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“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 33: Ángel Negro
“Through the cold and stormy night, flies an angel. The black angel
White skin, red lips and long black hair, her wing is broken. The guardian angel”
A través de la fría y tormentosa noche, vuela un ángel. El ángel negro. Piel blanca, labios rojos y largo pelo negro, sus alas están rotas. El ángel guardián (Black Angel “Elis”)
Anteriormente
—Hubo un ataque fuera de la mansión Kaulitz.
—¡¿Qué?! —gritó el rubio poniéndose de pie.
—Quédate con Chantelle. Voy para allá.
—Sí señor —respondió él, viendo como el adulto salía casi corriendo de allí.
La rubia se quedó sentada en la cama, con las manos empuñadas, para evitar el deseo de morderse las uñas.
Gustav entre tanto, se paseaba de un lugar a otro en la habitación de la chica, completamente preocupado por lo que estaba ocurriendo en la casa de su nuevo amigo. De pronto, recordó que había una rápida forma de saber de ellos y se dio una bofetada mental, por haber tardado tanto en pensar en su “teléfono móvil”
—¿Qué haces? —preguntó de inmediato la porrista, al verle tomar su celular y marcar con efusividad.
—Llamo a Kaulitz —contestó fríamente el chico, no estaría dispuesto a tolerar un berrinche de la rival del cantante.
—¡Gus! —gruñó la chica, dispuesta a portarse como una cría.
—¡No lo intentes! —ratificó el joven, levantando su dedo índice como muestra de amenaza, cosa que de inmediato silenció a la rubia.
Gustav giró, porque no podía reprimir la sonrisa que la chica le sacaba con esos aires, que claramente imitaban a la “Diva Kaulitz”. Suspiró y se acercó el celular al oído, justo cuando la voz del trenzado le hablaba.
—Gus, ¿te enteraste? —dijo Tom, abruptamente, sin un saludo de cortesía.
—Sí, por eso te llamé. ¿Sabes cómo está Bill? —Giró, sorprendido de ver a Chantelle, regalándole una sonrisa, que claramente decía “gracias por no llamar a mi maldito rival”.
—Estamos todos bien —respondió el rastudo.
—¿Todos? —Subrayó el rubio.
—Sí, te cuento —Dio un gran suspiro y prosiguió—. Verás, hoy vine a visitar a mi novio y la señora Simone, invitó también a mi amigo Gabriel y a su novio, Luis, a cenar. Pasamos por algunas cosas raras.
—¿Raras? —Le cortó, como pidiendo más explicaciones.
—Después te contaré sobre eso.
—Lo siento —Se disculpó y su amigo continuó.
—El asunto es que mientras tomábamos un té, se oyó una explosión fuera de la casa y las alarmas saltaron y luego todo fue, ruido, caos y confusión —Terminó su relato, con otro gran suspiro, demostrando la preocupación que sentía.
—Nadie logró entrar, supongo.
—No, los guardias de aquí son impresionantes. Además la policía siempre patrulla, porque mi Billa está en la maldita lista de los delincuentes.
—Ya veo… mira Tom, el señor Page va para allá —explicó el rubio—. Ahora mismo, yo estoy con Chantelle. Me quedaré aquí. Si pasa cualquier cosa, por favor, avísame.
—Lo haré, gracias Gustav.
—Muy bien chicos, sus habitaciones están listas —Se escuchó la voz de Simone por el otro lado de la línea.
—Adiós Tom —Se despidió el rubio y cortó la llamada.
—¿Hablabas con Tom? ¿El corredor? —preguntó la chica, sabiendo de antemano que así era.
—Sí, quería preguntarle si sabía lo del atentado contra Kaulitz —Suspiró el chico y se dejó caer en la suave cama femenina—. Si algo le pasa a Bill, Tom haría una locura —Afirmó el rubio y la porrista se puso de pie, casi de un salto.
—No entiendo —Ella abrió los ojos grandemente y preguntó—. ¿Acaso ellos… son…?
