose bajo un árbol, sentando a la chica entre sus piernas, y besando su cuello con lujuria.
—Sí, nadie debe estar aquí. Ya sabes, regañarían a todo el que se atreviera por el peligro que se corre y blah, blah, blah —dijo ella, moviendo la cabeza para darle espacio a su novio secreto. O más bien, no tan secreto.
—Entonces, nosotros también estamos en peligro, linda —susurró él, colando sus manos, bajo la ajustada playera de la chica. Quien no vestía el uniforme de animadora, ya que los entrenamientos, también estaban suspendidos, hasta nuevo aviso.
—El único peligro para mí es el riesgo que embarazarme de ti, Geo —dijo ella, girando para poder acomodarse mejor entre las piernas de su hombre y así meterle mano con igual ganas.
—Nada de embarazos, linda —dijo él sonriendo—. Siempre tengo “protección” para momentos como este —Sacó su billetera, para obtener sus preciados condones.
—Sshh —susurró la chica, deteniendo sus movimientos—. Escucho algo —Geo también se detuvo y ambos agudizaron sus oídos.
—¿Entonces por qué lo besaste? —se oyó una voz masculina.
—Ya no molestes, estoy tan cansada —respondió una mujer, cosa que hizo que la piel del rostro de Romina se tornara pálida como un papel.
—Es Chantelle —susurró aterrada a su pareja.
—¡Rayos! —gruñó él, sabiendo que la chica le temía a la reacción de la líder de las porristas, quien le había amenazado con echarla del grupo de animadoras, si se llegaba a involucrar con uno de los “pretty people”—. Vámonos de aquí.
Casi en cuclillas, la pareja salió de su escondite y retornaron a las instalaciones escolares, pero cuando pasaban por la primera puerta, un rubio de gafas les descubrió y les llamó la atención.
—¿Acaso no saben que no deben salir hacia allá? —gruñó con seriedad, descubriendo por sus rostros colorados, el por qué de su súbito escape.
—Lo siento “man” —Se disculpó el castaño, guiñándole un ojo al rubio, dándole a entender que las “necesidades” estaban primero.
—Listing —le nombró al reconocer su rostro—. Tu nombre está en la lista y lo sabes —Le regañó esta vez y luego miró a la chica—. Si no quieres ver a tu novio muerto, mejor ayúdanos a cuidarle —El rostro de la porrista mostró una expresión de terror y asintió lentamente.
—No asustes a mi novia —reclamó el castaño.
—Sólo digo la verdad —Sonrió Gustav.
—Mejor ve a revisar, hay otra pareja por allí —dijo Geo, buscando la forma de vengarse de Chantelle, nada mejor que arruinarle la calentura, tal como había pasado con él.
—Bien, ahora regresen —Mandó el rubio y luego salió a buscar a la otra pareja.
Caminó sigilosamente, no quería toparse con alguna escena pornográfica, pero quería asegurarse de que si había algún espía por ahí, lo pudiera descubrir.
Pero no esperó nunca toparse con su “supuesta” novia cómodamente recostada en las piernas del modelo Ken. Ese chico Karl, el mismo de la fiesta, el mismo que le fue a reclamar aquella vez en los entrenamientos y que provocó que él le robara un beso a la rubia.
Notó como el chico le acariciaba el largo cabello y ella sólo suspiraba con los ojos tranquilamente cerrados.
—Soy un tonto —susurró y salió de allí, regresando a la zona estudiantil. Tomó su celular y marcó—. Tobi.
—Dime Gus, ¿alguna novedad?
—Nada, voy a clases, pero Chantelle está en el estadio con Karl —Su voz sonaba seca y el adulto lo percibió al instante—. Vigílala ¿quieres?
—Lo haré.
(Lunes, 3.00 PM fin de clases)
Muy a regañadientes, el pelinegro accedió a regresar a casa de inmediato, protegido por Saki. Con la promesa de que su rastudo novio le fuera a buscar apenas estuviera libre de su conversación con el “tutor” de la beca. Cosa que Gabriel hábilmente inventó para poder liberar a Tom de la compañía de Bill y darle el tiempo necesario para hablar con la señorita Nataly Berg.
Caminando, casi arrastrando los pies, el rastudo se encontró una vez más al frente de la pequeña puerta del pasillo. “Psicóloga”, volvió a leer el cartel. Suspiró hondamente y tocó.
—Adelante.
Esta vez sin dudar, abrió y sonrió a la mujer. Haciendo caso de la mano que ella le ofrecía, se sentó en el gran sofá frente a la ventana. Ella se ubicó en una silla a su lado, mirándole.
Nataly era parte de la comisión asesora para otorgar las becas de la escuela. Conocía el expediente de Trumper, pues fue ella quien insistió en otorgarle el beneficio a aquel chico huérfano, ya que las becas deportivas no eran el fuerte de aquella escuela. La mujer tuvo una entrevista con él y sin dudarlo supo que el muchacho tenía mucho que entregar. Aunque por la expresión del chico, ella supo de inmediato que él no la recordaba.
