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“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 9: Diva en acción
Drop dead gorgeous (Muérete bonita)
Bill despertó por un agradable aroma a café recién preparado. Abrió los ojos con lentitud y de inmediato los efectos del alcohol se hicieron sentir. Una migraña colosal lo atacaba.
—Aagg. Nunca más, lo juro —gimió y apretó los dientes, sólo para volverlos a abrir al escuchar la risa de aquel chico que tanto lo conmocionaba.
—Toma, un poco de agua y una aspirina —dijo el mayor, dejando los artículos en la mesita de noche.
—Lo siento mucho, Tom, me porté como un idiota —aunque no recordaba mucho.
—No hiciste nada, sólo llamarnos cerdos y un montón de cosas más —rió el rastudo y se sentó en la cama, acariciando el cabello del más delgado.
—No suelo beber tanto.
—Eso me dijiste anoche —Tom se quedó pensativo un momento—. De hecho, dijiste que estabas muy… ¿qué te ocurrió?
Bill arrugó el ceño tratando de concentrarse —No lo recuerdo.
—¿Estabas molesto? —otra vez el menor sacudió la cabeza—. Es que anoche…
—Por favor, no digas nada que perjudique mi reputación —gimió el pelinegro, poniendo la muñeca en su frente como toda una reina del drama.
—Justamente fue eso… no querías que yo fuera como ellos —ambos apretaron los dientes, Bill porque recordó lo que había hecho y Tom porque pensó que el menor no lo consideraba lo suficientemente bueno como para estar con su grupo.
—No hablemos de anoche, por favor —rogó el menor, tomando la aspirina y el vaso de agua.
—Te preparé café. Debemos irnos pronto para que vuelvas a casa a cambiarte.
—¿No irás a correr? —preguntó el pelinegro viendo como Tom cambiaba su rutina por él.
—No, pequeño, debo terminar con mi deber de guardaespaldas y llevarte sano y salvo a casa —le dijo con una sonrisa, mientras le revolvía el pelo—. A propósito —Bill levantó la cara para verle—, pareces un mapache.
—Oh, My God —gruñó el menor. Y luego corrió al baño.
&
Tras esperar en el auto a que Bill estuviera espléndido para las clases, Tom los condujo hacia la escuela, luciendo él mismo sus nuevas ropas de gánster, las vistió en caso de que los padres del pelinegro le vieran.
—Ve con Andreas, mientras yo aparco el auto.
—¿Por qué?
—No quiero que te vean conmigo —gruñó el rastudo y en esta ocasión el menor no hizo ningún comentario, aun se sentía triste por lo de la noche anterior.
Bajó del auto y caminó hacia la banqueta de los “pretty people”, pero cambió la dirección cuando reconoció a la rubia que folló con Tom en el club la noche pasada. Sus pasos resonaron por los tacones que llevaba ese día. Con toda la seguridad que años de experiencia le daban, se acercó a la chica y cogió el café que su amiga sostenía y se arrojó desde la coronilla, riendo al ver como chorreaba por la delicada blusa blanca, manchándola.
—Eso es por ser una perra ofrecida —gruñó cerca de su oído para que sólo ella pudiera oírle—. No te metas con nosotros, chiquilla, porque no nos llegas ni a los talones.
Mientras los que estaban cerca reían ante el espectáculo. La joven echó a correr por la escuela con intensión de llegar a un lavado. Tom que caminaba en dirección a su casillero la vio correr y se preguntó qué habría ocurrido.
—Bill está de malas hoy —escuchó decir a alguien en el pasillo cerca de él.
—Hey —llamó a aquellos que hablaban—, ¿qué ocurrió?
—No estamos seguros. Bill Kaulitz está más “diva” que nunca —dijo un rubio pequeño.
—Se acercó a esa chica como si la odiara y le lanzó un café —contó su acompañante.
—Gracias —dijo Tom y se alejó de ellos, «¿qué le ocurrirá esta mañana?», se preguntó mentalmente y siguió hacia el salón de clases.
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Tom se percató que varias chicas le daban miradas de aprobación a su nueva apariencia y rió mentalmente por ello, pensando en agradecerle luego a Bill por haber escogido tan bien su atuendo. Sin embargo, cambió de opinión al ver que su “jefe” estaba de un humor del demonio.
—¡Muévete, estorbas! —le dio un empujón a una de las chicas que le sonreía.
—¿Bill? —le llamó el rastudo, pero fue completamente ignorado por el pelinegro.
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El resto del día fue más o menos lo mismo, Bill y los “pretty people” estuvieron más malos que de costumbre, haciendo bromas ofensivas a todos los que les miraran por más de un segundo.
