«Backstage» Fic TWC de LadyScriptois
Capítulo 34
Estaba muy abrumado, ¿Qué fue esa reacción de Bill? de sólo recordarlo sentía que moriría por un fuerte dolor en su pecho.
No quedaba rastro de los ojos brillantes de su hermano durante la noche anterior, ni de su semblante de enamorado. Sólo había un rostro pálido, que parecía demacrado, y demasiada fragilidad en un estado de inconciencia. Los ojos del trenzado dejaron salir lágrimas al ver como caía un nuevo velo.
Ese era el verdadero Bill, algo se había robado su vitalidad.
Tom acomodó los cabellos de Bill tras su oreja, esperando que llegara el doctor Miller. Hace minutos se había colocado una camiseta rápidamente y zapatillas, consiguiéndose con los recién llegados Gustav y Georg, quienes estaban en la sala ansiosos por la llegada del especialista.
Los cardenales del cuello del menor fueron visibles ante los ojos de Tom: los rastros de la noche anterior donde volvió a probar su piel; pero Bill estaba tan pálido que esas ligeras marcas rosáceas sobresalían demasiado, perdiendo su hermoso significado y dejándolas como algo indebido.
Eran varios los rastros en la piel de su hermano, bajaban de su cuello a su pecho, dejándose ver por el albornoz ligeramente corrido; y más que marcas de amor, a Tom le pareció que esas marcas parecían mancillar la piel de su hermano y aún no podía entender por qué se sentía así.
Su vista subió a los labios de Bill, observándolos pálidos y magullados; e inmediatamente, la imagen de su hermano la noche anterior, arqueándose bajo su cuerpo ante cada embestida, cerrando sus ojos y mordiendo sus labios con fuerza, vino a su mente; acompañada por noches antes de las vacaciones, donde el dolor dibujaba su rostro mientras intentaba no gemir.
Sé silencioso.
Tom se estremeció al escuchar su propia voz en sus recuerdos y recordó que la petición no quedaba ahí.
No te aferres tanto a mí.
Automáticamente sus manos empezaron a tocar su espalda, su abdomen; levantó las mangas de su camiseta buscando aunque sea un fino rastro de las largas uñas de Bill aferrándose a él. Nada.
Tom sabía lo sensible que era Bill, su necesidad extrema de aferrarse a algo para soportar el placer. Su vista viajó a las manos de su hermano, encontrando sus blancas palmas tan magulladas como sus labios, con rastros profundos en forma de media luna y luego en sus muslos: unos largos rastros de presión que habían dejado la piel rojiza y maltratada.
“¿Puedo… puedo tocarte?”
La tímida pregunta de Bill la noche anterior golpeó su mente.
—No puede ser… – murmuró Tom.
Llevó sus manos a su rostro mortificado, Bill no podía haberse tomado tan en serio lo que él había dicho en sus momentos de confusión. No era posible…
Recordaba la noche anterior, la inseguridad de su hermano, lo indeciso que estuvo al tocarle; los días antes de su rompimiento, y ahora lo veía: Bill había dejado de tomar iniciativa en sus relaciones íntimas, no había un coqueteo de su parte ni intentos de seducción, se había alejado, él lo había alejado, y sólo reaccionaba sumisamente a cuando Tom iba a su habitación, dejándose amar en ese momento porqué parecían ser los únicos instantes en los que Tom le mostraba su amor.
La presión en su pecho era muy grande, sentía que había ensuciado el cuerpo de su hermano, su alma, su amor.
— ¿Tom, te sientes bien? – le cuestionó Georg, entrando a la habitación y observando a Tom al borde de quebrarse.
—Sí, sí. – aseguró el mayor, limpiando rápidamente sus lágrimas.
—Tranquilo hermano, Miller está afuera. Bill estará bien. – le aseguró y Tom cubrió con una sábana a su hermano antes de ir a recibir al doctor.
Al llegar a la sala, Gustav le ofrecía un vaso de agua a Miller y éste giró apenas escuchó pasos bajar la escalera.
—Mucho gusto, doctor. – le saludó Tom, soportando las ganas de ser descortés y arrastrar al hombre para que atendiera a Bill, para que lo despertara, para que Bill pudiese escuchar a Tom pedirle perdón.
—Tú debes ser Tom. – correspondió el saludo de mano Miller y dejó de lado la bebida que le fue entregada. — Me gustaría pasar a ver a tu hermano.
