Backstage 24

«Backstage» Fic TWC de LadyScriptois

Capítulo 24

Tom empezaba a creer que podía dormir todo ese día si se lo proponía. Sin embargo, despertó antes del mediodía sintiéndose pesado como la mierda, con las extremidades entumecidas. No sabía que era peor: la resaca o las secuelas de ella.

Bajó las escales con pereza luego de ducharse y vestir con algo decente. Caminó hasta el sofá y se lanzó allí como si fuese la pereza personificada. Cerró sus ojos gimiendo bajo unos momentos.

— ¿Tom, estás mejor? – le llegó la voz dulce y preocupada de Bill, quien se acercaba a él vistiendo aun su pijama de lunares verdes y celestes.

Tom asintió sin dejar de mirarle y cuando Bill estuvo lo suficientemente cerca, haló de él con fuerza, haciendo que callera sentado en sus piernas, emitiendo un gritico nada masculino.

—Tom. – murmuró un poco confundido y sonrojándose. Estaba sentado en regazo de su hermano.

—Buenos días. – le deseó, buscándose un lugar en el cuello fragante del menor.

Bill se estremeció y estuvo a punto de encogerse, de no ser porque Tom ya reposaba en su cuello. Tom lo inclinó en el reposabrazos y se ajustó, quedando su torso cerca del de Bill, respirando más del rico aroma de los cabellos de su hermano.

— ¿Por qué te fuiste? – le cuestionó saliendo de su escondite, para besar su mejilla y luego tomar su mano y jugar con sus delgados dedos, mientras esperaba un respuesta por parte de Bill. —Desperté como a las nueve de la noche y no estabas.

—Oh~uhm. – titubeó. —Dijiste que me quedara dos horas. – comentó Bill con encogimiento.

— ¿Qué? – preguntó Tom confundido.

—Cuando fui a tu habitación eran las cinco de la tarde y me pediste que me quedara dos horas. Me fui a mi habitación a las siete. – explicó y Tom estaba sorprendido.

— ¿Y tú tenías que tomarlo taaan literal? – le preguntó con una sonrisa y Bill bajó su mirada encogiéndose de hombros.

—Tal vez te molestarías. – dijo bajito.

— ¿Por qué tendría que molestarme? – cuestionó besando la frente de Bill, buscando su mirada.

—Por qué seguía ahí más del tiempo que querías.

Para Bill todo tenía sentido o el temor le hacía creer eso. En tan pocos días, estaba acostumbrándose demasiado a la nueva cercanía con su gemelo. La felicidad estaba empezando a albergar su corazón con esa intensidad que sólo tenía cuando su gemelo estaba a su lado. Había pasado casi un año desde que no se sentía de esa manera con su gemelo y el que ahora fuese así, le llenaba de temor. Temor de perderle de nuevo.

No quería equivocarse.

—Yo siempre quiero pasar tiempo contigo. – susurró a su oído.

El menor sintió las manos de Tom rodear con cariño su cintura y besar sonoramente un costado de su cuello.

— ¿Has comido? – le cuestionó el mayor, continuando con las caricias en la cintura de Bill, descendiendo un poco y posando sus manos en las caderas contrarias, haciendo pequeños círculos con el pulgar.

—Sí-í. – respondió, sintiéndose un poco incómodo.

Tom estaba muy cariñoso esa mañana y eso sumado con la posición tan íntima le estaba perturbando un poco, haciendo que su corazón latiera con fuerza. Sentía como Tom estaba acariciando su cuello con la punta de su nariz y luego dejaba pequeños besos en sus mejillas, introduciendo un poco sus dedos por el dobladillo de su camiseta. Bill no sabía que pensar.

— ¿Tú-tú no quieres comer algo? – preguntó, buscando distraerse y que Tom dejase de tratarle como un osito de peluche.

—No. Puedo esperar hasta el almuerzo. – Tom quería detener la sonrisa que se formaba en sus labios, pero era divertido hacer enrojecer tanto a Bill. Por un momento se preguntó si ese sonrojo era sólo porque estaba incómodo y avergonzado con sus mimos o por algo más.

—Oh, bueno. Entonces… – titubeó un poco. Quería salir corriendo de allí antes de que sus mariposas se descontrolaran más. Estaba muy mal sentir tan bien las caricias de su hermano. Estaba mal que su corazón se sintiese enamorado. —Iré a tomar una duche. – se excusó y buscó levantarse torpemente del regazo de Tom, cayendo al piso.

