Backstage 38

«Backstage» Fic TWC de LadyScriptois

Capítulo 38

Tom lo observó dormir en el sofá del estudio.

Bill había tomado su desayuno y se había quedado despierto con mucho esfuerzo. Georg, Gustav y Tom tenían cosas que hacer en el estudio, así que Tom le propuso que siguiese durmiendo. Bill se había negado, no queriendo pasar más tiempo entre sábanas. Ya no quería dormir más.

El menor se había hecho un espacio al lado de Tom en el sofá, donde estaba tocando una acústica. El mayor desocupó una mesa del estudio y la llenó con agua y cosas para picar para que Bill estuviese cómodo, también le llenó su espacio con cojines y sábanas (sabiendo que Bill se quedaría dormido).

Habían pasado quince días desde que Bill volvió a Tom. Catorce días desde que el mayor se enteró de las profundas heridas que él dejó. Dos días desde que volvieron a casa de la banda. A pesar de tantos días transcurridos, Bill apenas y había estado despierto más de doce horas al día, con pequeñas siestas de por medio.

—Tom. – murmuró el menor, desperezándose y despertando un poco.

— Hola. – susurró el mayor, acariciando el perfil de su gemelo. Tom observó su rostro adormilado y ligeramente hinchado por las sábanas, aun así lucía hermoso.

Bill abrió sus ojos y sonrió ligeramente. Al despertar, lo primero que quería ver era a su gemelo. Un mini infarto atacaba su corazón cuando despertaba y Tom no estaba a su lado, pensando que se había ido. Bill quería pedirle a Tom que por favor no saliera de la habitación hasta que despertara, que no le dejara solo, pero le daba miedo pedírselo.

—Ven aquí. – solicitó Tom y Bill se movió un poco más, descansando su cabeza en el regazo de Tom.

— ¿Qué hora es? – le preguntó el pelinegro, casi ronroneando cuando el trenzado acariciaba su cabello.

— Cerca de las dos de la tarde. – informó, sonriendo cuando Bill hizo un mohín.

—Uhm~ – se escuchó como Bill gimoteó. Estaba adormecido de nuevo por el olor y calidez de Tom.

—No te duermas. – le picó divertido. —Vamos a comer. – le informó y Bill no reaccionó. —Bibi. – le llamó y el menor esta vez despertó.

— ¿Qué? – cuestionó confundido.

—Vamos, amor. – susurró y Bill volvió a sonreír adormilado. Tom observó a los lados y al cerciorase que no venía nadie, se inclinó para besar a Bill.

El beso fue lento, dulce, calmado y delicado. Tal cómo Tom quería besarlo por siempre. Bill al inicio apenas correspondió, pero terminó de despertarse en ese beso y lo devolvió con entrega.

—Por qué no vas a tu habitación – comenzó, besándolo de piquito. —Te quitas el pijama. –dijo divertido contra los labios de Bill. — Y bajas luego, para que vamos a comer a un lindo restaurante con los chicos. – propuso y Bill asintió. Quería compartir con los G’s, quienes habían estado súper atentos con él.

&

—Los muertos reviviendo. – dijo divertido Georg, revolviendo los cabellos de Bill.

— ¡Georg! – gritó Bill, haciendo un puchero luego. —Acabo de peinarme. – murmuró, volviendo a peinar su cabello con sus manos.

—Pues vuelves a hacerlo. – dijo y Bill le sacó la lengua. —Así gastas energía. Debes tener acumulada por tanto dormir. – rio y Bill gimió bajito, apoyándose en el hombro del bajista mientras Tom conducía. Gustav se encontraba en el copiloto, así que el cantante y el ojiverde compartían el asiento trasero.

—Malo. – le gruñó y Georg acarició tras su oreja.

—No hagas eso o se dormirá. – dijo Tom divertido, observando por el retrovisor a los dos acompañantes traseros.

Los chicos rieron.

