“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 48: Ultimátum
When you try your best, but you don’t succeed. When you get what you want, but not what you need. When you feel so tired, but you can’t sleep. When you lose something you can’t replace. When you love someone, but it goes to waste. Could it be worse?
Cuando das lo mejor de ti, pero no tienes éxito. Cuando obtienes lo que quieres, pero no lo que necesitas. Cuando estás muy cansado, pero no puedes dormir. Cuando pierdes algo que no puedes reemplazar. Cuando amas a alguien, pero lo vas a perder. ¿Puede ser peor? (Fix you. Coldplay)
Cada vez que la joven pareja tenía intenciones de intimar, Tom comenzaba con las más dulces caricias, tal como en esos momentos. Recorría el cuello de su pelinegro, repartiendo besos de mariposa por la tersa piel, causando escalofríos en el menor. Por aquella conexión especial que los unía, el rastudo sabía que Bill estaba tan deseoso como él y, poniéndose de pie, cargó al cantante en sus brazos y lo llevó hasta su cuarto.
Recostó al moreno en la cama y vio a sus tristes ojos, arrugando el ceño, preguntándose mentalmente qué tendría así a su pequeño.
—Te amo —repitió—. Y siempre lo haré —Sólo esas palabras parecieron tener sentido en la cabeza del pelinegro, porque entonces sonrió y relajó sus hombros.
—Y yo te amo más, mi querido Tomi.
Recobrando la confianza, el cantante procedió a quitar la bandana que adornaba la frente de su novio y luego, poco a poco, siguió quitando prenda por prenda, hasta dejarlo sólo en sus interiores.
—Eres tan sexy —susurró con la respiración entrecortada, pues la ansiedad lo estaba matando.
Tom sonrió, le gustaba que su Billa le elogiara. Él sabía que, como atleta, su cuerpo estaba bien formado, pero como siempre usaba ropas anchas, nadie había apreciado en realidad su leve musculatura, mucho menos antes de ser novio de Bill, cuando era un alumno invisible.
Una delicada mano del menor se posó en uno de sus pezones y sonrió en forma sexy.
—Si tuvieras un piercing aquí, disfrutarías mucho más.
—No me gustan las perforaciones —dijo el mayor, casi en un gemido al sentir como los finos dedos estimulaban aquella erógena zona.
—Lo sé —Levantó su ceja perforada y se acercó—. Y por lo tanto, requieres más incentivos —Tom jadeó al sentir como la lengua de Bill hizo contacto con su carne, apretando los ojos, se dejó hacer.
—Billa… —susurró y se alejó para reciprocar las atenciones.
El mayor separó el cuerpo del pelinegro y con la misma lentitud, procedió a desvestirlo. Bill tenía los párpados pesados y la respiración agitada, quería que Tom lo tomara con fuerzas, pero aún no llegaban a ese instante, el cantante sabía que cuando sus pieles quedaban a la vista, era un momento casi de adoración entre ellos, cuando se confirmaban lo mucho que se amaban y que, lo que harían, no era pura lujuria, sino la mayor muestra de amor que se podría entregar.
—Aaahhh —jadeó el pelinegro al sentir como las firmes manos de Tom lo empujaban, dejándolo con la espalda contra la cama.
Sus bocas se encontraron y su beso cobró fuerzas. Había llegado el momento. Con toda la experiencia de la que era capaz, el mayor recorrió el cuerpo de Bill, repartiendo besos y suaves caricias, estimulado cada rincón del pelinegro, hasta llevarlo al borde de la locura.
Con una habilidad única, el rastudo los había despojado a ambos de sus bóxer y se masturbaba, mientras lamía la punta de la longitud de su Billa. Ese pene, que tantas veces le causó pesadillas, ahora era uno de sus juguetes favoritos, un dulce que le encantaba devorar cada vez que podía. Pasó la lengua repetidas veces por cabeza y luego soplaba, sonriendo al ver como la piel del bajo vientre del pelinegro, se erizaba ante la fría sensación.