—Bill, ¿Estás bien? – preguntó, tendiéndole una mano a un avergonzado Bill.

—Sí, sí. – dijo rápidamente, sintiéndose tonto ante Tom mientras se levantaba.

— ¿Te golpeaste muy fuerte? ¿Te duele? – cuestionó, examinando su cuerpo y brazos.

—No. Estoy bien. – repitió, acomodando sus ropas.

La camisa que traía se había alzado un poco y no fue lo suficientemente rápido en bajarla. Los ojos de Tom ya lo habían visto.

— ¿Bill que tie~ – el mayor no terminó de preguntar y rápidamente levantó la camiseta de Bill lo suficiente para observar sus caderas. Sus caderas que tenían señalados ligeramente los dedos de Anis.

El menor de los gemelos se sentó automáticamente en el sofá, bajando su camisa y alejándose de los dedos de su hermano.

— ¿Quién te hizo eso? –preguntó un poco molesto. — ¿Fue Bushido? – Bill no respondió.

— ¿Está siendo violento contigo? Responde, Bill. – le demandó preocupado.

—Si fue, pero~

—Grandísimo hijo de puta. – dijo y se acercó a Bill. —Déjame ver. – pidió, cuando Bill estaba negado a que volviese a levantar su camiseta.

—No-no lo hizo con intensión. – comentó, recordando cómo fue que llegaron esas marcas allí y sonrojándose con furia. — No éramos conscientes y…

De pronto, Tom encajó todas las piezas del rompecabezas: las mejillas sonrojadas de Bill, el que pareciera avergonzado, el que haya pasado la noche recientemente en casa de Anis.

—Y el momento era demasiado intenso. – completó Tom, entendiendo todo y Bill bajó la mirada.

Tom sentía sus orejas calientes.

Bushido, se la había pasado más que bien con su hermano. ¡Maldición, Bill se dejaba tocar por ese infeliz! Anis estaba recorriendo esa piel que él descubrió, besando esos labios a los que él le enseñó que era besar. Tuvo que morder su lengua con fuerza para no volcar su rabia en Bill al verlo sonrojado.

Tom suspiró.

— ¡Oh, chicos! ¿Han notado lo bonito que es Bill? – llegó la voz modulada de Georg, quien se sentó en uno de los sofás individual y Gustav lo hizo en el otro.

—No, Tom. – respondió el baterista siguiendo la broma.

Tom los miraba con ojos abiertos y Bill ladeando su cabeza, confundido.

—Él es taaaaaaaaaaan bonito. – empezó a decir el bajista imitando una voz ebria. —Dios, tan bonito. – gimió la última frase y luego hipó. —Su cabello, su piel, sus dientes. Chicos, nadie en esta tierra es más bonito que Bill. Es hermoso. – suspiró y Gustav empezó a reír. —Bill es tan dulce e ingenuo. Debemos guardarlo en una cajita de cristal para que las asquerosas manos de esos simples mortales no le toquen. – siguió, citando las frases que murmuraba Tom la noche anterior.

— ¿Y qué piensas del novio de Bill? – cuestionó el rubio ante la mirada filosa del gemelo mayor.

—Él merece ir a la hoguera por llevarse a nuestro Bill – respondió Georg. Ambos G’s estallaron en risas.

—Y ustedes son unos cabrones. – les dijo Tom y luego volteó a ver a Bill, quien aún no entendía que acababa de pasar.

El gemelo mayor sonrió y luego envolvió a Bill entre sus brazos.

—Para que sepan, Bill sabe que él es la persona más hermosa y especial para mí. ¿Cierto? – le cuestionó. Bill le miró sorprendido para, antes de darse cuenta, negar ligeramente.

Los chicos estallaron a reír y Tom continuó mirando con curiosidad a Bill. Él le decía eso todo el tiempo.

Luego, recordó que antes de esas vacaciones él había dejado de ser amable con su hermano, que buscaba evitarlo, que ya no le agradecía cuando sabía que Bill intentaba ponerse bonito para él, que no le halagaba ni como hermanos ni como novios, que se apartaba de él cada que podía y que dejó de hacerle sentir especial.

Cuando Bill bajó su mirada, Tom supo que en definitiva no se sentía ni hermoso ni especial para él.

