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“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 37: Deep inside
“But I’m a creep, I’m a weirdo. What the hell am I doing here? I don’t belong here. I don’t care if it hurts. I want to have control. I want a perfect body. I want a perfect soul. I want you to notice when I’m not around”
&
“Pero soy un bicho raro, soy un extraño. ¿Qué demonios estoy haciendo aquí? No pertenezco aquí. No importa si duele. Quiero tener control. Quiero un cuerpo perfecto. Quiero un alma perfecta. Quiero que te des cuenta, cuando no estoy cerca de ti” (Creep)
& Anteriormente &
—¿Gustav? —Saludó el pelinegro, con la voz ronca por el sueño.
—Bill, ¿estás bien? —preguntó de inmediato el rubio—. No has llegado a clases, ni tú ni Tom. ¿Les ha pasado algo?
—Tom está mal —susurró el cantante y su voz se quebró, había pasado todo eso solo y ya no lo resistía—. Estamos en la clínica.
—Lo siento —expresó el chico—. ¿Quieres hablar sobre eso?
—El dolor en su hombro fue muy grande y el estrés por su beca deportiva fue mucho para su organismo y ahora está sedado, necesita descansar —explicó el cantante.
—Le diré a Gabriel, Bill. Yo te visitaré esta tarde al salir de clases —agregó en forma solidaría.
Tras colgar la llamada, el pelinegro se levantó y se puso de pie al lado de la cama de su adorado rastudo. Le acarició tiernamente el rostro, pero se asustó al ver que Tom arrugaba el ceño, claramente sufriendo por el dolor en su hombro.
La culpa hizo acto de presencia y un nudo en la garganta le impidió a Bill poder respirar con tranquilidad. Sintió que las lágrimas se agolpaban en sus ojos y simplemente, las dejó caer.
Al sollozar, mirando el rostro compungido de su amado, sintió ganas de desaparecer, pero un brillo de consciencia le decía, que dejara de pensar en esas ideas tan negativas.
—Billa… —Gimió el rastudo, sacando al menor de sus profundos desvaríos.
—Aquí estoy, mi amor —susurró de vuelta.
Pero los sedantes eran muy fuertes, y aunque parecía que Tom luchaba, con uñas y dientes, por despertar, su cuerpo simplemente no podía obedecerle.
—Será mejor que me arregle, para que no parezca un mapache cuando despiertes, cielo —Le dijo bajito, depositando un suave beso en la mejilla del rastudo.
Bill cogió el bolso, que la noche anterior le llevara su madre, y entró con él al baño. Debía arreglarse y verse perfecto, para que cuando su Tomi abriera sus hermosos ojos, lo primero que viera, fuera a su “diva” luciendo perfecto, sólo para él.
Pero al estar frente al espejo, la realidad era completamente diferente. Al estar allí, frente a su reflejo, la mente del cantante comenzó a mostrar el lado oscuro, al que sus padres tanto temían.
«Por tu culpa él está lastimado» Escuchó una potente frase en su cabeza. Con temor, la movió negativamente, agitando sus mechones negros.
«Fue tu culpa» Siguió aquella voz, gritándole con intensidad, repitiéndolo una y otra vez, causando que más lágrimas, brotaran de los hinchados ojos del pelinegro.
—Tomi… lo siento —susurró, agachándose hasta quedar abrazado a sus rodillas, llorando sin cesar.
& Flashback &
El pelinegro, había faltado unos días a clases, después de que Oscar Manzur esparciera el rumor de que había tenido una loca noche de sexo con Bill, tras haberlo emborrachado. El joven se estremeció, al recordar lo que escuchó cuando entró a su salón de clases.
—Gimió como toda una puta de video porno —Le había escuchado decir a un chico, totalmente desconocido.
Y cuando entró del todo a su salón, el resto de sus compañeros, rompieron en risas y aplausos.
—Felicidades, Kaulitz, ya tienes segura una buena profesión —Le había dicho el mismo chico, al que escuchó hablar.
—Exacto, la profesión más antigua de todas —Había corroborado una rubia, que él consideraba una amiga.
