Me sigo poniendo muy feliz cada vez que veo visitas y comentarios en este fic. GRACIAS
“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 34: Entrevista
I will never let you fall. I’ll stand up with you forever. I’ll be there for you through it all. Even if saving you sends me to heaven.
&
Nunca te dejaré caer. Te sostendré por siempre. Estaré ahí, para ti, a pesar de todo. Aun si salvarte, me manda al cielo.
& (Red Jumpsuit “Your Guardian Angel”) &
Gustav frotaba sus cansados ojos, sentado en una de las banquetas en el frontis de la escuela. Su mente estaba demasiado confusa para notar que su compañero de siempre, se sentaba a su lado y le miraba con curiosidad.
Las imágenes y recuerdos de la noche anterior, se arremolinaban en su mente como una licuadora, mezclando frases, ideas y sentimientos.
& Flashback &
El rubio, observaba la tenue luz de luna que se filtraba por las cortinas de la habitación de Chantelle. Demasiado temeroso de posar sus ojos sobre la escultural figura de la chica, prefería mirar hacia la ventana y evitar cualquier tipo de tentación.
Las horas avanzaban y la puerta sonó, alertándolo y llevándole a erguirse de inmediato.
—Qué bueno que te quedaste, Gustav —dijo suavemente la voz del señor Page.
Como un resorte, el joven se levantó del sofá y salió, cerrando la puerta tras sí, para no interrumpir el sueño de la porrista.
—¿Cómo ha ido todo? —preguntó al adulto.
—Peor de lo que imaginamos y, a la vez, como ya se esperaba —declaró el ex marine.
—¿A qué se refiere? —indagó el chico.
—Un nuevo caso de chantaje —explicó el adulto—. Estos hombres, eran principiantes. No eran delincuentes o gente con prontuario policial. Estaban limpios.
—¿Y por qué…? —Quiso preguntar el rubio, pero recordó la palabra—. Chantaje.
—Estaban bajo amenaza, se suicidaron antes de ser capturados. Temiendo una venganza contra sus familias —Finalizó Page.
—Es terrible.
—Eso nos confirma que es crimen organizado —Ambos suspiraron, atemorizados por esta situación—. Ve a descansar, Gustav.
—Sí, señor —El rubio, se disponía a bajar las escaleras y así regresar a su casa, pero el brazo del adulto lo sostuvo.
—Pero ve con ella. Chanty ha estado extraña toda la semana pasada, y sólo ahora que estás tú, se ha dormido —Le palmeó el hombro—. Quédate, por favor. Mañana te escoltaremos a tu casa.
—Está bien señor.
&
El rubio entró nuevamente al cuarto, cerrando suavemente la puerta. Permaneció de pie allí, mirando el cuerpo relajadamente dormido, sobre la cama.
La chica había girado y las mantas habían bajado un poco, dejando al descubierto, el pecho que subía y bajaba, mostrando los redondeados senos de Chantelle.
Gustav tragó y volvió a su lugar en el sofá, respirando hondamente, para sacarse cualquier pensamiento “inadecuado” de la cabeza. Pero un zumbido lo alertó.
Cogió el celular en sus manos y vio el número. Tomó su propio celular y marcó a uno de sus amigos, dándole el número que brillaba en el teléfono de la chica.
—Veré que puedo hacer —afirmó la voz al otro lado.
—Gracias —Terminó él y cortó.
Luego de eso, apagó el móvil de Chantelle, para evitar que el ruido la despertara.
&
Las horas siguieron pasando y el sueño venció al rubio. Sin embargo, un recuerdo maligno, despertó a la mujer, quien se sobresaltó y se sentó bruscamente sobre la cama.
—Gus… —susurró al ver la sombra de su “supuesto” novio, sobre el sofá.
Sin pensar, se levantó y se sentó al lado del chico.
«Los días se hacen más largos, y las noches más cortas. Te mostraré… que puedo ser la única para ti» Pensó y acortando las distancias, besó levemente los labios de Gus y luego, se acomodó a su lado, hasta que el sueño, nuevamente la envolvió.
