«Backstage» Fic TWC de LadyScriptois
Capítulo 4
Aproximadamente, tercer mes de las vacaciones de Tokio Hotel.
Suspiró aliviado cuando se encontró nuevamente refugiado en la habitación de hotel. Necesitaba pensar y descansar. Le informó a David que llegó a su destino antes de apagar su celular, tomó un rápido baño y, antes de considerar la idea de composición y de pasar tiempo con Anis, ya estaba en el mundo de los sueños.
Despertó pasada las ocho de la mañana y no pudo evitar el pensamiento de que había dormido casi doce horas ininterrumpidas que no pensó en Tom y que su estómago se encontraba estable.
Y ahora pensaba en él.
Las sábanas eran blancas y los rayos solares traspasaban suavemente las cortinas, bañando la habitación de una leve atmósfera dorada. Le recordaba a las mañanas con Tom, donde hubiesen amanecidos juntos, su gemelo lo habría despertado con besos castos en su espalda, en su nuca, en sus hombros y luego poseyendo sus labios, en una unión que le alegraría el día ambos y, dependiendo de la cantidad de compromisos diarios, cerrarían su perfecto despertar con Tom haciéndolo suyo entre dulces palabras de amor.
Antes de que pudiera detenerse, su respiración se agitó, batallando por alcanzar un oxígeno que no parecía querer llegar a sus pulmones, haciéndole entrar en el pánico que era extrañar día y noche a su gemelo, a que su cuerpo pareciese quedarse sin aire ante lo mucho que lo extrañaba. Lo mucho que extrañaba a un gemelo que solo sentía repulsión por él y que definitivamente no le correspondía.
No supo si fueron los golpes a su puerta lo que le hizo despertar y volver a respirar con normalidad. Pestañeó unos segundos, sacudiendo las lágrimas que se acumulaban, secó la humedad de sus mejillas, tomó un sweater ancho y se dirigió a la puerta. Tomó una bocanada de aire para enfrentarse al día y abrió. Era David.
— Hola. – saludó, apoyado en el marco de la puerta.
— Buenos días, ¿Puedo pasar? – Bill se dio cuenta de su poca cortesía y asintiendo le permitió el paso al productor.
David se sentó en uno de los sofás de la pequeña sala y Bill lo hizo frente a él. Mala idea. Jost sólo lo examinaba.
— ¿Ya desayunaste?
— No, voy despertando.
— ¿Mala noche? Tus ojos están algo rojos.
— Si, un poco. – mintió encogiéndose en su asiento.
Un incómodo silencio se instaló entre ambos, Bill sabía que David iba a preguntar algo, pero Jost parecía contenerse ante la imagen un poco preocupada de Bill.
— Esto… sobre ayer, ¿Cómo te fue con Bushido?– decidió preguntar.
— Bien. No es tan malo. – respondió jugando con sus pulseras. — Él… él es muy agradable, a decir verdad.
— Oh, genial. – comentó un poco asombrado por tal descripción. — Entonces, ¿Definitivamente vas a aceptar realizar la composición?
Él no se sentía preparado para tomar un pedazo de papel y plasmar algo de si, no se sentía con el autoestima suficiente como para mostrar una de sus creaciones sin miedo, no se sentía capaz se sonreír ni siquiera al imaginar el éxito que tendrían. Pero luego recordó que ayer sonrió, por un motivo diferente pero lo hizo, no se había quebrado ante alguien y ayer prácticamente mostró su secreto ante Bushido, y tal vez, si se aferraba a esa idea, podría distraerse, sacar a Tom de su mente y dejarlo de amar.
— Sí…– murmuró su respuesta. — Creo que sería algo bueno, un calentamiento antes de ponernos a trabajar con el nuevo álbum.
— Esto es genial. – aseguró emocionado el productor. — Realmente genial. Eso sí, si Bushido hace algo que te incomode, como el comentario de ayer, solo me llamas.
— Sí, papá. – dijo Bill, poniendo los ojos en blanco y asomando un intento de sonrisa.
— Yo tampoco he desayunado. ¿Te espero en el restaurant? – preguntó Jost y la comodidad del pelilargo se desvaneció.
— Claro. – aceptó con ánimos falsos.
David salió de la estancia y Bill tomó un corto baño, volvió a elegir con cuidado que vestir, combinándolo con un gorro de lana que colocó sobre su largo y ondulado cabello, finalizando con un suave maquillaje. Si, parecía el mismo Bill Kaulitz. Al menos, por fuera.
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Se conformó con una ensalada la cual en la descripción se asemejaba bastante a la que comió con Bushido y la cual era aceptada por su estómago, pero no era igual, así que batalló un poco para no crear interrogantes en Jost.
En la comida decidieron que Bill se quedaría unas semanas en Berlín, mientras se realizaba el sencillo. Y todo acerca de su residencia y demás sería realizado esa misma semana.
