Notas de MizukyChan: Una aclaración, la primera imagen que voy a ocupar es muy anterior a la siguiente y no ocurren el mismo día, como lo hago parecer en este capítulo. Sólo lo hago así para efectos del fic.
“Pumba y sus amigos” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Pumba siente celos
Pumba estaba muy emocionado porque saldría con sus papis a un paseo a la playa. En su corto tiempo de vida, jamás había visto la playa y tenía unas enormes ganas de averiguar si era cierto que era como una bañera gigante.
Según le había dicho su hermano mayor, no irían solos. El humano Alex y su perro, Rafael Jamal, también irían, lo que explicaba los gruñidos constantes de su papi Tom.
—Ya estamos listos. —Anunció Bill, llamando la atención de las mascotas que estaban disfrutando del sol en el jardín—. Vamos, bebés.
—Guau. —Como siempre y con mucho entusiasmo, Pumba dio un saltito junto a su ladrido.
El rubio soltó una risita, seguramente pensaba que era adorable ver a su perrito haciendo cosas tan similares a las que él mismo hacía, como dar saltitos o responder enérgicamente.
Los dos canes siguieron a su dueño hasta el coche, donde tomaron sus posiciones en los asientos traseros. Pumba de inmediato se cubrió el hocico con una patita, porque de verdad no le gustaba sentirse en el estómago del monstruo metálico.
—¿Crees que vengan los tíos G’s? —preguntó el cachorro, recordando el placentero sabor de las patitas de pollo.
—No, Pumba. Los tíos G’s detestan al humano, porque saben los conflictos que crea entre nuestros padres —respondió el favorito—. Una vez escuché a tío Gustav decir: “La ropa de Alex ni siquiera es tan buena. Bill debería crear su propia línea de moda y se evitaría el trato con gente que pone a Tom de malas”.
—A veces no entiendo el mundo de los humanos. Ya aprendí que los aromas de ellos mutan, según sus emociones. Nuestros papis huelen muy dulce y rico, pero cuando pelean, su aroma se vuelve ácido y ahora… —Olisqueó el ambiente—. Papi Tom huele raro.
—Ese es el aroma de los celos, Pumba —comentó Durkas.
—¿Qué son los celos? Sin duda son malos, porque arruinó el olor de mi papi.
—Los celos se sienten cuando quieres mucho a una persona y esa persona te quiere mucho a ti, pero de pronto, esa persona a la que quieres mucho, quiere a otro que no eres tú. Esos son los celos, duelen en la panza.
Pumba abrió mucho los ojos. Los celos eran muy malos.
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Llegaron a la playa y Pumba se quedó muy quieto observando la vastedad del lugar. No era una gran bañera, sino mucho más extenso, tanto que al final se confundía el cielo con el mar. Tenía el hocico levemente abierto, demasiado aturdido como para notar las babas que amenazaban con caer, hasta que…
—¡Hey, pequeño! ¿No me digas que el favorito te contagió su estupidez y te volviste idiota?
Los dos perros Kaulitz giraron indignados ante tal ofensa. Pero al ver de quien se trataba, Durkas simplemente rodó los ojos y Pumba quiso bufar.
—Hola a ti también, mal educado. Qué formas son esas de saludar a un amigo. —El cachorro llegó hasta él y olisqueó su cola, como su hermano le había enseñado, pero se alejó muy rápido—. Tío, creo que te estás pudriendo por dentro, hueles feísimo.
—Sshhh. —Rafael, el perrito oscuro pidió que se acercara, para contarle un secreto, Pumba lo hizo y Durkas paró las orejas—. Calla, pequeño. Me comí un trozo de lo que ellos llaman pizza y no me cayó muy bien a la barriga.
—¿Y de dónde la sacaste? ¿De la basura? —preguntó el moteado, con ironía.
Pumba abrió los ojos muy grandes y exclamó—. ¡Todos saben que no hay que comer cosas de la basura, Rafael!
Las mascotas continuaron hablando y lanzándose indirectas, a veces bastante directas, hasta que sus padres los llamaron. Caminaron junto a ellos hasta acercarse a la orilla, donde las olas mojaban la arena.