&
Un extraño peso a su lado, devolvió la consciencia al rubio, quien abrió los ojos, para encontrarse con una melena de cabello rizado en su hombro.
—¿Chantelle? —llamó con suavidad, pero la niña no reaccionaba.
Con una ligera sonrisa, se movió hasta ponerse de pie, y la cogió en sus brazos, guiándola hacia la cama.
—¿Gus? —titubeó ella, al verse mecida.
—Te llevo a la cama —Confirmó él y terminó de arroparla.
Una delicada mano le sujetó la playera y los ojos de ella se fijaron en los suyos.
—No te vayas —Pidió casi suplicante.
—No me iré.
Como una señal, la chica se movió y le dio espacio para que se metiera en la cama junto a ella. Él lo hizo, sin cuestionar motivos, sólo dejándose llevar.
«No hay razón para seguir negando esto que siento» Se aseguró mentalmente. Así que abriendo sus brazos, dejó que la chica se refugiará en él.
“Use me as you will. Pull my strings just for a thrill. And I know I’ll be ok. Though my skies are turning gray”
“Úsame como quieras. Tira de mis cuerdas, solo para deleitarte. Y sé que estaré bien. Aunque mis cielos se vuelvan grises”
Susurró el rubio, sabía que su fuerte no era cantar, pero esa melodía no abandonaba su cabeza. Él estaría allí para Chantelle, aun cuando ella no comprendiera el verdadero precio que eso significaba.
La respiración de la chica se hizo profunda, y él mismo sintió el peso en sus párpados, pero antes de dejarse ir al mundo de los sueños. Se acercó a la rubia y depositó un dulce beso en sus labios.
& End of Flashback &
En esos momentos, sentado en la entrada de la escuela. El rubio vislumbró el vehículo familiar de los Kaulitz, y vio descender de él a dos parejas. Bill y Tom, junto a Luis y Gabriel.
Sin poder evitarlo arrugó el ceño. Las palabras de Chantelle le causaban un malestar en la boca del estómago.
“Bill es malo, le hará daño a Tom, y él no se lo merece. Tom es demasiado bueno”
Gustav no tenía motivos para desconfiar del cariño amistoso que profesaba Chantelle por Tom, el corredor con serpientes en la cabeza. Por lo tanto aquel temor podía tener un fundamento plausible. Sin embargo, todos los años de competencia entre la rubia y la “Diva Kaulitz”, sí eran prueba suficiente para desconfiar de ella. Estaba indeciso.
Tom le dio un saludo con la cabeza, que él correspondió y les vio alejarse.
Su mente, volvió a la noche anterior y sentía que se alejaba del mundo con cada nueva imagen de la rubia cabellera de la chiquilla, hasta que…
—¡Bill Kaulitz! ¡Tom Trumper!
El grito femenino le sacó de su estado de ensoñación y miró hacia la fuente del sonido. La mujer de altos tacones no era parte del plantel, ni de profesores, ni de asesores, ni nada. En otras palabras: “Problemas”.
Vio que sus amigos corrían hacia el interior del colegio, cosa que le alertó todavía más. Sin siquiera pensarlo, corrió tras ellos, pero los perdió entre los muchos corredores del edificio.
Con agilidad, cogió su celular y marcó al encargado de la seguridad.
—Tobi.
—¿Gus, qué ocurre? —preguntó de inmediato, al sentir el tono alterado del rubio.
—Una desconocida está persiguiendo a Kaulitz y Trumper —contestó con la misma premura y continuó—. Traté de seguirlos, pero los perdí.
—Copiado —respondió, cortando la comunicación.
Unos momentos más tarde
—¡Deténgase justo ahí! —Ordenó la fría y profesional voz de Tobi—. No se mueva o, me veré forzado a disparar.
—No se preocupe —respondió la mujer, recuperando la compostura—. Sacaré mi identificación.
—Me acercaré, lentamente —agregó Tobi.
