«Evil Journey» Fic Toll de MizukyChan
Capítulo 5: Epílogo
Gateó todo lo que pudo, hasta que la nieve se convirtió en barro y llegó a la carretera. Afortunadamente sus ropas eran lo suficientemente vistosas y cuando un vehículo pasó por allí, se detuvo de inmediato.
El auto frenó de golpe, produciendo un sonido fuerte pues las ruedas patinaron en el hielo. Un hombre grande salió y corrió hasta Bill.
—¿Estás bien? Por favor, dime que estás vivo —dijo el hombre, aliviando al sentir la respiración del pelinegro.
—No, no…
—¿No qué?
—No soy el único. Ayuden a Tom…
—Niño, no te entiendo.
—Los lobos tienen a Tom ¡Ayúdalo! —Casi gritó, recuperando la consciencia.
—Llamaré a emergencias —El hombre, tomó su celular y rápidamente discó a la policía, al cuartel del guardabosques y a una ambulancia.
—Tomi… resiste —Gimió el pelinegro, cayendo desmayado.
—Pobre chiquillo.
El hombre, cargó al pelinegro y lo metió dentro del vehículo, aumentando la calefacción, para tratar de mantenerlo con vida.
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Cuando Bill recobró el sentido, estaba conectado a varios tubos y jeringas. La luz blanca y brillante, le indició que estaba en un hospital y soltó un suspiro de alivio.
—Alguien —llamó, alzando la voz. De inmediato una enfermera se acercó a su cama a tomar los signos vitales.
—Hola Bill ¿Te sientes mejor? —preguntó la mujer con una sonrisa cálida.
—Sí lo estoy —respondió y la miró con cara de pregunta.
—Tu amigo Tom, nos dijo tu nombre —agregó ella, para aclarar su duda.
—¿Él está bien? Dígame que está vivo —pidió, casi suplicante.
—Tom es un hueso duro de roer —respondió ella con una sonrisa—. Estaba muy preocupado por ti. Nos contó que tenías quemaduras de hielo y pensaba que estabas deshidratado —Siguió contando—. Eso nos ayudó mucho a tratarte, pues no podías recobrar la consciencia.
—¿Y él? La última vez que lo vi… —su expresión cambió a una de terror—. Esos lobos. Fue horrible.
—Está bien, tiene varias heridas en las manos, pero se repondrá.
—¿Puedo verlo? —preguntó esperanzado y ella sonrió.
—¿Puedes moverte? —Él lo intentó y no pudo—. Lo suponía. Mira —Levantó la sábana que lo cubría. Tenía las dos piernas con yeso desde bajo la rodilla hasta la punta de los pies—. Sufriste dos fisuras, una en cada pierna, mucha suerte para la caída.
—¿Cómo lo saben?
—El informe policial debía llenarse aquí, así que los guardabosques nos explicaron todo. Además tu amigo Gustav estaba furioso con todo el mundo, creo que iba a demandar hasta el hospital —Ella rió divertida—. Tienes un gran amigo.
—Lo sé.
—¿Aún quieres ver a Tom?
—Sí, por favor.
—Traeré una silla de ruedas. Dame un momento.
Cuando la mujer salió, Bill puso más volumen al televisor de su cuarto y justamente hablaban sobre la desgracia ocurrida en la montaña. No pudo evitar recordar a Georg y sintió un nudo en la garganta.
—Aquí está —dijo la enfermera igual de jovial.
Entre risas, Bill se sentó en la silla y la mujer, amablemente lo guió hasta la habitación del trenzado, quien también veía las noticias con el ceño arrugado.
—Tienes visitas —dijo la mujer y Tom sonrió feliz, al ver al pelinegro entrar en la habitación.
—Hey, Bill ¿Cómo estás? —Rápidamente, bajó las piernas de la cama y se quedó sentado allí, de frente al moreno.
—Los dejaré para que hablen —agregó la enfermera y salió, cerrando la puerta.
—Tom yo… —Bill se llevó la mano a la cara y no pudo evitar que la emoción lo inundara.
—Hey, hey, tranquilo —Tom bajó de la cama y se arrodilló en el piso, para estar a la altura y abrazar al menor.
—Lo siento… es que, pensé que morirías —Bill levantó la cabeza y vio los ojos cafés del trenzado a muy corta distancia. Se sonrojó.
