«Backstage» Fic TWC de LadyScriptois
Capítulo 10
Aproximadamente, cuarto mes de las vacaciones de Tokio Hotel.
Georg y Kay por fin tuvieron su batalla de videojuegos y, luego de diez intentó donde siempre perdía ante el bajista, Kay decidió que por el bienestar de su orgullo dejarían de jugar. Ahora se habían sumado a la batalla Sido y Gustav, en una competencia en parejas.
A la reunión se autoinvitaron Top y Blass y, mientras ellos dos se divertían experimentando con cocteles que le servían a los chicos, Bill estaba al lado de ellos como un aprendiz, pero sin probar alguna bebida por su condición. Así que, Bushido había asumido el rol de catador y de seguro si era sometido al alcoholímetro estaría fuera de los estándares permitidos, aunque el rapero solía tolerar bastante bien el alcohol, pero no por ello se evitó la desinhibición que lo llevó a no poder alejar sus manos de Bill.
—Quiero probar ese. – habló Anis desde atrás de Bill. Tenía una mano en la cintura del pelilargo, con la otra sostenía su bebida y se asomaba sobre el hombro del menor para ver que hacían, intoxicándose del rico olor que se desprendía de su cabello.
—Ese no. – se negó Bill. —Es muy fuerte y estás ligando muchos tipos de alcohol. – le dijo.
— ¿Lo quieres? – le ofreció Top con una sonrisa maliciosa. Anis estaba a unas cuantas bebidas de que se le enredara la lengua.
Bushido miró a Bill y luego habló.
—Creo que no. Mejor dáselo a Kay. Me reiré mucho si logran que pierda la conciencia antes del amanecer.
En el momento en que Top le llevaba el trago a Kay, el timbre del apartamento sonó, y Anis se preguntó si acaso sería Shindy. Bill sintió como la calidez del cuerpo de Bushido lo abandonaba; lo miró dirigiéndole una sonrisa y el otro sintió su cuerpo estremecer mientras se encaminaba a la entrada.
El menor estaba hermoso, olía delicioso, se sentía genial y Anis no sabía si era por el alcohol o por lo que se sentía, pero no quería despegarse de Bill. Sabía que lo vería dentro de dos días, pero aún así el rapero sentía que no vería al pequeño en años y eso lo hacía sentir extraño, casi perturbado y con una sensación de impotencia. Se sentía atraído como por un imán a Bill y sólo quería tenerlo entre sus brazos, hacerlo sonreír y protegerlo.
— ¿Qué haces aquí? – preguntó un poco impactado, cuando al abrir la puerta estaba Hanna, con su cabello ondulado al estilo miss universo, su maquillaje intacto, zapatos altísimos y un vestido ajustado que dejaba apreciar la gloria que era su cuerpo.
—Qué manera de recibirme, cariño. – le sonrió, acercándose al rapero y besando la comisura de sus labios. — ¿Puedo pasar? – preguntó, adentrándose al apartamento sin esperar respuesta; seguida por una amiga que entró deseándole a Bushido un feliz cumpleaños. El aludido la miró confundido.
— ¡Mira nada más quien llegó! – dijo emocionado Kay, abandonando los controles y recibiendo con brazos abierto a Hanna y a su amiga Kat.
Sido, Top y Blass saludaron a las chicas y luego siguieron enfocados en lo suyo. No agradaban mucho de esas chicas, además que sabían que Bushido intentaba poner límites con Hanna, pero parecía que a Kay eso no lo entendía.
Bushido se acercó nuevamente al área de experimentos cuando Bill le dirigió una tímida mirada y suspiró aliviado al ver que las recién llegadas estaban entretenidas dando saltitos al ser presentadas ante Georg y Gustav.
—No sabíamos que Kay las había invitado. – dijo Blass.
—Lo sé. Sólo espero que no se queden por mucho tiempo. – suspiró abatido, mientras veía a la chica morena acercarse a ellos.
— ¿Por qué no me dijiste que eras amigo de Tokio Hotel y que estarían aquí? – le preguntó Hanna a Bushido con disimulo, pero lo suficiente alto para que Bill escuchara y quisiera poner sus ojos en blanco. Extrañamente, no le agradaba esa chica.