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Había sido una larga tarde y noche con los chicos. Tom estaba más que feliz al ver a Bill tan sonriente. Su hermano era hermoso, pero cuando sonreía rompía todos los esquemas de belleza. Sin embargo, mientras más lo observaba interactuar con tanta soltura y normalidad con Gustav o Georg, más era consciente de la brecha que se había formado en la seguridad de Bill para con él. Su acercamiento era casi inexistente si él no lo generaba; cuando lo pillaba mirándole, Bill bajaba inmediatamente la mirada, no avergonzado, sino temeroso de haber incomodado a Tom.

Ese Bill no se acercaba a su antiguo hermano, ni a su antiguo novio.

Tom salió de la ducha casi a las tres de la madrugada, se vistió y dirigió inmediatamente a la cama al lado de su gemelo, quién estaba concentrado en su celular intentando no dormirse hasta que Tom no volviese. Él se sentía tan feliz, quería estar siempre al lado de Tom, quería estar siempre sintiendo su tacto y respirando su olor. Se sentía tan feliz como temeroso de que Tom un día despertara y decidiera no amarlo más.

—Pensé que estarías durmiendo. – comentó el trenzado, colocándose de costado tras de Bill, abrazando su pequeña cintura y besando su cuello.

—Estaba esperándote. – murmuró tímidamente, sintiendo su corazón latir con fuerza como siempre que Tom estaba cerca. Sintió a Tom sonreír contra su cuello.

—Eso es lindo. – agradeció, capturando los labios de su hermano cuando este giró entre sus brazos. Luego escuchó reír a Bill. — ¿Qué sucede? – preguntó.

—Tus dedos me hacen cosquillas. – comentó Bill, al sentir los dedos del mayor acariciar la piel desnuda de su cadera.

—Está bien. – murmuró contra los labios del pelilargo. —Dejaré de tocarte si con eso puedo besarte. – aseguró y profundizó un poco más el beso, escuchando suspirar entrecortadamente a Bill. Bill pasó sus manos por los brazos fuertes de Tom antes de enredarlas en su cuello. —No tienes idea de lo mucho que te amo. – aseguró Tom, sintiendo la necesidad de decírselo cada día de su vida. Bill lo miró con adorables ojos de enamorado mientras acariciaba su mejilla y se acercaba vacilante a darle un casto beso.

Tom pegó sus frentes, sonriendo con suavidad.

— ¿Estás nervioso por mañana? – le cuestionó y Bill negó. Con su hermano a su lado no le temía al doctor Miller ni a la doctora Olivia. No le tenía miedo nada.

—Tom, ¿Cre-crees que el doctor me retire los tranquilizantes? – cuestionó sus dudas. —Ya no quiero sentirme adormecido. – murmuró bajito y el mayor besó su frente. Él también lo deseaba, pero sabía que el doctor no le quitaría los calmantes hasta que la doctora Olivia lo permitiera. —No quiero más pijamas ni cama. – murmuró. Tom observó un pequeño puchero en Bill y casi se derrite de la ternura.

—Creo que el doctor hará lo mejor para ti, Bibi. – le aseguró y apretó a Bill en su costado, logrando que el menor se acurrucara en su pecho desnudo y cálido. —Y sin importar qué, estaré a tu lado.

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Las únicas veces que había caminado por esos pasillos había sido con Anis. El rapero lo había acompañado desde el inicio de su tratamiento y se sentía un poco extraño al no tenerlo a su lado. Sin embargo, le había llamado apenas Tom le informó que tenía una cita programada con el doctor Miller y le había vuelto a llamar mientras iban en camino.

Bill estuvo un poco inquieto mientras estaba en la sala de espera privada del consultorio, quería tomar la mano de alguien para soportar. Su hermano estaba a su lado y Bill no sabía si estaba bien tomar su mano.

— ¿Estás bien? – le cuestionó su gemelo y Bill asintió, buscando por milésima vez una posición cómoda en la silla.