Pumba se mojó las patatitas y prefirió mantenerse alejado y a salvo. Los canes mayores sin embargo, pensaron que era mejor correr por ahí.
—¡Jamás podrás atraparme con esas patas cortas! —Gritó Durkas mirando hacia abajo al perrito oscuro, que hacía todo lo posible por seguir su paso.
—¡Lo haré y te tragarás tu orgullo, gigantón!
Pumba se fue olisqueando el camino hasta los pies de su papi Tom, quien observaba a su favorito con los brazos cruzados. El pequeño alzó la cabeza.
—¿No te diviertes, pequeño? —preguntó su padre, bajando la mirada.
—Nah, prefiero la tierra firme —respondió el cachorro, sin ser oído por el humano.
El regreso a casa fue increíblemente tenso. Durkas estaba muy cansado y apenas le dirigió la palabra y sus padres, tampoco hablaban.
—¿Estás bien, Tom? —preguntó el rubio, rompiendo el silencio.
—See… —respondió de mala gana.
—¿Y por qué…?
—Cállate. No quiero hablar ahora. —Tom prefirió cortar por lo sano, antes de involucrarse en otro enfrentamiento por causa de Alex.
—Ya no somos adolescentes, Tom. Si tienes algún problema quiero saberlo ahora, para evitar seguir con tu estúpida ley del hielo por toda una semana. —Alegó Bill y Pumba vio como su padre tenía las manos empuñadas. Quería aullar, tenía miedo, pero Durkas le hizo una señal, para que se mantuviera en silencio.
—Me molesta que arrojes mierda cada vez que salgo con Ría, mientras tú puedes invitar a nuestros “paseos familiares” a ese intruso de Alex. —Soltó el castaño.
—Ría quiere meterse en tus pantalones…
—¿Y tú crees que Alex no busca lo mismo? —preguntó con ironía, interrumpiendo a Bill.
—¡No! ¡Alex está casado!
—¡Y un demonio!
—Solo tenemos una relación laboral, Tom. ¿Por qué no lo entiendes? ¿Por qué te empeñas en creer lo contrario?
—Y si es solo una relación laboral, ¿por qué lo traes cuando solo somos nosotros, “la familia”? ¿Los bebés, tú y yo?
Llegaron y al estacionar, Tom bajó del carro, dejando a Bill a cargo de las mascotas.
—Venga con papi —dijo Bill abriendo la puerta trasera—. Papi Tom se dará una ducha, vengan a comer algo delicioso, ¿sí?
Durkas estaba tan agotado, que prefirió subir a la pieza de su amo, probablemente su papi Tom dormiría allí, después de la discusión, a no ser que hiciera las paces con papi Bill, pero él estaba demasiado cansado como para esperar y ver los resultados. Se echó a lo largo de la cama y cerró los ojos.
El Kaulitz rubio subió en busca de su hermano, escuchó la ducha correr y decidió esperarlo en la cama. Se acomodó junto a Durkas y suspiró. «¿Por qué eres tan testarudo, Tom?» Se preguntó mentalmente y cerró los ojos.
Pumba terminó de devorar su plato de cositas ricas y se sintió solo, así que recorrió toda la sala buscando a su hermano. Al no hallarlo, subió hasta el cuarto de papi Tom y la escena que vio lo dejó perplejo.
Un sentimiento doloroso llenó su vientre y quiso vomitar. ¿Qué era eso? Y recordó…
—Los celos se sienten cuando quieres mucho a una persona y esa persona te quiere mucho a ti, pero de pronto, esa persona a la que quieres mucho, quiere a otro que no eres tú. Esos son los celos, duelen en la panza.
Era eso lo que sentía papi Tom: celos. Y ahora, Pumba estaba celoso…
& Continuará &
Esperen que esto continúa. Pumba es pequeño, pero creo que todos han sentido celos alguna vez y estos no se pasan de la noche a la mañana. Los invito a leer “Pumba Traicionero”