53: Expuestos

Ya cada vez queda menos.

Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan

Capítulo 53: Expuestos

We’ll run where lights won’t chase us. Hide where love can save us. I will never let you go (Spectrum)

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Correremos donde las luces no nos persigan. Nos esconderemos donde el amor pueda salvarnos. Yo nunca te dejaré ir (Zedd)


Tom se quedó de piedra, cuando las imágenes comenzaron a proyectarse sobre la gran pantalla del escenario. Eran fotografías suyas, de cuando usaba las gafas, de su ropa de segunda mano, de su abrigo gigante, de los libros que usaba para entrenar. Y luego el cambio de look, cuando comenzó a usar los lentes de contacto, la ropa que le compró Bill, como pago a su trabajo. Luego imágenes similares mostraron a su amigo Gustav.

Un murmullo se dejó oír por todo el lugar, hasta que la pantalla quedó en blanco.

Muy cerca del escenario, el pelinegro se removía en los fuertes brazos de David Jost, quien lo tenía retenido en contra de su voluntad, amordazado y maniatado.

Vaya, vaya, así que de esto se trataba —dijo con voz burlona—. Esa chiquilla es muy maquiavélica, pero si yo lo hubiese sabido antes, te habría chantajeado para que siguieras fingiendo ser el novio de Bushido, y ¿por qué no? Tal vez te hubiera pedido que te dejaras follar por él.

Bill le dio una mirada de odio, lo mismo que sus compañeros de banda, que estaban en iguales condiciones que el cantante, pero atados a las sillas y custodiados por otros matones gigantes

Incluso —David se acercó al rostro del pelinegro y pasó su lengua por una mejilla del mismo—. Te habría probado yo mismo, niñato —Bill se estremeció y trató desesperadamente de escapar de su acoso, infructuosamente.

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Frente al escenario, el rastudo temblaba de pies a cabeza, pero de pura ira y no precisamente contra su pelinegro, sino contra la porrista de mierda que estaba mostrando aquellas fotografías, exponiéndolo ante todas aquellas personas.

Pero lo que él no se esperaba, fue un grito de una de las fans de Bill.

¿Y tú crees que nosotros no lo sabíamos?

¡Eres una idiota!

¡Sólo pretendes perjudicar a nuestro Bill!

¡Le tienes envidia!

Y decenas de expresiones similares se oyeron entre la multitud. Hasta que una chica logró subir al escenario y de un empujón le quitó el micrófono a Heidi.

Hola a todos, mi nombre es Adriana y sigo a “The beautiful people” desde sus inicios —Justo en esos momentos, otra chica subió al plató y cogió a la porrista que planeaba huir—. Creo que todos los que han escuchado cantar a Bill Kaulitz, saben que sus letras hablan de libertad, de luchar por lo que anhelas, de hacer tus sueños realidad. Él nos inspira a no dejarnos vencer por la cultura consumista.

Tom, dentro de la multitud de oyentes, alzaba las cejas pues su novio era una “diva” de pies a cabeza y siempre había vivido rodeado de lujos. A él no le importaba referirse a las personas de un estrato social inferior al suyo, como los “ugly people” y siempre arrugaba la nariz cuando algo no alcanzaba los estándares de belleza que sólo él aprobaba. Pero al oír los murmullos de aprobación del público, sintió una calidez en su pecho, “orgullo” era la mejor palabra que describía lo que su pequeño le hacía sentir.

En una de sus canciones, Bill nos enseñó que debíamos buscar la belleza que estaba dentro de nosotros y no dejarnos llevar por la apariencia física —Continuó la fan, sobre el escenario—. Nosotros sabíamos cómo lucía Tom Trumper, porque cuando lo rescató de las garras de Bushido, investigamos sobre él. Sabemos que es un deportista destacado y que ayudó a la policía a resolver el “Caso 69”, entonces a nosotros no nos importa cómo lucía el chico antes de ser el novio de Bill, para nosotros, Tom es un héroe. Lo mismo que Gustav, quien también arriesgó su vida para ayudar a la policía. ¿De verdad creen que esta apuesta es importante?

Noooo —Gritaron todos.

¿Lo ven? Además Gustav también es novio de Chantelle —Señaló hacia el centro de la pista, donde una luz iluminó a la pareja de rubios, quienes sonreían, un poco apenados por la alusión—. ¡Mejor sigamos con el show!

Siii —Gritaron al unísono otra vez.

Pero nada ocurría, la música estaba detenida y todos comenzaron a inquietarse. Paul Listing subió al escenario y llamó.

Tom, tienen a Bill.

Como si un rayo le hubiese golpeado, el rastudo corrió los pocos metros que faltaban, esquivando personas bruscamente, para llegar a la puerta donde debían estar los miembros de la banda.

Llama a la policía —Mandó a Paul.