¿Tom entraría con él o lo esperaría afuera? Si no entraba con él sería la primera vez que entraría solo a consulta. Quizás el doctor le realizaría algunos exámenes de sangre, de ser así tendría que ser fuerte y aguantar él solo. Fue sacado de sus pensamientos cuando Tom le sonría con ternura y pasó sus brazos por sus hombros, atrayéndolo a él y besando su frente, para luego reposar su brazo allí mientras que con la otra mano tomaba la suya.

—Te ves tan lindo nervioso. – le susurró y besó su mejilla.

—No lo estoy. – le aseguró.

Tom sabía que sí lo estaba.

Minutos después a Bill se le fue anunciado que entrara y su corazón latió cálido cuando Tom entró con él, tomando firmemente su mano. El mayor le dio ánimos cuando la báscula mostró un descenso de tres kilogramos a causa de los últimos días, sostuvo su mano y ofreció el escondite de su cuello cuando la aguja tomaba una muestra de su sangre.

—Bien, Bill. – comenzó el doctor, tomando algunos apuntes en su laptop. —En general estás bastante bien. Esos kilogramos perdidos eran de esperarse pero no te preocupes ni te alarmes por ello, sólo continúa con tu dieta actual. Mañana tendremos tus exámenes y aún que te veo un poco pálido creo que no es de alarmarse. Tu anemia está bien controlada si has tomado tus vitaminas.

—Lo ha hecho. – certificó Tom. Él mismo se encargaba.

— No lo dudo con tus cuidados. – comentó teniendo claro el hermano que era Tom. — ¿Vómitos? – preguntó el adulto mayor.

—Sólo a-aquella vez. No se han repetido. – respondió Bill.

— ¿Náuseas? – cuestionó esta vez y Bill titubeó.

—Muy pocas y realmente suaves. Hace días que no me dan, pero algunas veces~

—Entiendo. – aseguró el doctor, conociendo un poco mejor los motivos de esas náuseas y que no serían fácil de irse. — ¿Qué han pensado de las terapias? – enlazando sus manos sobre el escritorio.

—Programé una cita para el día de mañana con la doctora Olivia Koch. – respondió el mayor de los Kaulitz, aún sin soltar la mano de Bill. —Le envié el informe usted me dio.

—Eso suena estupendo. Una excelente doctora. – sonrió y luego observó a Bill, quien se mostraba un poco impaciente. —Antes que lo preguntes, hablemos sobre los tranquilizantes. – apuntó, reconociendo la impaciencia de Bill. —Por mi parte, podemos suspenderlos. – aseguró y Bill sonrió. — Estaré en contacto con ella y ella me consultará si desea colocarte algo, ya que debo cuidar tu organismo. – explicó.

—Suena genial. – sonrió el menor, sonando genuinamente feliz.

—Parece que has esperado mucho por esta noticia. – rio el adulto.

—Es una persona muy activa y odia sentirse adormecido. – explicó lo que Bill sentía, y este asintió de acuerdo con las palabras de su hermano.

&

El nerviosismo de ayer, era nada comparado con estar en camino a su cita con la doctora. Hace algunos años que no la veía. Con ella se dio paso a aquel romance y eso lo ponía ansioso, porque una cosa fue fingir. Esta vez hablaría con la verdad, hablaría de que estuvo enamorado profundamente (no mencionando netamente a Tom) pero sabía que tenía que aclarar todo eso si quería que Olivia le ayudara.

Tom le vio intentar contralar su respiración, inhalando y exhalando con ritmo controlado.

—Bibi, puedes estar tranquilo. ¿De acuerdo? Nada pasará. No harás esto si no te sientes cómodo. – le aseguró, abrazándolo luego de estacionar.

—No-no. – se negó. —Lo tengo que ha-hacer si quiero mejorar mi salud. – aseguró con ojos llorosos, sobrepasado por las emociones. No quería que la doctora descubriera que amaba a su hermano y lo culpara por ello.

Tom tomó su mano desde que estacionaron en una lujosa quinta hasta que fueron encaminados por el personal de servicio hasta el despacho de la doctora Olivia.