—Pues lo eres. – le aseguró, recogiendo unos mechones tras su oreja y besando luego una de sus mejillas sonrojas.

&

Luego de que Tom empezara a negarse como niño chiquito para que no le dejara solo, Bill logró librarse de su hermano e ir a su habitación para tomar un baño. Tenían planeado trabajar hoy en su canción, así que decidió apurarse un poco.

Había lavado ayer su cabellera, por lo que no vio necesario hacerlo ese día. La peinó dejándola lisa y con ondas en sus puntas. Vistió una jean blanco, unas deportivas rojas y sweater gris. El maquillaje lo hizo suave y cuando llegó al estudio, su gemelo le estaba esperando.

— ¿A dónde vamos? – le cuestionó el mayor, tocando algo suelto en el piano y Bill sonrió.

¿Eso significaba que a Tom le gustaba como se veía?

El menor se acercó a piano y Tom vio como Bill apagaba su celular. Sabía que Bill lo hacía porque la vez pasada él se molestó porque recibió una llamada. Dos pensamientos pasaron por su mente: qué tan en serio se tomaba Bill todo lo que decía y que era beneficioso que lo apagara para que Anis no molestara. Sonrió con picardía, pero para ser justos, él también apagó el suyo.

—Estuve pensado. Me gustaría modificar algunas cosas. – le señaló Bill a Tom, decidido.

Empezó a explicarle, pero Tom no estaba de acuerdo. Con cada modificación la letra empezaba a perder el significado intenso y especial que había, dejándola como una canción bonita como todo lo que escribía Bill, pero sentía que perdía la esencia de que esa canción era de ellos.

— ¿Por qué quieres hacerlo? – le cuestionó. —A mí me gusta como está. – aseguró.

—Es que…

—Quiero que sea así. – le explicó con tono suave y acarició la mejilla de Bill. —Su significado es especial. Además, luego tendríamos que modificar la melodía.

—La melodía es lo de menos. – dijo Bill. Le gustaría hacer las modificaciones, así no se sentiría tan emocional cuando tuviesen que trabajar en ella, así dejaría de pensar en su hermano como lo que no era: como algo más.

— ¿Lo de menos? – dijo sorprendido Tom. Luego le miró divertido. —Si es lo de menos, entonces sabrás tocar la melodía, ¿No? – Bill balbuceó algo antes de hacer un rápido mohín. —Tomaré eso como un sí. – aseguró con picardía y tomó la mano de Bill para sentarlo en el banquito del piano.

—Tom. Tom, no. No sé hacerlo. – confesó lo que su hermano ya sabía.

—Oh, pero si tú dijiste que era lo de menos. Está claro que eres un experto.

—Bueno, yo~uhm. Te he visto y…

—Estas manos bonitas parecen de pianista. – dijo, besando una de sus manos y luego colocándose tras de Bill, inclinándose lo suficiente para poder colocar sus manos sobre las de él. —Así. – señaló, haciendo ruborizar a Bill al sentir el cálido aliento de Tom en su cuello. —Ahora… – empezó a guiar las manos de Bill sobre el piano y la bonita melodía se dejó escuchar.

— ¡Oh! Sé hacerlo. – dijo sonriente y Tom presionó erradamente apropósito. —Oh. – hizo un puchero y el mayor sonrió.

—Ahora puedes hacerlo solo. – aseguró y Bill decayó. — ¿O debería mostrarte otra vez? – se preguntó en voz alta con una sonrisa, y luego notó los ojos esperanzadores de Bill. —Sólo si haces algo por mí. – condicionó y volvió a acercarse a Bill, señalando su mejilla.

El menor entendió de inmediato.

Luego de recibir un tímido beso en la mejilla, Tom volvió a su posición, tocando la melodía con Bill. Si su espalda dolía, no lo estaba notando, porque los ojos de su hermanito estaban brillantes, su sonrisa era grande y él podía verla mientras tocaba para él.

—Toc, toc. – una voz femenina les interrumpió. —Amor. – se escuchó y la dueña de la voz se adentró al estudio.

Tom se enderezó, separándose de Bill cuando la cabellera rubia de Anne se dejó ver.

—Te estuve llamando, bebé. – informó con un puchero y le besó, queriendo profundizar, pero Tom se separó y aclaró su garganta.

—Oh, Bill. No te había visto. – dijo apenada Anne. — ¿Cómo estás? – se acercó cuando el menor se puso de pie y la mujer besó una mejilla de Bill.