Bill disfrutaba de las atenciones de su novio, gimiendo de gusto, pues sabía que sus sonidos intensificaban la excitación de su pareja. Entreabrió los ojos, al sentir como su novio se movía. Estaba cogiendo el tubito de lubricante, cosa que hizo palpitar a su miembro.
Tom lubricó sus dedos con rapidez, sin dejar de lamer la carne de su pareja, y con mucho cuidado, abrió más las rodillas de su pequeño, para obtener mejor acceso a la entrada que deseaba llenar, no sólo con sus dígitos.
Lo gemidos de Bill, además de sus movimientos serpenteantes, le indicaron que ya estaba preparado para recibirle. Dejó su sabroso dulce y puso la substancia resbaladiza a lo largo de toda su hombría, que estaba hinchada y palpitante de puro deseo. El pelinegro lo miraba jadeante y ansioso.
—Te amo —reiteró el mayor, como si nunca se cansara de decir tales palabras a la criatura bajo su cuerpo.
—Te amo —respondió el moreno, con los ojos bien abiertos, viendo como su amado entraba en él lenta, pero firmemente. Contuvo el aliento, pero su cuerpo estaba relajado, adaptándose a la anhelada intrusión.
Sus cuerpos estaban completamente conectados ahora, tanto sus almas como sus corazones palpitaban al mismo ritmo. Tom se acercó a la boca de su pequeño y juntó sus labios tiernamente y luego sonrió. Ese era su ritual, verse a los ojos, cuando se fundían en uno solo. El rastudo no vio ningún rastro de duda en los ojos contrarios, fuera cual fuera el problema que tuviera su novio, no tenía nada que ver con el amor que se profesaban. Estaba seguro de ello, su amor era… perfecto.
—Aaahhh —Gimió el menor, al sentir como la figura sobre él comenzaba a retirarse sólo para volver a embestirle con suavidad. Sus estómagos aún juntos, friccionaban su propia hombría causándole millones de ondas placenteras.
—¿Te gusta? —preguntó el mayor, pasando la lengua por una orilla de su labio.
—Mmm, deberías tener un mmm piercing en tu labio mmm, no te das cuenta que siempre lo lames, cuando me haces el amor —contestó el moreno, alzando su ceja perforada.
—Lo… pensaré —agregó el mayor, con la respiración acelerándose.
Tom se movió más rápido sobre el cuerpo de su pelinegro, pero sabía que era más pesado que su pequeño y no quería aplastarlo, así que salió de esa estrecha calidez y cogiendo a Bill por la cintura, lo arrodilló sobre la cama, pegando su pálida espalda, contra su pecho sudoroso.
—Entra… —Mandó el menor y obedientemente, el rastudo se deslizó de vuelta en esa húmeda cavidad—. Aaahhh —Gimió fuertemente, al sentirse lleno otra vez.
Esa era su postura favorita, porque Tom lo abrazaba con ternura, pero a la vez, sus brazos fuertes le hacían saber quién era su dueño. Y lo mejor era que su novio, no dejaba de embestirlo prodigándole todo el placer que quería.
Una de las manos del mayor bajó del pecho de Bill, hasta su erguido miembro y bombeó con fuerzas, logrando que el menor estuviera al borde del colapso.
—Tomi, yo…
Pero el mayor aún tenía energías, así que empujó la espalda de su amado, obligándole a apoyarse con sus manos, levantando más su redondo trasero, donde Tom embistió con ganas y mayor velocidad, golpeando el maravilloso punto dentro de su cantante, que le hacía ver estrellas.
—Aaahhh Toooom —Gritó el menor, alcanzando su preciado orgasmo.
Acometiendo una última vez, Tom eyaculó dentro de su pequeño, gritando su nombre, casi tan alto como el mismo Bill lo había hecho. Se movió lentamente tres veces más, para exprimir toda su semilla y con mucho cuidado salió de su cuerpo. Lo cogió por la cintura y lo acostó a su lado, abrazándolo con todo el cariño que sentía por él.