— ¿Entrarás conmigo? – le preguntó Bill, al ver que Tom pretendía entrar con él. Tom sonrió.

&

Olivia se había auto-jubilado hace un par de años a pesar de no contar con más de sesenta años. Ahora, se dedicaba a la enseñanza, investigación y escritura de libros de gran aporte al estudio humano, su mente, emociones y ámbitos sociales. Sin embargo, al recibir una llamada de Thomas Kaulitz, no dudó en aceptar atenderlos.

La doctora los esperabas desde que los vio por última vez hace más de tres años. Un amor demasiado grande, demasiado complejo, en unos corazones tan jóvenes como esos, no era de extrañarse que se perdiera el rumbo.

—Buenas tardes. – se escuchó la voz suave y bonita de Bill, mientras entraba titubeante al despacho, siguiendo a Tom.

—Buenas tardes, doctora Olivia. ¿Cómo se encuentra? – se acercó Tom, con más confianza al haber estado hablando por teléfono con ella los últimos días.

El mayor había puesto al tanto a la doctora de todo. Desde cuando decidieron hacerse novios, hasta cuando se confundió y todo lo que generó en Bill. Olivia sabía que había dos corazones muy lastimados. Uno lleno de culpa. Otro roto y temeroso. Ambos amando con locura.

—Chicos, que feliz me siento de verlos. – aseguró, acercándose a ellos con entusiasmo. —Dios, que guapo. Cómo has cambiado, te ves más maduro. Fuerte. – rio, refiriéndose a Tom y abrazándolo.

Atrás había quedado el muchacho de rastas de dieciséis. Ante ella se presentaba un hombre hecho y derecho, con un aura de imponencia e importancia, con una mirada madura y decidida, capaz de cuidar de su familia, capaz de cuidar a Bill sobre cielo y tierra.

— ¡Vaya, vaya! Mira a este chico. Es una preciosura. – halagó a Bill, quien dio una amplia sonrisa tímida. —Como han crecido mis chicos. – dijo, abrazando a Bill con fuerzas. —Pasemos a tomar algo de té. ¿Tienen tiempo, no? – ofreció, enlazando su brazo con el de Bill y guiándolos hasta una de las bonitas salas de estar de la casa.

Olivia le solicitó a su personal de servicio tres tazas de té, teniéndolos servido inmediatamente.

—Y cuéntenme. Yo no veo mucha televisión ni nada. Pero sé que han ganado varios premios importantes. – les sonrió entusiasta.

—Nos encontramos trabajando en un nuevo álbum. – aseguró Bill, sintiéndose un poco cómodo al ver que la consulta empezaba a pasar a otro plano.

—Tenemos varias canciones escritas, pero no estamos seguros sobre cuales elegir. Todo lo que escribe Bill es hermoso y eso dificulta el proceso. – comentó, haciendo sonrojar a Bill. Olivia sonrió ante eso, Bill seguía siendo tan fácil de sonrojar como siempre.

—Seguramente será un éxito. – aseguró sincera. — ¿Aún sigues tan amante de los autos? – le cuestionó a Tom, sorbiendo un poco de té, mientras observaba al mayor recostarse en el sofá, pasando su brazo por el respaldar de Bill y colocando uno de sus tobillos en una de sus rodilla.

—Por siempre. Son mi tercer amor.

— ¿Tercer amor? – cuestionó divertida Olivia.

—Primero: Bill, segundo: guitarras, tercero: autos. – enumeró y Bill se sorprendió. Quizás era una broma de Tom, con eso de que años atrás falsificaron un romance con su ayuda. Cuando Olivia rio un poco, supo que era una broma.

—Ya que eres tan amante de los autos. ¿Por qué no le echas un vistazo a uno que tengo en el garaje? Pienso venderlo, pero no sé sobre su precio en el mercado. Le diré a alguien que te guie. – ofreció, llamando rápidamente a alguien que se llevó a Tom.

