Notas: Hola gente bella, el soundtrack de este capítulo corresponde a “Insidious Theme”, pero si por copyright no puedes escucharlo, puedes buscarlo por el nombre. Lo escucharás en una escena donde Bill corre peligro. Espero les guste. Besitos.
“Maldición II: Cazadores de Demonios” Fic Twc / Toll de MizukyChan
Capítulo 8: Ying Yang demoníaco (Parte I)
Los dos sacerdotes se encontraban sentados en la mesa de su nueva casa provisional, esperando que Bill, Tom y Jonathan llegaran con pizzas para la cena.
—Repíteme una vez más Josepe, ¿por qué Jonathan sigue con nosotros? —Preguntó molesto David Jost al ver que la convivencia se hacía cada vez más desagradable con el castaño acosando continuamente al pelinegro.
—Porque su padre John ha decidido que vigile a Bill, porque no sabemos nada de su cuerpo. Además están intrigados por la sorpresiva aparición del dichoso ángel, así que quieren tener un ojo sobre nosotros.
—Pero te das cuenta como trata a Bill, el día menos pensado… Tom lo mata. —Alzó ambos brazos para darle seriedad al asunto.
—Tienes razón, por eso estamos nosotros aquí.
—Hemos llegado —dijo una voz cantarina desde la puerta.
—Estamos en la cocina. —Gritó Jost—. Vengan acá, queremos mostrarles algo.
—Vamos —respondieron todos, caminando hacia adentro.
—¿Qué descubrieron? —Preguntó Tom, ansioso por ponerse a trabajar.
—Los Hamilton. —Comenzó Biagioni.
—Son cazadores. —Explicó David Jost a los más jóvenes.
—Los Hamilton han podido destruir a “Angul”. Un demonio acostumbrado a usar el hacha en sus diferentes ataques.
—Vaya. —Suspiró Bill.
—Lo más extraño, es que “Angul” es un demonio de las Filipinas y atacó aquí —Continuó Biagioni.
—¿Qué quiere decir eso? —Esta vez fue Jonathan quien preguntó.
—No estamos seguros, pero creemos que a pesar de que estos demonios eran homenajeados en otras partes del mundo, eran fieles servidores de sus amos, los demonios más poderosos, los que fueron liberados por el gemelo maldito.
—¿Y ya sabemos cuál es el super demonio? —Cuestionó Bill.
—Solo hemos cazado unos cuantos, no podemos estar seguros. —Concluyó Jost— ¿Qué les parece si cenamos y luego vemos las señales demoníacas de esta ciudad?
—Fantástica idea. Muero de hambre —dijo feliz el pelinegro. Lamentablemente su felicidad se acabó cuando al pararse el Padre Jost, Jonathan inmediatamente se sentó a su lado y le agarró la rodilla por debajo de la mesa—. ¡Déjame idiota! —Gruñó fastidiado.
—Siéntate aquí. —Le ofreció Tom, al percatarse del acoso—. Y Tú… —Señaló al castaño levantando el índice como amenaza—, no vuelvas a tocar a mi novio, o el próximo en morir bajo un hacha serás tú.
—Uuuuuyyyyy que miedo —dijo riendo el castaño.
—Ya basta chicos. —Pidió el padre Biagioni, hastiado de la situación.
Después de comer, los Sacerdotes pusieron rostros serios y todos se miraron expectantes.
—Y bien padres, ¿qué tenemos? —Preguntó el de trenzas.
—Mucha hechicería —respondió David, revisando una periódico amarillista.
—¿En serio? —Bill alzó una ceja, pero al ver que nadie sonreía, preguntó— ¿No es broma?
—No lo es, Bill. —Continuó Biagioni—. Hemos recibido reportes de muchos casos de muerte y la razón son posibles casos de hechicería.
—No lo puedo creer —susurró el pelinegro—. ¿En verdad murieron por muñecos de vudú y cosas así? —Preguntó incrédulo.
—De hecho, sí, Bill. —Confirmó el padre Jost—. No es motivo de risa.
—No me río, es solo que parece muy fuera de lugar.
—¿Hay algún demonio que tenga relación con la hechicería? —Preguntó Jonathan.
—De hecho sí —contestó Jost—. Una mujer demonio.
—¡¿Otra mujer?! —Exclamó molesto Bill.
—Su nombre es “Hecate” la diosa de las brujas. —Completó Biagioni.
—¿No me digas que las víctimas son solo hombres? —Indagó el de trenzas.