—No soy tan fácil de eliminar, menos cuando tengo una propuesta de matrimonio que hacer —Ambos sonrieron.
Tom levantó una de sus manos, para acariciar el bello rostro del pelinegro y recordó que estaba fuertemente vendado y se rió.
—¿Tus manos? —Bill las cogió entre las suyas y las acarició, por sobre las vendas.
—Esos fueron los cables —explicó—. Y esto —Señaló la venda en su brazo—. Fue un condenado lobo que me alcanzó.
Los brazos de Bill se enredaron en su cuello y lo abrazó, besando su mejilla.
—Gracias a Dios estás con vida —susurró en su oído, logrando que el trenzado sintiera un escalofrío recorrerle la espalda.
—Gracias a Dios no te mataste con la caída —susurró de vuelta.
Bill sonrió al escuchar un fuerte gruñido del estómago de Tom y se separó de él, apretando su nariz.
—Tiene hambre —afirmó.
—Sí, allí está mi desayuno, pero… —Señaló sus manos vendadas.
—Yo te ayudaré.
Tom acercó a Bill a la mesita y éste puso la bandeja en sus piernas. Luego se sentó frente a él en una silla.
—Di “Aaaaa” —Le mandó el pelinegro, abriendo él mismo la boca. Tom obedeció y recibió una cucharada de puré, que saboreó lentamente, sonrojándose al ver cómo el menor le observaba y se lamía los labios de una forma muy sensual.
—No hagas eso…
—¿El qué?
—Eso… —llevó su mano venada a la boca—. Me pones nervioso.
—¿Yo te pongo nervioso? —preguntó casi con ironía—. Tú que cruzaste esos cables a metros de altura, dañándote las manos. Tú que enfrentaste a los lobos hambrientos ¿Te pones nervioso conmigo? —Completamente sonrojado, Tom asintió—. Eres un encanto.
—Pensé que Georg era un encanto para ti.
Bill bajó la mirada avergonzado y llenó otra vez la cuchara, llevándola hacia la boca de Tom, quien la recibió y luego miró el piso.
—Lo siento, Billy, no quise incomodarte con mi estúpido comentario.
—¿Billy? —El menor buscó los ojos contrarios y sonrió—. Geo nunca me dijo así, él nunca fue cariñoso conmigo, él nunca…
—Tranquilo, no tienes que contarme.
—Pero es mejor que lo haga —dijo Gustav entrando en la habitación. Ambos chicos le miraron sorprendidos—. Te busqué en tu cuarto y me informaron que estabas aquí —explicó.
—¿Tom, te acuerdas de Gustav? —preguntó el pelinegro, notando la tensión del trenzado, como si viera a un rival frente a él. Sacudió la cabeza, no podía pensar en eso, Tom no le había dicho nada claro, todos sus sentimientos encontrados no tenían relación con él, ¿o sí?
—Sí, tu amigo de la montaña.
—Mira Tom, yo sé que eras el mejor amigo de Georg, pero no quiero que Bill se vaya a quedar con un trauma por este acontecimiento. No quiero que se vaya a culpar por su muerte —dijo dando énfasis a lo último.
—Comprendo y te apoyo.
—Pero es mi culpa, sobre todo por… —intervino el pelinegro y se calló de golpe. Tom lo miró y se preguntó qué podría estar pasando por su cabeza, hasta que el rubio le contó.
—Bill iba a romper con Georg en el viaje —explicó.
Los ojos de Tom se abrieron grandemente y su mente corrió a mil. Si Gustav se estaba mostrando tan sobreprotector con el moreno y éste iba a romper con Georg, lo más seguro es que ellos fueran… pareja.
—Oh… —Fue lo único que pudo articular.
—Tom yo… —Quiso excusarse el moreno, pero el rubio volvió a intervenir.
—Tom, comprendo que Georg fuera tu amigo, pero seguramente sabías que él engañaba a Bill —Esta vez fue el turno del pelinegro de abrir grandemente los ojos.
—¿Es cierto, Tom? —preguntó consternado el moreno y Tom asintió y bajó la cabeza.
—Ella era de una clase social baja y sus padres no lo permitieron, por eso él salía contigo, así ellos lo dejaban tranquilo —confesó el trenzado, sintiendo la mirada fija de Bill en su rostro—. Lo siento, Bill. A mí tampoco me parecía justo contigo.
