Familiar 4: Malleus maleficarum

Familiar” Fic de MizukyChan

Capítulo 4: Malleus maleficarum

Cuando Tom salió del baño, Georg caminaba de un lado a otro por la habitación, como león enjaulado—. ¿Qué rayos te pasa?

Tenemos que darnos prisa, Pelitos —respondió el castaño, girando hacia el barbudo, dispuesto a tocarlo para teletransportarse.

¡Hey! —Tom lo detuvo, dando un paso atrás y levantando una mano—. Detente ahí mismo.

Oh, es cierto, necesitas comer —agregó Georg—, dame un segundo —comenzó a revisar sus bolsillos, sacando una nota—. Un café grande, con dos de azúcar y un toque de canela.

Tom arrugó el ceño—. ¿Qué?

Es tu desayuno. Bill me lo dijo —apenas terminó la frase desapareció.

Tom conocía ese tipo de habilidad de los demonios, al principio se había exaltado mucho viendo aparecer y desaparecer al pelinegro, pero ahora, había pocas cosas que lo sorprendían. Sin embargo, en cosas triviales, como preparar su desayuno, prefería hacerlo él mismo en lugar de esperar a que Bill desapareciera y regresara con algo de comer y el pelinegro había dado pruebas de que a él también le gustaba ese estilo.

Pensando en el demonio pelinegro, Tom lavó los platos de la noche anterior y cuando terminó, Georg apareció con una bolsa de papel y delicioso aroma a café.

Aquí está tu desayuno —anunció el castaño, dejando los objetos en la mesita.

Gracias —respondió el barbudo con tono incierto—. No está envenenado o algo así, ¿verdad?

Nah, me gusta demasiado este recipiente como para que Bill lo destruya sólo por hacerte una broma, Pelitos —Georg rodó los ojos—. De verdad no sé qué le has hecho, pero supongo que lo voy a averiguar hoy.

No puedes entrar en mi cuerpo, así que no tengo idea de cómo pretender saberlo —se defendió el barbudo, dando un sorbo a su café.

Traje esto también —comentó el castaño, abriendo la bolsa de papel, mostrando unos bollos, sacando uno para él—. Me pregunto si esto sabrá igual que lo de ayer… —susurró mirando fijamente la masa en sus manos.

Sólo tienes una forma de averiguarlo, Georg —comentó Tom, dando una mordida al suyo.

El demonio probó su pastel y masticó. Tom lo observó en silencio, degustando el suyo, sonriendo ante la mezcla dulce de la masa y el tono un poco más amargo de su café—. ¿Está bueno?

Georg tragó y bajó el resto del pastel a la mesa, dándole una mirada asesina—. No me sabe a nada.

Es que no es demasiado dulce —respondió el barbudo. Estaba lo suficientemente dulce para un humano, pero no para un demonio, sin embargo, la expresión decepcionada del castaño le hizo recordar a Bill, aquellas primeras semanas viviendo juntos, así que agregó—. No soy tan bueno preparando pasteles, pero cuando cocine para Bill, te guardaremos un poco, ¿está bien?

¿Lo prometes? —Tom asintió—. Okey.

Georg se levantó de la mesa y cambió el canal de la tele, dejando que Tom desayunara en paz, cosa que hizo que el barbudo nuevamente extrañara al pelinegro, porque se había acostumbrado a tenerlo cerca cuando comía, le gustaba escuchar como Bill hablaba sin parar sobre temas absurdos, mientras él se alimentaba, era como nutrir su cuerpo y su relación a la vez.

¡Tom!

Sobresaltado, el humano giró el rostro—. ¿Qué?

¿Ya terminaste? Tenemos mucho que hacer hoy.

Sobre eso…

Ven, hay algo que debo mostrarte —Georg tocó el hombro de Tom y, de pronto, ambos estaban en una enorme biblioteca.

¿Qué es este lugar? —Preguntó el barbudo, mirando las altas estanterías, llenas de antiguos ejemplares de lectura.

Una biblioteca, dah —respondió el castaño—. Lo que debes preguntar es ¿dónde? —Rodó los ojos, pero no lo dejó continuar—. No estamos en la misma ciudad, pero eso no importa, mira esto —dijo, sacando un libro grueso—. Es el “Malleus maleficarum” o “Martillo de las Brujas”, un libro donde se habla sobre todo lo que se escribió cuando las cazaron.

¿Okey? —La respuesta sonó más como una pregunta.

Existe un libro similar en la comunidad mágica —comentó Georg—, uno real obviamente, sin las exageraciones que suelen agregar los escritores —rodó los ojos—. En ese libro hay una serie de reglas de comportamiento para las brujas y hechiceros.

¿Por qué me estás diciendo esto, Georg? —Tom arrugó el ceño. No le gustaba esta conversación, sobre todo por la partida de Bill a Wisconsin, sabiendo que el aquelarre sería la siguiente semana.