—Así es —respondió Jost, con el ceño apretado.
—¿Y me usarán como carnada, cierto?
—¡Pues NO! No lo permitiré, ya viste lo que pasó la última vez, esa demonio se metió en tu cuerpo y por poco me dejaste por convertirte en vegetal. Ya lo dije ¡NO!
—No lo haremos, Bill. —Interrumpió Biagioni—. Ya nos dimos cuenta que las demonios querían absorber a Tom, como lo quiso hacer el gemelo maldito. Por lo tanto no podemos arriesgarlo.
—¿Pero no me dejarán en casa, cierto? —Inquirió el de trenzas.
—Claro que no, estamos escasos de personal. No podemos prescindir de ninguno de ustedes.
—Podríamos hacer una excepción con Jonathan. —Sugirió Bill para molestar.
—Ja, ja, ja si me quedo en casa, te quedas conmigo, precioso.
—¡Cállate idiota! —Gritó Tom.
—Debemos concentrarnos en algún plan. —Pidió el Padre Jost—. Ahora que ya estamos aquí, debemos ver qué motiva a las mujeres a usar la hechicería, y creo que esta vez usaremos a Bill.
—No entiendo Padre —dijo confundido el aludido.
—Queremos que te hagas pasar por mujer y hagas averiguaciones. —Completó Biagioni.
—¿Qué? ¿Están drogados o qué? —Gritó furioso el pelinegro, poniéndose de pie— Soy un hombre, el que sea novio de Tom no quita el hecho de que tenga un pene ¡Joder!
—Yo también me rehúso. —Alegó el de trenzas—. Podría ser peligroso para Bill. ¿Recuerdan a la última diosa demonio? Ella hipnotizaba a sus víctimas, si le hace lo mismo a Bill, quedaría completamente al descubierto y en peligro. —Alegó Tom.
—Lo sabemos y por eso Bill es ideal. Él fue el único que no cayó en la hipnosis de esa diosa demonio. Además, es el único que podría hacerlo.
—¡No quiero! —Exclamó, sentándose y cruzando las piernas.
—Si eres guapo así de macho, me imagino cómo te verás usando un vestido, mhm —Se relamió Jonathan, lo que le valió una patada por debajo de la mesa por parte del de trenzas.
—¡No soy un maldito travesti! —Gruñó el pelinegro, esta vez dejando la mesa para irse a encerrar a su pieza.
—¿Tom? —Pidió el padre Jost.
—Perdóneme Padre, pero creo que esta vez se están pasando. Es humillante para Bill.
—¿Y por qué no llaman a mi hermana? —Sugirió de pronto el castaño, como si fuera lo más obvio del mundo.
—¿Josepe, por qué no lo pensamos antes? —Preguntó Jost, pasándose la mano por la frente, sintiéndose un idiota.
—Yo la llamo. —Se ofreció el castaño.
Y el de trenzas se fue a su habitación para dar la buena noticia a su novio.
—¿Bill? —Lo encontró desnudo metido en la cama.
—No quiero, Tom.
—No cielo, no vengo a eso.
—Siempre te mandan para tratar de convencerme —dijo secando una lágrima rebelde.
—Estoy de tu lado en esto, cariño.
—¿De verdad? —Se sentó y lo miró de frente. Tom le acunó el rostro con ambas manos.
—De verdad. Yo me enamoré de ti así, como hombre, no voy a pedirte que hagas algo que no quieres, y mucho menos esto, sé que te sentirías…
—Humillado. —Tom besó su frente.
—Te amo, Billa y ya hay una posible solución.
—¿No me digas que te vas a disfrazar tú? —El pequeño lo miró con cara de pánico.
—Claro que no. Verás, el inútil de Jonathan tiene una hermana y la llamó para que venga a ayudarnos con este caso.
—Qué alivio. —Se abrazó a su novio, pero de pronto se soltó—. ¿Y si resulta ser la versión femenina el maldito libidinoso de Jonathan?
—No lo creo, cielo.
—¿Y si pasa eso?
—No importará, porque yo te amo a ti y solo a ti y nadie pondrá en duda ese amor, por muy resbalosa que sea.
—¿Puedo confiar en ti? —preguntó Bill haciendo un puchero.
—Nunca dudes de mí, cielo.
—¿Tomi? ¿Hacemos el amor?
—Eso ni siquiera se pregunta.
&
Por la mañana, todos desayunaron contentos, como si la discusión de la noche anterior, nunca hubiera tenido lugar. De pronto sonó el timbre.
