«Backstage» Fic TWC de LadyScriptois
Capítulo 28
Bill tenía su pijama mal puesta, húmeda: al igual que su cabello, al igual que sus mejillas. Su corazón se estaba apretujando con fuerza y no lo podía controlar, tampoco las lágrimas que se deslizaban por su rostro.
Todo era demasiado para él. Demasiado para sus emociones. Demasiado para sólo ser hermanos.
Bill no miró hacia atrás mientras salía del lugar y subía las escaleras hasta dirigirse a las habitaciones. No observó como Tom le miraba con dolor por irse y tampoco escuchó su gemido de frustración. No podía sentir algo, no podía oír algo más que sus sentimientos alborotados dentro de sí.
El corazón de Bill procesaba lo sucedido como un beso. Un beso con cariño, un beso amoroso y dulce. Una tierna caricia en sus labios. Una deseada caricia dada por su hermano. Y en su mente estaba mal. Sólo era un beso como hermanos y él estaba ensuciando esa inocente caricia.
Por tantos meses deseó ese contacto tan simple antes de dormir luego de un largo día de trabajo, cuando sus nervios aumentaban antes de cada entrevista, cuando sentía que perdía a Tom, cuando su gemelo se marchaba sin otra explicación más que: salir con los chicos, luego de que Tom lo hiciese suyo, mientras Tom estaba en su interior o simplemente uno pequeño en esos días en los que el trenzado dejó de mostrar deseo por él.
Anis estaba durmiendo y él se acurrucó a su lado, recostándose en su pecho, sintiéndose perdido, sintiéndose atemorizado.
Sus dedos se dirigieron a sus labios que cosquilleaban. Tenían el sabor de Tom e inocentemente los saboreó, reviviendo las sensaciones, las caricias de su hermano en su espalda baja, el calor que emanaba su cuerpo, sus brazos musculosos que le rodearon, sus caderas colisionando, sus labios sobre los suyos.
E inevitablemente emitió un ligero sollozo que intentó ahogar para no despertar a su acompañante. Sus mejillas completamente empapadas y su corazón doliendo como lo hacía desde que Tom le rechazó en aquel cuarto de hotel.
No eran lágrimas por estar siendo lastimado, no eran porque no haya disfrutado aquel contacto. Eran lágrimas que delataban a un corazón latiendo de amor, latiendo de alegría por que volvió a sentirse vivo ante ese roce. Eran lagrimas que revelaban miedo, que revelaban dolor, que dejaban ver una herida que aún sangraba y que fue lastimada, una herida que se hizo más grande luego de aquello; por qué sentirse tan dichoso, completo, correspondido, era lo peor que podría pasarle.
Tom sólo le había besado de manera fraternal, no había más intensiones, pero su corazón no quería aceptar aquello y estaba saltando con emoción. Bill empezaba a no poder soportar tanta dulzura de Tom, no se sentía capaz de aguantar tantas muestras de cariño que alimentaban sin saberlo su amor.
Ese sentimiento estaba creciendo y eso solo lo volvía más desagradable para Tom. Si su hermano supiera lo que sentía con cada una de sus caricias, le despreciaría nuevamente; si supiera como él ensuciaba sus inocentes muestras fraternales con su amor, sabría que no dejó de ser asqueroso y le abandonaría.
Y Bill no creía ser capaz de resistir un nuevo rechazo de Tom.
El menor llevó una de sus manos a sus labios para poder acallar sus lamentos que se intensificaban con sus lágrimas. Estaba aterrorizado, sintiéndose tan sucio como aquel día. Tom se daría cuenta, Tom no le querría. Otra vez.
— ¿Bill? – se dejó escuchar la voz adormilada del rapero, quien fue despertado ante un intenso llanto, que sonaba desesperado, mostrando dolor. —Cariño. – Anis le envolvió en sus brazos, intentando consolarle. Tal vez Tom fue demasiado duro con Bill y él sabía lo sensible que era el menor en lo referente a su gemelo.
Bill lloraba desconsolado y solo se dejó abrazar por Anis, haciéndose un ovillo mientras el mayor acariciaba su espalda.
—Todo estará bien. – le murmuró y Bill negó entre sollozos ahogados.
Nada estaría bien y lo peor es que sabía que no podría evitarlo. Que si Tom mañana le querría abrazar, él iría encantado a sus brazos. Porque él sentía que ese era su hogar, porque no había algo nada como su hermano, como su calidez ni como su olor.
Por qué lo amaba con locura, porque lo amaba con cada fibra de su ser, porque tenía ese amor en su sangre, porque lo amaba hasta morir. Y era ese mismo amor lo que lo apartaría de su gemelo.