Bill, aferrado a su idea de querer distraerse y en cierta parte alejarse, aceptó sin duda.
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Al regresar a su apartamento en Magdeburgo, lo primero que Bill hizo fue llamar a su madre informándole de su temporal cambio de residencia y se dispuso a hacer las maletas.
Por alguna razón, alejarse de ese lugar donde había llorado tanto le hacía sentir muy ansioso y claustrofóbico, aunque lo cierto es que pensar en la oportunidad de desconectar su corazón y mente de Tom era lo que producía todo eso.
— Puedo hacerlo. – se dijo a sí mismo. — Puedes hacerlo Bill. – se repitió con ojos húmedos y sintiendo las náuseas que eran casi sus amigas. No las quería porque eso solo significaba que las palabras de Tom hacían mella en él.
Cuando se encontraba contra los azulejos del baño y con su estómago vacío, algo en él dolió al saber que no podría cambiar de un día a otro, que no olvidaría su amor ni su sufrimiento con un cambio de residencia o con una ensalada vegetariana gourmet, que no dejaría de llorar aunque con maquillaje pudiera mostrarse feliz, que no olvidaría a Tom aun que se centrara en componer el nuevo himno de Alemania.
«— Hermoso. – le saludó el trenzado, besando su cuello y sentándose en el escritorio a su lado. — ¿Qué haces? – se asomó sobre el hombro de Bill.
— No la veas. – le pidió con un puchero en sus humectados labios y girando en su silla para quedar frente a Tom.
— ¿Por qué? – intentó quitarle la hoja de papel.
— Aún no está terminada. – la guardó en una carpeta y se sentó en las piernas de su gemelo, con una divertida sonrisa.
— La podemos terminar juntos. – le dijo abrazándolo por la cintura y besando con cariño la punta de su pálida nariz. — Es más, la terminaré toda. Serás mi muzo. – le dio un divertido guiño.
— No. – besó una mejilla de Tom y se bajó de su regazo tomándolo de la mano. — Vamos. – pidió, halando del de ropas anchas. — Componer me da hambre. Llévame a comer.
— Está bien, pero…. – haló de Bill con fuerzas, haciendo que este quedara a horcadas sobre él. — Antes dame un beso. – le pidió.
— ¿Por qué tendría que hacerlo?
— Porque te amo. – dijo haciendo derretir a Bill.
— Tonto. Buen argumento. – le dijo con fingido enojo y, antes de continuar con su falso drama, Tom ya estaba gobernando su boca.
— Ahora sí. Vamos. – se levantó cargando a Bill y antes de dejarlo de pie le robó otro beso. — ¿Qué quieres comer?
— Comida china. – sonrió tomando la mano que le ofrecía el gemelo mayor y pegándose a su lado. »
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Esta vez al viaje lo acompañó también su manager, Benjamín Ebel, y él junto a Jost se aseguraron de que la estadía del joven cantante fuese perfecta. El rubio manager le explicó con detalle la agenda de trabajo; dentro de dos semanas un adelanto debería ser enviado a las discográficas y máximo en un mes la letra debería estar lista y con la posible melodía.
Bill y el rapero debían trabajar en la canción lo más pronto posible.
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Dos días después, Bushido lo veía caminando a su estudio. Con sus típicas gafas negras, sus labios rosados, el cabello suelto, largo y ondulado, unas converse azul marino, unos jeans blancos y una camisa negra desabotonada informalmente con las mangas dobladas. Hermoso, lo describió en su mente.
— Realmente me sorprendí cuando me informaron que aceptaste. – fueron las primeras palabras del rapero hacia el cantante al abrirle la puerta.
— No sé de qué te sorprendes. Acepté porque Jost ya se había emocionado con tu mentira.
— Tienes razón. Esto es genial. – sonrió acercándose a Bill, quien se tensó al recibir un beso en la mejilla. — Hola. – saludó por fin.
— Hola. – correspondió, con un intento de sonrisa al ver la del rostro del mayor.
— Ven, sentémonos y platiquemos un poco. – Anis ofreció, dirigiéndose a la mesa del lugar. — Pensé que sería buena idea ir conociendo un poco nuestras inclinaciones, así que he estado escuchando un poco del material de la banda. Son buenos.
— Gracias. – respondió por cortesía, tomando asiento frente a su acompañante.
— ¿Tú has escuchado algo de mi música?
— ¿La verdad?
— Solo escuché dos canciones de ustedes. – se sinceró el rapero.
— No escucho rap.
— Bien. – sonrió. — Al menos eres sincero. Yo también, así que, ¿Puedo hacerte una petición?
— Claro. – aceptó con un poco de duda.
— ¿Podrías retirarte las gafas?
— ¿Las gafas? – preguntó recibiendo un asentimiento.
