Fic Toll de Millah
Cap. 4: Dispuesto a todo
Sábado en la tarde, Heather había recibido la llamada de sus padres diciéndole que no podían estar con ella, su madre por el trabajo y su padre, bueno él no le dio razones, pero a ella no le importó mucho, estaba feliz de saber que sus padres no se habían olvidado de ella.
Mientras tanto Bill ya estaba eligiendo su atuendo para la fiesta, si es que aun se celebraba, pues la tía de Heather le había llamado para decirle que no podrían asistir por motivos de último momento, aun así ambos mantenían el ánimo arriba. Haciendo un desastre en la habitación, con la ropa tirada por todas partes el pelinegro no podía decidirse aun, así que decidió pedirle consejo a su amiga quien estaba en el baño. Entró sin preguntar encontrando a su amiga solo con sus bragas puestas, ella al verlo tapó rápidamente sus pechos desnudos.
-¡Bill!..¡¿por qué no llamas antes de entrar?!- le gritó roja de la vergüenza.
-¡Como si lo que tú tienes me gustara…ya deja la niñería y dime…¿cuál de estas camisetas se me ve mejor?- le preguntó mostrándole un camiseta roja y otra negra.
-Amm…la negra se te ve preciosa… pero la roja le hace juego a tus botas.
-Si, tienes razón…¿cómo no me fijé antes?.
-Si, eso es raro de ti, señor del buen estilo…tú no necesitas consejo para vestirte bien.
-Bueno, la verdad es que no estaba muy concentrado…
-No me digas, ¿y quién no te deja concentrarte?- rió la joven en voz baja.
-Nadie, es mejor que me vaya, debo terminar mi maquillaje.
Por fin la hora de la fiesta llegó y sin hacerse muchas ilusiones ambos amigos esperaron a ver que pasaba, de todas formas estaban nerviosos pero prometieron que si no pasaba nada se irían a dormir y no se hablaría más del tema. Pero apenas al sellar la promesa con un apretón de manos el timbre sonó. Heather corrió disimuladamente a abrir la puerta y la expresión que hizo era la de una persona apunto de desmayarse.
-¡Feliz cumpleaños!- exclamó el de rastas, abrazando a la castaña con fuerza besándole la mejilla, pero la joven aun no creía lo que veía, detrás de Tom había unos cincuenta o más chicos, casi todos llevaban puestos gorritos de fiesta y soplaban espanta-suegras, se veían muy amigables.
-Gra… gracias Tom, pero…la reunión que yo hice es pequeña, así que no preparé mucho y…
-No te preocupes, venimos preparados- Tom miró hacía atrás y preguntó a sus amigos-¡¿venimos preparados?!.
-¡SIII!- contestaron todos a coro, levantando sus manos para mostrarle a la festejada cantidad inimaginable de bebidas y comestibles y empezaron a sonar sus espanta-suegras con más ganas.
Bill que escuchó el ruido que había afuera, se asomó y también quedó con la boca abierta al ver lo que acontecía, pero sobre todo porque ahí frente a su ojos estaba Tom, mirándole y sonriéndole, esperando que el pelinegro también le sonriera, pero no fue así, fue solo ver al de rastas para que Bill le diera la espalda y caminara de vuelta a la sala, detrás de él siguió Heather y detrás de ella Tom y todos los demás.
La fiesta se armó casi de inmediato, algunos inflaron globos y adornaron un poco para hacer el ambiente más entretenido, así la fiesta comenzó, las parejas ya bailaban y los que no eran parejas se conocían mejor.
-Gracias Tom, lo que has hecho es increíble, la fiesta está buenísima…muchas gracias- le agradeció la castaña.
-No tienes nada que agradecer, me basta con que no te hayas enfadado- rió el rastas.
Y así la fiesta siguió, Heather bailaba con quien que se lo pidiera, pero Bill no, él denegaba cualquier invitación a bailar, incluso rechazaba los tragos que algunos le ofrecían. Desde la posición que estuviese Tom le observaba, viendo como rechazaba a todos, pensando y decidiendo si invitarle a bailar o no, tenía miedo de ser rechazado como los demás, pero se fue armando de valor cada vez que le daba un trago a su cerveza, nervioso a más no poder dejó su cerveza de lado pues no quería embriagarse y hacer el ridículo frente a Bill. Lo pensó unos momentos más, respiró profundo y caminó decidido hacia donde estaba el pelinegro.
