Gracias a todos por seguir leyendo este fic, tan lleno de ternura, que parece irreal y en mi favor digo, que para dramas, vemos las noticias. Bueno, sin más, a leer. Besos.
“Regalo Especial” Fic Twc de MizukyChan
Capítulo 8: Anuncio
& Martes &
Bill amaneció en los brazos de su amado Tom, cuando las náuseas lo atacaron otra vez. Corrió al baño seguido del trenzado, quien le sujetó el cabello.
—Resiste mi amor, hoy le preguntaremos al doctor qué puedes tomar para esto. —Lo confortó, dándole pequeños golpecitos en la espalda. Tras haber vaciado todo su estómago, el menor tiró el agua y se enjuagó la boca.
—Esto es horrible, pero es soportable porque estás a mi lado —dijo abrazando a su Tom.
—¿Quieres que avise en la Academia que no irás?
—No amor, si me quedo solo será peor.
—¿Quieres que me quede contigo?
—No. —El pelinegro soltó una risita—. Estaré bien, lo prometo.
—Sé que no te sientes del todo compuesto, pero ¿quieres desayunar?
—Sí, me muero de hambre. —Ambos rieron al oír las tripas del pelinegro sonar.
—Arréglate y yo me encargo de la cocina.
&
Después de comer y estar listos, la pareja partió al trabajo. Ese día, Bill tenía clase de música a la primera hora, así que se separó de su galán y se fue a sus clases. Todo parecía bien hasta que las náuseas lo atacaron nuevamente, sus compañeras se alarmaron y cuando el chico regresó al salón después de vomitar, lo abrazaron preocupadas, la maestra lo mandó a la oficina de la señora Albornoz y calladamente el pelinegro se dirigió hasta allí.
—¿Bombón, qué pasó? Estás pálido —preguntó alarmada la directora. Se levantó de su sitio y lo ayudó a sentarse en un lugar cómodo.
—Fue un pequeño mareo, solo eso.
—No es verdad, llevas así dos días seguidos. Dime ¿qué te dijo el médico ayer? —El pelinegro se llenó de pánico, no podía contarle, nadie podía saber, era demasiado raro. El chico se puso tan nervioso, que ella se dio cuenta—. ¿Qué me estás ocultando Bill Trumper?
—Es solo una infección estomacal. —Siguió con su mentira, pobremente.
—No te creo. Vamos, confía en mí. —Le tomó la mano y por causa de las hormonas, Bill estalló en llanto.
—Es algo completamente extraño —dijo el pequeño, hipando y temblando.
—Cuéntame.
—No puedo, es algo muy personal y tal vez ni siquiera lo crea. —Sollozó.
—He visto tanto en esta vida, bombón. Vamos dime, así te liberas de esa opresión.
—Por favor, no le diga a nadie, es algo muy vergonzoso. —Bill la miró suplicante, pero con ganas de sacarlo todo de su alma.
—Puedes confiar en mí.
—Cuando mi mamá estaba embarazada de mí, yo fui niñita hasta el quinto mes y al sexto me salió… usted sabe. —Se ruborizó.
—Continúa.
—Yo soy gay, ya le había contado.
—Sí, pero no entiendo.
—Es que dentro de mi cuerpo, sigo siendo niña.
—¿Eres hermafrodita? Pero eso no es malo, Bill.
—Lo es, porque estoy embarazado. —El chico la miró y la cara de la directora era un poema. Después de algunos segundos, en que procesó la información, pestañó y se paró abrazando a Bill.
—¡Dios mío bombón, estás embarazado! ¡Es maravilloso! No es una enfermedad, ya me estaba preocupando, pensé que tenías SIDA o algo peor, pero un bebé y de ti, seguro será precioso. —Bill no podía creer que se lo tomara tan bien.
—¿Y no le parece demasiado raro?