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Los ronquidos de Georg resonaban en toda la habitación y eso era lo de menos, porque lo que le mantenía despierto eran sus pensamientos, sus sentimientos que se encontraban divididos entre ira y dolor, pero que se resumían en amor.
Su hermano se había entregado a otro, disfrutando del placer carnal que descubrió por primera vez entre sus brazos, regalándole a alguien más esos sonidos que Bill no sabía que podía emitir hasta que él le acarició.
Si haber visto a Anis besar a Bill fue la imagen de sus miedos, el que haya presenciado como su hermanito se entregaba a él fue una puñalada en su corazón, que luego fue retirada y enterrada nuevamente con saña. Fue sentir como su amor fue denigrado y como su corazón era lastimado.
El fuego corrió por sus venas ante la idea de entrar a la habitación y tomar a su hermano, alejándolo de ese rapero que ocupaba un lugar que fue suyo, pero no pudo hacerlo al pensar en que Bill sabría lo que sentía por él y podría alejarse.
Bill le dejó en claro que ese amor era parte de su pasado, que él entendió lo mal que eso estaba y eso sólo demostraba que ya no le amaba, que su sentir no le pertenecía y Tom empezaba a desesperar por eso, pero sabía que perdería la cabeza si además de perderlo como amante, le perdía como hermano.
Así que ocultó su rabia, sus celos.
No supo en que instante tomó su teléfono para que Bill fuese con él. En esos momentos no quería guardar distancia con Bill. Sólo quería tenerlo entre sus brazos, saber que aún estaba allí, que no importaba que no fuese el único hombre en su vida por que seguía siendo el primero.
Fue tenerlo ante él, para que un sinfín de emociones explotaran con fuerza en su corazón, fue tener sus labios cerca y no poderse controlar. Perdiéndose durante unos segundos en su sabor dulce, en su textura suave, en su calidez. Luego del primer roce, necesitó más y el último fue el definitivo. Sus manos se movieron solas necesitando sentir cerca a su hermano, que no sólo sus labios estuviesen conectados y supo que estuvo todo mal ante la mirada de su gemelo, ante esa petición.
Había pasado una línea invisible y no sabía que tanto daño había causado en esa relación como hermanos.
Georg le abrazó y Tom suspiró.
Al volver a su habitación se encontró con Anne, quien estaba lo suficientemente alcoholizada como para soltarle unos reclamos y lo suficientemente consiente para ser más irritable. Llenándole de quejas acerca de lo poco que le había prestado atención en todo el día, de lo pésimo novio que era por anteponer a su hermano. Aunque quiso aclararle que cómo no estar distante si estaba casi en la embriaguez desde que despertó, que no eran novios y que claramente Bill siempre estaría sobe cualquier cosa, no dijo algo. Sabía que no podría racionar con ella, así que tomó su almohada y se dirigió a la habitación de Georg.
La noche pasó larga como el infinito para Tom y apenas observó algunos rayos de sol, bajó a la cocina a preparar un desayudo para su hermano, encontrándose con Anis.
— ¿Qué le hiciste a Bill? – le cuestionó directamente el rapero y Tom le miró genuinamente sorprendido ante ese tono tan firme.
Anis quiso creer en que Tom no sabía de qué hablaba, pero en su mente no existía ese Tom que últimamente velaba por su hermano. No luego que Bill haya llorado tan amargamente. Sólo podía ver a quien una vez humilló a Bill ante todos, que llegó a lastimarle físicamente y que hacía comentarios hirientes.
—Te aclararé una cosa, Tom. Sé que tal vez lo veas errado porque sea como sea es tu hermano menor, pero Bill es lo suficientemente grande como para saber lo que hace, conmigo o con alguien más. Así que no le juzgues por eso.
Anis no tenía claro que había pasado entre los Kaulitz, pero estaba casi seguro que Tom tal vez le reclamó a Bill por lo que les vio haciendo.
El trenzado estaba confundido. Él no le reclamó algo a Bill. ¿De qué hablaba Anis?, pero no tuvo oportunidad de cuestionar algo, cuando el rapero salía de la cocina con una bandeja de comida, en lo que supuso sería el desayuno de su hermano.
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Tom supo que todo estaba jodido cuando Bill volvía a jugar ese juego con él. De nuevo el gato y el ratón.
El trenzado intentaba acercarse a Bill, sobre todo luego de ver su rostro demacrado, pero parecía que existiesen miles de obstáculos entre los cuales contaba una acompañante celosa, un rapero extremadamente protector y un Bill que no parecía muy cómodo ante su cercanía.
Llegaron a la casa de la banda cerca del anochecer y lo que comenzó en solamente quedarse a cenar, terminó en más licor y música.