—Porque no sabía que venías. – dijo Bushido, resaltando que él no consideró invitarla. Nunca.
—Kay me invitó. ¿No te dijo? – preguntó la mujer.
—No.– respondió entre dientes.
—Preséntame. – le murmuró.
—Bill. – llamó Anis a quien, al parecer, estaba muy concentrado siguiendo las instrucciones que le daban los otros dos. —Quiero presentarte a una amiga. – le explicó, con notable irritación cuando Bill volteó para verlos.
—Soy Hanna. – le tendió la mano la mujer. —Me encanta su música e internamente estoy enamorada de tu gemelo. ¿No está aquí? – preguntó emocionada y el menor retiró su mano con sutileza.
—Un placer conocerte. – dijo con educación. — Y no… Ehm…. él no está aquí. – respondió.
— Oh, es una pena. – agregó, abrazándose al brazo de Anis y besando su mejilla. — No te pongas celoso, cariño.
Bill miró la escena sin borrar su sonrisa y cuando los ojos de Bushido atraparon los suyos, el menor se dio cuenta de que todo el tiempo estuvo sonriendo con falsedad.
—Bill, ven aquí, Blass quiere hacer algo con nitrógeno líquido. Tienes que verlo. – le llamó Top.
—Yo… uhm… me llaman. – se excusó y se giró nuevamente para prestarle atención a los otros dos.
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Se suponía que era una reunión de chicos, no de chicos y dos chicas: una que no se despegaba de él y otra que ya estaba media ebria.
Hanna estaba a su lado en el sofá, contándole una historia que tal vez era importante, pero él no le prestaba atención. En esos momentos: cuando solo quería ir al lado de Bill y reír con él en la conversación que estaba sosteniendo con Gustav, Georg, Top y Blass; cuando no podía más que mirarlo desde la distancia y sonreírle cuando sus miradas se encontraban; cuando observaba las mejillas sonrojadas de Bill y él solo quería acariciarlas; era en esos precisos momentos que odiaba a su madre por enseñarle a ser siempre un caballero. Sólo eso era lo que le evitaba el soltarse de Hanna.
Dejó de observar como Bill ponía un mechón de cabello tras su oreja y observó la seña que le hacía Blass, enseñándole su reloj. Sabía que la reunión no podía extenderse mucho porque Georg y Gustav tendrían que tomar un vuelo en casi cinco horas y él tenía una sesión fotográfica.
Le asintió entendiendo y luego observó a Georg levantarse del lado de Bill para responder una llamada.
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—Hola, hermano. – contestó feliz el bajista. — ¿Qué sucede que llamas a esta hora?
—Nada, tenía un poco de insomnio. ¿Qué haces que hay tanto ruido? –mintió el trenzado.
—Oh, estamos en una reunión en el apartamento de Bushido. Terminamos la canción. Es brutal, tienes que escucharla. – le respondió con una sonrisa y le hizo señas a Bill para que se acercara.
—¿Sí? ¿En tan poco tiempo?– preguntó, casi arrepintiéndose por haber llamado.
—Es que esos dos lo tenían todo en sus mentes. Trabajan como si se conocieran desde siempre. Tienen muy buena química. – comentó, recordando que entre Bushido y el menor había más que química al trabajar. —Oh, aquí está Bill. Te lo pasaré para que le felicites. – dijo sin darle tiempo de responder al otro.
Bill, confundido, tomó el teléfono colocándolo en su oreja y antes de poder siquiera preguntar quién era, se congeló al escuchar la voz al otro lado de la línea.
—Oye Georg, Anne se despertó. No puedo hablar ahora con Bill. Envía saludos de mi parte.– y luego escuchó los bip bip que daban la llamada por finalizada.
Bill se quedó con el celular en la misma posición por algunos segundos. Hace tanto tiempo que no escuchaba su voz que se sintió estremecer, casi perdiendo el equilibrio. El aire no estaba fluyendo bien.
Los pedacitos de su corazón enamorado saltaron incontrolables, como si hubiesen vuelto a la vida luego de miles de años, latiendo tan frenéticamente que a Bill le empezaba a doler la sangre que transitaba por sus venas. Sus labios temblaron un poco, al igual que sus dedos y batió rápidamente sus pestañas cuando fue consciente de que sus ojos estaban humedeciéndose.
