“Pumba y sus amigos” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Pumba se divierte
Después de pasear de un lado al otro, siguiendo a Durkas y Pumba, los perritos visitantes comprendieron porqué el grito de satisfacción de ellos, al ver aparecer a los “tíos G’s”. Los humanos risueños se escaparon a hurtadillas, para compartir con los perritos unas patitas de pollo.
—Dios mío, creo que ahora podría partir de este mundo con la confianza de haber disfrutado los mejores manjares de esta vida —dijo elocuentemente Oliver August.
Sus compañeros caninos asintieron y continuaron mordisqueando las suculentas presas, disfrutando del sabor de la carne de pollo en sus hocicos.
—Siempre voy a asociar “paraíso” con las patitas de pollo —comentó Pumba, dándose un lametón para quitarse un trozo de piel de pollo de su mejilla perruna.
—Comprendo perfectamente tu concepción, querido y adorado Pumba —respondió Oliver—. Sientes que es el paraíso comer esta delicia.
—Pero también te puedes morir y llegar directamente al paraíso. —Agregó Durkas, con un ladrido risueño.
—¿Por qué haces ese comentario tan macabro, estimado can de elevada estatura? —preguntó el perrito blanco, lamiendo una vez más, los restos de su huesito pelado.
—Lo dice, porque si te ahogas con el hueso astillado, te puedes morir, tonto —contestó bruscamente Rafael, pero luego estalló en risotadas, al ver la cara de pánico de su primo.
—Pumba lucía exactamente de la misma forma cuando le conté eso. —Rió Durkas, dando unas pataditas en el suelo por la risa perruna, que solo ellos escuchaban.
De pronto, se oyó una risita humana y todos los perritos voltearon, un poco asustados, pues sabían que los papás Kaulitz no querían que ellos comieran comida tan peligrosa como las patitas de pollo. Sin embargo, soltaron un suspiro de alivio al ver que era el tío Geo. Pumba corrió hasta él, quien se agachó para acariciar las orejas del cachorro.
—¿Se divierten? —preguntó y todas las mascotas agitaron sus colitas, en señal afirmativa—. Apuesto a que más patitas de pollo los harían muy felices.
—GUAU —respondió Pumba y de su espalda, como si fuera un mago, Georg sacó otra fuente con presas alimenticias.
—Están un poco frías, porque no quisimos arriesgarnos a que sus padres las vieran. —Les guiñó un ojo y luego se retiró.
—¡Dios, quiero ser adoptado por su familia! —Exclamó Rafael Jamal y se puso junto a Durkas con una expresión de añoranza.
—Lo veo difícil, tienes a tu humano, pero mis padres siempre te darán la bienvenida —respondió el moteado. Le gustaba competir y molestar a Rafael, pero sabía que la familia Kaulitz amaba a sus bebés y cualquier mascota los deseaba como padres.
No pasaron más de quince minutos y las patitas de pollo comenzaban a menguar, pero lo que se había expandido, fueron las risas de los canes. Si algún humano hubiera entendido sus pláticas, habría pensado que estaban bebidos. En otras palabras, el exceso de patitas de pollo, era como muchas botellas de cerveza para las personas.
—Entonces, ¿qué raza de perro come con la cola? —preguntó el perrito oscuro, al borde de las carcajadas.
—No lo sé —respondió Oliver, meditando sobre la pregunta.
—Todos, porque ninguno se la quita para comer ja, ja, ja. —Y las risas no se hicieron esperar.
—Espera, espera. ¿Y qué tal este? —dijo Durkas, aclarándose la garganta para contar su chiste—. ¿Cuál es el héroe de los perros?
Los más pequeños lo miraron curiosos y negaron con la cabeza.
—Dober Man. Ja, ja, ja. —Estallaron nuevamente en risotadas.
Los canes continuaron comiendo y riendo, mientras las horas pasaban, hasta que el ruido del timbre llamó la atención de todos.