Bill había estado bastante apartado del alboroto y a tempranas horas comenzaba a revelar sueño. De no ser porque Georg los tenía a todos jugando un estúpido juego de preguntas subidas de tono, ya estaría durmiendo.
—Sigue el turno de Gustav. – dijo Georg con su voz pastosa y Gustav sonrió preparado para responder. — ¿Dónde lo prefieres?
—Definitivamente~
—Conmigo. – le interrumpió Abbe con su voz alcoholizada.
—No seas tontis. – dijo Anne, golpeando la punta de la nariz de su amiga. —Preguntó dónde, no con quien. – explicó, arrastrando las palabras.
—A Gus le gusta donde sea. – volvió a decir Abbe. —Pero conmigo. – acotó y se recostó en el hombro del baterista sonriente, quedándose aparentemente dormida.
—Ya la escuchaste. – dijo Gustav divertido y se encogió de hombros. —El próximo en responder será Bushido.
—De acuerdo. Nada demasiado sucio. – advirtió y los G’s sonrieron, acercándose para cuchuchear.
—Bien. Lo que tienes que responder es: … – comenzó Georg.
—Di cinco cualidades de tu pareja en la cama. – declaró Gustav y luego reventaron a reír.
Bill se sonrojó neón y Tom casi gruñó. Por supuesto que Anis debía saber las cualidades del su hermano en la cama.
— ¿Cuál es el reto por no responder? – cuestionó Anis y los G’s negaron.
— ¡Que responda, que responda! – empezaron corear las chicas que de pronto estaban animosas.
—Se podría decir que~ – empezó y Tom bufó enojado.
—No responderás eso. – intervino, sorprendiendo a todos los presentes y haciendo que las modelos se miraran curiosas una a la otra antes de carcajearse porque no entendían.
—Alguien que responda, es interesante. – murmuró Abbe y los G’s asintieron.
—Responde, Anis. – pidió Gus y Tom gruñó entre dientes.
—Yo lo haré. – intervino el trenzado, de nuevo. — Calidez, estrechez, flexibilidad, ligereza, bonitos gemidos. – enumeró rápidamente y los otros seis le miraron sorprendidos.
Tom conectó su mirada con la de Bill y el menor inmediatamente la bajó.
El pelilargo se preguntó si él tendría alguna de esas cualidades. Aunque tal vez no era así. Por eso Tom dejó de querer mantener relaciones con él. Seguramente tampoco tendría bonitos gemidos, por algo el trenzado le pidió que fuese silencioso.
— ¡Tooooom! – se escuchó el quejido molesto de Anne. — Me estás avergonzando. – murmuró realmente sonrojada y el gemelo mayor se encogió de hombros.
¿Quién le dijo a Anne que Tom estaba hablando de ella? Él respondió las cualidades de la pareja de Anis en la cama. Y ese era Bill.
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Bill podía observar las intenciones de su gemelo en acercase a él, pero no estaba seguro de permitirlas aún.
Aún no podría sacar de su mente lo sucedido en la piscina y las mariposas de su estómago revoloteaban con energía cada vez que estaba cerca del mayor.
Días atrás, se estuvo entregando a la reconstrucción de la hermandad con su gemelo, con cuidado de no caer ante ese amor. Sin embargo, antes de darse cuenta, había caído más profundo. Y esta vez el saberse asqueroso era constante y su estómago se revelaba. No había llegado a vomitar, lo que era bueno. Por otro lado, las náuseas se dispersaban cuando Tom estaba lo suficientemente cerca.
El menor empezaba a creer que la cura si era la enfermedad, al recordar como sus náuseas se calmaron entre los brazos de Tom, cuando él mismo fue quien las provocó. Pero estaba mejor si no estaban de vuelta y él quería mantenerlas alejadas.
Pasada las dos de la madrugada la casa fue librada de visitas. Luego de lo que le pareció una discusión entre Tom y Anne, las modelos de marcharon y minutos después lo hizo Anis, con la promesa de verse mañana con Bill.
Bill sabía que tenían muchas cosas de las que hablar. Sobre todo de esa lejanía inevitable que sería instalada entre ellos. Se preguntó si podría resistir sin ese pilar que lo mantenía firme ante sus sentimientos y no supo la respuesta. Lo único que sabía es que el éxito del rapero le alegraba como si fuese un éxito de la banda.
Terminó de secar su cabello que había lavado y se dirigió a su cama bastante cansado luego del desgaste emocional y físico de aquellos dos días. Bill no estaba demasiado acostumbrado a dormir en esa cama, ya que los últimos días lo hacía en la cama de su gemelo.
