Fic Toll de Millah
Cap. 8: Conociéndonos
Cuando Tom llegó a casa, se fue directo a su habitación, no comió nada y pasaba de hablar con sus padres, cuando ellos quisieron saber que le pasaba él les pidió que lo dejaran solo, que necesitaba tiempo a solas para pensar en lo que le estaba pasando, ellos asintieron y le dejaron solo, pidiéndole de todas formas que acudiera a ellos si necesitaba un consejo, Tom les agradeció y recibió sus tiernos abrazos.
Tumbado en su cama mirando el cielo de su habitación comenzó a pensar en todas las cosas que había vivido en unos pocos días, y sobre todo en lo que había vivido esa misma mañana, su acercamiento con Bill había sido extraño pero realmente emocionante, en unos minutos logró tener una conversación profunda con él, algo que no imaginó ni en sueños, sabía que Bill tenía sentimientos por él, pero no estaba seguro de que clase de sentimientos eran…¿le quería tanto como él? o ¿solo era un simple gusto pasajero?, temía que fuera lo segundo, darle a conocer su amor y ser rechazado horriblemente, pero sabía que si no se arriesgaba no sabría nunca lo que Bill sentía realmente por él, decidió regresar al día siguiente y al siguiente…hasta lograr su propósito, el pelinegro conocería ahora al verdadero Tom Kaulitz y todos sus encantos.
Pasadas las diez de la noche, Simone tocó a la puerta de Tom, su hijo se había pasado toda la tarde sin comer y ella estaba preocupada -Tom cariño, te he traído leche y un trozo de pastel – le decía esperando a que le abriera.
Cuando Tom abrió la puerta, su madre notó enseguida la mirada triste de su hijo, rápidamente dejó la bandeja sobre la cama y se sentó junto a su hijito -¿qué te pasa mi cielo?, ¿por qué tienes esa carita? -le preguntaba tomando el rostro pálido de Tom.
-Nada mamá, solo…tonterías…
-Nada de lo que le pase a mi niño es una tontería…cuéntame cielo, sabes que puedes confiar en mí.
-Es por…por ese chico -dijo bajando la mirada nuevamente.
-¿Te ha hecho algo malo?- preguntó con preocupación.
-No mamá, él no hecho nada malo…es que…no se como explicártelo, es muy difícil.
-Te entiendo cariño, los temas del amor son muy complicados, pero dime una cosa, ¿aun no le cuentas de tus sentimientos?.
Tom sonrió levemente, su madre era muy sabia, ella le devolvió la sonrisa y Tom finalmente se abrió para contarle su confusa situación. Simone le aconsejó y le dijo que nada es fácil en la vida, que hay que luchar hasta el final por conseguir lo que se quiere, lo cual le dio aun más valor al de rastas para seguir adelante. Comió lo que su madre le había le había llevado y se metió en la cama para esperar ansioso el siguiente día.
&
Durante el desayuno, Bill y Heather no hablaron mucho, solo un «buenos días» sin animo y alguna que otra palabra suelta de vez en cuando, hasta que el pelinegro se hartó y decidió darle a su mejor amiga una noticia que sabía le alegraría mucho.
-¿Te pasa algo? -preguntó el pelinegro.
-¿A mi?…no, nada -respondió mirando hacia otro lado.
-¿Es por Tom que estás así?.
Ella lo miró con el ceño fruncido.
-No es eso a lo que me refiero, se que ustedes son solo amigos.
-Por fin te das cuenta.
-Si, fui muy tonto…pero eso ya no importa, quiero decirte algo muy importante.
-Te escucho.
Bill se puso muy nervioso y no pudo evitar soltar una rara risita -lo siento…esto es algo que no sentía hace tiempo.
-¿Me vas a decir o no?- le cortó la joven, haciendo al pelinegro dejar de reír al instante.
Bill hizo carraspear su garganta y se puso serio para proseguir -acepto que me gusta Tom -tragó saliva.
-¡¿QUEEEÉ?! -gritó la joven parándose de golpe, tirando la silla al suelo -¿no me estás mintiendo?.
-No…tenías razón, es estúpido que me niegue al amor, a estos sentimientos…y a Tom.
-Bill, eso es maravilloso -le dijo mientras le abrazaba- Tom se pondrá feliz cuando se lo digas…
-No se lo diré…aun.
-Pero…¿por qué? -preguntó ella soltando el abrazo.
