39: Karma

Generalmente el karma se interpreta como una «ley» cósmica de retribución, o de causa y efecto.

Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan

Capítulo 39: Karma

I see, a spider web, it’s tangled up with me. And I lost my head, the thought of all the stupid things I’ve done. And oh, I never meant to cause you trouble. And oh, and I never meant to do you wrong. And oh, well if I ever caused you trouble. Oh no, I never meant to do you harm.

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Veo una tela de araña que está enredada en mí. Y perdí la cabeza, con el recuerdo de todas las cosas estúpidas que he hecho. Y oh, nunca quise causarte problemas. Y oh, nunca quise hacerte algo malo. Y oh, si alguna vez te causé problemas, nunca quise hacerte daño. (Trouble, Coldplay)

& Anteriormente &

Tomi, hazme el amor —Pidió, buscando sus ojos.

Quiero que sea especial —alegó el otro.

Ya te lo dije una vez, si es contigo será especial —Ambos se miraron, comprendiendo que ya ninguno de ellos quería correr más riesgos; no querían que por cualquier otro ataque o por un evento desafortunado, esta oportunidad de amarse se esfumara.

Está bien. Te amo.

Lo sé, te amo igual.

Con un poco de nerviosismo, Tom volvió a apoderarse de los labios de su adorado cantante, siendo correspondido con ganas y desesperación. Él estaba aún muy excitado, pero Bill acababa de tener un orgasmo y estaba sensible, así que siguió besándolo con dulzura y pasión, estimulándolo con suaves roces en sus zonas más erógenas.

Mmm, Tomi —Gimió particularmente fuerte el menor, cuando su amado le mordió el lóbulo del oído—. Te amo, cielo.

Mmm —respondió el rastudo, besando y lamiendo su níveo cuello.

Los minutos pasaban y el miembro de Tom palpitaba, necesitado de atención, así que el mayor, a regañadientes, se puso de pie, completamente desnudo y dejó la cama.

¿Qué haces? —preguntó el pelinegro, admirando la belleza del cuerpo de su pareja.

Te dije que quería que fuera especial, y estuve comprando algunas cosas —respondió abriendo la puerta de la mesita de noche junto a su lecho.

Bill le miró con atención y sonrió, imaginándose mil y una cosa “traviesa”, pero frunció el ceño al verlo, ponerse de pie, sólo con una caja de zapatos en sus manos.

Aquí está —agregó Tom, completamente sonrojado.

¿Qué tienes ahí? —El menor se sentó en la cama y tomó la caja, para abrirla por él mismo y descubrir los secretos de su novio.

Pensé que te gustarían esas cosas —dijo señalando las pequeñas y aromáticas velas dentro de la caja.

Bill las sacó una a una y las olió, eran riquísimas y le ofreció una cálida sonrisa de agradecimiento a su rastudo, pero al volver a bajar la mirada, se percató de que también había otra cosa y se sonrojó. “Lubricante”. Tom había sido considerado, pero no había olvidado lo más importante.

Dame acá —Pidió el mayor y con un encendedor que siempre guardaba, porque se quedaba sin energía eléctrica, comenzó a iluminar la habitación, con las pequeñas velitas, que de inmediato comenzaron a desprender un aroma exquisito.

Oh, Tomi —susurró un emocionado pelinegro.

Pese a que no estaba completamente oscuro, el reflejo de las velas, lograba crear un efecto hermoso dentro del humilde departamento. Y cuando el mayor, terminó de ubicar la última de ellas, Bill le tomó del brazo bueno y lo arrastro hasta su lado en la cama.

Eres tan lindo, no sabes cuánto aprecio todo esto —dijo, repartiendo besos de mariposa por su rostro.

Lo hago porque te amo con todo el corazón. Y no me importa que el mundo diga que parezco una nena por decir estas cosas, es lo que siento.

Te amo.

Bill saltó sobre el mayor y lo besó con ganas, subiéndose a horcajadas sobre su cuerpo, frotando sus miembros con delicadeza, pero lo suficiente para seguir estimulándolos a ambos, sacando jadeos de sus bocas y nublándolos de placer.

