Capítulo 4: Verdad
“It’s over, it’s over but I’ll always be invaded by you”
Habían pasado 19 días desde la muerte de Simone y solo unas horas desde la visita de Bill a la iglesia. Tom se sentía extraño, confuso, quería encarar a su gemelo y pedirle que le hablara, pero el rubio se veía tan tranquilo, que prefirió mantenerse en silencio.
Lo vigiló y, para su alivio, Bill no bebió nada de alcohol en la tarde y luego se retiró a dormir. Pero el mayor no pudo aguantar la curiosidad y decidió darle una mirada en su habitación, diciéndose a sí mismo que solo quería asegurarse de que no estaba teniendo pesadillas.
—No, no —balbuceaba Bill en sueños.
—No otra vez —susurró el mayor y se sentó a su lado, acariciando la pálida mejilla de Bill— Tranquilo, aquí estoy.
—Mi culpa… —Ese último murmullo, causó una punzada de dolor en el pecho de Tom. Continuó dejando caricias en las manos y cabello de su hermano y cuando éste se calmó, besó su frente y salió de su cuarto.
Tom se apoyó en la puerta y arrugó el ceño—. Esto no puede continuar.
Llegó a la sala, tomó sus llaves y salió de la casa en su preciosa motocicleta. Necesitaba pensar, debía tomar una decisión. No podía permitir que su Bill perdiera la razón por una culpa que ni siquiera le pertenecía. Simone era la culpable, siempre lo fue, por no aceptarlos, por no portarse como una verdadera madre, por atreverse a juzgar a su pequeño gemelo, por intentar controlar sus vidas. Si había que culpar a alguien, debía ser ella, no Bill, no su precioso hermano.
&
Habían pasado 20 días desde la muerte de Simone, y Bill decidió seguir el consejo que el sacerdote le dio en su confesión: decir la verdad. Tenía todo que perder y a la vez, nada, porque Tom nunca lo abandonaría, o eso le había prometido.
El día anterior se había sentido tan cansado que se retiró a dormir temprano y, por lo mismo, había despertado al alba. Era extraño abrir los ojos sin estar cansado, después de todas las pesadillas que había sufrido a causa de Simone, después de todas las resacas que soportó para culpar al alcohol de las voces en su cabeza. Era raro, pero un alivio.
Se levantó de la cama y fue al baño. Si quería hablar con Tom, lo menos que podía hacer era estar presentable, debía contarle y “demostrarle” que si decidía dejar atrás el suicidio de su madre, sería solo por él, por su adorado Tom.
Tomó un pantalón negro ajustado y ató un pañuelo rojo justo arriba de su rodilla. Vistió una de las playeras largas y anchas y, como toque final, peinó su cabello hacia atrás, agregando laca para fijarlo. Sus ojos brillaban, estaba nervioso, pero no tenía miedo, extrañamente las palabras del sacerdote habían cobrado más fuerzas durante la noche y ahora estaba a punto de contar el secreto más oscuro de su vida.
Una vez listo, bajó a la cocina a preparar él mismo el desayuno, para variar. Estaba seguro que el olor del café recién hecho y las tostadas, despertarían el apetito de su gemelo. Y así fue…
—Mhm —gimió de gusto el mayor—. Huele delicioso.
—Son solo tostadas con mermelada —respondió el rubio, ruborizándose.
Tom se acercó hasta él y al tomar la taza que Bill le ofrecía, sus manos se rozaron. Tom pensó que el menor huiría como venía haciendo desde hace días, pero sonrió al ver que el otro lo dejó—. Gracias —dijo con honestidad.
—Aquí él único que debe dar las gracias soy yo, Tom.
—Creo que ya habíamos tenido esta conversación, ¿o no? —Bromeó el mayor, procediendo a sentarse en la mesa, para disfrutar de su desayuno.
Comieron en un silencio cómodo, hasta que no hubo más que migajas en la mesa. En esos momentos, Bill carraspeó, llamando la atención de su hermano y dijo—. Necesito hablar contigo.