Sus respiraciones estaban alborotadas, pero las sonrisas de sus rostros no se apagaban. Se miraban con adoración y ternura. Tom lentamente quitaba los mechones sudorosos del cabello del menor, para ponerlos detrás de sus orejas y Bill se dejaba hacer, repartiendo besos a cada dedo que llegaba cerca de su boca.
—Te amo tanto, Tomi, nunca olvides eso —Logró articular el menor.
—Claro que lo sé —respondió Tom, envolviéndolo entre sus brazos.
—Hagámoslo de nuevo —Pidió el cantante, cosa que hizo reír al de rastas.
—¿Por qué la prisa? ¿Te enteraste del apocalipsis zombie y te estás preparando? —Bromeó el mayor, recordando la serie de televisión que habían visto juntos unos días atrás.
—¿Te estás volviendo viejo y no eres capaz de amarme nuevamente? —Contra-atacó el pelinegro, mordiendo levemente el lóbulo de su novio.
—¡Hey! —Se quejó al sentir los dientes apretar su carne.
—Te necesito, es todo —Ofreció el menor, a modo de explicación.
—Aquí estoy, bebé —Besó su frente, sintiendo un nudo en su garganta—. Si necesitas decirme algo, aquí estoy. Sabes que no te juzgaré y siempre te apoyaré.
Bill asintió, quería llorar, pero no podía, no aún… esa noche se dedicaría a amar a Tom y al día siguiente le confesaría todo. No tenía más tiempo, después de todo.
Tom sintió como el pequeño se tensaba en sus brazos y para evitar que el dolor volviera a hacer acto de presencia, devoró los labios de Bill.
&
Después del tercer round, Tom se durmió profundamente, Bill habría hecho lo mismo, de no ser por la culpa que no dejaba de atormentar su mente. Cerrando los ojos, se remontó a unas horas atrás, a su conversación con la ex novia de su amado.
& Flashback &
—Hola Bill, ¿o debo llamarte “Diva Kaulitz”? —siseó la chica, con clara malicia en la voz.
—¿Xaviera?
—Hay algo de lo que debemos hablar, Kaulitz —Soltó con el ceño fruncido.
—No hablaré de Tomi contigo, Xaviera.
—No se trata de Tom —insistió la chica.
—¿A no?
—Hablemos de… “la apuesta” —Bill palideció.
La mente del pelinegro se quedó en blanco unos segundos, hasta que la mirada furiosa de la chica lo devolvió a la realidad, frunció el ceño y trató de fingir indiferencia, quizás el despistado de Georg había soltado la palabra “apuesta” mientras bebía junto a la barra, pero eso no quería decir nada, no significaba que ella tuviera alguna idea de lo que pasaba realmente con esa infame palabra.
—¿Apuesta? —repitió el pelinegro, arreglándose el cabello—. ¿De qué hablas? ¿Qué quieres apostar? —Fingió absoluta sorpresa—. No me dirás que eres una viciosa y te lo pasas en los casinos, jugándote todo el sueldo —Medio bromeó el chico.
—No hablo de esa clase de apuestas, Bill —Gruñó ella, secándose las manos con un paño blanco—. Hablo de las apuestas que haces con las porristas, para burlarte de la gente buena.
El moreno arrugó la nariz, hacía mucho tiempo que no se mofaba de nadie, al contrario, desde que estaba con Tom, se había vuelto alguien “blando”. Y ahora que lo pensaba, tampoco Chantelle se burlaba de los otros alumnos.
—Esas cosas ya pasaron, Xaviera —Su voz se tornó seria—. Desde conocí a Tom, todo ha cambiado.
—¿Y cómo fue que conociste a Tom? —preguntó ella, alzando una ceja, perforándolo con su mirada de hielo.
—¿Eh?
—Según lo que Tom me contó, ustedes han sido compañeros de curso por años, pero tú solamente te acercaste a él, al comienzo de este año escolar —relató ella, levantando un dedo—. ¿Cómo fue? ¿Por qué alguien como la “Diva Kaulitz” se acercaría a alguien del estilo de Tom?