Ya lo hice, pero hay una persecución y tardarán en llegar.

Tom cogió su celular y marcó el número de quien menos quería—. Jeremy, hay problemas. Tienen a Bill.

La llamada se cortó y luego el joven marcó a Saki, repitiendo el mensaje.

Al verse frente a la puerta, golpeó con todas sus fuerzas y gritó—. ¡¿Quién está ahí?!

Dentro de la habitación, David sonrió maliciosamente y susurró al oído del cantante con un aire condescendiente.

Aww, tu noviecito ha venido a rescatarte —Pegó al chico contra su cuerpo y cambió su tono de voz a uno rudo y molesto—. Ha llegado la hora, niñato —Bill negó con la cabeza, sin tener idea de lo que pasaba por la mente de su ex representante—. Me arruinaste la vida, Bill y ahora yo arruinaré la tuya.

El pelinegro creyó que David sacaría un arma y dispararía a su amado Tom, cosa que era lo más terrible que le podría pasar en la vida. Así que en ningún momento esperó, que el adulto comenzara a frotarse contra su trasero y luego metiera sus sucias manos, por entre su ropa, con intensión de quitársela.

Te follaré tan duro que lo recordarás por el resto de tu vida. Y lo haré hasta que tu noviecito entre y vea como mancillo tu cuerpo.

Bill sintió que su sangre se congelaba, su rostro perdió todo color y por un segundo creyó que se desmayaría.

Al otro lado de la puerta, Tom sintió en carne propia aquella sensación y sin pensar en nada, dio un paso atrás y repitió la hazaña de Saki, dando una firme patada a la puerta. La primera vez no resultó, ni la segunda, pero la tercera, logró romper los goznes que la sostenían, haciéndola caer estrepitosamente, descubriendo a David con los pantalones abajo, terminando de desnudar a su pequeño, quien lo pateaba, cuanto podía.

¡Maldito hijo de puta! —Saltó como un poseso sobre el adulto, quitándolo de su pelinegro y se puso a propinarle golpe tras golpe, sin pensar en nada. Se sentía como un toro, que al ver las primeras manchas de sangre, simplemente siguió embistiendo contra todo lo que se cruzaba entre sus puños.

El rastudo no oyó como llamaban su nombre, no escuchó los llantos de Bill, no reaccionó con nada, hasta que unas firmes manos, lo sostuvieron.

Ya es suficiente —Era la voz de Saki, quien siempre parecía ser el que calmaba al menor—. Está inconsciente, Tom.

El rastudo miró hacia atrás con la furia todavía manifiesta en sus ojos, buscando al resto de los agresores, quienes también estaban en el suelo, ahora siendo esposados por Jeremy quien sostenía su arma de servicio.

Tomi —Se oyó un jadeo a lo lejos y el aludido buscó la procedencia de esa voz, cambiando el odio en su mirada, por una angustia sincera.

Billa… —Corrió a su pequeño, quien aún estaba en el piso, tratando de ajustar su ropa. Sin dejarlo terminar, lo envolvió en sus brazos—. Billa, mi amor. Billa, pequeño. ¿Estás bien?

Tomi… —Era lo único que podía decir el cantante, estaba demasiado shockeado por lo ocurrido. Había estado a punto de ser violado delante de la persona que amaba, y su más oscuro secreto, la apuesta, había sido descubierto de la manera más ruin.

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Fuera de ese cuarto, Paul Listing junto al equipo de seguridad, habían evacuado del recinto a todas las personas, en un intento de protegerlas, por si estallaba alguna balacera. Pero las fans de la banda y los alumnos de la escuela, se quedaron fuera del club, temerosos de que su compañero, Bill, resultara herido por algún loco.

Después de lo que parecieron horas, llegó la policía, quienes se llevaron a los asaltantes que habían sido reducidos por los agentes. Jeremy los acompañó hasta la estación, porque él daría las declaraciones, ya que Bill aún era menor de edad y debía asistir con su abogado y sus padres al día siguiente.

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Saki aguardó hasta que la pareja estuviera más calmada, para acercarse a ellos y susurrar—. Creo que es mejor que lo lleves a descansar, Tom.

El chico asintió, notando que su pequeño había dejado de temblar. Se puso de pie y, sin problemas, cargó a Bill en sus brazos.

Espera —Pidió Dunja, y ocultó el cuerpo del cantante con una manta, ya que sus ropas todavía lucían desordenadas.

Gracias —susurró el rastudo y salió del pequeño cuarto.

Saki iba delante de él, limpiando el camino de algún posible infiltrado. Afortunadamente, no hubo ningún problema.

Pero al salir a la calle, las chicas se llevaron las manos a la boca, temerosas por el estado vulnerable de su ídolo. Más de uno se atrevió a alzar la voz y gritar.