—Yo… disculpen —Como pudo, el pelinegro movió su silla y salió del cuarto.
—Bill… —Le llamó Gus, pero el menor no respondió.
—Por eso Geo saltó de la silla —explicó el mayor—. Se sentía arrepentido de haber metido en ese problema a Bill.
—Te ruego que no le vayas a mencionar eso —Prosiguió Gus—. Tom, Bill nunca amó a Georg, estaba emocionado porque él era muy guapo y popular. Por eso aceptó ese noviazgo, pero tú también notabas lo frío que era el chico con Bill —El trenzado asintió—. Por eso me metí en la conversación y nos colamos al viaje que ustedes tendrían a la montaña.
—¿Por qué te preocupas tanto por él? ¿Eres su nuevo novio? ¿Te gusta? —preguntó, alzando un poco la voz, lo que agradó al otro chico.
—¿Novios? ¿Bill y yo? —Se rió—. Soy el novio de su hermana, tonto.
—Oh, lo siento.
—¿Por qué tanta agresión? —Presionó el rubio.
—Es… Mira, Bill y yo vivimos un momento demasiado intenso en la montaña y creo que estoy muy apegado a él —dijo rápidamente y al notar la sonrisa en el otro, agregó—. Emocionalmente, estoy apegado a él emocionalmente.
—¿No hay nadie más en esta habitación? —preguntó cambiando de tema. Tom miró la otra cama vacía y negó con la cabeza.
—Por lo menos desde que llegué, nadie ha venido.
—Perfecto —Juntó sus palmas sonoramente—. Trasladaré a Bill aquí.
—¿Eh?
—Ya te dije, no quiero que él quede con un trauma. Ambos están muy unidos por esta “intensa experiencia” —Recalcó sus palabras—. Y nadie mejor que tú para ayudarlo.
—¿Por qué yo? Él cree que lo odio —dijo dramáticamente el de trenzas, aunque por dentro, estaba muy emocionado.
—Crees que no noto como se miran el uno al otro. Hacía mucho tiempo que no veía a Bill así con alguien —respondió y salió del cuarto—. Iré a hacer los arreglos.
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Una hora más tarde, la enfermera traía la silla de ruedas con un pensativo Bill.
—Bienvenido —saludó el mayor y el pelinegro no pudo evitar sonreír.
—Bien, jovencito, a la cama —comentó la amorosa mujer.
—Yo lo ayudo —agregó Tom y sin importar sus manos vendadas, cogió a Bill y lo sentó en la cama.
—Veo que estás en buenas manos —La enfermera soltó una risita y salió con un—. “Los chicos liberales de hoy en día”.
—Bill, quiero pedir disculpas —comenzó Tom.
—No tienes que hacerlo.
—Pero quiero hacerlo, porque no quiero que estés molesto conmigo —agregó y tomó su mano, entre las suyas—. Quiero pedirte algo.
Bill abrió grandemente sus ojos y sintió que su corazón se aceleraba. Sus ojos se encontraron con los de Tom y observó.
—Te acuerdas que te conté que siempre que me gustaba alguien, esa persona se enamoraba de Georg —Bill asintió y sus mejillas se encendieron—. Tú, me gustas mucho y desde hace mucho. Pero estabas con él y yo… respetaba eso.
Sin poder evitarlo, los labios del pelinegro se curvaron en una sonrisa y abrazó al trenzado, besando su mejilla.
—¿Quieres casarte conmigo? —preguntó el trenzado, correspondiendo el abrazo.
—Eres un tonto, no quiero casarme contigo —Tom se soltó de él y lo miró confundido—. No aún… primero debes llevarme a una cita, en lo posible sin lobos, ni altura.
Ambos estallaron en risas y su abrazo se intensificó, hasta que lentamente se soltaron y al mirarse a los ojos, con ilusión, Tom rozó los labios del menor, probando lo que antes le fue negado por proteger a su amigo. Y ahora, aunque sonara cruel, su amigo no estaba y nada le impediría cuidar a Bill y darle todo el cariño que su amigo le negó por no amarlo como correspondía.
F I N
Este último capítulo es absolutamente mío. En la historia verdadera, el personaje de Bill es el único que se salva, porque cuando sale del bosque, los lobos están ocupados devorando a Tom.
Pero ese final era demasiado horroroso y decidí usar la magia del fic y hacer algo más novelesco jejeje. Espero les haya gustado.