La mayoría de los estudiantes bajaba la mirada cuando estaban cerca y al ver lo que acontecía, Tom suspiraba triste por el retroceso que Bill había sufrido. No sabía qué haría ahora que ya estaba metido en este nuevo trabajo con el pelinegro, ya no sería tan fácil huir de él, porque Bill le había comprado suficientes cosas como para mantenerlo atado por todo el semestre.
—Tom, ¿estás bien? —preguntó Gabriel al sentarse a su lado en la cafetería.
—No lo creo. ¿Viste cómo está Bill? —preguntó el rastudo ya que esa era la razón principal de su malestar.
—Sí, está de malas —el castaño giró su rostro para ver a los “pretty people” burlarse de una pelirroja—, pero debe ser porque está con resaca. ¿Bebió demasiado?
—¿Qué sabes tú?
—Me enteré que saldrían anoche y, como su guardaespaldas, supongo que fuiste con él —dijo Gabriel volviendo a mirar al grupo. Tom estaba de espaldas a ellos, así que no podía, o más bien, no quería mirarlos.
—No se te escapa nada ¿verdad?
—Soy un verdadero fan de Bill —dijo el castaño y arrugó la nariz—. ¡Auch!, eso debió doler.
—¿Qué ocurre? —preguntó el rastudo, aun sin querer voltear.
—Esa chica rubia está completamente en la lista negra de Bill.
—¿Chica rubia? —Tom giró su rostro, y presenció cómo su jefe le arrojaba la ensalada a la misma chica que en la mañana corría con café en su blusa. Arrugó el ceño al reconocer a la mujer que lloraba a mares y trataba de salir de la cafetería, pero no podía porque el grupo de amigos de Bill no la dejaba.
Se puso de pie muy molesto y corrió hacia ellos.
—¡Ya basta! –dijo con indignación, los chicos le reconocieron y regresaron a su sitio—. Ven conmigo —le dijo a la chica.
—¿Tom?
—No… —le dio una mirada de hielo al pelinegro y salió de allí con la temblorosa rubia.
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Después de dejar a la chica en el baño, Gabriel le miró con cara de incredulidad y levantó una ceja. Caminaron hacia el salón de arte y finalmente preguntó.
—¿De qué me perdí?
—Nada, me molestó lo que ocurría, eso es todo —respondió el de rastas.
—Mentira. Nunca antes nos hemos metido con los “pretty people”, ¿qué ocurrió?, ¿quién era ella?
—Me acosté con ella —reconoció el chico, sonrojado.
—¿Qué?, ¿cuándo? —Gabriel estaba conmocionado, pero a la vez comprendía la razón del mal humor de Bill, quien ni siquiera los había saludado en el día.
—Anoche en el club. Bailamos y luego, ya sabes.
—¿Y no estabas cuidando a Bill?
—Bueno, él estaba con otra chica —se defendió el rastudo.
—¿Estaban follando?
—No, bailaban.
—¡¿Dejaste tu deber de guardaespaldas para ir a follar, Tom?! Dios mío, con razón Bill está tan furioso —Gabriel sacudió la cabeza, era inútil hacerle saber a Tom que el menor estaba celoso, así que lo mejor era hacerle comprender que este había sido un “error técnico”.
—Oh, no, ¿fue eso entonces…? —susurró el de rastas, pero por muy bajo que lo dijera, su amigo alcanzó a oírle.
—¿Qué?, vamos dime. Tú eres muy lento para procesar la información.
—Después que me fui con la chica, Bill comenzó a beber mucho, estaba tan borracho que lo tuve que llevar a mi casa, porque sus padres lo castigarían —Gabriel le miraba con la boca abierta. Bill había dormido en casa de su mejor amigo >///< — y luego lloró diciendo que no quería que yo fuera como ellos.
—Dios, Tom, eres tan tonto a veces —el castaño se golpeó la frente con la palma de su mano—. Es obvio que Bill te quiere así como eres y tú te portaste como los estúpidos sin cerebro de los “pretty people”, yendo a follar con un par de tetas, por eso él está así. Y para colmo, le das una mirada asesina. Creo que deberás tener mucho cuidado ahora, porque si caes en su “lista negra”, nos harán la vida imposible todo el año.
—Hablaré con él —Tom tragó grueso y miró a su alrededor a sus compañeros. Bill no estaba allí.
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Después de su entrenamiento, Tom llamó a Bill por teléfono para sus clases, pero al segundo timbre, la llamada se cortó. El rastudo arrugó el ceño y le pidió a Gabriel que le ayudara, pensando que no había marcado bien, pero volvió a ocurrir. Bill le cortó.