—Para nada, Dios mío, tendremos un bebito en la Academia, esto hay que celebrarlo. Pero. —Se detuvo en sus pasos y miró fijamente al menor—. Tú… estás muy triste, dime ¿quién es el padre? ¿Lo conozco? ¿Acaso no lo quiere? Porque si no te apoya, yo estoy aquí para darte toda mi ayuda. —Dejando de hablar por un segundo, la mujer lo volvió a abrazar—. Dime ¿quién es el papá de esta criaturita?
—¿Acaso no lo imagina? —dijo sin más y ella lo miró seriamente.
—¿Es Tom, verdad? —Bill asintió—. Lo sabía, me di cuenta por como hablaba de ti y como te trataba y todo. Bueno, eso me alivia, él te adora y no te desamparará.
—Claro que no, él está feliz y el único que tiene miedo soy yo.
—¿Es un embarazo de alto riesgo?
—Aún no lo sé, esta tarde veremos a un obstetra especialista de la zona.
—¿Es David Jost? Él me atendió a mí, cuando tuve a mi pequeña Amanda.
—Sí, es él.
—Bien, él es excelente, lo conozco, hablaré con él para que me mantenga informada de todo.
—Gracias jefa, no pensé que se alegrara tanto.
—Como no, si tú eres mi bombón. Hay que hacer arreglos, desde ahora entrarás más tarde, las náuseas son matutinas, así que podrás descansar. Coordinaré el horario con la secretaria, para que sigas entrando junto con Tom, un embarazado no puede conducir, así que él debe traerte. Pediré una colación especial en el casino para ti, rica el ácido fólico para proteger al bebé.
—No quiero dejar las clases de música. —Pidió el pelinegro, un poco extrañado con todas las molestias que se tomaba la jefa con él.
—No lo harás, pero no debes esforzarte, ¿ok? Y en cuanto al trabajo, podrás hacer lo que puedas, sin esforzarte y si necesitas permisos médicos, no habrá ningún inconveniente. Si se me queda algo más, te lo haré saber.
—Muchas gracias jefa, ahora me siento mucho mejor.
—¿Quieres volver a clases?
—Sí, con su permiso.
Bill no podía creer que alguien se tomara tan normal el hecho de que un hombre estuviera embarazado, y se dijo a sí mismo que a lo mejor era porque no era un hombre del todo.
«¡No, no es eso, soy un hombre, tengo pene, joder! Sí, soy un hombre, es esa palabra la que no me gusta: “hermafrodita”. Tal vez sea más fácil para la gente aceptar que estoy embarazado porque soy “eso”»
Al pensar en todo eso, soltó un gran suspiro, creyendo que mejor y sacaba esos malos pensamientos de su cabeza con música.
&
Después del primer descanso, Tom se enteró que Bill estaba en la oficina de la jefa.
«¡¿Por qué demonios no me avisaron antes?! ¡No ven que él está delicado! Bueno en realidad no ven nada, porque no saben nada» Pensó el trenzado, corriendo a la oficina y al llegar, entró de golpe, la jefa estaba sola, pero se puso de pie y lo abrazó fuertemente.
—Oh Tom, estoy tan feliz por ti. —dijo con la voz alegre. El trenzado no entendía, y se preguntó si ella sabía algo.
—¿Y Bill? —preguntó angustiado.
—Él se sintió mejor y regresó a su clase, pero estoy para apoyarlos y ayudarlos en lo que necesiten. De hecho, ahora mismo estaba terminando de re-hacer los horarios, para que tú y el bombón entren más tarde.
—¿Eh? No entiendo. —Tom se rascó la cabeza.
—Bill me contó que está embarazado, me explicó la situación.
—¡Oh Dios mío!
—No te asustes, ya entendí que será un asunto confidencial, pero quiero que sepas que yo pasé por un embarazo y entiendo el problema de las náuseas matutinas, por eso les quiero dar un poco más de espacio por las mañanas.