—Son novios oficiales —confirmó el joven, y se cubrió los ojos, esperando el grito.
—¡No! —gritó la rubia, en forma chillona y esta vez, no evitó mordisquearse las uñas.
«Es tan predecible» Pensó Gus y luego la miró con preocupación.
—¿Y por qué te pones así? —La regañó—. Tom es tu amigo, deberías estar feliz por él.
—¡Gus! —Regañó de vuelta la rubia, cogiendo su pelo en una coleta alta, que dejó despejado su rostro, cosa que hizo sonreír al otro chico.
—Tom me contó que ya había hablado contigo, respecto de su sexualidad.
—Bueno sí… —Ella bajó la mirada y suspiró—. Pero ¿por qué Bill Kaulitz? ¿Por qué no se enamoró de su amigo, con el que anda por toda la escuela?
—¿Gabriel? —Ella alzó los hombros, pues no tenía idea, de cuál era el nombre del los amigos de Tom, con suerte recordaba el nombre de sus propias amigas.
—¡No! —Se quejó como una cría.
—Hey, Bill, es un hombre muy atractivo, creo que Tom escogió el mejor partido —dijo Gus sonriendo, sólo para molestar más a la chica—. Hasta yo me haría gay por él.
—¡Gggrrr! ¡No es cierto! —La rubia se cruzó de brazos y frunció el ceño—. Bill es malo, le hará daño a Tom, y él no se lo merece. Tom es demasiado bueno —Su voz sonaba muy sincera y Gustav, pensó por un momento que Chantelle podría saber algo que tanto él como Tom, desconocían acerca de Kaulitz.
—Será mejor que descanses —dijo él, para cambiar de tema. Podía notar las ojeras en el rostro sin maquillaje de la chiquilla y se prometió que la cuidaría y velaría su sueño, para que ella estuviera fresca y feliz, como a él le gustaba verla.
—Yo… —Ella miró el celular sobre el velador y tembló ligeramente.
—Me quedaré aquí, ¿está bien? —La rubia le miró con sorpresa, pero asintió, sintiendo que sus mejillas se prendían.
—¿En mi cuarto?
—Dormiré en el piso —Aseguró, quitándole importancia al hecho de que compartirían la habitación—. Pero me aseguraré de que tu celular no te despierte.
Ella asintió y fue hasta el baño para cambiarse a su pijama. Ahora estaba mucho más nerviosa. No porque el celular la despertara en mitad de la noche, sino, porque no pensaba poder descansar, sabiendo que Gustav estaría a su lado.
&
Entre tanto en las afueras de la mansión Kaulitz, el agente Zullen, junto a sus más fieles oficiales, habían logrado dar persecución a los atacantes y finalmente, los tenían acorralados en un vehículo que estaba completamente inmovilizado.
—¡Tiren sus armas y salgan con las manos en alto! —gritó el oficial Rolland, haciendo uso de un megáfono para que todos oyeran la información.
Se oía a lo lejos, como los delincuentes discutían entre ellos, pero no había señal de que pensaran abandonar su refugio.
—Dígame Rolland, Cree que podamos enfrentarlos por la fuerza —preguntó Zullen, considerando todas las opciones.
—Podríamos hacerlo, señor —respondió el otro hombre—, sin embargo, el fuego frontal es casi barbárico, sin contar con que podríamos perder a más de uno de los nuestros, si los malditos disparan al rostro.
—Es un riesgo que no podemos afrontar —agregó Zullen, dando por zanjado el asunto.
—¿Señor? —Se acercó Tobi, el mejor agente de la empresa Page.
—Hombre, pensé que hoy no estabas de servicio —Le saludó el agente de color.
—No lo estaba, señor, pero siempre tengo la radio encendida y me enteré del ataque —comentó Tobi—. Sólo vine a ver si podía ayudar.
—¿Tienes alguna idea? —preguntó Rolland, reconociendo al agente. Y por su expresión, sí tenía.
