Notas: El tema que suena en este capítulo es de “One Missed Call Theme Song” por si en su país tiene copyright, para que lo busquen por nombre. Al final del capítulo, hay una imagen del nuevo personaje del fic. Disfruten su lectura.
“Maldición II: Cazadores de Demonios” Fic Twc / Toll de MizukyChan
Capítulo 4: Celos endemoniados
Al atardecer, un jeep se estacionó frente a la casa provisional de los cazadores. Un joven castaño de aproximadamente 25 años, muy atractivo, bajó del vehículo y se encaminó a la puerta de la casa. Tocó el timbre y tras esperar unos segundos, un guapo pelinegro le abrió la puerta. Sin pensarlo dos veces, el castaño aprisionó al moreno en un abrazo forzado y le robó un beso. El pequeño se removió agitado y terminó por gritar.
—¡Toooomm! —Gritó desesperado, tratando de liberarse del agarre de aquel muchacho.
—¡Suéltalo maldito! —Gritó el de trenzas, abalanzándose sobre el hombre, quien esquivó con relativa facilidad el golpe.
—¡Ya basta Jonathan! —Intervino con un grito, el Padre Biagioni, al salir de la cocina.
—Sabía que causaría problemas. —Agregó el Padre Jost.
—¡No vuelvas a tocar a mi novio o te mataré! —Amenazó el de trenzas.
—¿Tú y cuántos más? —preguntó con ironía el recién llegado.
—Yo le ayudaré. No volveré a repetirlo, me vuelves a tocar y te mato —dijo furioso el pelinegro y los demás pudieron ver como su cabellera se erizó, haciéndoles recordar al temido gemelo maldito.
—¿Bill, estás bien? —Preguntó Tom, abrazando a su pareja.
—Solo un poco molesto —contestó el otro, limpiándose los labios, ya más calmado.
—Bueno, ahora que ya tengo su atención, me presento, soy Jonathan Paige, cazador de demonios.
—¡Bah! No presumas, que aquí todos hacemos lo mismo. —Espetó Tom, aún molesto por el incidente.
—¿De qué te quejas? Tu novio parece una nena y está bien bueno, ¿qué querías? —dijo provocando. Tom se lanzó a golpearlo, pero Biagioni lo sostuvo.
—Deja de molestar y vamos a la cocina, estamos preparando un plan. —Mandó el Padre Jost.
Tom sostuvo la mano de Bill y se sentaron juntos alrededor de la mesa.
Para protegerlos del acoso de Jonathan, los curas se sentaron a ambos lados de ellos, dejando al castaño en el otro extremo.
—Veamos… Ya tenemos la lista de viudos de la ciudad. —Informó el Padre Jost—. Pero como son muchos, nos centraremos en los de los alrededores, ya que por alguna razón no quiere salir de esta zona.
—¿Qué, no lo saben? —Interrumpió Jonathan—. Este es un punto clave.
—¿A qué te refieres? —Pidió saber el de trenzas.
—A que en esta zona hay muchos portales con el mundo de las tinieblas. Por eso el demonio se vino a esta ciudad. Mis padres ahora están en otro “punto C”, como les llamamos, es donde se registra mayor movimiento demoniaco, presencia de fantasmas, postergeists, posesiones de personas, etc.
—Eso nos da un punto a favor —comentó Biagioni—, que podremos atraparlo, pues se mantendrá aquí. Nos separaremos esta noche y haremos guardia. Saldremos: Bill y Tom en un equipo, David y yo seremos otro y Jonathan irá solo.
—¿Por qué voy solo? Quiero ir con la ricura. —Molestó el castaño.
—¡Olvídalo! —Sentenció el de trenzas.
—Tú tienes la experiencia suficiente para luchar solo o pedir ayuda si es necesario —Corroboró Jost—. ¿Tienen sus celulares cargados? —Todos asintieron.
—Llevaremos también las radios, la presencia del demonio puede dejar nuestros teléfonos sin señal, ¿ok? —Nuevamente una afirmación—. Vámonos.