-Primero quiero conocerle y que él me conozca a mi, que nos tomemos un tiempo para hacer bien las cosas… esta vez.
Heather sonrió satisfecha y abrazó a Bill, por fin las cosas estaban tomando un buen rumbo y ya no veía la hora de que Tom les visitara para empezar a ver los resultados.
Después del desayuno los chicos se pasaron a la sala de estar, en donde esperaban la visita de Tom.
.-Ammm, Heather yo quería pedirte un favor.
-El que tú quieras- le ofreció ella mientras ojeaba su portátil.
-No quiero que le digas nada a Tom, quiero hacer todo yo solo.
La joven dejó de teclear y le miró, pero luego esbozó una linda sonrisa -como tú desees, sabes que cuentas conmigo de todas formas.
-Si, lo se, muchas gracias -le dijo abrazándola.
Pasó cerca de una hora, Tom nunca iba a visitarlos después de las once y ya era la una de la tarde, Bill se meneaba como serpiente en el sofá donde ya había ojeado cerca de veinte revistas, cuando se levantó para coger la revista número 21, escuchó el timbre que le hizo saltar el corazón.
-Creo que llegó tu príncipe- le sonrió su amiga.
El pelinegro caminó nervioso por la sala hasta llegar a la puerta, resopló y arregló un poco su cabello antes de abrir sonriendo.
El de rastas le saludó amablemente como lo hacía siempre y esperó el saludo del pelinegro, al principió pensó en darle un besito en la mejilla pero los nervios solo le permitieron sonreírle bobamente mientras sacaba la mano que tenía escondida en su espalda con un hermoso ramo de rosas enlazadas con un lazo de seda del mismo color.
-S…son… para ti- le dijo con miedo de que se las rechazara.
Pero Bill le sonrió y las tomó -¿para mí?…son hermosas, no debiste…
-Esta vez las corté especialmente para ti -le dijo con voz temblorosa, recordando lo que le había dicho de la rosa anterior.
-Muchas gracias Tom…no se que decir…
-No tienes que decir nada, solo aceptarlas, porque…- se quedó en silencio.
Bill notó el nerviosismo de Tom, él también lo estaba, así que solo le sonrió y le dio un suave beso en la mejilla, poniendo al de rastas rojito como un tomate.
Se llevó una mano al lugar del beso y suspiró, acercándose un poco más para contestar ese suave beso. Pero l pelinegro no le dejó acercarse más, lo tomó del brazo y lo llevó la sala en donde le invitó a sentarse, no quería que todo pasara demasiado rápido, él se había propuesto dejar fluir todo por su propia cuenta, pero tampoco quería terminar a los pies de Tom solo por unas hermosas rosas.
-Vaya Tom, por fin llegas- le saludó Heather.
-Estuve ocupado cortando rosas -dijo recordando que tuvo que tener mucho cuidado para no ser descubierto por su vecino y este le echara a los perros.
La joven vio el ramo que portaba Bill en su mano – wao Tom, son hermosas…y a Bill le encantaron -dijo al ver como el pelinegro las olía y suspiraba con los ojos cerrados.
-Pues tengo que decir que son las rosas más bellas que he visto y con un aroma deliciosamente dulce -agregó el pelinegro aspirando el dulce aroma.
-Gracias Bill – el de rastas ya no podía mantenerse en pie.
-Ammm bueno yo los dejo, supongo que quieren estar…
-Heather…no supongas nada -le cortó su amigo pelinegro, con la mirada fulminante.
Antes de que Bill le recriminara nada, la joven escapó escaleras arriba, para darles la intimidad que necesitaban para comenzar algo, una mistad, una relación, lo que fuera.
Al verse solos, Bill y Tom, se sentaron en el mismo sofá, lado a lado sin decir nada, solo se escuchaban las respiraciones de ambos y el sonido que hacía el oxigeno en el acuario de los peces del pelinegro. Cada uno pensando en el otro y decidiendo si era el momento para hablar, pero cuando tomaban el valor el miedo los atrapaba y los hacía morderse la lengua. Se pasaron casi quince minutos así, en el desayuno fue lo mismo y tal como entonces, Tom tuvo que decir la primera palabra o de lo contrario se quedarían callados todo el resto del día.
-¿Aceptarías una invitación sin ningún compromiso, para tomar una malteada?- Tom se quitó todo el nervio de encima y habló seguro de si mismo.