—Esa debe ser Chantelle. —Anunció Jonathan como si nada.
—Pues ve a abrirle la puerta. —Pidió el Padre Jost.
—¿Para qué? Que vaya otro. —Gruñó, mordiendo una tostada más.
—Yo voy. —Se ofreció el pelinegro, movido más por la curiosidad que por la amabilidad.
—Hola, niño bonito. —Saludó la mujer, era exuberante y guapísima, cabello rubio con ondas, pantalón negro de cuero, muy ceñido lo que dejaba ver sus curvas y un escote pronunciado. Sí, era una mujer de armas tomar, tal y como lo pensó.
—Hola. ¿Tú eres…?
—Chantelle Paige, hermana de Jonathan.
—Pasa, yo soy Bill. —Ella se arrojó a sus brazos y acarició su espalda.
—Es un placer conocerte, Billy. —El pelinegro se sintió cortado.
—Dime Bill, por favor, Billy suena muy infantil.
—Pero con esa carita de bebito que tienes, pensé que todos te llamaban así —comentó, apretándole la mejilla, cosa que irritó aún más al pelinegro.
—Ven, estamos desayunando. —Ambos pasaron a la cocina y ella, dio abrazos a todos y cuando llegó a Tom, le plantó un beso en los labios.
—Cof cof cof —Se ahogó el moreno al ver la situación. Tom inmediatamente se alejó.
—Señorita.
—Chantelle.
—Señorita Chantelle, no vuelva a besarme nunca más, porque yo tengo novio.
—¿Novio? ¿Eres gay?
—Yo soy su novio. —Se defendió el pelinegro.
—¿Tú? Con razón caíste, Tom, el hermoso Billy tiene carita de muñeco, confunde a cualquiera, pero yo puedo enderezar tus caminos, ¿si quieres?
—Cof cof cof —Volvió a ahogarse Bill, quien esta vez se puso al lado de Tom, como protegiéndolo de la nueva amenaza.
Después de varias miradas comprometedoras y asesinas, pudieron sentarse en paz, y contarle el plan a Chantelle, quien insistió en llevar de compañero a Bill, pero Tom sabía que lo hacía solo para molestarlo. Tras discutir estrategias, decidieron ir todos a almorzar a un lugar que todas las víctimas tuvieron en común, el “Ripley”.
Al llegar, todos pidieron sus órdenes y mientras esperaban, Chantelle se retiró al baño a empolvarse la nariz. Al entrar se percató que no había nadie. Se miró al espejo, el reflejo le sonrió y sus ojos se tornaron rojos. Una hermosa mujer de cabellos rubios la miraba, tenía la piel blanca, tenía una hermosa diadema en la cabeza con la forma de unos dragones. A su lado revoloteaba su mascota, una serpiente alada. La mujer también tenía alas semejantes a las de los murciélagos. Ambas se miraban, hasta que finalmente, la mujer demonio habló.
—Hola querida, soy “Hecate” y vengo a cumplir tus fantasías.
—No creo que puedas —dijo Chantelle, que luchaba por no ser controlada del todo.
—Claro pequeña, sé que ahora mismo deseas a un hombre. Yo puedo hacer que él sea tuyo.
—¿En verdad puedes hacer eso? —Ya su mente estaba doblegada.
—Lo único que debes hacer, es usar este amuleto y él poco a poco caerá a tus pies.
—Sí, sí, lo haré encantada. —La llamada “Hecate” le puso un colgante y le aconsejó que volviera a su lugar—. Gracias. —Y salió el baño.
—Ups, olvidé mencionarte que ese hombre perderá la vida en el proceso ja, ja, ja —Rió endemoniadamente.
Al llegar a la mesa, todo parecía ir de lo más normal, pero Bill comenzó a ponerse pálido.
—¿Bill, estás bien? Luces mal —dijo el de trenzas, un poco preocupado.
—Tienes razón, me siento raro. ¿Tomi, me llevas a casa?
—Claro. —Se puso de pie y ayudó a su novio—. Cualquier cosa nos avisan. —Pidió al resto del grupo. Ellos asintieron y salieron de ahí.
El de trenzas manejó a casa y luego notó que Bill se veía bastante mejor.
—Creo que al final no fue nada.
—Pero te veías mal, estabas pálido y sudoroso.
—Y me sentía mal. ¿Crees que pasó algo relacionado con brujerías, Tomi? ¿Qué me hechizaron o algo así?