Bill y Tom observaron abrazados la escena que se desplegaba ante sus molestos y asustados ojos.
—¿Estás bien? —preguntó el rastudo en el oído de su pareja.
—Eso creo —susurró de vuelta el cantante.
El agente Tobi, terminó de acercarse a la mujer de grandes tacones y sin dejar de apuntarle con el arma, cogió su cartera y se la arrojó a Tom.
—Trumper, busca su identificación —Ordenó con voz fría. Estaba demasiado cabreado con la intrusa, como para ser amable con nadie.
—Claro.
El rastudo abrió la bola de marca prada y buscó. Bill observaba maravillado el hermoso material del bolso femenino y le quitó de las manos la identificación a su pareja.
—¡Dunja! —gritó, sobresaltándolos a todos.
—¿Sabes quién soy? —indagó la mujer, con la voz cargada de diversión.
—Es que… esas gafas —Trató de defenderse el cantante. Era obvio, quien era aquella mujer. Todo el mundo del espectáculo la conocía.
—Oh, sí… lo siento —dijo ella y con un rápido movimiento se quitó las lentes oscuras.
—¡Quieta! —Mandó Tobi, moviendo su arma, en forma amenazante.
—Es una reportera —explicó el pelinegro, notando que su novio lo miraba con incredulidad y confusión.
—¿Tom? —llamó Tobi, buscando una confirmación.
El de rastas repasó la identificación y asintió, para luego vocalizar fuerte.
—Es Dunja, la reportera de la revista “Young Celebrities” y dice aquí que tiene una autorización del rector para citarse con Bill y conmigo —concluyó el chico, soltando un suspiro.
—Vaya —El agente bajó el arma y cogió su celular.
—¿Señor?
—Hola Tobi, ¿qué necesitas? —preguntó amablemente la voz al otro lado de la línea.
—Estoy aquí con una reportera, que dice tener SU autorización para entrevistar a Kaulitz y Trumper —comunicó en forma fría, más bien molesta.
—Lo había olvidado —Se disculpó el hombre—. Mira Tobi, lo siento.
—¿Es cierto, señor? —Insistió.
—Sí lo es. Yo la autoricé, siempre y cuando ellos accedan a ser entrevistados. Ya sabes que son menores de edad y no se les puede obligar —informó la voz.
—Señor, debo pedirle, que si algo como esto vuelve a acontecer, me informe antes de que suceda.
—Lo haré. Disculpa, Tobi.
—Está bien. Adiós —Cortó la llamada.
—Es cierto, chicos —anunció el agente—. Ella tiene autorización.
Los jóvenes se miraron y trataron de leerse la mente. Tom pudo distinguir de inmediato el deseo de su novio, de hablar con esta reportera, él por su parte, anhelaba volver a aquellos días, en los que era invisible, sin embargo ahora estaba en ese nuevo mundo, siendo la pareja de la “Diva Kaulitz” y a pesar de todo, no podía interferir en el éxito de su adorado pelinegro.
—No los pueden obligar a hacerlo —agregó el adulto, como leyendo la mente del rastudo, pero el chico añadió.
—¿Podrías quedarte con nosotros, Tobi? —Suspiró—. Sólo mientras dure la entrevista.
—Dame un segundo, Trumper —El agente, volvió a coger su teléfono y habló con otro de los hombres a su cargo, para luego aclararse la garganta—. Está bien. Señora, puede comenzar.
La reportera le dio una mirada asesina, al referirse a ella como “señora”, pero prosiguió con lo suyo, buscando un lugar para ubicarse, moviendo su mano para invitar a los chicos, a sentarse a su lado.
La pareja se miró fijamente y se sonrieron mutuamente. No tenían idea del porqué de esa entrevista, pero el que Tobi estuviera presente, les daba la confianza de poder pararla, si las preguntas se volvían extrañas.
Dunja preparó su grabadora y la encendió.
—Primero quiero explicarles a ambos, por qué estoy aquí —anticipó ella, como leyendo la mente de los jóvenes.