—Se-se colgó la llamada. – dijo atropelladamente, tendiéndole el celular a Georg y caminando rápidamente al corredor que daba a las habitaciones, buscando un baño para encerrarse cuando se sintió a punto de quebrar.
Extrañamente no sintió náuseas, sólo muchas ganas de llorar luego de escuchar la profunda y varonil voz de Tom.
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Bushido observó a Bill dirigirse hasta Georg, tomar el celular y luego nada le gustó. El ligero trastabillo, el parecer paralizado y luego salir casi corriendo. Algo no estaba bien.
—Voy al baño. – se disculpó y se dirigió al corredor.
Bill estaba a punto de abrir la puerta del baño cuando sintió una mano familiar tomar la suya y guiarlo rápidamente a una habitación.
Apenas cerró la puerta de la habitación principal, abrazó a Bill e inmediatamente lo escuchó sollozar, mientras el menor se aferraba a él con fuerza.
El menor lloró durante largos minutos casi en silencio y convulsionándose ligeramente contra el cuerpo que lo abrigaba cuando el dolor era muy grande, y en esos momentos era cuando Bushido lo abrazaba con más fuerzas.
El amor de Bill por su hermano era tan grande que sin duda el dolor también lo era.
Anis estaba bastante sorprendido. Por un momento pensó que Bill quería vomitar, pero grande fue su sorpresa al ver que el menor sólo parecía querer llorar y llorar.
Sin embargo, Bill ahora sólo pensaba en Tom. Cerrando con fuerzas sus ojos cuando todos los recuerdos de los momentos bonitos junto a su gemelo y sus dulces palabras de amor parecían apoderarse de él y luego: Anne.
Era cierto. Todos los rumores que había leído eran verdaderos y Tom estaba con alguien, con alguien que él eligió y con quien tal vez era feliz. E internamente se odió, porque no era correcto que llorara amargamente por eso, porque él debería de alegrarse porque su gemelo era feliz. Pero no podía, porque no podía evitar que, ese a quien sólo debía querer como un hermano, era a quien amaba como hombre, como un hombre que lo tomó y entró en él de todas las maneras físicas y emocionales posible.
Cerró sus ojos para calmar sus sollozos, derramando sus últimas lágrimas y reviviendo en su ser los que quería que fueran los últimos recuerdos de Tom como el hombre al que amaba.
Él tenía que dejar de amar a Tom, eso era lo correcto.
—Lo siento. – murmuró contra el hombro de Bushido luego de minutos. —Arruiné la noche.
—Está bien. – le calmó besando sus cabellos. —Nadie se dio cuenta. ¿Estás mejor? – le preguntó y se alejó un poco para levantar el rostro de Bill. Sus labios estaban rojos y sus mejillas húmedas al igual que sus pestañas.
—Sí. Sólo fue… – dudó un poco.
—No tienes que contarme si no quieres hacerlo. – le dijo, secando la piel húmeda de su rostro y Bill asintió. — ¿Quieres que traiga algo para ti?
—No, estoy bien. Sólo necesito un poco de aire fresco.
—Puedo darte eso. – dijo besando la frente de Bill. —Ven. – tomó su mano y lo dirigió hasta un enorme ventanal que estaba en la habitación. Luego de abrirla, le permitió a Bill que saliera al balcón.
—Gracias. – dijo con una pequeña sonrisa y abrazándose a sí mismo al sentir un poco de frío.
—De nada. – respondió. —Espérame aquí. – pidió y Bill asintió, recargándose en la barandilla de hierro pulido y cristal.
El aire era frío, pero aun así le relajó.
—Espero que sea suficiente. – comentó, colocando una enorme chaqueta en los hombros de Bill y, con un poco de atrevimiento, envolviéndolo en sus brazos desde atrás.
—No sabía que había tanto frío. – dijo y, para sorpresa de Anis, Bill recostó su espalda en su torso y su cabeza en su pecho. —Parece que te gustan los lugares altos. – concluyó, por qué ese era el apartamento oficial de Bushido y era un pent-house.
—Solo me gustan las buenas vistas. – corrigió y Bill giró un poco su rostro para sonreírle.
—Hanna te debe estar esperando.