—Dime Tom, ¿cómo estuvo tu día? —el de rastas parecía en una nube.
—Raro —confesó sonrojándose—. Últimamente, todos mis días son raros.
—¿A qué te refieres con “raro”? —preguntó ella, haciendo comillas—. ¿Quieres decir que no ha sido normal? Ha pasado algo extra, aparte del “caso 69”.
—Sí —Él suspiró.
—¿Quieres contarme? —Por lo que recordaba, ella sabía que Tom era un hombre directo, pese a lo ingenuo que parecía, fue él quien buscó ayuda profesional, lo que demostraba que tenía claro que tenía un problema que necesitaba solución.
—Es algo extraño para mí… verá…
Tom relató cómo se conoció con Bill Kaulitz y cómo sus sentimientos por el chico fueron evolucionando hasta reconocer que se había enamorado del cantante. Nataly escuchaba y tomaba notas, se comportó muy profesionalmente y sonreía para sí misma al ver que Tom era una persona adorable, tal y como ella describió al consejo estudiantil, cuando le recomendó para recibir la beca, hacía dos años.
—Ahora que ya tengo claro el hecho de que te has enamorado de la “diva” de la escuela —dijo la rubia, retomando la charla—. ¿Me quieres decir cuál es el problema? Porque debo estar de acuerdo con lo que Bill te dijo. Estos son otros tiempos Tom, la homosexualidad no es tan mal vista como hace cinco o diez años atrás. Además tengo claro que tú no estás con Bill por su apariencia ni por su fama.
—Es cierto —agregó él, completamente seguro.
—¿Entonces?
—El problema es que yo… no puedo… no hemos podido consumar nuestra relación —dijo él tapándose el rostro con ambas manos, en una señal infantil de vergüenza.
—¿No sabes cómo funciona el sexo gay? ¿Es por eso que has venido? —preguntó ella con ganas de reír al ver el rostro cubierto del chico.
—No señora… —Ella evitó toser, no era tan vieja como para que le llamara señora.
—¿Entonces?
—No puedo… —el rojo en su rostro, ya tomaba una tonalidad morada. Nataly, tuvo que aguantar las ganas de echarse a reír.
Y tras muchas vueltas, la psicóloga logró hacer que Tom dijera abiertamente y con exactitud cuál era su problema.
—Dime sobre las fantasías —Pidió ella, retomando las últimas palabras del rastudo.
—Comenzaron después del ataque de Bushido, cuando me hicieron esto —Señaló su hombro vendado—. Estuve a punto de morir y decidí que le haría el amor a Bill a como diera lugar —Suspiró hondamente—. Le conté a mi mejor amigo de este problema y él me sugirió que viniera a verla y pedir su ayuda.
—Comprendo —La mujer recordó al chico que acompañó a Tom en la mañana, cuando pidió su cita.
—El asunto es que estuve en el hospital hasta el sábado y allí no podía hacer nada más que besar a mi novio —El rojo constante en sus mejillas se intensificó, si es que eso era humanamente posible—. Y cómo ya había tomado la decisión, parecía que mi mente sólo pensaba en cosas… ya sabe… “sexuales” —Nataly volvió a sonreír mentalmente. Hacía años que no se encontraba con alguien tan ingenuo como Trumper—. Y eso me hacía sentir excitado por cualquier cosa.
—Es normal, Tom. Cuando tu mente se centra en los deseos sexuales frustrados, éstos se manifiestan físicamente, produciendo mayor sensibilidad en las áreas erógenas —dijo ella profesionalmente.
—Pero es que…
—Cuéntame. ¿Qué tipo de fantasías has tenido? —preguntó la psicóloga, temerosa de que sus deseos frustrados le llevaran a tener algún tipo de fantasía dañina o sádica con el cantante. Ya que en ese caso, ella debería tomar medidas.
—El domingo, cuando me dieron el alta, Saki nos llevó al supermercado, porque Bill insistió en comprar muchísima comida para mejorar mi salud —dijo el rastudo con una sonrisa, le encantaba que Bill siempre estuviera pendiente de él, de cuidarlo y hacerle sentir bien.
—Se nota que él también te quiere, Tom.
—Lo sé… Pero fue allí que comenzaron mis fantasías. Cuando ya nos íbamos del súper, Bill insistió en ir al corredor de los dulces.
—Ya sabía que Bill adora las gominolas —dijo ella, pues también había tratado a Bill con anterioridad, en un triste episodio de depresión.
—Mi problema fue que Bill… Oh God —Suspiró y volvió a cubrirse el rostro—, cada vez que tomaba una bolsita de golosinas, gemía como si fuera, no sé, orgásmico —Su voz mostraba vergüenza—. Dios… cuando lo escuché me puse tan… God… que vergüenza.
—¿Te sentiste excitado? —preguntó ella, aunque más bien era una afirmación.
—Sí, estaba tan duro, que dejé el carro y a Bill y corrí al baño, completamente acongojado con mi problema. Qué vergüenza.