—¿Y usted hará eso por nada? Le advierto que yo no…
—Nada Tom, sé que tú eres el padre y te advierto que si lo dejas como mi ex me dejó a mí, te corto la polla. —La mujer le dio una mirada amenazante, a lo que el chico solo sonrió.
—Como cree que lo voy a abandonar, yo lo amo.
—Lo sé, solo me aseguraba. Ahora ve con él.
—Gracias jefa.
—Anda Tom.
El trenzado salió más tranquilo y fue hasta su salón, allí estaba su pequeño tomando una caja de leche. Tom no pudo evitar acercarse y besarle los labios. No le importó si había alumnas ahí o no, él solo quería hacerle sentir que lo amaba.
—El profesor Kaulitz ama al tío Bill. —Ambos oyeron los comentarios sorprendidos y en silencio.
—Y qué esperabas si tío Bill es taaaaan lindo. —Suspiros.
—Y los dos se ven taaaaan bien juntos. —Más suspiros.
—¿Tomi, qué haces? —preguntó el pelinegro, sonriendo.
—No pude evitarlo. ¿Estás bien?
—Con ese beso, ¿quién no estaría bien?
—Perfecto.
&
El resto del día pasó volando. En la cafetería, Bill recibió un almuerzo especial vegetariano, rico en vitaminas y ácido fólico para el bebé. Él estaba fascinado y lo devoró con ansias.
Al fin de las clases, despacharon a las alumnas pequeñas y, juntos, partieron al médico, ya que tendrían la hora con el doctor David Jost, quien les aclararía todas las dudas con respecto al bebé.
Al llegar a la clínica, se registraron. Tom estaba lleno de orgullo, porque aparecía como el padre del bebé, no podía creerlo, analizaba la situación y se decía que había pasado de tener una existencia vacía, a tener una familia y eso le hacía morir de emoción.
Una vez dentro, el doctor les confirmó todo lo dicho anteriormente, respondió unas dudas de Bill acerca de las náuseas, le recetó unas gotitas para calmarlas y le explicó que se daban durante el primer trimestre del embarazo. Le recetó ácido fólico y algunas vitaminas para fortalecer el embrión, además de unas cremas para hacer más fácil la elasticidad del vientre de Bill, dada la delgada contextura física del pelinegro.
Pero cuando Jost se puso serio, Tom se preocupó.
—Bueno, ustedes ya deben haberse dado cuenta de que este embarazo, aunque no es del todo anormal, no está catalogado como normal. —Ambos asintieron—. El asunto es que Bill tiene muy buenas condiciones para gestar al bebé, sin embargo el hecho de que sea hombre no deja de ubicarlo dentro de los embarazos de alto riesgo.
—¿Qué quiere decir eso? —preguntó asustado el trenzado y Bill apretó su mano.
—Como no tenemos muchos casos hermafroditas que han finalizado el período gestacional, es difícil saber a ciencia cierta si Bill podrá tener al bebé.
—Pero yo quiero a mi bebé —dijo el menor, fuerte y claro, pero con lágrimas en los ojos.
—Lo sé, y lo bueno es que eres, ambos, son hombres sanos. Los primeros tres meses son los más complicados, a lo largo de este tiempo podremos darnos cuenta si la placenta es lo suficientemente fuerte para proteger a su hijo. Tendrás que venir a controles semanales para asegurarnos.
—Lo haré.
—Cuidar la alimentación, nada de emociones fuertes y por sobre todo, nada de golpes, ni caídas.
—Muy bien doctor. —Aseguró Tom, él mismo protegería a su pequeño.
—¿Doctor? —llamó Bill tímidamente y sonrojándose un poco.
—Dime Bill.
—Esto… Tom y yo ¿podemos… intimar? —Los dos se pusieron rojos de vergüenza— ¿No le haremos daño al bebé?