Tom estaba tan excitado y sentía que si no hacía algo pronto, se correría sólo con esas caricias, así que optó por tomar el control y obligándose a forzar un poco el brazo lastimado, tomó a Bill y cambió posiciones, dejándolo bajo su cuerpo.

Te haré mío, bebé —susurró y con lentitud, abrió las piernas del menor para ubicarse entre ellas, sintiendo una ligera tensión en el cantante—. Tranquilo.

Bill asintió, pero algo en su pecho dolió, algo extraño, la sombra de un recuerdo, que prefirió sacar de su cabeza.

Tom se irguió un momento para lubricar sus dedos para proceder a dilatar a su novio. Al estar listo, se acercó al rostro de Bill y le besó castamente, susurrando.

Necesito prepararte —A lo que el otro asintió, respirando hondamente.

Pero apenas el rastudo introdujo el primer dedo, una sarta de imágenes golpeó la mente del menor con una intensidad casi dolorosa. Un recuerdo horroroso se había presentado como la apertura de la “Caja de Pandora” y gritó con todas sus fuerzas.

¡Noooo! —Tom se detuvo en seco y se sentó en la cama. Completamente asustado por la condición deplorable de su pelinegro, quien se había hecho bolita en el lecho y lloraba sin parar.

¡Bill! —Gritó, para ser escuchado entre tan lamentables chillidos.

Se acercó poco a poco hasta estar al lado de su pequeño, quien al sentirlo tan cerca, se tensó tanto, que Tom podía notar los músculos rígidos de sus brazos.

¿Qué ocurre, amor? —preguntó suavemente, acercando su rostro al pequeño.

No, no, no —repetía sin parar el pelinegro.

Bill, mírame, soy Tom —Pidió desesperado, sin tocarlo, no quería asustarlo más.

No, por favor, no me lastimes —Gimió el menor y los ojos del rastudos se llenaron de lágrimas, su peor presentimiento había salido a la luz. Aquello que Bill no podía recordar, era producto de un acto violento, un trauma.

Había leído bastante sobre eso, cuando él mismo perdió a sus padres a los quince años, él no quería olvidar el rostro de sus progenitores y se rehusó a deprimirse o caer en algún estado post traumático. Pero su Billa, era diferente, demasiado sensible y sin duda había sido abusado sexualmente.

¿Billa…? —Le llamó con la voz ronca, presa de la tristeza que le embargaba—. Soy yo, tu Tomi, soy tu Tomi, mírame por favor. No me dejes.

Los llantos y sollozos del pequeño seguían, pero aquella voz que le hablaba le hizo recordar con quien estaba en esos momentos. En el presente.

¿Tomi? —Al escuchar su nombre, el mayor saltó de la cama, para ponerse de rodillas en el suelo, al lado de Bill, y así verle a los ojos.

Aquí estoy, mi Billa —dijo, aún sin tocarle.

Lo he recordado, Tomi… —El rostro del menor se arrugó, al decir esto y más lágrimas brotaron—. Él… me…

Ssshhh, no tienes que decirlo…

Me violó…

Sin poder reprimirse por más tiempo, el mayor lo buscó en un abrazo y Bill, sólo se dejó hacer, necesitaba apoyo, lo necesitaba a él.

Lo siento —dijo Tom llorando, mientras abrazaba al pequeño, que ya no lloraba, estaba seco y adolorido—. Lo siento tanto, mi amor.

Bill no comprendía por qué su adorado Tomi se disculpaba, nada tenía que ver con él, él no tenía la culpa de nada, al contrario, le había ayudado a recordarlo todo, era doloroso, pero sabiéndolo todo, sería más fácil cicatrizar la herida, que de cierto modo, nunca fue completamente cerrada.

La palabra violación, era horrorosa y te convertía en un víctima, pero Bill no había nacido para ser una víctima, él había nacido para ganar, siempre lo había hecho, siempre consiguió todo lo que quiso y a pesar del desastre con Oscar Manzur alcanzó la fama con su banda y se había convertido en alguien poderoso, él era la “Diva Kaulitz” y no sucumbiría al dolor tan fácilmente. Ya había llorado bastante por aquellos años, ya había caído en esa depresión que le llevó a cercenar su piel infinidad de veces y que lo tentó con el suicidio, ahora no volvería a caer en eso, porque ya no estaba solo, debía velar por alguien que lo amaba, y lo amaba tanto que ahora mismo lloraba por él. Levantó el rostro levemente y susurró.