—Muy bien. ¿Tú cómo te encuentras?

—Ahora genial, porque estoy con tu hermano. – le sonrió a Tom con dulzura y Bill se sintió demasiado incómodo.

—Yo… Iré por algo de beber. – informó para retirarse.

—Por cierto. Bushido está abajo. Nos encontramos en la entrada. Trajo sushi para todos. – informó emocionada y Bill asintió, pero esta vez no estaba esa típica sonrisa que había cada vez que mencionaban al rapero.

Anne abrazó a Tom y el mayor vio a Bill irse, pero antes de cruzar el umbral, su hermanito volteó a verlo. El cantante desvió su mirada cuando fue capturada por la de Tom y siguió su camino, pero su hermano no pudo dejar de preguntarse si aquello que se formó en los ojos de Bill fue desilusión.

Bill bajó y observó la fuerte espalda de Anis en la cocina, sirviendo junto a los G’s la comida que llevó. El menor corrió a él y se abrazó a su espalda cuando sintió sus emociones descontroladas.

El haber estado constantemente cerca de su hermano hizo que el verlo junto a Anne fuese insoportable.

—Hola. – murmuró y Anis se giró.

—Hola, amor. – le saludó y besó sólo su mejilla por respeto a los G’s. — ¿Tu celular está apagado? – cuestionó y Bill asintió.

—Estaba trabajando con Tom en el estudio. – informó, apoyando su mentón en el pecho de Anis y observándole.

—No quería caer de sorpresa, pero había comprado la comida con la esperanza que respondieran mientras llegaba. – se disculpó.

—No, no. No me molesta que estés aquí. – le aclaró, y observando sobre el hombro de Anis si los chicos miraban. Se acercó para besarle suavemente y luego le sonrió. —Además, está aquí Anne. – dijo con un mohín y Bushido le miró divertido antes de abrazar su cintura.

— ¿Gemelos celosos? – le preguntó a su oído y Bill se sonrojó abrazándose a Anis. —No me extrañaría. A Tom tampoco le agrado. – rio y apretó con más fuerzas a Bill.

—Dejen de comerse entre ustedes. – les picó Georg. —Buscaré a los otros tortolitos para que comamos.

&

—Tenía mucho tiempo que no comía sushi. – dijo con emoción Anne, sentándose al lado de Tom a su lado izquierdo.

Tom se encontraba en una de las cabecillas de la mesa de comedor, su novia estaba a un lado y Bill al otro, siguiente al pelilargo estaba Anis. Al lado izquierdo de Anne se encontraba Georg y en la otra cabecilla se encontraba Gustav.

—A mí no me gusta mucho, pero en ese restaurant los preparan rico. – comentó Bill con una sonrisa, peleando con un roller y los palillos.

—Sí, se nota que no estás muy familiarizado. – dijo la chica sobre como Bill batallaba, con ligero tono despectivo que no le agradó a los chicos.

—No lo como con frecuencia, pero Anis me llevó una vez a ese lugar. – recordó y luego gruñó, concentrado en su comida. —Aprendí una vez, pero tomando rollers de tamaño normal, pero no me gustan tan grandes. – omitió el hecho de se había acostumbrado a los bocados pequeños. — Pero Bu conoce al chef y él los prepara un poco más pequeños para mí. – explicaba sin dejar de intentar tomar un roller.

—Oh, parece que son buenos amigos, ¿No? – cuestionó Anne.

Tom empezaba a fastidiarse porque Bill parecía olvidarse de él y no le prestaba atención.

—Claro. Él fue el niñero de la diva mientras trabajaban juntos. – explicó Gustav.

—Es fácil encariñarse con Bill. – respondió Anis y Bill disimuló su sonrojó batallando un poco más.

—Allí dan auxiliares ¿Por qué no trajiste? – le preguntó Bill al rapero, cambiando de tema.

—Lo olvidé. Lo siento. – se disculpó y Bill le hizo un puchero. —Ven, te ayudo. – propuso, tomó los palillos de Bill y con ellos apresó un roller y lo dirigió a la boca de Bill, quien lo recibió para luego sonreír con sus mejillas infladas.

—Es que es adorable, el pequeño. – dijo Georg con fingido tono maternal y Bill le sacó el dedo medio, haciendo que todos es la mesa rieran.