Se detuvo frente a él y carraspeó su garganta consiguiendo enseguida la atención del pelinegro, que le miró molesto, pero él solo lo ignoró y siguió adelante -¿bailarías esta pieza conmigo?…»que cursi se escuchó eso»… ¿por favor?- esperó la respuesta, pero la música cambió de movida a lenta, y su animo decayó enseguida, la canción que se tocaba era digna de bailarla abrazados, ya se sentía rechazado. Y así como lo pensó, pasó, el pelinegro le rechazó tal como a todos los demás.
-No – le cortó antipáticamente.
-Pero, no has bailado en toda la noche…
-¿Y eso a ti que te importa?.
-Ehh… no, nada…solo quería bailar contigo…
-Oye, el que le hayas hecho esta fiesta a Heather no te da el derecho de nada, te agradezco porque la has hecho muy feliz, pero de ahí a acercarte a mi…ni lo sueñes- y después de eso le dio la espalda y caminó fuera de la casa, al patio trasero.
Tom le miró desconcertado, pero pensó que tal vez esta sería la única oportunidad de tenerlo así de cerca, entonces caminó y le siguió, encontrándolo sentado en una hermosa pérgola.
-¿Qué haces aquí?… ¿me estás siguiendo?- preguntó el pelinegro levantándose para ir a otro lado.
-Espera…no te vayas por favor, solo quiero hablar contigo…
-¿Qué demonios quieres ehh?, te dejo claro que no me interesa ser amigo de nadie, ni tengo el mínimo interés de hablar contigo, ya déjame en paz, no me sigas- dijo el pelinegro mirándolo con disgusto.
-Pero…yo…
-¡Eres muy molesto…aléjate de mi te lo advierto!- le gritó alejándose a paso rápido.
-¡No puedo hacer eso!…porque…
-¿Por qué?, ja…no sabes ni que decir- se burló el pelinegro poniendo sus manos en su cintura y rió maliciosamente- no se de que podrías hablarme- terminó el pelinegro caminando hacia la casa.
Tom no dijo nada, se le quedó mirando hasta que le perdió de vista dentro de la casa, su encuentro había sido una fatalidad, estaba dolido pero también extrañado por la forma de actuar de Bill, jamás pensó que reaccionaría así, tan frío y antipático, pero se había dado cuenta de que tenía un serio problema de hostilidad, sonrió, porque si Bill pensaba que hasta ahí llegaría todo, estaba muy equivocado, él lo amaba y no se rendiría tan fácilmente.
Volvió a la fiesta, pero no vio al pelinegro por ningún lado, ya no tenía ganas de celebrar, se tumbó en un sofá y allí se quedó hasta que una voz suave le pidió que le diera espacio.
-¡Oh Dios los pies me están matando!, ¡he bailado con Georg sin parar!… ¿por qué esa carita Tom?… ¿te pasó algo?- le preguntó Heather al ver que no le ponía ninguna atención..
-Si, intenté hablar con Bill, pero él se molestó mucho y se enojó conmigo, no entiendo por qué…-en ese instante se dio cuenta de que la persona frente a él era quien podía explicarle lo que sucedía con su pelinegro- ¿qué pasa con él?, ¿por qué es así?.
-Ammm- ella se puso nerviosa -es que, él no me deja hablar de esto, si se entera de que te he contado me mata.
-Yo jamás te delataría, por favor preciosa, necesito saber todo de Bill.
La joven le miró sorprendida y extrañada y no dudó en preguntar -¿sientes algo por Bill?.
Tom se sonrojó al instante -si…desde la primera vez que le vi sentí que algo se clavó en mi corazón…
-¿Una flecha de Cupido tal vez?- sonrió ella.
-Eso creo- le sonrió él también.
Heather se llevó las manos a la boca, para no dejar escapar un grito de emoción, pero no le resultó -¡TOM ¿EN SERIO?!.
El de rastas asintió con la cabeza y tomó las manos de la joven para volviera a sentarse y comenzara a contarle todo, todo acerca de su amado pelinegro.
Ella le contó su pasado y su presente y Tom comprendió el porqué de la hostilidad del pelinegro, sintió pena por él, pero también pensó que ya era suficiente de sufrimiento, y a pesar de que él sabía que Bill había cerrado su corazón y que le sería sumamente difícil, él estaba dispuesto a demostrarle que no todos los hombres son iguales, daría todo por hacerle sentir bien y así poder hacer a su pelinegro feliz como nunca antes.
Continúa…
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