— Aquí solo estamos tú y yo, así que no habrá alguien que juzgue si tienes ojeras o el maquillaje corrido. – le sonrió nuevamente y Bill comenzaba a creer que Bushido nunca dejaba de sonreír. De sonreírle.
Su sonrisa le parecía un poco misteriosa, pero al mismo tiempo cálida, y lo invitaba a confiar.
Tomó el marco de los cristales oscuros y reveló sus ojos perfectamente maquillados, grandes, con pestañas rizadas, hermosos, brillosos, ocultando tristeza y desilusión.
— Eso está mejor. Ahora sí, podemos comenzar.
— No le veo comienzo a esto, si te soy sincero.
— Vamos, animo. Dijimos que sería difícil. Hagamos lo siguiente.
— Te escucho.
— Solo conozcámonos. Debemos tener algo en común… y ¡Baam! Tendremos una gran canción.
— ¿Baam?
— Por su puesto. – le dio un guiño. — Una mezcla perfecta.
— Como digas.
— Entonces, cuéntame de ti. – Bill definitivamente no quería eso.
— Mejor tú primero. Fue tu idea. – evadió.
El rapero no parecía tener problema en contar sobre su vida y el pelilargo parecía ser un buen oyente. Supo con detalle ciertos aspectos, como que su padre era de Túnez y que no lo conocía, que provenía de los barrios más bajos de Alemania, que tuvo problemas con la ley, gracias a ello una cosa llevó a la otra y conoció el poder de la música.
Bill concluyó que el rapero era ambicioso y con una personalidad fuerte. Al igual que con él, la sociedad no fue del todo buena por mostrarse como era y por defender sus ideales. De alguna forma eso le hizo sentir un poco más cómodo, y se sorprendió al descubrir que Anis tenía razón y si podían tener algo en común.
— Ahora que la princesa Kaulitz sabe toda mi vida. Cuéntame de ti.
— ¿Por qué me dices así? – dijo frunciendo el ceño.
— Es divertido. – sonrió entretenido y Bill desvió su mirada. Algunas veces Bushido le podía caer muy bien, otras veces era molesto. — Que mal educado he sido. ¿Te apetece algo de comer o beber? – preguntó con falsa preocupación.
Aún seguía con el presentimiento de la enemistad de Bill con los alimentos, así que prefirió extender el ofrecimiento por el día de hoy.
— Agua está bien. – aceptó y el de tez bronceada se dirigió a la pequeña cocina del lugar.
— ¿Generalmente en que te inspiras cuando compones? – le preguntó el rapero.
«Tom.»
Antes de responder el celular de Anis comenzó a sonar y Bill agradeció.
— Dame un momento. – pidió y el de tez clara asintió, sintiendo un estremecimiento ante la imagen viva de Tom en su mente.
El rapero se dirigió a lo que supuso el menor sería el baño para hablar por celular y en esos minutos Bill se dedicó a observar su reloj, comprobando que el tiempo se había esfumado, que quería irse y dormir.
— Lo siento. Era un amigo, al parecer olvidé un compromiso. – se disculpó.
— No te preocupes. Es tarde. Yo… creo que es hora de irme. – tomó sus gafas de sol y las colocó nuevamente a la vez que tomaba su bolso.
— ¿No te gustaría acompañarme? – ofreció rápidamente Bushido.
— No creo que sea conveniente. – mintió. No tenía ganas.
— Será solo un par de horas. Video juegos, cervezas, un poco de comida y los chicos. – intentó convencerlo.
— No creo sentirme cómodo. Tal vez en otra oportunidad, que no sea todo tan entre amigos.
— Bah. Solo excusas. – se quejó Bushido para sorpresa de Bill. — Nos divertimos, nos seguimos conociendo y ya. Recuerda que tenemos una canción que entregar.
Bill lo pensó un momento.
— Apuesto que eres malo en los videojuegos. Si aceptas, prometo que te dejaré ganar.
— ¿Solo unas horas, dijiste? – meditó mordiendo inconscientemente su labio y algo extraño recorrió la espalda del rapero. —Pero promete que en la próxima reunión nos centramos en la composición. – condicionó.
— Prometido.
— Bien. – mostró una pequeña sonrisa genuina.
— No sueles conducir ¿Cierto?, cuando lo pidas te llevo de vuelta.
— Traigo auto. Así que cuando quiera, simplemente me iré.
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Shindy, Sido, Kay One, Top y Blass.
No había sido tan difícil de memorizar como pensó, ni tan desagradables como creyó mientras conducía su Audi negro tras el Ferrari de Anis. El único que parecía un poco asombrado e incómodo ante su presencia era Top y por alguna razón eso lo afligía. No le gustaba sentirse rechazado.
— ¿Quieren una cerveza? – les ofreció Sido, cuando ambos recién llegados se encontraban sentados en uno de los sofá de la moderna sala donde se estaba desatando una competencia de video juegos.