—Puede ser, le preguntaremos al Padre Jost apenas llegue. Y debemos averiguar qué le pasó a Chantelle, si por ser chica vio algo raro, allá en el restaurant.
—Tienes razón, pero ahora estamos solos, ¿qué tal si tú y yo aprovechamos el momento?
—¿Seguro que estás bien?
—Muy seguro, Tomi —respondió sensual, cosa que hizo que Tom casi botara baba.
—Entonces vamos.
(Dar play)
Al llegar la tarde, los chicos estaban en la sala con sendas tazas de chocolate caliente. El grupo se sentó alrededor.
—¿Cómo estás, Bill? —Preguntó preocupado el padre Jost.
—Al parecer mejor —contestó un poco avergonzado el chico—. ¿Descubrieron algo? ¿Chantelle, viste algo fuera de lo común?
—No, la verdad nada —respondió, buscando una taza de café.
—Me dediqué a mirar muchas chicas, pero la verdad, ninguna parecía estar embrujada o hipnotizada —comentó Jonathan—. Y mucho menos parecían estar ellas practicando algún hechizo.
—Pero estoy seguro que el punto que todos tienen en común es “Ripley”. —Afirmó Biagioni.
—Bill, estás sudando —dijo Tom, preocupado al ver a su pareja palideciendo rápidamente.
—Necesita descansar. —Confirmó el Padre Jost.
—Déjame revisarte. —Pidió la rubia y arrugó el ceño al ver que Bill hacía una mueca— No me mires así, también soy enfermera, ¿ok? —Pero al acercarse a la pareja, el pelinegro comenzó a empeorar, su cuerpo se convulsionó y Tom entró en pánico.
—Padre, Bill tiene un ataque. —Gritó el de trenzas.
—Yo lo veo —dijo la chica, pero Tom la detuvo.
—¡No te le acerques! —Gritó Tom, sosteniendo posesivamente a su pareja.
—Es ella, Padre, está embrujada. —Gritó Jonathan—. Chantelle, quítate toda la joyería, todo rápido.
—Padre Biagioni, haga los hechizos. —El padre Jost llegó con una bolsa gigante de Sal purificada e hizo un círculo alrededor de los objetos. Tras recitar unas palaras en latín, de un pequeño colgante comenzó a salir humo negro.
—¿Tom, cómo está Bill? —Preguntó el sacerdote.
—Parece que se calmó —respondió más tranquilo el de trenzas.
—El colgante estaba embrujado. ¿Recuerdas cómo lo obtuviste Chantelle? —Preguntó su hermano, con el ceño y los puños apretados.
—Ni idea que lo tenía —contestó de lo más natural.
—¿Por qué esa cosa estaba afectando a Bill? —Preguntó el de trenzas, más asustado que otra cosa.
—Seguro Chantelle quería hechizar a Bill —contestó el Padre Biagioni.
—¿Por qué querría yo hechizar al pequeño? Si voy a hechizar a alguien, sería al guapo de Tom.
—Cállate, imbécil que te oigo. —Gruñó agónico el pelinegro.
—Seguramente el hechizo acabaría con la vida del hechizado y en este caso Bill, por ser tan cercano a Tom, tomó sobre sí mismo la maldición de “Hecate”. —Concluyó Biagioni, tocándose la barbilla.
—¿Cómo es posible que hagan cosas así? —Preguntó Jonathan incrédulo.
—Son gemelos —respondió el padre Jost.
—Aun así es extraño. —Aseguró el castaño.
—Más extraño es que siendo gemelos, se lo estén montando, ¿no? —dijo mordaz la rubia.
—Es difícil de explicar, es porque ellos tienen una relación muy especial. —Reflexionó Biagioni, todavía considerando los pro y contra, de la relación de los chicos.
—Yo creo que tiene que ver con su cuerpo de origen desconocido. —Remató Jonathan.
—Ya basta de hablar de nosotros como si no estuviéramos presentes. —Gruñó desde el suelo el pelinegro.
—Bill, tiene razón. Además ahora debemos tener el doble de cuidado, si la bruja no consiguió a su víctima, es posible que quiera volver a intentarlo.
—Debemos proteger a Tom a toda costa, si no queremos perder a Bill en el proceso. —Todos asintieron.
& Continuará &
¿Tendrán razón al pensar que la bruja “Hecate” volverá por su víctima, o sea Tom? ¿Será Bill capaz de protegerlo otra vez? ¿Y si él se convierte en la víctima, podrá Tom protegerlo sin salir lastimado en el intento? Léalo el próximo capítulo.