I need you 2

«I need you» Fic de Millah

Capítulo 2: Sentimiento extraño

Otro día otra discusión, lo mismo de siempre, gritos de adultos y  llantos de niños, Tom sentía que iba a explotar, pero por el bien de sus hijos respiraba hondo y trataba de calmar la odiosa discusión. Tanto grito histérico de Marla le había hecho olvidarse de la noticia de la niñera.

-Marla ¿te puedes callar por favor?, tengo algo que decirte.

-Pues habla de una maldita vez- le dijo como si no tuviera tiempo suficiente.

-Ayer recibí la llamada de una chica preguntando por el trabajo de niñera y…

-Genial ¿y cuando comienza a trabajar?

-Primero debo entrevistarla, ¿no querrás que cualquiera cuide de los niños sin saber que mañas tiene?

-Mientras les de comer para mi es suficiente- dijo sin ningún arrepentimiento.

-¿Cómo puedes decir eso?…¡son tus hijos!

La mujer se puso de pie y sacó un cigarrillo que luego encendió- los llevaste en tu vientre bla bla bla, siempre con la misma estupidez, ya me tienes harta.

Tom sintió miedo, pues la ira intentaba arrebatarle la poca paciencia que le restaba, sintiendo ganas de abalanzarse al cuello de la descorazonada mujer y apretarlo hasta que dejara de respirar, pero se contuvo y en su lugar le quitó el cigarrillo de la boca y lo lanzó al fregadero -no quiero que fumes delante de los niños, les hace daño respirar ese veneno…

Marla le miró con odio, caminó hacia la puerta y salió para encender otro cigarrillo, cuando terminó de fumarlo entró de nuevo, viendo que Tom ya le había dado la papilla a Nicholas  y ahora ayudaba a Charlize con su abrigo y su mochila, tal como lo hacía siempre.

-Deberían darte el premio Nóbel de la paternidad -se burló la mujer, pasando de largo directo al refrigerador.

El de rastas no se molestó en mirarle, solo le sonrió a su pequeña que le miraba con los ojitos tristes.

-Ya nos vamos, cambia de ropa al bebé, lo manché con la papilla.

No escuchó respuesta, entonces tomó a su niño y lo llevó arriba para cambiarle él mismo la ropita, después bajó y lo dejó en su corral donde Nicholas de inmediato comenzó a jugar con sus tiernos y suaves juguetes. Tom le besó la frente y lo abrazó – te amo bebé, nos vemos más tarde.

-¡Ya le cambié yo!- gritó a la nada, sin oír respuesta. Tomó la mano de su hija y la llevó a la escuela.

&

Acababa de terminar una reunión de trabajo y ya era casi la hora del almuerzo, mientras tanto llamó a su secretaria y le dijo que dejara entrar a una chica que preguntaría por él, hasta entonces no se había percatado de que no le había preguntado su nombre.

-Buenas tardes, busco al señor Tom Kaulitz.

La secretaria le miró sorprendida, a simple vista no podía distinguir si quien le hablaba era un hombre o una mujer,  su voz suave tampoco le daba un indicio y menos su forma de vestir, sin querer incomodarle le sonrió amablemente y le acompañó hasta la oficina de Tom – aquí es.

-Muchas gracias -le dijo sonriente.

-Por  nada -le devolvió la sonrisa la secretaria y luego volvió  a su escritorio.

El pelinegro tocó la puerta suavemente y esperó a que la abrieran, pero esta no se abrió, en su lugar escuchó la voz del hombre que con mucha suerte sería su nuevo jefe.

-Adelante.

Resopló y giró la manilla, para darse paso a una hermosa oficina, de gran espacio y muy elegantemente decorada, se quedó en la puerta esperando a que le dijera que se acercara, preguntándose extrañado si se había equivocado de oficina, pues el hombre sentado en su escritorio color caoba no se veía para nada mayor, su aspecto era tan juvenil y era tan…guapo

Tom le miró y le sonrió invitándole a tomar asiento y ofreciéndole amablemente una taza de café, que sirvió él mismo.

-¿Qué edad tienes?- fue la primera pregunta, ya que se veía muy joven.

-Veintiún años.

-Dime, ¿tiene experiencia en este tipo de trabajo?

-Ammm…

-Oh, disculpa, no te he preguntado tu nombre.

-Bill…Trümper.

Tom parecía no entender, la persona que estaba frente a sus ojos se veía y se oía como una mujer, pero tenía nombre masculino -discúlpame, ¿dijiste Bill?

-Aja…¿hay algún problema?

-Ammm…es que…

-Ya entiendo, usted cree que soy mujer, pero le extraña mi nombre ¿verdad?

-Pues, para serte sincero, si.

-Pues no hay nada extraño, me llamo Bill porque soy un chico.

-¿Cómo?, pero si te ves como una chica y tu voz es tan suave que…

-No me dará el trabajo ¿verdad?, pues entonces me voy, le agradezco el café, estaba delicioso -dijo el pelinegro poniéndose de pie  para abandonar el lugar.

-No creo haber dicho que no te contrataría, aun no te he entrevistado- le dijo el de rastas indicándole con una mano el asiento.