—Está bien. Kay puede encargarse de ella.
—Ella… Tú le importas.
—No le importo. – dijo divertido, ajustando mejor sus brazos alrededor de Bill y este colocó sus manos sobre las de él.
—Yo creo que le gustas mucho.
—No tanto así. – dijo. —Te contaré. – anunció y Bill asintió. —Nos conocimos en una fiesta y tú sabes, estuvimos unos días flirteando, nos acostamos varias veces y fin. Siempre puse mis límites, porque no buscaba una relación, pero ella quedó extrañamente enganchada de mi billetera.
— ¿Le hiciste regalos caros? – preguntó un poco divertido.
—Solo dos veces, pero ahora quiere más. Y tal vez estés pensando que me lo merezco por sólo querer acostarme con ella.
—Sí, lo estoy pensando. – afirmó sonriente.
— ¡Eh!, pero ella no es una santa. Y te puedo asegurar que en estos momentos está pegada a Kay intentando sacarle siquiera un collar de unos cuantos quilates.
—Raperos. – bufó Bill.
—No raperos, solo hombres. Y ahora qué sabes mi vida sentimental… – aprovechó Bushido.
—No sé de tu vida sentimental. – corrigió Bill.
—Lo que sea. Considerando que tienes a Europa y millones de personas en el resto del mundo tras tus huesos. ¿Hay alguien que hace latir ese corazón?
«Hay alguien que hace más que latir mi corazón, pero no está bien.» pensó con tristeza y luego suspiró de esa forma que Anis describió como triste.
—No. – respondió.
— ¿Y te has enamorado alguna vez? – continuó preguntando, pero no recibió respuesta. —No era la persona correcta. – afirmó Bushido.
«No es correcto que lo ame.»
—Exacto. – murmuró, agradecido por la posición que impidió que sus ojos húmedos se mantuviesen ocultos de Anis.
No sólo se había enamorado una vez, había sido su primera vez y parecía que viviría enamorado para siempre. Asquerosamente enamorado.
Pronto la noche celebración llegó a su fin. Hanna y Kat se fueron a algún lugar con Kay; y Top y Blass se marcharon luego de jugar con los G’s con el nitrógeno líquido.
Los integrantes de Tokio Hotel, casi tres horas antes de que dos de los chicos tuviesen que abordar un avión, llegaron a su apartamento. Sólo cuando Georg dejó de hacer bromas acerca de que Bill y Bushido se perdieron en una de las habitaciones para besarse, el menor logró dormir, soñando con la voz de Tom.
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Bill estaba feliz como en mucho tiempo no lo estaba.
La canción había sido lanzada y era un éxito, posicionándose rápidamente en el top teen de muchas listas musicales.
Hace una semana que había tenido su cita con el doctor Miller y había recibido la maravillosa noticia de que aumentó casi quinientos gramos, lo único malo fue que se sumaron más pastillas: como protectores gástricos y algunas para las lesiones estomacales, y hubo ciertas modificaciones en su alimentación.
Hans estuvo de acuerdo con que Bill las primeras dos semanas comiese vegetales y muy liviano, ya que apenas estaba acostumbrado a su estómago nuevamente, pero decidió que ya era hora de hacer engordar al chico. Así que, había una buena porción de proteínas y carbohidratos, y un buen equilibrio en alimentos grasos y lácteos en su régimen alimenticio. Tal vez Bill solo no hubiese podido con ese nuevo reto, pero tenía a alguien a su lado: Simone.
Como tenía planeado, solo estuvo en Berlín hasta el día de su cita con el doctor y algo en sí lo hizo no querer volver a ese solo y frío apartamento en Magdeburgo, por lo que llamó a su madre, quien emocionada aceptó a su hijo en casa.
Simone era su madre sin duda, podría pasar siglos sin ver a los chicos, sin recibir una llamada en meses, pero nunca dejaría de conocerlos como sólo ella podría. Y supo que su hijo menor no estaba bien.
Bill se contuvo en mencionar que había estado peor y luego de regaños y lágrimas por parte de su madre, el menor tuvo que recurrir a la misma mentira que le dijo a G’s. Con la misma advertencia.