&
La joven pareja se fue en silencio al lugar que les asignaron. Debían vigilar a un hombre joven que había perdido a su esposa al dar a luz.
—El demonio ha mostrado sus preferencias al escoger viudos jóvenes, es raro, la mayoría de las personas piensan que te quedas viudo cuando eres mayor —dijo el pelinegro rompiendo el silencio.
—¿Qué te hizo ese cretino? —Preguntó el de trenzas, aún molesto por lo de esa tarde.
—¡Ese estúpido me besó contra mi voluntad! —Exclamó molesto el pequeño—. Con tan solo recordarlo me enfurezco.
—¿Y por qué no te defendiste? Los curas te han enseñado a luchar, ¿o no? —dijo con los dientes apretados.
—Tomi, acaso no viste como me tenía sujeto, por eso te llamé. No tienes por qué hacerme una escena de celos. —Gruñó Bill, molestándose también.
—Tienes razón, lo siento. —Se inclinó hacia él y lo besó castamente—. Es solo que pensar que otro, cualquiera, te toque… me da una rabia. —El pelinegro sonrió al ver así a su novio.
—No tienes por qué preocuparte, sabes que mi corazón es todo tuyo. —Rodeó su cuello y lo besó. Fueron profundizando el beso, cuando se percataron que el ambiente estaba cambiando.
—¿Bill, no crees que está muy frío?
—Es él. Llama a los otros. —El mayor tomó la radio y sintonizó.
(Dar play)
—El demonio está aquí. Vamos a entrar. —Informó y colgó.
La pareja bajó del vehículo y en silencio se dirigió a la casa. El pelinegro se quedó estático en unos arbustos.
—Es él, Tomi, míralo. —Ambos estaban fuera de su alcance, pero notaron como flotaba en el aire. Su piel era amarillenta, casi verdosa, podían notarlo porque no llevaba ropa, se cubría con su espesa mata de cabello negro.
—Es horrible, sin embargo tiene rasgos humanos.
—Desapareció. Debe haber entrado. Vamos —Ambos corrieron a la casa. Usaron la técnica del Padre Biagioni para abrir la cerradura y entraron.
Corrieron a la habitación y encontraron al hombre sentado en la cama con lágrimas en los ojos y en lugar del demonio, una mujer joven muy guapa, se acercaba a él.
—Amor mío —Le decía el hombre.
—¡Señor Herber, salga de aquí! —Gritó Tom.
—¿Quiénes son ustedes? Mi esposa vino por mí —dijo sorprendido y confundido.
—Ella no es su esposa, es un demonio —respondió Bill, acercándose al hombre.
El cuerpo de la mujer los miraba con una cara divertida.
—Por fin nos encontramos —dijo el ser, con voz gutural—. Te he estado esperando, Bill.
—¿Eh? ¿Por qué? —cuestionó Tom, poniéndose como escudo al notar el interés el demonio en su pequeño.
Entre tanto, el viudo bajó corriendo por las escaleras.
—Porque él tiene algo que deseo —respondió, sin cambiar de aspecto, seguía siendo la mujer recientemente fallecida.
—Exorcitamus te… —Se oyó la voz de Jonathan desde atrás, recitando el hechizo en latín. El cuerpo se sacudió un poco y luchó contra el exorcismo.
—¡Bill! —La criatura se lanzó contra el pelinegro y alcanzó a aferrarlo por el brazo. Tom trató de quitarlo de encima, pero no podía soltar el férreo agarre del demonio.
De pronto una luz cegadora apareció y Bill se desmayó. Logrando que el demonio retomara su forma original. Atacando fieramente al dueño de la voz, con una sola estocada de sus uñas largas como cuchillos, hundiéndola el estómago de Jonathan.
—¡Tom! —Gritó el castaño con la boca llena de sangre—. ¡Termina el exorcismo!
—Exorcitamus te… —Comenzó a recitar Tom, mirando el cuerpo desvalido de su novio en el piso. El demonio sucumbió en el suelo, pero luchaba por romper el encantamiento.