Sin decir una palabra, ni para negar ni confirmar. Bill había tomado sus cosas y salió de allí a toda prisa, seguido de Andreas, quien de inmediato le llevó a un aula vacía.
—No les hagas caso —Fue lo primero que dijo, pero el cantante estaba tan nervioso, que rompió a llorar y le abrazó.
—No… no…
—¿Qué pasa, Bill?
—No sé si aquello que dice fue real —Estalló en un llanto histérico—. Estaba tan borracho, que ni siquiera sé si lo hice, si acepté tener sexo con él. ¿Y si me violó? Y yo ni siquiera lo recuerdo —Estaba tan nervioso, que el rubio lo abrazó y besó su cabello.
—Calma, Bill, arreglaremos todo este desastre.
&
Pero Bill no podía parar de pensar en eso y regresó a su casa, completamente destruido por la situación. Afortunadamente, su padre estaba en la ciudad, en casa para ser más específico y al ver a su hijo en semejantes condiciones, le arrinconó y le obligó a decirle toda la verdad.
Cuando Bill relató lo acontecido en la fiesta y ahora en la escuela, su padre le dio palabras de consuelo y le pidió que se quedara en casa un par de días.
Gordon no iba a permitir que nadie pusiera a su hijo en una posición similar y haciendo uso de su dinero e influencias, trasladó al padre de Oscar Manzur, junto con toda su familia, con la amenaza de que encerraría a su hijo por violación.
Una semana después, Bill regresó a clases, con la misma sensación de unos días atrás, con la diferencia de que había algo en el ambiente, una acusación. Y una frase que se repetía constantemente en su cabeza “Fue tu culpa”.
El pelinegro, sabía que esa frase, no había sido dicha sólo por su conciencia, había algo allí, algo que le causaba mucho dolor, pero no podía traerla al presente. ¿Quién le había culpado?
& End of Flashback &
Pero la culpa estaba allí, latente, tal y como aquella vez con Oscar. “Es tu culpa”. Ahora era su propia voz la que le gritaba “Tom, está así por tu culpa”. No había que reconocer a nadie, era él quien lo sabía, nadie lo podía negar. Si Tom no se hubiera cruzado, la bala habría dado en su pecho. Estaría muerto.
—Tomi… —Gimió de dolor y sufrimiento.
Se puso de pie, debía arreglarse. Lavó su rostro, sus ojos estaban rojos e inflamados.
—Necesitaré más maquillaje —Sonrió, pero la imagen que le respondía en el espejo era casi una mueca .
Abrió el bolso y buscó con frenesí. El dolor interno era tanto, era tan desesperante, que llegaba a ser aterrador, necesitaba aliviarlo, necesitaba volverlo algo tangible, necesitaba sacarlo al exterior.
—Aquí está… —Sacó su pequeña afeitadora y con una agilidad que le había brindado la práctica, desarmó la parte superior y sacó el filo.
Sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas. No lo había hecho por meses, para ser exactos, desde que conoció a Tom. Sus antiguas cicatrices, eran sólo pequeñas líneas blancas, que con un poco de maquillaje, desaparecían a la vista de ojos inexpertos.
—Lo siento, Tomi, lo siento tanto —Se disculpó con el rastudo, sabiendo que si su novio se enterara, le regañaría, le culparía, le alejaría.
Pero el vacío era tan intenso, que el dolor debía salir, era casi como una necesidad, y si no salía al exterior, lo acabaría destruyendo por dentro.
Se quitó el pantalón del pijama y luego el bóxer. Pensó que el único lugar que Tom no se atrevería a tocar sin su autorización sería allí, bajo su ropa interior.
Miró su miembro flácido y sus delgadas y pálidas piernas. Su mano temblaba, pero aun así la guió hasta la parte alta de su muslo derecho, hundiendo el filo allí, rasgando la piel, que de inmediato soltó el vital fluido rojo. Hundió con fuerzas y luego lo arrastró hacia arriba.
Apretó los dientes, el dolor era intenso, tanto… que el vacío de su alma se concentró en esto, en lo externo. Abrió los ojos, maravillado de ver gotas escarlatas correr por sus piernas.