—Para nada, pueden tener relaciones sin ningún problema, el bebé está protegido y ni se entera de lo que hacen los papis. Y es completamente normal que tengas más deseo sexual, como también es normal que pierdas ese deseo, ya que el primer trimestre tienes más cambios y malestares físicos, pero siempre pueden conversar sobre la situación. Recuerda Tom que debes ser muy paciente por los cambios emocionales que tendrá Bill de ahora en adelante.
—Ya me quedó claro, señor.
—En fin, como seré su médico de cabecera, este es mi número personal. —Extendió una tarjeta al de trenzas, agregando—. Cualquier cosa extraña, me llamas a la hora que sea.
—Muchas gracias doctor.
Conversaron un rato más y al salir, pidieron la hora para la próxima semana. Tom cogió la mano de Bill y fueron lentamente hasta el auto, donde le ayudó a subir, los dos con una sonrisa en la cara.
—Eres lo más especial que tengo en la vida, Billy. —Lo besó.
—Y tú en la mía, eres un regalo de Dios.
—Y ahora a hacer llamadas. —El mayor tomó el celular y marcó—. Gustav amigo, estoy bien hombre, solo quiero invitarte a mi casa el domingo, haremos un almuerzo, tengo que dar una noticia, entonces te veo ahí. —colgó.
—¿Les contarás? —preguntó Bill, un poco asustado— ¿No será muy pronto? Yo… tengo miedo. —El de trenzas lo abrazó.
—Amor quiero que todos sepan por qué estoy tan feliz.
—Pero… ¿si piensan que es raro?, ¿si me odian por esto?
—¿Cómo la jefa? Te dio todo el apoyo siendo nuestra jefa, imagina como nos van a apoyar nuestros amigos y familia.
—¿Familia?
—Llamaré a mamá, en cuanto a la tuya… ahí sí que creo debemos esperar un poco, no quiero que pases malos ratos.
—Tienes razón, no podría enfrentarme a mi padre. —Otra vez Tom lo besó.
—No te pongas triste. —dijo y el moreno sonrió—. Llamaré a Georg. —Cogió el celular—. Hey my friend, por favor no hagas planes para el domingo, tengo que dar una noticia genial, será un almuerzo, ok, te veo en mi casa.
—Ahora a tu mami, ella siempre supo que nos queríamos.
—¿En serio? —Bill asintió—. Aló mami, muy bien, tan bien que debes venir el domingo a casa, porque tengo una noticia genial que darte, también te amo, nos vemos.
—Estoy comenzando a emocionarme. —Confesó el pelinegro, tenía una enorme sonrisa y Tom también. Se besaron y regresaron a casa.
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Tom había planeado comprar un anillo durante la semana, para pedirle a Bill que se casara con él, siguiendo la antigua idea de que no podían tener un hijo sin estar casados, sabía que era un pensamiento anticuado, pero a la vez, sabía que Bill había sido criado con esas ideas y se pondría feliz, y para él no había nada mejor que verlo feliz.
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Ya era domingo y Bill estaba muy nervioso, sin embargo Tom le daba ánimos, diciéndole que todos estarían felices con la noticia, así que el pelinegro no podía menos que emocionarse, y desear que algún día su familia lo supiera, sacudió la cabeza, porque era mejor no pensar en eso.
Prepararon la comida en conjunto y pusieron la mesa. Hasta que sonó el timbre.
—Hola mamita. —Saludó el de trenzas—. Pasa, estás en tu casa. —Al escuchar de quien se trataba, el menor fue hacia ellos.
—Hola Bill, que gusto. —La mujer lo abrazó, sonriendo y Bill creyó que de seguro pensaba que darían la noticia de que eran novios o algo así, apretó un poco las manos, porque no sabía lo que le esperaba.
—Hola Simone, estoy feliz de que hayas venido. —Sonó de nuevo el timbre.
—Gustav, Georg, ¿vinieron juntos? —indagó Tom.