El pequeño pelinegro comenzó a moverse y al ver a Tom trabajando en el ritual, sacó de entre sus instrumentos, una bolsa de sal y a rastras, comenzó a trazar un círculo alrededor del demonio.
Pero antes de que el círculo fuera cerrado, la criatura volvió a atacar a Bill. Apareció la luz otra vez y el demonio desapareció, dejando a Tom y a Bill en el suelo, un poco atontados.
Después de lo que pareció una eternidad, los Sacerdotes llegaron y se apresuraron a socorrer a Jonathan, quien sangraba abundantemente. Biagioni lo llevó al hospital, mientras Jost despertó a la pareja y todos regresaron a la casa.
—¡¿Qué demonios pasó allí?! —Preguntó muy molesto—. John me va a matar cuando se entere que su hijo está en el hospital.
—Tenemos muchas dudas, Padre. —Comenzó Tom—. Primero, ese ser nos estaba esperando. Más bien… a Bill, dijo que estaba esperando a Bill, que tenía algo que deseaba de él.
—¿Es eso cierto? —Pidió confirmación al pelinegro.
—Sí —contestó cansino el moreno, estaba extremadamente fatigado.
—Esa cosa apretó a Bill y liberó una luz tremenda, que lo llenó de poder, por eso atacó a Jonathan.
—Me robó la energía, supongo. —Bill cerró los ojos.
—Comprendo.
—Pero no me mató. ¿Por qué? ¿Es acaso porque este es el cuerpo del gemelo maldito?
—Tal vez. Aún hay muchas dudas sin respuesta con respecto a tu cuerpo, Bill.
—Y la otra duda es ¿por qué se desvanece? ¿Por qué tiene el poder de desaparecer? Si es así, no podremos atraparlo —dijo molesto Tom y preocupado.
—Hay una forma —susurró el cura, llamando la atención de los otros—. Si logramos que entre en una trampa para demonios, no podrá escapar y podremos terminar el exorcismo.
—Se dará cuenta, no es estúpido.
—Por eso debemos actuar con anticipación. Poner las trampas con antelación.
—¿Y por qué no lo hicimos así desde el principio? —Repitió Tom, incluso más molesto.
—Hay que agotar recursos. —Se justificó Jost y se llevó la mano a la barbilla—. Ahora tendremos que convencer a las posibles víctimas de poner trampas en su casa y “eso” sí que será difícil.
—Tiene razón, Tom, ¿quién va a creer que un demonio viene por ti?
—Pero ellos son sacerdotes, pueden hacerlo con su autoridad eclesiástica.
—Eso espero —respondió el Padre.
—Sea lo que sea, esta será nuestra última oportunidad —dijo el de trenzas.
& Dos días después &
Jonathan había vuelto a la casa provisional de los cazadores. El Padre Biagioni hizo las gestiones necesarias en el hospital para que le dieran el alta. Lo importante era tratar esas heridas con medicamentos o pomadas especialmente hechas contra demonios. El más molesto con todo esto era Tom, ya que el castaño se aprovechaba de su condición, para tener a Bill cuidándole.
—¿Oye ricura podrías darme más agua, por favor? —Pidió guiñándole un ojo.
—Solo si me llamas por mi nombre y dejas de humillarme diciéndome ricura o cosas por el estilo —respondió furioso el pelinegro.
—Está bien, Bill, ¿me das más agua, por favor?
—No, yo te la daré —contestó molesto el de trenzas, entrando en la habitación—. Bill ve abajo.
—Está bien —respondió aliviado el moreno.
—¿Qué te pasa con mi novio? —Preguntó mordaz el de trenzas—. ¿Por qué no lo dejas tranquilo?
—Porque me encanta, es guapísimo y apuesto a que gime una enormidad en la cama. —Ante eso Tom se acercó y apretó la herida del mayor, hasta que le salieron lágrimas.
—Si te vuelvo a oír decir algo ofensivo sobre Bill, no necesitaré ningún demonio para terminar de perforarte el estómago, ¿está claro?