Tom asintió y bajó su taza vacía—. ¿De qué se trata?
—Ayer, en la iglesia, el padre me aconsejó hablar con la verdad. —Tom arrugó el ceño y respiró hondo. No le gustaba el timbre que estaba tomando esa conversación—. Y yo… quiero que tú lo sepas, pero… —dudó.
—No te preocupes. No voy a juzgarte, siempre hemos estados juntos en todo. No voy a esperar hasta hoy para cambiar mi forma de verte —aseguró el mayor, ganándose una sonrisa de su hermano. Así que estiró la mano y le dio un leve apretoncito.
—Se trata de Simone. —Tom se esperaba eso. Asintió, instándole a continuar—. Desde pequeño, siempre estuvo pendiente de mí.
—Lo sé.
—Ella no quería que te quisiera demasiado, porque te quitaba la normalidad —comentó Bill, sonriendo ante las memorias de ellos jugando por la casa, tomados de la mano.
—Lo recuerdo, pero nosotros no éramos normales, porque nosotros…
—Somos gemelos —Bill terminó la oración con una sonrisa.
—Exactamente.
—Pero eso no es todo, Tom —Bill alzó la cabeza y arrugó un poco el ceño—. Mi madre no estaba equivocada del todo, ¿sabes? —Tom apretó un poco más la mano de Bill que estaba entre las suyas—. Yo… cuando crecimos, te quería mucho, demasiado.
—Bill, yo igual te amo de esa forma.
El rubio negó con la cabeza—. Déjame continuar, por favor —pidió, sin quitar su mano de entre las otras—. Mi cariño por ti dejó de ser normal en cuanto te vi salir con chicas. —Tom guardó silencio—. Me sentí celoso. Simone se dio cuenta de ello y trató de hablarme. Muchas veces me dijo cosas hirientes, me trató de enfermo, porque me había enamorado de ti. Hace cinco años ella no solo me lo dijo en silencio. Lo gritó a todo pulmón y me pidió que te dejara tranquilo, que no te arrastrara conmigo a mi mundo decadente y hedonista.
—Yo la escuché, te lo dije, Bill. Yo lo sabía y también escogí. Decidí dejarla en Alemania y huir contigo a un mundo donde pudiéramos vivir juntos, sin sus constantes acusaciones.
Bill abrió los ojos muy grandes ante esas palabras. Era cierto que Tom le había comentado sobre esa discusión. Pero en esos instantes, no comprendió la magnitud de lo que implicaba, pensó que solo se refería a que su madre le había gritado que no quería un marica enfermo en su casa.
—¿Estás diciendo que…? ¿Qué estás tratando de decir, Tom?
—Que yo sabía que me amabas más allá de lo fraternal y yo también lo hacía —respondió el mayor, tensándose cuando Bill retiró la mano que los unía—. Pero en esos momentos, no lo sabía como lo sé ahora.
—Tom, yo… no lo entiendo. Todo este tiempo culpándome por el suicidio de Simone.
—Eso es lo que yo no entendía —alegó Tom, volviendo a estirarse para recuperar la mano de Bill y apretarla entre las suyas—. ¿Por qué te culpabas de ello?
—¡Porque me odiaba! —Contestó Bill, más fuerte de lo que intentaba—. Me odiaba porque te amaba como hombre. Me odiaba porque estaba cometiendo incesto.
—Pero eso fue hace años —contra-atacó Tom—. Si debe haber un culpable, entonces ese soy yo. Pero no me siento culpable. El amarte no me puede hacer culpable de nada —dijo con la voz firme y decidida.
Bill arrugó el ceño—. Yo la encontré.
—Estabas en el momento y en el lugar equivocado, Bill. —Tom suspiró profundamente—. Esas vacaciones para ver a los G’s, fueron hermosas, ¿verdad? —El rubio asintió y sonrió débilmente—. Simone fue en busca de los cachorros el día en que salimos de acampada, no Gordon como estaba previsto.
—¿Y qué tiene que ver eso?
—Simone, revisó una de mis maletas y descubrió un diario. Mi diario personal.
