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“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 46: Amor en peligro
Es que soy distinto desde que te conocí, que cada día pienso un poco más en ti. Es un peligro que no puedo detener. Peligro de amor, que casi no se ve. Peligro de amor, peligro de querer. Peligro de amor, debe ser así. Peligro de amor, amarte hasta morir (Chayanne)
Gustav se ocultó de Chantelle hasta que las clases dieron inicio. Una vez a salvo en los rincones de su salón, buscó con la mirada a su mejor amigo, Johny, quien al verle, le hizo señas para que se acercara y se sentara a su lado.
—¿Qué ocurre, Gus? Te ves más raro de lo usual —Bromeó, sacando los cuadernos de su mochila y, sin girar, volvió a preguntar—. ¿Ha sido Chantelle?
—¿Por qué tendría que estar aproblemado por Chanty? —Contra-atacó el rubio.
—Gus… —Suspiró el chico y con sus manos movió su pierna mala, para acomodarse mejor y ver de frente a su amigo—. Te conozco desde hace años y nunca te había visto tan acongojado, ni siquiera con la muerte del chico de la pandilla —Una sombra oscureció la mirada del rubio, al recordar a su fallecido amigo—. Esto es más grave que el caso de drogas, porque está tocando tu corazón, Gus.
—¿En verdad me veo tan mal? —indagó el rubio, sin despegar la vista de su escritorio.
—No, sólo quería confirmar mis sospechas —Johny comenzó a reír y Gus, le dio un ligero empujón.
—Eres un tonto.
—Ya, en serio —Cambió su semblante—. ¿Qué ha pasado con la miss Barbie?
—Nada en absoluto —Gus alzó los brazos, pero el ceño fruncido de su amigo le obligó a hablar—. A parte de dejarme como un idiota frente a sus amigas animadoras.
—¿Ella hizo eso?
—Bueno… no.
—Habla claro, Gus —Mandó el chico.
—Es por la apuesta. ¿Te acuerdas que te lo mencioné, cuando me sacó de la cárcel, después de la primera fiesta de la escuela?
—¿La apuesta que hizo con la “Diva Kaulitz”?
—Exacto.
—¿Qué hay con la apuesta? ¿Aunque no tenemos ni puta idea de qué se trata la apuesta? —prosiguió el chico, buscando la mirada de su amigo, que de pronto se tornó triste.
—Oh, nada en realidad —Un golpe en el hombro, le hizo entender que no se escaparía de esa discusión—. Mira Johny, las cosas parecían ir bien con Chanty —Suspiró—. Pero esta mañana, sus amigas porristas confirmaron lo que ya sabía —«Y temía» dijo su cabeza—. Una de ellas afirmó que Chanty nunca se habría acercado a mí, de no haber sido por la apuesta, pero que ahora, que yo era una especie de héroe, debía lucirme como un trofeo o algo así.
Johny estalló en carcajadas, al grado de limpiarse unas pequeñas lagrimitas que escapaban por sus ojos, pero al ver la mirada de extrañeza del rubio, decidió calmarse y expresarle su sentir.
—¿Quieres que sea sincero contigo, Gus? —El rubio asintió—. Creo que estás actuando como una nena —El aludido alzó una ceja—. Exacto, como una niña, peor que una porrista —Se aclaró la garganta, para que la voz le saliera fingida y dijo—. “Ay, pobre de mí, esa maldita mujer, sólo me está utilizando. Quiere un pedazo de este cuerpecito de héroe que sale en la televisión” —La voz le salió tan divertida, que hasta el mismísimo Gustav se puso a reír.
—No bromees, tonto.
—Es en serio. Además, seamos sinceros ¿No te gustaría ser utilizado, por una ricura como Chantelle? —Johny alzó las cejas, sugestivamente a lo que el rubio, volvió a sonreír.
—Eres un idiota.
—Lo sé. Pero, antes de que llegue la profesora te diré algo —Johny se puso serio—. Hace más de un mes, Chantelle me encontró en uno de los corredores, ese modelo Ken, que la sigue a todas partes, me estaba molestando y ella lo corrió —Gus abrió grandemente los ojos—. Me ayudó a llegar hasta mi salón y, aparte de eso, me pidió disculpas por sus amigos tontos y por ella misma, por todas las bromas que me habían hecho, aunque ella no me recordaba en lo más mínimo.
—No puedo creerlo.
—Yo tampoco podía.
—¿Y dónde estaba yo en esos momentos? —preguntó Gus enojado, se supone que él siempre estaba allí, para proteger a su amigo.