¡Cuídalo, Tom!

Tom sonrió ante eso y, con mucho cuidado, entró al vehículo con su precioso novio aún en sus brazos.

El trayecto hasta su departamento fue silencioso. Y la tranquilidad sólo fue rota por la voz de Saki explicándoles que él hablaría con Gordon Kaulitz, explicándole la situación. Y que lo mejor sería permanecer en casa de Tom, porque Simone se volvería loca sin su marido para controlarla.

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Tom cargó en brazos a Bill por los siete pisos. Subiendo lentamente las escaleras, notando como su pequeño se sumía en el mundo de los sueños. Al llegar, entró lo más silenciosamente que pudo, hasta que un movimiento bajo sus pies lo hizo trastabillar, despertando a Bill.

¡Tom! —Casi gritó. Sin duda, su mente había estado recordando lo vivido.

Tranquilo, no es nada —Sonrió el rastudo y le dio un piquito en los labios, bajándolo lentamente, hasta que el menor apoyó los pies en el piso—. Mejor dicho, sí es algo, es tu regalo.

¿Mi… regalo?

Ven aquí… —Tom se agachó y cogió una bolita de pelos negros—. Billa, este es Kazimir, tu regalo.

El pelinegro observó la bolita moverse en las manos de su novio y simplemente soltó un suspiro, seguido de un—. Aaawww. Que gatito tan hermoso —Lo abrazó contra su pecho, donde la criaturita le acarició con su cabecita, amando de inmediato a su nuevo dueño. Además, todo el tiempo que llevaba en casa de Tom, había dormido sobre una camiseta del cantante, así que tenía en su nariz, el aroma de su dueño.

¿Te gusta?

¿En serio? —Alzó una ceja, por la pregunta—. Es adorable. Lo amo.

¿Más que a mí? —Tom imitó los pucheros del pelinegro, haciéndolo reír.

Tontito. No podría amar a nadie más que a mi Tomi —Con la otra mano, le dio un semi abrazo.

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Varios minutos antes, cuando Paul Listing y sus miembros del staff de seguridad comenzaron la evacuación del club, una chica de cabello rubio, trataba de escabullirse en dirección opuesta a la salida principal del local. Gustav apretó la mano de su novia, notando las intenciones de la otra porrista.

Quiere huir por la salida de servicio —advirtió el joven.

Vamos por la perra —Gruñó Chantelle, caminando tras su novio, quien al ser más robusto, se abría fácilmente el camino.

La parte trasera estaba casi desierta, así que los últimos pasos los dieron con mayor libertad. Al llegar a la puerta, la rubia empujó la madera y dio un gran grito.

¡Detente! —Su voz retumbó por el callejón vacío, haciendo un pequeño eco.

Heidi, quien había empezado a correr, se quedó rígida al oír ese alarido tan demandante. Su piel se erizó presa del miedo a las represalias que vendrían. Lenta, muy lentamente giró su cuerpo, para enfrentar a la pareja, que estaba a sólo un par de pasos de distancia.

¡¿Qué estás loca?! —Gritó Chantelle completamente fuera de sí. De no haber sido por la mano de su novio que la sostenía, ya estaría jalándole los cabellos a esa tonta descerebrada.

Ja, no seas hipócrita —contestó con un tono irónico la chica. Gustav arrugó el ceño al oír la confianza de la otra rubia, sabía que ambas mujeres se dirían infinidad de cosas para hundirse, pero muchas de esas ofensas estarían dirigidas a él.

¡Tú eres la maldita hipócrita! —Gruñó la líder—. Siempre has deseado mi puesto dentro de las animadoras, por eso hiciste esto, sólo para desacreditarme.

Heidi se llevó la mano al pecho, fingiendo indignación—. Jamás haría algo así para ser la líder, puedo lograr el puesto sólo con mi talento.

Gustav sonrió mentalmente, esto era tan divertido.

¿Cómo has conseguido esas fotos? —preguntó Chantelle cambiando de tema—. Te demandaré por difamarme a mí y a Kaulitz —Alzó una ceja mostrándole una sonrisa maligna—. Ya sabes que Gordon y mi padre tienen los mejores abogados —La ironía en su voz, era casi palpable—. Y tú… ups… ya tienes dieciocho. Podrías ir a prisión.

Heidi palideció por completo. Era totalmente cierto, ¿cómo pudo ser tan estúpida? Si ya tenía las fotografías, debió hacer pública la apuesta mucho antes, por lo menos tres días antes, cuando aún tenía diecisiete. Ahora estaba hundida hasta el cuello, en su propia mierda.

¡No son mías! —Gritó, buscando el último resquicio que podía usar, hacerse la víctima—. Son de Andreas, el amigo de Bill.