—Por favor. – pidió Tom y guio al doctor por las escaleras. — ¿Es normal que aún no haya despertado?
—Puede ser. Me comentaste por teléfono que vomitó, eso lo puede dejar muy débil. Y lo está, se muestra muy pálido. – decía el doctor mientras procedía a revisar sus signos vitales, notando las señalizaciones en su piel, pero no haciendo comentarios al respecto.
Miller tomó un poco de alcohol en una mota de algodón y lo pasó por las fosas nasales de Bill, Tom estaba con el corazón latiendo rápido, esperando que su gemelo despertara. El doctor observó cómo Bill fruncía el ceño, despertando lentamente, pero luego de unos segundo, sólo aleteaba ligeramente sus pestañas queriendo abrir los ojos, hasta que cayó dormido.
— ¿Por qué no despertó? – cuestionó el mayor de los Kaulitz.
—Sí lo hizo, pero está débil. – le repitió. —Está durmiendo. – le aseguró. —Le colocaré una solución glucosada y la acompañaré con vitaminas, para que se reponga. También le añadiré una pequeña dosis de tranquilizante. – explicó Miller, siendo consciente de que Tom le dijo que Bill estuvo alterado. —Necesita descansar un poco.
— ¿Con eso estará bien? ¿Qué hago si Bill no despierta, o sí vuelve a vomitar? – cuestionaba Tom mientras observaba a Miller sacar una caja de su maletín, de donde extrajo una especie de vara de metal que luego se desdoblaba y desdoblaba hasta convertirse en un paral.
—Por ahora él está bien, pero necesito hablar contigo, Tom. Tienes que contarme que pudo suceder para que Bill vomite. – pidió serio y Tom asintió, sólo quería que Bill se recuperara.
Tom estuvo todo el tiempo en la habitación, mientras observaba a Miller preparar la solución que le colocaría a Bill y luego como colocaba un catéter en la vena de su mano derecha, inconscientemente, él tomó la mano libre de su gemelo.
—Por primera vez puedo acercarme con una aguja sin que se altere. – rio Miller y Tom también sonrió.
—Las odia, les tiene mucho miedo.
—Lo sé. Debías ver como se puso la primera vez que necesité unos análisis de sangre, estaba tan aterrorizado. – rememoró el doctor. —Tuve que ir por Anis para que lo calmara. – añadió y Tom lo sintió como un balde de agua fría.
Aún que ya lo sabía, era difícil saber que no estuvo cuando su hermano lo necesitaba.
—Esto ya está, por qué no me acompañas fuera de la habitación.
—Claro. – aseguró, depositando un beso en el dorso de la mano de Bill antes de soltarla y dejarlo descansar.
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—Debes saber que tu hermano desde la primera cita, ha seguido al pie de la letra cada una de las instrucciones, toma sus medicinas y come a sus horas. ¿Ha sucedido algo extraño estos días, algún descontrol en sus comidas, ha dejado de beber alguna medicina? – le cuestionó a Tom.
Se encontraban en la sala, Georg y Gustav les habían dado un poco de privacidad al notar el rostro serio de Miller.
—No, no. Él cumple con todo, es más, desde un tiempo para acá yo mismo estoy pendiente de sus comidas, de que tome las vitaminas. Yo… nunca lo había visto así… – comentó Tom, con su voz a punto de quebrarse.
Miller pasó su mano por los hombros de Tom al verlo tan angustiado y a la vez tan confundido.
—La noche anterior todo fue tan perfecto, él estaba tan bien, sus ojos brillaban como nunca antes, creo que estaba feliz. Y… esta mañana al despertar, fui por él a su habitación y él estaba alterado, con náuseas, ahora que pienso él tenía muchas náuseas al juzgar por la forma en la que se aferraba a su estómago; estaba pálido, estoy seguro de que ya había vomitado… – Tom batalló contra la lágrimas para poder continuar. — Todo el temblaba; yo–yo lo intentaba calmar y él no me escuchaba, murmuraba cosas constantemente y luego me empujó y salió al baño a vomitar, lo hizo tres o dos veces y luego se desmayó. – relató y Miller asintió ante cada palabra.
— ¿Qué decía? – peguntó con interés.