Bill sonrió y asintió -acepto, pero tengo que avisarle a Heather…y arreglarme un poquito.
-Te ves lindo así, pero…ve.
Bill sintió que sus mejillas le ardían y subió corriendo las escaleras para que Tom no se diera cuenta, al rato le avisaron a Heather que saldrían y tomaron un taxi que los llevó rápidamente al café favorito de Tom.
-Vamos, si no bebes tu malteada, la espuma desaparecerá- dijo Tom al ver que el pelinegro no había tocado siquiera su malteada de fresa y para su preocupación se veía triste.
-Mira Tom…tal vez no deba estar aquí…lo siento es que no estoy seguro de…en otras circunstancias, es decir tu eres muy amable y simpático, cualquiera querría estar contigo, pero…no quiero que esto nos lleve muy rápido y terminemos…
-Bill escucha- le interrumpió el de rastas – a veces apareces en la vida de alguien justo cuando más lo necesita, no sabes por qué, pero pasa y no lo puedes evitar. Seré honesto, el hecho de que me seas moderadamente atractivo no me facilita las cosas, mis intenciones son honestas y no deseo pasar de esa línea, en serio…no hasta que nos conozcamos un poco más y tú decidas que es el momento…
-«Genial, piensa como yo»- pensó-…»espera»… ¿moderadamente atractivo? -preguntó el pelinegro haciendo una mueca y frunciendo el ceño.
-Ajá, sabía que estabas poniendo atención, bueno quítate los ojos tristes y te subiré la calificación – bromeó el rastas logrando arrancarle una sonrisa a Bill- bueno ya que hemos establecido las reglas -¿qué harás el próximo fin de semana?.
-Probablemente me suicide- respondió sonriente el pelinegro.
-Excelente… ¿a que hora terminas?… ¿te gustan los botes?.
Bill asintió y así el resto de la conversación fluyó por si sola, hablaron del interés de Bill por la moda y de sus deseos de terminar los estudios, para volverse una persona independiente, se pasaron las horas muy rápido mientras hablaban, curiosamente ninguno habló más allá de una amistad, por el momento solo se dedicaron a conocerse más, tal como lo quería Bill y eso fue lo que más hicieron, conocerse, descubriendo el mundo oculto dentro de los corazones de ambos y que Bill por supuesto escondía, quedaron en salir el próximo sábado.
-Hablo en serio -decía Tom de camino a casa del pelinegro, pues se bajaron unas cuadras antes para alcanzar a hablar un poco más.
-¿Establecer mi propia compañía?…
-Bueno si, tienes experiencia en lo que a estilo y moda se refiere, solo te faltaría conocer algunos contactos, ¿no querrás pasarte la vida trabajando para otros con tus grandes aptitudes?.
-Eres muy amable Tom, pero eso no es nada de fácil…da miedo.
-Vamos…¿qué podría pasar?.
-Ammm podría fracasar miserablemente y quedar como un tonto.
-Bueno si, es una de las posibilidades -rió Tom contagiando de inmediato al pelinegro.
-Me encanta como eres, esta noche me has hecho reír como no lo había hecho en dos años…eres maravilloso, muchas gracias, la pasé muy bien.
-¿En serio? vaya… ¿eso está bien no?.
-Cierto, tenlo en cuenta en el futuro ¿quieres?…hazme reír tanto como lo hiciste esta noche, aun me estoy reponiendo del dolor de estomago.
-Si, lo tendré muy en cuenta…tenlo por seguro.
Cuando llegaron a casa de Bill, ambos sonrieron y se quedaron mirando a los ojos, para luego caer en el silencio y la incertidumbre de no saber si era el momento indicado para el beso, pero Tom volvió a sonreír y pensó «no, aun no», se acercó al pelinegro y le dio un beso en la mejilla – buenas noches Bill.
-Buenas noches Tom.
Mientras se iba el de rastas volteó – ¡hey! -gritó logrando que el pelinegro le mirara- todo pasa para bien…nunca sabrás si no lo intentas y te arriesgas.
Bill solo sonrió y luego bajó la mirada.
-Ponte algo abrigado el sábado, podría hacer frío en el río…nos vemos- se despidió sonriendo.
-Nos vemos….Tomy -susurró mientras le veía caminar.
Continúa…
Gracias por la visita. Te invitamos a comentar.