Bill observó la sonrisa tranquilizadora que le dio Tom al irse y luego enfocó su vista en la doctora.

—Creo que me sentaré más cerca. – anunció Olivia, cambiándose de su asiento frente a Bill y sentándose a su lado. — ¿Cómo está todo entre ustedes? – le cuestionó.

— ¿Tom y yo? – preguntó tímido y Olivia asintió.

—Bien. Es decir, es muy buen hermano. Usted ha visto. – simplificó, mirando muy poco a Olivia.

—Buen hermano. Eso es cierto. Y… ¿Qué tal ha sido de novio? – cuestionó y eso sorprendió a Bill, haciéndole sentir rápidamente ansioso. —Lo sé desde nuestra última sesión. – explicó y Bill no supo qué hacer, simplemente se quedó mirando a la doctora. Sus ojos humedeciéndose sin darse cuenta. —Está bien, Bill. – le confortó, tomando su mano sobre la suya. —Sé lo mucho que se aman y no tienes que sentirte temeroso o cohibirte de eso ante mí. – le aseguró.

—Pero~

—Pero nada. – pidió con una sonrisa. —Tom Kaulitz de novio. – silbó por lo bajo. —Claramente sólo tú eres capaz de mansearlo. – le dijo y Bill sonrió tímidamente. —Ese chico te ama. ¿Lo sabes? Desde siempre. Desde esa vez que lo vi allí sentado con su pose chulesca y rebelde, supe que te amaba y haría todo por ti. – suspiró y una lágrima rebelde se deslizó por la mejilla de Bill.

Olivia agradeció sus años de profesionalismo para no echarse a llorar con Bill. Era claro lo doloroso de esas palabras en Bill, porque él ya no veía a ese hombre que lo amaría para siempre cuando veía a Tom, porque sabía que sólo bastaba con que él se equivocara o Tom se cansara para volver a perderlo.

— ¿Por qué no me cuentas cómo ha sido su relación? – pidió y Bill asintió, secándose rápidamente una lagrima.

—Mi relación con Tom. – titubeó un poco. —No-nosotros, uhm. Hemos sido bastante normales, ya sabe. – esnifó un poco. —Durante las terapias de pareja creo que nos dimos cuenta de los sentimientos del uno por el otro y~ bueno, durante ese proceso hubo un pequeño problema, pero lo resolvimos en un viaje a las Maldivas. Allí decidimos iniciar una relación de pareja.

—Oh, Maldivas. Bonito lugar para iniciar una relación. – dijo Olivia con una sonrisa y Bill sonrió recordando esos días.

—Sí, él fue muy lindo durante ese viaje. Y cuando llegamos, yo~ – los ojos de Bill brillaron ante las memorias. —Yo me enamoré de él siendo tan poco cariñoso, sin ser correspondido y sintiéndolo imposible. Luego de ser novios todo se intensificó. Él es tan protector, tan amoroso. Siempre me he sentido protegido a su lado. – Bill sonrió un poco más, volteando a ver a Olivia. —Me enamoré perdidamente de él. –dijo con voz bajita. — Sí antes de estar con él pensaba que no podría enamorar de alguien más, en nuestra relación él se quedó con mi corazón. Se lo llevó completamente. – murmuró.

— ¿Lo amas mucho, no es así?

—Demasiado. – aseguró. —Ca-casi duele. – dijo, secando una lágrima de su mejilla. —Tom-Tom ha estado conmigo por siempre. En cada una de mis decisiones me ha apoyado. Desde pequeño he contado con él y sólo con él. Nadie podría entenderme tanto cómo Tom, nadie me escuchan tanto como él. A pesar de que pensamos tan diferentes él siempre me ha respaldado en cualquiera de mis locuras. – dijo, riendo con nostalgia. — Y cuando él me apoya siento que nada puede salir mal. Que si él está a mi lado todo estará bien. —Bill tomó un respiro. Intentando contener las lágrimas. Nunca había hablado de eso con alguien. —Siento que él es una parte de mí. Es mi hermano, es mi gemelo, mi mejor amigo, mi otra mitad, el dueño de mi corazón.