—Ese sería un excelente comienzo —agregó el agente, con el semblante frío. No era mánager, pero no permitiría que esta periodista utilizara a esos chicos para sus planes inescrupulosos.
—Bueno, todo comenzó la semana pasada, en el club de Paul Listing. ¿Lo conocen? —preguntó, sabiendo de antemano la respuesta.
—Claro que sí. Paul es el hermano de uno de nuestros mejores amigos —confirmó el pelinegro.
—Es hermano de Georg —secundó el de rastas.
—Bueno, el asunto es que yo fui el día en que sería inaugurado, el “show en vivo” —Prosiguió la mujer, causando una tensión notoria en el cantante.
Los chicos recordaban bastante bien, como David Jost había hecho un escándalo de proporciones, al encontrar a Bill en ese lugar. El grupo que cantaría en vivo aquel día, era patrocinado por David, y por su molestia con Bill, se llevó a sus representados, dejando al club, sin grupo para actuar.
—Por causas que presumo —continuó la reportera—, David Jost, se llevó al grupo.
—Espere señora —Intervino el agente—. ¿Bill, deseas continuar? —preguntó de inmediato, notando como el pelinegro, apretaba la mano de su novio, en señal de nerviosismo.
—No estoy aquí para juzgar a Bill —agregó la mujer, molesta. No le gustaba ser interrumpida—. Al contrario, estoy aquí para alabar su presentación aquel día.
Los otros tres la miraron con los ojos como platos.
—¿A sí? —indagó el de rastas.
—Claro. David es un idiota. Ya he investigado lo que te forzó a hacer, para seguir con su supuesta fama y el romance con Bushido —dijo la mujer, refunfuñando—. Fue un idiota, es más, sigue siendo un idiota. Es un adulto, ¿cómo se le ocurre hacerle algo así a un adolescente? —Gruñó molesta, ganándose una sonrisa de apoyo, de parte del guardaespaldas.
—En ningún momento tuve la intención de desacreditar la carrera de David —alegó el cantante, sintiendo culpa por el hecho.
—Lo sé, cariño, toda la culpa la ganó él solito. Además, tú no hiciste el video de YouTube, y allí está todo claro como el agua —confirmó la mujer.
—Estoy de acuerdo —opinó Tobi.
—Entonces, puede continuar —pidió el de rastas, con una sonrisa.
—Bueno, como les dije. Aquel día, después de toda la locura de David Jost, me quedé pendiente, junto al resto de los presentes y noté como la multitud se enfurecía por la falta de un show de calidad —explicó Dunja—. Y me quedé de piedra al ver que un jovencito en ropa de gánster, subía al escenario, diciendo que tocaría junto con Bill Kaulitz.
—¿Ustedes tocaron en vivo? —consultó el agente, a lo que los chicos asintieron. Su rostro incrementó la expresión de sorpresa, logrando que la pareja, sonriera aún más.
—No sólo tocaron, sino que nos dejaron con la boca abierta a todos —expresó la mujer, poniéndose de pie, mostrando la emoción en sus palabras.
—Fue un momento espectacular —Continuó ella y se llevó las manos al pecho—. Porque, perdóname Bill, pero yo creo que todo el mundo pensaba que tú eras un producto de “estudio”, que jamás cantarías bien en vivo.
Se paseó por alrededor de los presentes. Tom tenían una sonrisa de oreja a oreja.
—Pero ¡Uuufff! Aquella actuación fue ¡MAGNIFICA! Con todas sus letras.
—Gra, gra, gracias —El pelinegro estaba emocionado. Él sabía de las críticas, y comprendía que lo que Dunja decía era cierto, nadie confiaba en su verdadero talento.
—¿Y sabes qué fue lo mejor? —cuestionó la periodista.
—¿Qué cosa? —preguntó Tobi, quien estaba cada vez más feliz, por fin buenas noticias, para este chiquillo.