—¿Qué dijo tu novio? ¿Le contaste?
—No se dio cuenta. Le inventé que me dolió el estómago y me creyó. Pero desde esa tarde, imagino cosas. Si veo un lavado de autos, imagino a Bill sobre el capó de su deportivo, sólo en bóxers y lleno de espuma… Dios, soy tan patético —El joven se hundió en el asiento.
—No lo eres, Tom —ella quería echarse a reír, esto era tan típico y Trumper se estaba hundiendo en un vaso de agua—. Es una respuesta natural, estás enamorado y como no has completado el acto sexual con tu novio, lo imaginas y fantaseas sobre él. Todo se solucionará una vez que hagan el amor.
—¿Y qué puedo hacer, señora?
—Intenta seguir como hasta ahora, sus roces aunque sean con ropa, te están dando mayor comodidad, hasta que finalmente romperás las barreras y podrás hacerlo por completo —dijo ella—. ¿Has intentado el sexo telefónico?
—Lo soñé esta mañana. Desperté todo mojado como un pre-adolescente —Confesó él, completamente rojo.
—¿Y por qué no lo intentas en la vida real?
—Bien…, creo que, lo intentaré —Aunque en su mente, no tenía ni idea de cómo sugerirle algo así a su adorado pelinegro.
—Creo que ya es tarde por hoy, Tom —dijo y el chico miró el reloj, tenía razón y él debía regresar a la biblioteca, pese a todo el “caso 69”, él debía seguir trabajando—. Quiero que hoy hagas algo con tu novio, y mañana me cuentes cómo ha ido.
—¿Mañana?
—Sí, debemos seguir hablando de esto, hasta que te sientas cómodo y todo se vuelva normal. Cuando dejes de temerle a la homosexualidad y lo veas como algo natural, entonces tu problema desaparecerá —dijo ella con una cálida sonrisa.
—Bien… supongo.
(Lunes, 4:30 PM)
Tras haber asistido a su trabajo, el señor Collins insistió en que Tom regresara a casa y se recuperara totalmente. También le dijo que pese a sus críticas le pagaría el salario completo y que por lo pronto sólo debía recuperarse.
Pensando en las palabras de Nataly, el rastudo caminó hasta la mansión Kaulitz, donde Saki le saludó cordialmente y le invitó a pasar.
Ninguno de los padres del pelinegro estaba, así que más aliviado, subió hacia la habitación de su novio, quien le esperaba sentado en la cama, con una cálida sonrisa.
—¿Cómo estuvo tu reunión? —preguntó palmeando la cama a su lado para que su rastudo se sentara.
—Aburrida —Mintió y le robó un piquito al menor—. Mañana debo volver.
—Oh… que aburrido.
—Lo bueno es que mi jefe me ha dado la semana libre —dijo alzando ambas cejas, cosa que le pareció muy sugestiva al cantante, quien enredó sus manos en el cuello del rastudo y lo abrazó hasta acostarlo sobre su cuerpo.
—Mmm, tiempo para nosotros. ¿Qué hacemos? —preguntó, pasando su lengua por el piercing del labio del mayor, tentándolo—. ¿Alguna idea?
—Billa… —gimió Tom, cerrando los ojos, sintiendo que su cuerpo reaccionaba con el más mínimo estímulo.
—Bésame, Tomi —susurró, provocando que su cálido aliento chocara directamente con la boca del aludido, quien perdiendo su autocontrol, lo besó ardientemente.
Rápidamente, las manos del cantante recorrieron la espalda del mayor y apresó con sus piernas la cintura de Tom, forzándole a posar todo su cuerpo sobre él.
—Aaahhh —gimió fuertemente al sentir ambos miembros tocarse y endurecerse con cada segundo que pasaba.
—¡Pero qué demonios es esto! —Se oyó la voz furibunda de Gordon en la puerta de la habitación—. ¡Suelta a mi hijo de inmediato!
—Oh my God
Tom parpadeó un par de veces y suspiró. Saki le miró con una sonrisa divertida y le golpeó el hombro.
—Bill, te espera —dijo y le invitó a pasar.
—¿Están sus padres en casa? —preguntó sólo por precaución.
—Simone está con la madre de Andreas, el señor Kaulitz llegará cerca de las ocho, pero Bill está ansioso por verte, lo sé por su tono de voz —dijo el hombre sin perder su sonrisa.
—Gracias —Caminó con lentitud por los jardines hasta que fue emboscado en un abrazo por su adorado pelinegro.
—Tomi… —gritó con la voz juguetona—. Llegaste temprano. ¿Quieres jugar en mi habitación?
El rastudo sacudió la cabeza. Esto sería más difícil de lo que imaginó.
& Continuará &
¿Seguirá teniendo fantasías o por fin podrá hacer algo con Billito? ¿Qué pasará con Gus ahora que vio a Chantelle con el Ken? ¿Habrá algún nuevo atentado en el “caso 69”? Ne se pierda la continuación.