El pelinegro sintió un nudo en la garganta, cosa que le forzó a tragar duro. Su mente se preparó para inventar algo, pero el dedo índice de la mujer le detuvo.
—No, no —Movió negativamente el dígito—. No te atrevas a mentirme.
—Será mejor que me vaya —dijo él, apretando su bolso.
—Me hablarás claro, Kaulitz, o yo misma le contaré a Tom como tú, junto a la porrista, se pusieron de acuerdo para convertirle en un “pretty people” —Soltó ella, congelando al cantante, quien casi se desploma en uno de los sillones de la barra.
—Yo… —Las manos del menor comenzaron a temblar incontrolablemente. Xaviera lo notó y sin pensarlo dos veces, preparó una copa fuerte para el chico, quien la apretó en sus manos, como una forma de controlar el movimiento constante de ellas.
—Te escucho.
Bill no podía levantar la mirada del vaso que apretaban sus dedos. Un dolor se formó justo en sus sienes, punzante y constante, como el remordimiento que surgía en su pecho, cada vez que la palabra “apuesta” se oía.
—¿Cómo te enteraste de la apuesta? —preguntó el pelinegro, con la voz tambaleante, él odió esa muestra de debilidad, pero no podía controlarla en esos momentos, pues todo su ser se encontraba temeroso.
Xaviera se compadeció del cantante y le explicó que había oído rumores de los “pretty people” refiriéndose a la víctima y que justamente esa tarde Georg los había confirmado. Bill dio un ligero sorbo a la bebida y ella finalizó, preguntado.
—¿Qué dirás en tu defensa?
—No tengo excusa —Negó con la cabeza.
—¿Y por qué sigues con Tom? ¿Lo engañas?
—¡NO! —Casi gritó el pelinegro, golpeando el vaso en la barra.
—¿Lo ves? —Ella se apoyó cerca de él—. Cuéntame por qué sigues con él.
Bill soltó un hondo suspiro y comenzó a relatar su primer encuentro con el chico de rastas, aquella vez a la hora del almuerzo, cuando lo designaron como su víctima, pensando que era un obeso por sus ropas gigantescas. El rostro del pelinegro se iluminó al recordar los hermosos ojos ambarinos, que habían dejado escapar una lágrima y cómo Tom los había ocultado bajo esas gafas horrorosas de segunda mano.
Xaviera escuchó con atención las palabras del chico bonito y tomó nota de sus cambios faciales, cada vez que comentaba sobre algún episodio en particular, como cuando lo rescató del accidente en coche, corriendo a través de la tormenta y eso lo inspiró a escribir la canción Monsoon.
Sonrió cuando Bill relató la pelea de Tom con Bushido, cuando el rapero quiso aprovecharse de él. Ella había visto el video y las parodias que se publicaron al respecto, pero lo que más le llamó la atención, fue la cara de adoración que ponía el menor, al referirse a su Tomi. Era como un pequeño hablando de Superman, sin duda, Tom era el héroe del cantante.
Ella escuchó en silencio la narración del pelinegro y, como mujer, podía estar segura de que Bill amaba a Tom y que en esos precisos momentos, el chico estaba aterrado porque no quería separarse de él, pero ella conocía demasiado bien al rastudo y sabía que si llegaba a enterarse de la verdad por alguno de los “pretty people”, quedaría devastado y volvería a sumirse en la soledad. Obviamente, ese desenlace no sería bueno para ninguno de ellos y pensó que lo mejor sería darle un empujón al pelinegro, así que cambiando su expresión a una de seriedad, demandó.
—Debes decirle la verdad.
Los ojos de Bill se abrieron grandemente, por un momento, el pelinegro pensó que la chica lo dejaría en paz, pero al parecer no sería el caso.
—No puedo —susurró apenas.
—Si no lo haces tú, se enterará de otro modo —Ella le obligó a verla de frente—. Tus amigos le dirán todo si se van de copas, tal como yo me enteré aquí.
—No lo harán —Negó con la cabeza.
—Debes hacerlo, Bill. Debes contarle la verdad.
—Yo… —Miró el vaso con pesar—. No puedo, en serio no puedo. Me odiará.