—De hecho… —Miró todo el paisaje y pensó en algo—. Podrían hacer un estallido falso.
—¿Una bomba de ruido? —Pidió aclaración Zullen.
—Sí, señor. Si la arrojan justo allí —Señaló un árbol cercano al lugar donde el carro estaba estropeado—. El ruido los podría confundir y atemorizar.
—Buena idea, Tobi —Le felicitó Zullen—. Prepare la operación Rolland —Mandó al oficial a cargo, quien asintió.
—Sí señor.
En cosa de minutos, las fuerzas especiales de la policía hacían todo lo necesario para conseguir los permisos y finalmente.
¡BUMB!
La bomba de ruido explotó, haciendo saltar todas las alarmas de los coches estacionados a la redonda.
Los vecinos se asomaron asustados, por todas las ventanas y la policía les aseguró que todo estaba bajo control.
Sin embargo, los delincuentes, tal como advirtió Tobi, se sintieron intimidados y salieron del auto, apuntando en todas direcciones. Sus oídos mostraban señales de sangre, provocada sin duda, por la intensidad de la bomba.
—¡Lo siento! —gritó uno de ellos—. No puedo permitir que maten a mi familia.
Los policías se miraron comprendiendo que ocurriría una catástrofe. El hombre, que no debía tener más de treinta años, se puso el arma en la cabeza y disparó sin siquiera parpadear.
—¡No! —gritó Zullen, abatido.
Acto seguido, el otro joven, mucho menor que el primero, imitó sus acciones y en cosa de segundos, su cuerpo yacía sin vida en las frías calles de la ciudad.
—¡Maldición! —gruñó Rolland, corriendo hacia ellos, para revisar si aún tenían pulso.
Zullen le miró en busca de una respuesta, a lo que el otro, negó con la cabeza. Ambos estaban inertes.
—Zullen —Le llamó fuerte Tobi, acercándose a él y tomándole por un brazo—. Señor, estos hombres también estaban amenazados —Hizo referencia a ese hecho en particular, pero el agente no comprendió.
—¿A qué quiere llegar?
—A ese chico, Luis Peterson, alumno de la escuela bajo mi jurisdicción —habló como un profesional—. ¿Qué ocurre si lo acorralan, como a estos dos? No podemos permitir que un crío de 17 años termine muerto por una amenaza.
—Realizaré mi informe esta noche y también incluiré este hecho en particular.
—Podríamos trabajar en equipo con los del grupo de la escuela.
—Tienes razón. Tengo entendido que Trumper y Kaulitz son amigos del novio de Peterson —Tobi asintió ante el comentario—. Aclararé mis ideas y me reuniré con ellos.
—Gracias, señor.
&
Al día siguiente y tras un suculento desayuno, Bill y Tom junto a Luis y Gabriel, fueron escoltados por Saki y otra patrulla, hacia las puertas mismas de la escuela.
Nadie, salvo Gustav, parecía tener conocimiento sobre el ataque de la noche previa, hacia una de las familias más importantes de la ciudad. Cosa natural entre los adolescentes ricos de aquel plantel, que sólo se preocupaban de algo, cuando les tocaba padecerlo en carne propia.
—Bien, chicos —dijo Gabriel con una sonrisa—, creo que aquí, podemos fingir normalidad, ¿no creen?
—Estoy de acuerdo —agregó su novio, Luis—. Es mejor no comentar nada, no queremos llamar la atención por una noticia tan deprimente.
—Sí… —susurró el pelinegro, cogiendo la mano de su Tomi y guiándolo hacia la banqueta de los “pretty people”.
—Señor, Kaulitz —Se oyó una voz femenina detrás de ellos.
—Te llaman, Bill —comentó Gabriel, al notar que el cantante ni siquiera volteaba a ver quién le hablaba.
—No importa, hoy sólo quiero pasar desapercibido —susurró con la voz bajita.