Bill recibió de Anis un roller más, cuando sintió que alguien tomaba su mano bajo la mesa.

El menor sintió caricias en su dorso y Tom sonrió disimuladamente cuando Bill le miró con sus mejillas infladas y rojas.

&

Después del sushi vino una película y Bushido empezada a sentirse en una cita supervisada.

En el sofá estaba Anis sentado al lado de Bill, luego del menor estaba Tom y al lado de Tom se encontraba Anne. Gustav y Georg compartían otro sofá haciendo comentarios tontos acerca de la película de terror, mientras la rubia estaba toda enrollada al guitarrista, muerta de miedo por la película.

Bill se sentía un poco extraño en esa situación. Si Bill hubiese sabido que la cercanía con Tom le haría doler tanto su corazón, hubiese pensado dos veces antes de permitirla, pero ya no podía hacer nada y sólo podía refugiarse en Anis para no dejarse llevar por la incomodidad.

—Anne no está viendo. – le llegó el susurró divertido de Anis y Bill le miró con curiosidad, antes de que el rapero se acercara a sus labios.

—Bill, ¿Quieres? – le ofreció Tom palomitas e hizo que Bill y Anis se sobresaltaran y separaran.

—No, gracias. – se negó con una ligera sonrisa.

—Oh, está bien. Me dices si quieres algo. – le aseguró con amabilidad y luego miró con reprobación a Anis.

—Voy por algo de beber. – informó Anis y Tom captó esa seña.

Como lo sospechó, luego Bill iba a levantarse.

— ¿A dónde vas? – le cuestionó, tomando su mano al verle intenciones de ponerse de pie.

—Por almendras. – respondió.

—Yo voy, quédate aquí. – Bill asintió sintiéndose atrapado. — ¿Anni, quieres algo? – le preguntó con tono cariñoso sólo porque estaba ardiendo de celos. Anne le pidió galletitas antes de besarle, él se dejó profundizando el beso hasta que la rubia gimió bajito.

Bill lo escuchó y quiso que la tierra se abriera y el cayera dentro, pero luego se quedó de piedra cuando Tom le miró al finalizar el beso y se levantó.

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— ¿Esperando por alguien? – cuestionó divertido Tom.

—Estoy seguro que lo sabes. – sonrió al ver la cara de desagrado del gemelo mayor. —Mi pregunta es: ¿Para la próxima visita debo pedir autorización? Y si saco a tu hermano a una cita ¿A qué hora debo traerlo?

—Si te apegarás a mi respuestas, prefiero que no verte más cerca de él.

—Supongo que desobedeceré al hermano de mi novio. Es una lástima. – le sonrió recostándose en la barra. —Escucha, Tom. Quiero llevarme bien contigo, así que deberías cooperar, porque tu actitud de chaperón me hace querer desistir.

—No, Anis. Aquí quien tiene que cooperar eres tú. Y lo primero que tienes que hacer si quieres llevarte bien conmigo es evitar dejarle marcas a Bill en el cuerpo cada vez que se acuestan. – dijo con tono firme, revolviendo todo en la alacena por las almendras de Bill.

—Supongo que esto no funcionará. Porque mi vida sexual con Bill no es tu asunto.

«Maldito Anis.»

—Hablando en serio. – comenzó Anis. — No creas que pretendo ser tu amigo o algo, pero para Bill es importante que nos llevemos bien.

— ¿Cómo lo sabes? – le cuestionó, recostándose al mesón, quedando frente Anis y escuchándole con atención.

—Él me contó que se habían reconciliado estando en casa de Simone y la idea de que pudiésemos tener las cosas en paz le agradó. – confesó. — No somos tan diferentes. A ambos nos importa Bill. No voy a negar que si tengo que volver a golpearte por lo que dijiste, lo haré. Pero no creo que vuelvas a hacerlo. – Tom no dijo algo. —Escucha, Bill está feliz. En todo el tiempo que llevo conociéndole no lo había visto tan feliz como ahora y sé que tú eres el causante de todo eso. – el rostro de Tom empezó a relajarse. — Lo vi quebrarse muchas veces porque te extrañaba, le hiciste falta en todo el proceso. Y ni siquiera quiso decirte algo para que no te preocuparas. – Tom sintió sus ojos humedecerse, pero no permitió que se notase. — Recuerdo la primera vez que fuimos al doctor, tenías que verlo. Nunca había visto a alguien más asustado que Bill en esos momentos y aunque estuve a su lado, sabía que yo no era suficiente. Él está acostumbrado a ti. Eso lo respeto, Tom. No quiero ser una causa de problemas entre ustedes, porque me preocupa Bill y sé lo mucho que te necesita y quiere. Así que, no lo obligues a escoger. – le sugirió, antes de disponerse a ir de nuevo a la sala. —Por cierto, a Bill le gustan las almendras frías así que revisa la nevera. – informó, Tom esperó que el rapero desapareciera, antes de dirigirse al refrigerador.