—Lo mejor es que no estaba con su banda —Todos miraron a Tom—. El hecho de que te acompañara otro joven, aún más desconocido, sólo logró captar la atención de los presentes.
—Vaya —susurró el rastudo, sintiendo sobrecogido por la atención, que todo el día había tratado de apartar.
—Este chico —Dunja señaló al rubio—. Fue tu pareja perfecta. Prácticamente te salvó del escándalo público.
—Fue un placer —agregó el de rastas, acariciando con el pulgar, la mano de su novio.
—Y no sólo te salvó de una muerte musical, sino también de la muerte real —Apuntó hacia su brazo vendado—. Dime Tom —Suspiró—. ¿Por qué?
—Es simple —Miró directamente al cantante, pero le habló a la mujer—. Nunca le dejaré caer. Le sostendré por siempre. Estaré ahí, para Bill, a pesar de todo. Aun si salvarle, me manda al infierno. Porque es mi verdadero amor, él completa mi corazón —Suspiró y le robó un beso—. Por favor, Bill, nunca olvides eso, porque estoy aquí por ti, nunca te vayas, por favor, quédate a mi lado.
Una lágrima bajó de los maquillados ojos del pelinegro. Tobi carraspeó, pero no en forma negativa, sino porque estaba consciente del verdadero amor que sentía Trumper por la “Diva Kaulitz”.
—¿Estás bien, Bill? —preguntó Dunja sin mala intención.
«Gracias a Dios por mis maravillosos cosméticos a prueba de agua» Se golpeó mentalmente el aludido.
—Estoy bien —susurró, y Tom le dio un ligero piquito en los labios.
—Eso es lo que quería escuchar.
Las preguntas siguieron y el ambiente estuvo mucho más tranquilo. Tobi sonrió un par de veces y Dunja le guiñó en varias ocasiones. Tras unos veinte minutos más, la mujer apagó la grabadora y preguntó.
—¿Estarían dispuestos a hacer una sesión de fotos para la entrevista?
—Pero creímos que sería presentada en una parte minúscula de la revista —comentó el de rastas, pero el pelinegro, que ya había estado en algunas entrevistas antes, sabía que esto sería muy bueno para su reputación y también para la imagen de su Tomi.
—Sería divertido —dijo él. Además, moría de ganas de ver a su sexy novio, luciendo diferentes atuendos. No pudo evitar lamerse los labios.
—¿Y cuándo sería? —preguntó Tom, sabiendo que Bill ya estaba decidido, por lo tanto, debía ir tras él, como una fiel mascota.
—Haré los arreglos para el viernes de esta misma semana —informó la mujer.
—Yo hablaré con Saki, el guardaespaldas de la familia Kaulitz —comentó el agente—. Si él va con ellos, entonces no habrá problema.
—Comprendo —dijo ella con la mirada seria.
—Con el peligro actual, los chicos no pueden salir solos —apuntó el hombre.
—¿Y cómo me enteraré de la respuesta? —preguntó ella.
—Deme su teléfono. Yo mismo le informaré —agregó él con una sonrisa.
Bill y Tom se miraron y sonrieron mutuamente, pues los adultos lo estaban haciendo para conseguirse una cita.
El celular del rastudo vibró en su bolsillo y retrocedió un poco para leer el mensaje.
“Tom, no olvides la cita de hoy. Nataly, psicóloga”
Arrugó el ceño, aunque estaba progresando en sus avances con Bill, aún se moría de vergüenza al tener que hablar frontalmente con la señorita Nataly, pero si quería llegar a concluir por fin sus acciones sexuales, tendría que vencer su timidez y recibir ayuda.
& Continuará &
¿Cómo resultará la siguiente cita con Nataly? ¿Habrá más progresos entre la pareja? ¿Qué pasará con Gustelle? Se besaron, pero cuando el otro dormía ¿Podrán hacer algo abiertamente? Y ahora que Gus sospecha de las intenciones de Bill para con Tom, ¿Se sabrá algo de la apuesta? No se pierda la continuación.