Repitió la acción tres veces. Tres cortes diferentes. Tres cortes simbólicos. Y en cada uno, aclaró la razón de ellos.
«Uno por Oscar, porque fue mi culpa» Se dijo mentalmente, aunque no estaba seguro de cuál había sido esa culpa.
«El segundo, por el disparo de Tom. Esta vez sí estoy seguro de que fue mi culpa» Gruñó, pues el dolor fue mucho más intenso que el corte anterior.
«Y este… por la maldita apuesta» Su vista se nubló.
Soltó el filo sangrante y se sujetó del lavado. Tratando de recuperar la respiración y el balance. No podía darse el lujo de desmayarse allí, para que lo descubrieran y alertaran a sus padres. ¡No! Conociendo a su padre, quizás apartaría a Tomi de su lado, cuando en realidad, el que tenía la culpa de todo allí, era él.
&
En la cama, al otro lado de la puerta, Tom arrugaba el ceño. El corazón le latía con rapidez y un sentimiento extraño le llenaba el pecho. Tenía pena, una profunda pena que le quería hacer abrir los ojos. Podía sentir en su cabeza, que ese sufrimiento era de su Billa, y su más ansiado anhelo era abrir los ojos, y decirle, que todo estaba bien. Pero su cuerpo se negaba a cooperar con él.
—Billa… —susurró, pero esta vez, nadie oyó su llamado.
&
Dos horas después, la puerta de la habitación del rastudo, era suavemente abierta por un joven de cabello rubio.
Gustav sonrió al ver la cama desecha del pelinegro, y verle firmemente abrazado a la espalda de su novio, en la otra pequeña cama. Se acercó hasta ellos, en silencio, sin intención de romper el apacible estado en que se encontraba la pareja. Arrugó el ceño al ver los párpados inflamados del cantante.
«¿Por qué Chantelle? ¿Por qué tú y yo no podemos ser como ellos?» Se preguntó mentalmente, al pensar que a pesar de todos los arranques de la “Diva Kaulitz”, Bill se volvía un verdadero gatito, cuando se trataba de Tom.
«¿Por qué me usaste a mí, sólo para tus tontas apuestas, Chantelle?» Se dijo y trató de darse una bofetada mental, pero al hacerlo, una serie de imágenes, vinieron a su memoria.
& Flashback &
El rubio estaba en uno de los cubículos del baño, terminando de hacer sus cosas, cuando escuchó la palabra “Víctima”. Y al estar aún profundamente dolido por el atentado que sufrió uno de sus amigos, por los delincuentes del “Caso 69”, puso más atención a lo que estaban hablando.
—Ya quiero ver que hará Gustav —dijo divertido uno de los “pretty people”.
—Es la víctima más difícil de cambiar —acotó la otra voz.
—¿Y qué hay de la víctima de la “Diva”? —cuestionó una tercera voz.
—Para ser sincero, no tengo idea de quién es él —respondió el primero de ellos.
—Creo que es uno de los chicos pobres.
& End of Flashback &
Gustav abrió los ojos y suspiró. Con que Tom era la otra víctima. Todo calzaba. Y comenzó su diálogo mental.
«“Uno de los chicos pobres”, y resulta que Bill se acerca a Tom para pedirle que sea su tutor. Claro, por eso Chantelle, se había puesto tan nerviosa al enterarse que por Bill, Tom había resultado herido» Arrugó el ceño.
“Bill es malo, le hará daño a Tom, y él no se lo merece. Tom es demasiado bueno”
«Esas habían sido sus palabras, pero ¿qué clase de apuesta habían hecho? ¿Qué sería tan malo, como para dañar a Tom? ¿Por qué tanto Chantelle como Bill ahora estaba tan temerosas de dañar a Tom?»
El rostro del cantante mostraba claras señales de malestar y Gustav volvió a arrugar el ceño.
—Quizás la conciencia no te deja dormir —susurró.
Pero luego, una ligera vibración en su mochila le alertó.
—Será mejor que me vaya —dijo a nadie y salió de allí, tan sutilmente como entró.