Un extraño suspiro nostálgico escapó de sus labios al ser consciente de que esa noche Tom no iría a raptarle.
Le extrañaba y eso no estaba bien. Y, aunque no quisiera admitirlo, sabía que también llegó a extrañarle durante esas dos últimas noches en las que durmió con Anis.
Bill sacudió su cabeza.
¿Acaso no era mejor de esa forma, sin dormir juntos? Tenía que sacar de su mente ese beso fraternal, que su corazón veía con otros ojos, antes de poder acercarse a su gemelo. Eso sería lo correcto.
El pelilargo escuchó como alguien abría su puerta y luego escuchó su voz.
— ¿Puedo entrar? – cuestionó Tom y Bill asintió, luego recordó que la luz estaba apagada.
El corazón de Bill latía con fuerza y se olvidó de lo correcto. Como tanto temía.
—Sí. – murmuró desde la cama, cubriéndose con las sábanas hasta la punta de su nariz.
—No hablamos desde ayer. – comentó Tom, sentándose en la orilla de la cama de Bill. —Creo que te extraño. – murmuró el trenzado, rascándose la nuca con nerviosismo. —Es tonto, ¿No?
El menor podía distinguir la vergüenza en la voz de su hermano y no sabía qué decir.
—No, no. Es~uhm… Ha sido un día agitado. – respondió Bill y Tom asintió, recordando el evento con Anne.
—Anne terminó – pensó cómo calificar su relación. — Lo que sea que tuvimos – confesó y los ojos de Bill se abrieron ampliamente.
— ¿E-estás bien? – cuestionó preocupado y Tom le sonrió agradecido.
—Nada grave. No éramos novios, pero fue una buena compañía. Aunque últimamente estaba muy cambiada, bastante irritante. Tenía celos tontos y creo que yo no le daba la importancia que merecía. Ambos nos estábamos desgastando. Está bien así. – aclaró encogiéndose de hombros y Bill asintió.
El silencio reinó por unos segundos. Bill podía observar la silueta de la espalda de su gemelo, intentando alejar esos pensamientos enfermos en su mente sobre lo feliz que estaba de que Anne ya no estuviese con su hermano. Eso era egoísta y estaba mal.
Tom recordó lo que le dijo Anis. No sabía con claridad el porqué, pero tal vez Bill se mostró bastante afectado luego de aquel beso y por eso Anis le preguntó sobre que le hizo.
—Bill, lo que sucedió anoche – comenzó y Bill se tensó. —No se volverá a repetir. Discúlpame, por favor. – le pidió y el aludido no sabía que decir.
—Tom, eso~ – intentó decir Bill.
—Cumpliré lo que me pediste. – aseguró. —Pero no te alejes, por favor. – suplicó y su voz parecía cada vez más pequeña. —No creas que lo hice con alguna mala intención. No me pareció inapropiado, pero tal vez para ti sí. – Bill se sentó en la cama, mordiendo su labio y escuchando a su hermano con atención. —Últimamente. Últimamente te extraño con facilidad. Ya ves, hoy te extrañé solo porque no hablé contigo. Creo que tengo algún síndrome de apego al hermano menor. – rio y Bill sonrió también. — También me acostumbré con facilidad a dormir contigo cada noche. – suspiró. — Eres mi gemelo y no me gusta extrañarte. Tampoco sentirte lejos. – murmuró y luego sintió una mano en su hombro.
—Yo-yo también te extrañé. – susurró con dificultad, como si fuese una sentencia a muerte y algo así era para Bill. Y Tom sonrió, girándose para encarar a su hermano y envolviéndole en sus brazos.
Allí, entre los brazos de Tom, Bill pensó que el camino hacia la muerte no era tan malo después de todo. Sabía que se acabaría en algún momento, pero estaba bien si se llevaba bonitos recuerdos.
—Puedes quedarte esta noche. Si quieres. – dijo Bill cuando el mayor besaba su frente y Tom aceptó animado.
Bill tenía sus mejillas sonrojadas y mordió su labio inferior mientras tomaba la mano de su mayor y se recostaba en la cama, instándole a que él también lo hiciera. Tom lo hizo y Bill fue a acurrucarse a su pecho como lo hacía todas las noches y como sabía que Tom quería.
Allí, entre sus brazos fuertes, entre esos brazos que así como lo protegían una vez le dejaron caer; cerca de ese pecho que albergaba un corazón que un día le amó con locura y que hoy no; acurrucado de esa manera que su hermano evitó durante mucho tiempo; abrazado al causante de todos sus males y dueño de sus remedios; Bill se sintió en paz, se sintió feliz, lo sintió tan correcto que dolía.
Continúa…
Gracias por leer.