No estés triste Tomi, no es tu culpa.

Perdóname, Billa, si hubiera estado allí, nada de esto habría pasado —dijo, limpiándose los ojos con una mano.

Ni siquiera me conocías, Tomi —El menor, giró por completo y correspondió el abrazo de su amado Tom y acarició su espalda.

Y ahora por mi culpa, lo recordaste… —Finalizó el rastudo, casi ahogándose con el llanto.

Eso tampoco es tu culpa, Tomi —Se separó para verle a los ojos.

Tom estaba sorprendido de que su pequeño se viera tan calmado, después del ataque de llanto que tuvo sólo unos minutos atrás.

Te amo, Tomi.

Oh, Billa… —Lo abrazó, y se hundió en su pecho, no quería que este cambió de estado, del llanto a la calma, significara que su pequeño hubiera tomado una decisión “fatal” en su cabeza, no podría soportar la idea de despertar un día con la noticia de que su pelinegro se hubiera quitado la vida—. No me vayas a dejar.

No pienso dejarte —La voz del cantante sonó un poco fuerte, comprendiendo lo que su pareja sentía, con su conexión alertándole sobre el dolor de Tom— ¡No pienso suicidarme! —Casi gritó—. No quiero dejarte. Te amo demasiado —susurró al final.

El llanto y la agonía del rastudo disminuyeron gracias a ese comentario. Y sacando fuerzas para enfrentar a su amado, tomó la playera que yacía en el piso y se limpió la cara, tratando de sonreír.

Lo siento —Volvió a repetir, y su pelinegro le sonrió de vuelta.

Tomi, sé que me he portado un poco cobarde con todo esto —Ante esas palabras, el mayor de inmediato lo cortó.

Cobarde no es la palabra.

Yo creo que sí, Tomi. No era capaz de enfrentar mis problemas o contárselos a alguien y simplemente, me lastimaba o me aislaba dentro de mí mismo.

Esa reacción es normal, no te culpes más por ello —Le rebatió el mayor.

Es que quiero que confíes en mí, Tomi. Mira esto —Señaló los profundos cortes en su pierna—. No podía con el peso y lo hice —El menor volvió a bajar la mirada a sus cortes y un nuevo flash brilló en su memoria, y se quedó pegado en ello, por algunos segundos, hasta que su novio le habló.

¿Bill? ¡Bill!

Él lo sabía —dijo sin levantar la vista—. Lo supo todo el tiempo. ¡Maldito cabrón!

¿Bill? ¿De qué estás hablando? ¿Quién lo sabía? —preguntó, moviendo al pelinegro, para que le mirara a los ojos.

¡Andreas! ¡Ese maldito pendejo! —Gritó con fuerzas y luego miró a Tom—. Andreas entró a la habitación cuando me violaban, él nos vio, él pudo detenerlo y no hizo nada.

¡Maldito animal! —Gruñó esta vez el rastudo—. Lo mataré con mis propias manos.

Calma, Tomi.

¡¿Cómo me pides que me calme?! Vio que te ultrajaron, no hizo nada al respecto y después pretende ser tu mejor amigo. Incluso quería casarse contigo. ¡Lo descuartizaré! —Gruñó y arrugó el ceño, cosa que le pareció graciosa al menor, aunque Tom no dejaba de tener razón.

¿Por qué no lo había ayudado? Ellos eran los mejores amigos ¿Qué le impidió hacerlo? ¿Por qué fingió que nada había pasado? ¿Qué pasó con Andi?

Tenemos que hablar con papá —demandó el pelinegro.

Está bien.

&

Entre tanto, muy lejos de allí, Andreas se hospedaba en un hotel, había decidido ponerse manos a la obra y averiguar por sí mismo qué había ocurrido con Alex.

Miró el teléfono junto a su cama e insistió por última vez, obteniendo el mismo resultado: buzón de voz.

Finalmente cogió su billetera, otra chaqueta y emprendió la búsqueda. Tomó un taxi con rumbo a la dirección que tenía, rogando que aún fuera la misma.