—Tom es incapaz de odiar, Bill, ya deberías saberlo —alegó la mujer.
—Lo sé —Esbozó una leve sonrisa—. No me odiará, pero se enojará conmigo, y mucho…
—Si no lo haces tú, lo haré yo —Bill alzó la cabeza de golpe.
—No te atreverías.
—¿Quieres apostar? —dijo sarcásticamente.
—Eres una perra —Soltó apretando los dientes—. Estabas buscando una oportunidad para interponerte entre nosotros desde que llegaste a la ciudad. ¡Confiésalo!
La chica sonrió complacida, le gustaba ver esa chispa en los ojos del cantante, era la pasión de un ser enamorado, dispuesto a luchar con uñas y dientes por el ser amado.
—¿Y qué si fuera cierto?
—¡Lo sabía! —Gruñó el menor—. Lo quieres de vuelta porque para ti es sólo un “Sex God”, pero estás mal, él ya no es así, para él ya no es sólo el sexo, nosotros nos amamos.
—Le amas y le mientes, eso no es amor —Le picó la mujer.
—¡No! —Volvió a golpear el vaso contra la barra—. Lo amo con todo el corazón.
—Entonces, dile la verdad. Tienes hasta mañana —Advirtió Xaviera.
—¿Qué?
—Mañana iré a verle y si tú no les has dicho nada, yo lo haré. Es un ultimátum.
El celular del joven sonó y lo cogió deprisa. Al leer el contenido del mensaje sonrió con tristeza.
—Debo irme —dijo con la voz baja, guardando el teléfono en su costoso bolso Prada.
—¿Cuándo lo harás?
—Pronto —Fue lo único que pudo ofrecer. Estaba aterrado, pero lo haría.
—¿Y cómo lo sabré? —Insistió la mujer.
—Porque seguramente él te buscará.
& End of Flashback &
Bill suspiró hondamente, miró el reloj que marcaba las cinco de la mañana, no había podido pegar ojo en toda la noche. Su mente reiteró aquella conversación una y otra vez, la palabra “ultimátum” aún le daba escalofríos, pero no había vuelta atrás, debía hacerlo.
—Mmm, Billa —Tom había abierto los ojos y lo miró preocupado—. ¿Qué ocurre?
—No es nada. Estoy nervioso por la preparación de la fiesta —Mintió—. Además debo ir a los ensayos con la banda.
—Cantarán sólo un par de canciones, no te tienes que presionarte por ello, eres estupendo —Le alabó y le acarició la mejilla con ternura.
—Eso lo dices porque eres mi novio. Sabes lo perfeccionista que soy —Se defendió— Le debo a los fans, como Gabriel, el dar todo de mí en el escenario.
—Billa, la banda nunca antes te quitó el sueño.
—No es sólo la banda. Toda la organización recaerá en mis manos y esta vez, no quiero arruinar nada —Evadió la mirada inquisitiva del mayor, quien simplemente le abrazó.
—¿Quieres que te ayude?
—No, mi vida —Correspondió el abrazo—. Tú irás a la biblioteca hoy, mientras yo arregló los asuntos en el Club Listing.
—¿Almorzaremos juntos?
—Lo dudo, pero esta noche vendré —Se puso serio—. Debemos hablar.
Tom asintió, pensó que había llegado el momento en que su pelinegro le diría el motivo de sus tristezas, seguramente estaría relacionado a la demora en el regreso de su padre desde Estados Unidos, pero de todos modos, estaría allí para apoyarlo y cuidarlo, como siempre.
—Te amo, Billa —Los ojos del pelinegro se aguaron y se aferró con más fuerzas al cuello del rastudo y asintió.
& Continuará &
Sí, Xaviera sí le dio un ultimátum a Bill. Y ahora todas quieren matarme, porque terminó otro capítulo y todavía no hay verdad jajajaja. Pero bueno, en el siguiente viene “la conversación” y ya saben… Comenten porque sólo eso acelera mis dedos sobre el teclado. Besos y abrazos energéticos para todos.