La pareja que la observaba entrecerró los ojos, eso era prácticamente imposible, el rubio platinado adoraba a la “Diva Kaulitz”, y jamás haría algo para lastimar al cantante. Al menos eso podían asegurar, pues ellos no tenían idea de lo que había ocurrido con los Manzur.

Eres tan falsa —comentó Gustav con la voz totalmente seria, fría y sin remordimientos. Había decidido hundir a esa chiquilla malintencionada.

Es cierto. Mi novio me ha utilizado todo este tiempo, él sólo quería que mostrara esas fotos que ha guardado desde el inicio de la apuesta.

Así que era eso —La voz de Andreas se oyó detrás de ellos, justo en la puerta del club. El rubio caminó lentamente por el estrecho callejón, hasta quedar junto a la pareja, frente a Heidi y le señaló con el dedo—. Robaste mis cosas.

¡¿Qué?! —Ella gritó indignada y los chicos junto a su novio contuvieron la respiración.

Y no fue sólo eso, ¿verdad? —Andy negó con la cabeza—. Bill, tenía razón.

O sea que además, tendrás un cargo por robo —agregó Chantelle con sorna—. Dile adiós a la libertad, tontita.

Cada vez que has ido a mi casa, has robado algo —prosiguió Andreas—. No le tomé importancia, porque lo que te llevaste eran sólo joyas. Pero cuando te llevaste el colgante de Bill, me enojé.

¿El… colgante?

El que tiene el logo de “The beautiful people” —El chico arrugó el ceño muy molesto—. Ese colgante fue un regalo de Bill y pensaba pedírtelo amablemente, pero después del numerito que has hecho esta noche, no tiene caso. ¡Entrégamelo! —Gritó, sobresaltando a las dos mujeres presentes.

Es que…

¡Dámelo! —Volvió a gritar con fuerzas.

Heidi temblorosamente, llevó la mano hasta su cuello y lo sacó, estaba oculto entre los pliegues de su ropa. Al desatarlo, lo dejó en la palma de su mano y la extendió. Su novio caminó firmemente y se lo arrebató.

¡Jamás te metas con mi amigo! —Le gritó en plena cara—. Ahora vete.

La chica salió corriendo a toda velocidad. Mientras los tres presentes la observaban partir. Gustav se acercó al rubio y le apretó el hombro.

¿Me explicas? —Andy ladeó el rostro para verle y asintió.

Cuando comenzó la apuesta a principios de este año, contraté a un detective privado para tomar fotografías de las víctimas y la evolución en el cambio de look —explicó con tono arrepentido.

¿Por qué no te detuviste cuando viste que Bill se había enamorado de Tom?

Ya le había pagado al hombre, así que lo hizo todo el semestre y continuará haciéndolo hasta el fin del año —Andy negó con la cabeza y se pasó la mano por el cabello—. Esto es… muy malo. Bill me odiará para siempre.

Sin contar con el buen golpe que te dará Tom —agregó Gus con una sonrisa, y luego continuó—. Vámonos, veamos si podemos ayudar dentro.

El trío caminó de regreso al club y se sorprendieron de ver el lugar completamente vacío. Oyeron algunas voces exaltadas cerca del escenario y luego vieron al agente de la empresa Page.

¡Jeremy! —Gritó Chantelle, corriendo hasta el hombre, quien se detuvo brevemente para sonreír a la rubia—. ¿Bill, está bien?

Sí. Tom le rescató, como siempre —Le guiñó un ojo, cosa que hizo que Gus apretara los puños detrás de su novia, no podía evitar sentir celos de ese hombre.

¿Podemos verlo? —Insistió la chica.

Mejor vayan a descansar. Ha sido una noche pesada para Bill y Tom.

Ok —respondió el rubio por su novia y la cogió de la mano. Jeremy le hizo un saludo con la cabeza y se retiró, pues debía ir a la estación de policía.

Otra vez he arruinado la vida de mi amigo —susurró el platinado cerca de la pareja.

No es tu culpa, Andreas —comentó Chantelle—. Fue Heidi, ella fue la insidiosa en todo este asunto.

Mañana hablas con Bill y le explicas todo —Sugirió Gustav.

No creo que confíe en mí.

Es tu amigo, Andreas, lo mínimo que hará, es escuchar tu versión de los hechos —alegó Gus.

Gracias.

Haciendo caso al consejo de Jeremy, los tres desalojaron el club y regresaron a sus respectivos hogares. Ya habría tiempo para resolver las cosas. Ya tendrían la oportunidad de enfrentarse a la escuela. Y lo harían con la frente en alto.

& Continuará &

Jajaja, apuesto a que no se esperaban que David reapareciera en este capítulo. Y bien ¿merezco un comentario? Vamos anímense, ya queda muy poquito. Besos y gracias por leer.

Escritora del fandom

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