Al llegar, vio que el garaje estaba abierto y no había ningún vehículo en él. A paso firme caminó hacia la entrada y tocó el timbre. Un chico de pelo castaño muy corto apareció y se sorprendió de verle.

¿Qué haces aquí? —preguntó, aún estático en la puerta.

Vine por Alex.

Ssshhh —Le chistó, llevándose el índice a los labios, para silenciarlo—. Que no te oiga mamá.

¿Qué demonios está pasando? —dijo entre dientes, pero silencioso.

Dame un segundo.

La puerta se cerró y Andreas se quedó mirándola sin entender. A los pocos minutos se volvió a abrir con Oscar, llevando un abrigo.

Salgamos de aquí —caminó y el rubio le siguió de cerca.

Llegaron hasta un pequeño parque, que más bien parecía estar abandonado, se sentaron en una de las bancas y el rubio se cruzó de brazos.

¿Y bien? —El otro chico suspiró—. Dime dónde está Alex.

Está en el hospital —respondió el castaño.

¡¿Qué?! ¿Pero qué pasó? —Andreas estaba completamente perdido.

Ya te lo dije, rubito, Alex dejó de ser tu dulce angelito —comentó Oscar con ironía.

¡Demonios, háblame claro! —exigió.

Es un adicto, Andreas —El castaño enfrentó su mirada—. Ahora ya no lo pueden frenar.

¿Adicto? —El rubio bajó la mirada y frunció el ceño.

Él sabía que tanto Oscar como Alex fumaban mariguana cuando se conocieron la primera vez, pero de ahí a ser un adicto…

¡No es posible! —Gruñó y se puso de pie. Oscar sólo rió divertido por la actitud del chico, él al igual que todo el mundo seguían pensando que su hermanito era un angelito, cuando la verdad era completamente diferente.

Cálmate, Andy —dijo y con una señal de su mano le pidió que volviera a sentarse.

Pero no lo he visto desde hace un año —El rubio se frotó los ojos—. ¿Cómo iba a pasar todo esto en tan sólo un año? —vocalizó su pensamiento.

No es sólo un año, Andy. Mi hermano no es lo que aparenta ser, nunca lo ha sido —agregó el chico, con el tono sombrío, recordando cómo también él mismo cayó en sus redes.

No digas tonterías —Le defendió el rubio.

No son tonterías. Tú sabes muy bien de qué habló, Andy. Hablo de Bill, de aquella estúpida noche —Ambos apretaron los puños, temerosos y con remordimientos.

Oscar…

Alex no es un ángel y nunca lo ha sido. —Finalizó la frase y Andreas sólo asintió.

¿Desde cuándo está pasando esto?

Bastante —comenzó el castaño—. Cuando nos mudamos aquí y no te tenía cerca para cumplir sus caprichos, se puso rebelde y papá no estaba muy feliz que digamos —Alzó los hombros—. Por una parte estaba yo, el maldito de sus hijos por el cual fue prácticamente hundido económicamente y luego el chiquillo malcriado.

Pero yo le mandaba dinero —agregó el rubio, pensando que esa era la clave de todos los problemas.

Es cierto, pero al no conocer a nadie y haber bajado el estrato social, comenzó a juntarse con gente del vecindario y como podrás ver, no es para nada amistoso —comentó con ironía—. Los chicos de aquí le regalaron de aquella droga nueva, mucho más económica y fácil de adquirir. El muy estúpido ni siquiera dudó en tomarla.

¿Hablas de la droga sintética?

Exacto, la de los malditos del “Caso 69”

Dios mío —Suspiró—. Con eso se volvió adicto —Sentenció.

Así fue, primero ellos le regalaban la porquería, pequeñas dosis, sólo para relajarlo, pero que al cabo de unos días ya lo tenían completamente intoxicado —explicó el castaño.

¿Nadie se dio cuenta? —preguntó preocupado.

Por supuesto que sí, pero ya sabes cómo es Alex, un par de palabras bonitas, envueltas con unas mentiritas y todos le perdonaban —Su voz estaba cargada de pesar—. Le robaba el poco dinero a mi madre, para seguir manteniendo sus vicios.