A Bill se le partía el corazón al ver que causaba tanto daño a los suyos. Se sentía como lo peor del mundo al ver llorar a Simone por su causa, porque no podía dejar de tenerse asco a sí mismo y vomitar hasta enfermarse. Se sintió pequeño, se sintió enfermo, se sintió mal, se sintió que no era un buen hijo. Lo que más temía se estaba volviendo realidad ante sus ojos y estaba decepcionando a quienes amaba.
Pero luego, y entre caricias y lágrimas, le comentó a su madre que estaba bajo tratamiento médico y le habló acerca de sus progresos. Simone sonrió y lloró orgullosa de su pequeño. En ese momento, Bill decidió convertir la enfermedad en la cura y mejorar para que Simone volviese a estar orgullosa de él y no llorara.
Tenía una semana en casa de su madre cuando empezó a notar que sus mejillas lucían llenas y mentalmente culpó a la tarta de vegetales que su madre le preparaba, también al hecho de que sólo había vomitado dos veces, a escondidas obviamente. Aún estaba un poco renuente a comer ciertas cosas como golosinas, frituras, comida chatarra o demasiado grasosa. Él era feliz comiendo pequeñas cantidades de comidas horneadas, al vapor y bastantes simples. Además, de que seguía las instrucciones de Miller y pasaba muchas horas escribiendo y algunas veces dibujando.
—Buenas noches. – se despidió y sus mejillas seguían igual de sonrojadas desde hace horas. Exactamente desde que Bushido se comunicó con él por videollamada.
Aunque quisiera y sin entender porque, no podía sacar de su mente ese incidente y esa confesión.
—Descansa, hermoso. Hablamos mañana. – dijo el rapero y Bill finalizó la llamada para luego apagar su laptop.
Bill subió las escaleras y entró a la habitación de invitados, esa que le daba escalofríos de solo estar allí. Rápidamente dejó su laptop y se dirigió a la habitación de su mamá. Gordon salió de viaje el día que el menor llegó y eso era algo que Bill aprovechaba. Sencillamente no podía dormir en esa habitación, no cuando todas las promesas de amor de Tom estaban flotando en el aire.
—Hoy ha sido más larga la llamada. – le dijo su madre sonriendo cuando él se acurrucaba a su lado.
—Sí, me ha contado algunas cosas de la grabación de su video. – le comentó, sintiendo como su mamá acariciaba sus cabellos.
—Es un amigo muy importante para ti. ¿Verdad? – Bill sin duda asintió.
—Te dejó saludos. – informó.
— ¡Oh! devuélvelos cuando vuelvas a hablar con él.
—Lo haré. Buenas noches, mami. – le deseó besando la mejilla de su mamá y esta besó su frente.
—Buenas noches, mi niño.
Bill se durmió con una sonrisa porque su mamá no lo rechazaba.
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Anis sonrió y cerró su portátil cuando la imagen de Bill dejó de aparecer en la pantalla, sintiendo un calorcito en su corazón al verlo más saludable y alegre. E inmediatamente negó con una sonrisa al sentirse como un perdedor enamorado, cuando la imagen de aquel suceso llegó a su mente:
Después de salir del consultorio, Bushido se dirigió al apartamento del menor, ya que él había ido por Bill en la mañana para ir a la clínica, así que irían por las maletas del menor y este se iría en su auto a casa de su madre.
Anis lo vio terminando de empacar con rapidez y después apagar la luces. El menor se veía radiante y feliz por las noticias que recibió de la mejoría de su salud y el rapero se sentía abrumado por las emociones, por verlo marchar, por no poder estar más a su lado.
—Ya podemos irnos. – le informó Bill.
—Uhm… claro. Déjame ayudarte. – se ofreció, tomando dos de las maletas del menor.
—Gracias. – dijo Bill y cerró la puerta de su habitación para dirigirse a la puerta de entrada.
Bushido lo seguía debatiéndose que hacer.
—Espera. – pidió soltando las maletas.
— ¿Qué suce… – no pudo seguir hablando porque Bushido lo abrazó con fuerza. —Oh. – dijo sorprendido y sonriendo un poco, mientras se puso de puntitas para poder corresponder el abrazo.
—Mierda, realmente te voy a extrañar. – le confesó, simplificando el abrazo en sus manos alrededor de la cintura de Bill y este con sus manos en sus hombros.