—Estabas ocupado ayudando a Tobi a mantener la escuela a salvo.
—Lamento haberte dejado tanto tiempo solo, Johny —Se disculpó el rubio.
—No digas bobadas, gracias a ti y a Tom, esta ciudad ya está libre de los maleantes.
—Casi… —Susurró el rubio.
—Volviendo a Chantelle, Gus. Ella ha cambiado —El rubio lo miró con ojos esperanzados, de verdad quería creer eso—. Esta mañana también escuché a unas chicas hablando de los nuevos héroes de la escuela, que ambos estaba ocupados, ya sabes Tom con Bill y tú con Chantelle. El asunto es que vi a la rubia acercarse a las chicas y les dijo, que ella no estaba contigo porque fueras un héroe, sino porque te quería mucho.
El corazón del rubio dio un vuelco, ella había defendido su relación, eso… era algo sorprendente.
—Buenos días, alumnos —Saludó la maestra al entrar a la sala de clases.
—Gracias, Johny —Susurró el rubio y volvió su atención a la mujer en frente.
&
En otra parte de la ciudad, Tom corría a toda velocidad hasta la panadería, donde encontraría a su novio, el extraño presentimiento en su pecho, sólo le instaba a correr más de prisa.
Cuando llegó a la calle que buscaba, emprendió la carrera hacia la pastelería y, casi al llegar, vio a Bill caminar con una sonrisa en su rostro, pero su sentido de alerta, le hizo percibir una sombra que corría en dirección a su novio. Apretó los dientes y corrió hacia él, lo más fuerte que sus piernas le permitieron, aterrándose al ver el brillo de un revolver.
—¡Al suelo, Bill! —Gritó lo más fuerte que pudo.
El pelinegro, sin siquiera pensar en voltear, confió ciegamente en su rastudo y se arrojó, con bolsas y todo, al piso, cubriéndose de inmediato la cabeza.
—¡Bang! —El sonido sordo de un disparo, le erizó la piel al menor, quien no se atrevió a abrir los ojos y sólo permaneció allí, hasta sentir que las pisadas de Tom se acercaban más hasta él, pero no se detuvieron a su lado, sino que siguieron su carrera.
—¡Maldito! —Escuchó gritar a su amado, pero siguió cubriéndose la cabeza.
—¡Bang! —Un nuevo disparo se oyó y luego mucho gritos y blasfemias.
Bill escuchó más pisadas acercarse a toda velocidad y algo en su corazón le dijo que se levantara, que tal vez su Tomi estaba herido y los que venían corriendo eran más delincuentes del “caso 69”
—¿Bill, estás bien? —Escuchó la familiar voz de Saki, quien se había arrodillado a su lado, para ayudarle a ponerse de pie.
—Sí —respondió el menor, aún tembloroso por la extraña experiencia.
Se apoyó en los fuertes brazos del adulto para posar todo su peso sobre sus pies, y lentamente giró el rostro hacia atrás, donde aún se oía una conmoción. Sus ojos se abrieron grandemente al ver a su Tom cogiendo un arma, para apuntar a un atractivo hombre que sostenía a uno más joven, en el suelo.
—¡Tom! —llamó, casi desesperado, al ver a su novio, otra vez con un revolver en sus manos.
—Calma, Bill —susurró Saki, y soltándolo, se acercó por la espalda a Tom y con lentitud le quitó el arma—. Tranquilo, Tom. Él es de los nuestros.
—Ese hombre disparó —Gruñó el rastudo, al verse con las manos libres.
—Es de los nuestros, Tom —Insistió—. Su nombre es Jeremy Renner, es agente.
—¿Y el otro quién es? —interrogó, dando un pistón en el suelo, para calmar su adrenalina.
—Ese tipo es un delincuente —contestó cortamente—. Ve con Bill —Mandó y, en dos pasos, el rastudo abrazó a su novio, tratando de calmar sus nervios, con el suave tacto del pelinegro.
—Billa… —susurró el mayor, oliendo el perfume característico de su pequeño.
—Tenías un arma —Gimoteó el pelinegro, temeroso.
—Lo siento, bebé. Sólo quería protegerte.
—Lo sé —Bill se relajó entre los brazos de su novio y calmó su respiración.
Observaron como Saki, llamaba a la policía y, en pocos momentos, un carro especial llegó. Esposaron al atacante y el oficial se llevó a Saki para prestar las declaraciones correspondientes.
—Jeremy, habla con los chicos y cuéntales la verdad —Pidió el adulto.
—Pero Page prefiere mantenerlo en secreto —contestó el otro.