—¡¿Tienes un diario?! —Bill no sabía si estar más sorprendido por la existencia de ese diario, o porque lo que contaba Tom estaba haciendo sonar las alarmas de su cabeza.
—¿Te acuerdas de aquella vez, cuando nos emborrachamos y dijimos que escribiríamos un libro? —El rubio asintió—. Me tomé las cosas en serio y comencé a escribir mi propio libro, una autobiografía.
—No estoy comprendiendo —dijo Bill, aunque más bien tenía miedo de que sus pensamientos estuvieran en lo cierto.
—Simone descubrió mi diario. Siendo Simone, lo leyó descaradamente y descubrió que tú no eras el único con pensamientos románticos. Yo también estaba cometiendo incesto en mi mente y en mi corazón.
—Oh, por Dios.
—Ella podía soportar que tú me amaras, porque siempre la enfrentaste y aceptaste tus sentimientos, pero cuando vio que yo, su hijo consentido, sentía exactamente lo mismo que tú, ella no pudo con el peso y se quitó la vida —resumió el mayor—. Suponiendo que ese sea el motivo de su suicidio.
Bill se levantó de la silla y suspiró. Se apretó el estómago, sintiendo ganas de vomitar—. ¿Y por qué lo dices tan fríamente?
—Porque no soportaba que ella fuera el motivo de nuestra separación. La odiaba porque por su culpa tú nunca te atreviste a confesarme tus sentimientos —respondió Tom, levantándose también, caminando hasta su gemelo, envolviéndolo en sus brazos con fuerza, impidiéndole escapar—. Yo no podía decirte, porque por culpa de Simone, tú te sentías sucio, enfermo por estas emociones. Por eso no me importó su muerte.
—Pero ella… lo invade todo.
—No, Bill. Ella no tiene poder sobre nosotros. Nunca lo tuvo.
—Tom… —Bill giró en el abrazo para ver de frente a su hermano—. ¿Me amas?
—Te amo como mi gemelo y además, estoy enamorado de ti, Bill Kaulitz —confesó al fin.
—¿Y qué haremos con ella?
—La dejaremos en el pasado y viviremos nuestra vida, juntos.
—Pero…
—Deja que sea yo, Bill, quien invada tu vida, desde ahora y para siempre.
El rubio asintió tímidamente y se dejó abrazar. En verdad quería lo que Tom le ofrecía. Por primera vez, se dejó abrazar por todo el calor de Tom, sintiendo su cuerpo, los latidos de su corazón, su aliento en el cuello, su amor.
El mayor, por su parte, sonrió complacido de volver a tener el contacto que la muerte de su madre le había robado. Bill volvía a sus brazos, accedía a su cercanía, por fin se dejaría amar.
—Tú, Tom, siempre has invadido mi vida, pero de la forma más dulce.
—Entonces dejemos que este episodio con Simone termine, que termine para seguir yo, invadiendo toda tu vida, Bill.
—Se acabó. Simone quedará en el olvido para siempre, por no haber entendido, por no habernos aceptado.
Los gemelos alzaron el rostro y mantuvieron la mirada fija en la contraria. Deseaban besarse, tocarse y amarse, pero tendrían toda la vida para ello. Ahora ambos habían confesado sus sentimientos y no había nada que interfiriera en sus vidas.
& Fin &
Lo siento, no hubo lemon en este mini fic. Espero les haya gustado.
Eso si fue cruel por parte de Simone al acosar a su propio hijo de esa forma. Pero fue muy bueno.
Me alegro que te gustar, linda
Gracias por leer hasta el final
Suena tan…real. Pagaria por saber lo que en la vida real sabe Simone, o por qué se lleva mal con Bill. Gracias por el fic! Necesitaba leer algo así
Me da mucho gusto que te guste. MUAK
Que triste que su madre no les comprendiera, lo bueno es que supieron superar su muerte. 😘
Es triste porque los hijos siempre buscan la aprobación de los padres, pero no todo es color de rosa.
Gracias por el apoyo. MUAK