Oh, no…

Pero ella tampoco era tonta y comenzó a ocultar bien el dinero —El rubio lo miraba en silencio, pero algo en sus entrañas dolía—. Y cuando no hubo más dinero, comenzó a venderse.

¡¿Qué?! —Andreas casi saltó del asiento.

Te lo dije —El castaño le dio una risita maligna y el otro se sentó—. Pero no te enojes, él te habría dicho algo así como “No te fui infiel, cariño. Ya sabes cómo son las adicciones, no podía controlarla” y luego batiría sus largas pestañas y estarías en sus manos —El rubio frunció el ceño, era cierto, porque ahora mismo se sentía dispuesto a perdonarle el hecho de haberse acostado con otros para adquirir sus drogas.

¿Cuánto tiempo lleva haciendo esto? —preguntó temeroso.

Un par de meses, quizás más, no estoy seguro.

¿Y por qué está en el hospital? —Insistió.

Estaba tan drogado que cayó inconsciente —explicó el castaño—. Seguramente por eso los tipos lo abandonaron en la calle, donde un transeúnte lo vio y alertó a la policía, pensando que estaba muerto.

¿Los tipos?

Cuando lo encontraron, estaba desnudo —Oscar bajó la mirada, nadie merecía eso, pero quizás era el Karma que volvía para cobrar venganza de su hermano—. Los médicos le hicieron los procedimientos de rigor y encontraron por lo menos diez muestras diferentes de semen en su cuerpo —Andy sintió un escalofrío—. Seguramente ni se dio cuenta de quien lo violó.

Al finalizar el relato, la mente del rubio estaba mucho más confundida que antes ¿Por qué sucedían esta clase de cosas? Ellos eran hombres, los hombres son los que violan, no se les viola a ellos ¡pero qué demonios estaba pensando! Él también era hombre y fue cómplice de una violación a un chico y ahora parecía que todo estallaba en su rostro.

¿Crees… crees que pueda verlo? —preguntó con la voz temblorosa.

No, papá está allá y no sería bueno que te vieran, ya sabes… por los Kaulitz.

¿Estará bien?

Ahora mismo está en coma —El chico levantó la mirada—. No saben si despertará o si empeorará su condición y quedará en estado vegetativo.

Oh, Dios, esto es un castigo.

Es nuestro castigo y… el suyo —agregó el castaño.

¿Qué haré ahora Oscar? Yo lo quiero, tú sabes cómo lo quiero —El chico lo miró con una sonrisa.

Ha pasado mucho tiempo, Andi —Le palmeó la rodilla—. Seguro ese cariño ya no es tan fuerte como antes. Además, tú siempre tuviste una debilidad por los pelinegros, apuesto a que Bill te sigue gustando.

No digas tonterías, yo quiero a Bill, pero es diferente, es…

Culpa —Terminó el otro y Andreas asintió.

Además Tom está con él —Levantó la mirada—. Él sí podrá hacerlo feliz.

Oscar vio la honestidad en los ojos del rubio y se sintió tranquilo, aún recordaba el sentimiento cálido en su pecho que le provocaba Bill y temía haber dejado una marca imposible de borrar. Saber que el joven cantante podría volver a vivir, era un alivio para él.

Regresa a casa, rubito —Le molestó—. Aquí no hay nada que puedas hacer.

Pero… —Al ver la decisión en Oscar, asintió y se marchó de allí, sin mirar atrás.

Después de todo, tenía razón, la distancia y el tiempo, enfrían las relaciones amorosas, más si estas fueron hechas a tan temprana edad y por motivos injustos y dañinos. Lo mejor era olvidar si es que eso era posible, y tratar de recuperar la amistad que algún día tuvo con el pelinegro, aquella amistad honesta, no la que fingió después del aquel fatal cumpleaños.

Tomando un nuevo taxi, regresó al hotel, regresaría al día siguiente y le haría frente a la realidad.

& Continuará &

¿Comprendieron o realmente se confundieron más? Jejeje soy mala, no hubo lemon, pero cuando lo haya, será muy bueno, ahora debía traer esto a colación para que comiencen a unir los cabos sueltos y se acabe el fic jejeje. Besos y mil gracias por seguir leyendo. No olviden comentar para hacerme muy feliz.

Escritora del fandom

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