—Yo también. – dijo sin poder evitarlo y Anis le sonrió abiertamente.
— ¿Estás seguro que no quieres quedarte un tiempo más en Berlín? – le preguntó y Bill rio.
—Tal vez pueda quedarme, pero en un hotel cinco estrellas que tú debes pagar. – dijo en broma.
—Perfecto, vamos al que tú quieras. – aceptó Bushido y Bill sonrió aún más.
—Parece que realmente vas a extrañar a la princesa Kaulitz. – bromeó nuevamente.
—Más de lo que pensé. – dijo acariciando una de las mejillas de Bill. —Realmente me encariñé contigo. – dijo seriamente.
— ¿Te encariñaste conmigo? – preguntó, sonrojándose rápidamente y recibiendo un asentimiento. —Creo que yo también lo hice contigo. – confesó, bajando la mirada sintiéndose avergonzado de su rubor y confesión.
—Eso-eso me alegra oírlo. Tal vez podría ir a visitarte y tenemos que mantenernos en contacto.
—Claro que sí. Podemos llamarnos. – aceptó.
—Y videollamadas… Y cada vez que vengas a una consulta, prométeme que me avisarás e iré contigo. ¿Prometido?
—Prometido. – dijo Bill y Anis lo abrazó nuevamente con dulzura.
Bill se acurrucó en el pecho Anis y este lo envolvió con sus brazos.
—Lo dije en serio. Realmente te quiero. – dijo Anis bajando el rostro.
Bill hizo algo que tal vez nunca debió hacer o tal vez lo indicado.
Alzó su rostro en el mismo momento en el que Anis hizo lo contrario, encontrándose cerca el uno del otro.
El mayor se sintió abrumado al tener esos enormes ojos avellanas con largas pestañas rizadas y eso labios rosados tan cerca de él. Y tal vez, en otra situación, con alguien que no le robara el aliento como Bill, hubiese pensado que hacer, pero esta vez su mente estaba en blanco.
Una caricia en su suave mejilla, un acortamiento de distancias y los labios de Anis hicieron contacto con los de Bill.
El menor tenía los ojos completamente abiertos y estaba en shock. Eso no podía ser posible, Bushido no le podía estar besando. ¿Por qué le estaba besando y porque se sentía bien?
Anis hizo presión en su labio inferior, y Bill decidió romper el beso.
—No-no juegues con esto. – fue lo que dijo Bill en un hilo de voz.
—Lo siento. – se disculpó Anis pareciendo arrepentido y Bill bajó la mirada asintiendo y entendiendo. Sintiéndose extrañamente dolido porque el mayor realmente no quiso besarlo.
El mayor pareció comprender los gestos de Bill y, en su confusión de creer y no creer en lo que vio, alzó su mentón volviéndolo a besar.
Bill casi gimió de la sorpresa y sintió los seguros labios del mayor acariciando los suyos, con dulzura y con delicadeza. Algo en sí quiso alejarse de ese contacto, pero otra parte, tal vez aquella que se derretía por los gestos del mayor, que se enfureció con la presencia de Hanna o que se sentía segura cerca de Anis; fue la que le hizo dejarse besar, cerrar sus ojos y tímidamente corresponder.
El menos nunca consideró realmente un beso a aquel que le robó Daniel, porqué sólo fue un tonto roce de labios que él nunca deseó. Así que el menor no había besado así a alguien más que a Tom, no sabía lo que era besar a un ser que no conociera desde que nació, ni sabía lo que era besar a una persona que no amara, pero dejó de pensar en eso y se sintió abrumado cuando las manos de Anis acariciaron sus mejillas y profundizó un poco más el beso sin descuidarlo. Sintió una presión un poco más ligera en su labio inferior y recibió un beso casto antes de que el mayor separara sus labios.
—Yo… – intentó decir. Bill abrió sus ojos y le miró. —Joder. – suspiró frustrado sin saber que decir y optó por la verdad. —Realmente no lo siento. Me gustas, esa es la verdad. – le confesó. —No tienes que corresponderme, pero… Sólo no te alejes. – Bill sonrió ligeramente y asintiendo se escondió en el cuello de Anis.
Continúa…
Gracias por leer.