—Ggrrr —Solo se dedicaron una mirada de odio y el de trenzas salió de la habitación.
A grandes zancadas bajó al primer piso y se dirigió a la sala, donde estaba el resto del grupo preparando la estrategia.
—Ya tenemos casi todo cubierto con Josepe. —Informó el Padre Jost—. Utilizaremos nuestra identidad del FBI para entrar a las casas y llenarla de trampas.
—Puesto que el demonio puede aparecer y desaparecer —explicó Biagioni—, debemos entrampar la casa por completo.
—¿Creen que los viudos sospechen algo? —Preguntó Bill.
—No lo creo, utilizaremos las marcas transparentes, para que ni los humanos, ni los demonios puedan verlas.
—¿Qué hay de los zombies? —Preguntó el de trenzas— ¿Hay alguna noticia de gente muerta o desaparecida?
—No, hasta ahora. Suponemos que el demonio está reclutando solo viudos demoniacos y cuando tenga suficientes, atacará —respondió Biagioni.
—Yo creo que el demonio planea otro encuentro con Bill, por lo que prefiero sacarlo de la misión. —El pelinegro lo miró con cara de fastidio.
—¿Me estás jodiendo, cierto? —dijo molesto y rodando los ojos.
—Es por tu seguridad, Bill.
—No estoy de acuerdo. —Intervino Jost—. Necesitamos toda la ayuda posible, además ya tenemos una baja.
—¿Cómo que baja? —Gruñó desde la puerta Jonathan—. Yo iré a cazar al maldito que me dejó así.
—Apenas te mueves, por supuesto que no irás. —Sentenció Biagioni.
—Al menos estaré de vigía, pero yo salgo igual. —Remató testarudamente el castaño.
—Eres igual de tozudo que tu padre —dijo Jost—. No podemos evitarlo, Josepe.
—Al menos has reposo hasta que tengamos todo listo para atacar. —Pidió Biagioni
—¿Bill, me ayudas a ir a la cama? —Preguntó con mala intención.
—Así como bajaste solo, puedes subir solo —respondió el pelinegro indignado. El ambiente se puso tenso.
—Creo que es hora de que todos vamos a la cama. ¿Vamos Bill? —El de trenzas le tendió la mano y el pequeño la aceptó gustoso. Pasaron por el lado de Jonathan y se dieron un pico en los labios, solo para provocarlo.
—Creo que te lo buscaste —dijo riendo Jost—. Anda, vete a dormir.
En la habitación, la joven pareja se quitó la ropa y quedando en bóxers, se metieron a la cama.
—¿En verdad crees que seré un estorbo en la misión? —preguntó Bill, molesto.
—Tú nunca has sido un estorbo, cariño. Solamente estoy aterrado de que ese maldito demonio te tome, te quite la energía, o te posea como el gemelo maldito. Me muero si tengo que pasar por eso otra vez. Verte herido, maltratado, lleno de cortes y sufriendo. ¡No! No puedo con eso.
—Oh, Tomi, eres tan dulce a veces.
—Siempre soy dulce contigo. —Movió el piercing del labio para tentarlo.
—No cuando está Jonathan —dijo inocente el pequeño y la cara del otro cambió.
—Claro que no, ese es un degenerado con todas sus letras.
—Lo odio. Me carga que me vea como un culo que follar.
—Por eso, yo te protegeré. —Lo abrazó y acarició su espalda.
—Tomi, te amo.
—Y yo a ti.
—Hagamos el amor.
—Es una orden o una petición.
—Es ambas, Tomi. Hazme tuyo, ahora.
& Continuará &
¿Podrán completar la misión? ¿Será esta otra trampa del demonio para poseer el cuerpo de Bill? Y si es eso, ¿podrá Tom protegerlo? ¿Podrán trabajar en equipo, pese a la tensión que provoca Jonathan? Y hablando del castaño, les dejo una imagen de él. Es guapo, pero tiene cara de lascivo, ¿o no?