—La verdad es que sí, mi auto se descompuso, así que lo dejé en casa de Georg —explicó el rubio.
—Hola chicos. —Saludó el moreno y ambos lo abrazaron.
Después de los saludos, pasaron a almorzar. Los chicos trajeron vino, pero el pelinegro solo bebió jugo. Simone llevó una rica tarta, que comerían más tarde.
—Bueno, ha llegado el momento de la noticia. —Anunció el de trenzas, atrayendo las miradas de todos los presentes.
—Ya era hora, he estado intrigado toda la semana —comentó Georg con una sonrisa.
—Aunque creo saber de qué va el asunto —agregó Gus.
—Y yo también —dijo Simone, también sonriendo.
—¿Bill, hablas tú o yo?
—Tú, después de todo tú eres el responsable. —Todos los miraron intrigados.
—Está bien, mamá tú serás la más feliz… Verás… vas, vas a ser abuela. —Soltó de golpe.
—¡¿Qué?! —Gritó Gustav y junto con Georg se pusieron de pie.
—¡Maldito, engañaste a Bill! Te mereces una hostia. —Georg le iba a pegar.
—Jajaja, ya basta —dijo el pelinegro riendo—. Soy yo. —Todos lo miraron a él.
—Bill y yo vamos a tener un bebé. —La pareja se tomó de la mano sobre la mesa.
—¿Acaso van a adoptar? —preguntó Gus sin comprender el asunto.
—Yo… no entiendo —dijo Simone.
—Mamá, amigos, Bill es una personita especial, tan especial que dentro de él es hermafrodita. Y él y yo somos pareja y bueno… vamos a tener un hijo. —Silencio… Bill se asustó.
—No me lo puedo creer ¡Voy a ser abuela! —Gritó Simone y saltó de su silla, para abrazar a Bill y luego a Tom.
—Vaya, esto es fuerte, felicidades chicos. —dijo Georg, también abrazándolos.
—Y yo que pensé que solo se iban a comprometer, ahora nos cuentan que serán una familia, son precoces —comentó Gus, abrazándonos y susurró en el oído de Bill —. Sabía que eras especial.
—Muchas gracias por su apoyo, estaba aterrado de contar mi situación. ¿No me encuentran raro? —preguntó el menor, completamente inseguro.
—Claro que no Bill, hay muchas personas hermafroditas en el mundo —dijo el castaño.
—Pero estoy embarazado —agregó con dramatismo.
—Eso te hace más especial. —Enfatizó Simone.
—Yo ya le había dicho eso. —Se defendió Tom, quien le tomó la mano con cariño al menor y lo hizo sonreír.
—¿Y los está atendiendo un buen doctor? —preguntó Simone.
—Sí, el mejor de la zona, se llama David Jost.
—¡Compadre, vamos a ser tíos! —exclamó Georg golpeando el brazo de Gus.
—Le enseñaré karate —agregó el rubio, riendo.
—Y yo le regalaré autitos para que los coleccione —dijo el castaño.
—Bueno, atención por favor, eso no es todo. —dijo Tom, sorprendiendo a su pareja.
—Y qué ¿hay más? ¿No me digan que son dos? —Bromeó Simone.
—No, además es muy pronto para saber cuántos son —dijo Bill riendo.
—Esta noticia es más bien personal —dijo el trenzado— ¿Bill? —El aludido lo miró— ¿Quieres casarte conmigo? —Sacó una cajita aterciopelada de su bolsillo y le mostró un hermoso anillo de plata. El menor se estremeció.
—Yo… Tomi… yo, claro que sí, seremos una familia. —Lo abrazó emocionado, Tom lo soltó y puso el anillo en su dedo.
—Ahora es oficial —dijo solemne.
—Aaawww —gritaron todos.
—Hay que ponerse a trabajar y preparar la boda —dijo la futura suegra de Bill.