—Es muy bonito lo que sientes. – le reconfortó Olivia, posando una mano en su hombro.

— ¿En serio? – cuestionó, necesitando una respuesta. Porque él no sabía. Porque a Tom una vez le molestó, porque Tom una vez vio asqueroso su sentir.

—Claro que sí, Bill. Es muy puro lo que sientes. Es hermoso ser capaz de amar a alguien como tú lo haces y ser correspondido. – los ojos de Bill se cristalizaron rápidamente y luego lágrimas descontroladas salían de sus ojos. Su corazón se apretujaba.

Olivia tomó una respiración cuando Bill empezó a llorar ante él. Ella lo abrazó y Bill se sintió perdido en sus miedos, en sus temores de perder a Tom. Era muy difícil recordar lo que era su hermano, vivir su amor y saber que en cualquier momento podría perderlo.

—Él no lo quiso. – dijo entre llantos. —Él no quiso amarme un tiempo. Él no quiso que yo lo amara. Me evitaba, me alejó de él. Yo me sentí tan perdido. No-no entendía por qué lo hacía. No sé en qué fallé. No-no sé qué no le di para que él buscara a alguien más. No sé qué hice para que él dejara de amarme.

—No hiciste nada, Bill. No lo hiciste. – murmuró entre sus cabellos, consolándolo cómo a un niño pequeño.

—Él dijo que yo era asqueroso por amarlo. – susurró y esnifó, intentado controlarse, pero no podía. —Estoy aterrado. – se alejó de la doctora, enterrando su rostro en su cara y llorando sin control. —Tan aterrado.

— ¿Por qué lo estás? – preguntó Olivia, sabiendo que un buen momento para entender más lo que sentía Bill en esa situación.

—Tom dice que me amaba. Yo-yo siento que me amaba. Sé que cuando lo dice es cierto. Pero-pero quizás yo pueda hacer algo, como lo hice aquella vez, y él deje de amarme. Quizás un día él despierte y me aleje de nuevo.

— ¿Qué crees que hiciste aquella vez?

—No lo sé, doctora. No lo sé. No sé si fue mi culpa. – se detuvo para buscar su voz entre el nudo formado en su garganta. —Si-si fue que acaso un día simplemente decidió no amarme más.

Olivia observaba al menor y supo que fue lo indicado que Tom la buscara. Bill necesitaba ayuda.

—Yo no quiero perderlo de nuevo. – dijo con voz pequeña. —Yo sé que el hecho de que lo ame es lo que lo puede alejar de mí. – comentó lo que creía. —Pensé que podría ignorarlo, pero la idea de que esto es momentáneo no se aleja de mi mente. Siento en el aire la posibilidad de que Tom piense que soy asqueroso. Pienso-pienso tantas veces antes de actuar cerca de él. Me muero por un abrazo o por besarlo y no soy capaz de hacerlo por qué no sé si él quiera, no sé si al hacerlo me estaré equivocando.

Olivia sabía que decirle que Tom lo amaba no alejaría sus miedo, que Tom le dijera cuanto lo amaba tampoco lo haría. Bill estaba muy herido, perdido, lastimado. Tal como si se expulsara a alguien de su casa sin explicación alguna; cuando esa persona fuese bienvenida en su casa no sabría cómo comportarse porque una vez fue expulsada de allí sin saber en qué falló; no sería su casa de siempre.

—Doctora, no quiero perderlo. – dijo, mirándola con esos adorables ojos miel, sinceros, enamorados. —Ayúdeme a saber qué hacer. – pidió. —Necesito saber qué hacer para que no me aleje nunca de él, para no perderlo como hermano, como mi mejor amigo. Necesito que me ayude a saber qué hacer con este amor cuando Tom no lo quiera. – suplicó. — Porque duele. Duele mucho no tener a Tom en mi vida.

Continúa…

Gracias por leer.

Publico y rescato para el fandom TH

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