&
Dentro de su estado de somnolencia, Tom se quejó, sentía un dolor intenso en un lugar muy lejano a su hombro lastimado, aquella molestia le obligó a abrir los ojos, sólo para sentir un peso en su espalda.
No necesitó voltear, ni hablar, con sólo respirar, pudo saber que el ser sobre su espalda, era su adorado pelinegro, aquel aroma tan propio del cantante, estaba profundamente arraigado en el interior de Tom, y con sólo olerlo, le reconoció.
Tratando de no moverse demasiado, para no despertar a Bill, Tom giró para quedar frente al pálido rostro del cantante. Le vio preocupado, podía notar por los párpados hinchados, que su pequeño había llorado mucho y sintió una punzada de remordimiento en la boca de su estómago.
Se levantó con dificultad, pues los sedantes aún le causaban mareos, y se encaminó hacia el baño. Allí, se aseó un poco y con un pequeño alivio, notó que su hombro no dolía como antes, sin embargo, otro dolor le llamó la atención.
Una constante sensación punzante le golpeaba en la parte alta de la pierna. Se levantó la bata del hospital, sólo para asegurarse de que no tuviera alguna aguja clavada allí, por error… pero nada. No había ni siquiera una señal, de que hubiera sido inyectado en aquella zona. Pero el dolor persistía.
Se miró al espejo, mirando sus ojos chocolate y como una luz que se enciende, recordó su extraña y maravillosa conexión con Bill.
—Está herido —susurró y salió del baño.
Se ubico al lado de la cama y bajó las mantas, dejando al cantante al descubierto, con su playera ajustada y unos bóxers negros. A simple vista, no había nada extraño, así que Tom llevó la mano al lugar que le dolía en su propia pierna y comprendió que estaba cubierto por la ropa interior.
Luego llevó la mano a la pierna de Bill y rozó por sobre el bóxer, notando que su palma se humedeció a penas sintió el contacto. La levantó y se espantó.
—Sangre —susurró y volvió a estirar sus manos para averiguar, por qué su pequeño estaba sangrando, pero al tratar de hacerlo, la delicada mano de Bill le detuvo.
—No, Tomi —dijo con la voz ronca por el sueño y el llanto.
—Mi vida, ¿estás herido? —preguntó de inmediato el mayor, sentándose al lado de su pareja.
—Y-ya despertaste —Cambió de Tema—. ¿Cómo estás, Tomi? ¿Tienes hambre?
—Billa… —Le llamó el de rastas.
—Estoy feliz de que estés bien —Siguió con su juego el pelinegro y se colgó de cuello de su adorado novio—. Me vestiré y te traeré algo de comer.
—Billa —Se separó para verle a los ojos—. ¿Qué te ocurre? Estás sangrando.
—No es nada —Bajó la mirada—. No quería que lo notaras, es algo desagradable —Mintió el moreno—. Me apareció un grano horrible y lo apreté, y estalló, y como era tan grande, me salió un poco de sangre y eso es todo. Es tan eeww. GROSS!
—Estás mintiendo —respondió tranquilamente el rastudo, y forzando un poco sus brazos, sentó a Bill en sus piernas—. Cuéntame o tendré que averiguarlo por mí mismo —Le dijo con calma, pero sus palabras, sonaron como verdaderas amenazas para Bill.
—Es cierto, Tomi, ¿por qué no me crees? —Se quejó inflando sus mejillas, como un niño pequeñito.
—Mírame, Billa —Le pidió, a lo que el cantante asintió—. Hace algún tiempo, tú y yo estamos conectados —Otra vez el menor asintió—. Tú sientes cuando yo sufro, y yo siento tus dolores —Guió su mano a la pierna herida de Bill—. Justó aquí, duele mucho —Sacó la mano de allí y la llevó hasta el pecho del pelinegro—. Pero aquí… duele muchísimo más.
Bill estalló en llanto, era cierto, pese a que el dolor físico le había ayudado a borrar la culpa, el dolor en su corazón y en su alma, estaba allí omnipresente, y sin deseos de abandonarle. Era aterrador y muy solitario o tal vez, no tan solitario.
—Muéstrame Billa —Pidió el rastudo y el menor asintió, sin levantar la cabeza.