— Sí. – aceptó por educación.
Si alguien viera la escena, en definitiva el que estaría fuera de lugar sería él. Todos fuertes, aparentemente rudos y con ropas estilo rap. Y él, bueno… traía manicura y maquillaje.
— ¿Cómo trabajas con Bushido? Difícil, ¿No? – le preguntó Blass, quien luego de perder contra Kay One en el juego de carreras, se sentó a su lado asustándolo un poco.
— ¿Qué? – se adelantó a preguntar Bushido, deteniendo su conversación con Shindy.
— Vamos Bu… Sobre todo cuando no es la parte del rap. – intervino Shindy. — Esta frase no va con el ritmo, más sentimiento, demasiado grave, menos agudo.
— No soy difícil. – se defendió. — ¿Cierto, Bill?
— Bill, aquí está tu cerveza. – se acercó Sido tendiéndole una a Bushido y otra al pelilargo.
— Gracias. – la tomó y la destapó, dándole un sorbo pequeño, conteniendo las ganas de fruncir el ceño.
— ¿De qué hablaban? – preguntó el recién llegado.
— De lo que le espera a Bill con Bu. – le explicó Blass, diciendo ese apodo en forma de burla.
— Oh sí, será difícil. – le dio un trago a su cerveza.
— Yo… creo que él es agradable. – dijo por fin Bill.
— ¡Oh, sí! Tomen eso. Ese es mi chico. – el brazo de Bushido, que estaba en el espaldar de Bill, se movió a sus hombros, dándole un rápido abrazo que sorprendió al menor.
— ¡Te está engañando! – le advirtió Shindy a Bill. — No creas en su imagen de noble cordero. Lo odiarás con el tiempo. – sentenció y eso desató a los otros dos chicos.
Minutos después Bill sonreía un poco divertido con las anécdotas que le contaban Sido, Blass y Shindy sobre Bushido y su perfección, y sonreía aún más cuando Bu intentaba defenderse desesperadamente.
— ¡Hey! ya barrí con los demás, trae tu jodido trasero aquí Bushido, faltas tú. – le llamó Kay One desde el sofá frente al plasma.
El rapero, al ver como Bill entretenía con los otros chicos y parecía cómodo, decidió ir con su amigo, no sin antes cambiar disimuladamente su vacía lata de cerveza con la llena del rockero.
El menor sintió primero como unos fríos dedos hicieron un leve contacto con los suyos y luego lo vio dirigirse hacia el control que le tendían, tomó su lata de cerveza sintiéndola vacía y dirigió su mirada a Bushido, quien le guiñó un ojo cómplice, mientras le daba un trago a la cerveza que antes le pertenecía.
— Blass, trae otras cervezas. – le pidió Sido. — ¿Bill ya has terminado con la tuya? – tomó la lata de sus manos. — Trae para Bill también.
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Kay One era muy bueno cuando de videojuegos de carreras se trataba y Bushido volvió al lado de Bill derrotado como todos.
— Alguien tiene que ganarle. No soportaré otra semana más con él fanfarroneando. – se quejó, sentándose al lado de Bill.
— No es mi culpa ser un maestro de las carreras. – se acercó a ellos Kay One con una cerveza y sonrisa altiva.
— No es tan difícil. Sólo debes saber los atajos. – comentó Bill sin pensar. Había juagado eso con los chicos de la banda.
— Oh, Kaulitz. No debiste decir eso. – dijo Bushido.
— Veamos que tan buenos eres. – lo retó el campeón y le tendieron un control a un avergonzado Bill.
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La noche pasó con una barra animadora para Bill y con un Bushido que intercambiaba con disimulo su lata vacía con la del menor. Al finalizar la jornada, Kay One lo despidió pidiéndole la revancha y, para su sorpresa, Top no le tenía recelo, solo no sabía cómo acercarse y pedirle un autógrafo supuestamente para su novia, lo que sorprendió a todos.
Se sentía relajado como en mucho tiempo no lo hacía. Y Bushido, mientras lo acompañaba a su auto, disfrutaba de la más dulce risa por parte de Bill. Empezaba a descubrir que le encantaba escuchar su risa.
— Gracias por la invitación, y por lo de las cervezas. – le agradeció el menor, apoyándose en la puerta de piloto de su auto.
— No hay porqué. Aunque para la próxima, no aceptes en cada ronda. Creo que beber el doble me está afectando los reflejos.
— Lo tendré en cuenta. – aceptó con una sonrisa, Bill.
— No quiero que sea más tarde. Nos vemos mañana. Maneja con cuidado. – le pidió.
— De acuerdo. Hasta mañana. – dudoso, se acercó a Bushido y besó su mejilla.
Bushido sonrió ante lo que notó: las mejillas de Bill estaban rojas.
Continúa…
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