—Ya te vieron, así que no queda mucho del secreto —comentó Saki—, además, puedes confiar en Tom.
—Está bien, pero será tú responsabilidad.
—Hecho —Y con eso, cerró la puerta del vehículo y se fue a la estación, junto al resto de los oficiales.
Jeremy observó a los jóvenes abrazados y alzó los hombros, estaba jodido, nunca antes había delatado su posición tan abiertamente, pero ahora tuvo que hacerlo, porque el chico de rastas, simplemente corrió contra el enemigo, sin poseer ningún tipo de arma de defensa, si no hubiera intervenido, lo más probable es que el pelinegro y el mismo rastudo, hubieran terminado contaminados con la droga, o muertos, pues el atacante poseía un revolver automático.
—Mmm, lamento interrumpir —habló el adulto, ante lo cual los chicos se soltaron para mirarlo—, pero creo que lo mejor será ir a un lugar más seguro, no sabemos si hay más cómplices del “caso 69” por los alrededores.
—¿”Caso 69”? —Bill se puso pálido con tales palabras—. ¿Otra más?
—No, chico, son los mismos —respondió el mayor, indicándoles un vehículo cercano, era el de Saki—. Vamos, suban.
Los jóvenes obedecieron y Tom no podía bajar la guardia, ante este nuevo personaje.
—¿Podrías explicarnos, quién eres tú? —Demandó el rastudo, ante lo cual el adulto gruñó, pero asintió, encendiendo el auto.
—Mi nombre es Jaremy Renner, trabajo para la agencia Page, fui contratado por el señor Gordon Kaulitz, para ayudar en la protección de Bill Kaulitz y Tom Trumper —explicó el hombre, como relatando la lectura de un informe policial.
—¿Mi padre? ¿Por qué?
—Por cosas como las que acaban de ocurrir —agregó Jeremy, girando en una esquina y conduciendo hacia el departamento de Tom.
—¿A qué te refieres? —Insistió el rastudo.
El adulto volvió a gruñir, no quería contestar esa pregunta, pues sabía que sólo asustaría a la pareja de jóvenes, pero la mirada constante de Trumper en su espejo, le hizo cambiar de opinión.
—Quedan algunos miembros de la banda de traficantes esparcidos por toda Alemania —Comenzó su explicación, a lo que los chicos asintieron—. Y la policía piensa que pueden tratar de cobrar venganza contra Schafer y Trumper, pues la televisión los ha mostrado como héroes.
—¡¿Venganza?! —Bill casi gritó la palabra y los colores volvieron a desaparecer de su rostro.
—No queríamos que lo supieran, para no asustarlos de esta manera —comentó Jeremy y Tom asintió, al notar como su pequeño temblaba a su lado—. Por eso la agencia Page, ha puesto más protección sobre ustedes.
—¿Por eso no te habíamos visto? —cuestionó el de rastas.
—Exacto —respondió el agente—. Yo estaba vigilando a Bill desde que salió del departamento, no habría corrido peligro, pero tú, jovencito —Le apuntó con el índice a través del espejo retrovisor—, fuiste muy imprudente al correr sobre el asaltante con las manos limpias.
—Tom sabe Capoeira —Le defendió el pelinegro.
—Lo sé, Bill —Sonrió el adulto—. Pero si te atacara un profesional, la Capoeira no sería más que un baile —Tom apretó los puños—. Por eso estaba yo ahí, para cuidar de tu cara bonita —El menor se sonrojó y bajó la mirada, cosa que enfureció aún más al de rastas.
—Supongo que nos seguirás vigilando —afirmó Tom, casi al llegar a su casa.
—Me quedaré cerca del departamento, sería muy amable de su parte, que no salieran a menos que me lo hicieran saber, aquí está mi número privado —extendió su mano hacia atrás y el pelinegro cogió la pequeña tarjeta de presentación, leyendo con interés la frase “Agente especial”.
—Gracias —murmuró el menor y sacando su celular, guardó el número en sus contactos. Tom lo observó con el entrecejo apretado y la mandíbula igual de tensa.
—Ya llegamos —anunció el adulto.
—Bien —Tom fue el primero en bajar, ofreciendo su mano al pequeño, quien la tomó gustoso y le siguió al edificio.
Caminaron en silencio por las escaleras, hasta que el pelinegro suspiró hondamente, haciendo sonreír al mayor.
—¿Qué ocurre, Billa?
—Perdí mi delicioso pastel de fresas.