Tom usó una de sus manos, para levantar levemente un lado del bóxer, descubriendo los tres profundos cortes en el muslo de su pequeño. Volvió a bajar la tela, pues el sólo ver las heridas le daba nauseas, no por la sangre, sino por lo que eso representaba.
Abrazó a su pequeño y cerró los ojos, un nudo en su garganta se instaló y simplemente soltó toda la pena que estaba sintiendo en forma conjunta con su pequeño. Los dos lloraron abrazados, sintiendo como ambos cuerpos se estremecían por la intensidad y amargura de su llanto. Las lágrimas brotaron por largos minutos, hasta que sólo hipidos, movían sus cuerpos.
Tom estiró la mano y sacó las toallas de papel de la mesita de noche y limpió su cara y la de su pequeño. Sus mejillas y narices estaban rojas por el llanto y sus ojos mostraban inflamación, sin embargo, ambos se sentían infinitamente mejor.
—Lo siento… —susurró el pelinegro.
—No lo hagas —Tom negó con la cabeza—. Fue mi culpa.
—No, Tomi, ¿cómo dices eso? —Se quejó el menor.
—Si hubiera sido más fuerte, no estaría aquí y tú no te habrías sentido culpable. Definitivamente fue mi culpa —Gruñó, pero el menor se colgó en su cuello, en un abrazo tierno y le besó allí con dulzura.
—Tomi, Tomi, Tomi…
—Mi pequeño, te amo tanto, tanto.
—Y yo a ti, Tomi.
—Siento mucho lo que has hecho. Pero debes saber, que aunque la bala me hubiera matado, no habría cambiado mi decisión —afirmó el de rastas, en el oído del menor—. Habría muerto por ti, pero jamás quiero que te culpes por mí, porque todo lo que yo haga, será por el infinito amor que te tengo, pequeño. Mi hermoso, Billa.
—Tomi… —Volvió a sollozar el cantante.
—Hoy —suspiró—. Pude ver en mi cabeza, todo lo que pensaste, cuando te hiciste esos cortes. Y mi alma sufrió tanto, porque nada de esto fue tu culpa, cielo. Tampoco lo que pasó con Oscar, debes olvidar eso, amor mío. Todos esos recuerdos te están matando por dentro.
—Pero, sí fue mi culpa —dijo hipando el menor.
—Nada fue tu culpa. ¿Acaso lo recuerdas? —Él negó con la cabeza, sin salir de su refugio, en el cuello de Tom—. ¿Lo ves? Eres inocente, no fue tu culpa.
Pero la mente de Bill volvió al día de la apuesta con Chantelle y su cabeza le decía que no era inocente, que al contrario, sería el causante de la desdicha de su adorado Tomi cuando éste supiera la verdad.
—Soy un monstruo.
—Claro que no, Billa —Se separó para verle—. Eres un chico ingenuo, nada más que eso.
—Tomi, por favor, prométeme que no me odiarás, pase lo que pase, no me odiarás —Pidió con vehemencia.
El de rastas sintió que había algo oculto, algo que Bill aún no tenía el valor de contarle, y ese algo, le hacía sufrir, pero le haría sentir que podría confiar en él, para todo, incluso para mostrarle lo más oscuro de su corazón.
—Claro que no te odiaré, cielo. Te amo tanto, que jamás podría odiarte —admitió.
—Pero cuando sepas las cosas terribles de mi vida, me odiarás, como todos.
—Jamás, Billa
Para evitar que el dolor en su pecho se intensificara, Tom volvió a abrazar al menor, mostrándole en ese simple y sencillo acto, todo el cariño que le tenía. Y que ese amor, sería capaz de perdonar todos los errores juveniles que la “Diva Kaulitz” pudiera haber cometido.
& Continuará &
¿Será así de simple perdonar la “apuesta”? Cuando Tom se entere de toda la verdad y cuando Gustav comprenda en qué consistía, realmente la apuesta ¿Serán capaces de seguir aceptando a sus parejas? ¿Dirá algo Gus, ahora que sabe que Tom es la otra “víctima”? No se pierda el siguiente capítulo y tampoco olvides comentar.