Porque Bill debe romper una de esas reglas y se meterá en problemas, a menos que tú lo ayudes —respondió el castaño, mirando directamente a los ojos de Tom.

¿De qué demonios estás hablando? —Las manos de Tom se hicieron puños y su corazón latió más rápido—. Tú mismo dijiste que Bill podría destruir a esas brujas sólo chasqueando sus dedos. ¿En qué problemas podría meterse?

Georg sujetó a Tom por el brazo y ambos aparecieron en una gran roca, junto al mar, lejos de todos los turistas que hablaban y reían por los alrededores.

Siéntate —ordenó y, con la mandíbula apretada, Tom obedeció—. Bill no quiere revelar su identidad ante el aquelarre.

Por el hechizo que está buscando. Ya me quedó claro —intervino el barbudo.

Heidi, la bruja antigua, aunque debería decir “la vieja bruja”, le ha pedido a Bill encargarse de un novato. Un hechicero joven que se ha acostado con cuanto mago ha podido con tal de hacerse un puesto en el nuevo aquelarre —explicó el castaño.

¿Quién es?

Su nombre es Adam Lambert. Odia a Bill y Bill lo odia a él —la sonrisa de Georg aclaró a Tom que el tipo no tenía ninguna posibilidad de dañar a Bill, cosa que lo alivió.

¿Y qué debe hacer Bill para encargarse de él? ¿Matarlo? —Preguntó con el ceño apretado, pero presentando la respuesta como si fuera obvio.

El castaño sonrió—. Sabía que eras listo, Pelitos.

¿Y cuál es el problema? —Insistió el humano.

Una regla de este mundo es no matar a los de su especie sin que exista un motivo lo suficientemente fuerte para justificar la acción —respondió el demonio—. Bill puede matarlo, pero debe probar que fue porque Lambert lo merecía, de otro modo, el aquelarre condenaría a muerte a Bill.

¿No puede usar sus poderes y hacerlo pasar como un accidente? —Preguntó Tom, sintiéndose frustrado. Después de todo, Bill era un demonio, él no necesitaba regirse por las reglas.

Puede que Lambert sea un brujo de tercera clase, pero está protegido por una mujer de sociedad. Ella es una bruja con apellido, no practica la hechicería desde que heredó la fortuna de su familia, a ella le gustan los lujos, la buena vida, nada más. Es muy… —Georg arrugó la nariz en una mueca de asco.

Muy humana —Tom terminó la frase, viendo como el castaño asentía.

Pero ella es de renombre, así que si su protegido muere, habrá caos en el aquelarre y a Bill no le conviene llamar la atención del infierno. Lamentablemente, hay muchos demonios trabajando con brujos, así que si se corre la voz, alguno de ellos podría descubrir la fachada de Bill y dejarlo sin grimorio, ni hechizo.

Entonces, no es que Bill realmente esté en peligro —dijo Tom, sonando mucho más tranquilo—. Quiero decir, la idea es evitar el problema de ser descubierto, no es que vaya a morir o algo así.

Georg bufó—. En serio no tienes ni idea lo poderoso que es, ¿verdad?

Tom sonrió y, desviando la mirada al mar, preguntó—. ¿Y cómo lo puedo ayudar yo?

Tú vas a ser la excusa que Bill necesita para matar a Lambert —respondió el demonio con una sonrisa de lado.

¿Qué? —Tom giró rápidamente el rostro y enfrentó al otro—. No puedo ir contra los deseos de Bill, ya lo sabes, es parte del contrato. Soy su esclavo, pero si él no quiere que esté a su lado, entonces no hay nada que pueda hacer. ¿Cómo se supone que seré su excusa, cuando ni siquiera tengo permitido estar cerca del aquelarre?

¿Quieres ayudarlo?

¡Por supuesto! —exclamó de inmediato—. Ese no es el problema.

Entonces, está todo resuelto —contestó Georg, sin dejar de sonreír.

Tom sonrió también, sin poder evitarlo—. ¿Cómo? ¿Qué tengo que hacer?

¿Has escuchado el término “familiar”?

¿Personas nacidas en la misma familia? —preguntó el barbudo, ampliando su sonrisa cuando Georg rodó los ojos—. Entonces no, no tengo ni idea.

Se refiere a los acompañantes de magos.

Siempre creí que los que acompañaban a los brujos eran los gatos negros —mencionó Tom, perdiendo lentamente la sonrisa al ver como Georg asentía—. Me voy a… —la boca de Tom se abrió tanto como sus ojos.

Convertir en gato —el castaño terminó la frase por él.

& Continuará &

Jajajajaja. ¿Alguien conocía el término familiar o espíritu familiar como se menciona aquí? Bueno, los invito a seguir con la lectura y averiguar qué pasará con la idea de Georg.

Escritora del fandom

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *