Familiar 2: Aquelarre

“Familiar” Fic de MizukyChan

Capítulo 2: Aquelarre

Tom no pudo evitar sonreír cuando Georg pasó un trozo de pan por el plato, para saborear el último resto de la salsa que había preparado para los espagueti y, con un toque de orgullo, se levantó de la mesa, para recoger los platos y dejarlos remojando en el fregadero. La cena había estado llena de comentarios sobre lo increíble que eran las sensaciones humanas y de lo afortunado que era Tom al poder disfrutar de ellas, al menos un par de décadas más.

—¡Tom, ven aquí! —llamó Georg, logrando sacar otra sonrisa al barbudo al ver que se refería a él por su nombre y no con el tan detestable apodo “Pelitos”.

—No creo que sea necesario que Tom escuche esto, Georg —dijo Bill, sentándose en la cama, estilo indio—. Heidi no ha contactado conmigo, así que no hay nada de qué hablar en realidad.

—Por el contrario, Bill —respondió el castaño, juntando las puntas de sus dedos, imitando a Crowley, su villano favorito de una serie de televisión—. Además, ya va siendo hora de que Tom te acompañe a los aquelarres. De hecho, creo que sería una muy buena idea que él fuera tu “familiar”.

—No —la fuerza del monosílabo, hizo parpadear la luz de la habitación.

Tom conocía las señales, sabía que era mejor no forzar las cosas cuando Bill decidía algo, y por mucho que Georg lo cabreara, no quería ser testigo de un enfrentamiento entre demonios. No otra vez. Se sacudió la extraña sensación que lo invadió y guardó silencio.

—Está bien, está bien. Nadie tocará un pelito de tu mascota —contestó el castaño, pero pese a la oración, Tom notó la tensión en el hombre.

—Georg… —advirtió el pelinegro, sus ojos se mostraron completamente negros y Tom tragó pesado.

El sonido de la cafetera sirvió de excusa a Tom para regresar a la cocinilla. Su mente viajaba a toda velocidad, mientras sus manos servían una taza de café. Brujas, aquelarre, familiar, ¿de qué diablos estaba hablando Georg y por qué Bill se había molestado al grado de mostrar sus ojos oscuros?

—En fin —prosiguió el inesperado invitado—, voy a entregar el mensaje, pero no mates al mensajero —dijo alzando las manos en son de paz.

Bill sólo asintió y, mientras Tom se sentaba a los pies de la cama en la que estaba el pelinegro, Georg se puso de pie y comenzó a pasear por la habitación.

—Como sabes, este mes debes asistir al aquelarre en Wisconsin —se detuvo y miró a Bill con el ceño apretado—. Estoy seguro de que ya tienes tu invitación.

—La tengo —respondió y Tom quiso escupir su café.

¿En qué momento había recibido una invitación de esa magnitud, sin que él lo notara? Después del incidente, ellos prácticamente no se separaban, había noches en que hasta dormían juntos.

—Debes ir —advirtió el castaño.

—Lo sé.

Tom no quería mirar hacia atrás y ver como Bill rehuía su mirada, como había estado haciendo desde que Georg apareció con estas noticias, así que se apresuró y preguntó—. ¿Cuándo es?

—La próxima semana —fue la corta respuesta y, otra vez, Tom quiso escupir su café. No quería dejar este lugar, le gustaba estar cerca del mar, pero sabía que había ciertos “compromisos” que Bill debía cumplir.

Tom inspiró hondo y dijo—. Está bien. Me encargaré de buscarnos un motel decen…

—No —Bill lo interrumpió—. Tú te quedarás con Georg. Será sólo una noche, puedo aparecer allá y regresar apenas termine. No te quiero cerca de esas brujas.

—Pero Bill…

Tom estaba dispuesto a quejarse, gritar y hasta patalear como adolescente, pero la mano alzada de Bill lo dejó mordiéndose el labio.

Georg aprovechó el momento para intervenir, auxiliando a su colega—. Bill tiene razón al decir que es mejor que estés lejos de esas brujas, Pelitos. Sin ánimo de ofender, ellas te comerían para el desayuno.

—¿Tan poderosas son? —Preguntó el humano, abriendo grandemente los ojos.

—Nah, no es por eso, Bill le patearía el culo al 90% del aquelarre sólo chasqueando los dedos y al otro 10% lo desintegraría con un poco más de fuerza —respondió rodando los ojos—, pero necesitamos a las viejas para obtener el condenado grimorio, sin exponer su identidad. Además, eso llamaría la atención de… —señaló el piso— y tampoco queremos eso, ¿cierto?

Tom ladeó la cabeza—. ¿Qué?

—Que no queremos llamar la atención —repitió el castaño.

—No, eso no —Tom tuvo que levantarse y dejar la taza en la mesita, porque sus manos habían comenzado a sudar, esto era mucho más complejo de lo que había pensado—. La parte de exponer su identidad…

—Oh…

—Ningún miembro del aquelarre sabe que soy un demonio —respondió el mismo Bill, estirando las piernas, apoyando la espalda en el cabecero de la cama—. Ellos creen que soy un brujo más.

—¿Por qué? —preguntó sin entender lo que oía—. ¿No sería más fácil obligar a las brujas a decirte dónde está el grimorio?

—Me gusta el chiquillo, ya está pensando como uno de los nuestros —intervino Georg, ganándose una mirada enojada de los otros dos.

—No se trata sólo de obtener un grimorio, Tom —comentó el pelinegro, mirando al humano con una suave sonrisa—. Se trata de encontrar el adecuado. Hay muchos aquelarres en el mundo, hay grimorios por cada generación, diablos, casi hay un grimorio por familia de brujos, así que no se trata sólo de un libro.

—Se trata de un hechizo —terminó Georg.

—¿Un hechizo? ¿No eres ya lo suficientemente poderoso, Bill? ¿Para qué necesitas un hechizo? —Preguntó Tom y, sin darse cuenta, había alzado la voz.

—Hey, Pelitos, controla tus caballos —intervino el castaño—. Esto viene desde hace mucho tiempo, ¿okey? No te metas en los asuntos de Bill.

Tom arrugó el ceño—. Creo… que necesito un poco de aire —dijo acercándose a la puerta, se puso una chaqueta y dijo—. Saldré a dar un paseo —y tras decirlo, giró el rostro esperando a que Bill asintiera y luego, se fue.

El pelinegro soltó un suspiro y bajó la cabeza.

—Por Thor, Bill, no crees que deberías contarle todo de una vez —gruñó el castaño, sentándose junto al otro en la cama—. Después del incidente… —bajó la mirada y apretó la mano del pelinegro—, creo que sería lo mejor, tanto para ti como para él.

—Mientras no tenga una respuesta útil, no puedo, Georg —respondió Bill, soltando otro suspiro.

—Él quiere ayudarte, ¿lo sabes, verdad?

—Lo sé, Georg. Eso fue lo que nos metió en problemas, ¿recuerdas? —soltó una risa sin ganas.

—Pero hablando en serio, Bill, sabes que él sí podría ayudarte. ¿Por qué no dejas que sea tu familiar? Así él podrá protegerse cuando no estés cerca, cuando esté solo.

Bill levantó la cara, enojado, con los ojos oscurecidos—. No lo dejaré solo.

Georg alzó las manos—. Sabes a lo que me refiero. Así como está, es un blanco fácil, ya sabes cómo vuelan los chismes. Además, Lambert estará en el aquelarre.

—Agh, jodido Lambert —Bill pasó una mano por su cara, cabreado—. ¿Por qué va a Wisconsin? No debería asistir sin invitación.

—Ah, es que tiene una —dijo el castaño, chasqueando la lengua—. Y justamente sobre eso es de lo que Heidi me pidió hablarte.

& Continuará &

Chan, chan, chan. ¿Alguien tiene alguna idea de lo que la escritora está tramando? ¿Alguien ha oído la expresión “familiar”, pero que no tiene relación con la familia? Pues lo sabremos muy pronto, así que los invito a seguir leyendo. Gracias por la visita.