—Creo que no quiere hablar contigo —anunció el castaño, preocupado al ver el rostro triste de su amigo.
—Bien, lo llamaré más tarde.
Pero por mucho que lo intentó, Bill nunca cogió sus llamadas, finalmente llegó a su casa y cenó su comida china instantánea, abrumado por la soledad. Desde que había accedido a ser tutor del pelinegro, siempre comían juntos, incluso los fines de semana, Bill buscaba excusas para visitarlo, y ahora el no tenerlo cerca… dolía.
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Se levantó muy temprano, con la esperanza de arreglar las cosas después de su entrenamiento matutino. Su cuerpo estaba incluso más energizado por toda la ansiedad que esta conversación le producía, porque finalmente ¿qué le diría a Bill, que fue una calentura del momento? No, él sabía que no fue eso lo que le llevó a tener sexo con esa rubia, de la cual ni sabía el nombre.
Lo que le impulsó a follarla fue la canción que Bill le cantó, las palabras de la chica “esa canción es perfecta para conquistar”, él no se consideraba homofóbico, pero no le iba la idea de los gays, aunque sospechaba seriamente que Gabriel lo fuera. Sin embargo, no aceptaba que Bill se comportara así, le atemorizaba.
Terminó exhausto después de haber corrido con tanta intensidad y se desilusionó al encontrar a Gabriel con su típico café, pero ni una señal del pelinegro.
—¿No lo has visto? —preguntó el rastudo a su amigo.
—No, no estaba con el grupo en la entrada.
—Ya veo.
—Pero tal vez se quedó dormido —mintió Gabriel para darle ánimo a su amigo—, lo verás ahora en clases y entonces podrás arreglar las cosas.
—Sí —bebió su café en silencio, extrañando las risas y conversaciones sin sentido que tenían Bill y Gabriel mientras él desayunaba cada mañana.
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Al entrar a clases, Tom escudriñó con sus ojos todo el lugar y no halló ni rastro del menor. Miró con angustia al rubio platinado, quien de inmediato identificó su petición.
—Hallo… —Habló el rubio al celular.
Tom le veía mover la cabeza, susurrar algunas cosas y asentir. Finalmente se acercó a él y preguntó.
—¿Qué le ocurrió?
—Está enfermo —Tom apretó los puños, Bill nunca faltaba, aun si estaba enfermo llegaba allí, fingiendo que era invencible y molestando a todos con sus niñerías. Lo extrañaba.
—No me contestó las llamadas —dijo el rastudo, casi miserablemente, Andreas tuvo compasión de él.
—Iré a visitarlo esta tarde, después de clases. Le diré que te llame, ¿ok?
—Gracias.
Regresó a su lugar, pero le costó mucho poner atención en clases todo ese día. Siguió intentando hablar con Bill, pero éste seguía rechazando sus llamadas. No le quedaba más que esperar hasta el día siguiente.
&
Una vez más se levantó al alba y llegó a la escuela a correr, pronto habría competencia y debía mantener sus marcas. Pero su corazón estaba angustiado y a diferencia del día anterior, tras un par de vueltas, se sentó en las gradas, suspirando y dándole rienda suelta a su imaginación sobre lo que estaba pensando Bill sobre él.
Tal vez llegue esta mañana y sonría como si nada hubiera pasado, o lo regañe por lo del club, o maltrate a más gente por estar en sus días de “diva”.
Pero nada de eso ocurrió. Bill no llegó a clases. Tom miró en todas direcciones, hasta que sintió una mano en su hombro, giró ilusionado, pero sus ojos se desmoronaron al ver a Andreas.
—No está enfermo —dijo rápidamente.
—¿Entonces?
—Está molesto. Contigo —aclaró el rubio.
—Pero no me contesta, no me deja explicarle —se defendió el de rastas.
—Esta tarde irás conmigo a su casa.
—Y si no quiere verme.
—Yo me aseguraré de que lo haga.
—Gracias.
Andreas volvió a su lugar y sonrió para sí mismo, esto había ido demasiado lejos, Bill estaba enamorado, pudo notarlo tan sólo con ver su sonrisa al hablar de Tom, y ahora estaba sumamente celoso. El problema, es que al parecer, el rastudo no era gay. Debía hacer que hablaran y se dieran cuenta de las cosas, para que siguieran siendo buenos amigos o para ayudarlos a alejarse.
Sin importar que Bill perdiera la famosa apuesta, para el rubio el bienestar emocional del pelinegro, estaban por sobre cualquier estatus.
& Continuará &
¿Aceptará Bill hablar con Tom? ¿Podrán aclarar las cosas? ¿Comprenderá Tom los sentimientos del pelinegro? No se pierdan la continuación.