Allí estaban las almendras.

&

—Ya es tarde. Voy a dormir. – le informó tímidamente a Tom, quien desde que se fue la visita no quiso despegarse él.

¿Anis tendría razón? Bill le habría extrañado tanto. Sin embargo, la idea de Bill indefenso, asustado, necesitándolo, le hacía sentir abrumado, como una olla de presión queriendo explotar y sólo podía calmar su corazón abrazando a Bill y sintiendo que quizás así podría recuperar el tiempo perdido.

—No, quédate. – le pidió y besó frente. —Hasta que despierte. – acotó y Bill quiso negarse, porque su corazón apretaba con fuerza sin poder sacarse la imagen de su hermano con Anne, pero algo en Tom le hizo asentir.

—Iré a bañarme y vuelvo. – aseguró y Tom sonrió.

—No. – pidió caprichoso. —Luego no volverás. – hizo un mohín. —No puedes salir de aquí. Te tendré prisionero hasta mañana. – le informó y giró con Bill en la cama, quedando sobre él. Bill se sonrojó al sentir el cuerpo cálido de Tom cubrirle.

—Pero necesito~

—Yo iré por tus cosas. –aseguró. —Recuerda que estas prisionero. – sonrió.

—Déjame ir. – pidió, no soportando tener a Tom sobre él.

—Tienes cinco minutos. – cedió y se retiró de la encima de Bill.

Bill salió corriendo y en cinco minutos volvió con cargador, cepillo de dientes, pijama, ropa interior, una coleta, desodorantes, colonias y lociones humectantes. Se quedó en la habitación de su gemelo viendo televisión mientras Tom terminaba de bañarse y cuando su hermano salió, él tomó sus cosas notando que algo le faltaba.

—Tom. – le llamó con timidez.

—Dime.

—Un minuto más. – pidió.

— ¿Qué olvidaste? – Bill abrió su pijama que estaba doblado y que terminó siendo dos camisetas. —Oh, no hay oportunidad. – dijo divertido. —Pudiste escaparte en el tiempo que me bañaba.

—Pero~

—Ten. – le lazó una de sus camisetas limpias. — Usa esto.

—No. – se negó el menor.

—Entonces usa esas que trajiste. – le sonrió y Bill bufó antes de entrar al baño con la prenda de su hermano.

¿Tom se preguntó si estaría bien haciéndole eso a Bill? Luego rio. Bromear con él y hacerlo enojar le hacía sentir de alguna manera como antes.

&

Bill salió un poco cortado del baño, agradeciendo que sólo el televisor alumbrara la habitación y dirigiéndose rápidamente a la cama. No quería que Tom viese sus piernas de nuevo. Aún recordaba las miradas que le dio el día que utilizó la camiseta de Gordon y sabía que a Tom no le gustaban.

—Sigues tardándote todo una vida bañándote. – le dijo divertido y le hizo un espacio a Bill cuando este se recostaba a su lado e inmediatamente lo pegó a su cuerpo.

Tom empezaba a cuestionarse qué tan normal estaba siendo al no querer despegarse de Bill.

— ¿Aún estás enojado por lo de la pijama? – le preguntó y Bill negó. — ¿Te da vergüenza? – le cuestionó y Bill tardó en negar, así que Tom supo que estaba mintiendo. — ¿Por qué te avergüenzas si tus piernas son bonitas? – le murmuró y sintió a Bill encogerse. — ¿Aún las depilas? – cuestionó y Bill se removió cuando una mano de Tom estaba acariciando sobre su rodilla.

—A-algo así. – respondió, sintiéndose intimidado cuando las caricias de Tom ascendieron.

— ¿Qué quiere decir eso?

—Hice tratamiento de depilación láser. Natalie me lo recomendó. Es más duradero. – Bill se extrañó de que Tom preguntara. Él lo sabía.