Le entrevistó y quedó asombrado por las cualidades que Bill poseía, si fuera una mujer seguro sería una madre perfecta, le encantó su perspectiva acerca de los cuidados de los niños, se veía cariñoso y sobre todo le había gustado su transparencia, se notaba que era un buen chico, sin duda le contrataría.

-Son dos pequeños a los que tendrías que cuidar, una niña de seis y un bebé de un año.

-No hay problema.

-Y supongo que leíste la parte del anuncio en donde se pide que sea a tiempo completo.

-Lo leí, no tengo problema con eso, de ocho de la mañana a ocho de la noche.

-¿De verdad puedes?…oh gracias al cielo, he buscado por mucho tiempo a alguien que pudiera cuidar de mis hijos.

-¿Puedo preguntarle algo?

-Dime.

-¿Usted es viudo o separado?

-Peor que eso, vivo con mi mujer- rió a carcajadas el de rastas, callándose al darse cuenta de que Bill le miraba confundido- está bien, te contaré lo que pasa.

Tom le contó el gran problema que tenía con su pareja, le dijo que ella no era su esposa y la razón por la cual necesitaba de una niñera que se encargara de sus hijos, Bill le comprendió y le prometió que los niños estarían muy bien mientras él los cuidara.

No sabía por qué, pero Tom no dudó ni un momento de sus palabras, simplemente depositó toda su confianza en ese chico, dejaría que se hiciera cargo de las personitas más importantes de su vida y sentía ningún temor de que alguien al que apenas conocía, entrara en su casa y en las vidas de sus hijos…ignorando por completo que también entraría en la de él.

Esa misma tarde le llevaría a su casa, para que conociera a los niños y a su mujer, la cual supondría sería la más feliz de conocer al nuevo «niñero». Le pidió su dirección y le prometió ir a recogerle a su casa para llevarlo, sabía que Bill no contaba con mucho dinero, así que le haría ese pequeño favor. Se despidieron hasta entonces y Tom continuó con su trabajo.

Como lo había prometido, al salir de su trabajo se fue directo a buscar a Bill, no demoró mucho en encontrar la dirección ya que el lugar se encontraba solo a treinta cuadras de su trabajo, muy conveniente si en algún caso especial necesitara su ayuda. Estacionó su auto y entró en el pequeño edificio de seis pisos, subió al cuarto y llamó a la puerta número 26, en seguida esta se abrió revelando un rostro tierno y sonriente, unos ojos que le miraban con dulzura y unas mejillas notablemente sonrojadas.

-Hola…¿estás listo?

-En unos segundos, pero pase por favor, me cambio de ropa y nos vamos- le dijo mientras se metía en su habitación.

Tom se quedó observando el lugar, era pequeño pero muy frío, solo tenía una mesa con dos sillas, una pequeña cocina y un sofá frente a un televisor. Le incomodó un poco que a pesar de ser un lugar pequeño se viera tan vacío, no era para nada un lugar acogedor.

Comenzó a pasearse por el lugar, admirado por lo limpio que lucía todo. Mientras pasaba para asomarse a una ventana, se dio cuenta de que la puerta de la habitación de Bill estaba semiabierta, se avergonzó de si mismo al darse cuanta de lo había pensado -«espiarle, ¿con qué propósito?, que sinvergüenza»- rió ante su pensamiento, sin embargo no puedo resistirse,  se asomó por la abertura y vio con extraña admiración como el pelinegro de espaldas a él  se quitaba su camiseta y se ponía otra, disfrutó increíblemente cuando se quitó los pantalones y se agachó quedado con el trasero directo hacía él, le pareció que Bill era un tanto infantil, pero singularmente sensual, al ver que se movía en busca de otro pantalón, se alejó de la puerta y caminó hasta su destino inicial, la ventana. Allí se quedó pensando en que lo que había pensado al verle no estaba bien, pero se perdonó a si mismo diciéndose que talvez era la falta de afecto. No le dio más importancia al asunto y siguió observando el lugar.

-Estoy listo -le sorprendió el pelinegro.

-Entonces vamos.

El camino a casa de Tom fue silencioso, Tom podía ver que Bill estaba muy nervioso -no estés nervioso, estoy seguro de que los niños te van  a adorar- le dijo sonrojándose.

-Gracias, pero, ¿y si a su esposa no le gusta que yo sea un chico?

-Primero que todo, ella no es mi esposa, eso ya te lo dije, y segundo te aseguro que a ella no le importará quien cuide a los niños, ella solo quiere retomar sus estudios, lo demás le da lo mismo…así que tranquilízate, todo saldrá bien.

Ambos se dedicaron una gran sonrisa y por unos segundos sus miradas se quedaron fijas, algo sacudió el corazón del pelinegro y le hizo mirar hacia otro lado, mientras que Tom pudo sentir algo calido recorrerle el cuerpo entero, ese sentimiento que ya conocía, pero que hacía tiempo había dejado de sentir, se recriminó mentalmente y quitó ese sentimiento de su cabeza, pero solo de su cabeza, porque de su corazón no podría quitarlo jamás.

Continúa…

Gracias por leer!!!

Escritora del Fandom

1 Comment

  1. Que bonitoo♡

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