—Que se iría, que él… – Tom pensó por un momento. —Él-él dijo que era asqueroso… – murmuró y las palabras fueron amargas en sus labios… tan amargas como cuando las dijo en aquella habitación de hotel.
Así como Bill se tomó en serio sus palabras al intimar, quizás… No, no era posible.
—Sabes, Tom… – las palabras de Miller sacaron al aludido de sus pensamientos. —Tú hermano tuvo dos crisis similares al lado de Anis. Bill no lo sabe, pero Anis me platicó sobre esas situaciones. Bill siempre hacía alusión a que era asqueroso en esas etapas.
— ¿Qué–qué quiere decir eso?
—Cuando tu hermano llegó a mí fue porqué su cuerpo estaba acostumbrado a vomitar cada cosa que comía, cada bocado, había sangre en lo que devolvía porqué se formaron lesiones en su estómago, él no podía controlarlo.
—Un momento. ¿Los vómitos no eran a causa de las lesiones? – preguntó confundido y Miller negó.
—Las lesiones se dieron porqué tu hermano vomitaba casi todo los días.
— ¿Por qué lo hacía? Él nunc ha tenido problemas con su peso o con su imagen.
—No lo sé, estoy seguro que tu hermano no provocaba los vómitos adrede. En la primera cita con tu hermano, pude percibir un gran estrés e inestabilidad emocional en él, Tom. Me sorprendí bastante cuando Bill sobrellevaba tan bien el tratamiento sin ayuda emocional especializada.
¿Inestabilidad emocional? Tom no supo más nada de Bill hasta seis meses después. No sabía cómo su hermano había sobrellevado su ruptura y la última imagen que tenía de él eran sus ojos destrozados luego de haberle dicho esa serie de cosas en el hotel. No sabía qué sintió Bill al saberse engañado. No tenía idea de nada, pero estaba seguro que ese descontrol en las emociones de Bill era por su culpa.
—Algo marcó a Bill, Tom, y estoy seguro de que ese “Soy asqueroso” es la clave, algo hace sentir a Bill de esa manera, no puedo imaginar que tan marcado puede estar como para sentirse repulsivo. Y si no queremos que tu hermano recaiga, Bill debe recibir apoyo emocional.
Miller observó al Kaulitz mayor, estaba rígido, con su mirada perdida y un montón de lágrimas recorría sus mejillas.
—Tom, tu hermano estará bien, él es joven y fuerte, sólo debemos apoyarlo todo lo que podamos.
Tom asintió y juntando fuerzas acompañó a Miller de nuevo a la habitación. La solución ya se había terminado y el doctor retiró y recogió todo lo suyo, dejándole a Tom indicaciones sobre unos tranquilizantes leves, para mantener las emociones de Bill estable mientras concretaban otro tipo de ayuda.
—Muchas gracias por todo. – dijo Tom despidiendo a Miller.
—De nada Tom, es un gusto. Y me alegra mucho que estés tan preocupado por tu hermano y comprometido, te necesitará mucho; sobre todo ahora que Anis no está. Por cierto, Anis me comentó lo de su viaje, ¿Qué le diré si llama y pregunta por Bill?
—Creo que lo mejor es que cuando Bill esté estable le pueda platicar sobre ello a Anis, no es bueno preocuparlo estando tan lejos. – explicó Tom, siendo consciente de la gran amistad y aprecio que había entre su hermano y el rapero.
—Entonces, así será.
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Tom apenas pudo soportar explicarle a los G’s ciertas partes de la situación sin quebrarse. Necesitaba estar junto a su hermano, sentirlo cerca, demostrarle que estaba para él, que no lo dejaría de nuevo.
—Lo siento, Bill… – murmuró, con su voz ahogada por las lágrimas, tomando sus manos y besándolas.
Todo fue su culpa. La forma en la que despreció a Bill durante tanto tiempo, quizás haciéndolo sentir menos, confundido. Como fue capaz de rechazarlo, como fue capaz de huir de él, de despreciar su amor, de lastimarlo tanto.
—Perdóname, por favor. – suplicó, aferrándose a l vientre de su hermano y reposando allí su cabeza, abrazando sus caderas.
Quería poder tocar el corazón de su hermano, poder sanarlo, cargar con sus males. Él prometió proteger a Bill y fue él quien le hizo un enorme daño.
Fue él quien rompió a Bill y eso empezaba a acabar con él.
Continúa…
Gracias por leer.