—¿Quieren ir a mirar o mejor nos quedamos aquí? —preguntó Rafael Jamal, demasiado lleno como para querer moverse.
—Quédense aquí trío de viejos, déjenle esto a la juventud. —Bromeó Pumba y levantándose de su lugar en el piso, caminó, pues su panza estaba muy pesada como para correr y siguió en dirección a la puerta principal.
Mientras se alejaba, escuchó la voz de Oliver, quien siguiendo el ejemplo de los otros perros, contó su propio chiste.
—¿Qué es un ladrillo? ¡Pues el gritillo de un Perrillo!
Pumba rió fuerte y siguió su marcha, pues el timbre volvió a sonar. Tuvo un mal presentimiento, o más bien, un recuerdo. Cuando el timbre sonaba en forma insistente, era porque había alguien no deseado en la puerta. Afinó sus fosas nasales, respiró hondo y quiso vomitar.
Al llegar a la puerta, su papi Bill estaba de pie con el ceño apretado—. Alex, Ría. Qué gusto. —Pumba observó la escena y casi pudo ver todos los músculos tensos en su padre.
Ahora que comprendía los “celos”, sabía que papi Bill odiaba a esa mujer que se echaba esa sustancia olorosa, muy desagradable, que ella llamaba perfume. Y también sabía que papi Tom, odiaba al humano Alex. Podía ser el humano de sus amigos caninos, pero no podía negar que el tipo era raro… había algo que todavía no acababa de entender, tal vez era por su inmadurez, pero algo en el fondo de su panza le decía que no confiara en él.
Entró a la sala y gruñó feo. La mujer con el pelo largo lo miró hacia abajo y sonrió.
—Ven, perrito, perrito.
—¿Está mujer es idiota o qué? Lleva mucho tiempo viniendo hasta aquí y siempre me dice “perrito, perrito”. Cualquier imbécil sabe que soy un perro. Tanto le cuesta aprender un nombre. —Gruñó en su lenguaje canino, pero no pudo reprimir un grito cuando las manos del otro humano lo tomaron.
—¡GUAU!
—Suéltame maldito cabrón, me tomas así, porque sabes que no me puedo defender en el aire, todo porque no soy un pájaro, como ese alien que vi en el parque. Ya verás cuando me bajes, te enterraré mis colmillitos afilados en tus canillas horrorosas y peludas.
—¿Dame a Pumba, sí? —Pidió su padre adorado, notando la intranquilidad de su cachorro—. Ve con tus amiguitos, pequeño. —Pidió Bill, besando la cabeza de su bebé.
El perrito hizo lo que se le mandó, pero al llegar donde sus colegas estaban reunidos, se echó como un saco de patatas al piso y bufó.
—La vida es un asco. —Confesó y todos los demás estallaron en carcajadas.
—Tal parece que seguimos bajo el efecto de las patitas de pollo —dijo riendo su nuevo amiguito, Oliver. Acostándose a su lado.
—Cuéntanos, ¿qué te pasa colega? —Pidió el perrito blanco de orejitas negras.
—Han llegado enemigos a la casa —respondió Pumba.
—¿Qué? —Durkas se levantó y miró a su hermano menor—. ¿Quién ha venido?
—Son ellos, los dos causantes de los problemas de nuestros padres. —El favorito arrugó el hocico y quiso bufar.
—Tenemos que hacer algo…
—Nosotros les ayudaremos. —Anunció Rafael, levantándose también—. Ustedes se han portado muy bien con nosotros, es lo mínimo que podemos hacer.
—Bien, está decidido, mi primo y yo, les ayudaremos a hacer travesuras.
Como señal del acuerdo, todos ladraron.
& Continuará &
¿Qué creen que hará esta pandilla contra el humano Alex y contra la fea de Ría. Si quieren saberlo, los invito a continuar con las lecturas. Besitos y ya saben que siempre me pongo contenta cuando veo comentarios.