Tom simplemente le siguió con la cabeza baja. Ambos estaban cansados y él, en especial, quería volver a “ser invisible”, aunque fuera sólo por un día.
—¡Bill Kaulitz, Tom Trumper! —Se oyó la voz mucho más fuerte esta vez, seguida de un tintineo de tacos, golpeando el suelo.
—Creo que no podrán escapar de esta —anunció Gabriel—. Tiene pinta de bruja y creo que…
—Oh, no —El pelinegro, apretó la mano de su novio y comenzó a correr—. Huyamos, Tomi.
Sin pensar en nada, la pareja corrió hasta perderse en el interior del inmenso edificio.
&
Exhaustos y muertos de la risa, la pareja se encerró en el gran auditorio de la escuela, lugar que Bill conocía a la perfección y que durante toda la mañana, estaría desocupado.
El pelinegro aseguró la puerta lo mejor que pudo y volviendo a coger la mano de su rastudo Tomi, lo guió hacia la parte trasera del escenario. Donde lo acorraló contra la muralla.
—Bésame —Le mandó, con la respiración agitada por la loca carrera.
—Billa… —Sin poder evitar la excitación que sentía por hacer algo, en su opinión “ilegal”, Tom se apoderó de los deliciosos labios del cantante.
Primero, sólo presionándolos con los suyos. Pero al sentir que su pareja se aferraba a su cuerpo con necesidad, abrió la boca para que sus lenguas se unieran en una lucha, que ninguno de ellos quería perder.
Por primera vez, desde que comenzaron esta relación, Bill le daba batalla en un beso. No quería sucumbir ante el de rastas. Quería mostrarle que lo deseaba, quería incitarlo, invitarlo a la “tentación”.
—Aaahhh —gimió el mayor, sin poder controlarse, al sentir que las caderas del más delgado, se aferraban a su cuerpo en forma pecaminosa, pero… deliciosa.
—Te amo, Tomi —susurró el pelinegro, bajando una de sus manos hasta la entrepierna del rastudo, comprobando que sus roces había conseguido lo que anhelaba, despertar a su novio.
—¿Qué… qué haces? —tartamudeó Tom, con la voz entrecortada. Podía ser un genio en los estudios y en los deportes, pero seguía siendo un adolescente, y ningún humano, en su sano juicio, podría alejar a esa sexy criatura.
Bill se arrodilló frente a un confundido rastudo, y con gran agilidad, abrió la bragueta de su pantalón, el cuál cayó de inmediato a causa de la gravedad.
—Bi… Bi… Bi —Tom en realidad, estaba congelado. No estaba seguro de que eso estaba ocurriendo en “realidad”, o era una más de las “fantasías”, que últimamente lo acosaban.
El pelinegro, con audacia, tomó el miembro de su novio entre sus delgados dedos y lo acarició, pasando con suavidad sus uñas por toda la longitud, sonriendo al sentir como Tom se estremecía de placer.
«Para haber sido un Sex God, es bastante fácil de complacer» Pensó el cantante sin apartar la sonrisa de su hermoso rostro.
—Oh… oh… oh… —gemía el mayor, una y otra vez, hasta que—. ¡DIOS!
Bill engulló todo lo que pudo en su boca. Las piernas del rastudo temblaban y por un minuto el chico pensó que caería al piso, avergonzándose ante su novio.
—Bill, Dios, Bill —Con mucha suavidad, separó al menor de su dolorosa e hinchada erección.
—¿Tomi? —El cantante le miró lleno de confusión y hasta un poco de temor, al sentirse rechazado—. ¿No te gusta? —Mostró sus ojitos de gatito con botas.
—Dios… —El rastudo no se contuvo y abrazó a su pequeño al verle así de temeroso—. Claro que me gusta, Billa —Hundió su cabeza en el cuello del moreno y aspiró su cara y deliciosa colonia.
—¿Tomi? —Volvió a repetir el pelinegro, necesitaba una explicación.