—Tengo algunas cosas en la cocina, podría prepararte algo igual de dulce y rico —Ofreció el rastudo, sonrojando a Bill—. ¿Qué ocurre? —El menor alzó una ceja, en forma coqueta.
—No hay nada que encuentre más dulce que tú, mi querido Tomi —comentó y pasó sensualmente la lengua por sus labios, cosa que no pasó por alto el mayor, quien apretó su mano.
—Pues… si quieres… puedes comerme también —susurró sonrojado.
—¿Qué esperamos? —Bill apretó su mano y emprendió la carrera hacia el último piso, por las elevadas escaleras.
&
Más tarde, ese mismo día, Gustav recorrió los pasillos de la escuela, en su típico reconocimiento de gente extraña, sin embargo, en lugar de prestar atención a los rostros de los estudiantes, se dedicó a buscar una melena rubia en particular, hasta que por fin, la encontró.
Chantelle caminaba notoriamente molesta detrás de una figura masculina, antes de girar por una esquina, Gustav descubrió que aquel hombre, era nada menos que el modelo Ken, que siempre acosaba a la chica. Frunció el ceño y los siguió, guardando las apariencias.
Al ver que habían desaparecido, puso atención a las voces de los salones que estaban cerrados, hasta que oyó la distintiva voz chillona de Chanty y se apoyó en la puerta, para escuchar, aunque sin poder ver nada.
—¡Te dije que te callaras! —Gruñó la chica, cruzándose de brazos.
—Ya basta, Chantelle —Mandó el joven—. Asume que estás con él por la apuesta.
—¡Cállate! —Gritó la mujer—. Si fue así, eso quedó en el pasado, ahora todo es diferente.
—Oh, claro que es diferente —dijo el chico con la voz cargada de ironía—. Él ahora es famoso, toda una celebridad, amado por las mujeres, envidiado y temido por el resto de los alumnos. Ahora es perfecto para ti, le puedes sacar partido y además, podrías ganar la apuesta.
—¡Que no! —Ella parecía al borde de las lágrimas—. Que no entiendes, me gusta Gustav. Yo… lo quiero.
—¡No! —Gruñó el joven y abrazó a la chica, contra su voluntad.
—¿Qué haces? ¡Déjame!
—Bésame, Chantelle. Vuelve a ser mía —Pidió él, sin soltar el agarre.
—No, no, déjame —La rubia se revolvió en sus brazos, tratando de escapar de los labios de su compañero, que estaba cada vez más cerca de su rostro, hasta que finalmente gritó—. ¡GUSTAV! —Como si supiera que él saldría de cualquier sitio para salvarla.
Lo que ella no se esperaba, era que su novio efectivamente estuviera detrás de la puerta, la cual se abrió de una patada (que imitó de Saki, cuando liberaron a Gabriel) y procedió a rescatar a la mujer, ubicándola a sus espaldas, para enfrentar a un furioso modelo Ken.
—¡Qué demonios! —Gruñó el chico.
Sin poder evitarlo, Gustav se acercó al chico, empuñó su mano y la impactó fuertemente contra la mandíbula del joven, rompiéndole el labio en el proceso.
—Si te vuelves a acercar a MI NOVIA, te demandaré —dijo con la voz fría, y luego su mirada se oscureció tanto, que el chico retrocedió un paso—. Y luego… te mataré.
Sin vuelta atrás, el modelito Ken salió disparado hacia el corredor, dejando a la pareja sola.
—¿Estás bien, Chanty? —preguntó el rubio, acercándose a la joven, para ver si tenía algún daño, a lo que ella sonrió.
—¿Gus?
—¿Mmm?
—Gracias —Él cerró las distancias y se fundieron en un suave beso.
& Un mes después &
Las vacaciones de invierno se aproximaban y con ellas, el baile de temporada de la escuela. El grupo del comité estudiantil había insistido en hacer la fiesta en un lugar ajeno al establecimiento educacional y así, poder tener algo más de libertad (y licor), así que habían optado por pedir auspicio a los clubs de mejor reputación de la ciudad, entre los cuales, se hallaba el Club Listing.
—¿Bill, estás listo? —preguntó por millonésima vez el castaño, mientras Bill seguía pegado al celular.
—Un segundo, Geo —Pidió el cantante, para despedirse de su novio y finalmente colgar la llamada.
—¿Seguro que quieres ir conmigo? —insistió el castaño—. Comprenderé si prefieres estar con Tom.
—Tranquilo, Geo —cortó el moreno—. Tom tiene que trabajar, su jefe tendrá un nuevo inversionista en la sala grande de la biblioteca y quiere asegurarse de que todo marche bien, por eso prefiere que sea Tom, quien esté al mando.