—Amigo, te haremos la despedida de soltero —dijo Gus—. Bueno nos repartiremos, yo se la hago a Bill y Georg a ti —Tom solo sonreía.
&
Después de las felicitaciones y celebraciones, limpiaron todo y las visitas se marcharon. Bill se sentía tan pleno, tan feliz, miró el anillo en su mano y mariposas revolotearon en su estómago. Tom se sentó a su lado en el sofá.
—¿En qué piensas? —preguntó, mientras le acariciaba la mejilla con el pulgar.
—En lo afortunado que soy al tenerte. Te amo, Tomi. —Besó castamente sus labios.
—Y yo te amo más, por ser tan especial y regalarme ese bebé.
—Tomi, hazme el amor. —Pidió con intensidad.
Tom se puso de pie y lo cogió en brazos. Lo cargó hasta la pieza y lo recostó en la cama. Lo besó dulcemente los labios, Bill sonrió ante sus caricias y lo abrazó, profundizando el beso. El pelinegro gimió en su boca, cuando las manos de Tom comenzaron a acariciarlo con suavidad, mientras le quitaba la ropa. Estaba excitado, expectante, abrió los ojos, para mirarlo con atención mientras también se desnudaba.
El mayor se puso sobre el otro y, sin dejar de besarlo, frotó sus miembros. Bill siguió jadeando por la intensidad del momento. Tom ocupó su lugar entre las largas piernas del moreno y lo preparó.
—Aahh, te amo, Tomi.
—Lo sé amor.
—Entra en mí. —Pidió contra sus labios. Tom se reubicó entre sus piernas, buscando una mejor posición y lo penetró suavemente.
—Aahh, Bill. —Gimió una vez dentro—. Eres tan delicioso. —Comenzó a moverse lentamente, tan lento que desesperaba.
—Más Tomi, más fuerte. —Mandó el menor. Tom le hizo caso y le embistió con más profundidad, llegando a ese punto que volvía loco a Bill—. Aahh, mm. Es taaaaan rico —El de trenzas sonrió al oírlo gemir de esa manera.
—Sigue mi vida, dime lo que quieras, gime para mí.
—Aah Tomi, eres tan bueno. —Bill se agitaba con los movimientos de las embestidas y el mayor sonreía y seguía dándole placer. Placer que el pelinegro solo conoció a su lado.
—Ya estoy cerca mi vida —dijo Tom moviendo la pronunciada erección de Bill.
—Voy a explotar de tanto placer, Tomiiii. —Gimió fuertemente cuando alcanzó el orgasmo.
—Biiiiiiiilllllll —Jadeó el nombre de su futuro esposo y se corrió dentro de él.
—Ven, Tomi, abrázame. —Mandó el menor. El de trenzas salió con cuidado de su cuerpo y se recostó a su lado abrazándolo.
—Te amo, futuro señor Kaulitz.
—Y yo te amo más, no sabes lo feliz que me haces, por favor nunca me dejes. —Lloró de felicidad—. Yo no podría vivir sin ti, ni mucho menos criar a nuestro hijo.
—Amor. —Secó las lágrimas con sus pulgares—. Nunca me iré, estaré aquí siempre para ti, nunca amaré a otra persona como te amo a ti, estás dentro de mi corazón y nunca saldrás de allí.
—Te amo. —Cerrando las distancias, Bill besó a su amado, gruñendo ante las malditas hormonas que lo tenían hecho un sentimental.
—Y yo te amo a ti, Billito precioso. —Besó su frente—. Descansa amor.
—Sí cielo, mañana hay que trabajar.
—Pero entramos más tarde, así que descansa tranquilo.
—Buenas noches.
Continuará
Ahora los amigos y la familia de Tom saben la verdad, pero ¿qué pasará cuando se enteren los parientes de Bill? ¿O lo mantendrán en secreto? No se pierdan el siguiente capítulo. Besos y gracias por leer.