—Billa… —Se separó para poder verle a la cara—. ¿Sabes que te amo? —El otro asintió—. Entonces, déjame… déjame hacerlo.
—¿Eh? —El pelinegro no comprendió de inmediato, hasta que la mano de su novio, bajó hasta su propia entrepierna, y palmeó su erección, por sobre la tela de sus jeans.
—Quiero… si no te importa… me gustaría probarte —Su cara, que había estado sonrojada por el placer, ahora estaba morada de la vergüenza.
—Tomi… —La voz de Bill sonó como un chillido de felicidad. Saltó como un niño, dando palmaditas—. ¿Hablas en serio? —preguntó, después de haber hecho toda la actuación.
—Claro —Rió el mayor, sin molestarse en subirse los pantalones.
La imagen era muy cómica. Ambos estaban duros, Tom con los pantalones abajo y Bill saltando alrededor de él.
—¡Vaya! —Se oyó un estruendoso grito.
—¡AH! —gritó Tom, agudamente, al verse descubierto, mostrando a su “amiguito”
—¡AH! —gritó también Bill, poniéndose delante de Tom, para evitar que aquella persona viera lo que, ahora le pertenecía.
—¡Jajaja! —Rió la mujer ante ellos. Sin ninguna vergüenza. Sin apartar la vista de tan encantadora escena.
—¿Quién eres tú? —preguntó muy molesto el pelinegro—. El salón está en desuso por la mañana —Se defendió, pero la mujer, simplemente los ignoró y continuó riendo a carcajada limpia.
—¡Bendita adolescencia! —murmuraba ella entre risas.
—Usted no es parte de la escuela —habló Tom con seriedad, ahora que por fin, había logrado arreglar sus “super grandes” pantalones, sintiéndose tan tonto, como aquella vez en que Bill le compró toda esa ropa de gánster.
—Cof, cof, cof —Trató de recuperar la compostura la mujer, pero cuando vio la cara terriblemente sonrojada de Tom, estalló en risas nuevamente—. ¡Jajaja!
—No puedo creerlo —Bill estaba indignado con esta extraña. «Justo cuando mi Tomi, me iba a hacer algo “rico”, aparece esta tipa, y me arruina las cosas. ¡Es INJUSTO!» Gritaba mentalmente, al borde de las lágrimas de la más pura frustración.
—Bien, es todo —dijo furioso el rastudo—. Llamaré a Tobi, para que la saque de aquí.
—¿Y así puedan terminar sus jueguitos? —cuestionó ella, con una sonrisa picaresca en el rostro.
Los chicos se miraron completamente “descubiertos” y la mujer rió aún más fuerte, si es que eso era humanamente posible.
Pero fueron interrumpidos por las puertas del salón que se abrieron estrepitosamente.
—¡Deténgase justo ahí! —Ordenó la fría y profesional voz de Tobi—. No se mueva o, me veré forzado a disparar.
—No se preocupe —respondió la mujer, recuperando la compostura—. Sacaré mi identificación —Trató de coger su cartera.
—¡Hey! ¡No se mueva! —Volvió a ordenar el agente.
—Puede tomarla de mi bolso, si gusta. No soy una amenaza —Se defendió la mujer, con las manos en alto. Sin atreverse a hacer nada que pareciera “hostil”, ya que con el “caso 69” en plena actividad, lo más probable, es que terminara con un tiro en la cabeza.
—Bien… me acercaré, lentamente —comentó Tobi.
Bill y Tom se abrazaron, habiendo perdido todo rastro de excitación, por la repentina aparición del agente. Después de todo, Bill estaba en la lista de víctimas de los delincuentes, no podían exponerse ante extraños, como aquella desconocida mujer.
& Continuará &
¿Quién es la mujer misteriosa? ¿Es mala? ¿Es buena? Todos son sospechosos. ¿Y qué habrá pasado con Gus y Chantelle en la noche que pasaron juntitos?