—Vaya chico.
—Lo sé, mi Tomi es único.
—Entonces nos vamos —anunció el mayor, pero luego se quedó quieto—. ¿Qué hay de él? —Señaló por el retrovisor, el vehículo del agente Renner, quien los vigilaba.
—Nada, Jeremy sólo nos seguirá, tú tranquilo —contestó con una sonrisa.
—Te ves feliz —comentó Geo, cuando estaban por llegar al club de su hermano.
—Lo estoy, hoy me he portado como un verdadero líder de los estudiantes y ahora que consiga el patrocinio de tu hermano, mis compañeros me amarán —explicó el moreno, como toda una “diva”.
—Bill, todo el mundo te ama, aunque no hagas absolutamente nada.
—También es cierto —Se dio su auto-beso—. Soy el mejor —Ambos sonrieron, cuando el castaño detuvo el carro.
—Habrá poca gente, por la hora, así que no habrá problema para nos reciba —afirmó el chico y entró, seguido del cantante.
—Hola Geo —Saludó su hermano, llamándolos desde la barra.
—Hola Paul —Saludó Bill y le dio un abrazo al hombre.
—Hey bro —El castaño, le dio un medio abrazo y apretó su mano—. ¿Tienes algo de tiempo?
—Claro, hermanito. ¿Qué ocurre? ¿Necesitas dinero? ¿Condones, quizás? —Le guiñó el ojo y Bill se sonrojó, dándole un golpecito en el hombro.
—Tonto, sabes que estoy con Tomi —Le reclamó el menor.
—Sólo bromeo, “diva” —Revolvió su cabello y le guiñó un ojo—. ¿Y dónde está mi guitarrista favorito? ¿No vino con ustedes?
—No, Tomi tuvo que trabajar —anunció el pelinegro, haciendo un puchero adorable.
—Quién lo diría, ¿eh? —dijo Paul pensativo—. Ese pobre chiquillo —Los más jóvenes lo miraron confundidos y el castaño cambió el tema.
—Mira Paul, Bill necesita hablar contigo de negocios.
Al escuchar la palabra mágica, Paul se puso de pie y le dio una señal, para que lo acompañara hasta su oficina.
—¿Geo, vienes? —preguntó el cantante.
—No, aprovecharé y tomaré un trago.
—No bebas demasiado, recuerda que traes a una celebridad en tu coche —Reclamó juguetonamente el moreno.
—Tranquilo, nada malo te pasará a mi lado.
—O Tomi te mata.
—Exacto —Con esas palabras, el pelinegro entró a la oficina del administrador del local.
El castaño se sentó en una de las butacas de la barra y sonrió a la guapa chica que batía las bebidas.
—¿Lo de siempre precioso? —indagó la mujer con una sonrisa coqueta.
—Claro Xaviera —La chica sirvió el brebaje en una hermosa copa y volvió a sonreír.
—¿Y quién es el chico que te matará? —cuestionó, tratando de hacer conversación.
—Nada, es Trumper, ya sabes, el chico de la apuesta —La chica sintió un nudo en la garganta, pero no dijo nada, ni borró la sonrisa que adornaba su rostro.
—Nunca me has contado realmente sobre esa apuesta —La chica alzó la ceja.
—Pues verás…
La expresión de Xaviera permaneció invariable, durante todo el relato, pero tras la barra, sus puños estaban totalmente apretados.
Al cabo de una media hora, la puerta de la oficina se abrió y un sonriente pelinegro salió de allí, seguido de Paul.
—Geo, ven un momento —llamó su hermano.
—Claro.
—Bill, toma una copa, yo invito, debo hablar con mi hermanito —El moreno sonrió y asintió, acercándose a la barra, donde un rostro familiar lo miró con desprecio.
—Hola Bill. ¿O debo llamarte “Diva Kaulitz”? —siseó la chica, con clara malicia en la voz.
—¿Xaviera?
—Hay algo de lo que debemos hablar, Kaulitz —Soltó con el ceño fruncido.
—No hablaré de Tomi contigo, Xaviera.
—No se trata de Tom —insistió la chica.
—¿A no?
—Hablemos de… “la apuesta” —Bill palideció.
& Continuará &
Se han encontrado y ahora sí la ex amante de Tom sabe toda la verdad. ¿Será ella quien le cuente todo a Tomi? ¿O tal vez ella obligue a Bill a decirle sobre la apuesta? No se pierda la continuación. Gracias por leer y muchas más gracias por comentar.