—Oh, he escuchado de eso. Así es mejor, de por si tú tienes poco vello. ¿Solo lo hiciste en las piernas?

—No. – dijo con vergüenza y Tom aclaró su garganta.

Su Bill siempre había ido depilado, completamente. Recordar su piel pálida, limpia y suave le hizo estremecer.

— ¿Todo? – preguntó y Bill asintió un poco cortado y con las mejillas ardiendo. De pronto, que los dedos de Tom estuviesen en el borde del camisón era muy abrumador. — ¿Duele?

—Só-sólo las primeras sesiones. Es algo extraño, como pinchadas, no sé. – intentó explicar. — Bastante molesto.

— ¿Bushido te acompañó? – le preguntó con recelo, aunque lo intentó controlar por lo que había ya hablado con Anis.

Bill ahí supo que Tom nunca le había prestado mayor atención.

—No le conocía. Las primeras dos citas fueron antes de las vacaciones. – respondió y Tom le miró extrañado.

— ¿Por qué no me dijiste para acompañarte? – le preguntó y Bill mordió su labio inferior, dudoso.

—Yo~uhm. Te dije la primera cita, pero no pudiste ir. Estarías ocupado. – murmuró, aunque Bill sólo le estaba justificando, porque ahora sabía que significaba el: “No puedo, Bill.”—La segunda cita fue unas semanas antes de las vacaciones y no-no te encontré para pedirte que me acompañaras.

Tom empezaba a sentirse como la mierda. De seguro estaba revolcándose con Mell. Y lo peor, es que ni siquiera recordaba las peticiones de su hermano.

—Quiero tocar.

— ¿Qué cosa? – cuestionó sorprendido cuando Tom se sentó en la cama e intentaba correr el cobertor.

—Tus piernas. – señaló. — Quiero tocarlas.

—No. – se negó Bill. —Se sienten igual que antes. – respondió, rápidamente.

—No recuerdo. Vamos. – pidió corriendo el cobertor y luego acariciando las bonitas piernas de Bill. —Son muy suaves. – aseguró y a Bill le iba a dar una convulsión espontánea.

Tom lucía casi maravillado al tocar de nuevo esa hermosa piel. Y antes de que alguno de los dos se diese cuenta, sus manos ascendieron entre los muslos de Bill, subiendo el camisón y deteniéndose en el borden de sus boxers.

—Es suficiente. – pidió en un murmuro nervioso cuando las manos de Tom se desplazaban bajo sus piernas, acariciando con suavidad detrás de su rodilla y subiendo un poco más, recorriendo la cara trasera de sus delgados muslos y luego posándose en sus costados. —Tom. – le llamó para que se detuviera, y vio a su gemelo inclinar su rostro a uno de sus muslos, depositando allí un casto beso que le hizo sobresaltar.

—Maldición, Bill. – se quejó cuando, un poco aturdido por recibir ese beso, Bill flexionó su rodilla y golpeó su mandíbula.

—Lo siento, lo siento. – se sentó en la cama e inclinó hasta su hermano. Tomó su rostro para ver si le había hecho daño.

—Está bien. Solo me mordí un poco. – aclaró. —Eres como una pequeña fiera. – se rio.

—Lo siento. Me sobresalté. – explicó.

—Está bien. Fue mi culpa. – se disculpó. —Mejor durmamos antes que me mates. – rio y Bill se sintió avergonzado. Tom apagó el televisor y colocó el cobertor sobre ellos antes de volver a acostarse al lado de Bill.

— ¿Sangró? – le preguntó a Tom, ajustándose el cobertor hasta el pecho.

—No. No te preocupes. – le sonrió. — ¿Puedo preguntarte algo? – cuestionó y Bill asintió, mientras Tom tomaba una de sus manos. —Que no recordara ese detalle ¿Sabes lo idiota que me hace sentir? pero, quiero saber que sentías tú en esos meses. – Bill no esperaba esa pregunta y no supo que responder, menos cuando Tom se acercó más a él y le abrazó. Sabía que significaba esos meses.

«Desagradable, excluido, abandonado, perdido, necesitado, triste.» Eso y más pasó por su mente.

—Confundido. – respondió simplemente. —Pe-pero no te sientas idiota. – le pidió, sin atreverse a mirarle a los ojos. —Tú-tú simplemente lo sentiste así y no es tu culpa. – le justificó, sintiendo sus ojos humedecerse. —No se puede controlar lo que se siente.

—Bill~

—Yo~uhm. Creo que voy a dormir. – murmuró y Tom asintió, porque él no tenía palabras para decir.

—Ven. – acercó más a Bill y él se recostó en su pecho.

Esos meses donde se sintió tan solo, llegaron a su mente.

Bill pensó que tal vez si Tom nunca hubiera expuesto sus razones del porqué se alejaba, él pudiese haber continuado soportando ese abandono, porque al menos sentiría una ilusión, seguiría en su mente esas excusas de que sólo era el cansancio. Hubiese accedido a darle un tiempo, el que quisiera.

Él estaba seguro que vivir una mentira era mejor que vivir lo que vivió en sus meses, donde las razones de Tom lo acosaron y acosaban día y noche, haciéndole vivir en temor de equivocarse y que lo que más amaba se fuera.

—Tom. – le llamó y Tom acarició su espalda haciéndole saber que estaba despierto. —Tom ¿Puedo pedirte un favor? – cuestionó y el mayor besó su cabeza. —Cuando… Cuando vuelva a ser incómodo para ti estar junto a mí y quieras alejarte nuevamente. Só-sólo hazlo. Yo-yo entenderé y también me alejaré. Pero, por favor… Por favor no me digas porqué te vas. – le pidió y Tom sólo reaccionó cuando sintió humedad en su pecho.

—Por favor, no pienses en eso. – le suplicó y un nudo se formó en su garganta mientras lágrimas rebeldes bañaban sus mejillas. Tom pegó su frente con la de Bill y luego sintió los delgados dedos de su hermano limpiar sus lágrimas.

Tom se sintió frustrado. Bill limpiaba sus lágrimas, pero ¿Dónde estuvo él cuando tal vez Bill lloró?

—No olvides lo que te pedí, por favor. – dijo el menor y Tom negó.

—Eso no va a suceder. No me volveré a apartar de tu lado. – le aseguró. —Tú eres mi hermanito. – Tom depositó un beso en su frente y luego otro en su bonita nariz. — Y yo no volveré a ser un idiota.

Bill quería creerlo, pero no podía, no cuando una vez Tom le prometió amor por siempre y ese por siempre duró unos pocos años. Tom secó los rastros de lágrimas del menor y besó con mucha dulzura sus mejillas.

Bill se tensó antes de saberlo cuando Tom besó su mentón y depositó un beso en su lunar, luego otro dulce beso en la comisura de sus labios. Tal vez, si no hubiese estado tan abrumado, hubiese sido consiente de la duda con la que Tom miró sus bonitos labios rosados, que están entreabiertos, que se veían esponjosos y deseables. Sí, tal vez, pero Bill no fue consiente y sólo supo el resultado.

Los ojos de Bill se abrieron ampliamente cuando Tom presionó sus labios en los suyos y apresó su labio inferior haciendo una ligera presión. En un beso seco, casto, pero sublime.

Tom observó el rostro sorprendido de Bill y quiso arrepentirse de ese impulso, aunque no lo estaba.

—Besos fraternales. – dijo lo primero que se le ocurrió al ver a Bill.

Bill no entendió de lo que hablaba Tom, pero asintió.

Tom le había besado. Luego de tanto tiempo, Tom…«No, no. Fue un beso fraternal.» se repitió, pero su corazón estaba saltado casi haciéndole doler y sus mariposas tenían algún tipo de hiperactividad.

Él había estado deseando tanto un simple beso cuando sentía que perdía a Tom. Un beso sencillo hubiese sido capaz de silenciar sus lágrimas y calmar el dolor en su corazón. Pero ahora, un beso tan casto como ese se sentía como un puñal, le hacía querer llorar y doler el pecho.

Sin embargo, en ese momento, Bill fue consciente de que haría todo lo que Tom quisiera. Si el mayor quería raptarlo en las noches, él se dejaría; si quería enseñarle a tocar el piano y tomar su mano cuando comiese sushi, él lo permitiría; si Tom quería besos fraternales, él estaría dispuesto aunque su corazón de ilusionara con dolor y le recordara lo asqueroso que era.

No volvería cometer el error de antes.

Esta vez, él sería el hermano que Tom quisiese hasta que Tom quisiese. Porque, estaba seguro, si volvía a perder a Tom no resistiría.

Continúa…

Gracias por leer. 

Publico y rescato para el fandom TH

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